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Especial de Halloween

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A propósito de Halloween…

Halloween Fiesta Pagana

SIETE RAZONES PARA NO CELEBRAR EL HALLOWEEN

 

Ex Satánico Advierte del Peligro de Halloween

 

Halloween y la estupidez extendida

Halloween: la fiesta del anti-santo

Halloween fiesta satánica

Halloween fiesta satánica

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31 octubre, 2015

[San Miguel Arcángel]Halloween” significa (All hallow’s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste regreso al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos. Ver: testimonio de ex-satanista al final de esta página.

Debemos ser conscientes de la realidad de Halloween y de aquello que ofende a Dios. Las fiestas que celebramos reflejan quienes somos e influyen en nuestros valores.

Es alarmante que muchos cristianos hayan olvidado el testimonio de los santos y se sientan más atraídos a festejar con brujas y fantasmas. Este fenómeno es parte de un retorno al paganismo que va ocurriendo gradualmente. Al principio no se percatan de los valores que abandonan ni tampoco entienden el sentido real de los nuevos símbolos. Les parece todo una broma, una diversión inofensiva. Lo hacen por llenar un vacío, porque los santos ya no interesan y las prácticas paganas y ocultistas ejercen una extraña fascinación. Por eso se están propagando rápidamente en nuestra cultura: la adivinación, la ouija, la creencia en la reencarnación y muchas más. En Estados Unidos, mujeres que se enorgullecen de brujas luchan por crear una nueva imagen para su gremio y propagar su religión. Sigue leyendo

El Hospital de Al Capone

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31 octubre, 2015

“Se han corrompido cometiendo execraciones, no hay quien obre bien”. (Salmo 52).

El pesebre socio-convergente del Hospital de Sant Pau, cuyo mayor pedigrí es el que le ofrece el Arzobispado de Barcelona, hace aguas. Y las hace de la misma manera que el gángster Al Capone cuando fue cazado por el FBI no por sus crímenes, sino por sus deudas con la hacienda pública. En este caso, con el patrimonio del mismo hospital, en trance de presentar concurso de acreedores.

Alphonse Gabriel Capone comenzó su carrera en Brooklyn antes de trasladarse a Chicago y convertirse en la figura del crimen organizado más importante de la ciudad. Hacia finales de los años 20, Al Capone ya estaba en la lista de los “más buscados” del FBI.

Aunque probablemente nunca fue iniciado en la Cosa Nostra, rápidamente se asoció con la Mafia y se adueñó del hampa de Chicago después de eliminar a todos sus rivales en una serie de guerras. Los enfrentamientos entre las bandas culminaron con el acribillamiento en un garaje de los cinco últimos jefazos de la competencia, el día de San Valentín de 1929. Aunque los detalles de la Matanza de San Valentín aún se discuten, y nadie fue procesado por el crimen, los asesinatos son atribuidos a Capone y sus hombres. Después de deshacerse de sus rivales, Capone siguió enriqueciéndose gracias al tráfico ilegal de bebidas alcohólicas ocasionado por la Ley Seca, y a través de su vasta red clandestina de salas de juego.

No hubo manera de pillar a Al Capone por sus crímenes, así que se le persiguió y se le atrapó por la cuestión fiscal, mejor documentada, y al final consiguieron encarcelarle. Le cayeron 11 años en una prisión federal.

Y ahora resulta que la autoridad judicial ha pillado al Hospital de Sant Pau por lo mismo que enchironó a Al Capone: por el vil metal. No por los abortos, lógicamente, muchos de ellos inequívocamente delictivos, tanto en la antigua como en la nueva ley del aborto. Éstos se remontan a 1987 y no han parado desde entonces: ni los abortos “de alto riesgo” (no sólo médico, sino también judicial) ni por las demás prácticas contra la vida condenadas por la doctrina de la Iglesia. Entre ellas, y no de menor cuantía, el acaparamiento de embriones humanos en neveras repletas… para lo que se ofrezca: que la ingeniería genética humana apenas está en sus cimientos; y un hospital de tanto renombre como el de La Santa Cruz y San Pablo no puede quedarse atrás en esa carrera. Ya se cuidó Al Capone de que la autoría de sus asesinatos y fechorías fuera siempre un secreto. A voces, pero secreto.

¿Cómo es posible que se arme tanta escandalera porque alguien robe tantos o cuantos millones de euros del Hospital? ¡Tampoco hay para tanto! Desde la perspectiva de un católico -no la de Capone-, lo gravísimo, lo intolerable es tener la certeza de que se están practicando abortos y otras inmoralidades en un hospital de la Iglesia. Eso sí que es para poner el grito en el cielo, rasgarse las vestiduras, mesarse las barbas, cubrirse la cabeza de ceniza, vestirse de saco y ayunar a pan y agua mientras siga en pie esa iniquidad.

Pero he aquí que todo el mundo, incluida la jerarquía eclesiástica implicada en el patronato del hospital, vive eso con la mayor naturalidad, sin hacer aspavientos y manteniendo la compostura. “Supieron estar”, acertaron a comportarse. ¡Qué entereza!, dirán de ellos las crónicas.

