DE LA GLORIA DEL OLIVO (VI)

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El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Conclusión)

Como sabe cualquier católico, las fuentes de la Revelación son solamente dos: la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica. La Iglesia no ha reconocido nunca la interpretación subjetiva individual de tales fuentes, que es lo que pretendía la herejía de Lutero al preconizar la libre y personal interpretación de la Biblia, rechazando además la Tradición. Es la Iglesia como tal, y solamente Ella a través de su legítimo Magisterio, la que goza de la asistencia del Espíritu Santo para interpretar con garantía los datos de la Revelación. La Revelación escrita (Sagrada Escritura) quedó definitivamente cerrada con la muerte del último Apóstol. La Tradición Apostólica, a su vez, procede de los Apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesucristo, además de lo que aprendieron del Espíritu Santo.

Como hemos dicho, no existe en la Iglesia la posibilidad de la interpretación individual de la Revelación. La infalibilidad de la Iglesia para interpretarla y enseñarla está garantizada por la asistencia del Espíritu Santo y realizada a través del auténtico y legítimo Magisterio. El cual ha ido profundizando en la Doctrina revelada a través de los siglos, aunque manteniendo siempre la inmutabilidad del dato revelado, puesto que no puede el hombre añadir ni quitar nada a las palabras reveladas por Dios.

De lo cual se deduce la importancia fundamental y transcendental del Magisterio Eclesiástico. El mismo que, asistido por el Espíritu, se ha mantenido incólume e inmutable a través de veinte siglos. De esta manera, es la única garantía que posee el cristiano de que lo enseñado por la Iglesia es exactamente el contenido fiel de la auténtica Revelación. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (V)

Petrus Romanus

 El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Quinta Parte)

Llegados a este punto conviene introducir un a modo de paréntesis en esta extraordinaria historia —más fantástica que una narración dantesca y más difícil de entender en todo su significado que cualquier construcción de la imaginación humana—. Se trata de una interrupción necesaria, a modo de recordatorio para los lectores, motivada por las necesidades de clarificación para el mejor entendimiento de la cuestión, lo que permitirá aportar algunos detalles que facilitarán la mejor comprensión de lo que aquí se dice.

Ya hemos dicho repetidamente, en esta explanación de la Profecía de San Malaquías que estamos llevando a cabo, que el lema correspondiente al Pontificado de Benedicto XVI es el De la Gloria del Olivo. El cual ocupa el penúltimo lugar en la lista, puesto que la Profecía señala como el último de todos, perteneciente al Pontificado que tendrá lugar en los momentos finales de la Historia, a un cierto Petrus Romanus (Pedro Romano). Personaje misterioso este último, acerca del cual los comentaristas han imaginado multitud de hipótesis a lo largo de los siglos. Aunque lo que sí queda bien claro en la Profecía es que el Papa a quien corresponde tal lema coincidirá con el final de la Historia de la Iglesia y de toda la Humanidad, a la que habrá llegado el momento de ser juzgada por el Supremo Juez en su Segunda y Definitiva Venida.

El nombre de Pedro Romano aparece rodeado del más profundo misterio, dentro del contenido de una Profecía que, en el caso de que se quiera admitir como cierta, ya es de suyo suficientemente enigmática. Es curioso anotar que, a lo largo de la Historia de la Iglesia, ningún Papa ha querido atribuirse el nombre de Pedro; sin duda alguna por respeto y devoción a San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Primer Papa de la Institución de Salvación fundada por Jesucristo. El hecho pertenece a la Historia, y escapa, por lo tanto, a cualquier otro tipo de especulación que no sea propiamente histórico. Tal nombre —el de Pedro— ha quedado reservado, prácticamente según la Profecía, al Papa que cerrará la Historia y que coincidirá con la Segunda y Definitiva Venida del Supremo Juez. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (IV)

Concilio Vaticano II 50 anniversario della solenne apertura

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Cuarta Parte)

 

Dentro del terreno de la hipótesis en el que nos estamos moviendo, si damos por cierta la profecía de San Malaquías y tenemos en cuenta el lema De la Gloria del Olivo aplicado al Pontificado de Benedicto XVI… Si, por otra parte, aceptamos la realidad de los incalificables horrores padecidos por Jesucristo en la Noche del Huerto de los Olivos… Horrores que se tradujeron en ese momento en un auténtico triunfo de Satanás, contemplados por él con pretendida Gloria a través de los árboles del Huerto —la Noche de la Gloria del Diablo ante los Olivos de Getsemaní—…, la aplicación de aquellos sucesos, como algo paralelo al momento de crisis de la Iglesia que parece haber alcanzado su cenit en el Pontificado de Benedicto XVI (aunque haría definitivamente eclosión en el siguiente), parece enteramente plausible.

