Una tumba

Nurcia después del terremoto, Italia después del catolicismo

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Nosotros somos ahora el remanente de la Iglesia. No contamos con un liderazgo digno de ese nombre. No podemos ir hacia donde ellos están yendo porque están yendo hacia la perdición. Esto ya parece tan horrendo, tan insoportable que solamente nos queda una cosa por hacer: si es necesario, continuar por nosotros mismos.

Todos ustedes habrán escuchado que fuimos nuevamente golpeados por un gigantesco terremoto el mes pasado. Creo que hubo en las noticias alguna información al respecto antes de sus elecciones. Estoy en este momento escribiendo en un tren en el norte de Italia donde he estado más o menos vagabundeando por los campos buscando un lugar nuevo para vivir mientras resuelven si mi casa en Nurcia va a poder seguir en pie. Las cosas están un poco extrañas por el momento, pero pienso que no más extrañas en general que lo que están en la vida de la Iglesia. Actualmente mi vida espiritual se parece mucho a una situación de gran incerteza, de confusión y de convulsión, por tanto es difícil quejarse por la oportunidad de sufrir exactamente como Cristo está ahora sufriendo en su Cuerpo Místico.

El gran terremoto de Nurcia del 30 de Octubre no fue una sorpresa para ninguno de los habitantes locales.  He aprendido sobre el grado de despreocupación de los italianos hablando con algunos de los nurcinos. Ellos se encojen de hombros y dicen: “Sí, los grandes generalmente ocurren con alrededor de uno o dos meses de diferencia”, y  luego retornan a nuestro vaso de vino. Estábamos por entonces justo coincidiendo con el momento en que ocurrió el primer terremoto – 6,4 pero a unos kilómetros de distancia – que nos golpeó el 24 de Agosto. Por ahora todos ustedes han visto las imágenes de la Basílica de San Benito, colapsada en un montón de escombros. Parece entonces que hay una pequeña diferencia entre los 6,4 y los 6,6 y esta vez Nurcia fue el epicentro.

El más fuerte ocurrió en la Fiesta de Cristo Rey y fue precedido por una serie de sismos durante la semana. El 26 de Octubre alrededor de las 7 de la tarde yo estaba sentada con una amiga en su cocina, tecleando en el computador y al segundo siguiente  estaba sumergida debajo de la mesa. Mientras yo gritaba alarmada las luces se apagaron y hubo un ruido como de un camión ingresando a la casa, la cual osciló por unos 15 segundos, al tiempo que los armarios de la cocina se tambalearon y los vasos saltaron en su prematuro final alrededor nuestro.

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Los errores de Rusia se han esparcido en la Iglesia

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«Por primera vez en la historia, asistimos a una lucha fríamente calculada y arteramente preparada por el hombre “contra todo lo que es divino” (2 Tes 2, 4)».[1]

El estado actual del mundo, como declaró Pio XII, puede fijarse así: «En realidad, el problema radical del universo está ya fundamentalmente resuelto y se apoya en la importante disyuntiva que jamás se había planteado a la libertad humana: con Dios o contra Dios. Esta es la elección que hoy planea sobre el destino de la humanidad».[2]

El Cardenal Jòzsef Mindszenty, símbolo de la libertad de Hungría, es sin duda alguna un ícono fehaciente de muchos pastores insignes que escribieron con el testimonio de sus vidas páginas elocuentes del mandato evangélico de que el Buen Pastor debe dar la vida por sus ovejas (Jn 10, 11-18).

El entonces arzobispo de Esztergom en sus «Memorias» escribió detalladamente cómo el comunismo llegó a hacerse del poder en Hungría.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945: «El Partido de los Pequeños Propietarios salió vencedor de las elecciones con un 57,7 por ciento de los votos. En su programa había hecho solemne promesa de defender y hacer realidad los principios cristianos. El resultado de las elecciones significaba una protesta, hecha con un gran vigor, contra las exigencias de poder del comunismo. El partido comunista había obtenido tan sólo el diecisiete por ciento de los votos emitidos, pero de éstos, una buena parte los consiguió tan sólo mediante corrupción, engaño y terror.”

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500 años después, de rodillas ante Lutero

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Lo decimos con profundo dolor. Se diría que es una nueva religión la que ha surgido el pasado 31 de octubre en Lund durante el encuentro ecuménico entre el papa Francisco y los representantes de la Federación Luterana Mundial. Una religión cuyos puntos de partida están claros pero su meta es oscura e inquietante.

La consigna que más ha resonado en la catedral de Lund es la necesidad de un «camino común» que lleve a católicos y luteranos a pasar «del conflicto a la comunión». Tanto el papa Francisco como el pastor Martin Junge, secretario de la Federación Luterana, aludieron en sus respectivos sermones a la parábola evangélica de la vid y los sarmientos. Los católicos y los luteranos serían ramas secas de un mismo tronco que no lleva fruto a causa de la separación de 1517. Pero nadie sabe cuáles serían esos «frutos». Lo que por el momento parecen tener en común católicos y protestantes no es sino una profunda crisis, si bien por causas diversas.

El luteranismo ha sido uno de los principales factores de secularización de la sociedad occidental, y hoy en día agoniza por la coherencia con que ha desarrollado los gérmenes de disolución que llevaba en sí desde su nacimiento. A la vanguardia de la secularización han estado los países escandinavos, a los que durante mucho tiempo se ha considerado un modelo para nuestro futuro. Pero Suecia, después de transformarse en la patria del multiculturalismo y de los derechos homosexuales, es actualmente un país en el que apenas el 2 % de los luteranos son practicantes, mientras que el 10% de la población sigue la religión islámica.

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La Iglesia de Cristo -Parte 14 de 17

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; ya ti te daré las llaves del reino de los cielos. (San Mateo 16, 18-19).

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; ya ti te daré las llaves del reino de los cielos. (San Mateo 16, 18-19).

Dice Ortega y Gasset: «sin alguien que mande, y en la medida que ello falte, reina en la humanidad el caos»1. (…) «Obedecer no es envilecerse, sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo solidarizándose con él»2

«Toda sociedad se compone de un conjunto de seres racionales y libres que de una manera estable, y bajo la dirección de una autoridad, se propone la realización de un fin.

»En toda sociedad es necesaria la autoridad que la dirija para poder conseguir el fin para el cual fue constituida.

»Puesto que Dios ha creado a los hombres sociables por naturaleza, y como ninguna sociedad puede subsistir sin autoridad que la dirija al bien común, esta autoridad emana de la naturaleza, y por lo tanto viene de Dios»3.

«Lo que ates en la Tierra quedará atado en el cielo»4.

«El poder de atar y desatar es una metáfora que significa poder de mandar, permitir o prohibir. Es el poder de legislar»5.

«“Atar y desatar” es una fórmula rabínica que denota poderes autoritarios de dar leyes o dispensar de ellas, y manifiesta poderes autoritativos de gobierno y organización»6.

En el Talmud «atar» significa declarar ilícito, y «desatar» significa declarar lícito7.

Dijo también Jesucristo: «Yo te daré las llaves del Reino de los cielos»8

 La entrega de llaves es signo de transmisión de poder y autoridad9.

Por eso en el cuadro de la rendición de Breda de Velázquez, el Príncipe holandés Justino de Nassau, entrega las llaves de la ciudad al general español Marqués de Spínola.

 Igualmente en el cuadro de la Rendición de Granada de Pradilla, el rey moro Boabdil está también entregando las llaves de Granada a los Reyes Católicos.

El símbolo de la rendición es la entrega de las llaves: es transmisión de autoridad. Las ciudades antiguas estaban rodeadas de murallas, y las llaves de la puerta estaban en poder de la autoridad.

Los protestantes, como rechazan la autoridad del Papa, dicen que este pasaje es una interpolación.

Pero «esta teoría no es válida porque este texto del primado de Pedro no falta en ninguno de los 4.000 códices anteriores al siglo IX; ni en los códices de las versiones hechas durante los primeros siglos, ni en la primera «Armonía Evangélica» de Taciano (70), ni en los Padres de la Iglesia anteriores al siglo IV.

Además en la antigua iconografía cristiana y en la liturgia siempre se representa a Pedro con las llaves, alusión clara del texto de Mateo»10.

Los sucesores de San Pedro, los Papas de Roma, siempre han sido considerados como los Jefes de la Iglesia Católica.

Es curioso que el año 96, cuando todavía vivía en Éfeso el Apóstol San Juan evangelista, los cristianos de Corinto no acuden a él para solucionar un grave problema, sino al Papa de Roma San Clemente, sucesor de San Pedro11.

 

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 1 JOSÉ ORTEGA Y GASSET: La rebelión de las masas, 2ª, XIV, 1, 4. Ed. Espasa Calpe. Madrid.

2 JOSÉ ORTEGA Y GASSET: La rebelión de las masas, 2ª, XIV, 4. Ed. Espasa Calpe. Madrid.

3 JOSÉ Mª CIURANA: Revista ROCA VIVA, 318 (I-95) 6ss

4 Evangelio de San Mateo, 18:18

5 JESÚS MARTÍNEZ GARCÍA: Hablemos de la Fe, II,5. Ed. Rialp. Madrid. 1992.

6 ERNESTO BRAVO, S.I.: Esto es ser cristiano, V. Ed. Fe Católica. Madrid. 1973.

7 JUAN ANTONIO SAYÉS: Cristianismo y Religiones, IV, 4, b. Ed. San Pablo. Madrid. 2001.

8 Evangelio de San Mateo, 16:19

9 JUSTO COLLANTES, S.I.: La Iglesia de la Palabra, 1º, 3ª, XIII, 2, b. Ed. BAC. Madrid. 1972

10 INTERNET en CHURCH-FORUM: Doctrina cristiana. http://www.churchforum.org.mx/INFO

11 SALVADOR ANTUÑANO: EL MISTERIO DEL SANTO GRIAL, IV. Ed. EDICEP. Valencia. 1999.

La Iglesia de Cristo -Parte 13 de 17

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A continuación el nombre, el lugar de origen, el fundador y la fecha de las principales Iglesias Protestantes:

NOMBRE ORIGEN FUNDADOR AÑO
Luteranos Alemania Martín Lutero 1517
Anglicanos Inglaterra Enrique VIII 1534
Presbiterianos Escocia Juan Knox 1560
Bautistas Amsterdam Juan Smyth 1605
Episcopalianos EE.UU. Samuel Seabury 1785
Metodistas Oxford Juan Wesley 1739
Mormones EE.UU. José Smith 1830
Adventistas EE.UU. William Mill 1860
Teosofismo EE.UU. Blavatski-Steel 1875
Testigos de Jehová EE.UU. Carlos Russell 1879

Patriarca Focio (con la mano alzada durante su juicio)

El Cisma de Oriente se consumó en 1054 por obra de Celulario que murió en 1058. La había iniciado Focio, Patriarca de Constantinopla, en el año 863. Focio murió el año 897. Quisieron establecer en Constantinopla el Primado de la Iglesia al trasladar allí su corte Constantino.

 37,10. Si la Iglesia Católico-Romana es la única que tiene estas señales distintivas de unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad, ella será la única realmente fundada por Cristo.

Ahora bien, Cristo fundó su Iglesia sobre Pedro, como piedra fundamental.

Si Pedro es el fundamento, él debe vivir en sus sucesores.

Se llama ROMANA porque el Papa está en Roma. Pero además del rito romano hay otros ritos católicos como el bizantino, el copto, el armenio, el caldeo, etc.

El fundamento no puede desaparecer sin que se derrumbe el edificio que soportaba.

El tiempo que dure la Iglesia será igual al tiempo que ella permanezca sobre su fundamento1.

Por eso dijo San Ambrosio: «Donde esté Pedro, ahí está la Iglesia de Cristo»2.

«Lo que Cristo instituyó en el Apóstol Pedro, es menester que dure perpetuamente en la Iglesia»3.

Ese fundamento es la autoridad.

Una sociedad sin autoridad se desintegra.

«Sin autoridad se frustra la sociedad»4.

«La autoridad es un elemento esencial en toda sociedad; la cual, sin ella, se desmorona y acaba por desaparecer en la anarquía»5.

Todo grupo, para subsistir, necesita organizarse.

Y toda organización necesita una autoridad al servicio del bien común6. La autoridad da unidad, cohesión y eficacia a todo grupo humano.

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1 CHARLES BOYER, S.I.: Razones de ser católico, V, 3s. Ed. Mensajero. Bilbao

2 MIGNE: Patrología Latina, XIV, 1082

3 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 1821. Ed. Herder. Barcelona.

4 BALTASAR PÉREZ ARGOS, S.I. Política básica, 1ª, II, 1. Ed. Fe Católica. Madrid.

5 JOSÉ Mª CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, VI, E. Ed. Bosch. Barcelona. Breve pero excelente libro que responde acertadamente a su título.

6 Con vosotros está, 3ª, XLVI. Madrid, 1976

La Iglesia de Cristo -Parte 12 de 17

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«La Iglesia Católica no está todavía suficientemente implantada en todos los pueblos de la Tierra. La voluntad de Cristo es, sin embargo, que se establezca en ellos para que todos los hombres y mujeres de todos los pueblos tengan acceso a la salvación.

Por eso la Iglesia tendrá que ser siempre misionera, y todos los cristianos están obligados a colaborar en esta acción misionera evangelizadora de la Iglesia»1.

Las Iglesias protestantes son de escasas proporciones comparadas con la Iglesia Católica. Una Iglesia pequeña no puede ser la verdadera Iglesia de Cristo.

Esta universalidad de la Iglesia Católica, no sólo se extiende a todos los hombres de todos los tiempos, de todas las razas y de todas las clases sociales.

También se manifiesta en su amplitud: abarca la Biblia y la Tradición, a Jesús y a María, la fe y las obras, la razón y la revelación, los dogmas y los misterios, la justicia de Dios y su misericordia, etc., etc.

En cambio, las herejías protestantes son excluyentes: sólo la Biblia, no la Tradición; sólo Cristo, no María; sólo la fe, las obras no valen, etc.2

37,9. La Iglesia Católica es APOSTÓLICA, tiene sus raíces en los Apóstoles. El Papa -nuestro Jefe- entronca en perfecta y jamás interrumpida concatenación con San Pedro -Jefe de los Apóstoles-

El Papa es el legítimo sucesor de San Pedro.

El Cardenal John Newman, uno de los ingleses más influyentes del siglo XIX, después de veinte años como pastor protestante, se convirtió al catolicismo al estudiar a fondo este punto.

León XIII lo hizo cardenal en 1879 debido a sus méritos, y Juan Pablo II tiene en estudio su causa de beatificación por sus virtudes heroicas. Murió en Birmingham (Inglaterra) en 18903.

El protestantismo nació con Lutero 1500 años después de Cristo.

Martín Lutero nació en Eisleben, pequeña ciudad de Turingia, el 10 de noviembre de 1483. Murió el 18 de febrero de 1546 en su ciudad natal.

Herejías ha habido siempre: priscilianos, docetas, donatistas, valdenses, etc Pero han sido independientes unas de otras.

Aunque algunas hayan coincidido en algunos de sus errores, no por eso han dejado de ser independientes entre sí.

Basta estudiar su historia para ver que no han tenido unidad en su doctrina, ni continuidad en su gobierno, ni han formado una sola comunidad en el tiempo. En lo único en que coinciden todas es en haberse separado de la verdadera doctrina de Cristo, y de la autoridad del legítimo sucesor de San Pedro.