Y sin embargo, al descubrirse que el hospital está en quiebra porque son bastantes los que se han dedicado a robar y a cobrar (dicen que como en el Palau de la Músic de Barcelona… ¡hay que ver los estragos que está haciendo el modernismo!), da la impresión de que ahora sí que están pasando cosas sumamente graves, ahora sí que se nos hunde el suelo bajo los pies. Y sobre esto decía -en petit comité– el Papa Francisco: “Hay algo que me preocupa. Hay grupos muy, muy pequeños, unas pocas personas, gente muy mayor… No tienen vocaciones, qué sé yo, el Espíritu Santo no quiere que sigan, quizá han cumplido ya su misión en la Iglesia, no sé… Pero ahí están, aferradas a sus edificios, aferradas al dinero… El manejo del dinero… es algo que necesita ser reflexionado”.

Tiempo y motivos han tenido en el Sant Pau para reaccionar, pero el tiempo se les ha acabado… Porque se trataba, a fin de cuentas, de conservar el patrimonio -acumulado durante siglos- y por ello había que estar presentes en los órganos de gobierno al precio que fuese. Y lo han pagado, vaya que si lo han pagado: con la ignominia del traidor, de aquel que vendió la primogenitura por un plato de lentejas. Preocupados no por la moralidad de los actos médicos, sino por mantener el colaboracionismo servil con un poder político amoral y corrupto. Para eso, y no para nobles fines, acabará sirviendo el patrimonio: porque la pervivencia de la institución -piensan- pasa por encima del bien y de la verdad. Es la razón de estado.

¡Pues qué quieren que les diga! De una corporación que ha acomodado la ciencia y la conciencia al descuartizamiento de niños, siempre con espléndidas razones, y que tan inconscientemente está poniendo los cimientos a cualquier aberración genética con embriones humanos, se puede esperar todo: seguro que encontrarán también para ello espléndidas razones. De verdad, estas bagatelas económicas son peccata minuta comparadas con la catadura moral que imponen el aborto y la ingeniería genética con embriones humanos. Por cierto, ¿ha hablado alguna vez en este sentido la representación del Arzobispado de Barcelona en la Muy Ilustre Administración (MIA) del hospital? Parece que, de haberlo hecho, ha sido muy bajito, sin alzar la voz ni descomponer el gesto: para no molestar demasiado, no vaya a ser que se pierdan las prebendas y el estatus.

Como aquellos políticos, policías y magistrados cuya miopía y silencio santurrón disfrazados de prudencia, eran generosamente recompensados por Al Capone. Pero bueno, nosotros, a los que nos empuja la fe a ser providencialistas, creemos que esta crisis del Hospital de San Pablo es una oportunidad de oro para resolver la gran cuestión moral de fondo que éste tiene planteada. Sobre todo la que le tiene planteada a la Iglesia. Si ésta forma parte de su patronato, no puede haber en él abortos. Y si hay abortos en este hospital, la Iglesia no puede formar parte de sus más altos órganos directivos. Éste es un momento excelente para dar carpetazo o para dar el portazo. Extrapolando las palabras del Papa, “qué sé yo, el Espíritu Santo no quiere que sigan, quizá…”

Padre Custodio Ballester Bielsa

Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

En el Sínodo los niños brillaron por su ausencia

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31 octubre, 2015

«El pecado del siglo es el pecado contra la niñez. Los adultos han asesinado voluntariamente a más niños en los últimos cien años que en toda la historia anterior de la humanidad»
John Saward, The Way of the Lamb.

En el Sínodo de la Familia se habló más de temas como la homosexualidad, el concubinato, los adultos divorciados, los que se han vuelto a casar y la des­centralización, pero apenas si se menciona la razón de ser de la familia: los hijos.

Al igual que en la estéril Europa, los niños brillaron por su ausencia en el Sínodo de la Familia.

sagrada_familia2Entre las poco frecuentes pero sorprendentes buenas noticias de este contencioso y problemático Sínodo de la Familia encontramos la carta abierta al Sínodo de cien conversos a la fe católica. La voz de dichos conversos resuena clamorosa en marcado contraste con las cavilaciones huecas y heréticas de algunos padres sinodales.

En la mencionada carta, los conversos ruegan al Papa y a los padres sinodales «que defiendan las enseñanzas de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio con la misma fidelidad y el mismo testimonio jovial y valeroso que ha desplegado la Iglesia Católica a lo largo de toda su historia.» Los signatarios manifestaron al Sínodo que la doctrina católica y las enseñanzas sobre el matrimonio y la sexualidad los guiaron a la verdad de la fe en su proceso de conversión.

Entre los muchos y lúcidos conversos que suscribieron la carta al Papa rogando que defendieran los principios de la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia se encuentran el P. John Saward, ex clérigo anglicano y actualmente párroco de S. Gregory y S. Augustine, también profesor emérito del colegio dominico de la Universidad de Oxford.

Saward comprende claramente los desafíos que afronta la Iglesia Católica en esta era moderna. Su percepción y actitud ante la presente crisis moral es profundamente católica y teológica, aunque se da la paradoja de que dicha actitud está ausente en los debates del Sínodo. Saward señala al Niño Jesús, y al niño en la familia como camino al cielo.

En su convincente libro The Way of the Lamb, The Spirit of Childhood and the End of the Age (Ignatius Press) subraya sin tapujos las causas de la corrupción moral de la modernidad desde la primera linea, en la que afirma valientemente:

«Se puede decir que el mundo occidental de hoy ha declarado la guerra a la familia por todos los flancos. Destruye al niño, desprecia a la madre y ridiculiza al padre.»

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