La Vulgata

s3i4«La “Vulgata”, es el texto “oficial” de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto latino “oficial” de la Iglesia». Benedicto XVI, 7 de noviembre de 2007.

Su Santidad Benedicto XVI

Su Santidad Benedicto XVI

BENEDICTO XVI, Audiencia General (7 de noviembre de 2007)

Teniendo en cuenta el original hebreo, el griego de los Setenta —la clásica versión griega del Antiguo Testamento que se remonta a tiempos precedentes al cristianismo— y las precedentes versiones latinas, san Jerónimo, apoyado después por otros colaboradores, pudo ofrecer una traducción mejor: constituye la así llamada “Vulgata”, el texto “oficial” de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto latino “oficial” de la Iglesia.

Concilio de Trento

Concilio de Trento

I. CONCILIO DE TRENTO, Decreto De libris sacris et de traditionibus recipendis (8 de abril de 1546)

DS 1504 Dz 784 [1]

Si quis autem libros ipsos integros cum omnibus suis partibus, prout in Ecclesia catholica legi consueverunt et in veteri vulgata latina editione habentur, pro sacris et canonicis non susceperit, et traditiones praedictas sciens et prudens contempserit: anathema sit.

Y si alguno no recibiera como sagrados y canónicos los libros mismos íntegros con todas sus partes, tal como se han acostumbrado leer en la Iglesia Católica y se contienen en la antigua edición vulgata latina, y despreciara a ciencia y conciencia las tradiciones predichas, sea anatema.

DS 1506 Dz 785 [2]

Insuper eadem sacrosancta Synodus considerans, non parum utilitatis accedere posse Ecclesiae Dei, si ex omnibus latinis editionibus, quae circumferuntur sacrorum librorum, quaenam pro authentica habenda sit, innotescat: statuit et declarat, ut haec ipsa vetus et vulgata editio, quae longo tot saeculorum usu in ipsa Ecclesia probata est, in publicis lectionibus, disputationibus praedicationibus et expositionibus pro authentica habeatur et quod nemo illam reicere quovis praetextu audeat vel praesumat.

Además, el mismo sacrosanto Concilio, considerando que podía venir no poca utilidad a la Iglesia de Dios, si de todas las ediciones latinas que corren de los sagrados libros, diera a conocer cuál haya de ser tenida por auténtica; establece y declara que esta misma antigua y vulgata edición que está aprobada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia misma, sea tenida por auténtica en las públicas lecciones, disputaciones, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla.

DS 1507 Dz 786

Praeterea ad coercenda petulantia ingenia decernit, ut nemo, suae prudentiae innixus, in rebus fidei et morum, ad aedificationem doctrinae christianae pertinentium, sacram Scripturam ad suos sensus contorquens, contra eum sensum, quem tenuit et tenet sancta mater Ecclesia, cujus est judicare de vero sensu et interpretatione Scripturarum sanctarum, aut etiam contra unanimem consensum Patrum ipsam Scripturam sacram interpretari audeat, etiamsi hujusmodi interpretationes nullo umquam tempore in lucem edendae forent…

Además, para reprimir los ingenios petulantes, decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a luz en tiempo alguno.

DS 1508 Dz 786

Sed et impressoribus modum in hac parte, ut par est, imponere volens… statuit, ut posthac sacra Scriptura, potissimum vero haec ipsa vetus et Vulgata editio quam emendatissime imprimatur, nullique liceat imprimere vel imprimi facere quosvis libros de rebus sacris sine nomine auctoris, neque illos in futurum vendere aut etiam apud se retinere, nisi primum examinati probatique fuerint ab Ordinario…

Los que contravinieron, sean declarados por medio de los ordinarios y castigados con las penas establecidas por el derecho… [siguen preceptos sobre la impresión y aprobación de los libros, en que, entre otras cosas, se estatuye] que en adelante la Sagrada Escritura, y principalmente esta antigua y vulgata edición, se imprima de la manera más correcta posible, y a nadie sea lícito imprimir o hacer imprimir cualesquiera libros sobre materias sagradas sin el nombre del autor, ni venderlos en lo futuro ni tampoco retenerlos consigo, si primero no hubieren sido examinados y aprobados por el ordinario…

Su Santidad León XIII

Su Santidad León XIII

II. LEÓN XIII, Carta Encíclica Providentissimus Deus (18 de noviembre de 1893), sobre los estudios bíblicos

17. Pero desde que nuestro predecesor Clemente V mandó instituir en el Ateneo de Roma y en las más célebres universidades cátedras de literatura orientales, nuestros hombres empezaron a estudiar con más vigor sobre el texto original de la Biblia y sobre la versión latina. Renacida más tarde la cultura griega, y más aún por la invención de la imprenta, el cultivo de la Sagrada Escritura se extendió de un modo extraordinario. Es realmente asombroso en cuán breve espacio de tiempo los ejemplares de los sagrados libros, sobre todo de la Vulgata, multiplicados por la imprenta, llenaron el mundo; de tal modo eran venerados y estimados los divinos libros en la Iglesia.

18. Ni debe omitirse el recuerdo de aquel gran número de hombres doctos, pertenecientes sobre todo a las órdenes religiosas, que desde el concilio de Viena hasta el de Trento trabajaron por la prosperidad de los estudios bíblicos; empleando nuevos métodos y aportando la cosecha de su vasta erudición y de su talento, no sólo acrecentaron las riquezas acumuladas por sus predecesores, sino que prepararon en cierto modo el camino para la gloria del siguiente siglo, en el que, a partir del concilio de Trento, pareció hasta cierto punto haber renacido la época gloriosa de los Padres de la Iglesia. Nadie, en efecto, ignora, y nos agrada recordar, que nuestros predecesores, desde Pío IV a Clemente VIII, prepararon las notables ediciones de las versiones antiguas Vulgata y Alejandrina; que, publicadas después por orden y bajo la autoridad de Sixto V y del mismo Clemente, son hoy día de uso general. Sabido es que en esta época fueron editadas, al mismo tiempo que otras versiones de la Biblia, las poliglotas de Amberes y de París, aptísimas para la investigación del sentido exacto, y que no hay un solo libro de los dos Testamentos que no encontrara entonces más de un intérprete; ni existe cuestión alguna relacionada con este asunto que no ejercitara con fruto el talento de muchos sabios, entre los que cierto número, sobre todo los que estudiaron más a los Santos Padres, adquirieron notable renombre. Ni a partir de esta época ha faltado el celo a nuestros exegetas, ya que hombres distinguidos han merecido bien de estos estudios, y contra los ataques del racionalismo, sacados de la filología y de las ciencias afines, han defendido la Sagrada Escritura sirviéndose de argumentos del mismo género.

27. El profesor, fiel a las prescripciones de aquellos que nos precedieron, deberá emplear para esto la versión Vulgata, la cual el concilio Tridentino decretó que había de ser tenida «como auténtica en las lecturas públicas, en las discusiones, en las predicaciones y en las explicaciones» [1], y la recomienda también la práctica cotidiana de la Iglesia. No queremos decir, sin embargo, que no se hayan de tener en cuenta las demás versiones que alabó y empleó la antigüedad cristiana, y sobre todo los textos primitivos. Pues si en lo que se refiere a los principales puntos el pensamiento del hebreo y del griego está suficientemente claro en estas palabras de la Vulgata, no obstante, si algún pasaje resulta ambiguo o menos claro en ella, «el recurso a la lengua precedente» será, siguiendo el consejo de San Agustín, utilísimo [2]. Claro es que será preciso proceder con mucha circunspección en esta tarea; pues el oficio «del comentador es exponer, no lo que él mismo piensa, sino lo que pensaba el autor cuyo texto explica» [3].

46. Tal es la antigua y constante creencia de la Iglesia definida solemnemente por los concilios de Florencia y de Trento, confirmada por fin y más expresamente declarada en el concilio Vaticano, que dio este decreto absoluto: «Los libros del Antigo y del Nuevo Testamento, íntegros, con todas sus partes, como se describen en el decreto del mismo concilio (Tridentino) y se contienen en la antigua versión latina Vulgata, deben ser recibidos por sagrados y canónicos. La Iglesia los tiene por sagrados y canónicos, no porque, habiendo sido escritos por la sola industria humana, hayan sido después aprobados por su autoridad, ni sólo porque contengan la revelación sin error, sino porque, habiendo sido escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor» [4]. Por lo cual nada importa que el Espíritu Santo se haya servido de hombres como de instrumentos para escribir, como si a estos escritores inspirados, ya que no al autor principal, se les pudiera haber deslizado algún error. Porque El de tal manera los excitó y movió con su influjo sobrenatural para que escribieran, de tal manera los asistió mientras escribían, que ellos concibieran rectamente todo y sólo lo que El quería, y lo quisieran fielmente escribir, y lo expresaran aptamente con verdad infalible; de otra manera, El no sería el autor de toda la Sagrada Escritura.

Su Santidad Benedicto XV, en el momento de su Coronación.

Su Santidad Benedicto XV, en el momento de su Coronación.

Su Santidad Benedicto XV

Su Santidad Benedicto XV

III. BENEDICTO XV, Carta Encíclica Spiritus Paraclitus (15 de septiembre de 1920), sobre la interpretación de la Sagrada Escritura

33. La continua lección de la Escritura y la cuidadosa investigación de cada libro, más aún, de cada frase y de cada palabra, le hizo tener tal familiaridad con el sagrado texto como ningún otro escritor de la antigüedad eclesiástica. A este conocimiento de la Biblia, unido a la agudeza de su ingenio, se debe atribuir que la versión Vulgata, obra de nuestro Doctor, supere en mucho, según el parecer unánime de todos los doctos, a las demás versiones antiguas, por reflejar el arquetipo original con mayor exactitud y elegancia.

34. Dicha Vulgata, que, «recomendada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia», el concilio Tridentino declaró había de ser tenida por auténtica y usada en la enseñanza y en la oración, esperamos ver pronto, si el Señor benignísimo nos concediere la gracia de esta luz, enmendada y restituida a la fe de sus mejores códices; y no dudamos que de este arduo y laborioso esfuerzo, providentemente encomendado a los Padres Benedictinos por nuestro predecesor Pío X, de feliz memoria, se han de seguir nuevas ventajas para la inteligencia de las Escrituras.

Su Santidad Pío XII

Su Santidad Pío XII

IV. PÍO XII, Carta Encíclica Divino Afflante Spiritu (30 de septiembre de 1943), sobre los estudios bíblicos

1. Por inspiración del divino Espíritu escribieron los sagrados escritores aquellos libros que Dios, conforme a su paterna caridad con el género humano, quiso liberalmente dar para enseñar, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté apercibido para toda obra buena (2Tim 3,16ss). No es, pues, de admirar que la santa Iglesia, tratándose de este tesoro dado del cielo, que ella posee como preciosísima fuente y divina norma de la doctrina sobre la fe y las costumbres, así como lo recibió incontaminado de manos de los apóstoles, así lo haya custodiado con todo esmero, defendido de toda falsa y perversa interpretación y empleado solícitamente en el ministerio de comunicar a las almas la salud sobrenatural, como lo atestiguan a toda luz casi innumerables documentos de todas las edades. Por lo que hace a los tiempos modernos, cuando de un modo especial corrían peligro las divinas Letras en cuanto a su origen y su recta exposición, la Iglesia tomó a su cuenta defenderlas y protegerlas todavía con mayor diligencia y empeño. De ahí que ya el sacrosanto Sínodo Tridentino pronunció con decreto solemne que «deben ser tenidos por sagrados y canónicos los libros enteros con todas sus partes, tal como se han solido leer en la Iglesia católica y se hallan en la antigua edición Vulgata latina». Y en nuestro tiempo, el concilio Vaticano, a fin de reprobar las falsas doctrinas acerca de la inspiración, declaró que estos mismos libros han de ser tenidos por la Iglesia como sagrados y canónicos, «no ya porque, compuestos con la sola industria humana, hayan sido después aprobados con su autoridad, ni solamente porque contengan la revelación sin error, sino porque, escritos con la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor y como tales fueron entregados a la misma Iglesia». Más adelante, cuando contra esta solemne definición de la doctrina católica, en la que a los libros «enteros, con todas sus partes», se atribuye esta divina autoridad inmune de todo error, algunos escritores católicos osaron limitar la verdad de la Sagrada Escritura tan sólo a las cosas de fe y costumbres, y, en cambio, lo demás que perteneciera al orden físico o histórico reputarlo como «dicho de paso» y en ninguna manera —como ellos pretendían— enlazado con la fe, nuestro antecesor de inmortal memoria León XIII, en su carta encíclicaProvidentissimus Deus, dada el 18 de noviembre de 1893, reprobó justísimamente aquellos errores y afianzó con preceptos y normas sapientísimas los estudios de los divinos libros.

8. El mismo Pontífice, después de que con el favor y aprobación de Pío X, de feliz memoria, el año 1907 «se encomendó a los monjes benedictinos el cargo de investigar y preparar los estudios en que haya de basarse la edición de la versión latina de las Escrituras que recibió el nombre de Vulgata», queriendo afianzar con mayor firmeza y seguridad esta misma «trabajosa y ardua empresa», que exige largo tiempo y subidos gastos, cuya grandísima utilidad habían evidenciado los egregios volúmenes ya dados a la pública luz, levantó desde sus cimientos el monasterio urbano de San Jerónimo, que exclusivamente se dedicase a esta obra, y lo enriqueció abundantísimamente con biblioteca y todos los demás recursos de investigación.

12. Ya los Padres de la Iglesia, y en primer término San Agustín, al intérprete católico que emprendiese la tarea de entender y exponer las Sagradas Escrituras, le recomendaban encarecidamente el estudio de las lenguas antiguas y el volver a los textos primitivos. Con todo, llevaba consigo la condición de aquellos tiempos que conocieran pocos la lengua hebrea, y éstos imperfectamente. Por otra parte, en la Edad Media, cuando la teología escolástica florecía más que nunca, aun el conocimiento de la lengua griega desde mucho tiempo antes se había disminuido de tal manera entre los occidentales, que hasta los mismos supremos doctores de aquellos tiempos, al explicar los divinos libros, solamente se apoyaban en la versión latina llamada Vulgata. Por el contrario, en estos nuestros tiempos no solamente la lengua griega, que desde el Renacimiento literario en cierto sentido ha sido resucitada a su nueva vida, es ya laminar a casi todos los cultivadores de la antigüedad, sino que aun el conocimiento de la lengua hebrea y de otras lenguas orientales se ha prolongado grandemente entre los hombres doctos Es tanta, además, ahora la abundancia de medios para aprender estas lenguas, que el intérprete de la Biblia que, descuidándolas, se cierre la puerta para los textos originales, no puede en modo alguno evitar la nota de ligereza y desidia. Porque al exegeta pertenece andar como a caza, con sumo cuidado y veneración, aun de las cosas mínimas que, bajo la inspiración del divino Espíritu, brotaron de la pluma del hagiógrafo, a fin de penetrar su mente con más profundidad y plenitud. Procure, por lo tanto, con diligencia adquirir cada día mayor pericia en las lenguas bíblicas y aun en las demás orientales, y corrobore su interpretación con todos aquellos recursos que provienen de toda clase de filología. Lo cual, en verdad, lo procuró seguir solícitamente San Jerónimo, según los conocimientos de su época; y asimismo no pocos de los grandes intérpretes de los siglos XVI y XVII, aunque entonces el conocimiento de las lenguas fuese mucho menor que el de hoy, lo intentaron con infatigable esfuerzo y no mediocre fruto. De la misma manera conviene que se explique aquel mismo texto original que, escrito por el sagrado autor, tiene mayor autoridad y mayor peso que cualquiera versión, por buena que sea, ya antigua, ya moderna; lo cual puede, sin duda, hacerse con mayor facilidad y provecho si, respecto del mismo texto, se junta al mismo tiempo con el conocimiento de las lenguas una sólida pericia en el manejo de la crítica.

14. Ni piense nadie qua este uso de los textos primitivos, conforme a la razón de la crítica, sea en modo alguno contrario a aquellas prescripciones que sabiamente estableció el concilio Tridentino acerca de la Vulgata latina . Documentalmente consta qua a los presidentes del concilio se dio el encargo de rugar al Sumo Pontífice, en nombre del mismo santo sínodo —como, en efecto, lo hicieron—, mandase corregir primero la edición latina, y luego, en cuanto se pudiese, la griega y la hebrea , con el designio de divulgarla, al fin, para utilidad de la santa Iglesia de Dios. Y si bien, a la verdad, a este deseo no pudo entonces, por las dificultades de los tiempos y otros impedimentos, responderse plenamente, confiamos que al presente, aunadas las fuerzas de los doctores católicos, se pueda satisfacer con más perfección y amplitud. Mas por lo que hace a la voluntad del sínodo Tridentino de que la Vulgata fuese la versión latina «que todos usasen como auténtica», esto en verdad, como todos lo saben, solamente se refiere a la Iglesia latina y al uso público de la misma Escritura, y no disminuye, sin género de duda, en modo alguno, la autoridad y valor de los textos originales. Porque no se trataba de los textos originales en aquella ocasión, sino de las versiones latinas que en aquella época corrían de una parte a otra, entre las cuales el mismo concilio, con justo motivo, decretó que debía ser preferida la que «había sido aprobada en la misma Iglesia con el largo uso de tantos siglos». Así pues, esta privilegiada autoridad o, como dicen, autenticidad de la Vulgata no fue establecida por el concilio principalmente por razones criticas, sino más bien por su legítimo uso en las iglesias durante el decurso de tantos siglos; con el cual uso ciertamente se demuestra que la misma está en absoluto inmune de todo error en materia de fe y costumbres; de modo que, conforme al testimonio y confirmación de la misma Iglesia, se puede presentar con seguridad y sin peligro de errar en las disputas, lecciones y predicaciones; y, por tanto, este género de autenticidad no se llama con nombre primario crítica, sino más bien jurídica. Por lo cual, asta autoridad de la Vulgata en cosas doctrinales de ninguna manera prohíbe —antes por el contrario, hoy más bien exige— que esta misma doctrina se compruebe y confirme por los textos primitivos y que también sean a cada momento, invocados como auxiliares estos mismos textos, por los cuales dondequiera y cada día más se patentice y exponga el recto sentido de las Sagradas Letras. Y ni aun siquiera prohíbe el decreto del concilio Tridentino que, para uso y provecho de los fieles de Cristo y para más fácil inteligencia de la divina palabra, se hagan versiones en las lenguas vulgares, y eso aun tomándolas de los textos originales, como ya en muchas regiones vemos que loablemente se ha hecho, aprobándolo la autoridad de la Iglesia.

NOTAS

CONCILIO DE TRENTO, Decreto «De libris sacris et de traditionibus recipendis»

[1] CTr V 91; Rcht 11 1; Msi XXXIII 22 A; Hrd X 22 C s; Bar(Th) ad 1546, 48 ss (33, 136 b ss); EB, 42 ss
[2] CTr v 91 s; Rcht 12; Msi XXXIII 22 E s; Hrd X 23 B s; Bar(Th) ad 1546, 48 ss (33, 136 b ss); EB, 46 ss.

LEÓN XIII, Encíclica «Providentissimus Deus»

[1] Ses. 4 decr. De edit. et usu Libr. Sacr.
[2] S. Aug., De doct. christ. 3,4.
[3] S. Hier., Epist. 48 (al. 50) ad Pammachium 17.
[4] Conc. Vat. I, ses. 3 c. 2: De revel.

PÍO XII, Encíclica «Divino Afflante Spiritu»

[1] Ses. 4 decr. l, en Ench. Bibl. n.45.
[2] Ses. 3 c. 2, en Ench. Bibl. n.62.
[3] Epistula ad Revmum. D. Aidanum Gasquet, d. ti. 3 dec. 1907; Pii X Acta IV p. 117.119; Ench. Bibl. n. 285 s.
[4] Const. apost. Inter praecipuas, d. 15 iun. 1933: AAS 26 (1934) 85-87.
[5] Cf. ex. gr. S. Hieron., Praef. in IV Evang. ad Damasum: PL 29,526-527; S. August., De doctr. christ. II 16: PL 34,42-43.
[6] Decr. de editione et usu Sacrorum Librorum; Conc. Trid. ed. Soc Goerres, t.5 p. 91s.
[7] Ib., t. 10 p. 471; cf. t. 5 p. 29.59.65; t. 10 p. 446s.

Tomado de: http://nucleodelalealtad.blogspot.com

San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

Jerónimo quiere decir: el que tiene un nombre sagrado. (Jero = sagrado. Nomos = nombre).

Jerónimo quiere decir: el que tiene un nombre sagrado. (Jero = sagrado. Nomos = nombre).

Oficio de Lectura, 3 de Octubre

Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo

Del prólogo al comentario de san Jerónimo sobre el libro del profeta Isaías
Nums. 1.2

Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad las Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que decirme, como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.

Por esto, quiero imitar al padre de familia que del arca va sacando lo nuevo y lo antiguo, y a la esposa que dice en el Cantar de los cantares: He guardado para ti, mi amado, lo nuevo y lo antiguo;y, así, expondré el libro de Isaías, haciendo ver en él no sólo al profeta, sino también al evangelista y apóstol. Él, en efecto, refiriéndose a sí mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva! Y Dios le habla como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a ese pueblo? Y él responde: Aquí estoy, mándame.

Nadie piense que yo quiero resumir en pocas palabras el contenido de este libro, ya que él abarca todos los misterios del Señor: predice, en efecto, al Emmanuel que nacerá de la Virgen, que realizará obras y signos admirables, que morirá, será sepultado y resucitará del país de los muertos, y será el Salvador de todos los hombres.