En la historia de la Iglesia Católica hay célebres predicadores de los siglos I y II, como Clemente Romano (año 96), Ignacio de Antioquía (año 107), Policarpo de Esmirna ( año 110), Ireneo de Lyon (año 185), etc.

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1 Conferencia Episcopal Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, I, 9, 2, Ed. EDICE. Madrid, 1986

2 VITTORIO MESSORI: Algunas razones para creer, V. Ed Planeta+Testimonio.Barcelona.2000.

3 Diario LA RAZÓN del 19-II-2001, pg.49

La Iglesia de Cristo -Parte 11 de 17

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La Iglesia Católica es la institución del mundo que, a lo largo de la historia, ha hecho más obras de caridad (asilos de ancianos y huérfanos, atención a enfermos y leprosos, etc.), y ha tenido más personas que han consagrado su vida totalmente a Dios (sacerdotes y religiosas), y ha ofrecido más sangre por amor a Cristo (centenares de miles de mártires).

No negamos que pueda haber protestantes virtuosos de buena fe, porque los hay; pero el principio protestante de que las buenas obras no son necesarias para salvarse, lleva, naturalmente, al indiferentismo y frialdad religiosa.

Los protestantes dicen que la Iglesia Católica se corrompió a partir de Constantino hasta que llegó Lutero con su reforma.

A parte de que esto no es cierto, aun admitiendo defectos en elementos de la Iglesia, si fuera verdad que la Iglesia Católica dejó de ser la verdadera Iglesia de Cristo, entonces Él hubiera faltado a su promesa: «Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos, y las puertas del infierno no prevalecerán»1.

La promesa de Cristo garantiza que la Iglesia no puede fallar cuando señala el camino de la salvación.

Cristo no dijo que en su Iglesia no habría defectos, sino que vencería al MAL. El MAL no podría contra ella.

37,8. La Iglesia Católica es UNIVERSAL, no tiene fronteras, está abierta a todos los hombres. Su mensaje de salvación se dirige a todas las gentes.

«El primero en aplicar el adjetivo de «católica» a la Iglesia, al principio del siglo II, fue San Ignacio de Antioquía»2.

 La Iglesia Católica se ha extendido por todas las regiones de la Tierra.

El catolicismo es practicado por gente de todas las razas y de todas las nacionalidades.

En el Concilio Vaticano II (1962-1965) se reunieron más de dos mil quinientos Obispos de cien nacionalidades distintas3.

No hay lugar en el mundo donde no haya alguna obra de arte o símbolo del catolicismo.

Para pertenecer a la Iglesia Católica no es necesario ser de un determinado pueblo, civilización, raza o clase social.

En la Iglesia Católica no hay razas, ni «color», ni naciones, ni partidos, ni clases sociales.

La Religión Católica es la más universal.

Está a la cabeza de todas las religiones del mundo.

Según la última estadística de la Iglesia Católica (I.C.I.A., Roma), ésta es la pertenencia a las religiones más numerosas:

Católicos: 1.0614 millones

Musulmanes: 920 “

Hindúes: 705 “

Protestantes: 669 “

Budistas: 323 “

Confucianos: 321 “

Ortodoxos: 200 “

Judíos: 18 “

De los seis mil millones de habitantes de la Tierra5, el 18% son católicos.

En Europa asciende al 40%, y en América del Sur al 89%6.

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1 Evangelio de SAN MATEO, 16:18; 28:20

2 JOSÉ ANTONIO SAYÉS. Compendio de Teología Fundamental, 2ª, VIII, 3. Ed. EDICEP.1998.

3 Revista ECCLESIA, 1111(27-X-62)

4Anuario Pontificio. 2003.

5 Diario ABC de Madrid del 12-VII-98, pg.90

6 Diario YA del 10-VI-92, pg. 21

La Iglesia de Cristo -Parte 10 de 17

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37,7. La Iglesia Católica es SANTA en su doctrina, en su moral, en sus medios de santificación -los sacramentos- y en sus frutos. No quiere esto decir que todos los católicos sean santos. Esto es imposible, dada la libertad humana1.

La Iglesia condena la mala conducta de toda persona.

Precisamente los malos, lo son por no cumplir lo que manda la Santa Iglesia Católica.

No se puede atribuir a la Iglesia los pecados de los malos católicos.

No es la fruta podrida caída de un árbol sino la madura que cuelga de sus ramas lo que manifiesta la bondad de ese árbol.

«Cristo no fundó su Iglesia para reunir santos, sino para formarlos»2.

«Es incomprensible, en los que acusan a la Iglesia, que habiendo en ella tanta grandeza, sólo se fijen en lo malo. Esto es tan ridículo como si a un árbol cuajado de frutos se le condenara por alguna fruta que yace podrida en el suelo.

«De los Papas que ha tenido la Iglesia, solamente tres no han cumplido con las obligaciones de su cargo.» Pero los enemigos de la Iglesia continuamente están haciendo alusión a ellos, pero nada dicen de treinta y un Papas que murieron mártires, y de los ochenta que llegaron a santos»3.

»A los que se me acercan acusadores, yo les digo: “Enséñame otra Iglesia que tenga más mártires que hayan dado su sangre por Cristo, más misioneros que hayan proclamado el Evangelio, más mujeres que se hayan consagrado al servicio de los pobres y enfermos”, y se quedan callados»4.

Si para entrar en la Iglesia católica hubiera que ser santo, pocos podrían entrar.

Dice San Cipriano: «Aunque la cizaña aparece en la Iglesia (…) nosotros debemos procurar ser grano bueno, a fin de que cuando llegue el momento de recoger el grano bueno en los graneros del

Señor, recibamos una recompensa apropiada»5.

«En la historia de la Iglesia se entrecruzan luces y sombras.

»La Iglesia ha reconocido siempre que ella, a pesar de ser una comunidad santa, acoge en su seno a hombres pecadores.

»Todos los miembros de la Iglesia están sometidos a la tentación, a la infidelidad y al pecado»6.

Los malos católicos no son malos por ser católicos, pues la Iglesia quiere que sean buenos.

Los que han vivido la plenitud del catolicismo han sido unos santos, unos héroes, unos bienhechores de la humanidad. Basta citar nombres como San Vicente de Paúl, San Raimundo de Peñafort, San Pedro Nolasco, San Pedro Claver, San Juan de Dios, San Juan Bosco …, y tantos otros miles de santos que la Iglesia venera en los altares. La Iglesia Católica es admirable por la grandeza de sus santos, el celo de sus misioneros, y el heroísmo de sus mártires.

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2 PINARD DE LA BOULLAYE, S.I.: Jesús, viviente en la Iglesia, VI,6. Ed, FAX. Madrid.

3 JUAN RIVAS, L.C.: Por qué soy católico, VI. Ed. Hombre Nuevo. Los Ángeles. California.2002

4 JUAN RIVAS, L.C.: Por qué soy católico, VI, 3. Ed. Hombre Nuevo. Los Ángeles (EE.UU.) 2002.

5 SAN CIPRIANO: Epístola LIV, nº 3. Migne Latino, IV, 344.

6 Conferencia Episcopal Española: Ésta es nuestra fe, 1ª, IV, 2. EDICE. Madrid 1986.

La Iglesia de Cristo -Parte 9 de 17

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Anglocatólicos en procesión de la Virgen de Walsingham, de la Cofradía Nacional Anglicana de Walsingham.

Recientemente se ha despertado en el protestantismo un movimiento de unión, pues comprenden que Cristo estableció la unidad de su Iglesia.

Ha surgido en ambientes protestantes el deseo de un Magisterio que unifique la enorme disparidad de opiniones entre los protestantes.

Así se lo oí en una conferencia en El Puerto de Santa María, el 10 de Enero de 1998 al P. Eduardo López Azpitarte, S.I. Profesor de la Facultad Teológica de Granada. Este movimiento suscitado en el protestantismo hay que agradecerlo a Dios, porque puede ser el camino eficaz para llegar a la unidad que Cristo pidió al Padre para su Iglesia1.

Debemos orar mucho para que pronto sea una realidad el deseo de Jesús: que todos los que creemos en Él formemos «un solo rebaño con un solo pastor»2.

En la Alta Iglesia Anglicana se cree que la Santísima Virgen es Madre de Dios, tienen imágenes de Ella en sus iglesias, y se le canta la misma Salve que los católicos.

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1 Evangelio de San Juan, 17:20ss

2 Evangelio de San Juan, 10:16

La Iglesia de Cristo -Parte 8 de 17

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Unidad de sacramentos, que son exactamente los mismos para los católicos de todo el mundo. 

Unidad de doctrina de todos los Obispos unidos al Papa.

Esta unidad no se rompe aunque algunos la abandonen.

La unidad está en los unidos a la Cátedra de Pedro.

La unidad en lo esencial no impide la variedad en lo accidental.

 

Los protestantes no se ponen de acuerdo ni siquiera en el número de los sacramentos1.

La libre interpretación de la Biblia de los protestantes, lleva naturalmente a multitud de errores, herejías y a la desunión.

De ahí que haya más de 2.000 denominaciones protestantes, catalogadas en el Oxford University Press World Christian Encyclopedia2.

La interpretación individual de la Biblia lleva a un subjetivismo arbitrario que hace prácticamente imposible la unidad de doctrina.

Entre ellos reina un tremendo desbarajuste doctrinal sobre lo que hay que creer o no creer3.

En cambio, el Magisterio de la Iglesia, lleva a la unión.

Esta unión de doctrina se lleva a cabo mediante la autoridad infalible del Papa y de los Concilios.

 

Por lo mismo el Concilio Vaticano I fue el Concilio del Papa, Trento el de la Contrarreforma, Éfeso el de la Virgen y Calcedonia el de Cristo.

Las denominaciones protestantes son independientes unas de otras.

Las Iglesias Protestantes de hoy vienen de Lutero, Calvino y Enrique VIII4

Del luteranismo salieron las Iglesias Evangélicas Reformadas.

Del calvinismo, los Presbiterianos y los Mormones.

De los Anglicanos salieron los Metodistas, los Episcopalianos, los Pentecostales, los Bautistas, los Adventistas, y de éstos los Testigos de Jehová5.

Entre los protestantes hay muchísimas divisiones en la determinación de cuáles son los puntos fundamentales que hay que creer. No se ponen de acuerdo ni en el número de los sacramentos, ni en la eternidad del infierno, ni siquiera en la divinidad de Jesucristo6.

 

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1 JUAN CEDRÉS: Oracción, XXVI. Ed. Antillas. Barranquilla. Colombia. 1998.

2 JAMES AKIN del sitio en INTERNET: The Nazareth Apologetics, Bible and Theology Page

3 ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: La fe de la Iglesia, III, 29. Ed. BAC. Madrid, 1979

4 JOSÉ Mª CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, VI, D, c. Ed. Bosch. Barcelona.1988. Breve pero excelente libro que responde acertadamente a su título.

5 JUAN CEDRÉS: Oracción,pág. 245. Ed. Antillas. Barranquilla. Colombia. 1998.

6 CAMILO CRIVELLI, S.I.: El mundo protestante; Sectas, XVIII, 12. Ed. Atenas. Madrid

La Iglesia de Cristo -Parte 7 de 17

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«He venido, dice el Señor, no para juzgar al mundo, sino para salvarlo»1.

Al enviar a sus Apóstoles por el mundo les dijo: «Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todas las cosas que Yo os he mandado»2. «Predicad a todas las criaturas: el que creyere y se bautizare, se salvará; pero el que no creyere, será condenado»3.

La Iglesia fundada para llevar los hombres a la gloria debe ser santa, porque el camino de la salvación es la santificación.

CATÓLICA:

El nombre de católica se remonta a principios del siglo II4. La empleó San Ignacio de Antioquía, discípulo del apóstol San Juan.

Jesucristo fundó su Iglesia para todos los hombres y para todos los tiempos: «Predicad a todas las gentes»5, «por todo el mundo»6, «Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos»7.

Esto evidentemente supone que los Apóstoles tendrían sucesores, pues ellos, en su corta vida, ni podían predicar por todo el mundo y a todas las criaturas, ni iban a vivir hasta el fin del mundo.

APOSTÓLICA:

A los apóstoles dio su potestad: «Yo os envío a vosotros»8, «quien a vosotros oye a Mí me oye»9.

37,5. Evidentemente Jesucristo fundó su Iglesia para que permaneciera hasta el fin de los tiempos: «Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos»10.

Esto quiere decir que la Iglesia fundada por Cristo es indefectible.

Durará hasta el último día, y permanecerá tal como fue constituida por Cristo. Si ella llegara a desaparecer, o si se transformara en otra distinta, la asistencia de Cristo habría faltado, o Cristo habría sido impotente.

Pues, bien, la Iglesia Católica es la única que tiene las cuatro señales distintivas que Cristo puso en su Iglesia.

37,6.

Unidad de fe: nuestro Credo es el mismo desde hace dos mil años.

Unidad de doctrina, creída unánimemente por los mil millones de católicos, de todas las razas, culturas, lenguas y regiones del mundo entero.

Unidad de gobierno, con una Cabeza Universal: el Romano Pontífice.

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1 Evangelio de San Juan, 12: 47

2 Evangelio de San Mateo, 28:19

3 Evangelio de San Marcos, 16:15

4 H. PINARD DE LA BOULLAYE, s.I.: Jesús, luz del mundo, IV, 3. Ed. Razón y Fe. Madrid

5 Evangelio de San Mateo, 28:19

6 Evangelio de San Marcos, 16:15

7 Evangelio de San Mateo, 28:20

8 Evangelio de San Juan, 20:21

9 Evangelio de San Lucas, 10:16

10 Evangelio de San Mateo, 28:20

 

La Iglesia de Cristo -Parte 6 de 17

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37,4. Es decir, según la mente de Cristo, su Iglesia debe ser:

 UNA:

Jesucristo no fundó más Iglesia, que la que fundó sobre San Pedro: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra (San Pedro) edificaré mi Iglesia»1. Jesucristo habla en singular, es decir, de una sola Iglesia.

«En el mundo semita el nombre es la persona misma. (…) Cambiar el nombre era indicio de imponerle otra personalidad»2.

En la lengua aramea, que Jesús hablaba, Pedro y piedra se dicen con la misma palabra: Kefá. Jesús hace un juego de palabras para expresar que Pedro es la piedra fundamental de su única Iglesia.

Como dice San Jerónimo, Mateo escribió en arameo, y en arameo Kefá significa roca.

Se trata, naturalmente, de una piedra grande, de una roca; pues sobre una piedrecita no se puede edificar nada.

La autenticidad de estas palabras ha sido negada de diversas maneras por críticos protestantes. Pero recientemente el célebre teólogo protestante Oscar Cullmann, la ha confirmado de la manera más convincente3.

«Nadie acepta hoy la teoría de la interpolación posterior, por su carácter semítico y porque aparece en todos los códices»4.

Cristo cambió a Pedro su nombre de Simón por el de Pedro, piedra, roca (kefá) porque lo iba a hacer fundamento de su Iglesia.

Cuando en la Biblia Dios cambia el nombre de alguien es porque esta mutación es efectiva de lo que el nombre significa5.

Jesucristo quiere ser el único Pastor del único rebaño que es su Iglesia6.

Este rebaño se lo entregó a San Pedro antes de partir de este mundo7.

