Las misas indignas, peor que el canibalismo de niños

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Existe un fenómeno muy extendido, principalmente entre los amantes del mirar para otro lado, que podríamos definir como un minimalismo respecto a la exigencia de dignidad de la Santa Misa. Parecería que mientras se pueda presumir que la misa celebrada es válida, todo lo que allí ocurra es una anécdota, que podrá gustarles más o menos, pero que en absoluto tiene efectos vejatorios sobre nuestro Señor, como si el hecho de que “el Señor baja” fuera un aval de aceptación divina de lo allí ocurrido.

No soy muy dado a las revelaciones privadas, pero releyendo “La vida oculta de la Virgen María”, de la beata Ana Catalina Emmerich, sobre la que ya escribí en otro artículo, he encontrado un pasaje que realmente debería hacer reflexionar a muchos. Sólo recordar que sobre la base de las visiones de este libro se pudo encontrar arqueológicamente la casa de la Santísima Virgen.

Tras haber hablado de una visión que tuvo sobre los “servidores de las estrellas”, una secta que desvirtuando las profecías sacrificaba niños llegando al canibalismo, Ana Catalina nos cuenta lo que vio sobre Jesús cuando la Santa Misa “se realiza indigna y pecaminosamente”:

“Y entonces llevó mi mirada muy lejos alrededor y ante mi alma se presentó algo todavía mucho más cruel que aquel sacrificio de niños, al ver a Jesús mismo cruelmente sacrificado de muchas maneras sobre el altar cuando el santo misterio se realiza indigna y pecaminosamente. Vi que la Sagrada Hostia yacía en el altar como un niño Jesús vivo y que sacerdotes indignos y degenerados lo atormentaban y lo troceaban con la patena. Aunque realizaban válidamente el misterio, su misa parecía un feroz asesinato.”

Lo ven, queridos amigos, no puede uno contentarse con que “baja el Señor”, y mientras eso pase lo demás es periférico. La Misa, aún siendo válida, parecía un feroz asesinato peor que el canibalismo de los niños. Y eso que eran Misas tradicionales. Las misas indignas son un atentado directo contra Nuestro Señor. Toda precaución y esfuerzo por asistir o celebrar un culto con la dignidad requerida es poca.

¿Qué nombre le pondría Ana Catalina a lo que vemos hoy en tantas iglesias que rayan lo grotesco?

Miguel Ángel Yáñez

Tomado de:

adelantelafe.com

EL HUERTO DE GETSEMANÍ EN LA PASIÓN DE LA IGLESIA HOY

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Hoy más que nunca en la historia de la Historia, esto es, la que tiene por dueño y señor al Señor de la Creación toda; los acontecimientos parecen demostrar casi sin dejar lugar a dudas que la Gran Apostasía referida en la II carta a Tesalonicenses, previa a la aparición del Hombre de la Iniquidad, está presente.

En el huerto de Getsemaní, nuestro Señor al señalar abatido que su alma tenía una tristeza de muerte, les pidió a los apóstoles que lo acompañaban: “Quedaos aquí, y velad conmigo. Recemos para no caer en la tentación”. Sin embargo en nuestros tiempos, en similitud con aquellos, nuestra actitud se asemeja a la de Pedro, Juan y Santiago que no entendiendo la gravedad del momento, a pesar de las claras advertencias de su Divino Maestro, se durmieron.

Y es que la cotidianeidad de la convivencia con el mal, con la perversidad en todas sus formas posibles, y sobre todo, con el enfriamiento de la caridad en la Iglesia; nos hizo tomar la actitud de la rana calentándose a fuego lento, acostumbrándonos de a poco al calentamiento del agua, hasta llegar al momento en el que el pretender reaccionar será casi imposible. Sigue leyendo