¿Para qué voy a hablar de física, de ética, de lógica? Este libro es como un compendio de todas las Escrituras y encierra en sí cuanto es capaz de pronunciar la lengua humana y sentir el hombre mortal. El mismo libro contiene unas palabras que atestiguan su carácter misterioso y profundo:Cualquier visión se os volverá –dice– como el texto de un libro sellado: se lo dan a uno que sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto». Y él responde: «No puedo, porque está sellado». Y se lo dan a uno que no sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto». Y el responde: «No sé leer».

Y, si a alguno le parece débil esta argumentación, que oiga lo que dice el Apóstol: De los profetas, que prediquen dos o tres, los demás den su opinión. Pero en caso que otro, mientras está sentado, recibiera una revelación, que se calle el de antes. ¿Qué razón tienen los profetas para silenciar su boca, para callar o hablar, si el Espíritu es quien habla por boca de ellos? Por consiguiente, si recibían del Espíritu lo que decían, las cosas que comunicaban estaban llenas de sabiduría y de sentido. Lo que llegaba a oídos de los profetas no era el sonido de una voz material, sino que era Dios quien hablaba en su interior como dice uno de ellos: El ángel que hablaba en mí, y también: Que clama en nuestros corazones: «¡Abbá! (Padre)», y asimismo: Voy a escuchar lo que dice el Señor.

El Concilio de Trento designó a la Vulgata de San Jerónimo, como el texto bíblico latino auténtico o autorizado por la Iglesia católica, sin implicar por ello alguna preferencia por esta versión sobre el texto original u otras versiones en otras lenguas.

El Concilio de Trento designó a la Vulgata de San Jerónimo, como el texto bíblico latino auténtico o autorizado por la Iglesia católica, sin implicar por ello alguna preferencia por esta versión sobre el texto original u otras versiones en otras lenguas.

Oración

Oh Dios, tú que concediste a san Jerónimo una estima tierna y viva por la sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la verdadera vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos, Amén.

Tomado de: http://www.corazones.org

San Jerónimo, Doctor de la Iglesia

Uno de los cuatro Doctores originales de la Iglesia Latina. Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia al latín. Presbítero, hombre de vida ascética, eminente literato. (347-420)

Uno de los cuatro Doctores originales de la Iglesia Latina. Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia al latín. Presbítero, hombre de vida ascética, eminente literato. (347-420)

Nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Abrazó la vida ascética, marchó al Oriente y fue ordenado presbítero. Volvió a Roma y fue secretario del papa Dámaso. Fue en esta época cuando empezó su traducción latina de la Biblia. También promovió la vida monástica. Más tarde, se estableció en Belén, donde trabajó mucho por el bien de la Iglesia. Escribió gran cantidad de obras, principalmente comentarios de la sagrada Escritura. Murió en Belén el año 420.

«Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica».

Nada dio tanta fama a San Jerónimo como sus obras críticas sobre las Sagradas Escrituras.

Por eso, la Iglesia le reconoce como a un hombre especialmente elegido por Dios y le tiene por el mayor de sus grandes doctores en la exposición, la explicación y el comentario de la divina palabra. El Papa Clemente VIII no tuvo escrúpulos en afirmar que Jerónimo tuvo la asistencia divina al traducir la Biblia. Por otra parte, nadie mejor dotado que él para semejante trabajo: durante muchos años había vivido en el escenario mismo de las Sagradas Escrituras, donde los nombres de las localidades y las costumbres de las gentes eran todavía los mismos.

Sin duda que muchas veces obtuvo en Tierra Santa una clara representación de diversos acontecimientos registrados en las Escrituras. Conocía el griego y el arameo, lenguas vivas por aquel entonces y, también sabía el hebreo que, si bien había dejado de ser un idioma de uso corriente desde el cautiverio de los judíos, aún se hablaba entre los doctores de la ley. A ellos recurrió Jerónimo para una mejor comprensión de los libros santos e incluso tuvo por maestro a un doctor y famoso judío llamado Bar Ananías, el cual acudía a instruirle por las noches y con toda clase de precauciones para no provocar la indignación de los otros doctores de la ley.

Pero no hay duda de que, además de todo eso, Jerónimo recibió la ayuda del cielo para obtener el espíritu, el temperamento y la gracia indispensables para ser admitido en el santuario de la divina sabiduría y comprenderla. Además, la pureza de corazón y toda una vida de penitencia y contemplación, habían preparado a Jerónimo para recibir aquella gracia. Ya vimos que, bajo el patrocinio del Papa San Dámaso, revisó en Roma la antigua versión latina de los Evangelios y los salmos, así como el resto del Nuevo Testamento. La traducción de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento escritos en hebreo, fue la obra que realizó durante sus años de retiro en Belén, a solicitud de todos sus amigos y discípulos más fieles e ilustres y por voluntad propia, ya que le interesaba hacer la traducción del original y no de otra versión cualquiera.

No comenzó a traducir los libros por orden, sino que se ocupó primero del Libro de los Reyes y siguió con los demás, sin elegirlos. Las únicas partes de la Biblia en latín conocida como la Vulgata que no fueron traducidas por San Jerónimo, son los libros de la Sabiduría, el Eclesiástico, el de Baruch y los dos libros de los Macabeos. Hizo una segunda revisión de los salmos, con la ayuda del Hexapla de Orígenes y los textos hebreos, y esa segunda versión es la que está incluida en la Vulgata y la que se usa en los oficios divinos.

La Vulgata

La Vulgata

La primera versión, conocida como el Salterio Romano, se usa todavía en el salmo de invitación de los maitines y en todo el misal, así como para los oficios divinos en San Pedro de Roma, San Marcos de Venecia y los ritos milaneses. El Concilio de Trento designó a la Vulgata de San Jerónimo, como el texto bíblico latino auténtico o autorizado por la Iglesia católica, sin implicar por ello alguna preferencia por esta versión sobre el texto original u otras versiones en otras lenguas. En 1907, el Papa Pío X confió a los monjes benedictinos la tarea de restaurar en lo posible los textos de San Jerónimo en la Vulgata ya que, al cabo de quince siglos de uso, habían sido considerablemente modificados y corregidos.

Extracto tomado de: http://www.corazones.org/santos/jeronimo.htm

30 de septiembre

SAN JERÓNIMO,
Presbítero y Doctor

Del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su Evangelio,   así hablamos, no para agradar a los hombres,   sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (1 Tesalonicenses, 2, 4).

Del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su Evangelio, así hablamos, no para agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (1 Tesalonicenses, 2, 4).

La vida de San Jerónimo, hombre rico de Panonia que se hizo bautizar en Roma y fue ordenado sacerdote en Antioquía, no es sino una serie ininterrumpida de trabajos emprendidos por la gloria de Dios. Secretario del Papa San Dámaso, enseñó Sagrada Escritura y dio de ella, en latín, su famosa traducción conocida con el nombre de Vulgata, que aprobó el Concilio de Trento. Fue también el azote de las herejías. Su austeridad, sus continuos ayunos y su celo por la conversión de las almas, nos enseñan la virtud y el Evangelio más elocuentemente aun que sus palabras. Murió en el año 420, cerca de los 80 años de edad.

MEDITACIÓN
SOBRE SAN JERÓNIMO

I. Este santo Doctor abandonó la lectura de los autores profanos, por quienes tenia una especie de pasión, a fin de entregarse de lleno al estudio de los Libros santos. ¿Hasta cuándo perseguirás en tus estudios sólo tu agrado y tu interés? Mira hacia dónde tienden tus vigilias y tus trabajos, y trata de santificarlos mediante la rectitud de tus intenciones. Acuérdate siempre que hay que atribuir a la virtud más valor que a la ciencia. Ama la ciencia, pero prefiere a ella la caridad. (San Agustín)

II. San Jerónimo dejó la Ciudad eterna, en la que era colmado de honores, y fue a buscar, en la soledad de Belén, un refugio contra los peligros del mundo. Examina las ocasiones que tienes de ofender a Dios, y abandónalas. En el desierto es donde Jesucristo y un gran número de santos después de Él triunfaron de sus ataques. La gloria del desierto es triunfar del demonio que venció a nuestros primeros padres en el paraíso terrenal. (San Euquerio).

III. El pensamiento del juicio fue lo que movió a este gran santo a retirarse a la soledad y a imponerse las más rudas mortificaciones. Es menester que el sonido de aquélla trompeta terrible que deberá citarte ante el tribunal de Dios resuene continuamente en tus oídos. ¿Estás pronto a dar cuenta de tu vida? Piensa en ello a toda hora durante el día, tiembla, como lo hacía este santo; abandona los placeres y abraza la cruz. Cuando el sonido de la trompeta haga temblar la tierra y a los que la habitan, tú estarás gozoso. (San Jerónimo).

El pensamiento del juicio
Orad por la educación

cristiana de la juventud.

ORACIÓN

Oh Dios, que os dignasteis conceder a la Iglesia un admirable intérprete de las Sagradas Escrituras en la persona de vuestro confesor San Jerónimo, ayudadnos, en consideración de sus méritos, a llevar a la práctica la que enseñó con su palabra y sus actos. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com

Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

los Santos

30 de Septiembre

Dios quiera que sea restaurada esta indicación Papal

Príncipe de la Milicia Celestial

Príncipe de la Milicia Celestial

El 13 de octubre de 1884 el papa León XIII, experimentó una visión en la cual vio a Satanás y a sus demonios desafiando a Dios, diciendo que podía destruir su Iglesia si quería; sin embargo el pontífice comprendió que si el demonio no lograba su cometido, sufriría una derrota humillante.

Vio entonces a san Miguel aparecer y lanzar a Satanás y sus legiones en el abismo del Infierno. Después llamó a su Secretario para la Congregación de Ritos. Le entregó una hoja de papel y mandó que se enviara a todos los obispos del mundo, indicando que tenía que ser recitada después de cada misa, la oración que había escrito.

Su Santidad León XIII

Su Santidad León XIII

La oración es:

«San Miguel Arcángel,

defiéndenos en la batalla.

Sé nuestro amparo

contra la perversidad y las acechanzas

del demonio.

Que Dios le reprima, es nuestra humilde súplica;

y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,

con la fuerza que Dios te ha dado, arroja al infierno

a Satanás y a los demás espíritus malignos

que vagan por el mundo

para la perdición de las almas. Amén.»

Después del Concilio Vaticano II el mandato de recitar esta oración al finalizar la misa fue revocado.

De acuerdo a la tradición católica la Coronilla a San Miguel Arcángel ofrece grandes bendiciones a quien la rece, inluyendo la liberación del purgatorio de la persona que reza ,de sus familiares y seres queridos.

Tomado de: http://es.wikipedia.org

¿Quién es San Miguel Arcángel?

Él arroja al fondo del abismo la cabeza orgullosa del Dragón, y confunde a los rebeldes con su caudillo, expulsándolos del cielo (Salmos, 36, 30-31)

Él arroja al fondo del abismo la cabeza orgullosa del Dragón, y confunde a los rebeldes con su caudillo, expulsándolos del cielo (Salmos, 36, 30-31)

En la creación del mundo angélico, Dios colocó a San Miguel en el segundo puesto después de Lucifer. El creador dividió a los Ángeles en tres grandes jerarquías y en nueve coros. Sus nombres están revelados en la Sagrada Escritura: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Potestades, Principados, Virtudes, Arcángeles y Ángeles. Los Ángeles se quedarán eternamente en el mismo coro. Todos estos fúlgidos Espíritus arden por el deseo de Cumplir la Santa Voluntad de Dios con la velocidad del pensamiento.

¡San Miguel, al ver que era uno de los primeros Príncipes, revestido de poder, gloria esplendor más que los demás, se humilla, se pone a los pies de Dios y reconoce con profunda gratitud que la magnificencia en la naturaleza angélica y todos los dones y privilegios de la Gracia son gratuitos por la bondad del Creador, sin ningún mérito suyo y sin ningún derecho a dicha dignidad en cuanto fue creado de la nada y su origen será siempre la nada!

Un amor seráfico, una dedicación profunda inunda su radiante espíritu y se humilla en la contemplación de la Bondad y del Amor Divino. En esta tranquila armonía del Cielo nada podía presagiar los funestos eventos de una guerra inminente que destruirá sus filas en todos los coros angélicos.

La prueba de los Ángeles y la derrota de los rebeldes por medio de San Miguel
Antes de que Dios ponga el fundamento invisible de la Creación, puso como fundamento invisible la OBEDIENCIA en todas las criaturas razonables, Jesucristo adquiere su nueva gloria como Jefe de la humanidad, mediante la obediencia a los decretos eternos de la Santa Trinidad. María Santísima recorre el camino real de la Maternidad Divina con su humilde: “Fiat mihi secun-dum verbum tuumo”. Es el camino maestro también para los Ángeles.

Para admitir estos sublimes Espíritus a la visión Beatificada en la gloria eterna y confirmarlos en la Gracia, Dios quiere someterlos a una prueba. Todos los Ángeles recibieron una visión clara del Ser Divino y de sus infinitas perfecciones, debían reconocer la Majestad Divina como súbditos del señor. Creador de su radiante existencia: adorarlo, servirlo como su Único y Sumo Bien. Gran parte de ellos obedeció con alegría y con humildad, ofreciendo con amor a la propia adoración y a la propia existencia para obedecer en todo a la voluntad Divina. También Lucifer se sometió, pero más por conveniencia que por amor, siéndole por el momento imposible retirarse ante una orden tan amorosa. También porque el orgullo estaba apenas germinando en su espíritu. Era la pequeña semilla del mal que luego se convirtió en el árbol gigantescote los pecados de toda especie trasplantado en el mundo visible.

En un segundo tiempo, como vio María Agreda Abadesa en el maravilloso libro de la “Mística Ciudad de Dios” y es la opinión de muchos teólogos, Dios mostró a los Ángeles al Verbo Divino su Unigénito, revestido con la naturaleza humana, preferida por El y muy favorecida, hasta ensalzarla en el Trono eterno de la Santísima Trinidad. Pidió a los Ángeles que lo adoren como a su Rey, no solo en su Naturaleza Divina, sino también unida hipostáticamente con la naturaleza humana y servirlo. Con la luz de la Gracia actual, Dios iluminó a todos los Ángeles los méritos infinitos del verbo humanado y que, ha merecido también para cada uno de ellos todas las Gracias y Dones que poseen, comprendida la gloria y la felicidad sin fin que nos espera a todos en la Visión Beatífica.

A este precepto, todos los obedientes y Santos Ángeles se rindieron y prestaron asenso y obsequio con humilde y amoroso afecto de toda su voluntad.

Exultación y sumisión por parte de los Ángeles obedientes. Para sí hosanna, admiración, gran estupor, gran condescendencia y humillación del Verbo Divino. Pero no Lucifer. Su repugnancia por la naturaleza crece, y si antes obedecía de mala gana, ahora no puede más. La envidia inunda su espíritu soberbio, cegado por su suprema belleza y poder personal, resiste a la Voluntad Divina. Invita también a los otros Ángeles para que desobedezcan, prometiéndoles un Reino independiente del de Cristo Humanado. él, Lucifer, sería el jefe, y ellos, príncipes. Decía con soberbia:

Subiré al Cielo (visión beatífica), sobre los astros de Dios, en salzaré mi trono… subiré a la altura de la nubes… seré igual al Altísimo (Is 14,14).

Este insensato grito de rebelión se hizo eco en el ambiente celestial y fue acogido por un tercio de los Ángeles. Inició así la grande y tremenda guerra para destronar a Dios y apropiarse de su trono. Viendo San Miguel el caos y el tumulto provocado por los rebeldes, con una gran voz exclamo: “¿Quién (ES) COMO DIOS?”, sumergiéndose en su nada ante el Creador de toda existencia. Lo adora, ofrece su amor fiel, todo su ser al servicio de la Majestad Divina, para defender su Honor y la Gloria humillada por los rebeldes ingratos. Con un discurso inflamado por la Gloria del Señor, exhorta a todos los Ángeles para que resistan a la malsana rebelión de Lucifer, recodándoles el sagrado deber de adoración y de gratitud para con Dios y la humilde sumisión por los inmensos beneficios recibidos. Exhorta a todos para que acepten con un amor humilde todos los planes y proyectos que se refieren a la Encarnación del Verbo Divino. El hijo unigénito del Padre es siempre su Rey y Creador aún bajo las condiciones de la naturaleza humana.

En este punto Dios interviene, con su tercera orden, disimulando con Paciencia Divina al tumulto causado por Lucifer y por sus partesanos. La autenticidad de este hecho vio y lo describió San Juan Apóstol en el Apocalipsis:

Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está en cinta y grita con los dolores de parto y con el tormento de dar a luz (Ap. 12.1).

En este cuadro estupendo Dios mostró a todos los ángeles la divina maternidad de María Santísima e intelectualmente la unión Hipostática de la Naturaleza Divina con la naturaleza humana en la Sagrada Persona de Jesucristo: “Mágnum pietatis Sacramentumo” (Tm 3,16).

Para salvar a los Ángeles tribulados y vacilantes San Miguel gritó:

Veneremos a esta mujer singular y bendita, que será la obra de arte de la Santísima Trinidad, la Madre futura del Verbo Divino y nuestra futura, gloriosa y admirable Reina Arrodillémonos ante los planes divinos que recaen sobre Ella.

Respondió Lucifer.

No ¡Nunca serviré a una naturaleza inferior de la mía, como es la naturaleza humana!.

Con él gritaron muchísimos Ángeles.

Dios respondió:

Y bien, esta Mujer a la que le has negado veneración, será Aquella que te aplastará la cabeza y por ella serás vencido y aniquilado. Porque si por tu soberbia entrará la muerte en el mundo del futuro, por su humildad entrará la vida y la salud a todos los mortales, los cuales gozarán del premio y la corona que tú y los tuyos has perdido.

Los buenos entonan cantos armoniosos en honor de María Santísima para alabar su futura existencia y deciden unánimemente defender contra los rebeldes el honor del Verbo Encarnado y de su futura Madre y Reina.

En este punto Lucifer prorrumpe contra la Mujer predilecta con insultos ásperos y blasfemias que eran inauditos en el ambiente del Cielo.

¿Quién (ES) COMO DIOS?, exclama nuevamente San Miguel y desencadena una gran guerra en el Cielo, como vio San Juan Apóstol en la isla de Pathmos y describe su visión del Apocalipsis: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Lucharon encarnizadamente el dragón y sus ángeles, pero fueron derrotados y los arrojaron del cielo para siempre (Ap 12. 7-8).

La caída de los ángeles rebeldes

A la derrota de Lucifer, sigue un castigo adecuado para su pecado. El ángel rebelde se vio trasformado de Espíritu de Luz en un monstruo horrible con siete cabezas, que significaban las siete legiones en las cuales fueron divididas y ordenados los ángeles caídos, transformados también ellos en seres repugnantes, en diablos, Lucifer nombra un jefe para cada Legión, según los siete vicios capitales: Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza. Pecados con los cuales más tarde, arrastrarán a los hombres para poblar su reino del eterno dolor.

Entre el inmenso asombro de San Miguel y de los Ángeles buenos se abrió un abismo en el ancla deforme de la tierra donde Lucifer se precipito transformando en un Dragón Rojo con todos sus secuaces.

En la profundidad del infierno Lucifer comprendió su equivocación que terminó en tragedia irreparable:

La diadema de nuestra cabeza ha caído; ay de nosotros que hemos pecado.

Pero era tarde… demasiado tarde… para siempre, para una eternidad.

¡Que Dios nos libre a todos nosotros de un cálculo tan arriesgado!

Cuando regresó la calma después de la separación, las tinieblas del pecado de la Luz de la Gracia, la mirada adolorida de Dios busca consuelo ante la Imagen de la “Mujer vestida de Sol” suspirando el tiempo de su creación y con ímpetu divino susurra… Ave, Ave oh llena de Gracia…

¡Yo estaré siempre contigo!

Luego Dios se dirigió a San Miguel y lo felicitó por su fidelidad y por su espléndida victoria. Contemplando el gran vacío arrastrado por los rebeldes, su Amor de Padre de todas las criaturas se desfoga en un amargo lamento de frente a tanta pérdida e ingratitud, hablando como para consigo mismo:

…Eras un dechado de perfección, lleno de sabiduría y hermosura perfecta. Estabas en el Edén, en el jardín de Dios, adornado con piedras preciosas: rubí, topacio, diamante, crisólito, ónice, bereilo, zafiro, carbunclo y esmeralda.

De oro labrado eran tus aros y colgantes desde el día en que fuiste creado. Eras un querubín protector de alas extendidas: yo te había puesto sobre las montañas de Dios.


Caminabas entre piedras de fuego. Intachable era tu conducta, desde el día en que fuiste creado, hasta que se encontró la iniquidad en ti. Al prosperar tus negocios te llenaste de violencia y pecados. Entonces yo te expulsé de las montañas de Dios y a ti, el querubín protector, te hice desaparecer de entre las piedras de fuego.


La belleza te ensoberbeció, el esplendor echó a perder tu sabiduría.
Yo te arrastré por tierra y te convertí en objeto de burla para los reyes… Todos los pueblos que te conocían se quedarán asombrados por ti; serás motivo de espanto y desaparecerás para siempre” (Ez 28, 12-19). “¡Cómo has caído del cielo, oh Lucifer, Lucero del alba! (Is 14, 12).

Solo un Dios, que ama a todos con un Amor Infinito, inmutable, puede lamentarse así de la pérdida de su Ángel primogénito.

Este dolor nos fue revelado por medio del Espíritu Santo, mediante la boca de los santos Profetas del Antiguo Testamento. También el Padre Eterno dice: “Buscaba consoladores, pero no los he encontrado”.