Y ya nos advirtió Él que todo reino desunido no subsistirá, se arruinará8; es decir, que si la Iglesia debe permanecer hasta el final de los siglos, debe permanecer una.

SANTA:

Santificar -o dar la vida de gracia- fue el primer objetivo de la venida de Cristo9, lo hace por medio de los sacramentos.

Dice San Pablo que «Cristo amó a su Iglesia y se sacrificó por ella para santificarla…, para hacerla santa»10. «Cristo nos eligió para que seamos santos»11.

«Ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación»12. El mismo Jesucristo dijo que Él había venido «para que el mundo se salve»13. «He venido, dice el Señor, no para juzgar al mundo, sino para salvarlo»1.

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1 Evangelio de San Mateo, 16:18

2 JUAN CEDRÉS: ORACCIÓN, XXI, 2. Ed.Antillas. Barranquilla. 1998.

3 M. OSCAR CULLMANN:San Pedro,discípulo,apóstol,mártir. Ed.Delachaux et Nestlé. Pgs.154ss

4 JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Compendio de Teología Fundamental, 2ª, VII, 2, 1. Ed. EDICEP.1998.

5 JUSTO COLLANTES, S.I.: La Iglesia de la Palabra, 1º, 3ª, XII, 2, a. Ed. BAC. Madrid. 1972

6 Evangelio de San Juan, 10:16

7 Evangelio de San Juan, 21:15ss

8 Evangelio de San Mateo, 12:25

9 Evangelio de San Juan, 10:10; SAN PABLO: Carta a Tito, 3:4-7

10 SAN PABLO: Carta a los Efesios, 5:26s

11 SAN PABLO: Carta a los Efesios, 1:4

12 SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 4:3

13 Evangelio de San Juan, 3:17

 

La Iglesia de Cristo -Parte 5 de 17

 

 

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«El gran error del marxismo fue creer que la actitud religiosa no era más que un fenómeno del medio. (…) Sin embargo, en setenta años, las nuevas condiciones del medio [en la Unión Soviética] no han podido hacer desaparecer el fenómeno religioso. (…) Porque no es del medio sino de las entrañas de la persona de donde procede el fenómeno religioso»1.

Chesterton habla de «las cinco muertes de la fe»: el arrianismo, el gnosticismo, la filosofía nominalista, el renacimiento pagano y el indiferentismo religioso de hoy. Pero la Iglesia siempre ha renacido, porque Dios sabe cómo salir de la tumba. «Según todas las apariencias la fe dejó de reinar en el mundo. Dicho de un modo más vulgar, la fe fue echada a los perros. Pero en cada uno de estos casos no pereció la fe, sino que perecieron los perros»2.

Los católicos formamos una gran familia porque, por la fe y el bautismo, hemos sido hechos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo.

37,3. Jesucristo fundó una sola Iglesia: «Habrá un solo rebaño y un solo Pastor»3

Esta Iglesia es la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Todas las demás Iglesias y religiones están equivocadas.

Unas, porque no reconocen al verdadero Dios -como el Budismo-; otras, porque se separaron de la Iglesia verdadera -como el Protestantismo-.

Debemos rezar por los no católicos, para que se conviertan, y ellos y nosotros nos unamos en la única y verdadera Iglesia de Cristo que es la Católica.

Algunos dicen que Cristo no pretendió fundar una Iglesia. Entonces, ¿por qué reunió los Apóstoles y les mandó a predicar por todo el mundo? ¿Por qué le dijo a Pedro que él sería la piedra fundamental de su Iglesia?

Decir que Cristo no pretendió fundar una Iglesia es tan ridículo como decir que no quiere fundar una familia uno que compra una casa, contrae matrimonio y tiene muchos hijos.

Por eso vamos a ver aquí las razones por las cuales creemos que la Iglesia Católica es la que Cristo fundó, mientras que las Iglesias Protestantes no reúnen las condiciones necesarias para ello.

No con ánimo de ofender a los que son protestantes, sino con el deseo de exponer a todos la verdad.

Según el Primer Concilio de Constantinopla, celebrado el año 381, la Iglesia, tal como la fundó Jesucristo, tiene cuatro notas características, es decir, cuatro señales distintivas, que son cuatro propiedades esenciales que, todas juntas, son exclusivas y manifestativas de la verdadera Iglesia de Jesucristo.

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1 JOSEPH MEURERS: La fe hoy, XVIII. Ed. Palabra. Madrid.

2 CHESTERTON: El hombre eterno, 2ª, VI. Ed. LEA. Buenos Aires. 1987.

3 Evangelio de San Juan, 10:16

La Iglesia de Cristo -Parte 4 de 17

Catedral de Cristo Salvador de Moscú

Catedral de Cristo Salvador de Moscú

 

Según Curtois en su libro El libro negro del comunismo, las víctimas directas del comunismo llegaron a ochenta y cinco millones1.

En la guerra civil española (1936-39) de los «casi diez mil mártires» (pg. 193), «casi siete mil eclesiásticos y unos tres mil seglares» (pg.356) asesinados por los marxistas, doscientos veintinueve han sido beatificados por Juan Pablo II2.

El 11 de marzo del año 2001 Juan Pablo II beatificó otros 233 nuevos mártires de la persecución religiosa del año 1936 en España.

En la ceremonia de beatificación dijo lo siguiente: «Eran hombres y mujeres de todas las edades y condiciones: sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas, padres y madres de familia, jóvenes seglares fueron asesinados por ser cristianos. Pagaron con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia.

No estuvieron implicados en luchas políticas.

Murieron únicamente por motivos religiosos»3.

Vicente Cárcel ha publicado una documentada historia de esta persecución.

Todos estos mártires fueron asesinados por ser católicos.

Ninguno luchó con armas contra nadie.

Fueron testigos de la fe, pues sufrieron el martirio a causa de su fe. Otros fueron víctimas de una represión política y venganzas personales.

«La persecución religiosa fue anterior al 18 de julio de 1936, no sólo por la quema de iglesias y conventos en mayo de 1931, sino también por el asesinato de sacerdotes y religiosos en la revolución comunista de Asturias en octubre de 1934» (pg. 16).

»La prensa de aquellos años demuestra que quienes empezaron los atentados fueron los socialistas» (pg.17). «Los rojos pretendían descristianizar a España»: Cardenal Tarancón (pg.275).

»La saña antirreligiosa de los milicianos llegó a aberraciones como fusilar la imagen del Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles en Madrid, y la exhibición pública de ataúdes abiertos con los esqueletos de las monjas salesas en Barcelona. Estas fotos las publicó la prensa mundial (pg.236). »Con la expulsión de los jesuitas Azaña «consiguió evitar la disolución de las órdenes religiosas entregando sólo a los jesuitas al paladeo de los masones», dijo el ministro republicano Claudio Sánchez Albornoz (pg.72).

El cardenal Swiatek arrestado por la KGB, encerrado en la prisión de Minsk y diez años de trabajos forzados en Siberia dice: Stalin eliminó el 90% de los sacerdotes4.

Por orden de Stalin siete millones de ucranianos murieron de hambre, sólo por el hecho de ser católicos5.

En la Rusia soviética se cerraron catorce mil templos6.

En Moscú, sólo en un año, (1935), se imprimieron once millones de libros ateos7.

Pero el comunismo no ha podido con la fe. Contra Dios, no puede nadie.

El 3 de Septiembre de 1997 se inauguró en Moscú la nueva catedral de El Salvador, en el mismo lugar donde estaba la que dinamitó Stalin en 1931 en su campaña contra la religión.

La nueva catedral, copia perfecta de la antigua, se ha levantado en dos años y medio, mientras que la antigua se tardó en construir cuarenta y cuatro años8.

Fusilamiento de la Estatua del Sagrado Corazón de Jesús, justo antes de su demolición, por parte de un grupo de milicianos frentepopulistas.

Fusilamiento de la Estatua del Sagrado Corazón de Jesús, justo antes de su demolición, por parte de un grupo de milicianos frentepopulistas.

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1 S. CURTOIS: EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO. Crímenes, terror y represión. Ed. Planeta. 1998.

2 VICENTE CÁRCEL: La gran persecución. Historia de cómo intentaron aniquilar a la Iglesia católica en España los socialistas, comunistas y masones, 76. Ed. Planeta+Testimonio. Barcelona. 2000.

3 ZENIT:Boletín informativo del Vaticano en INTERNET, ZS01031108.

4 Revista Proyección Mundial, 38(1995)62. México. D.F.

5 Revista MIR, 6(1995)8. Tijuana. México.

6 TIHAMER TOTH: CRISTO Y LOS CRISTIANOS, 3ª, III, 2. Ed. Atenas. Madrid.

7 TIHAMER TOTH: Cristo y los cristianos, 3ª, IV, 6. Ed. Atenas. Madrid.

8 ZENIT: Boletín informativo del Vaticano en INTERNET del 4-IX-97

La Iglesia de Cristo -Parte 3 de 17

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Catedral Católica de Moscú

 

En Rusia, después de 70 años de comunismo ateo en el poder, «persiste la fe religiosa de millones de seres contra quienes se ha usado toda suerte de métodos para arrancársela: muerte, prisión, Gulag, ucases, propaganda, educación y coacciones sociales y políticas en carreras, empleos y promociones»2.

Solamente el 20% de la juventud se reconoce atea3.

«La tercera parte de los ciudadanos de la URSS practican, en cierta medida, el cristianismo»4. Incluso Stalin, que ha sido uno de los más feroces perseguidores de la idea de Dios en nuestro tiempo, no pudo evitar el que se hiciera cristiano el número uno del Kremlin, Georggi Malenkov5. Y que su hija Svetlana se bautizara en 1962, a los 38 años de edad, y que dijera: «Cuando me hice mayor me di cuenta de que es muy triste vivir sin Dios en el corazón»6. Desde 1993 es religiosa en Italia7 .

Eduardo Shevardnadze, antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de la URRS y ateo, como cualquier comunista, se ha convertido al cristianismo y se ha bautizado. Ha colocado en su despacho un icono de la Santísima Virgen8.

Según el diario soviético «Sovietsa Ya Kirghizia» la persistencia de los sentimientos religiosos en la URSS comienza a ser un serio problema político. «La favorable acogida de la religión por parte de los comunistas y la juventud del Komsomol suscita particular inquietud»9.

Ya en 1986 el Dr. Luka Brajnovic dijo: «A pesar de la propaganda ateísta generalizada, existe un renacimiento religioso, especialmente entre los jóvenes».

El propio Director del Instituto del Ateísmo Científico de la Academia de Ciencias de Moscú, Víctor

Ivanovich Gorodash, reconoce que «últimamente ha aumentado notablemente el número de creyentes con título universitario y académico.»

La gente joven cada vez se interesa más por las cuestiones religiosas. Las iglesias en nuestro país están frecuentadas por muchos jóvenes y personas cultas, signo evidente de que la fe religiosa, a los 70 años de la revolución de octubre, y contrariamente a todas las previsiones, no se ha apagado»10 .

Tatiana Gorisschewa, Catedrática de Filosofía en la Universidad de Leningrado, y militante del Partido Comunista ruso, se convirtió al catolicismo al conocer que Dios es Padre Perdonador. Fue muy curiosa la foto que publicó ABC11 en la que el ex-presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, está besando a su esposa Raisa, recién fallecida, y sobre el cadáver de ella hay un icono de la Santísima Virgen. Este detalle indica la fe que lucía en el fondo de sus corazones, a pesar de los muchos años que este matrimonio vivió bajo el régimen comunista ateo.

Recientemente, en los años 1990-1991, hemos visto derrumbarse el comunismo en todas las naciones del Este Europeo, y resurgir la religión después de setenta años de persecución religiosa sangrienta en la Unión Soviética. Durante la revolución bolchevique fueron asesinados 200.000 religiosos12.

La revolucion rusa

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2 Revista ECCLESIA, 2354 (16-I-88) 5

3 KOLOGRIVOF: Suma Católica contra los sindiós, I, 2. Ed. Litúrgica Española. Barcelona

4 Revista ECCLESIA, 1546 (19-VI-1971) 37

5 VITTORIO MESSORI: Hipótesis sobre Jesús, IX, 9. Ed. Mensajero. Bilbao, 1978

6 Diario YA del 3-XI-84, pg.2 y del 12-X-87, pg.21

7 Revista ECCLESIA, 2775 (10-II-96)

8 Revista ECCLESIA, 2623 (13-III-93) 17

9 Diario YA del 19-I-82 pg.26

10 Diario YA del 4-VI-86, pg.42

11 ABC de Madrid del 24-IX-99, pg.6

12 Informe Oficial elaborado en Moscú el 27-XI-95. Revista ECCLESIA, 2766 (9-XII-95) 27

La Iglesia de Cristo -Parte 2 de 17

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Con razón León XIII llama a la Iglesia, en su encíclica Inescrutabili, “Madre de la Civilización” pues no hay ninguna institución en el mundo, en el campo de la cultura, que merezca tanta gratitud de la Humanidad como la Iglesia Católica. Y Fallmeyer: “La Europa occidental es creación de la Iglesia latina”1.

La abolición de la esclavitud comienza con la carta de San Pablo a Filemón.

En aquel tiempo era inconcebible que alguien tratara a un esclavo como a un hermano, como recomienda San Pablo.

A partir del año 313, cuando el cristianismo pasa a ser la religión oficial del Imperio Romano, aparecen las primeras leyes a favor de los esclavos; y fue durante la Cristiandad de la Edad Media cuando la esclavitud que se había conocido hasta entonces fue dando paso a la servidumbre del sistema feudal.

En 1537 el Papa Pablo III publicó una Bula prohibiendo la esclavitud de los indios.

No hay en el mundo nada más grande que la Iglesia Católica.

A pesar de las terribles persecuciones que ha padecido, en los casi dos mil años que lleva de existencia, siempre ha triunfado.

No ha habido religión más perseguida, ni tampoco más victoriosa. Los grandes imperios y los crueles perseguidores han pasado, pero ella sigue en pie.

Es que Cristo le prometió que duraría hasta el fin del mundo, y que los poderes del infierno nunca podrían vencerla2. La Iglesia podrá ser combatida, pero jamás será vencida.

La promesa de la protección de Cristo se refiere no sólo de los enemigos externos, sino también de los internos, como serían las desviaciones doctrinales.

Muchos perseguidores de la Iglesia han afirmado que acabarían para siempre con ella. Sin embargo, ellos fueron los que acabaron; no la Iglesia. Lo mismo ocurrirá con todos los perseguidores del presente y del futuro.

Los emperadores romanos, Nerón, Decio y Diocleciano, martirizaron a miles de cristianos.

Ellos tres están en la tumba, y el cristianismo sigue en pie dos mil años después.

También Hitler y Stalin quisieron acabar con el catolicismo. Ellos están en la tumba, y la Iglesia Católica sigue en pie.

Lo mismo pasará con los que hoy combaten a la Iglesia en España. Todos ellos irán a la tumba y la Iglesia quedará en pie, pues Cristo ha prometido que ella durará hasta el fin de los tiempos; y contra Dios no puede nadie.