Jamás, a lo largo de toda su Historia, había sufrido la Iglesia una crisis tan grave como la actual. Tanto y de tan gran calibre, que bien se puede decir, sin exageración alguna y mal que pese a los neocatólicos y mentirosos, que parece muy capaz de hacerla desaparecer. Si bien, para los muchos católicos de buena voluntad que mantienen su fe y que sufren confundidos, siempre queda el consuelo de las palabras inconmovibles del Señor referidas a la Iglesia: Y las Puertas del Infierno no prevalecerán contra ella.

Durante mucho tiempo, en la etapa que siguió inmediatamente a la terminación del Concilio Vaticano II, se estuvo proclamando a los cuatro vientos un momento triunfalista de la Iglesia a todas luces exagerado, cuando no falso: La famosa Primavera de la Iglesia, o el Nuevo Pentecostés, pregonado en todas partes por el Papa Juan Pablo II, etc., etc. Después, a lo largo de los años y cuando la debacle se hizo demasiado patente, se optó por el silencio. Pero siempre sin reconocer jamás que la crisis se había originado, sobre todo, a partir de las torcidas interpretaciones del Concilio llevadas a cabo por Grupos interesados. Tampoco se reconoció nunca que los mismos Documentos Conciliares ya habían sido previamente manipulados al efecto, con el fin de hacerlos susceptibles de variadas formas de ser entendidos. Acerca de las cuales, los Elementos de Presión —neomodernistas— se encargaron sabiamente de conducir las aguas a su propio molino. Sin que les fuera puesto coto alguno.

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DE LA GLORIA DEL OLIVO (III)

 

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El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

 (Tercera Parte)

3. De la Gloria del Olivo

Antes de comenzar el comentario al lema De la Gloria del Olivo, contenido en la Profecía de San Malaquías y referido al Papa Benedicto XVI según la enumeración allí contenida, conviene tener en cuenta que el lenguaje profético no se ha hecho para que lo entienda todo el mundo. Incluso puede suceder, cosa que parece normal dentro de lo que significa el carisma de profecía, que haya sido formulado para ser entendido por muy pocos o incluso por nadie, a pesar de que está ahí y bien patente a veces: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; pero a los demás, sólo a través de parábolas, de modo que viendo no vean y oyendo no entiendan.[1] Las profecías de Jesucristo acerca del fin del mundo son claras y enteramente inteligibles, y las señales de las que en ellas se habla tienen poco de misterioso y sí mucho de clamorosas y de patéticas: a pesar de lo cual no serán reconocidas prácticamente por nadie. Pero incluso esto último también está anunciado que sucederá así.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

A veces Jesucristo habla proféticamente con la expresa intención de que lo entienda quien pueda. Algo así como si se dijera, quien pueda cogerlo, que lo coja. De tal manera que se sobreentiende que puede haber alguien que comprenda su significado, aunque es posible también que nadie alcance a entenderlo: Cuando veáis la abominación de la desolación, que predijo el profeta Daniel, erigida en el lugar santo —quien lea, entienda—…[2] La profecía está ahí, si acaso alguien logra comprenderla, si bien se da la circunstancia de que, al menos hasta ahora, nadie ha conseguido saber a ciencia cierta acerca de lo que consiste la abominación de la desolación sentándose en el lugar santo. Y sin embargo ha sido pronunciada para que los discípulos conozcan que, cuando se produzca tal circunstancia, es que ha llegado el momento del Final de la Historia de la Humanidad.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Vistas así las cosas, parece razonable pensar que el profeta no habla por hablar. Como si lo hiciera a sabiendas de que su anuncio carecería de utilidad en cuanto que no iba a ser entendido por nadie. Pero tratándose de cosas serias, como efectivamente es el caso, no es admisible tal consideración y menos todavía cuando se refieren al mismo Jesucristo. Por eso es de suponer que está en la mente del profeta que sus palabras siempre serán entendidas por algunos, los cuales es posible que no pasen de ser una ínfima minoría —tal vez loselegidos, o una parte de los elegidos—. Quienes, a su vez, tampoco seguramente serán creídos por nadie. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (II)

 

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Segunda Parte)