Dios Omnipotente, para premiar la fidelidad heroica de San Miguel, le dio el puesto dejado vacío por Lucifer, lo constituyó en el Primer Ministro de la Santa Trinidad Príncipes angélicos y jefe Supremo de los nueve coros de Ángeles, lleno de poder, honor y gloria y más cerca del trono Divino. Su esplendor está en grado de iluminar toda la tierra, como vio San Juan en el Apocalipsis.

Fuente: Libro ¿Quién es San Miguel Arcángel? de Gloria Crux.

Tomado de: http://devocioncatolica.blogspot.com


29 de septiembre

SAN MIGUEL, Arcángel

Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el drag6n. (Apocalipsis, 12, 7)

Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el drag6n. (Apocalipsis, 12, 7)

San Miguel, el príncipe de los ángeles y el protector de la Iglesia, siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien echó del paraíso a Lucifer y sus cómplices. La Iglesia celebra esta fiesta en su honor, y Francia, que lo ha elegido por protector, a menudo ha experimentado los venturosos efectos de su protección. Luis IX creó en su honor la célebre Orden de San Miguel; Rusia también lo tuvo en gran veneración.

MEDITACIÓN
SOBRE SAN MIGUEL

I. Lucifer se había rebelado contra Dios: tal vez se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: ¿Quién como Dios?» Mundo, placeres, honores, riquezas, ¿Pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?

II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipit6 a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! la vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo, y yo, lombriz, no tiemblo!

III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro. (San Bernardo).

La devoci6n a San Miguel
Orad por la Iglesia

ORACIÓN

Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

¡Deo Gratias!

11,000 visitas

A principios de este mes el número de visitas se incrementó a 10,000 y hoy a finales del mismo, ha alcanzado la cifra de 11,000.

Deseo profundamente que la información contenida en este Blog, les  sea de gran provecho para sus almas, y con esto, puedan obtener la gracia de la perseverancia final.

Gracias a todos y cada uno de ustedes por su visita.

Gracias también por sus comentarios.

«La Gloria de Dios y la Salvación de las Almas»

Arturo Medina Muñoz.

Editor del Blog.

Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

los Santos

28 de Septiembre

«Viva Cristo Rey»

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Viva Cristo Rey

Un grito de guerra se escucha en la faz de la tierra y en todo lugar

los prestos guerreros empuñan su espada y se enlistan para pelear.

Para eso han sido entrenados defenderán la Verdad

y no les será arrebatado el fuego que en su sangre está.


Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey el grito de guerra que enciende la tierra.

Viva Cristo Rey nuestro soberano Señor nuestro Capitán y campeón pelear por Él, es todo un honor.


Sabemos que esta batalla no es fácil y muchos se acobardarán y bajo los dardos de nuestro enemigo sin duda perecerán.

Yo tendré mi Espada en alto como la usa mi Señor a Él nada lo ha derrotado, Su fuerza es la de Dios.


Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey el grito de guerra que enciende la tierra.

Viva Cristo Rey nuestro soberano Señor nuestro Capitán y campeón pelear por Él, es todo un honor.


No conocemos mayor alegría no existe más honroso afán que con mis hermanos estar en la línea y juntos la vida entregar a Él que merece la gloria y nos recluto por amor ante Él la rodilla se dobla y se postra el corazón.


Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey el grito de guerra que enciende la tierra.

Viva Cristo Rey nuestro soberano Señor nuestro Capitán y campeón pelear por Él, es todo un honor.


El Autor de esta hermosa canción es: Miguél Martínez, de Monterrey, México.

El grito de guerra durante la persecución religiosa en México de 1927 a 1929.

Para ver el video de esta canción da clic aquí.

Pueden ver su trabajo en

http://www.corazondearpa.com.mx

o en

YouTube en miguelfmartinez

Para escuchar dos arreglos musicales más de la misma canción clic aquí y también aquí, este último, es el que en lo particular me gusta más, por la fuerza en la interpretación y lo vivo de la música.



Después de la Independencia de México, la Guerra Cristera

La Gesta Cristera

Antecedentes:

Desde la caída del Imperio de Iturbide en 1823 la Revolución universal tomó el poder político en Méjico y se incrementó en forma progresiva el ataque iniciado desde la mitad del siglo XVIII. Se desorganizó el ejército nacional y las instituciones y fuerzas sociales del país, por medio de diversas estrategias, entre las que sobresalen: el incremento y legalización de la usura y el monopolio, la enseñanza laica y positivista y la difusión libre del error y del mal.

Agustín de Iturbide. Agustín I de México. Emperador de México.

Agustín de Iturbide. Agustín I de México. Emperador de México.

Solamente la Iglesia Católica sobrevivía a los rabiosos embates de la Revolución judaico-masónica. Pensaron que después de más de 150 años de felonías, el terreno estaba suficientemente abonado para continuar su plan: destruir a la Iglesia y a todo vestigio de civilización católica.

Ante la inminencia de la ofensiva general contra la Iglesia, el 14 de marzo de 1925, los católicos de la Ciudad de Méjico formaron la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. La ACJM (Asociación Católica de la Juventud Mejicana) se convirtió en el brazo derecho de la LIGA proporcionando valientes y preparados dirigentes, tanto para la acción cívica entonces, como para la resistencia armada después, dando un elevado contingente de héroes y mártires.

La ACJM fue fundada en 1913 y en 1917 estaba ya muy consolidada y fuerte . Pues la ACJM tuvo un papel fundamental en la Guerra Cristera. Hubo necesidad de reclutar a todos los militantes y dirigentes para defender a Dios y a la Patria.

La ACJM fue fundada en 1913 y en 1917 estaba ya muy consolidada y fuerte . Pues la ACJM tuvo un papel fundamental en la Guerra Cristera. Hubo necesidad de reclutar a todos los militantes y dirigentes para defender a Dios y a la Patria.

En los primeros días del mes de enero de 1926, con el fin de aplicar radicalmente la Constitución de 1917, se promulgó la ley Calles4: imponiendo multas cuantiosas y penas severas de cárcel a los delitos en materia de «culto religioso», para entrar en vigor a partir de julio del mismo año. Los acontecimientos se precipitaban en todo el territorio nacional. Se cerraron templos, seminarios, conventos, colegios y asilos. Se detenía a los sacerdotes, religiosos y religiosas. Se limitó el número de sacerdotes por parroquia. En mayo, los obispos formaron un comité Episcopal Nacional. El Estado de Colima fue utilizado como conejillo de indias. Ahí iniciaron los callistas el 24 de marzo de 1926 con un decreto para la reducción a 20 del número de sacerdotes en toda la diócesis. El obispo de esa diócesis y sus sacerdotes respondieron valientemente inconformándose con el decreto y, ante su persistencia, suspendieron el culto público, conducta que más tarde (agosto) tomó el Comité Episcopal en todo el país, ya generalizada la ley Calles a todos los Estados.

PLUTARCO ELIAS CALLES

PLUTARCO ELIAS CALLES

En ese mismo mes de agosto de 1926, la Liga decretó un boicot general económico y social (no pagar impuestos y reducir al mínimo indispensable los consumos y las actividades sociales). Los católicos respondieron excelentemente y el boicot, en poco tiempo, repercutió en forma importante en la economía del país.

Con motivo de que los templos, que habían sido encargados por el clero a los fieles, eran tomados por las autoridades de los municipios, hubo brotes de violencia en diversas partes del país.

Dos obispos hicieron intentos por llegar a un arreglo con Calles (agosto y septiembre) antes de iniciarse la lucha armada. A ambas propuestas de arreglo Calles se negó. Al parecer quería la guerra. Se sentía seguro de ganarla fácilmente, ya que contaba con el apoyo de armas y de dinero de los Estados Unidos.

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Extracto tomado del artículo  La Gesta Cristera:

Jesús Barragán Leñero

Revista Familia Católica

http://conviccionradio.cl/defensa/la-gesta-cristera.html

Antes de la Independencia de México, la Revolución Francesa

Un Poco de Coherencia

Hace más de dos siglos estallaba la Revolución Francesa, con consecuencias incalculables. Expulsó a Cristo de la sociedad e intentó aniquilar a la Iglesia católica. En este período se escribió una de las páginas más negras de la historia. Las guerras napoleónicas exportaron los principios mortíferos a Europa y al mundo entero. Ante estas convulsiones la resistencia católica fue heroica. Cientos de miles de vandeanos derramaron su sangre para permanecer fieles a Dios, a la Iglesia y al Rey. Tuvo lugar un verdadero genocidio. Unos cien años más tarde el Presidente de Ecuador, García Moreno, encaró la empresa de recrear el estado católico erradicando los principios de la revolución importados desde Europa y que la masonería intentaba imponer. ¡Fue asesinado! A comienzos del siglo XX los Cristeros de México se opusieron a las leyes revolucionarias que esclavizaban la Iglesia al estado y a los principios anticristianos contrarios a la realeza de Cristo en la sociedad. Tomaron las armas. Dejados a su suerte por Obispos traidores que engañaron a Pío XI, miles y miles tuvieron que afrontar el martirio.

La Revolución Francesa. Ilustración y Despotismo ilustrado:Es un movimiento de culminación del racionalismo, para muchos es el comienzo de la etapa moderna e incluso la madre de la democracia. Es un movimiento anticlerical, y por lo tanto los más perjudicados serán el clero y el estado llano.

La Revolución Francesa. Ilustración y Despotismo ilustrado:Es un movimiento de culminación del racionalismo, para muchos es el comienzo de la etapa moderna e incluso la madre de la democracia. Es un movimiento anticlerical, y por lo tanto los más perjudicados serán el clero y el estado llano.

Unos años más tarde, la católica España estalla en llamas. Los enemigos de la Iglesia no cejaban en su intento de imponer los principios revolucionarios. Serán entonces decenas de miles de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos católicos que coronarán con el martirio su fidelidad a Dios y a la Iglesia. A éstos seguirán los mártires del comunismo «intrínsecamente perverso «, que es el mismo que en la actualidad sigue haciendo derramar la sangre de muchos que quieren luchar por ser fieles a Cristo.

Estos héroes católicos estaban convencidos de que el error no podía convivir con la verdad. Murieron no sólo porque pensaban como católicos, sino también porque deseaban vivir como católicos.

La revolución no tiene ningún escrúpulo y nunca se arrepentirá. Para ella todos los medios son buenos para alcanzar sus fines. Se toma su tiempo, su objetivo es claro: erradicar la Iglesia de la sociedad, o al menos, confinarla al fondo de las sacristías. Necesita para triunfar de la ayuda de personas que acepten transitar por sus caminos bajo su guía y amparo. Los católicos liberales, que siempre alimentan el deseo de concretar la unión adúltera de la Iglesia con la revolución, se prestarán a jugar como cómplices. Serán los «idiotas útiles » de que habla Lenín. La revolución precisa de estos «católicos de bajo perfil», dispuestos al compromiso y culpables de la ruina de la sociedad católica.

Por eso, queridos amigos, debemos tener presentes aquellas palabras del Apóstol Santiago: «¿De qué servirá, hermanos míos, el que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Por ventura a éste la fe podrá salvarlo? (…) La fe, si no es acompañada de obras, está muerta en sí misma (…) ¿No veis cómo el hombre se justifica por las obras, y no por la fe solamente? {…) En suma, como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerto”. (1)

Tenemos que aplicar los principios católicos en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestras obras, en la sociedad civil, y eso claramente y sin compromisos. La Iglesia debe recuperar su voz y profesar una doctrina totalmente católica. San Pío X lo señaló netamente en la encíclica sobre Le Sillón: «No, Venerables Hermanos —preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores—, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la «ciudad» nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe… es la civilización cristiana, es la «ciudad» católica».  (2)

Oración: Señor, Dios nuestro, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al papa san Pío décimo de sabiduría divina y fortaleza apostólica, concédenos que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, podamos alcanzar la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Oración: Señor, Dios nuestro, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al papa san Pío décimo de sabiduría divina y fortaleza apostólica, concédenos que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, podamos alcanzar la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

No tenemos derecho a resignarnos a ver cómo triunfan los principios anticatólicos. Semejante resignación se equipara al laxismo puro. Con el paso del tiempo la gente se acostumbra a todo, se excusa todo, y se termina por admitirlo todo…

¡Actuemos, pues, como católicos! ¡Seamos coherentes! De nuestras convicciones católicas debe resultar una actuación integralmente católica sin compromisos con el espíritu del mundo.

Extracto tomado del artículo Un Poco de Coherencia:

Por el R. P. Christian Bouchacourt
IESUS CHRISTUS
Revista del Distrito América del Sur FSSPX
Año XIX, N6 113 – Septiembre/octubre de 2007

http://conviccionradio.cl/defensa/un-poco-de-coherencia.html

Diócesis italiana rinde homenaje a prócer católico de la independencia de México

ROMA, 25 Oct. 05 / 03:26 am

La diócesis italiana de Livorno, en el norte del país, rindió recientemente un homenaje a una de las figuras más importantes de la historia de México, el prócer católico Agustín de Iturbide.

Agustín de Iturbide. Agustín I de México. Emperador de México.

Agustín de Iturbide. Agustín I de México. Emperador de México.

Altar mayor en el Santuario de Nuestra Señora de Montenero, Livorno, Italia, que se ha conservado sin reformar, adosado al retablo.  Santuario della Madonna di Montenero, Livorno, Italia. 05/06/09.

Altar mayor en el Santuario de Nuestra Señora de Montenero, Livorno, Italia, que se ha conservado sin reformar, adosado al retablo. Santuario della Madonna di Montenero, Livorno, Italia. 05/06/09.

El evento, organizado por el Obispo de Livorno, Mons. Diego Coletti, recuerda el paso del prócer por la diócesis, donde vivió desterrado hasta que decidió retornar a su tierra natal, donde murió fusilado luego de ser vilmente acusado detraidor por la poderosa masonería local.

Mons. Diego Coletti.

Mons. Diego Coletti.

La celebración, realizada en el Santuario de Montenero –donde Iturbide acudiera tantas veces a orar durante su destierro– contó con la presencia del Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo de Guadalajara (México), quien durante el acto de develación de una placa en memoria del héroe mexicano destacó su lealtad como católico y mexicano.

Cardenal Juan Sandoval Iñiguez

Cardenal Juan Sandoval Iñiguez

“Es bastante extraño que se haga memoria de Agustín de Iturbide fuera de México”, especialmente porque “en su patria se le tiene oficialmente olvidado y está ausente en nombres de calles, monumentos y plazas; cuando en los libros de historia se hace alguna escurridiza mención de él, es para denigrarlo”, destacó el Purpurado durante su intervención en el acto de homenaje.

“Agustín de Iturbide –explicó el Cardenal Sandoval– sigue siendo víctima de las ideologías en pugna y de los sistemas políticos derivantes”.

Luego de recordar que fue Iturbide quien consumó la independencia el 27 de septiembre de 1821, el Purpurado destacó cómo los liberales intransigentes lo declararon “traidor y fuera de la ley”; y así tras su retorno a México fue fusilado por un oficial de ínfimo rango.

Iturbide y su ejército pasando por un costado del Palacio Virreinal el 27 de septiembre de 1821 y a punto de llegar a las puertas del palacio, en donde fue recibido por Juan O'Donojú.  Desde allí observó el paso de los 16,000 hombres que formaban el gran Ejército Trigarante.

Iturbide y su ejército pasando por un costado del Palacio Virreinal el 27 de septiembre de 1821 y a punto de llegar a las puertas del palacio, en donde fue recibido por Juan O'Donojú. Desde allí observó el paso de los 16,000 hombres que formaban el gran Ejército Trigarante.

Su muerte es un pecado nacional que todos los mexicanos llevamos como una herida oculta en nuestra conciencia histórica, pecado del cual la minoría que ha gobernado a nuestro pueblo no parece haberse arrepentido todavía, pues se ha negado de manera contumaz a reconocerle como el ‘Consumador de la Independencia’ y a darle el lugar que merece en nuestra historia nacional”, dijo el Purpurado.

“La historia la escriben los vencedores, por eso a él se le ha borrado de la historia. Resulta pues muy significativo que hoy y aquí a miles de kilómetros de México se lo recuerde”, concluyó.

El Cardenal finalmente develó una placa conmemorativa que dice, en italiano y español:

“A Agustín de Iturbide, Hijo fiel de México y de la Iglesia Católica, quien promovió y llevó a cumplimiento la independencia de México por fidelidad a su conciencia de católico llegó exiliado a Livorno en el año de 1823. La Ciudad y la Diócesis de Livorno y la Iglesia de México lo recuerdan y le honran cono un hombre que supo luchar y morir por su Patria y por su Fe”.

Tomado de: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=10530

27 DE SEPTIEMBRE DE 1821: ITURBIDE CONSUMA LA INDEPENDENCIA (BIOGRAFÍA E HIMNO ÍNTEGRO)

 1783-1824

1783-1824

Militar y político mexicano, emperador de México con el nombre de Agustín I (1822-1823). Nació en Valladolid (Michoacán). Combatió inicialmente a los insurgentes pues no concordaba con el modo desordenado de buscar la Independencia.

Participó en la conspiración denominada de la Profesa para oponerse a la implantación de la Constitución de 1812 en México, después del éxito alcanzado por el pronunciamiento liberal de Rafael del Riego en España. Ese mismo año, el virrey le nombró comandante general del sur, con la misión de buscar un acercamiento a Vicente Guerrero que mantenía la insurgencia (insurrección) en aquellos territorios.

Con el apoyo de los obispos de Guadalajara y Puebla, de los comerciantes españoles y de los criollos opuestos al liberalismo, logró equipar un ejército numeroso y llega a un acuerdo con Guerrero. El 24 de febrero de 1821 en la población de Iguala, publicó un programa político que pasó a denominarse el PLAN DE IGUALA (de las Tres Garantías o trigarante), en el que proclamaba sus objetivos: religión (católica), independencia (de España) y unión (de todos los mexicanos).

En agosto de ese mismo año firmó con el virrey O´Donoju, recién llegado a Nueva España, el Tratado de Córdoba y el 27 de septiembre de 1821 entró en la capital, tras la evacuación de las tropas españolas, CONSUMANDO DE ESTE MODO -SIN DERRAMAMIENTO DE SANGRE- LA INDEPENDENCIA DE MEXICO. Al día siguiente una Junta de Gobierno provisional, presidida por Iturbide, y en la que también figuraba ODonojú, proclamó oficialmente esa Independencia de México con respecto a España. Don Agustín de Iturbide FUE EL CREADOR DE LA BANDERA TRICOLOR MEXICANA (verde, blanca y roja) que significaban las tres garantías arriba explicadas.

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Se le proclamó emperador con el nombre de Agustín I. Tuvo que abdicar el 19 de marzo de 1823. En abril fue abolido el Imperio y en mayo salió Iturbide del país rumbo a Europa. Tras una corta estancia en Liorna (Italia), se instaló en Londres y el 13 de febrero de 1824 envió una Exposición al Congreso mexicano, anunciando su intención de regresar al país. Cuando desembarcó en Soto la Marina (Tamaulipas), el 18 de julio siguiente, fue hecho prisionero, y acabó fusilado en Padilla un día después. Asesinaban, así, al libertador de México.

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Siendo el consumador de la Independencia mexicana, el gobierno liberal emanado de la Revolución Mexicana del siglo pasado, lo borró practicamente de la historia nacional oficial y le escamoteó su titulo de LIBERTADOR, atribuyéndoselo fraudulentamente a Vicente Guerrero. El principal motivo del odio contra Iturbide fue su catolicismo y su antiliberalismo. Para Iturbide, el catolicismo era la UNICA RELIGION OFICIAL para México.

HIMNO NACIONAL MEXICANO

(La estrofa séptima hace referencia a don Agustín de Iturbide, libertador de México y la novena recuerda que la bandera que nos legó fue ideada en la ciudad de Iguala, naturalmente fueron eliminadas -por el régimen liberal- de la actual versión oficial).

Coro
Mexicanos al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón.
Y retiemble en sus centros la tierra,
al sonoro rugir del cañón.

Estrofa I
Ciña ¡oh Patria! tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el Cielo tu eterno destino
por el dedo de Dios se escribió.

Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.

Estrofa II
En sangrientos combates los viste
por tu amor palpitando sus senos,
arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo tu frente,
volverán inmortales a ornar.

Estrofa III
Como al golpe del rayo la encina,
se derrumba hasta el hondo torrente,
la discordia vencida, impotente,
a los pies del arcángel cayó.
Ya no más, de tus hijos la sangre,
se derrame en contienda de hermanos;
sólo encuentre el acero en sus manos
quien tu nombre sagrado insultó.

Estrofa IV
Del guerrero inmortal de Zempoala
te defiende la espada terrible,
y sostiene su brazo invencible,
tu sagrado pendón tricolor.
.
Él será del feliz mexicano
en la paz y en la guerra el caudillo,
porque él supo sus armas de brillo
circundar en los campos de honor.
Estrofa V
Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la Patria manchar los blasones,
Guerra, guerra, los patrios pendones
en las olas de sangre empapad.
Guerra, guerra. En el monte, en el valle,
los cañones horrísonos truenen,
y los ecos sonoros resuenen
con la voces de ¡Unión! ¡Libertad!

Estrofa VI
Antes, Patria, que inermes tu hijos,
bajo el yugo su cuello dobleguen,
tus campiñas con sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
se derrumben con hórrido estruendo,
y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la Patria aquí fue.
Estrofa VII
Si a la lid contra hueste enemiga,
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera,
mexicanos, valientes seguid.

Y a los fieles bridones les sirvan
las vencidas enseñas de alfombra;
los laureles del triunfo den sombra
a la frente del Bravo Adalid.

Estrofa VIII
Vuelva altivo a los patrios hogares,
el guerrero a cantar su victoria,
ostentando las palmas de gloria
que supiera en la lid conquistar.

Tornaránse sus lauros sangrientos
en guirnaldas de mirtos y rosas,
que el amor de las hijas y esposas,
también sabe a los bravos premiar.