«Es aterrador contemplar que la mayoría de los hombres viven al margen de sus deberes religiosos. Muchísimos lo niegan con descaro; otros muchos lo olvidan.» ¿Cuántos son los hombres que ponen a Dios en su sitio?»¿Cuántos son los que le aman sobre todas las cosas, como manda el primer mandamiento?3.» La mayoría de los hombres no tienen para con Dios otra cosa que frialdad, apatía e indiferencia.» Incluso se llega a combatir a Dios, a declararle abiertamente la guerra. Se intenta destronarlo y arrancarlo de las inteligencias y de los corazones. Se hace burla de Él y de sus leyes. Se le insulta y se le blasfema»4.

El que odia a Dios le niega con los labios y le confiesa con el corazón; porque lo que no existe no se puede odiar. Lenin decía que él odiaba a Dios como a un enemigo personal1.

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1 TIHAMER TOTH: Cristo y los cristianos, 3ª, II, 4. Ed. Atenas. Madrid

2 Evangelio de San Mateo, 16:18; 28:20

3 Evangelio de SAN MATEO, 22:37s

4 ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, III, 6, nº 658. Ed. BAC. Madrid. 1963

La Iglesia de Cristo Parte 1 de 17

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37 – La Iglesia Católica ha sido fundada por Jesucristo para la salvación de toda la humanidad.

37, 1. Cristo fundó su Iglesia para que continuara su misión salvadora en la Tierra hasta el fin del mundo 1.

«La hizo depositaria de toda su doctrina y de los demás medios de salvación que quiso dar a los hombres» 2.

La Iglesia Católica es la única fundada por Cristo-Dios. Todas las demás Iglesias y religiones han sido fundadas por hombres.

La perpetuidad de la Iglesia Católica puede considerarse como un auténtico milagro. Podría decirse que es un milagro que un pobre aldeano, como era Jesucristo, sin más ayuda humana que doce pescadores ignorantes, y sin armas de ninguna clase, transformara un imperio tan poderoso como el Imperio Romano, derribara sus ídolos falsos, acabara con sus costumbres y con sus vicios, y lo hiciera caer de rodillas adorando a un judío ajusticiado en un patíbulo.

El Imperio Romano ha sido el imperio más poderoso que ha conocido la Historia.

El dominio universal de Roma duró 1.200 años.

Pues bien, en el momento cumbre de su poderío, no sólo no pudo evitar que se extendiera el cristianismo, sino que a pesar de sus diez sangrientas persecuciones -que duraron, con altibajos, 249 años y en las que murieron más de 100.000 mártires3 -, había el cristianismo adquirido tanta fuerza que en el Edicto de Milán (febrero del año 313), el paganismo dejó de ser la religión oficial del Imperio Romano y se concedió la paz a la Iglesia.

Más tarde, el Emperador Teodosio el Grande, español de nacimiento, en el 3804 constituyó el cristianismo en religión oficial del Imperio Romano. ¿No es esto maravilloso y único?

Y esto predicando una doctrina completamente opuesta a las pasiones humanas. La Iglesia Católica predica el perdón, el desprendimiento de los bienes materiales y la pureza de costumbres5.

Hoy, «terminada la persecución sangrienta del comunismo, la hostilidad persiste por parte de ciertas mayorías parlamentarias y de muchos medios de comunicación que, a través de algunas leyes, de la prensa, del arte y de las pantallas de todo tamaño, inculcan a las multitudes cristianas y no cristianas criterios, valores y conductas diametralmente opuestas a las enseñanzas seculares de la IGLESIA. Y ésta, inexplicablemente, sobrevive, se purifica y se expande hoy como ayer»6.

«Hoy, en los países democráticos, prosigue la persecución, si bien con otras formas más civilizadas, pero no menos eficaces.» No se trata de crear mártires, sino apóstatas.» No de quitar la vida, sino de esfumar poco a poco la fe.» Para ello utilizan todos los medios, desde la educación, mediatizando los derechos de los padres a elegir el tipo de educación de sus hijos, hasta los medios de comunicación social: revistas, prensa, cine, radio, televisión, etc., que presentan como progresistas e imitables actitudes y conductas opuestas a la moral cristiana: amor libre, infidelidad conyugal, relaciones sexuales prematrimoniales, aborto, divorcio, homosexualidad, agnosticismo, ateísmo, etc.» Saben muy bien que la corrupción de costumbres asfixia la fe»7.

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1 Evangelio de San Mateo, 16:18; 28:20

2 JESÚS MARTÍNEZ GARCÍA: Hablemos de la Fe, II,1. Ed. Rialp. Madrid. 1992.

3 En el año 1944 el sabio Profesor P. Luis Hertling, S.I. especialista en la Historia de la Iglesia de los primeros tiempos, publicó artículo en la revista de la Universidad Gregoriana de Roma, en el cual demuestra que el número de mártires de las persecuciones romanas, hasta el año 313, fue por encima de los cien mil (Daniel Ruiz: Acta de los Mártires, introducción, 3. Ed. BAC. Madrid)

4 BERNARDINO LLORCA, S.I.: Historia de la Iglesia Católica, 1º, 4ª, VII, 2, 1. Ed. BAC . Madrid

5 JOSÉ Mª RODRÍGUEZ IZQUIERDO, S.I.: Valor apologético de la vida de la Iglesia. Proyección , 38 (X,1963) 178-187

6 ENRIQUE MORENO: Jesús y su Iglesia, IV. En INTERNET: .http://home.earthlink.net/~emoreno/jyli/jyli.htm

7 JUAN MARÍA LUMBRERAS, S.I.: Jesucristo, II, 10. Ed. Atenas. Madrid. 1992.

En el Sínodo los niños brillaron por su ausencia

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31 octubre, 2015

«El pecado del siglo es el pecado contra la niñez. Los adultos han asesinado voluntariamente a más niños en los últimos cien años que en toda la historia anterior de la humanidad»
John Saward, The Way of the Lamb.

En el Sínodo de la Familia se habló más de temas como la homosexualidad, el concubinato, los adultos divorciados, los que se han vuelto a casar y la des­centralización, pero apenas si se menciona la razón de ser de la familia: los hijos.

Al igual que en la estéril Europa, los niños brillaron por su ausencia en el Sínodo de la Familia.

sagrada_familia2Entre las poco frecuentes pero sorprendentes buenas noticias de este contencioso y problemático Sínodo de la Familia encontramos la carta abierta al Sínodo de cien conversos a la fe católica. La voz de dichos conversos resuena clamorosa en marcado contraste con las cavilaciones huecas y heréticas de algunos padres sinodales.

En la mencionada carta, los conversos ruegan al Papa y a los padres sinodales «que defiendan las enseñanzas de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio con la misma fidelidad y el mismo testimonio jovial y valeroso que ha desplegado la Iglesia Católica a lo largo de toda su historia.» Los signatarios manifestaron al Sínodo que la doctrina católica y las enseñanzas sobre el matrimonio y la sexualidad los guiaron a la verdad de la fe en su proceso de conversión.

Entre los muchos y lúcidos conversos que suscribieron la carta al Papa rogando que defendieran los principios de la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia se encuentran el P. John Saward, ex clérigo anglicano y actualmente párroco de S. Gregory y S. Augustine, también profesor emérito del colegio dominico de la Universidad de Oxford.

Saward comprende claramente los desafíos que afronta la Iglesia Católica en esta era moderna. Su percepción y actitud ante la presente crisis moral es profundamente católica y teológica, aunque se da la paradoja de que dicha actitud está ausente en los debates del Sínodo. Saward señala al Niño Jesús, y al niño en la familia como camino al cielo.

En su convincente libro The Way of the Lamb, The Spirit of Childhood and the End of the Age (Ignatius Press) subraya sin tapujos las causas de la corrupción moral de la modernidad desde la primera linea, en la que afirma valientemente:

«Se puede decir que el mundo occidental de hoy ha declarado la guerra a la familia por todos los flancos. Destruye al niño, desprecia a la madre y ridiculiza al padre.»

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No sólo el matrimonio: aquí acaban la Iglesia, la unidad y la doctrina. ¿Por qué el Sínodo virtual cuenta más que el real?

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20 octubre, 2015

El mensaje mediático que acompañará las conclusiones de los trabajos es más importante que los documentos. ¿Los protagonistas de esta revolución? Obispos y párrocos

El papa Francisco ha anunciado cómo concluirá el Sínodo de la Familia. Cuando faltan pocos días para la conclusión de los trabajos, la asamblea de obispos ha llegado a un callejón sin salida, y la única forma de superarlo sería descentralizar la iglesiaSe ha llegado a este punto muerto a consecuencia de la división entre los padres sinodales que invocan con firmeza el Magisterio perenne sobre el matrimonio y los novatores que se proponen trastornar no sólo dos mil años de doctrina de la Iglesia, sino sobre todo la Verdad del Evangelio. Es, de hecho, palabra de Cristo, ley divina y natural, que el matrimonio válido, rato y consumado de los bautizados no se puede disolver por ninguna razón.

Una sola excepción bastaría para anular el valor absoluto y universal de esta ley, y una vez caída esta ley, se vendría abajo junto con ella todo el edificio moral de la Iglesia. El matrimonio, o es indisoluble o no lo es, y no se puede admitir una disociación entre el enunciado del principio y su aplicación en la práctica. La Iglesia exige una coherencia radical entre pensamiento y palabra y entre las palabras y los hechos. La misma coherencia de la que han dado testimonio los Mártires a lo largo de la historia.

El principio que sostiene que la doctrina no cambia sino su aplicación pastoral introduce una cuña entre dos dimensiones inseparables en el cristianismo: Verdad y Vida. La separación entre doctrina y práctica no procede de la doctrina católica, sino de la filosofía hegeliana y marxista, que trastorna el axioma tradicional según el cual agere sequitur esse, el obrar sigue al ser. Pero desde la perspectiva de los novatores, la acción, precede al ser y lo condiciona; la experiencia no vive la verdad sino que la crea. Este es el sentido del discurso pronunciado por el cardenal Christoph Schönborn en la conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo, el mismo día en que habló el papa Francisco. “No es posible representar la fe, sólo se puede dar testimonio de ella”, ha afirmado el arzobispo de Viena, subrayando la primacía del testimonio sobre la doctrina. En griego, mártir significa testigo, pero para los mártires dar testimonio significaba vivir la verdad, mientras que para los innovadores significa traicionarla, reinventarla en la práctica.

La primacía de la praxis pastoral sobra la doctrina está abocada a unas consecuencias catastróficas:

1) Como ya sucedió con el Concilio Vaticano II, el sínodo virtual está destinado a prevalecer sobre el real. El mensaje mediático que acompañará la conclusión de los trabajos es más importante que el contenido de los documentos. La relatio sobre la primera parte del Instrumentum Laboris del Circulus Anglicus C afirma rotundamente la necesidad de esta revolución semántica: “Al igual que el Concilio, este sínodo tiene que marcar un antes y un después en el lenguaje, que los cambios sean algo más que cosméticos”.

2) El postsínodo es más importante que el Sínodo, porque representa la autorrealización del mismo. De hecho, el Sínodo confiará a la praxis pastoral la realización de sus objetivos. Si lo que se transforma no es la doctrina sino la pastoral, el cambio no puede provenir del Sínodo; tiene que darse en la vida del pueblo cristiano y por consiguiente fuera del Sínodo, después de éste, en la vida de las diócesis y de las parroquias.

3) La autorrealización del Sínodo se convierte en bandera de la experiencia de las iglesias particulares, o sea, de la descentralización eclesiástica. La descentralización autoriza a las iglesis locales a experimentar una pluralidad de experiencias pastorales. Y si no hay una praxis coherente con la doctrina única, eso quiere decir que hay muchas y que todas se pueden experimentar. Los protagonistas de esta revolución de la praxis serían por tanto los obispos, los párrocos, las conferencias episcopales, las comunidades locales, según la libertad y creatividad de cada uno.

Se prefigura la hipótesis de una Iglesia a dos velocidades o, para seguir con la jerga de los eurócratas de Bruselas, de “geometría variable”. Un mismo problema moral se resolverá de manera diversa, conforme a la ética situacional. A la Iglesia de los católicos adultos, de lengua germánica y pertenecientes al primer mundo se le permitirá la marcha rápida del testimonio misionero, mientras que a la de los católicos subdesarrollados, africanos o polacos, pertenecientes a iglesias del segundo o tercer mundo, se les concederá la marcha lenta del apego a las propias tradiciones.

Roma quedaría en segundo plano, privada de verdadera autoridad, y con la única función de proporcionar un impulso carismático. La Iglesia quedaría desvaticanizada, o más bien desromanizada. Se quiere sustituir la Iglesia romanocéntrica por otra policéntrica o poliédrica. La imagen del poliedro la ha aplicado Francisco con frecuencia. “El  poliedro –ha afirmado– es una unidad, pero con todas sus partes distintas; cada una tiene su peculiaridad, su carisma. Esta es la unidad en la diversidad. Es por este camino que los cristianos realizamos lo que llamamos con el nombre teológico de ecumenismo: tratamos de que esa diversidad esté más armonizada por el Espíritu Santo y se se convierta en unidad” (Discurso a la Iglesia Pentecostal de Caserta, 28 de julio de 2014). La transferencia de poder a las conferencias episcopales ya estaba prevista en un pasaje de Evangeli Gaudium que las concibe como «sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal. Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera» (n. 32). Ahora Francisco proclama este “principio dei sinodalidad” como resultado final de la asamblea que se está celebrando.
Las antiguas herejías del galicanismo y el nacionalismo eclesiástico vuelven a asomar por el horizonte. Es de hecho dogma de fe, promulgado por el Concilio Vaticano I, el primado de jurisdicción del Sumo Pontífice, en el cual reside la autoridad suprema de la Iglesia, sobre todos los pastores y todos los fieles de éstos, independientemente de cualquier otro poder. Este principio constituye la garantía de la unidad de la Iglesia: unidad de gobierno, unidad de fe, unidad de sacramentos. La descentralización supone una pérdida de unidad que conduce irremediablemente al cisma. Y el cisma es sin duda alguna la quiebra que se produce inexorablemente cuando falta un punto central de referencia, un criterio común, ya sea en el plano de la doctrina o en el de la disciplina y la pastoral. Las iglesias particulares, divididas en cuanto a la praxis, así como en cuanto a la doctrina de la cual deriva la praxis, están fatalmente destinadas a entrar en conflicto y dar lugar a fracturas, cismas y herejías.

La descentralización no sólo el primado romano, sino que niega el principio de no contradicción, según el cual “un mismo ser no puede al mismo tiempo y en el mismo sentido, ser lo que es y no serlo”. Únicamente apoyados en este fundamental principio lógico y metafísico podemos emplear la razón y conocer la realidad que nos rodea.