We did not know the private revelation of Sister Faustina Kowalska

Important Note on Private Revelations

Given the silence of the majority of the ecclesiastical authorities , who seem to have abdicated the role of teaching, it is worth recalling here the perennial teaching of the Church in such a delicate matter, and not as important , however , the omission has led the faithful indiscriminately adhere to doctrines » inspired » which have nothing inspired or Catholic .
The revelations are supernatural manifestations of hidden truths or extraordinary events . For there truly disclosure is necessary to operate your knowledge by supernatural means . In terms of destination , the disclosures may be public or private . Public ( or universal ) disclosures are contained in the Bible and the deposit of apostolic tradition , transmitted and maintained by the Church. These universal revelations ended with the preaching of the apostles and are mandatory for all the faithful belief . The (or individuals) are usually private revelations made ​​to the saints, and the Church does not require believing , even when approved.
When the Church approves private revelations , such approval is simply a statement that it found nothing in those revelations that were contrary to faith and morals , and that the faithful can read them without any danger to souls . Let us listen to Pope Benedict XIV:
» What should you think of private revelations approved by the Holy Sé, those of St. Hildegard , St. Brigid, St. Catherine of Sienna? Say it is neither required nor possible to give an assent of Catholic faith , but of human faith , according to the rules of prudence, we as probable and credible to piety . » ( De canon. , 1 III , c . Liii , No. 15).
We repeat the basic assertion : it is not required nor possible for private revelations assent of Catholic faith , even though such disclosures have been approved by the Church . It is important that this be well represented, so they do not think it’s a sin to lie against a private revelation . Cardinal Pitra hear :
«We know that we are fully free to believe or not in private revelations , even the most worthy of belief . Yet when the Church approves , they are received as probable and not as unquestionable ( … ) It is entirely possible to depart from these revelations , even adopted , when someone relies on sound reasons , especially when the contrary doctrine is established by unimpeachable documents and a real experience. » (Book of St. Hildegard , p. XVI)
And we admire that even people canonized revelations approved errors exist the most varied types .

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Lo que no sabíamos de la revelación privada de Sor Faustina Kowalska

Nota Importante sobre las Revelaciones Privadas

Ante el silencio de la mayoría de las autoridades eclesiásticas, que parecen haber abdicado de la función de enseñar, es conveniente recordar aquí la perenne enseñanza de la Iglesia en una materia tan delicada, y no obstante tan importante, cuya omisión ha llevado a los fieles a adherir indiscriminadamente a doctrinas «inspiradas» que nada tienen de inspiradas ni de católicas.

Las revelaciones son manifestaciones sobrenaturales de verdades ocultas o de hechos extraordinarios. Para que exista verdaderamente revelación es necesario que su conocimiento se opere por vía sobrenatural. En cuanto a la destinación, las revelaciones pueden ser públicas o privadas. Las revelaciones públicas (o universales) están contenidas en la Biblia y en el depósito de la tradición apostólica, transmitidas y mantenidas por la Iglesia. Esas revelaciones universales terminaron con la predicación de los apóstoles y son de creencia obligatoriapara todos los fieles. Las revelaciones privadas (o particulares) son hechas usualmente a los santos, y la Iglesia no obliga creerlas, incluso cuando las aprueba.

Cuando la Iglesia aprueba una revelación privada, esa aprobación es simplemente una declaración de que ella no encontró nada en esas revelaciones que fuese contrario a la fe y a las buenas costumbres, y que los fieles pueden leerlas sin ningún peligro para las almas. Oigamos lo que dice el Papa Benedicto XIV:

«¿Que se debe pensar de las revelaciones privadas aprobadas por la Santa Sé, las de Santa Hildegarda, Santa Brígida, Santa Catalina de Sienna? Decimos que no es ni obligatorio ni posible darles un asentimiento de fe católica, sino solamente de fe humana, conforme a las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles.» (De canon.,1 III,c. Liii,n° 15).

Repetimos la afirmación básica: no es obligatorio ni posible para las revelaciones privadas un asentimiento de fe católica, aún cuando tales revelaciones hayan sido aprobadas por la Iglesia. Es importante que esto se tenga bien presente, para que no se piense que es pecado colocarse contra una revelación privada. Oigamos al Cardenal Pitra:

«Sabemos que somos plenamente libres de creer o no en las revelaciones privadas, incluso en las más dignas de fe. Aún cuando la Iglesia las aprueba, ellas son recibidas como probables y no como indudables (…) Está totalmente permitido apartarse de esas revelaciones, aún aprobadas, cuando alguien se apoya sobre razones sólidas, sobre todo cuando la doctrina contraria es establecida por documentos irreprochables y una experiencia verdadera.» (Libro sobre Santa Hildegarda, p. XVI)

Y no nos admiremos de que aún en revelaciones aprobadas de personas canonizadas existan errores de los más variados tipos. Sigue leyendo