Estrofa IX
Y el que al golpe de ardiente metralla,
de la Patria en las aras sucumba,
obtendrá en recompensa una tumba
donde brille, de gloria, la luz.

Y de Iguala la enseña querida
a su espada sangrienta enlazada,
de laurel inmortal coronada,
formará de su fosa una cruz.

Estrofa X
¡Patria, Patria! tus hijos te juran
exhalar en tus aras su aliento,
si el clarín, con su bélico acento,
los convoca a lidiar con valor.
.
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!
Letra de Francisco González Bocanegra
Música de Jaime Nunó

Himno completo con las diez estrofas (en el video se inicia con la primera estrofa y no con el coro, como debiera ser, por cuestión del tamaño que acepta YouTube).

Tomado de:

http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com/

Santa Misa Dominical

DOMINGO 17º DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

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( Semidoble – Ornamentos verdes )

La lectura en Maitines del libro de Tobías suele coincidir más o menos con este Domingo, y por eso útil nos será estudiar paralelamente el Breviario y el Misal, conforme lo venimos haciendo en todos los Domingos.
   Tobías parece que vivió en tiempo de Salmanasar, hacia fines del siglo VIII antes de J. C., cuando los israelitas del Norte fueron deportados a Asiria. Viéronse entonces descuajados de su suelo natal y puestos en un ambiente pagano; pero eso no obstante, Tobías permaneció siempre fiel a su Dios y a las santas leyes patrias, aun en medio de rudas pruebas, lo mismo que el santo Job. Hasta llega a decir de él el sagrado Texto que, aun cuando era el más joven de toda la tribu de Neftalí, «nada de pueril se notó en su conducta, pues, siendo aún niño, observaba todas las cosas conforme a la Ley de Dios».
   Luego casó con una de su misma tribu, llamada Ana, y tuvo un hijo al que impuso su propio nombre, «enseñándole desde su niñez a temer a Dios y a abstenerse de todo pecado». Cautivo Tobías en Nínive, era el sostén y paño de lágrimas de sus hermanos desterrados, ejercitando con ellos todo género de obras de misericordia.
   Pero Dios, por lo mismo que le amaba, quiso probarle, para aquilatar así su virtud, y quedó de pronto ciego, viendo sus ojos quemados por excrementos de golondrinas, bajo cuyo nido se había quedado descansando. «Mas ni aun entonces se contristó contra Dios, antes quedó inmóvil en su santo temor, dando gracias al Señor todos los días de su vida. Acostumbraba decir: «Somos hijos de santos, Y esperamos una vida que Dios ha de dar a los que jamás pierden su fe en Él.»
   A su hijo, entre otros muchos, dábale estos sapientísimos con sejos: «Hijo mío, ten a Dios presente todos los días de tu vida, cuídate muy bien de consentir jamás en pecado. Da de tus bienes en limosna, y no apartes tu cara de ningún pobre… lo que no quieras te hagan, no lo hagas a otro.»
   He ahí el precepto del amor de Dios y del prójimo, del amor práctico que la Epíslola y el Evangelio nos inculcan. Practicándolo podremos exclamar algún día con el viejo Tobías, a1 recobrar la vista del cuerpo y atisbar con los ojos sobrenaturales del alma la dicha del reino mesiánico: «Oh Jerusalén! Con luz espléndida brillarás, y todos los confines de la tierra te adorarán. Naciones de muy lejos vendrán ti y, trayendo presentes adorarán en ti al Señor… Todas las plazas serán pavimentadas con piedras blancas y puras, y se cantará en tus calles: ¡Aleluya!…».
   Tal es la Jerusalén celestial, y aun el reino de Dios en la tierra, la Iglesia santa, católica, apostólica y romana. «Quien la bendice será bendito.» Todos sin excepción son llamados a ella para «formar un solo cuerpo» el cual va animado de «un solo Espíritu » que es el mismo Espíritu Santo, infundido el día de Pentecostés: «Todos tenemos una misma esperanza, una fe, un bautismo». (Ep.).
  
Cristo Jesús, su divino fundador y cabeza, que el día de su Ascensión puso a sus enemigos por peana de sus pies, a modo de los antiguos vencedores, «sea bendito en los siglos de los siglos». (Ep.).
  
El párroco celebra hoy la misa por sus feligreses.

Introito. Ps 118, 137 y 124. 

    INTROITUS – Justus es, Dómine, et rectum judícium tuum; fac curo servo tuo secúndum misericórdiam tuam. Ps. Beáti immasculáti in via: qui andant in lege Dómini V. Gloria Patri.    Introito – Justo eres, Señor y rectos tus juicios; obra en tu siervo según tu misericor dia. Ps. Dichosos los que viven sin mancilla, los que andan en la ley del Señor. – V. Gloria al Padre.

Oración-Colecta

   ORATIO – Da, quaesumus, Dómine, pópulo tuo diabólica vitáres contágia: et te solum Deum pura mente sectári. Per Dóminum.    R. Amen        Rogámoste, Señor, concedas a tu pueblo, que evitando las asechanzas del diablo(1), te siga a Ti, único Dios con corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   R. Amen.

Conmemoración

Epístola

   Descríbese la unidad de la familia cristiana, unidad basada en la identidad del Espíritu que vivifica todos los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo. Uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo, uno el Cielo. 

EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Ephésios (4, 1-6)  Fratres: Obsecro vos ego vinctus in Dómino,  ut digne ambulétis  vocatione qua vocati estis, cum omni humilitate, et mansuetudine, cum patientia, subportantes invicem in caritate, solliciti servare unitatem spiritus in vinculo pacis. Unum corpus, et unus spiritus, sicut vocati estis in una spe vocationis vestrae. Unus Dominus una fides unum baptisma. Unus Deus, et Pater omnium, qui super omnes, et per omnia, et in omnibus nobis. Qui est bendictus in saecula saeculórum. Amen.

 

 

   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Efesios: Hermanos: Ruégoos yo, prisioneroen el Señor, que andéis cual conviene a la vocación a que habéis sido llamados, con toda humil dad y mansedumbre, con paciencia, so brellevándoos unos a otros en caridad, esforzándoos en guardar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz. Sólo hay un cuerpo y un espíritu, como también fuisteis llamados a una sola esperanza(2) de vuestra vocación. Uno sólo es el Señor, una la fe, uno el Bautismo. Un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, y por todas las cosas, y en todos nosotros. El cual es bendito en los siglos de los siglos. Amén.
    GRADUALE (Ps. 32 ) Beáta gens, cujus est Dóminus Deus eórum; pópulus, quem elégit Dóminus in hereditátem sibi. V- Verbo Dómini caeli firmáti sunt: et spíritu oris ejus omnis virtus eorum. Alleluia, alleluia. V.(Ps. 101) – Dómine, exáudi oratiónem meam: et clamor meus ad te pervéniat, Alleluia.    Gradual – Feliz el pueblo que tiene al Señor por su Dios; el pueblo a quien escogió para su heredad. La palabra del Señor creó los cielos, y por el espíritu de su boca a todos los astros de él.
Aleluya, aleluya – V.  Señor, escucha mi oración, y llegue a Ti mi clamor. Aleluya. 

Evangelio

      Hay que amar a Dios ante todo y sobre todo, y al prójimo como a un hijo muy querido de Dios. A esto es a lo que se llama caridad; lo que no es esto, es beneficencia, altruismo, filantropía, o sea, la descristianización de la caridad sublime de Cristo, opuesta diametralmente a la caridad laica, que asiste al hombre por el hombre, ¿y de qué manera?

USequéntia sancti Evangélii secúndum Mathaeum (22, 34-46)

   In illo témpore: Accesérunt ad Jesum pharisaei: et interrogavit eum unus ex eis legis doctor temptans eum: Magister quod est mandatum magnum in lege? Ait illi Iesus diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo, et in tota anima tua, et in tota mente tua. Hoc est maximum et primum mandatum. Secundum autem simile est huic diliges proximum tuum sicut te ipsum. In his duobus mandatis universa lex pendet, et prophetae. Congregatis autem Pharisaeis interrogavit eos Iesus dicens: Quid vobis videtur de Christo? cuius filius est? Dicunt ei: David. Ait illis: Quomodo ergo David in spiritu vocat eum Dominum, dicens: Dixit Dominus Domino meo sede a dextris meis, donec ponam inimicos tuos scabillum pedum tuorum? Si ergo David vocat eum Dominum quomodo filius eius est? Et nemo poterat respondere ei verbum neque ausus fuit quisquam ex illa die eum amplius interrogare.

Credo.

  U Continuación del Santo Evangelio según Credo.  En aquel tiempo: Llegáronse  a Jesús los fariseos, y le preguntó uno de ellos que era doctor de la ley, para tentar le: «Maestro, ¿cuál es el Man damiento más grande de la ley?» Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios, de todo tu corazón y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es seme jante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos pende toda la ley y los profetas(3).» Y reunidos los fariseos, preguntó les Jesús: «¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David.» Replicóles: «Pues, ¿cómo David, en espíritu, le llama Señor, diciendo: ‘Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos por peana de tus pies?’ Pues, si David le llama ‘Señor,’ cómo puede ser hijo suyo?» Y ninguno e pudo responder palabra: ni nadie desde aquel día se atrevió a hacerle más preguntas.

    OFFERTORIUM Orávi Deum meum ego Dániel dicens: Exáudi, Dómine, preces servi tui: illúmina fáciem tuam super sanctuárium tuum: et propítius inténde pópulum istum, super quem invocátum est nomen tuum. Deus.    Ofertorio –  Yo, Daniel, rogué a mi Dios, diciendo: Oye, Señor, los ruegos de tu siervo: brille tu rostro sobre tu santuario: y atiende propicio a este pueblo, sobre el cual ha sido invocado tu nombre, oh Dios. 

Oración-Secreta

    Majestátem tuam, Dómine, supplíciter deprecámur: ut haec sancta, quae gérimus, et a praetéritis nos delíctis éxuant, et futúris. Per Dominum.     Suplicamos, Señor, humildemente a tu Majestad, que estos santos misterios que celebramos, nos purifiquen de las culpas pasadas y futuras. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.  

Conmemoración

Prefacio de la Santísima Trinidad

    Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus…

 

 

   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:: Santo, Santo, Santo, etc.

   COMMUNIO  Vol véte, et réddite Dómino Deo vestro omnes, qui in circúitu ejus affértis múnera: terribili et ei, qui aufert spíritum principum: terribili apud omnes reges terrae.
   Comunión. – Haced votos y cumplidlos, para honrar al Señor Dios vuestro, todos los que traéis ofrendas a su presencia: al Dios terrible que abate el orgullo de los príncipes; al que es terrible para todos los reyes de la tierra(4) .

Oración-Postcomunión

     Sanctificatiónibus tuis, omnipotens Deus, et vítia nostra curéntur, et remédia nobis aetérna provéniant. Per Dóminum    Haz, oh Dios omnipotente, que con éstos tus santos Sacramentos sean curados nuestros vicios y se remedie nuestra salvación eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.

 Conmemoración

Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

los Santos

27 de Septiembre

  • Santos Cosme y Damián, Mártires
  • San Elzear y Beata Delfina, Esposos
  • Santa Hiltrudis, Virgen 
  • Santos Adulfo y Juan, Mártires
  • Santa Aurea, Mártir 
  • Beato Nepomuceno Neumann, Obispo de Filadelfia
  • Beato Lorenzo de Ripafratta, Monje
  • Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

    los Santos

    26 de Septiembre

  • San Cipriano y Santa Justina, Mártires
  • San Juan de Brébeuf, San Isaac Jogues y Compañeros, Mártires
  • San Vicente María Strambi, Obispo y Confesor
  • San Nilo de Rossano, Abad y Fundador
  • San Eusebio, Papa
  • San Elo Colman, Abad 
  • San Isaac Nogués, Mártir
  • NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED EN TUCUMÁN*

    _merced_tucumanIglesia de Nuestra Señora de la Merced, en Tucumán.

    Tucumán, fue fundada por don Diego de Villarroel en 1565, después de frecuentes ataques de los indios, el día de Nuestra Señora de las Mercedes de 1685 fue trasladada al sitio actual.

    Por los muchos favores que la Virgen de las Mercedes dispensó a los tucumanos, el Cabildo en 1687 la nombró Patrona y Abogada de la ciudad.

    A ella le acreditan la victoria argentina en la batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812.  En ella se decidió la suerte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los españoles eran unos tres mil y los argentinos apenas mil ochocientos. Belgrano, el general argentino, puso su confianza en Dios y en Nuestra Señora de las Mercedes, a quien eligió por Patrona de su Ejército.

    En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día del combate, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen. El ejército argentino obtuvo la victoria. En el parte que transmitió al Gobierno, Belgrano hizo resaltar que la victoria se obtuvo el día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección se habían puesto las tropas.

    El parte dice textualmente: ‘La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos «.

    El general Belgrano puso en manos de la imagen de la Virgen su bastón de mando. La entrega se efectuó  durante una solemne procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla.

    Belgrano se dirigió hacia las andas en que era conducida la Virgen las Mercedes, y haciéndola bajar hasta ponerla a nivel, le entregó el bastón que llevaba, poniéndolo en las manos de la Virgen y proclamó a la Virgen de la Merced como Generala del Ejército.

    Las religiosas de Buenos Aires, al tener conocimiento de estos actos de devoción, remitieron a Belgrano cuatro mil escapularios  de la Virgen de la Merced para que los distribuyera a las tropas. Antes de partir rumbo a Salta, el batallón de Tucumán se congregó frente al atrio del templo de Merced, donde fueron entregados los escapularios, Tanto los jefes como oficiales y tropas los colocaron sobre sus uniformes.

    El 20 de febrero de 1813 los argentinos que buscaban su independencia se enfrentaron nuevamente con los españoles en Salta. Antes de entrar en combate, Belgrano recordó a sus tropas el poder y valimiento de María Santísima y les exhortó a poner en Ella su confianza. Formuló también el voto de ofrendarle los trofeos de la victoria si por su intercesión la obtenía.

    Con la ayuda de la Madre de Dios vencieron nuevamente a los españoles, y de las cinco banderas que cayeron en poder de Belgrano, una la destinó a la Virgen de las Mercedes de Tucumán, dos a la Virgen de Luján y dos a la Catedral de Buenos Aires.

    A partir del año 1812, el culto a Nuestra Señora de las Mercedes adquiere una gran solemnidad y popularidad. En 1813, el Cabildo de Tucumán pide al gobierno eclesiástico la declaración del vicepatronato de Ntra. Sra. de las Mercedes «que se venera en la Iglesia de su religión» y ordena de su parte que los poderes públicos celebren anualmente su fiesta el 24 de septiembre . El 4 de septiembre de 1813 la Autoridad Eclesiástica, por Decreto especial, declara festivo en homenaje de la Virgen el 24 de septiembre.

    Después del 31 de agosto de 1843, es declarada oficialmente Vice Patrona, jurando su día por festivo y disponiendo se celebre cada año una Misa solemne con asistencia del Magistrado y que por la tarde se saque la imagen de la Santísima Virgen en procesión, como prueba de gratitud por los beneficios dispensados.

    La imagen de Nuestra Señora de las Mercedes de Tucumán fue coronada solemnemente, en nombre del Papa San Pio X, en 1912, al cumplirse el centenario de la batalla y victoria de Tucumán.

    El 22 de junio de 1943, el Presidente de la República, General Pedro P. Ramirez, por decreto aprobado el día anterior con sus ministros, dispuso por el artículo 1ro.:

    «Quedan reconocidas con el grado de Generala  del Ejército Argentino: la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, y la Santísima Virgen María , bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen».

    Los artículos 2,3 y 5 se refieren a la imposición de la banda y faja que corresponde a los generales de la nación.  El gobierno Argentino proclama así, solemnemente, ante el mundo, su religiosidad.

    El General San Martín también proclamó a Nuestra Señora del Carmen Patrona y Generala del Ejército de los Andes.

    En 1945, el Gobierno Nacional designó a la Santísima Virgen de las Mercedes Patrona Principal de la Aeronáutica Militar.

    En Santa Fe la imagen se venera en el templo del Milagro, Paraná se venera en la catedral, en Córdoba, en la Iglesia de los Padres Mercedarios, y así en muchos otros lugares.

    Oración a la Nuestra Señora de la Merced
    Generala del Ejército Argentino

    A ti recurrimos, oh Virgen Generala de nuestros Ejércitos, para implorar tu maternal protección sobre esta Patria Argentina.
    Te recordamos que aquí se alzó el altar donde se glorificó a Jesús Eucarístico ante el mundo entero; que nuestra bandera se izó en la presencia augusta de tu divino Hijo; que los colores nacionales cruzan sobre tu pecho cual blasón de Generala del Ejército Argentino
    Por todo esto te pedimos que protejas a nuestra Patria erigida según los designios divinos y que del uno al otro confín sepan los pueblos honrarla y que al postrarnos ante tu imagen de Virgen Generala resuene esta unánime aclamación:

    ¡Tu eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra de nuestro pueblo! ¡Tu la Generala de nuestro Ejército!

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

    NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED EN LA ARGENTINA*

    PATRONA DEL EJÉRCITO ARGENTINO

    ¡Tu eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra de nuestro pueblo! ¡Tu la Generala de nuestro Ejército!

    ¡Tu eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra de nuestro pueblo! ¡Tu la Generala de nuestro Ejército!

    La fiesta de Nuestra Señora de la Merced, o de las Mercedes, se celebra el 24 de septiembre; esta devoción es tan antigua entre los argentinos como el primer albor en tierra americana. Desde el Convento Grande de San Ramón, el baluarte de la provincia mercedaria de Santa Bárbara del Tucumán, se expandió esta hermosa devoción por toda la extensión del Virreinato del Río de la Plata. Ella es la Patrona y Generala de nuestros Ejércitos, y fue honrada con especial fervor por nuestros grandes hombres, y por todas las generaciones argentinas.

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    ¡SALVE! DULCE MADRE DE LAS MERCEDES

    Divina Redentora de cautivos: Redimid al mundo del cautiverio del error, del pecado y del vicio.

    Salud de los enfermos: Concededla completa a todos los que, desde el lecho del dolor, invoquen vuestra poderosa protección.

    Consuelo de afligidos: Consolad a los que sufren en sus dolencias del cuerpo y del alma; fortalecedlos, para que no desfallezcan y lleven su cruz resignadamente.

    Reina de la paz: Interceded ante vuestro divino Hijo, Príncipe de la Paz, a fin de que se extingan los odios, haya concordia entre las familias y las naciones, y el espíritu de amor domine en todas las almas.

    Os pedimos especialmente esta paz, Madre amadísima, para nuestro pueblo, que tanto os ama y venera.

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/


    24 de septiembre

    NUESTRA SEÑORA

    DE LAS MERCEDES

    Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia: a fin de alcanzar misericordia, y hallar gracia para ser socorridos en tiempo oportuno. (Hebreos, 4, 16).

    Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia: a fin de alcanzar misericordia, y hallar gracia para ser socorridos en tiempo oportuno. (Hebreos, 4, 16).

    En el tiempo en que los sarracenos oprimían a España y llevaban en esclavitud a gran número de cristianos, la Madre de Dios, compadecida de sus males y peligros, apareció durante la misma noche a San Pedro Nolasco, a San Raimundo de Peñafort, y a Jaime, rey de Aragón, conjurándolos a establecer una Orden religiosa para la redención de los cautivos. Ésta fue la Orden de la Merced, o de la Redención, fundada en Barcelona en 1223, y que prestó inmensos servicios a la Iglesia y a la sociedad. Para agradecer a la Santísima Virgen, la Iglesia estableció esta fiesta.

    MEDITACIÓN SOBRE
    NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES

    I. Desde que María, consintiendo en el sacrificio del Redentor en la cruz, llegó a ser la cooperadora de la Redención, nada desea más que ayudar a los pobres pecadores. Por cargados de crímenes que estemos, apenas recurramos a Ella con el deseo de corregirnos, nos acogerá bondadosamente y nos obtendrá el perdón. Cuanto más desgraciados somos, con tanto mayor razón es nuestra reina. Vos sois la Reina de la misericordia, y ¿quién tiene necesidad de misericordia sino los miserables? (San Bernardo).

    II .La Santísima Virgen no se contenta con retirarnos del abismo del pecado, sino que nos impide recaer en él. Recurrir a María es un medio infalible para vencer los asaltos del infierno, porque Ella es temible como un ejército en orden de batalla. ¿Te cuidas de recurrir a Ella en las tentaciones? Acuérdate de las circunstancias en las que has sucumbido y verás que, precisamente, son aquéllas en que descuidaste invocar su socorro. En tus peligros, en tus angustias, en tus dudas, piensa en María, invoca a María: que su nombre no se aleje de tus labios ni de tu corazón. (San Bernardo).

    III. Pero sobre todo es en la hora de la muerte cuando María cuida de sus servidores. Si el demonio, en esa hora tremenda, redobla sus esfuerzos para perdernos, María redobla su solicitud para asegurar nuestra salvación. Es entonces sobre todo cuando para nosotros es reina de misericordia. Una madre de la tierra tiene para con su hijo moribundo menos ternura que María para con sus servidores. Invócala, pues, durante tu vida a fin de que tengas la dicha de morir uniendo en tus labios el nombre de María al de Jesús. ¡Oh Soberana, salid al encuentro de mi alma a su salida de este mundo, y recibidla en vuestros maternales brazos! (San Buenaventura) .

    La frecuente invocación del nombre de María 
    Orad por los pecadores endurecidos.