¿Qué pasaría si el Romano Pontífice renunciara, aunque sólo fuera parcialmente, a ejercitar su autoridad delegándola en las conferencias episcopales o los obispos particulares? Evidentemente surgiría una diversidad de doctrinas y de praxis entre las diversas conferencias episcopales y de una diócesis a otra. Lo que en una diócesis estará prohibido estará admitido en otra, y viceversa. Quien conviva more uxorio con otra persona sin haberse casado podrá recibir el sacramento de la Eucaristía en una diócesis sí y en otra no. Pero lo que es pecado es pecado. La ley moral es igual para todos o no es tal ley moral. Una de dos: o el Papa tiene primado de jurisdicción y lo ejerce, o en la práctica gobierna cualquiera prescindiendo de él.El Papa admite la existencia de un sensus fidei, pero es más bien el sensus fidei de los obispos, sacerdotes y simples laicos el que hoy en día se escandaliza de las extravagancias que se dicen en el aula del Sínodo. Extravagancias que ofenden el sentido común antes incluso que el sensus  Ecclesiae de los fieles. Francisco tiene razón cuando afirma que el Espíritu Santo no asiste sólo al Papa y a los obispos, sino a todos los fieles (cfr. sobre este punto Melchor Cano, De locis Theologicis (Lib. IV, cap. 3, 117I). Sin embargo, el  Espíritu Santo no es espíritu de novedad; guía a la Iglesia, asistiéndola de modo infalible en su Tradición. Mediante la fidelidad a la Tradición, el Espíritu Santo habla todavía a los oídos de los fieles. Y hoy, como en los tiempos del arrianismo, podemos decir con San Hilario: «Sanctiores aures plebis quam corda sacerdotum» “(son más santos los oídos del pueblo que el corazón de sus sacerdotes) (Contra Arianos, vel Auxentium, nº 6, en PL, 10, col. 613).

Roberto de Mattei

en Il Foglio del 20 de octubre de 2015

[Traducción de J.E.F.]

Manifiesto de los Cardenales. Su gran significado histórico no puede perderse en medio del caos

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20 octubre, 2015

Las palabras exactas del histórico Manifiesto de los Cardenales o La intervención Pell-Müller (por los nombres de sus principales autores) y que es conocido como La carta de los 13 Cardenales, ha sido el desafío más profundo con el que se ha enfrentado un Pontífice en la historia reciente. Esto puede ser objeto de controversias, pero las condiciones generales de la misiva no lo son. Y, sobre todo, la trascendental importancia histórica de un documento que promete ser fundamental en el Papado del siglo XXI no debe perderse.

Y es que, ¡el documento es magnífico! Es el primer capítulo de un movimiento que tendrá unas consecuencias mucho mayores de las que se han intuido por el momento. Así como las reformas gregorianas no podían haber sido más claras en las décadas que las precedieron, en esta época de caos y de dominación modernista, se ocultan las semillas de no pocos Hildebrandos que están esperando para llevar a la Iglesia hasta el borde de los abismos satánicos de la inmoralidad; es más, parece que están a punto de tragársela por todos los lados.

grvii_1-300x225Un punto de la carta que no debe ser obviado, y que está enfatizado por Antonio Socci, es uno del cual,  aquellos que se convirtieron al Protestantismo son siempre conscientes: el impresionante deseo de los reformadores (apoyados por el mismísimo Papa y con Kasper a la cabeza) por seguir el mismo camino por el que fue el Protestantismo liberal. Es más, en una simple valoración objetiva y material de las perspectivas de la Iglesia Católica,-entendida, simplemente, como empresa meramente humana y de cuya continuidad sus actuales administradores deberían, por lo menos, aparentar estar 

interesados-, puede ser considerada como un movimiento con sólo dos alternativas, sin una tercera opción disponible: o bien como un idiota sin remedio o bien como deliberadamente malvado. Volvamos pues, a este último párrafo de la carta que es el más importante ya que no se ocupa de las cuestiones de procedimiento sinodal, sino que se ocupa del Magisterio, es decir, qué es la Cátedra de Pedro y para qué sirve:

«Por último, y quizá lo más urgente, varios Padres han expresado su preocupación de que un Sínodo diseñado para abordar una cuestión pastoral fundamental,- el refuerzo de la dignidad del matrimonio y la familia-, pueda llegar a ser dominada por la cuestión teológica-doctrinal de la Comunión para los divorciados y vueltos a casar civilmente. Siento esto así, aumentarán, inevitablemente, más cuestiones fundamentales acerca de cómo la Iglesia, en el futuro, deberá interpretar y aplicar la Palabra de Dios, sus Doctrinas y sus disciplinas con los cambios de la cultura. El colapso de las Iglesias Protestantes liberales en la Era Moderna, acelerado por su abandono de elementos clave de la Fe y de las prácticas cristianas en nombre de una adaptación pastoral, justifican una gran cautela en nuestras propias discusiones sinodales.»

Esto es asombroso. En primer lugar, contiene una advertencia, un aviso acerca de lo “urgente” que es este tema. En ella, el propio Vicario de Cristo es prevenido por algunos de sus colaboradores más importantes, como su Secretario de Economía, el Guardián de la doctrina de la Fe y el Guardián del Culto Divino, quienes también consideran todas estas cuestiones. E incluso es avisado por el no siempre coherente Cardenal Dolan, lo que da una idea del amplio espectro cubierto por los interesados, sobre cómo este proceso caótico creado por el mismo Papa,  (…) está originando problemas fundamentales en relación a la propia Iglesia que, en un futuro, deberá de interpretar la Palabra de Dios, incluyendo sus Doctrinas y sus disciplinas por cada cambio de cultura. (…)”.

La advertencia va mucho más allá ya que, como muchos han resaltado, en ella se emplea un término apocalíptico, el colapso, estrictamente relacionado con las ideas defendidas por Kasper en relación con la Comunión de los divorciados vueltos a casar y otros conceptos afines; ideas que están protegidas por el Papa y que han provocado el colapso de las comunidades protestantes liberales. (Y no nos engañemos más en este punto tan importante: en este momento todavía es una propuesta pero, obviamente, es una propuesta de Kasper-Bergoglio y lo ha sido desde que el propio Papa le pidió a Kasper que se propusiera en el Consistorio de febrero de 2014). La advertencia termina con una nota aún más sorprendente: el colapso “(…) de las iglesias protestantes se fue “acelerando por su abandono de elementos clave para la Fe cristiana y su práctica en nombre de una adaptación pastoral (…)”; esto significa exactamente lo que está escrito, es decir: los reformadores, con el Papa a su lado, que están utilizando “la adaptación pastoral” como bandera para cambiar el Magisterio lo hacen “por su abandono de los elementos clave de la Fe cristiana”. Es decir, que los reformadores católicos,-quienes, al igual que los fariseos originales y los protestantes liberales, y en contra de Cristo, son verdaderos creyentes en la tolerancia del divorcio-, están haciendo lo mismo. Su método es el mismo; su objetivo, es el mismo. Y el resultado también será el mismo: colapso.

La carta de los 13 Cardenales es la acusación más fuerte que jamás se haya hecho por Cardenales en contra de todo esto y, desde luego, no existe acusación similar contra cualquiera de los otros Pontificados en la historia reciente de la Iglesia.

[Traducido por Miguel Tenreiro. Artículo original]

Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

El año en que nos robaron la religión

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19 octubre, 2015

Transcurridos ya más de dos tercios del curioso Sínodo de la Familia con el que el actual ocupante de la Sede de Pedro ha decidido amenizarnos el otoño, poco podemos saber de las discusiones que están teniendo lugar entre sus participantes, puesto que, en estricta aplicación de su anuncio de transparencia y apertura, el Papa Francisco ha excluido cualquier clase de observadores externos, y ha prohibido terminantemente a los padres sinodales que informen de las intervenciones de sus colegas. Los obispos polacos, que intentaron en los primeros días del sínodo comunicar al menos un resumen de las distintas intervenciones, tuvieron que desistir enseguida, y borrar lo ya publicado, tras recibir una severa amonestación.

Según nos explican, el objetivo es que el Espíritu Santo pueda actuar sobre tan distinguida asamblea. Aunque la explicación, qué duda cabe, resulta un poco curiosa. Ciertamente, en el siglo XIX, y a principios del XX, en pleno auge del espiritismo, los «médiums» procuraban que las reuniones de sus iniciados fueran secretas, y en espacios más bien oscuros. Pero, como católico de a pie, he de reconocer que hasta ahora no me habían explicado nunca que también el Espíritu Santo necesitara de tales ambientes. En fin, así será, si así le parece al Papa.

Ahora bien, si los detalles de lo que se cuece en la caldera sinodal se nos escapan, el olor del guiso hace tiempo que se ha extendido ya por toda la Iglesia. Se trata de un guiso dulzón y sentimental; enormemente dulzón y enormemente sentimental. Y tiene, por lo que se cuenta, propiedades mágicas; de forma que, el que lo prueba, queda transformado de la noche al día. Es decir, que se acuesta católico y se levanta buenista.

«Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo» fue dicho hace ya mucho tiempo. Y ahora descubrimos que se trataba de una pista, a la que en todos estos siglos no se había prestado la atención adecuada: Hay que ser más amable con la clientela. ¿En qué puedo servirle? ¿Qué desea el señor? Este debe ser el nuevo tono eclesial. O, como declaró un destacado participante del sínodo el otro día: «Debe ponerse fin al lenguaje exclusivo y hacer un fuerte énfasis en abrazar la realidad tal como es». Que es lo mismo, pero dicho más fino.

¡Abrazar la realidad tal como es! De eso se trata, pues. De acoger y bendecir cualquier opción aceptada socialmente, sin amargarle la vida a la gente con reproches de índole moral. Pues, ¡quién soy yo para juzgar!

No obstante, hubo un tiempo, que ya nos va pareciendo lejano, en el que la Iglesia sí que juzgaba, y sí que analizaba críticamente las ideas, las conductas y las tendencias dominantes en nuestra civilización. Y, de hecho, ello dio lugar durante el siglo XIX, la primera mitad del siglo XX, e incluso hasta bien entrada la revolución sesentayochista, a un movimiento, o más bien un intenso goteo, de espíritus inteligentes y libres que se encaminaban hacia ella, en su búsqueda de una alternativa capaz de hacer frente a las deficiencias que percibían en la sociedad, y sobre todo en la cultura y el pensamiento de cada época. Se trataba, como no podía ser de otro modo, de un movimiento minoritario. ¡Pero qué gloriosa minoría!: Gilbert K. Chesterton, Evelyn Waugh, Robert Hugh Benson, Ronald Knox, Hilaire Belloc, Peter Geach, Edith Stein, Elizabeth Anscombe, Nicolás Gómez Dávila, Julián Marías,… y hasta el viejo Ernst Jünger.

En la segunda mitad del siglo XX, conforme las iglesias protestantes europeas aplicaban con entusiasmo las mismas medidas de autodemolición y suicidio que ahora, con no menos entusiasmo, se proponen en el Sínodo de la Familia, hubo un segundo movimiento migratorio hacia el catolicismo, esta vez por parte de los clérigos y teólogos de aquellas confesiones que no estaban por colaborar en tal suicidio.

Y así, la Iglesia católica había terminado convirtiéndose en el refugio de todos los desertores de las modas intelectuales del momento: Acogió a los anticomunistas con Juan Pablo II, cuando el mundo daba por hecho que la Unión Soviética acabaría por triunfar, más tarde o más temprano. Y acogió a los resistentes del obamismo y la ideología de género en los tiempos de Benedicto XVI, levantando una bandera contra la ingeniería social, en nombre de la naturaleza humana, que nadie más osaba, ni osa, levantar.

La Iglesia católica era siempre la ciudadela frente a los paraísos a los que nos iban empujando los gobernantes iluminados de cada década. Siempre incómoda para los gobernantes, y no menos incómoda para los aspirantes al gobierno (y más si se presentaban como revolucionarios). Siempre políticamente incorrecta, y siempre irritante para los adictos a las modas intelectuales. Siempre anacrónica, siempre atrasada, y siempre superviviente a los que se burlaban de su atraso. Y, en definitiva, la única gran institución que podía presumir, en estos tiempos de regreso acelerado a la barbarie, de ser liderada por un filósofo, y en latín.

Pues bien, todo eso es lo que debe morir ahora, ahogado en cantidades industriales del nuevo edulcorante: la misericordina, o más bien bergoglina, en honor a su descubridor. A partir de ya mismo, la Iglesia está ahí para bendecir lo que la mayoría social quiera en cada momento y lugar que se bendiga ―por ejemplo, hoy y aquí, el buenismo obamista, o zapateril, o podemita―, y para criticar sólo aquello que esa misma mayoría considere criticable ―por ejemplo, el capitalismo, que siempre es bueno para llevarse un palo―. El profeta colombiano Gómez Dávila ya lo había visto venir hace tiempo. Y de ahí su dictamen: «La Iglesia, desde que el clero se aplebeyó, impreca a todos los vencidos y ovaciona a todos los vencedores».

Se trata, en definitiva, de una nueva religión. O, si se prefiere, de un gran cambiazo de la religión por otra cosa, mucho más de plástico y todo a cien, como corresponde a los tiempos que vivimos. Tal vez en el futuro se recuerde este año, o este pontificado, como el año en el que nos robaron la religión.

Pero, en fin, entretanto es otoño, caen las hojas, caen las doctrinas, y cae la lluvia interminablemente por las goteras de lo que parecía un buen refugio. Es otoño, y ya apenas distinguimos la diferencia entre estar en casa y estar ahí afuera, otra vez a la intemperie.

Francisco José Soler Gil

Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

Carta abierta al Sínodo por parte de más de 100 conversos. Texto completo firmado

cartasdeloslectores

16 octubre, 2015

24 de septiembre de 2015

Su Santidad, queridos Padres en Cristo:

Somos todos conversos a la fe Católica. Algunos fuimos criados en otras comunidades cristianas; algunos llegamos, sin bautizar, de otras religiones, otros conocimos el secularismo absoluto y nos creíamos agnósticos o ateos.  A pesar de la diversidad de experiencias tenemos lo siguiente en común: adoptamos a la Iglesia como adultos. Al prepararse para el Sínodo de la Familia esperamos que se sientan alentados por la multitud de fieles laicos que se han unido, y continúan uniéndose, a la Iglesia en gran parte debido a lo que esta propone acerca del ser humano en sus enseñanzas sobre la diferencia de géneros, la sexualidad, el matrimonio y la familia.

En el pasado, la mayoría de nosotros hubiésemos objetado a, cuando menos, algunos de los componentes de las enseñanzas de la Iglesia tocante a estos temas. Sin embargo, al darnos cuenta cuan dañinos eran los resultados de los conceptos populares acerca de la sexualidad humana, y cuando algunas de nuestras congregaciones empezaron a ceder ante la cultura dominante —y sus ideas acerca de la libertad, la igualdad, el progreso, así como su creciente agnosticismo— cada uno de nosotros empezó a sospechar que había algo acertado en el criterio de la Iglesia. Amén de su falta de popularidad, las enseñanzas de la Iglesia acerca de la realidad nos parecieron curiosamente atractivas; con el tiempo quedamos convencidos de que reflejaban la verdad más profunda de nuestro ser, una verdad que, aunque exigente, está llena de bondad y hermosura a la vez. Es más, la certeza de la Iglesia en sus enseñanzas y su confianza al proclamarlas, inclusive ante una oposición hostil, fue para nosotros prueba de que en ella podríamos encontrar una vida en Jesucristo tal y como Él es. Como seres humanos, comprendemos la naturaleza dramática del deseo y de la «dictadura» de la auto justificación que frecuentemente lo acompaña. Y como conversos, también reconocemos esa tendencia de los cuerpos eclesiales, cuando carecen de la autoridad de un vínculo histórico con Cristo a través de Su Vicario, a adaptar el cristianismo a la mentalidad dominante.

En resumen, el hecho de que la Iglesia Católica se ha aferrado a la verdad más profunda acerca de nuestra existencia personificada fue, para nosotros, un foco de atracción y una señal de que la Iglesia es el vínculo más seguro al Cristo Encarnado.