1. Pensamiento de J. Ratzinger–Benedicto XVI

Por más que pese a sus entusiastas, cuyo conocimiento de la realidad de los hechos suele ser más bien escaso, el Pontificado de Benedicto XVI agravó la crisis que sufría la Iglesia, que ya había comenzado desde el Concilio y que luego alcanzó su culminación con el del Papa Francisco.[1] El común de los fieles suele leer muy poco y no anda muy avezado en la búsqueda de la verdad, por lo que desconoce el pensamiento de los que realmente hicieron el Concilio (y de todo el conjunto de sus padres en la fe, los filósofos idealistas alemanes). Tampoco es muy profundo su conocimiento acerca de la influencia que el pensamiento filosófico ejerce en la vida de la sociedad (en realidad es lo que la determina), por lo que no tiene constancia del papel decisivo que el pensamiento idealista–inmanentista de J. Ratzinger ha desempeñado como concausante de los presentes problemas que sufre la Iglesia. Nadie es más atrevido que quien ignora, y el Sistema lo sabe bien, como buen experto que es en el arte de manejar la mentira y de conducir a las masas.

Lo que no impide que existan bastantes puntos que anotar en favor de Benedicto XVI. Fue él quien liberó la Misa Tradicional, después de cuarenta años de haber permanecido ilícitamente prohibida (Pablo VI declaró falsamente que había sido abrogada). Levantó las dudosas excomuniones que habían sido lanzadas contra los cuatro Obispos de la Sociedad de San Pío X. Y ordenó hacer las pertinentes correcciones de los errores contenidos en las traducciones vernáculas de la Misa del Novus Ordo.[2] Después de su renuncia hizo algunas declaraciones en contra del intento de administrar la Sagrada Comunión a los divorciados y vueltos a casar (adúlteros). Son muchos los que ponderan sus esfuerzos por poner a tono el Concilio y presentarlo como en continuidad con la Tradición, tarea para la cual elaboró su teoría de la hermenéutica de la continuidadque luego rectificó y completó con la de la continuidad en la reforma.

Si bien, desgraciadamente, este último punto está en flagrante contradicción con todos sus escritos anteriores (nunca rectificados) y con la continuidad de sus actuaciones. Una cuestión muy discutida acerca de la cual hablaremos después. Algo parecido habría que decir acerca de algunos intentos suyos en los que parecía rectificar ciertos puntos fundamentales de su doctrina referentes a la Redención y la Pasión de Jesucristo. Tampoco parece nada claro que su pensamiento haya cambiado acerca de esta cuestión a la que ahora mismo vamos a dedicar alguna consideración. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (I)

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Primera Parte)

 

1. Introducción

De la Gloria del Olivo, traducido del latín De Gloria Olivæ, es el lema que la lista de Papas de la llamada Profecía de San Malaquías atribuye a Benedicto XVI.[1]

San Malaquías

San Malaquías

Advierto de antemano que no voy a insistir en lo ya dicho en mi ensayo sobre Pedro Romano. Es bien sabido que es ésta una profecía de carácter privado (aunque reconocida como seria), y de ahí que no goce de sanción oficial alguna. Por otra parte, tampoco ha sido nunca aprobada ni rechazada por la Iglesia. Por lo que existen razones para que cualquiera se sienta libre de aceptarla o rechazarla. Tampoco pienso repetirme en lo ya dicho de que nos encontramos dentro del ámbito de las hipótesis, por lo que resulta innecesario insistir en que no pretendo establecer demostración alguna. Con lo que queda abierto el campo a las variadas y diversas opiniones u objeciones que los lectores puedan ofrecer, dentro del acostumbrado y mutuo respeto que siempre suele guardarse entre personas serias.

Bien entendido que lo dicho en cuanto a que nos encontramos en el terreno de las hipótesis se refiere solamente a la interpretación del lema De la Gloria del Olivo con respecto a la persona de Benedicto XVI, así como al entorno de su Pontificado.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

 Pero de ningún modo en cuanto al juicio sobre el pensamiento del Cardenal J. Ratzinger y las consecuencias de su Pontificado una vez convertido en Papa Benedicto XVI.[2] Las reflexiones aquí expuestas son fruto de un estudio serio y prolongado del tema, en la medida en que ha sido posible a alguien que actúa movido por la buena fe y el amor a la verdad. Con todo, sólo pretenden mover a reflexión a las personas de buena voluntad y carentes de prejuicios, a fin de que las consideren si lo juzgan oportuno con el fin de establecer sus propias conclusiones. Y contando siempre, por supuesto, con la falibilidad de los juicios humanos y el amor a la verdad por parte de unos y de otros.

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