    ORACIÓN

    Oh Dios, que por intermedio de la gloriosa Madre de vuestro Hijo, habéis enriquecido a vuestra Iglesia con una familia religiosa consagrada a la redención de los cristianos caídos en poder de los infieles, dignaos, en vista de sus méritos y de su intercesión, conceder a los que la honran piadosamente como la fundadora de esta gran obra, la gracia de quedar libres de las cadenas del pecado y de la cautividad del demonio. Por J. C. N. S. Amén.

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

    ¡Escuchad almas consagradas!

    .. el Padre Pío aun habla.annus-sacerdotalis

    El Padre Pío de Pietralcina (Italia) que poseía las Santas Llagas de Jesús, dice en visión a un hermano (Padre): ¡Escuchad, almas consagradas!»¿Qué le irá a suceder al mundo? En medio de nuestra alegría en el Cielo, nos estremecemos, con angustia, porque todos tenemos a los nuestros en la tierra. ¡Prepárate! ¡No temas las reflexiones que hagan! Escribe, habla, remueve los corazones que se quieren degradar en el lodo. Más que todos, son nuestros hermanos consagrados que embeben de amargura a Cristo, «Pan de la vida», porque comienzan a corromperse. La hora es grave, muy grave y ellos serán los primeros en ser arrebatados por la tempestad, porque es por ellos, por su medio, que vienen tantos males al mundo.

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    Acordaos de esto; gravadlo profundamente en vuestros corazones. El más bello y precioso ornamento del padre es la pureza virginal. La pureza penetra hasta lo más alto del Cielo, hace ver y comprender cosas sublimes; ella es un reflejo de la claridad de Dios; da el gusto y el sabor de todo lo que es santo; tiene una intuición particular de las cosas espirituales y genera el heroísmo de la virtud y del martirio; ella nos da ardor y entusiasmo por la salvación de las almas.
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    ¿Qué haréis vosotros, queridos hermanos, para conservaros castos y puros en medio de tantos peligros, no medio de un mundo seductor y pérfido? Mortificad los sentidos, mortificad los ojos y principalmente los oídos, evitando familiaridades ociosas, que son la sepultura de la pureza. ¡Oh! ¡La pureza virginal! Hasta los ángeles la envidian! Ella da a todo el ser un brillo particular. La pureza viene del Cielo; es necesario pedirla sin cesar al Señor y tener el cuidado de no ofuscarla; es necesario cerrar las puertas a la sensualidad de la tierra, como se trancan las puertas y las ventanas para impedir la entrada de alguien.
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    Inflamaos de amor por Dios en el pensamiento continuo de su omnipotencia, para que viváis en este mundo la vida del Cielo. Que los fieles se acuerden de esto: hágase en las parroquias al menos en particular, una Hora Santa, todos los jueves, por la santificación de los sacerdotes»..

    Más que todos, son nuestros hermanos consagrados que embeben de amargura a Cristo, "Pan de la vida", porque comienzan a corromperse.

    Más que todos, son nuestros hermanos consagrados que embeben de amargura a Cristo, "Pan de la vida", porque comienzan a corromperse.

    «Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas,
    más aún debemos soportarnos a nosotros mismos»
    San Pío de Pietrelcina.


    La Misa del Padre Pío

    « Una unión completa entre Jesús y yo »

    « Una unión completa entre Jesús y yo »

    Según el Hermano Narsi Decoste en “El Padre Pío”

    «No se venía a San Giovanni para ver una clínica ultramoderna o para escuchar narraciones de conversiones o de curaciones espectaculares. La mayoría de los peregrinos disponían de un día, a veces de una mañana: venían a asistir a la misa del Padre Pío. Esto es muy notable cuando se sabe que llegaban a veces de muy lejos, frecuente de América.
    Naturalmente, algunos aprovechaban de una estancia en Italia, Roma, Nápoles o en otra parte, para hacer un salto hasta San Giovanni; muchos repartían le mismo día. Habían venido únicamente para esto.
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    Desde las dos o tres horas de la mañana, los pesados autobuses descargaban delante del convento a sus ocupantes, sorprendidos de ver ya la plaza de la iglesia negra de mundo. Se esperaba pacientemente la apertura de las puertas para entrar; esperando, se rezaba el rosario.
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    Para el incrédulo que venia simplemente como curioso, la misa del Padre Pío era tal vez una ceremonia como todas las otras; pero, para el creyente, era de un valor infinito por la presencia real del Señor que el celebrante llama infaliblemente sobre el altar por las palabras consagratorias. La misa siempre y en todas partes tiene el mismo valor, allí donde es celebrada válidamente: ¿Por qué querer asistir a la del Padre Pío? Indudablemente porque este capuchino hacía tangible la misteriosa y sin embargo real presencia.
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    Se comprende, por lo tanto, que nada puede ser añadido a su grandeza, a su valor, a su significación, que es únicamente limitada par la impenetrable voluntad de Dios.
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    Cuando el Padre Pío celebraba la misa, daba la impresión de una tan intima, como intensa y completa unión con Aquel que se ofrecía al Padre Eterno, como víctima de expiación por los pecados de los hombres.
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    Desde que él estaba al pie del altar, el rostro del celebrante se transfiguraba.
    No se encontraba allí solamente como sacerdote para el Sacrificio, sino como el hombre de Dios para dar testimonio de su existencia, como sacerdote que portaba él mismo las cinco llagas sangrantes de la crucifixión sobre el cuerpo. El Padre Pío poseía le don de hacer rezar a los otros. Se vivía la misa. Se era fascinado. Puedo decir, que solamente en San Giovanni, comprendí el divino Sacrificio.
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    Esta misa duraba largo tiempo; sin embargo, al seguirla en su larga celebración, se perdía toda noción de tiempo y de lugar. La primera vez que asistí a ella, lamenté que se terminara. ¡Con estupor, me di cuenta que había durado más de dos horas!
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    Toda la vida del Padre Pío estaba centrada sobre el Santo Sacrificio de la misa que, decía él, día tras día, salva al mundo de su perdición. Brunatto, que asistía generalmente al Padre y tuvo la alegría de acolitarle, testimonió que, durante los años de su aislamiento, la celebración duraba hasta siete horas. Más tarde, fue limitada por la obediencia y duraba alrededor de una hora.
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    Sí, verdaderamente, esta misa del Padre Pío era un acontecimiento inolvidable y se tenía razón de querer y asistir al menos una sola vez.
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    Cuando salía de la sacristía, el Padre era generalmente sostenido por dos cohermanos, pues sus pies transpasados le hacían sufrir atrozmente. De un paso pesado, arrastrando los pies, incierto, vacilante, avanzaba hacia el altar. Además de los estigmas, pasaba aún toda la noche en oración; lo que fue así por medio siglo.
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    Se le hubiera creído aplastado bajo el peso des pecados del mundo. Ofrecía todas las intenciones, los pedidos, las súplicas, que le habían sido confiadas por escrito u oralmente, del universo entero. Portaba, además, todas les aflicciones, los sufrimientos, las angustias por las cuales se venía a él y de las que se había cargado. Es por esto que el Ofrecimiento de esta misa era tan largo y tan impresionante.
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    Hacía todo para desviar la atención de él. Evitaba todo lo que podía ser espectacular en su porte, su expresión, sus gestos, en su manera de rezar y de callarse; y sin embargo, su porte, su modo de rezar, su silencio, y sobre todo las largas pausas, en toda su simplicidad, eran verdaderamente dramáticas.
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    Cuando, recogido en el silencio de una multitud íntimamente unida a él, el Padre Pío tomaba la patena en sus manos sangrantes y la ofrecía al Padre Todo Poderoso, ella pesaba con el peso enorme ese montón de buenas obras, de sufrimientos y de buenas intenciones. Este pan que iba luego a tomar vida, cambiado en Aquel que, sólo, realmente, era capaz de pagar completamente la deuda de los pecados de los hombres.
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    En esta celebración no eran remarcables solamente las principales partes de la misa. El Padre Pío celebraba toda la misa con la misma atención sostenida, visiblemente consciente de la profunda significación de cada palabra, de cada gesto litúrgico.
    Lo que pasaba entre Dios y él permanece un misterio, pero se podría adivinar alguna cosa en ciertos silencios, en ciertas pausas más largas; los trazos de su cara traducían a veces su intensa participación en el Drama que él vivía. Con los ojos cerrados, estaba frecuentemente en conversación con Dios, o transportado en éxtasis en la contemplación.
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    Sólo, un ángel sería capaz de describir dignamente esta misa. Las llagas permanentes de su cuerpo no eran sino los signos visibles del martirio interior que padecía con el «divino Crucificado». Por esto, la atención de la asamblea estaba fija en el punto culminante del Santo Sacrificio: la Consagración.

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    En efecto, se detenía un instante como para concentrarse. Parecía desencadenarse una lucha entre él, que tenía en sus manos la hostia inmaculada y, Dios sabe, que fuerza obscura e invisible que, sobre sus labios, retenía las palabras consagratorias cargadas de fuerza creadora.
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    Ciertos días, la misa era para él, a partir del Sanctus, un verdadero martirio. El sudor cubría su cara y las lagrimas corrían a lo largo de sus mejillas. Era verdaderamente el hombre de dolores tomado por la agonía. Involuntariamente, yo pensaba en Cristo en el Jardín de los Olivos.
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    Se veía claramente, que profiriendo las palabras de la Consagración, padecía un real martirio. A cada palabra, un choc parecía recorrer sus miembros. ¿Sería posible, como ciertos lo piensan, que él sufría entonces más intensamente la Pasión de Cristo y que los salmos dolorosos, que él reprimía cuanto posible, lo impedían en un momento continuar? O debemos interpretar a la letra las palabras del Padre diciendo que el demonio se aventure garfios hasta en el altar? En son actitud tan impresionante, se asistía por lo tanto a una lucha real contre Satán, que, en ese momento, redoblaba sus esfuerzos para atormentarlo.
    Las dos suposiciones son aceptables.
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    Frecuente, cuando abandonaba el altar, después de la misa, ciertas expresiones involuntarias y reveladoras se le escapaban. Como hablándose a sí mismo, decía por ejemplo: «Me siento quemar… » y también : « Jesús me dijo… ».
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    En cuanto a mi, yo he estado, como todos aquellos que han tenido la alegría de participar en esta misa, vivamente impresionado por esta emocionante celebración.
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    Un día, hicimos al Padre, la pregunta: «Padre, ¿qué es su misa para usted?».
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    El Padre respondió: « Una unión completa entre Jesús y yo ».
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    La misa del Padre Pío era verdaderamente esto: Le Sacrificio del Gólgota, el Sacrificio de La Iglesia, el Sacrificio de la última Cena y también nuestro Sacrificio.
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    Y, aún: « ¿Somos los únicos que estamos en torno del altar durante la misa?
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    – En torno de el altar, están los Angeles de Dios.
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    – Padre, ¿qué se encuentra en torno de el altar?
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    – Toda la Corte celestial.
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    – Padre, ¿está también presente la Virgen María durante la misa?
    .
    – ¿Puede una Madre permanecer indiferente para con su Hijo ? ».
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    En una carta que el Padre escribió, en mayo 1912, sabemos que la Santísima Virgen lo acompañaba en el altar. La Madre de Dios y nuestra Madre evidentemente no tiene otra preocupación que la de su Hijo Jesús que se hacía visible, a nuestros ojos , en la carne del Padre Pío, herido de amor por Dios y sus hermanos .
    .
    -«Padre, ¿cómo debemos asistir a la misa?
    .
    – Como la Santísima Virgen y les santas mujeres , con amor y compasión. Como san Juan asistía a la Ofrenda Eucarística y al Sacrificio sangriento de la Cruz . »
    .
    Un día que la multitud de peregrinos era particularmente densa en la iglesia de San Giovanni, el Padre me dijo después de la misa:
    -«¡Me acordé de usted en el altar!».
    -Le pregunté: « Padre, ¿tiene usted en la memoria todas les almas que asisten a su misa? ». -Respondió : « ¡En el altar, veo a todos mis hijos como en un espejo!».
    .
    Toda la vida del Padre Pío ha sido una Pasión de Jesús. Su jornada entera era la continuación del Sacrificio de la misa.
    .

    «No pecamos adorando la Eucaristía, más bien pecamos si no la adoramos.»

    San Agustín.
     
    Tomado de:

    El Padre Pío y la Confesión

    Confessionale

    La Confesión era el principal trabajo diario del Padre Pío. Él hacía este trabajo mirando dentro de los penitentes. Por ello, no era posible mentirle al Padre Pío durante una confesión. El veía dentro del corazón de los hombres. A menudo, cuando los pecadores eran tímidos, el Padre Pío enumeraba sus pecados durante la confesión. 

    El Padre Pío invitaba a todos los fieles a confesarse al menos una vez por semana. Él decía: «Aunque una habitación quede cerrada, es necesario quitarle el polvo después de una semana.» 

    En el sacramento de la confesión, el Padre Pío era muy exigente. Él no soportaba a los que iban a él sólo por curiosidad. 

    Un fraile contó: Un día el Padre Pío no dio la absolución a un penitente y luego le dijo : «Si tú vas a confesarte con otro sacerdote, tú te vas al infierno junto con el otro que te de la absolución». El entendía que el Sacramento de la Confesión era profanado por los hombres que no querían cambiar de vida. Ellos se hallan culpables frente Dios.

    Un señor fue a confesarse con el Padre Pío, a San Giovanni Redondo, entre 1954 y  1955. Cuando acabó la acusación de los pecados, el Padre Pío le preguntó : «¿Tienes otro»? y él contestó: «no padre». El Padre repitió la pregunta: «¿tienes otro»?,  «no, padre». Por tercera vez  el Padre Pío le preguntó: «¿tienes otro»?. A la tercera respuesta negativa se acaloró el huracán. Con la voz del Espíritu Santo el Padre Pío gritó: «¡Calle! Calle! Porque tú no estás arrepentido de tus pecados! «. 

    El hombre quedó petrificado por la vergüenza que pasó frente a mucha gente. Luego trató de decir algo. Pero el Padre Pío le dijo: «Estás callado, cotilla, tú has hablado bastante; ahora yo quiero hablar: ¿Es verdadero que frecuentas las salas de fiestas»? – Usted, padre» – «¿Sabes tú que el baile es una invitación al pecado»? 

    El hombre se fue asombrado y no supo qué cosa decir ya que tenía el carné de socio de una sala de fiestas en su billetera. El hombre prometió no cometer otros pecados y después de mucho tiempo tuvo la absolución.

    Las mentiras 

    Un día, un señor le dijo al Padre Pío: «Padre, yo digo mentiras cuándo estoy con mis amigos. Lo hago para mantenerlos alegres «. Y el Padre Pío contestó: «Eh, ¿quieres tú ir al infierno bromeando?! “

    La murmuración 

    Cuando uno habla mal de un amigo suyo se está destruyendo su reputación y el honor del hermano que tiene en cambio derecho a gozar de consideración. 

    Un día el Padre Pío dijo a un penitente: «Cuando tú murmuras de una persona quiere decir que tú no quieres a aquella persona, tú has sacado a la persona de tu corazón. Pero sabes que, cuando sacas a un hombre de tu corazón, también Jesús se va fuera de tu corazón junto con aquel hombre.»

     

    Una vez, el Padre Pío fue invitado a bendecir una casa. Pero cuando llegó a la entrada de la cocina él dijo: «Aquí hay serpientes, yo no entro». Y luego le dijo a un sacerdote que a menudo frecuentaba aquella casa para comer: “no vayas a esa casa porque ellos dicen cosas feas de sus hermanos”.

     

    La blasfemia 

    Un hombre era originario de la Región de las Marcas. Él partió de su país, con un amigo suyo, en un camión. Transpotaban muebles cerca de San Giovanni Redondo. Mientras hicieron la última subida, antes de llegar al destino, el camión se rompió y se paró. Intentaron hacer arrancar el motor pero no tuvieron éxito. 

    El chófer perdió la calma y lleno de cólera blasfemó. Al día  siguiente, los dos hombres  fueron a San Giovanni Redondo donde vivía la hermana de uno de los dos hombres. Con la ayuda de su  hermana lograron ir al Padre Pío para confesarse. 

    Entró el primer hombre pero el Padre Pío lo cazó afuera. Luego le llegó el turno al chófer que empezó el coloquio y le dijo al Padre Pío: “Me he irritado». Pero el Padre Pío gritó: «¡Desdichado! has blasfemado a nuestra Mamá! ¿Qué te ha hecho la Virgen»?. Y lo mandó fuera.

     

    El demonio está mucho cerca de los que blasfeman

    En un hotel de San Giovanni Redondo no era posible descansar ni de día ni de noche porque estaba una niña endemoniada que chillaba de modo que daba susto. La mamá de la niña la llevaba cada día a la Iglesia. Ahí esperó a que el Padre Pío liberara a la niña del espíritu del mal. También en la iglesia la niña gritó muchísimo. Una mañana, el Padre Pío tras haber confesado a algunas mujeres se encontró frente a él a la niña que gritaba espantosamente. La niña fue retenida con dificultad por dos o tres hombres. El Padre Pío, ya aburrido de todo aquel trasiego, dio un golpe con su pie a la niña y luego golpeó la cabeza de la niña y dijo: «Ahora» basta! 

     

    La pequeña cayó a la tierra. El  Padre Pío le pidió a un médico que estuvo presente, que llevara a la niña a San Michele, al santuario del Monte San Ángel. Cuando el grupo llegó al destino, entraron a la gruta donde había aparecido San Michele. La niña se reanimó, pero nadie logró acercarla al altar dedicado al ángel. En el medio de la confusión, un fraile tomó la mano de la niña y tocó el altar. La niña cayó a tierra como si hubiera sido fulminada. Se levantó  más tarde y como si nada hubiera sucedido le preguntó a su mamá: “¿podrías comprarme un helado»? 

    Ante ésto, el grupo de personas volvió a San Giovanni Redondo para informar y agradecer al Padre Pío. Pero el Padre Pío le dijo a la mamá: «dile a tu marido que no blasfeme más, de otro modo el demonio vuelve.»

     

    Faltar a la Eucaristía 

    A los principios de los años ’50, un joven médico fue a confesarse con el  Padre Pío. Él dijo sus pecados y luego se quedó en silencio. El Padre Pío le preguntó al joven médico si tenía algún pecado que añadir pero el médico le respondió que no. Entonces el Padre Pío le dijo al médico: «recuerda que en los días festivos no se puede faltar tampoco a una sola Misa, porque ello es pecado mortal».  En aquel momento el joven recordó haber «faltado» a una cita dominical con la Misa, un mes antes. 

    La magia 

    El Padre Pío prohibió cada forma de magia, de espiritismo y de prácticas de lo oculto. Una señora cuenta: «Yo me confesé  con el Padre Pío en el mes de noviembre del 1948. Entre las otras cosas que le dije al Padre es que en nuestra familia estábamos preocupados porque una tía leyó las cartas. El Padre con tono perentorio dijo: «Echáis fuera enseguida aquella cosa.»

     

    El Divorcio 

    En la familia unida y santa, el  Padre Pío vio el lugar donde brota la fe. Él dijo: “el divorcio es el pasaporte por el infierno”. 

     

    Una joven señora, cuando acabó la confesión de sus pecados, como penitencia el Padre Pío le indicó.”tienes que encerrarte en el silencio del ruego y salvarás tu matrimonio.» 

    La señora se sorprendió ya que su relación matrimonial no tenía problemas. Después de mucho tiempo, ella tuvo grandes problemas en su matrimonio pero al estar preparada y siguiendo el consejo del Padre Pío, superó aquel triste momento evitando la destrucción de la familia.

    El aborto 

    Un día, el padre Romero le preguntó al Padre Pío: «Padre, esta mañana le ha negado la absolución a una señora por haberse hecho un aborto. ¿Por qué ha sido tan riguroso con aquella pobre desgraciada»?. 

    El Padre Pío contestó: «El día en que los hombres, asustados por el estampido económico, de los daños físicos o de los sacrificios económicos, pierdan el horror del aborto, será un día terrible para la humanidad. Porque es justo aquel el día en que deberían demostrar  tener horror por ello. El aborto no es solamente homicidio también es suicidio. ¿Y con los que vemos sobre el dobladillo cometer con un solo golpe uno y otro delito, queremos tener el ánimo de enseñar nuestra fe? ¿Queremos recobrarlos  o no»? 

    «¿Por qué suicidio»?  preguntó el padre Romero . 

    “Tú comprenderías este suicidio de la raza humana, si con el ojo de la razón, vieras ´la belleza y la alegría´ de la tierra poblada de viejos y despoblada de niños: quemada como un desierto. Entonces entenderías la doble gravedad del aborto: con el aborto siempre se mutila también la vida de los padres”.

     Tomado de:  http://www.padrepio.catholicwebservices.com

    El Padre Pío después de 40 años de fallecido

    Exponen los restos del Padre Pío en Italia

    SOBRENATURAL| MURIÓ HACE 40 AÑOS, PADECÍA ESTIGMAS, LEVITABA Y PREDECÍA EPISODIOS
    El cuerpo incorrupto de San Pío de Pietralcina, más conocido como Padre Pío, quien murió hace cuarenta años, permanece expuesto al público en una ceremonia multitudinaria en el santuario de Santa María de la Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, en el sur de Italia, hoy, jueves 24 de abril.(EFE)

    El cuerpo incorrupto de San Pío de Pietralcina, más conocido como Padre Pío, quien murió hace cuarenta años, permanece expuesto al público en una ceremonia multitudinaria en el santuario de Santa María de la Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, en el sur de Italia, hoy, jueves 24 de abril.(EFE)

    El cuerpo incorrupto de San Pío de Pietralcina, más conocido como Padre Pío, quien murió hace cuarenta años, permanece expuesto al público en una ceremonia multitudinaria en el santuario de Santa María de la Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, en el sur de Italia, hoy, jueves 24 de abril.(EFE)

    El cuerpo incorrupto de San Pío de Pietralcina, más conocido como Padre Pío, quien murió hace cuarenta años, permanece expuesto al público en una ceremonia multitudinaria en el santuario de Santa María de la Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, en el sur de Italia, hoy, jueves 24 de abril.(EFE)

    Miles de católicos comenzaron hoy a visitar los restos mortales del santo Padre Pío, enigmático, místico del siglo XX quien vivió en sí mismo prodigios como sufrir los estigmas de Cristo.