Con respecto a la desconcertante diversidad en la opinión contemporánea acerca del bienestar humano, y especialmente en lo que concierne al cuerpo humano, comprendimos que la naturaleza radical de la aserción cristiana —que Dios, el Hijo, asumió toda la carne en Si—  se encontraba en entredicho. Cristo «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» (Gaudium et Spes 22). Él, por lo tanto «esclareció» el sentido de nuestra humanidad —y con este el significado del cuerpo, de la diferencia de géneros, de la sexualidad, del matrimonio y de la familia. Hizo esto, por ejemplo, cuando los fariseos le preguntaron acerca del divorcio y los remitió (al igual que a sus discípulos) al «principio», a la naturaleza humana tal y como fue creada. Dio, además, algo nuevo a esa humanidad al otorgarle, misericordiosamente, una porción de Su fidelidad a la Iglesia. No fue cosa accidental que los primeros cristianos se sentían atraídos a la Iglesia a través de la radiante humanidad de Sus partidarios, la cual se manifestaba, por ejemplo, en su insólita actitud hacia la mujer, los hijos, la sexualidad humana y el matrimonio.  Y no fue accidental tampoco que, por razones similares, también nosotros sentimos esa atracción hacia la Iglesia muchas centurias después.

Estamos perfectamente conscientes de la difícil situación pastoral a la cual se enfrentarán durante el Sínodo, especialmente en lo que concierne a los católicos divorciados; y compartimos con ustedes esa abrumadora carga a la que se enfrentan. Algunos de nosotros hemos experimentado  el dolor del divorcio en carne propia, y casi todos tenemos parientes y amigos que han padecido de esta misma manera. Estamos, por lo tanto, agradecidos de que se le preste atención a un problema que ha causado tanto daño a hombres y mujeres, a sus hijos y, ciertamente, a nuestra cultura en general.

Les escribimos esta carta, sin embargo, debido a nuestra ansiedad acerca de ciertas propuestas cuyo objetivo es cambiar la disciplina de la Iglesia en cuanto a la comunión de católicos divorciados y vueltos a casar por lo civil. Francamente estamos sorprendidos por la opinión de los que proponen una «vía de penitencia» que toleraría lo que la Iglesia jamás ha permitido. En nuestro juicio tales propuestas no le hacen justicia  a la irrevocabilidad de la unión matrimonial, ya que descartan el «primer» matrimonio como si este estuviera «muerto» o, peor aún, reconocen la perdurabilidad de su existencia a la vez que lo violentan. Estas propuestas no pueden hacer otra cosa sino contradecir la doctrina cristiana del matrimonio. No podemos comprender como es que estas propuestas podrían considerarse, según se afirma, misericordiosas o de carácter pastoral. Una respuesta pastoral que no respeta la realidad de los hechos, no importa cuán bien intencionada sea, solamente agrava el sufrimiento que busca aliviar. ¿Cómo no pensar en el cónyuge abandonado y en los hijos? Es necesario considerar el efecto en las generaciones venideras, ¿cómo pueden tales cambios inculcar a los jóvenes el valor y la belleza de la indisolubilidad del matrimonio?

Ante todo, creemos que tales propuestas no consideran plenamente la verdadera crisis de la familia, la que subyace los problemas del divorcio, la anticoncepción, la convivencia y la atracción homosexual. La crisis, como ya lo ha señalado Benedicto XVI, es «a causa de una errónea comprensión de la libertad; peor aún, continua, debemos ahora enfrentarnos a un punto de vista que plantea «la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre» (Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Curia romana con motivo de las felicitaciones de Navidad, 2012). Los cambios a la disciplina de la Iglesia que se han presentado no están tan solo lejos de ser idóneos para los retos que debemos enfrentar, pero nos parecen una capitulación ante el problema al que supuestamente están dirigidos.

Al igual que todos, hemos sido testigos de la destrucción creada por la cultura del divorcio, y como conversos hemos sido también testigos de la complicidad del cristianismo en esa cultura. Hemos visto como nuestras comunidades abandonaron el veraz y radical testimonio original cristiano acerca del hombre y la mujer, junto con el acompañamiento pastoral que quizá les hubiera permitido vivirlo.

Es por esto que nos volvemos hacia ustedes. Esperamos que defiendan las enseñanzas de Cristo acerca de la indisolubilidad del matrimonio con la misma fidelidad, con ese mismo testimonio jovial y valeroso que la Iglesia Católica ha desplegado a lo largo de toda su historia. Contra esta sabiduría mundana, que aconseja resignarnos y ceder al derrotismo, la Iglesia debe  hacer al mundo recordar, una vez más, la belleza de la fidelidad conyugal cuando esta se vive en unión con Cristo. ¿Quién queda en pie para ofrecerle al mundo algo más que el eco de su propio cinismo? ¿Quién queda en pie para guiarlo hacia una experiencia auténtica del amor? ¡Es hoy, más que nunca, cuando el mundo necesita del testimonio profético de la Iglesia! En las palabras que el Papa Francisco dio a miles de jóvenes durante la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil:

Hay quien dice que hoy el matrimonio está “pasado de moda”…  que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas, “para siempre”, porque no se sabe lo que pasará mañana.  Yo, en cambio, les pido que sean revolucionarios, que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, que no son capaces de amar verdaderamente. (Jornada Mundial de la Juventud [encuentro con los voluntarios, 28 de julio de] 2013)

Al reunirse en Roma para el Sínodo de la Familia, queremos brindarles el testimonio de nuestra conversión, el cual testifica sobre el atractivo de la verdad acerca del hombre y la mujer, tal y como fue hecho patente por Cristo a través de su Iglesia. Confiamos en que este testimonio fortalecerá el suyo propio para que la Iglesia continúe respondiendo a lo que el corazón humano anhela con tanta vehemencia.

Sinceramente en Cristo,
Mark Alder – Director, Christendom Awake

James D. Anderson,  Asesor Mayor de Historia y Teología, The Coming Home Network
International; antiguo seminarista luterano.

Bryan Atkinson,  Director médico de hospicio paliativo

Joseph Atkinson,  Profesor Adjunto de Escritura Sacra, The John Paul II Institute for
Studies in Marriage and the Family en la  Catholic University of America (Washington
DC); Director, Theology of the Family Project; antiguo sacerdote anglicano.

Diacono Mark Baker,  Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Diacono James Barnett, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Francis J. Beckwith, Profesor de Filosofía y Estudios de la Iglesia y el Estado, Baylor University;
antiguo Presidente de la Evangelical Theological Society; antiguo ministro en la Iglesia Evangelica Unida.

Philip Bess, Profesor de Arquitectura, University of Notre Dame.

Joshua Belokur,  enfermero, Highland Hospital (New York); antiguo pastor en The Church of
the Nazarene.

Rachelle Belokur, enfermera, Heritage Christian Services (New York).

Timothy T. Bergsma,  farmacómetrista, Certara.

Reverendo W. Scott Blick,  Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Reverendo Kenneth M. Bolin, Ordinariato Personal de la Silla de San Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Laura Bramon,  especialista en la protección internacional de menores y contra la trata de personas.

Clinton A. Brand,  Profesor Adjunto y Director de la Facultad de Inglés, University of
St.Thomas (Houston, Texas).

Christine-Thérèse Broesamle, misionera en África y Europa, negociadora internacional,
autora,  antigua misionera de la iglesia evangélica.

Reverendo Jerry Brown − Pastor, iglesia católica de la Inmaculada Concepción de María (Brentwood, CA);
Director de formación sacerdotal (Diócesis de Oakland); antiguo sacerdote episcopal.

Gail Buckley, Presidente y fundadora de Catholic Scripture Study International; Presidente de la
Catholic Leadership Conference.

  1. Budziszewski, Profesor de Asuntos Gubernamentales y Filosofía, University of Texas en Austin.

Reverendo Mark Cannaday,  Administrador de la Iglesia Católica de St. Gilbert of Sempringham,
Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, jubilado (Boerne, Texas); antiguo canónigo
y rector episcopal.

Steven L. Carlson − Catequista,  iglesia católica de San Juan Bautista (Plum City, Wisconsin); antiguo
ministro en la Iglesia Evangélica Luterana (ELCA).

Paul Cates,  Presidente, Faith Christian Ministries; antiguo pastor luterano.

Jeff Cavins − fundador y Presidente, The Great Adventure Bible Study System.

Charles M. Clowe, Presidente, Clowe Oil Co. (Ardmore, Oklahoma).

Paisley H. Clowe, maestra, ministro de música.

Adam G. Cooper,  Socio Permanente y Decano Adjunto de Investigación, The John Paul II
Institute for Marriage and Family (Melbourne); antiguo pastor en la iglesia luterana de
Australia

Rob Corzine,  Vise Presidente de Programas, St. Paul Center for Biblical Theology.

David Crawford,   Decano Adjunto de Asuntos Académicos, The John Paul II Institute for Studies
in Marriage and the Family en la Catholic University of America (Washington DC).

David B Currie, Catedrático, St Paul Center for Biblical Theology; autor; conferenciante; antiguo
misionero fundamentalista.

Reverendo Peter H. Davids,  Director, Casa de estudios del Ordinariato Personal de la Silla de
San Pedro, Sacerdote en  residencia, iglesia católica de Nuestra Señora de Walsingham (Houston, Texas);
Profesor invitado de la Biblia y Teología Aplicada, Houston Graduate School of
Theology; antiguo sacerdote episcopal.

Alan J. Doksansky, antiguo pastor bautista.

Muy Reverendo Peter J Elliott, Obispo Auxiliar, Melbourne; Director, The John Paul II Institute
(Melbourne).

Peter G. Epps, Profesor Invitado Adjunto de Inglés, Oklahoma State University;
Coordinador de RICA,  iglesia católica de San Francisco de Asís (Oklahoma City, OK); antiguo
profesor en el College of Biblical Studies (Houston, Texas).

Thomas F. Farr − Director, Religious Freedom Project, The Berkley Center for Religion, Peace,
and World Affairs, Georgetown University.

John Finnis − Profesor Emérito de Derecho y Filosofía del Derecho, University of Oxford.

John Fraysier, propietario, CastleGuard Pest Management, Inc. (New York); antiguo Director
Regional, InterVarsity Christian Fellowship
Clinton Froscher, miembro, junta editorial del provedor de libros Communio International Catholic Review.
Jennifer Fulwiler, autora, anfitriona de la radio.

Laura L. Garcia,  Académica en Residencia en Filosofía, Boston College.

Sherif Girgis, Investigador Académico, Witherspoon Institute; candidato a Doctor en Jurisprudencia, Yale Law School;
candidato al doctorado, Princeton University; autor.

Dawn Eden Goldstein, autora; candidata al doctorado en teología, The University of St. Mary of the Lake.

Gregory Graham, Director de Tecnología, Cistercian Preparatory School (Irving, Texas).

George Griffin – antiguo pastor metodista.

Marcus C. Grodi, fundador y Presidente, The Coming Home Network International; anfitrión, The
Journey Home (EWTN); antiguo ministro presbiteriano.

Jean De Groot, Profesor de Filosofía, The Catholic University of America.

Reverendo Lee W. Gross − Decano de Estudiantes, Mount St. Mary’s Seminary (Emmitsburg, MD); antiguo
ministro luterano y episcopal.

Scott Hahn, Profesor de Teología, Franciscan University of Steubenville; autor; antiguo
pastor protestante

Kimberly Kirk Hahn, autora; conferencista.

Jacqueline Halbig von Schleppenbach, asesora y líder laica.

Michael Hanby,  Profesor Adjunto de Religión y Filosofía de la Ciencia, The John Paul II
Institute for Studies in Marriage and the Family en la Catholic University of America
(Washington DC).

Greta Harper, fundadora de Voices in the Square.

Reverendo Brian W. Harrison, Académico en Residencia, Oblates of Wisdom Study Center (St. Louis,
Missouri); Profesor Adjunto Emérito de Teología, Pontifical Catholic University of
Puerto Rico (Ponce, PR); Capellán, St. Mary of Victories Chapel (St. Louis, Missouri)

Reverendo Richard Harrris, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Todd Hartch, Profesor de Historia, Eastern Kentucky University; antiguo ministro del campus,
InterVarsity Christian Fellowship

Padre Doug Hayman, Sacerdote Administrador, Iglesia de la Anunciación de la Santísima Virgen María
(Ottawa, Canadá), una cuasi-parroquia del Ordinariato Personal de la Silla de San
Pedro; capellán y miembro de la facultad, Augustine College (Ottawa); antiguo sacerdote de la
Anglican Church of Canada y de la Anglican Catholic Church of Canada.

Joy Elizabeth Heebink, Profesora Adjunta de Religión, Waldorf College; antigua pastora luterana
(ELCA).

Richard George Herbel, monje en St. Augustine’s House (Oxford, Michigan); antiguo pastor
luterano.

Frank W. Hermann, Profesor Adjunto de Inglés, Franciscan University of Steubenville

Kent R. Hill, executive de desarrollo international ; activista pro libertad religiosa; antiguo presidente de
Nazarene College.

Reverendo William Holiday, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

  1. John L. Holleman, Pastor, Holy Name of Jesus Church (Semmes, AL); antiguo sacerdote
    episcopal.

Reverendo Charles A. Hough IV, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro; antiguo sacerdote
episcopal.

Rodney Howsare, Profesor de Teología, DeSales University; antiguo pastor en la Assembly
of God Church.

Jane Hartman Irwin, Profesor de Música, Lincoln Land Community College; pianista;
artista de grabación.

Mike L. Isbell, Miembro de la Junta Educativa (Beaufort County, North Carolina); antiguo
pastor de Disciples of Christ.

Reverendo Joseph Jacobson, Rector de la Arquidiócesis de Grouard-McLennan (jubilado)
(Alberta, Canadá); Vicario Parroquial, Cathedral Parish of St. John the Baptist (jubilado)
(Alberta, Canadá); antiguo pastor luterano y obispo (Sínodo de Alberta, ELCIC).

Susan Jenkins, Ministro de Actividades Pastorales, Maria Stein Shrine of the Holy Relics (Ohio).

Frank Johnson, Catequista Mayor; antiguo pastor metodista.

Jennifer Johnson, Directora Adjunta, The Ruth Institute.

Katherine M. Johnson,  autor; ministro y líder de adultos; antiguo misionero con Wycliffe Bible
Translators.

Reverendo Phillip M. Johnson, Pastor, parroquia de St. Thomas More (Cherry Hill, New Jersey);
antiguo pastor luterano.

Richard Johnson, Director de Ministerio a Familias y Adultos, Iglesia Católica del Espíritu Santo
(Duncanville, Texas); antiguo Director de personal, Wycliffe Bible Translators.

Reverendo Carleton P. Jones, Prior, St. Dominic Priory (Washington, DC); antiguo clérigo
anglicano.

Elizabeth Kantor, autora; editora, Regnery Publishing.

Reverendo Lee Kenyon, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Reverendo Leonard R. Klein, Administrador, Catedral de San Pedro y Santa  María/parroquia de San Patricio
(Wilmington, DE); antiguo pastor luterano.

Reverendo W.E. Knickerbocker, Jr., Ministro Sacramental; St. Iglesia Católica de Santa Teresa (Junction,
Texas); Profesor Emérito, Memphis Theological Seminary; antiguo sacerdote Episcopal.

Robert C. Koons, Profesor de Filosofía, University of Texas at Austin.