    La mañana de este jueves su cadáver, que no se encuentra incorrupto está en un importante grado de conservación, fue depositado en la Basílica de Santa María de las Gracias, en el pueblo de San Giovanni Rotondo.

    Los organizadores estimaron que visitarán ese santuario, ubicado en la sureña región italiana de Puglia, sólo este jueves al menos unas 50 mil personas mientras reportaron además otras 750 mil reservaciones.

    Sus restos fueron exhumados a 40 años de su muerte con el objetivo de lograr una mejor conservación de los mismos y permanecerán expuestos hasta septiembre de 2009.

    De nombre original Frasncesco Forgione (1887-1968) Padre Pío, nombre que había asumido al ingresar a la Orden Franciscana Menor, fue conocido en todo el mundo porque a los 23 años le aparecieron heridas en las manos, en los pies y en el costado.

    A esos estigmas, que permanecieron sin curación hasta su muerte, se sumaron otros prodigios como su capacidad de levitar, una agudeza extraordinaria para predecir episodios e incluso en su biografía constan encuentros con el demonio.

    Este místico, canonizado por Juan Pablo II el 6 de junio de 2002, fue recordado este jueves por el prefecto de la Causa de los Santos del Vaticano, José Saraiva Martins, quien celebró una misa al aire libre con la cual dio inicio la exhibición de los restos.

    Mientras el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Federico Lombardi, descartó que exista en programa una visita del Papa Benedicto XVI a San Giovanni Rotondo, como se había especulado, al menos durante este 2008.

    Por: Notimex/Ciudad Del Vaticano.

    Tomado de: El Siglo de Torreón

    http://www.elsiglodetorreon.com.mx

    Sección Internacional, Jueves 28 de Abril de 2008

    El Padre Pío y el Concilio Vaticano II

    “¡Terminad con el concilio de una vez! ¡Por piedad, terminádlo pronto!”

    “¡Terminad con el concilio de una vez! ¡Por piedad, terminádlo pronto!”

    Sin duda el padre Pío fue un santo que le tocó vivir la dificil época del «aggiornamiento» de la Iglesia, por eso es interesante exponer algunos comentarios de este Santo sobre el Concilio.

    Al inicio del Concilio decía el Padre Pío:

    “Ahora comienza la torre de Babel”

    y posteriormente afirmo:

    “Éste es un concilio que desconcilia”

    El Padre Pío mandó decirle a Pablo VI, por conducto de Mons. Del Ton (el latinista del Vaticano), que “se apresurara a clausurarlo; cuanto más tiempo pasa, peor es”.

    En 1965 año en el cual concluia el Concilio, durante la euforia de una supuesta «nueva primavera para la Iglesia», el Santo Padre Pío confío a uno de sus hijos espirituales:

    «En este momento de oscuridad, Oremos. Vamos a hacer penitencia por los elegidos, y especialmente para el que tiene que ser su pastor».

    El Padre Pío ya había expresado su descontento frente a los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II cuando el cardenal Bacci fue a verlo a San Giovanni Rotondo. “¡Terminad con el concilio de una vez! ¡Por piedad, terminádlo pronto!”, le había dicho al cardenal.

    En 1966 cuando el Padre General de los Franciscanos visito al Padre Pío para pedirle oraciones y su bendición para la reunión del Capitulo especial para poner a tono con el «Aggiornamiento» del Concilio a la orden franciscana, el Padre Pío con un gesto violento gritó:

    «Eso es nada mas que tonterías destructivas»

    Entonces el padre Pío se enojó mucho. Apenas oyó el padre la palabra “nuevos capítulos” se puso a gritar: “¿Qué están combinando en Roma? ¡Ustedes quieren cambiar la regla de San Francisco! «¡No debemos desnaturalizarnos nosotros mismos, no debemos desnaturalizarnos nosotros mismos!¡En el juicio final San Francisco no nos reconocerá como hijos suyos.” Y frente a la explicación de que los jóvenes no querían saber de nada con la tonsura ni con el hábito, el padre gritó: “¡Echádlos fuera! ¡Ellos se creen que le hacen un favor a San Francisco entrando en su Orden cuando en realidad es San Francisco quien les hace un gran don!”.

    A cuatro obispos sudamericanos que habían ido a San Giovanni Rotondo durante el concilio -los obispos italianos lo tenían prohibido-, el padre Pío les dijo:

    “dejad en paz a la Virgen y poned en práctica los diez mandamientos”.

    Era el periodo del concilio en que se dijeron cosas enormes sobre la Virgen.

    Tomado de: http://sempefidelis.blogspot.com

    El Padre Pío y el diablo

    FOTO22

    El demonio existe y su papel activo no pertenece al pasado ni puede ser recluido en los espacios de la fantasía popular. El diablo, en efecto, continúa  induciendo hoy día al hombre  justo al pecado.

    Por tal razón la actitud del discípulo de Cristo frente a Satanás tiene que ser de vigilancia y de lucha y no de indiferencia. La mentalidad de nuestro tiempo desaforadamente, ha relegado la figura del diablo en la mitología y en el folclore. El Baudelaire afirmó, justamente que la obra maestra de Satanás, en la era moderna, es de hacernos creer que no existe. Por consiguiente no es fácil imaginar que el Diablo haya dado prueba de su existencia, cuando ha sido obligado a afrontar al Padre Pío en «ásperos combates». Tales batallas, tal como es reconocido en la correspondencia epistolar del venerable fraile en sus directorios espirituales, fueron reales combates, siendo   la última con sangre.

    Uno de los primeros contactos que el Padre Pío ha tenido con el príncipe del mal, remonta al año de 1906 cuando Padre Pío volvió en el convento de Sant  ‘Elia a Pianisi. Una noche de verano no logró dormirse por el bochorno sofocante. De la habitación vecina le llegó el ruido de los pasos de un hombre. «El Pobre fraile Anastasio no puede dormir como yo» pensó el Padre Pío. «Quiero llamarlo, al menos para hablar un poco». Fuè a la ventana y llamó el compañero, pero la voz  se le quedó en  la garganta: al observar que sobre el alféizar de la ventana vecina se asomó un monstruoso perro. Así el mismo Padre Pío contó: «Por la puerta con terror; vi entrar un gran perro, de cuya boca salió mucho humo. Caí sobre la cama y oí que dijo: «es él, es él» – mientras estuve en aquella posición, vi aquel animal que saltó sobre el alféizar de la ventana, y luego de esto se lanzó sobre el techo del frente, y  desapareció.»

    Las tentaciones de Satanás que quisieron hacer caer al padre Pío, se manifestaron de cada modo. El Padre Agostino nos confirmó que Satanás apareció bajo las formas más variadas: «bajo forma de jovencitas desnudas que bailaron; en forma de crucifijo; bajo forma de un joven amigo de los frailes; bajo forma del Padre Espiritual, o del Padre Provincial; de aquel del Papa Pío X y del Ángel de la guarda; de San Francesco; de Maria Santísima, pero también en sus semblantes horribles, con un ejército de espíritus infernales. A veces no hubo ninguna aparición pero el pobre Padre fue golpeado hasta salirle sangre, atormentado con ruidos ensordecedores, lleno de escupitajos etc.  Él logró librarse de estas agresiones invocando el nombre de Jesús.

    Las luchas entre el Padre Pío y Satanás se agriaron cuando el  Padre Pío liberó a los poseídos. Más de una vez – el Padre Tarcisio contó de Cervinara – antes de  salir del cuerpo de un poseído, el Malvado ha gritado: «Padre Pío nos das más molestias tú que San Michele». Y también: «Padre Pío, no nos arranques las almas y «no  te molestaremos.»

    Pero veamos cómo el mismo Padre Pío describe en las cartas mandadas a sus directorios espirituales, los asaltos de Satanás.

    Carta al padre Agostino, del 18 de enero de 1912: «… Barba Azul no  quiere ser derrotado. Él ha venido a mí casi asumiendo todas las formas. Desde  varios días  acá, me viene a visitar, junto con otros de sus espíritus infernales armados de bastones y piedras. Lo que es peor; es que ellos, vienen con sus semblantes. Tal vez cuántas veces, me ha sacado de la cama y me ha arrastrado por la habitación. ¡Pero paciencia! Jesús, la Mamá, el angelito, San José  y el padre San Francisco siempre están conmigo.»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta a Agostino del 5 de noviembre de 1912: Estimado Padre», ésta también es su segunda carta a través de la concesión de Dios, y ha seguido el mismo destino de  la   anterior. Yo estoy seguro de que el Padre Evangelista ya le ha informado sobre la nueva guerra que los apóstatas impuros están haciendo en mí. Mi padre, ellos no pueden ganar, a su voluntad por mi constancia.  Yo le informo sobre sus trampas sé  que les gustaría inducirme, privándome de sus sugerencias. Yo encuentro en sus cartas mi

    único  consuelo; pero para glorificar  a Dios y para su confusión yo los llevaré. Yo no puedo explicarle, a usted cómo ellos están pegándome. A veces yo pienso que me voy a morir. El sábado  yo pensé que ellos realmente quisieron matarme, yo no hallaba a qué santo  pedirle  ayuda.  Yo me dirigí a mi ángel de la guarda, suplicándole ayuda, quien me hizo esperar largo tiempo, y finalmente, él voló  alrededor de mí y con su voz angélica  cantó los himnos de alabanza a Dios. Entonces una de esas escenas usuales pasó; Yo le reñí severamente, porque él me había hecho esperar tanto por su ayuda, a pesar de que lo había llamado urgentemente y por  castigo, yo no quise mirarlo a la cara, yo quería que él recibiera más que un castigo de mí, yo quise huirle pero, él pobre, me localizó llorando, él me tomó, hasta que yo lo mirara, yo lo miré fijamente en la cara y vì que él lo sentía.»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Agostino  del 18 de noviembre de 1912….. «El enemigo no quiere dejarme solo, me pega continuamente. Él intenta envenenar mi vida con sus trampas infernales. Él se molesta  mucho porque yo le cuento estas cosas. Él me hace pensar en no decirle, los hechos que pasan con él. Él me dice que lo narre a las visitas buenas que yo recibo; de hecho él dice que le gustan sólo estas historias.  El pastor ha estado informado de la batalla que yo tengo con estos demonios, y con  referencia a sus cartas; él  me sugirió que yo vaya a su oficina a abrir las cartas. Pero en cuanto yo abrí la carta, junto con el pastor, encontramos que la carta estaba sucia de tinta. ¿Era la venganza del  diablo? Yo no puedo creer, que usted me ha enviado la carta sucia; porque usted sabe que yo no puedo ver bien. Al principio nosotros no pudimos leer la carta, pero después de poner el Crucifijo en la carta; nosotros tuvimos éxito leyéndola, aun cuando nosotros no  éramos capaces de leer en letras pequeñas… «

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Agostino del 13 de febrero,  de 1913, «Ahora, que veintidós días han pasado, desde que Jesús permitió a los diablos para descargar su enojo sobre mí. Mi Padre, en mi cuerpo todo se machuca de las palizas que yo he recibido en el presente por nuestros enemigos. En varias oportunidades, ellos me han quitado mi camisa incluso, y  me han golpeado de  una manera brutal»…

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    La carta al Padre Benedetto de fecha  18 de marzo de 1913, «Estos diablos no dejan de pegarme, mientras  que también me tumban de la cama. ¡Ellos igualmente me quitan mi camisa, para pegarme! Pero ahora ellos no me asustan ya. Jesús me ama, Él me alza a menudo y me pone en la cama»

    (PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni «Padre Pio da Pietrelcina» Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

    Satanás fue más allá de todos los límites de provocación,  con el Padre Pío; hasta le dice que él era un penitente. Éste es el testimonio del Padre Pío: “Un día, mientras yo estaba oyendo las confesiones, un hombre vino al confesionario dónde yo estaba. Él era alto, guapo, me vistió con algo de refinamiento y era amable y cortés. Comenzó a confesar sus pecados; los cuales, eran de cada tipo: contra Dios, contra el hombre y contra las morales. ¡Todos los pecados eran molestos! Yo estaba desorientado, por todos los pecados que él me dijo, yo respondí. Yo le traje la Palabra de Dios, el ejemplo de la Iglesia, las morales de los Santos, pero el penitente enigmático se opuso a mi palabras justificando, con habilidad extrema y cortesía, todo  tipo de pecado. Él vació todas las acciones pecadoras y él intentó hacer normal, natural, y humanamente comprensible todas sus acciones pecadoras.  Y esto no solamente para los pecados que eran repugnante contra Dios, Nuestra Señora, y los Santos, él fuè  Rotundo sobre la argumentación, pero, que pecados  morales tan sucios y ásperos. Las respuestas que él me dio con la delgadez experimentada y malicia me sorprendieron. Yo me pregunté: ¿quién es él? ¿De qué mundo viene él? Y yo intenté mirarlo bien, leer algo en su cara. Al mismo tiempo concentré mis oídos a cada palabra, para darle el juicio correcto  que merecían. Pero de repente; a través de una luz vívida, radiante e interior yo reconocí claramente quién era él. Con autoridad divina yo le dije: diga…….”Viva Jesús por siempre” “Viva María eternamente” En cuanto yo pronuncié estos nombres dulces y poderosos, Satanás desapareció al instante en un goteo de fuego, mientras dejaba  un hedor insoportable».

    Don Pierino es sacerdote y uno de los hijos espirituales del padre Pío que estaban al mismo tiempo presentes. Fr. Pierino cuenta la historia: “Un día, el Padre Pío estaba en el confesionario, detrás de las cortinas. Las cortinas del confesionario no estaban cerradas totalmente y yo tuve la oportunidad de mirar al Padre Pío. Los hombres, mientras miraban los registros, se apartaron, todos en una sola fila. Del lugar dónde yo estaba, yo leía el Breviario, intentando siempre mirar al Padre. Por la puerta de la iglesia pequeña, entró un hombre. Él era guapo, con los ojos pequeños y negros, pelo canoso, con una chaqueta oscura y los pantalones  bien arreglados. Yo no quise distraerme, y seguí recitando el breviario, pero una voz interior me dijo: «¡Detente y mira!”. Yo miraba al  Padre Pío.  Ese hombre,  simplemente se detuvo delante del confesionario, después de que el penitente anterior se marchó. Él desapareció rápidamente entre las cortinas, mientras estaba de pie,  delante del Padre Pío.  Entonces yo no vi más al hombre cabello oscuro. Algunos minutos después, el hombre se hundió en el suelo con sus piernas ensanchadas. En la silla en el confesionario, de pronto ya no vì al Padre Pío, y en su lugar vì a Jesús, pero, Jesús   era rubio, joven y guapo y  miró fijamente  al hombre, quien tuvo por tumba al suelo. Entonces de nuevo logré ver al Padre Pío que surgió  otra vez. Él volvió para tomar su asiento  en su  mismo lugar y su apariencia emergió de la de  de Jesús. Ahora podía ver claramente al Padre Pío.  Yo oí su voz inmediatamente: «¡Dense prisa!” ¡Nadie notó este acontecimiento! Todos continuamos de nuevo en lo que estábamos”.

    Tomado de:

    http://www.padrepio.catholicwebservices.com

    Hoy 23 de Septiembre también celebramos a

    San Pío de Pietrelcina

    Reza, espera y no te preocupes.

    Reza, espera y no te preocupes.

    Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el  Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el «Fraile» estigmatizado. El Padre Pío, al que  Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus uerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad  de Fraile, llegan hasta  nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

    El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó  Francesco Forgione,  nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde  donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

    Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y  este deseo lo distinguiera de sus coetáneos.

    Tal «diversidad» fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó – «no cometió nunca  ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a  su padre, cada mañana y cada tarde iba a la  iglesia a visitar a Jesús y a  la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: «Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman». Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío,  se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas  tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

    Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus  sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los  dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos.  Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos  por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde  se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.

    En este largo período el Padre Pío iniciaba  sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche.  Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

    Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío  fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas  o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por  medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas  fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al  santo fraile.

    En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el  Padre Pío cuenta su «crucifixión»: “¿Qué  cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que  ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

    Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu,  parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí  enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

    Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era  diferente del  primero, porque tenía las manos,  los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si  Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

    Los Estigmas en las manos Los Estigmas en las manos

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    La vista del personaje desapareció, y  me percaté  de que mis  manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más  íntimo del alma. Temo  morir desangrado, si  Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón,  y tenga piedad  para retirar de mí esta  situación….”

    Por años, de cada parte del mundo, los fieles  fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los «Grupos de ruego», hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: «Casa Alivio del Sufrimiento.»

    En  septiembre  los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que  a las 2.30 de la madrugada  del 23 de septiembre de 1968, sería  el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

    Tomado de:

    http://www.padrepio.catholicwebservices.com

    S. Lino, Papa y Mártir

    "Los apóstoles probaron en el espíritu sus primicias y los instituyeron como obispos y como diáconos de los futuros creyentes. Más tarde impusieron esta regla: que después de su muerte hombres probados deberían sucederlos en el ministerio".

    "Los apóstoles probaron en el espíritu sus primicias y los instituyeron como obispos y como diáconos de los futuros creyentes. Más tarde impusieron esta regla: que después de su muerte hombres probados deberían sucederlos en el ministerio".

    En Roma, el triunfo de San Lino, Papa y Mártir, que gobernó la Iglesia después del apóstol S. Pedro.  Murió con la corona del martirio, y sepultáronle en el Vaticano, junto al mismo Apóstol (Martirol.).

    Fuente: MISAL DIARIO Y VISPERAL

    Por Dom. Gaspar Lefebvre O.S.B.  De la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica) Traducción Castellana y Adaptación del Rdo. P. Germán Prado Monje Benedictino de Silos (España)  Páginas 1703 y 1704.

    Fuente Primaria e Indispensable del Verdadero Espíritu Cristiano(Pío X).

    San Lino, Papa

    San Lino, Papa y Mártir

    San Lino, Papa y Mártir

    (Reinó aproximadamente del 64 ó 67 hasta el 76 ó 79)

    Todos los antiguos registros de los obispos romanos,  que nos han sido transmitidos  por San Irenaeus, Julius Africanus, San Hipólito, Eusebio, también el catálogo Liberiano del 354, colocan el nombre de Lino directamente después del Príncipe de los Apóstoles, San Pedro. Estos registros se trazan en una lista de los Obispos Romanos que existieron en el tiempo del Papa Eleuterio (cerca del 174-189), cuándo Irenaeus escribió su libro “Adversus haereses”. En comparación con este testimonio, nosotros no podemos aceptar la afirmación como más segura que la Tertuliana, que coloca indudablemente a San Clemente (De praescriptione, xxii) después que el Apóstol Pedro, como fue hecho más tarde por otros eruditos Latinos (Jerome, «De vir. enfermo.», xv). La lista romana en Irenaeus tiene reclamos más grandes hacia la autoridad histórica. Este autor reclama que el Papa Lino, es el Lino mencionado por  S. Paul en  Timoteo 4:21 II. El pasaje hecho por Irenaeus (Adv. haereses, III, iii, 3) lee:

    Después que los Santos Apóstoles (Pedro y Pablo) fundaron y pusieron la Iglesia en orden (en Roma) le dieron el ejercicio de la oficina episcopal a Lino. El mismo Lino es mencionado por S. Pablo en su Epístola a Timoteo. Su sucesor fue Anacleto. Nosotros no podemos confiar si esta identificación del Papa, como el Lino mencionado en Timoteo 4:21 II, vuelve a una fuente antigua y segura, o es originada luego, a cuenta de la similitud del nombre. El periodo de duración del oficio del Lino, de acuerdo a la lista de papas legada a nosotros, duró solo doce años. El Catálogo Liberiano muestra que duro doce años, cuatro meses y doce días. Las fechas dadas en este catálogo, 56 A.C hasta el 67 A.C, son incorrectas. Quizás era en cuenta de estas fechas que los escritores del cuarto siglo dieron su opinión acerca de que Lino había sostenido la posición de cabeza de la comunidad Romana durante la vida del Apóstol; por ejemplo, Rufino, en el prefacio a su traducción del seudo-Clementino «Reconocimientos». Pero esta hipótesis no tiene base histórica. No se puede dudar que según las cuentas de Irenaeus con respecto a la Iglesia Romana en el segundo siglo, Lino fue escogido para ser cabeza de la comunidad de Cristianos en Roma, después de la muerte del Apóstol. Por esta razón su pontificado data del año de la muerte de los Apóstoles Pedro y Pablo, que, sin embargo, no se conoce con toda seguridad. El Liber Pontificalis afirma que el hogar de Lino estaba en Tuscany, y que el nombre de su padre era Herculanus; pero nosotros no podemos descubrir el origen de esta afirmación. Según el mismo trabajo acerca de los Papas, se supone que Lino publicó un decreto «en conformidad con la ordenanza de San Pedro», que las mujeres deben tener las cabezas cubiertas en la iglesia. Sin duda que este decreto es apócrifo, y copiado por el autor del “Liber Pontificalis”, de la primera Epístola de S. Pablo a los Corintios (11:5) y atribuída arbitrariamente al primer sucesor del Apóstol en Roma. La declaración hecha en la misma fuente, que Lino sufrió el martirio, no puede ser probada, y es improbable. Pero entre Nero y Domitian no hay  mención de cualquier persecución de la Iglesia Romana; e Irenaeus (1. C., III, iv, 3) de entre los primeros obispos Romanos, solo designa  Telesphorus como mártir glorioso.