Christopher Marc LaRose, Director Adjunto, The Coming Home Network
International (jubilado); antiguo pastor metodista.

Reverendo Mark Lewis y Sra. Vicki Lewis, Ordinariato Personal de la Silla de San Pedro; antiguo
sacerdote episcopal.

Jody Vaccaro Lewis, Profesora Adjunta de Escritura Sacra, Pontifical Faculty of the
Immaculate Conception at the Dominican House of Studies.

  1. Bradley Lewis, Profesor Adjunto de Filosofía, The Catholic University of America.

Jurgen Lias, Pastor, St. Gregory the Great Ordinariate Catholic Church (Boston, MA);
antiguo sacerdote episcopal.

Katherine E. Lundstrom, Presidente/CEO, Firm Foundations, Inc.

Margaret Harper McCarthy, Profesora Adjunta de Antropología Teológica, The John
Paul II Institute for Studies in Marriage and the Family en la Catholic University of
America; editora de Humanum.

Hermana Laura Marie Menge, novicia de las Missionary Benedictine Sisters of Tutzing; antigua
pastora luterana.

Serena Harper Miggins, Administradora de Operaciones y Negocios, Aquinas Companies (Houston, Texas).

David Mills, Director editorial, Ethika Politika; Editor en jefe, The Stream; antiguo
Editor ejecutivo, First Things.

Anca Nemoianu, Directora, Intensive English Program, The Catholic University of America.

Alana Newman, fundadora y Directora, The Anonymous Us Project y la Coalition Against
Reproductive Trafficking.

Reverendo Jay Scott Newman, Pastor,  Iglesia Católica de Santa María (Greenville, S C).

Reverendo George Ortiz-Guzman, Ordinariato Personal de la Silla de San Pedro; antiguo sacerdote
episcopal.

Reverendo David Ousley, Pastor, Church of St Michael the Archangel and Blessed John Henry
Newman Catholic Community en el Ordinariato Personal de la Silla de San Pedro
(Philadelphia); antiguo rector episcopal.

Reverendo Diácono Joseph A. Pasquella, Diácono de St. Patrick’s (Bellfast, NY), St. Patrick’s (Fillmore,
NY) y  Our Lady of the Angels (Cuba, NY); antiguo ministro pentecostal (Cuba, NY).

Colin Patterson, Socio Permanente, The John Paul II Institute for Marriage and Family
(Melbourne); antiguo ministro de la Uniting Church en Australia.

Reverendo Timothy Perkins,  Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Chad Pirotte,  Instructor, School of Faith (Kansas City); antiguo pastor presbiteriano.

Dale Pollard,  Profesor de Sociología y Liderazgo, Trinity Western University; Director, 8th
Day Community (sin fin de lucro); antiguo pastor en Assemblies of God.

Steve Ray,  autor; conferenciante; productor; guía de peregrinajes.

Mark Regnerus, Profesor Adjunto de Sociología, University of Texas at Austin; Socio
Pricipal, Austin Institute for the Study of Family and Culture.

Reverendo Carl Reid, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Jay Richards,  Profesor Adjunto de Investigación, School of Business and Economics, The Catholic
University of America; Editor ejecutivo, The Stream.

Keith A. Rickert Sr.  antiguo sacerdote en la  International Communion of The Charismatic
Episcopal Church.

Anna Rist,  autora.

John Rist,  Profesor Emérito de Filosofía y los Clásicos, University of Toronto.

Christopher C. Roberts,   autor; candidato al diaconato, St. Charles Borromeo Seminary.

Reverendo Patrick Rohen,  Capellán (Captan), Ejercito de los Estados Unidos (retirado); antiguo ministro
evangélico.

Reverendo Richard Rojas,  Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Devin Rose, apólogo católico; autor.

Austin Ruse, Presidente, Center for Family & Human Rights (C-Fam).

Cathy Ruse, Socia Principal en Derecho, Family Research Council.

Karen Sadock,  Catequista; antigua candidata al sacerdocio en la iglesia Episcopal.

Reverendo John Saward, Sacerdote a Cargo, SS. Gregory and Augustine, Oxford; Socio, Blackfriars
Hall, Oxford University; antiguo clérigo anglicano.

Marianne Scarborough, ex Catedrática de Historia Antigua, Salisbury University (MD);
antigua misionera anglicana.

Joshua W. Schulz,  Profesor Adjunto de Filosofía, DeSales University; editor, Maritain
Notebook.

Rebecca Samuel Shah,  Investigadora Adjunta, The Berkley Center for Religion, Peace and World
Affairs, Georgetown University.

Timothy Shah,  Director Adjunto de The Religious Freedom Project, The Berkley Center for
Religion, Peace, and World Affairs, Georgetown University.

Mark Shiffman,  Profesor Adjunto, Facultad de Humanidades, Villanova University.

Reverendo Chori Seraiah y Sra. Catherine Seraiah, Ordinariato Personal de la Silla de San
Pedro; antiguo sacerdote Episcopal.

Richard Upsher Smith, Jr.  Profesor de los Clásicos, Franciscan University of Steubenville;
antiguo sacerdote de la Anglican Church of Canada y de ECUSA.

  1. J. Snell, Profesor de Filosofía, Eastern University; Director ejecutivo, The Agora
    Institute for Civic Virtue and the Common Good.

Tim Staples, Director of Apologética y Evangelización, Catholic Answers.

Monseñor Jeffrey Steenson, Ordinario, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro; antiguo
Obispo de la Diócesis del Río Grande en la Episcopal Church USA.

Diácono Mark Stockstill, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro, antiguo sacerdote episcopal.

Reverendo D. Paul Sullins, Profesor Investigador en Sociología, The Catholic University of America;
Socio Principal, Marriage and Religion Research Institute (MARRI); antiguo clérigo anglicano
Bruce Sullivan,   catequista parroquial; Asesor, Coming Home Network International; antiguo
ministro en Church of Christ.

Karen Taliaferro,  Socia de Investigación Posdoctoral, James Madison
Program in American Ideals & Institutions, Princeton University.

Charles G. Tate,  Juez Especial de Distrito (Retirado), State of Oklahoma; antiguo pastor protestante.

Rebecca Ryskind Teti,  Directora de Programas para la Mujer, Our Lady of Bethesda Retreat Center.

Paul Thigpen,  autor; Profesor de Teología (jubilado), Southern Catholic College; ex
miembro del National Advisory Council of the U.S.C.C.B.; antiguo pastor protestante y
misionero.

Reverendo Pedro Toledo,  Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro; antiguo sacerdote Episcopal
Hilary Towers,  Psicóloga del Desarrollo; autora.

Reverendo Vaughn A. Treco,  Capellán, The Society of Saint Bede the Venerable Chaplain &
Teacher, Providence Academy; antiguo clérigo anglicano.

Wesley Vincent,  Psicólogo Clínico.

Reverendo William G. Waun, Ordinariato Personal de la Silla de San  Pedro; antiguo sacerdote Episcopal.

Monseñor Peter Wilkinson,  Prelate of Honour; antiguo Arzobispo de la Anglican Catholic
Church of Canada.

Reverendo Kenneth T. Wolfe, Ordinariato Personal de la Silla de San Pedro; antiguo sacerdote Episcopal.

Joseph R. Wood,  Profesor, Institute of World Politics.

Stephen Wood,  Presidente, Family Life Center International; antiguo ministro en la
Presbyterian Church in America.

[Traducido por Enrique Treviño]

Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

El patriarca melquita corrige al cardenal panameño: «Jesús corrige a Moisés»

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16 octubre, 2015

Entre los fieles obispos polacos que se han mantenido firmes en contra de la actual tendencia de intentar que la Iglesia acepte el divorcio, el adulterio, la fornicación, el aborto, la sodomía y la ideología de género, el arzobispo Stanislaw Gadecki es el más notable.

El Toronto Catholic Witness  ha hecho a la Iglesia un gran servicio al publicar la noticia según la cual el arzobispo Gadecki ha dado la vuelta a las medidas para «amañar» con la antitransparencia  el Sínodo de los Obispos; medidas que el papa Francisco y el cardenal Baldisseri han impuesto (incluyendo ruedas de prensa para la desinformación).  Gadecki ha estado tomando notas de las intervenciones de cada obispo y publicándolas (en su blog) para que la Iglesia, especialmente la Iglesia polaca, se entere de lo que realmente está ocurriendo en el Sínodo. [ÚLTIMAS NOTICIAS: Evidentemente el cardenal Baldisseri no aprueba que el arzobispo Gadecki esté ayudando a mostrar lo poco que corresponden las ruedas de prensa a la realidad, así que lo publicado por Gadecki acerca de las intervenciones ha sido suprimido. Sin embargo, Rorate Caeli ha conservado las notas de Gadecki y se encuentran disponibles aquí.]

Gracias al arzobispo Gadecki, tenemos conocimiento de que el lunes 5 de octubre, el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuan, presidente de la conferencia panameña de obispos y nombrado relator del Sínodo por el papa Francisco, tuvo la osadía de proponer que la Iglesia abandone las enseñanzas de Jesucristo acerca del matrimonio y el divorcio y regrese a la Ley de Moisés, profeta a quien blasfemamente declaró ser más misericordioso que Jesucristo mismo, Fuente de Misericordia.

Gadecki citó a Lacunza de la siguiente manera:

«Moisés se acercó al pueblo y cedió el paso. De la misma forma, hoy, la “dureza de los corazones” se opone al plan divino. ¿Acaso Pedro no puede ser misericordioso como lo fue Moisés?»

¿Moisés «se acercó al pueblo y cedió el paso»? No, Moisés permitió el divorcio porque esa calamidad era preferible a la práctica de los maridos de matar a la esposa, de la que ya se habían hartado, para deshacerse de ella.  ¿En qué sentido es más misericordioso para la Iglesia permitir la desgarradora destrucción de los matrimonios que una llamada caritativa al pueblo para observar los mandamientos de Jesucristo?  ¿Ha leído alguna vez el cardenal Lacunza que el castigo que prescribe la Torah por adulterio no es simplemente la proscripción a la Sagrada Comunión, sino la muerte?

Este es un ataque infame, no solo a la Sede de san Pedro, al insinuar que sostener la verdad de Cristo acerca del matrimonio es menos  misericordioso que Moisés permitiendo a los hombres divorciarse de sus mujeres por cualquier causa, sino también por su negación de Cristo mismo, quien ha dicho que el divorcio, y un segundo matrimonio, es adulterio y un pecado mortal.

Respondiendo a Lacunza, según Gadecki, el patriarca griego-melquita de Antioquía, Su Beatitud Gregory III Laham, dijo:

«Debemos referirnos siempre al “sacramento del matrimonio” y no al “matrimonio”, para así mostrar la belleza espiritual del mismo. Para poder asistir a los cónyuges debemos mostrarles una visión imperecedera y espiritual del matrimonio. Muchas veces no nos unimos a esa visión positiva del matrimonio y la familia. Jesús corrigió a Moisés. El matrimonio disoluble está en contra de su misma naturaleza».

San Pablo dijo a los corintios que la Antigua Alianza, gloriosa cual es, fue, no obstante, la administración de la muerte, mientras que la Nueva Alianza es la administración del espíritu (2 Co.  3, 6-9). ¿Cómo es posible que un obispo —que no es decir poco— piense que porque la Ley Mosaica tolera el repudio del cónyuge, algo que Dios ha declarado detestable (Ml, 2:16), esta es superior a la ley de Cristo que rechaza el divorcio? ¿Cómo es posible que la letra, que mata, sea mejor que el espíritu que da vida? ¿Cómo puede la austera y santa justicia de la Ley de Moisés ser más misericordiosa que la santa gracia y misericordia de la ley de Cristo?  Es una verdadera tergiversación orwelliana decir que la Iglesia debe tolerar la dureza de corazón ¡y llamar a eso «misericordia»!  ¿Cómo ha de avanzar el plan salvífico divino retrocediendo en la historia de la salvación a los días de Moisés, mucho antes del albor de la Luz de Cristo, aquella que Moisés anhelaba?  ¿Estará Lacunza enterado de la Transfiguración, cuando los dos grandes profetas del Antiguo Testamento, Moisés y Elías permanecieron en silencio mientras la Voz Celestial nos conminaba a escuchar a su Hijo amado?  ¿Si  Moisés y Elías adoraron a Nuestro Señor, cómo se atreve un obispo a sugerir que adoremos a  Moisés en vez de a Nuestro Señor?

Con obispos como Lacunza —y lamentablemente hoy en día el episcopado está lleno de otros como él— no es de extrañar que tantos católicos vaguen como corderos sin pastor.

[Traducido por  Enrique Treviño. Artículo original]

Tomado de:

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¿Existe todavía el sentido del pecado entre los padres sinodales?

obispos

15 octubre, 2015

Los trabajos del Sínodo están confirmando la existencia al interior de la Iglesia Católica de un claro desencuentro entre dos minorías. Por una parte, un puñado de padres sinodales decididos a defender la moral tradicional; por otro, un grupo de innovadores que al parecer han perdido la fe católica.

Entre ambas minorías hay, como siempre, un centro blando y vacilante
integrado por los que no se atreven ni a defender ni a atacar la verdad y se basan en consideraciones más ligadas a interese personales que al debate doctrinal. En el debate sobre la primera parte del Instrumentum laboris, los prelados innovadores han hecho oír su voz sobre todo en dos de los 14 círculos menores: el Anglicus C y el Germanicus.


Examinemos por un momento la sección central de la relación del Circulus gemanicus,
que ha tenido por relator al flamante arzobispo de Berlín monseñor Heiner Koch y como moderador al arzobispo de Viena, cardenal Christoph Schönborn. Los obispos alemanes esperan que en el documento final no prevalezca un lenguaje negativo que aleje y condene al estilo forense (“eine negativ abgrenzende und normativ verurteilende Sprache (forensischer Stil)”), sino un lenguaje positivo que refleje la evolución de la postura cristiana y sea capaz de expresar implícitamente lo que es incompatible con las posturas cristianas (eine positive, die christliche Position entfaltende Sprache, die damit implizit zur Sprache bringt, welche Positionen christilich inkompatibel sind”). «Esto afecta también la disponibilidad (cf. Gaudium et Spes) para acoger los avances positivos de la sociedad» (“Dazu gehört auch die Bereitschaft (cf. Gaudium et Spes), von der Gesellschaft positive Entwicklungen aufzugreifen”).


Para entender qué se oculta tras este lenguaje ambiguo, es menester releer los pasajes centrales de la entrevista
realizada el pasado 26 de septiembre al cardenal Christoph Schönborn por el padre Antonio Spadaro para la Civiltà Cattolica. El arzobispo vienés afirma que es necesario «tomar conciencia de la dimensión histórica y social del matrimonio y de la familia».


En efecto, explica:
«Con demasiada frecuencia los teólogos y obispos, pastores y custodios de la doctrina, olvidamos que la vida humana se desenvuelve en unas condiciones que vienen impuestas por la sociedad: condicionamientos psicológicos, sociales, económicos y políticos, y en un contexto histórico determinado. Hasta ahora ha faltado esto en el Sínodo. (…). Habremos de observar las numerosas situaciones de convivencia no sólo desde el punto de vista de lo que falta, sino también de lo que ya se avizora, de lo que ya está presente. (…) Quienes tienen la gracia y la alegría de poder vivir el matrimonio sacramental en la fe, la humildad y el perdón recíproco, con confianza en Dios, que actúa a diario en nuestra vida, saben percibir en un matrimonio, en una pareja de hecho, en una pareja de convivientes, elementos de verdadero heroísmo, verdadera caridad, verdadera entrega mutua. Aunque digamos: «No hay todavía una realidad plena del sacramento». Pero ¿quiénes somos nosotros para juzgar y afirmar que no existen ellos elementos de verdad y de santificación? (…) No oculto, en este sentido, que me ha chocado un modo puramente formalista de argumentar blandiendo el hacha del intrinsece malum (…). La obsesión del intrinsece malum ha empobrecido de tal forma el debate que nos hemos privado de un amplio abanico de argumentos a favor de la unidad, de la indisolubilidad, de la apertura a la vida, del fundamento humano de la doctrina de la Iglesia. Hemos perdido el placer    de un discurso sobre estas realidades humanas. Uno de los elementos fundamentales del Sínodo es la realidad de la familia cristiana, no desde un punto de vista escluyente, sino incluyente.  (…) Se dan también situaciones en las que el sacerdote, el orientador, que conoce el foro interno de las personas, puede llegar a decir: “Vuestra situación es tal que, en conciencia, en vuestra conciencia y en la mía de pastor, os veo un lugar en la vida sacramental de la Iglesia”. (…) Soy conscientes de que al decir esto algunos se escandalizarán… Pero siempre se puede aprender algo de las personas que objetivamente viven en una situación irregular. El papa Francisco quiere educarnos en este sentido» (Matrimoni e conversione pastorale. Intervista al cardinale Christoph Schönborn, por Antonio Spadaro S.J., en Civiltà Cattolica,  Quaderno n° 3966 del 26/09/2015, pp. 449-552).


Esta entrevista se puede leer in parallelo con la de otro padre sinodal, de formación cultural germánica:
Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto,  secretario especial de la asamblea general ordinaria del Sínodo. En sus declaraciones a Avvenire del pasado 19 de septiembre, monseñor Forte ha dicho que el Instrumentum laboris manifesta «comprensión hacia lo que hay de positivo, incluso cuando, como en el caso de las parejas de hecho, nos encontramos ante una positividad incompleta. Los criterios para mirar con comprensión a los convivientes los imponen en su unión el deseo de fidelidad, de estabilidad, de apertura a la vida. Así como cuando se entiende que este deseo puede verse coronado por el sacramento del matrimonio. Precisamente por esto hay que acompañar en este camino de maduración. Si, por el contrario, la convivencia es episódica, todo se vuelve más difícil y es importante encontrar un modo de poder avanzar hacia una maduración más significativa. (…) Cuando la convivencia es irreversible, sobre todo cuando han nacido hijos de la nueva unión, dar marcha atrás supondría faltar a los compromisos adquiridos. Compromisos que conllevan deberes morales que se cumplen con espíritu de obediencia a la voluntad de Dios, que pide fidelidad a esta nueva unión. Cuando se dan estos presupuestos, puede estudiarse una integración cada vez más profunda en la vida de la comunidad cristiana. ¿Hasta qué punto? Ya lo hemos dicho. Al Sínodo le corresponderá proponer y al Papa decidir».

Como ponen de manifiesto las citadas entrevistas, los problemas de la familia se afrontan de un modo meramente sociológico, sin la menor alusión a principios que trasciendan la historia. Para monseñor Schöborn y monseñor Forte, eI matrimonio y la familia no son instituciones naturales que han acompañado al hombre desde los principios de la civilización. Instituciones que ciertamente nacen y viven en la historia, pero que por hundir sus raíces en la naturaleza misma del hombre están destinados a sobrevivir en todo tiempo y lugar como célula básica de la convivencia humana.

Sostienen que la familia está sujeta a la evolución dialéctica de la historia, y por tanto asume nuevas formas dependiendo del momento histórico y de los “avances positivos de la sociedad”. El lenguaje positivo del que habla el Circulus germanicus quiere decir que la Iglesia no debe pronunciar la menor condena, porque es preciso entender los aspectos positivos del mal y del pecado. Hablando con propiedad, para ellos el pecado no existe, porque todo mal es un bien imperfecto e incompleto.

Estas aberraciones se basan en una deliberada confusión entre el concepto metafísico y el concepto moral del bien y el mal.
Es más, desde el punto de vista filosófico está claro que Dios, que es el Sumo Bien, no ha creado nada de malo ni imperfecto en el universo. Pero la libertad humana también es parte de la creación, y esta libertad posibilita que la criatura racional se aleje de Dios. Esa aversio a Deo de la criatura racional es un mal que se define con propiedad como pecado. Pero la noción de pecado está ausente en la perspectiva del purpurado, así como en la del secretario especial del Sínodo.


Al negar la existencia del intrinsece malum, el cardenal Schönborn niega verdades morales como aquella según la cual
“existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto”. (Juan Pablo II, Exortación apostólica Reconciliatio et paenitentia, nº. 17), y refuta en su totalidad la encíclica Veritatis Splendor, promulgada precisamente para reafirmar, contra la “ética situacional” que volvía a asomar la cabeza, la existencia de los absolutos morales.

En esta perpectiva se disuelve, no sólo la noción de ley divina y natural, como raíz y fundamento del orden moral, sino también la noción de la libertad humana. La libertad es de hecho la primera raíz subjetiva de la moral, así como la ley natural y divina constituye la forma objetiva de éstas. Sin ley divina y natural no existen el bien y el mal, porque la ley natural es lo que permite a la inteligencia conocer la verdad y a la voluntad amar el bien. La libertad y la ley son dos situaciones del orden moral.

Existe el pecado porque existen absolutos morales. Y existen absolutos morales porque existe el pecado. El pecado es un mal absoluto porque se opone al Bien absoluto, y es el único mal, porque se opone a Dios que es el único Bien.
El origen de toda situación de miseria e infelicidad humana no es de naturaleza política, económica o social; se remonta al pecado, original y actual, cometido por el hombre. El hombre «peca mortalmente (…) cuando consciente y libremente elige un objeto gravemente desordenado, sea cual fuere el motivo de su elección» (Congregación para la Doctrina de la Fe, declaración Persona humana del 7 de noviembre de 1975, nº. 10, par. 6).


Hay pecados que, según la Escritura, claman venganza al Cielo, como el de la sodomía
(Gn, 18, 20; 19, 13), pero también existe la infracción del sexto mandamiento, que prohíbe toda unión sexual fuera del matrimonio. No se puede admitir un “lenguaje positivo” que bendiga esas uniones. Pío XII decía que «tal vez el pecado más grande del mundo actual sea que los hombres ha empezado a perder el sentido del pecado» (Alocución del 26 de octubre de 1946). Pero, ¿qué pasa cuando son los hombres de la Iglesia los que pierden el sentido del pecado, y con ello la fe?

Roberto de Mattei

[Traducido por J.E.F]

Herejías y desviaciones del camino neocatecumenal

kiko arguello

13 octubre, 2015

Publicamos la siguiente carta de unos lectores, cuya identidad y honestidad están plenamente acreditada por esta web. Las negritas son nuestras.

 
Señor Director:

Por la presente acercamos a Ud. una denuncia que previamente fue enviada a cuatro Dicasterios Vaticanos, pero que nunca ha sido contestada en estos últimos dos años.  Lo hacemos con el deseo y la esperanza de que pueda contribuir a alertar a las personas acerca de las prácticas y enseñanzas de esta agrupación, y esperamos que algún día la Iglesia como Madre, lo investigue seriamente para el bien de las almas. Este movimiento tiene incluso algunas aprobaciones eclesiásticas, y bendiciones apostólicas. Mi esposa y yo dejamos el Camino con un gran dolor y  tormento moral, a causa de innumerables maltratos de parte de los integrantes y de  los catequistas  de una comunidad  de la cual formábamos parte. He aquí algunos  aspectos de la vivencia, ocultos a simple vista, y que a continuación enumeraremos:

  1. No se puede discutir con los catequistas. Discutir con los catequistas es no querer escuchar la voluntad de Dios. Discutir significa ir contra la obediencia. (Se insistía mucho en ser obediente al catequista, como quien obedece a Dios).
  2. En la relación con el dinero, el desprendimiento tiene que ser tal que se debe estar dispuesto a hacer con él todo lo que los catequistas indiquen. Instrumentalizando la palabra de Dios, se manipula a las personas para que realicen continuos desembolsos en beneficio de la evangelización, la construcción de edificios fastuosos en todo el mundo, etc.
  3. Se pide sinceridad absoluta con los demás acerca del fuero interno: lo mínimo que se piensa o se sienta contra el otro debe ser puesto en común. Si se ha murmurado de alguien hay que explicitarlo frente a la comunidad, y se le debe hacer saber. El no hacerlo implica  que “en realidad no se quiere al otro sino a uno mismo”. (Porque el amor no pasa por convivir en paz con  los hermanos, sino en perdonar y ser perdonado en un clima de una total Se asume el pecado de murmuración como uno de los más graves, ya que destruye la comunidad, que es Jesucristo mismo). Sigue leyendo

¿Es del Espíritu Santo la propuesta de Kasper?

kasper1 8 octubre, 2015

En la inauguración del Sínodo contra la Familia®, el Sumo Pontífice habló a los padres sinodales de la necesidad de “abrirse al Espíritu Santo, con valor de apóstol, humildad evangélica y oración confiada para que Él nos guíe e ilumine y no nos ponga ante los ojos nuestras opiniones personales, sino la fe en Dios, la fidelidad al Magisterio, el bien de la Iglesia y la salus animarum” (las negritas son mías).

Dada la certeza moral de que Francisco tiene intención de eliminar la práctica eclesial de negar la Sagrada Comunión a los adúlteros, el Santo Padre está diciendo en esencia a los obispos que escuchen al Espíritu Santo, que según él les está diciendo que les den la Eucaristía a adúlteros que no tienen un propósito firme de enmienda.

Meditémoslo por unos momentos. Las Sagradas Escrituras están inspiradas por el Espíritu Santo. De ello no cabe la menor duda. La Palabra de Dios enseña lo siguiente: “Quien come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor.” (1 Cor. 11,27) Dicho de otro modo: el Espíritu Santo ya nos ha enseñado que si se recibe la Sagrada Eucaristía en pecado mortal (y los adúlteros están objetivamente en pecado mortal) se comulga la propia condenación. Sigue leyendo

El Papa recibe curioso mensaje en su propio periódico: el enigma de Mario Palmaro

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8 octubre, 2015

No hay nada que tenga más sentido: Mario Palmaro, el gran escritor católico Tradicionalista, que murió muy joven en 2014, fue un ejemplo para todos. ¿Pero por qué hay una página entera en homenaje a Mario Palmaro, una aparente publicidad, en la página 4 de la edición de hoy (8 de octubre) de L’Osservatore Romano, justo en medio del Sínodo? ¿Es el aniversario del cumpleaños o de la muerte del difunto escritor? No, no se trata de eso: Palmaro nació el 5 de junio de 1968 y murió el 9 de marzo de 2014. ¿Acaso se está publicitando nuevamente alguno de sus libros? No precisamente. Incluso la biografía que sobresale en el supuesto anuncio fue publicada hace meses, en marzo 2015.

Tal como explica el periodista italiano, Sandro Magister (en Italiano), se trata del segundo aniversario del artículo “No nos gusta este Papa” (Questo papa non ci piace), que Palmaro y su amigo Alessandro Gnocchi publicaron en Il Foglio en 2013, como parte de una serie de artículos que criticaban severamente al pontífice electo ese año, por la manera en que usaba los medios de comunicación y la popularidad para imponer cambios en la Iglesia de una manera casi insidiosa (en su opinión).

¿Puede un papa ser “querido” o no?  En su última entrevista, Palmaro explicó:

El hecho de que un papa sea “querido” por el pueblo es completamente irrelevante para la lógica de los dos mil años de Iglesia: el papa es el Vicario de Cristo en la tierra y tiene que agradar a Nuestro Señor. Esto significa que el ejercicio de su poder no es absoluto, sino que está subordinado a la enseñanza de Cristo que se encuentra en la Iglesia Católica y en sus tradiciones, y es alimentada por la vida de la Gracia a través de los Sacramentos.

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Sordomudos de nacimiento y sordomudos de conveniencia

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8 octubre, 2015

[1]

(Mc 7: 31–37)

Amados hermanos en el Corazón de Nuestro Señor y en el de la Virgen María Nuestra Madre:

En el día de hoy, Domingo XI después de Pentecostés y según la llamada Forma Extraordinaria del Rito Romano de la Santa Misa, propone la Iglesia para nuestra consideración un fragmento del Evangelio de San Marcos en el que se narra otro acontecimiento de la Vida del Señor.

Cuenta el texto que encontrándose Jesús, como de costumbre, rodeado de una gran muchedumbre, llevaron ante Él un sordomudo rogándole que le impusiera las manos. El Señor le apartó de la gente, le introdujo los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Suspiró Jesús y, elevando los ojos al cielo, dijo:

—Effetha —que significa: Ábrete.

Se le abrieron al sordomudo los oídos y comenzó a hablar con normalidad. Ante la admiración de las gentes, las cuales comenzaron a proclamar la maravilla que habían presenciado a pesar de las advertencias de Jesús para que callaran.

La narración nos presenta, por lo tanto, la curación milagrosa de un pobre infeliz. Sordo de nacimiento y también mudo como consecuencia. Por lo que podríamos comenzar esta disertación diciendo que existen dos clases de sordomudez: una de nacimiento y otra bien distinta que posee la particularidad de ser enteramente voluntaria. Más rara la primera en cuanto a casos existentes y mucho más generalizada la segunda; por más que pueda sonar a extraña esta afirmación. Sigue leyendo

Cardenal Müller presenta libro Dios o nada, conversaciones sobre la Fe, del Cardenal Sarah

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7 octubre, 2015

Desde que el Cardenal Gerhard Müller presentó en Rogensburg la traducción del libro Dios o nada, del Cardenal Robert Sarah, mucho se ha hablado de las serias advertencias que ofrece acerca de que la Iglesia Católica puede estar al borde del Cisma; hoy, en  1.517, la confusión nace en Alemania.

El pasado día 1 de septiembre de 2.015, el Cardenal Sarah (Prefecto de la Congregación para el Culto Divino), fue testigo del sermón del Cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; Müller, dio una profunda lección de como la verdadera pobreza, ejemplificada por la vida y las creencias tan fuertes como ortodoxas del Cardenal Sarah, ha de ser entendida como un “completo y franco celo apostólico” y no como una falsa doctrina que se dobla ante el capricho de las actuales preferencias de la Europa post-moderna.

A continuación, les dejamos nuestra traducción de los principales extractos del texto original en alemán proporcionados por el portal web del Vaticano:

Dios o Nada

Pensamientos concernientes al libro del Cardenal Robert Sarah,

por el Cardenal Gerhard Müller

Ante todo, quisiera agradecerle al Cardenal Robert Sarah el Testimonio de Fe que nos ofrece en su libro Dieu ou rien. Entrettien sur la foi (Dios o nada. Conversaciones sobre la Fe), publicado recientemente. Al mismo tiempo, felicito a los alemanes porque ahora podrán conocer en su propio idioma, la riqueza del pensamiento de un gran teólogo y hombre espiritual. Sigue leyendo