    Finalmente este libro afirma que Lino, luego de su muerte, fue enterrado en el Vaticano, al lado de San Pedro. Nosotros no sabemos si el autor tuvo ninguna razón decisiva para esta afirmación. Como San Pedro ciertamente fue enterrado en el pie de la Colina de Vaticano, es bastante posible que los primeros obispos de la Iglesia Romana fueran enterrados también allí. No había nada en la tradición litúrgica del siglo cuarto la Iglesia Romana que probara esto, porque fue solo a fines del segundo siglo que alguna fiesta especial para los mártires fuera instituida, y consecuentemente Lino no aparece en las listas de siglo cuarto, sobre las fiestas de los santos romanos. Según Torrigio («Le sacre grotte Vaticane», Viterbo, 1618, 53) cuando la presente confesión se construyó en San Pedro (1615), se encontraron unos sarcófagos, y entre ellos había uno que tenia grabada la palabra Lino. La explicación dada por Severano acerca de este descubrimiento («Memorie delle sette chiese di Roma», Roma, 1630, 120) es que probablemente estos sarcófagos contuvieron los restos  de los primeros obispos romanos, y que el que contenía esa inscripción fuera el lugar de entierro de Lino. Esta afirmación fue repetida más tarde por diferentes escritores. Pero de un manuscrito de Torrigio vemos que en el sarcófago en cuestión había otras letras, aparte de la palabra Lino, por lo que podrían haber pertenecido a algún otro nombre (tal como Aquilinus, Anullinus). El lugar del descubrimiento de la tumba es una prueba de que no podría ser la tumba de Lino (De Rossi, «Inscriptiones christianae urbis Romae», II, 23-7). La fiesta de San Lino ahora se celebra el 23 septiembre. Esta también es la fecha dada en el “Liber Pontificalis”. Una epístola acerca del martirio de los Apóstoles San Pedro y  San Pablo, fue atribuida en un período posterior a San Lino, y supuestamente fue mandado por él a las Iglesias Orientales. Es apócrifo y de una fecha posterior que la historia del martirio de los dos Apóstoles, atribuido por algunos a Marcellus, lo que también es apócrifo («Acta Apostolorum apocrypha», ed Lipsius y Bonnet, I, ed; Leipzig, 1891, sqq de XIV., 1 sqq.)

    LIGHTFOOT, The Apostolic Fathers; St. Clement of Rome, I (London, 1890), 201 sqq.; HARNACK, Geschichte der Altchristlichen Literatur, II: Die Chronologie I (Leipzig, 1897), 70; Acta SS. September, VI, 539 sqq., Liber Pontificalis, ed. DUCHESNE, I, 121: cf. Introduction, lxix; DE SMEDT, Dissertationes selectae in primam aetatem hist. eccl., I, 300 sqq

    J.P. KIRSCH
    Transcrito por Gerard Haffner
    Traducido por Alonso Teullet

    Tomado de: http://ec.aciprensa.com

    23 de septiembre

    SAN LINO,
    Papa y Mártir
      (78 d.C.)

     

     

     

    Los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa. (San Mateo, 10, 36).

    Los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa. (San Mateo, 10, 36).

     

    San Lino, sucesor inmediato de San Pedro, tenia una fe tan viva, que echaba a los demonios y resucitaba a los muertos. Expidió un decreto ordenando que las mujeres llevasen velo en la iglesia. Su constancia en la fe le valió el titulo de mártir. Murió hacia el año 78.

    MEDITACIÓN SOBRE TRES CLASES
    DE ENEMIGOS DEL HOMBRE

       I. El hombre tiene enemigos invisibles; son los demonios. Por medio de sus sugestiones malas se esfuerzan por arrastrarlo a su pérdida eterna. Sírvense del atractivo del oro y de los placeres, de la pompa, de los honores, en una palabra, de las creaturas para inclinarnos al mal. Cuántas veces habría ya caído yo en las redes de este espíritu maligno, si mi ángel bueno no hubiese desviado mis pasos de ellas. ¿Le he agradecido este beneficio?

       II. Nuestros servidores, nuestros parientes y nuestros amigos a menudo son nuestros más crueles enemigos. El amor carnal y desordenado que nos profesan, nos hace mayor mal que el odio de los demonios. Ellos se oponen a los designios de Dios sobre mí, y sus caricias a menudo tienen más poder para apartarnos del bien y empujarnos al mal, que las amenazas y los suplicios de los tiranos. ¿Parientes crueles, amigos infieles, por qué queréis la pérdida de aquellos a quienes amáis? ¡La perfidia ajena nos ha perdido, nuestros parientes nos han dado muerte! (San Cipriano)

       III. Tú mismo eres el más cruel de tus enemigos. Tu cuerpo hace guerra a tu espíritu, tu espíritu la debe hacer a tu cuerpo. Tu cuerpo quiere gozar de los placeres y de los bienes de esta vida, y tu alma suspira por los bienes de la eternidad. Este combate debe durar mientras dure la vida. Cuídate de ti, y no te engañes: la concupiscencia morirá sólo cuando mueras tú, y es preciso combatirla siempre. La concupiscencia puede ser debilitada en esta vida, no puede ser destruida. (San Agustín).

    La fortaleza
    Orad por las vírgenes.

    ORACIÓN

        Oh Dios, que habéis dotado al bienaventurado pontífice Tomás con una insigne misericordia para con los pobres, dignaos, por su intercesión, derramar las riquezas de vuestra misericordia sobre todos los que os invocan. Por J. C. N. S. Amén.

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/index

    Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

    los Santos

    22 de Septiembre

  • Santo Tomás de Villanueva, Obispo y Confesor
  • San Mauricio y Compañeros, Mártires
  • San Exuperio y Compañeros, Mártires
  • San Cándido y Compañeros, Mártires
  • San Victor, Mártir
  • San Alejandro de Bérgamo, Mártir
  • Santos Octavio, Solutor y Adventor, Mártires
  • San Gereón, Mártir
  • San Focas el Jardinero, Mártir
  • San Félix III (IV), Papa
  • Santa Salaberga, Abadesa
  • San Emerano, Obispo de Ratisbona
  • Santa Iraida o Irais de Alejandría, Virgen y Mártir
  • San Santino, Obispo de Metz
  • Bienaventurado Ignacio de Santhia, Presbítero
  • San Mateo Apóstol

    El Evangelista San Mateo. Representado con el Ángel. Escultura de estuco (obra de José Esteve s. XVIII) en las Pechinas bajo las trompas del cimborrio. Catedral de Valencia

    El Evangelista San Mateo. Representado con el Ángel. Escultura de estuco (obra de José Esteve s. XVIII) en las Pechinas bajo las trompas del cimborrio. Catedral de Valencia

    A Mateo le corresponde el «rostro humano» mencionado en tercer lugar por el Apocalipsis, por ello, un hombre alado (o ángel) es el símbolo de su Evangelio

    «Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: ´Sígueme´. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron a comer con él y sus discípulos» (Mt. 9, 9).

    Así narra Mateo su propia vocación. El episodio, que concluye con una célebre frase de Jesús «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt. 9, 13) aparece también en los otros dos sinópticos, pero protagonizado por Leví. Marcos especifica: «Leví, hijo de Alfeo» (cfr. Mc. 2, 14ss); Lucas, por su parte, subraya que la comida era «un gran banquete» que «Leví ofreció a Jesús… en su casa» (cfr. Lc 5, 27ss). Leví y Mateo, sin lugar a dudas, son la misma persona.
    Su condición de recaudador de impuestos ha sido recogida en la iconografía del Apóstol. De ella provienen algunos de los atributos que en ocasiones lo identifican: una bolsa de dinero o un tablero de contar. Es el patrono de los banqueros, financistas, cambistas, agentes del fisco…

    El trabajo a que se dedicaba al ser llamado por el Señor, y el hecho de haber tenido a Jesús como invitado a su mesa, son también aludidos en la Liturgia de su fiesta (que se celebra el 21 de septiembre). Así, en la Oración Colecta, se señala que Dios, en su «inexpresable misericordia», se dignó «elegir a san Mateo para convertirlo de recaudador de impuestos en un apóstol». En la Oración Postcomunión se hace referencia al «gozo salvífico que experimentó san Mateo cuando recibió en su casa como comensal al Salvador». En el himno de Laudes, «Præclara Qua», rezamos: «Oh Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor, que te llamó cuando estabas (…) apegado a las monedas! / A impulsos de tu amor ardiente te apresuras a recibir al Maestro (…)».

    Tras ese llamado, nada sabemos de Mateo por la Escritura. Sólo vuelve a aparecer en las listas de los Doce. Es el octavo en la enumeración de los Hechos de los Apóstoles y en la del mismo Mateo (que cuando se nombra a sí mismo aclara: «Mateo, el publicano»), y el séptimo en la lista de Marcos y en la de Lucas.

    Según varias fuentes apócrifas, no siempre coincidentes en los detalles, predicó la Palabra de Dios entre los partos y los persas, pero sobre todo en Etiopía: allí triunfó sobre dos magos que se hacían adorar como dioses, venció a los dragones que los acompañaban, y después resucitó a la hija del rey Egipo (o Hegesipo). Por oponerse al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, que se había hecho cristiana por la predicación del Apóstol, sufrió el martirio. Fue muerto a filo de espada, según la tradición, cuando oraba después de misa al pie del altar. Esto le vale otro de sus atributos, la espada de su martirio, que a veces se transforma en alabarda o en hacha.

    Pero el dato principal sobre Mateo es que es el autor del primer Evangelio, como ya lo atestigua Papías, obispo de Hierápolis (95-165), citado por Eusebio en su Historia Eclesiástica: «Mateo ordenó (compuso) las palabras (logia) del Señor en lengua hebrea, y cada uno las interpretó (tradujo) luego como pudo». En efecto, este Evangelio fue escrito en arameo y dirigido sobre todo a los judíos. La Liturgia aplica a San Mateo, Apóstol y Evangelista, estas palabras bíblicas: «Era un escriba versado en la Ley de Moisés que había dado Yahvé, Dios de Israel. (…) ¡La mano bondadosa de su Dios estaba con él! (…) Había aplicado su corazón a escrutar la Ley de Yahvé, a ponerla en práctica y a enseñar en Israel los preceptos y las normas» (cfr. Esd. 7, 6-10).

    En tanto que Evangelista, de un modo genérico, Mateo es representado con un libro o un rollo. Pero cada Evangelista tiene un símbolo especial, inspirado en la visión de «los cuatro seres vivientes» que nos trae el profeta Ezequiel (Ez. 1, 4ss) y que recoge el Apocalipsis: «El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo. Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá»» (Apoc. 4, 6ss).

    A Mateo le corresponde el «rostro humano» mencionado en tercer lugar por el Apocalipsis -y en primer lugar por Ezequiel (1, 10)-; por ello, un hombre alado (o ángel) es el símbolo de su Evangelio. A veces se representa a San Mateo escribiendo, acompañado justamente por una figura de un hombre alado. San Jerónimo fue quien fijó este simbolismo.

    A Mateo le corresponde el hombre por comenzar su evangelio narrando la genealogía humana de Jesús: «Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt. 1, 1).

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    Información tomada de: http://es.catholic.net

     

    San Mateo

    0921-SAN-MATEO

     

    Mateo fue publicano, esto es, recaudador de tributos, antes de su conversión, profesión muy odiosa a los judíos, como quiera que les  recordaba su dependencia de los romanos.  El publicano, de ordinario duro y avaro, pasaba ante los fariseos como tipo del pecador.  La Iglesia, a su vez, hace resaltar el papel de Jesús como médico de las almas lIamadas por Él a penitencia (Evang.)

    La Epístola describe la célebre visión en que se presentan a Ezequiel cuatro animales simbólicos, en los que desde ­los primeros siglos se ha venido reconociendo a los cuatro evangelistas.  S.Mateo está figurado por el animal con rostro de hombre, porque  comienza su Evangelio con la serie de los progenitores de Jesús en cuanto hombre.

    Su finalidad al escribir este Iibro, henchido de divina sabiduría (Int.), fué probar cómo Jesús había cumplido los vaticinios relativos al Libertador de Israel, y cómo, por lo mismo, Él es el Mesías.

    Después de Pentecostés, este santo Apóstol predicó la Buena Nueva en Palestina y en Etiopía, donde murió martirizado.

    Quisiste, oh santo Apóstol del Señor, que tuviésemos noticia del mismo, ya que no Ie conocimos en la carne, y para eso escribiste el relato más detallado de su vida ¿Cómo te agradeceremos el beneficio que con ello hiciste a la humanidad redimida?

    Alcánzanos la gracia de conocerle y de seguirle con prontitud como y hulmidad, como tú Ie seguiste tan pronto como te llamó. Haz que aprovechando tus enseñanzas, lleguemos a ver y gozar al que tú nos retrataste como Dios y como Hombre.

    El párroco celebra la misa por sus feligreses.

    Fuente: MISAL DIARIO Y VISPERAL

    Por Dom. Gaspar Lefebvre O.S.B.  De la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica) Traducción Castellana y Adaptación del Rdo. P. Germán Prado Monje Benedictino de Silos (España)  Páginas 1698 y 1699.

    Fuente Primaria e Indispensable del Verdadero Espíritu Cristiano(Pío X).

    21 de septiembre

    SAN MATEO, Apóstol y Evangelista

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    Jesús vio a un hombre sentado en el banco de los
    impuestos, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme; y él,
    levantándose, lo siguió.
    (Mateo, 9, 9).

    San Mateo, «Leví, el publicano», dejó, al llamarlo Jesucristo, sus bienes reunidos percibiendo impuestos. Después de la Ascensión, escribió primero su Evangelio a pedido de los hebreos convertidos, fuese después a predicar a Egipto y de allí pasó a Etiopía, donde resucitó a la hija del rey. La hija mayor del rey, Ifigenia, oyó del Apóstol el elogio de la virginidad y se obligó con voto de perpetua castidad ella y otras doscientas jóvenes. Hirtaco, usurpador del reino, quiso casarse con ella, pero San Mateo la animó a perseverar en su voto. El bárbaro rey envió soldados que masacraron al santo Apóstol al pie del altar.

    MEDITACIÓN
    SOBRE SAN MATEO

    I. Nuestro Señor, viendo a San Mateo sentado en el banco de los impuestos, lo llamó para hacerlo su discípulo. De inmediato se levantó San Mateo y lo siguió. Jesucristo pasa, nos mira y nos llama: rindámonos a la invitación de la gracia, cuando Jesús se haya alejado, quien sabe si aun lo podamos encontrar… Levantémonos prontamente, renunciemos al pecado con una voluntad firme de no volver a caer en él. Desde tanto tiempo nos llama Jesucristo, y siempre estamos en el mismo estado, siempre tibios en su servicio, siempre apegados a nuestros placeres.

    II. San Mateo es uno de los cuatro Evangelistas; mas no se contentó con escribir el admirable Evangelio que tenemos en nuestras manos, quiso predicar a los etíopes lo que había escrito. Tú no puedes escribir ni anunciar el Evangelio como hizo él, pero puedes y debes obedecer al Evangelio tanto como él. Tienes fe: que tus actos estén de acuerdo
    con tu creencia. Hay que acordar nuestra vida con el Evangelio. (San Crisólogo)

    III. San Mateo fue mártir, se puede decir, de la hermosa virtud de la castidad. Tu vida debe ser un martirio continuo. Es preciso que te prives de tus placeres más dulces, que mueras incesantemente a ti mismo por la mortificación de tus sentidos, de tus pasiones y de tu voluntad propia. Esto es duro, lo confieso, pero el paraíso bien merece la pena de que se sufra algo. Es duro, sí, pero mucho más duro será para los réprobos oír esta sentencia: ¡Id, malditos, al fuego eterno!

    La fidelidad a la vocación
    Orad por la propagación de la fe.

    ORACIÓN

    Asistidnos, Señor, por los méritos de San Mateo, vuestro Apóstol y Evangelista, a fin de que su intercesión nos procure los dones que no podemos obtener por nosotros mismos. Por J. C. N. S. Amén.

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

    Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

    los Santos

    21 de Septiembre

  • San Mateo, Apóstol y Evangelista
  • Santa Maura de Troyes, Virgen 
  • San Eusebio, Mártir
  • Beatos Mártires de Corea
  • Beato Andrés Kim, Mártir en Corea
  • Beato Lorenzo José Mario Imbert, Obispo Mártir en Corea
  • Beato Santiago Honorato Chastan, Sacerdote Mártir en Corea
  • Beato Pedro Maubant, Sacerdote Mártir en Corea
  • Santa Misa Dominical

    DOMINGO 16º DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

    ( Semidoble – Ornamentos verdes )

    _dom_16

     

     Síguese leyendo como en las primeras semanas de Septiembre el admirable libro de Job, tan saturado de sublime poesía como de saludables enseñanzas. Mediante él llegaremos también a comprender la misa de este día.
       Job es el tipo del hombre justo, a quien el diablo orgulloso quiere humillar, por ver si logra rebelarlo contra Dios. Pero sucedió lo contrario de lo que él quería y esperaba, pues
    lejos de blasfemar contra el Altísimo, y de cocear rabiosamente contra el aguijón, besó sumiso y humilde la mano que le hería
       En Job tenemos todos los cristianos un modelo perfecto del hombre humilde y resignado a la divina voluntad y muy pronto ensalzado en premio de su humildad y rendimiento (Ev.).
      
    El orgullo es un vicio detestable y odiosísimo por el cual el hombre busca elevarse más alto de lo que en realidad es, contra el dictado de la misma razón. Fúndase en error e ilusión, al revés de la humildad, que se cimenta en la verdad pura. El hombre que la posee tiene de sí un concepto exacto. El humilde se tiene por poca cosa, y se abaja hasta el suelo de su vileza, reconociendo que si algo hay en él, es puro don de Dios, por lo cual no se engríe con hacienda y arreos ajenos. El soberbio viene a ser como el hidrópico del Evangelio, que, repleto de malos humores, parece rebosar salud y fuerzas, cuando en realidad está enfermo y sólo merece lástima. Está inflado, e inflados de aire y de humo vano están también los soberbios: hinchazón que no es salud, sino peligrosa enfermedad.
       La soberbia impide al hinchado la entrada en el reino de los cielos, cuya puerta se nos dice ser estrecha; por ella con dificultad caben los ricos cargados de vanidades y tesoros, como tampoco así los soberbios.
       Así que, lejos de infatuarnos con un orgullo y loca vanidad, procuremos ser humildes, pues se pone esto como condición absoluta para entrar en el reino de los cielos: «Si no os hiciereis como parvulitos, no entraréis en el reino de los cielos», dijo y repitió la boca de la Verdad misma.
       Cierto que es muy grande la dignidad del cristiano. que somos muy ricos; pero todo lo debemos a la inmensa liberalidad de Cristo, el cual nos hizo grandes y ricos, haciéndose Él pobre y pequeñito.
       Al Padre. que en su Hijo benditísimo nos dio todo lo mejor que tenía, sea la gloria en Jesucristo y en la Iglesia por siempre jamás (Ep.). Cantémosle por ello un cántico nuevo (Alel.), y que todas las naciones y reyes pregonen su gloria. porque Dios ha establecido a su pueblo en la celestial Jerusalén (Grad.). Al pueblo de los humildes que destina a su beatifica visión, y que será después el pueblo de los ensalzados, que en este mundo no tienen otra palabra en la boca sino aquélla del Salmista: «No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre debe darse gloria. 
       El párroco celebra hoy la misa por sus feligreses.

    Introito. Ps 85, 3 y 5. 

        INTROITUS – Miserere  mihi, Dómine, quóniam ad te clamávi tota die: quia tu, Dómine, suávis ac mitis es, et copiósus in miseri córdia ómnibus invocántibus te. Ps Inclína, Dómine, aurem tuam mihi, et exáudi me: quóniam inops, et pauper sum ego. V. Gloria Patri.    Introito – Señor, ten misericordia de mí, porque todo el día clamé a Ti; porque Tú, Señor, eres suave y benigno, y de mucha misericordia con todos los que te invocan. – Ps.  Inclina, Señor, tu oído a mis  ruegos, y escúchame, porque soy desvalido y pobre. V. Gloria al Padre.

    Oración-Colecta

       ORATIO – Tua nos, Dómine, grátia semper et prrevéniat et sequátur: ac bonis opé ribus júgiter praestet esse inténtos. Per Dóminum.    R. Amen        Suplicámoste, Señor, que nos prevenga siempre y acompañe tu gracia; y nos haga solícitos y constantes en la práctica de las buenas obras. . Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   R. Amen.

    Conmemoración

    Epístola

       El Padre eterno, fuente esencial de toda paternidad, nos regenera con la gracia del Espíritu Santo y nos comunica las riquezas de Jesucristo, elevándonos así hasta el conocimiento experimental de su sabiduría y de su caridad infinitas. 

    EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Ephésios (3, 13-21)  Fratres:  Ob secro vos, ne deficiátis in tribulatiónibus meis pro tribulaciones mei pro vobis: quae est glória ve stra. Hujus rei grátia flec to ,génua mea. ad Patre Dómini nostrí Jesu Christi, ex quo omnis paternitas in caelis et in terra nominatur. Ut det vobis secundum divitias gloriae suae virtute corroborari per Spiritum eius in interiore hominem,  habitare Christum per fidem in cordibus vestris; in caritate radicati et fundati, ut possitis conprehendere cum omnibus sanctis, quae sit latitudo et longitudo, et sublimitas, et profundum; scire etiam supereminentem scientiae caritatem Christi, ut impleamini in omnem plenitudinem Dei. Ei autem, qui potens est omnia facere superabundanter quam petimus, aut intellegimus, secundum virtutem, quae operatur in nobis: ipsi gloria in Ecclesia, et in Christo Iesu in omnes generationes saeculi saeculorum amen     Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Efesios:  – Hermanos: Os ruego no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros; ellas son vuestra gloria. Por esta causa doblo mis rodillas  ante el. Padre de nuestro Señor Jesucristo, del cual deriva toda paternidad en los cielos y en la tierra; para que, según las riquezas de su gloria, os dé firmeza en la virtud por su Espíritu, en el hombre interior; para que Cristo more  por la fe en vuestros corazones: para que, estando arraigados y cimentados en caridad, podáis comprender con todos los Santos, cuál sea la anchura y largura, y la altura y profundidad de este misterio(1); y conocer también la caridad de Cristo; que excede a todo entendimiento; y así seáis llenos de toda plenitud de Dios. Al que es poderoso para hacer todas las cosas más cumplidamente de lo que pedimos o entendemos, según la virtud que obra en nosotros -a Él sea la gloria en la Iglesia y en Jesucristo, en todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
        GRADUALE (Ps. 101, 16-17 ) Timébunt gentes nomen tuum, Dómine, et omnes reges terrae glóriam tuam. V. Quóniam aedificavit Dóminus Sion et vidébitur in majestáte sua. Alleluia, alleluia. V.(Ps. 97, 1) –  Cantáte Dómino cánticum: quia mirabilia fecit Dóminus. Alleluia.    Gradual – Temerán las naciones tu Nombre,oh Señor, y todos los reyes de la tierra, tu gloria. Porque edificó el Señor a Sion, y será visto en su Majestad.   
    Aleluya, aleluya – V. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque obró maravillas el Señor. Aleluya. 

    Evangelio

          Jesús plantea, primero, a los fariseos un caso de conciencia, al que no saben contestar, y luego les exhorta a la humildad, proponiéndoles una parábola alusiva a su arrogante manera de proceder en los convites públicos.

    USequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam ( 14,, 1-11)

       In illo témpore:cum intraret Jésus in domum cuiusdam principis Pharisaeorum sabbato manducare panem, et ipsi observabant eum. Et ecce homo quidam hydropicus erat ante illum. Et respondens Iesus dixit ad legis peritos et Pharisaeos dicens si licet sabbato curare? At illi tacuerunt ipse vero adprehensum sanavit eum ac dimisit. Et respondens ad illos dixit: Cuius vestrum asinus aut bos in puteum cadet, et non continuo extrahet illum die sabbati? Et non poterant ad haec respondere illi. Dicebat autem et ad invitatos parabolam, intendens quomodo primos accubitus eligerent, dicens ad illos; Cum invitatus fueris ad nuptias, non discumbas in primo loco, ne forte honoratior te sit invitatus ab illo, et veniens is, qui te et illum vocavit, dicat tibi: Da huic locum: et tunc incipias cum rubore novissimum locum tenere. Sed cum vocatus fueris, vade, recumbe in novissimo loco: ut, cum venerit qui te invitavit, dicat tibi: Amice ascende superius. Tunc erit tibi gloria coram simul discumbentibus: quia omnis, qui se exaltat, humiliabitur et qui se humiliat, exaltabitur 


       Credo.

      U Continuación del Santo Evangelio según S. Lucas – En aquel tiempo:  al entrar Jesús un sábado a comer en casa de uno de los principales fariseos, le estaban acechando. Y he aquí que un hombre hidrópico se puso delante de él. Y Jesús, dirigiendo su palabra a los doctores de la ley y a los fariseos, les dijo: «¿Es lícito curar en sábado?» Mas, ellos callaron. Entonces, tomando Jesús a aquel hombre de la mano, le sanó, y le despidió. Dirigiéndose después a ellos, les dijo: «¿Quién de vosotros hay, que viendo su asno o su buey caído en un pozo, no le saque luego aún en día de Sábado?» Y  a esto no le podían replicar. Observando también como los convidados escogían los primeros asientos en la mesa, les propuso una parábola, diciéndoles: «Cuando fueres convidado a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que haya allí otro convidado de más distinción que tú, Y venga aquél que os convidó a entrambos, y dirigiéndose a ti te diga: ‘Deja a éste el sitio’; Y entonces tengas que ocupar el último lugar con vergüenza tuya. Pues cuando fueres llamado, ve y siéntate en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba.’ Entonces serás honrado delante de los demás comensales. Porque todo el que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado(2).»  Credo.

        OFFERTORIUM Dómine, in auxilium meum réspice: confundántur et revereántur, qui quaerunt ánimam meam, ut áuferant eam: Dómine, in auxilium meum. Per Dóminum.    Ofertorio –  Mírame, oh Señor, que nos purifiques con la virtud del presente Sacrificio, y, usando con nosotros de misericordia, haz que merezcamos participar de él dignamente. Por. J. N. S. 

    Oración-Secreta

        Munda nos, quaésumus, Dómine, sacrifícii praeséntis efféctu: et pérfice miserátus in nobis: ut ejus mereámur esse partícipes. Per Dominum.     Rogámoste, Señor, que nos purifiques con la virtud del presente Sacrificio, y, usando con nosotros de misericordia haz que merezcamos participar de él dignamente. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.  

    Conmemoración

    Prefacio de la Santísima Trinidad

        Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus…

     

     

       Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro: Santo, Santo, Santo, etc.

       COMMUNIO  Dómine, memorábor justítiae tuae solíus: Deus, docuísti me a juventúte mea: et usque in senéctam et sénium, Deus, ne derelínquas me.
       Comunión. – Señor, me acordaré de tu sola justicia: desde mi juventud fuiste tú oh Dios, mi maestro, y lo seguirás siendo hasta mi vejez y decrepitud. Por tanto, oh Dios, no me desampares. Por Nuestro Señor Jesucristo.

    Oración-Postcomunión

         Purífica, quaésumus, Dómine, mentes nostras benígnus, et renóva caeléstibus sacraméntis: ut consequénter et córporum praesens páriter, et futúrum capiámus auxilium. Per Dominum Nostrum.    Purifica, oh Señor bondadoso, nuestras almas, y renuévalas con tus celestiales Sacramentos: de suerte que, como consecuencia, también nuestros cuerpos sean socorridos en el presente y en el futuro. Por Jesucristo Nuestro Señor.

     Conmemoración

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/index

     

     

     

      

     

     

     

     

     

    Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

    los Santos

    20 de Septiembre

  • San Eustaquio y sus Compañeros, Mártires
  • San Agapito I, Papa
  • Santa Cándida, Virgen y Mártir
  • Santa Cándida de Como, Virgen y Mártir
  • Beato Francisco Posadas, Confesor
  • Beato Pablo Chong Ha-Sang, Mártir en Corea
  • Beato Maximino Giraud, Vidente de La Salette
  • Venerable Simeón Berneux, Obispo  Mártir en Corea
  • LA APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN EN LA MONTAÑA DE LA SALETTE

    10 DE SEPTIEMBRE DE 1846

    VIRGEN DE LA SALETTE ¡ORA PRO NOBIS!

    VIRGEN DE LA SALETTE ¡ORA PRO NOBIS!

    Publicado por la Pastora de la Salette con «imprimatur» de Mons. el obispo de Lecce. Versión tomada del libro «Celle qui pleura» de León Bloy —Apéndice— editado en París, MCMVIII (Société du Mercure de France). La traducción, que ha procurado ser lo más literal posible, ha sido realizada especialmente para esta revista por Pablo Williams.

    I

    El 18 de setiembre, víspera de la santa Aparición de la Santa Virgen, me encontraba sola, como de costumbre, cuidando las cuatro vacas de mis amos. Hacia las once de la mañana ví venir hacia mí un muchachito. Al verlo, me asusté, pues me parecía que todo el mundo debía ya saber que yo huía toda clase de compañía. El niño se me acercó y me dijo: —»Pequeña, voy contigo. yo soy también de Corps». Ante estas palabras mi mal genio se hizo ver enseguida, y retrocediendo unos pasos, le dije: —»No quiero a nadie aquí, quiero estar sola». Luego me alejé, pero el niño me seguía diciéndome: —»Vamos, dé-jame estar contigo, mi patrón me dijo que viniera a cuidar mis vacas con las tuyas; soy de Corps».

    Me alejé de él haciéndole saber por señas de que no quería a nadie allí. Una vez alejada, me senté sobre la hierba. Allí conversaba con las florecitas de Dios.

    Un momento después miro detrás de mí y encuentro a Maximin sentado muy cerca. Enseguida me dijo: «Déjame estar a tu lado, me portaré bien». Pero mi mal genio no entendió razones. Me levanto con precipitación, huyo un poco más lejos sin decirle nada, y me pongo a jugar nuevamente con las flores de Dios. Al instante, Maximin estaba otra vez allí diciéndome que se portaría bien, que no hablaría, que se aburriría estando solo, que su patrón le había mandado con-migo … etc. Esta vez tuve lástima, le indiqué que se sentara, y continué con las flores de Dios.

    Maximin no tardó en romper el silencio; se puso a reír (creo que se burlaba de mí) ; lo miro y me dice: —»Divirtámonos, juguemos a algo». No le contesté nada, pues yo era tan ignorante que, habiendo estado siempre sola, no comprendía nada acerca de jugar con otra persona. Me entretenía sola con las flores y Maximin, acercándose a mi lado, no dejaba de reírse, diciéndome que las flores no tenían orejas para oírme y que debíamos jugar juntos. Pero a mí no me gustaba el juego que me proponía. Sin embargo, empecé a hablarle, y él me, dijo que pronto iban a terminar los diez días que debía pasar con su patrón y que luego iría a Corps a casa de su padre, etc.

    Mientras me hablaba, se oyó la campana de la Salette; era el Angelus. Con un gesto le indiqué a Maximin que elevara su alma a Dios. Se descubrió la cabeza y guardó silencio por un momento. Luego le dije: —»¿Quieres comer? —Sí, me dijo. Vamos. «Nos senta­mos; saqué de mi bolsa las provisiones que me habían dado mis patrones y, según mi cos­tumbre, antes de cortar mi pequeño pan redondo hice una cruz sobre él con la punta de mi cuchillo y un agujerito en el medio, diciendo: —»Si el diablo está allí, que salga, si Dios está allí, allí se quede» y rápido, muy rápido recubrí el agujerito. Maximin lanzó una car­cajada y dio un puntapié a mi pan que se escapó de entre mis manos, rodó hasta el fondo de la montaña, y se perdió.

    Yo tenía otro pedazo de pan. Lo comimos juntos. Después, jugamos. Luego, dán­dome cuenta que Maximin debía tener necesidad de comer, le señalé un lugar de la mon­taña cubierto de pequeños frutos. Le aconsejé comer algunos, cosa que hizo de inmediato; comió, y trajo su gorra llena. Al anochecer, bajamos juntos la montaña, y nos prometimos volver a cuidar juntos nuestras vacas.

    Al día siguiente, 19 de setiembre, me encuentro caminando nuevamente con Maxi­min; trepamos juntos la montaña. Encontraba a Maximin muy bueno, muy simple y que hablaba con gusto de lo que yo quería hablar; era también muy dócil, sin aferrarse a su sentimiento; sólo era un poco curioso, pues, cuando yo me alejaba de él, en cuanto me veía detenerme, corría rápidamente a ver lo que hacía y oír lo que decía a las flores de Dios, y, si no llegaba a tiempo, me preguntaba qué había dicho. Maximin me dijo que le enseñara un juego. La mañana estaba avanzada; le dije que juntáramos flores para hacer el «Paraíso».

    Nos pusimos los dos a la obra. Pronto tuvimos una buena cantidad de flores de dis­tintos colores. Se oyó el Angelus de la villa pues el cielo estaba sereno y sin nubes. Des­pués de haber dicho a Dios lo que sabíamos le dije a Maximin que debíamos llevar nues­tras vacas a un pequeño terreno, cerca de una pequeña barranca donde habría piedras para construir el «Paraíso». Llevamos nuestras vacas al lugar señalado y enseguida hicimos nuestra pequeña cena. Luego, nos pusimos a llevar las piedras y a construir nuestra casita que consistía en una planta baja que se decía ‘ nuestra habitación y Luego un piso encima que era, según nosotros, el «Paraíso».

    Este piso estaba todo adornado de flores de distintos colores con coronas suspendidas de tallos de flores. El «Paraíso» estaba cubierto por una sola y ancha piedra que habíamos recubierto de flores; habíamos colgado también coronas a su alrededor. Terminado el «Pa­raíso» lo contemplamos; nos vino el sueño, nos alejamos dos pasos de allí, y nos dormimos sobre la hierba.

    Sin hacerlo caer, la Bella Señora se sienta sobre nuestro «Paraíso».

    II

    Al despertarme y no ver nuestras vacas llamo a Maximin y trepo el pequeño montículo. Habiendo visto que nuestras vacas estaban tranquilamente recos­tadas, yo bajaba de allí y Maximin subía, cuando, de pronto, veo una bella luz más brillante que el sol, y apenas he podido decir estas palabras: —»¿Maximin, ves, allá? ¡Ah! ¡Dios mío! «Al mismo tiempo dejo caer el bastón que tenía en la mano. No sé qué de delicioso acontecía en mí en ese momento, pero yo me sentía atraída, sentía un gran respeto lleno de amor, y mi corazón hubiera que­rido correr más rápido que yo.

    Yo miraba fijamente esta luz que estaba inmóvil, y, como si ella se hubiese abierto, percibí otra luz mucho más brillante, y que estaba en movimiento y, en esta luz, una Bellísima Señora sentada sobre nuestro «Paraíso» con la cabeza en­tre sus manos. Esta Bella Señora se ha levantado, ha cruzado un poco sus brazos, y mirándonos, nos ha dicho: «Acercaos, hijitos míos, no tengáis temor, estoy aquí para anunciaros una gran noticia » . Estas dulces y suaves palabras me hicieron volar hacia ella, y mi corazón hubiese querido estrecharse a ella para siempre. Habiendo llegado muy cerca de la Bella Señora, frente a ella, a su de recha, comienza ella su discurso y también las lágrimas comienzan a correr de sus bellos ojos.

    «Si mi pueblo no quiere someterse estoy forzada a dejar libre la mano de mi Hijo. Es tan grave y pesada que no puedo retenerla más.

    ¡Hace cuánto tiempo que sufro por vosotros! Si quiero que mi Hijo no os abandone, debo rogarle sin pausa. Y en cuanto a vosotros, no hacéis caso de ello. Por más que roguéis, por más que hagáis, jamás podréis recompensar la pena que me he tomado por vosotros.

    Os he dado seis días para trabajar, me he reservado el séptimo, y no se quiere acordármelo. Esto es lo que hace tan pesado el brazo de mi Hijo.

    Los que conducen los carros no saben hablar sin introducir el nombre de mi Hijo en sus juramentos. Son ambas cosas lo que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo.

    Si la cosecha se echa a perder, sólo es a causa de vosotros.

    Os lo he hecho ver el año pasado con las papas. Vosotros no habéis hecho caso de ello; al contrario, cuando encontrábais las echadas a perder jurábais y usábais el nombre de mi Hijo. Ellas seguirán echándose a perder; en Navidad no habrá más».

    Aquí yo trataba de comprender la palabra «pommes de terre»; creía com­prender que significaba «pommes» (papas). La Bella y Buena Señora, adivi­nando mi pensamiento, continuó así:

    «¿No lo comprendéis, mis hijitos? Os lo diré de otra manera».

    La traducción en francés es la siguiente:

    «Si la cosecha se arruina es sólo por vosotros; os lo he hecho ver el año pasado con las papas y vosotros no habéis hecho caso de ello, al contrario, cuando encontrábais las arruinadas, jurábais y usábais el nombre de mi Hijo. Van a seguir echándose a perder, y en Navidad no habrá más.

    Si tenéis trigo, no hay que sembrarlo.

    Todo lo que sembréis, lo comerán las bestias, y lo que crezca, caerá hecho polvo al cernirlo. Va a venir una gran hambre. Antes que el hambre venga, los niñitos menores de siete años tendrán un temblor, y morirán entre las manos de las personas que los sostengan; los demás harán penitencia con el hambre. Las nueces se echarán a perder, los racimos se pudrirán».

    Aquí, la Bella Señora, que me tenía encantada, quedó un momento sin ha­cerse oír; veía, sin embargo, que seguía moviendo graciosamente sus amables labios como si hablase. Maximin recibía entonces su secreto. Luego, dirigién­dose a mí, la Santísima Virgen me habló, y me dio un secreto en francés. He aquí este secreto, tal como ella me lo ha dado:

    III 

    1. Melanie, lo que voy a decirte ahora no permanecerá siempre en secreto. Podrás publicarlo en 1858. 

    2. Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irre­verencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del dinero, por amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida sobre sus cabezas. ¡Desdicha de los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo, y llaman la venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo; no hay más almas genero­sas, no hay más persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. 

    3. Dios va a golpear de una manera sin ejemplo. 

    4. ¡Desdichados los habitantes de la tierra! Dios va a agotar su cólera, y nadie podrá sustraerse a tantos males reunidos. 

    5. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la peni­tencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias; se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los que reinan, en todas las sociedades y en toda las familias; se sufrirán penas físicas y morales; Dios abandonará los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años. 

    6. La sociedad está en la víspera de las plagas más terribles y de los más grandes acontecimientos; hay que esperar ser gobernado por una vara de hierro y beber el cáliz de la cólera de Dios. 

    7. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso, que combata con las armas de la fe y del amor; yo estaré con él. 

    8. Que desconfíe de Napoleón; su corazón es doble y cuando querrá ser a la vez Papa y emperador, enseguida Dios se retirará de él; él es esa águila que, queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada con que deseaba servirse para obligar a los pueblos a elevarle. 

    9. Italia será castigada por su ambición al querer sacudirse el yugo del Señor de los Señores; también ella será entregada a la guerra, la sangre correrá por todas partes; las iglesias serán cerradas o profanadas; los sacerdotes, los religiosos serán expulsados; se los hará morir y morir de una muerte cruel. Muchos abandonarán la Fe y será grande el nú­mero de los sacerdotes y religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre estas personas habrá incluso Obispos. 

    10. Que el Papa se cuide de los hacedores de milagros pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la tierra y en los aires. 

    11. En el año 1864, Lucifer con un gran número de demonios serán soltados del in­fierno: abolirán la fe poco a poco, incluso en las personas consagradas a Dios; los cegarán de tal manera, que, a menos de una gracia particular, estas personas tomarán el espíritu de esos ángeles malos; muchas casas religiosas perderán enteramente la fe y perderán muchas almas. 

    12. Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas exten­derán en todas partes un relajamiento universal para todo lo que concierne al servicio de Dios; tendrán un gran poder sobre la naturaleza; habrá iglesias para servir a estos espíritus. De un lado a otro serán transportadas personas por estos malos espíritus e incluso sacer­dotes, pues ellos no se habrán conducido según el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios. Se resucitará a muertos y a justos [es decir que esos muertos tomarán la figura de almas justas que han vivido sobre la tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres; éstos que se dicen muertos resucitados, que no serán sino el demonio bajo sus figuras, predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo-Jesús, negando la existencia del cielo o aún las almas de los condenados. Todas estas almas parecerán unidas a sus cuerpos] (nota de Melanie). Habrá en todas partes prodigios extraordinarios puesto que la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz ilumina al mundo. Desdichados los Príncipes de la Iglesia que sólo se hayan ocupado en acumular riquezas sobre riquezas, en salvaguardar su autoridad y en dominar con orgullo. 

    13. El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, pues, por un tiempo, la Iglesia será librada a grandes persecuciones; esto será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia tendrá una crisis terrible.

    14. Olvidada la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; sólo se verán homicidios, odio, celos, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia. 

    15. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. 

    16. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida sin poder dañarle; pero ni él ni su sucesor… verán el triunfo de la Iglesia de Dios. 

    17. Los gobiernos civiles tendrán todos un mismo designio, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para hacer lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. 

    18. En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se hará como rey de los corazones. Que los que están a la cabeza de las comunidades religiosas tengan cuidado con las personas que deben recibir, pues el demonio hará uso de toda su malicia para introducir en las órde­nes religiosas personas entregadas al pecado, ya que los desórdenes y el amor de los pla­ceres carnales serán extendidos por toda la tierra. 

    19. Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá en las calles, el francés combatirá con el francés, el italiano con el italiano; luego habrá una guerra general que será espantosa. Por un tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, puesto que el Evangelio de Jesucristo no se conoce ya más. Los malvados desple­garán toda su malicia; se matará, se masacrará mutuamente hasta en las casas.

    20. Al primer golpe del rayo de su espada las montañas y la tierra entera temblarán de pavor puesto que los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos. París será quemada y Marsella será engullida por el mar, muchas grandes ciu­dades serán sacudidas y engullidas por terremotos: se creerá que todo está perdido; sólo se verán homicidios, sólo se oirán estrépito de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y pedirá mi ayuda y mi intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su misericordia, ordenará a sus ángeles que todos sus enemigos sean ejecutados. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hom­bres entregados al pecado perecerán, y la tierra será como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres. Jesucristo será servido, adorado y glori­ficado; en todas partes florecerá la caridad. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado en todas partes, y los hombres harán grandes pro­gresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo y los hombres vivirán en el temor de Dios. 

    21. Esta paz entre los hombres no será larga; veinticinco años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son causa de todas las aflicciones que acontecen sobre la tierra. 

    22. Un precursor del anticristo con sus ejércitos de varias naciones combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y querrá ani­quilar el culto de Dios para hacerse tener como un Dios. 

    23. La tierra será golpeada por toda clase de plagas (además de la peste y el hambre, que serán generales) ; habrá guerras hasta la última guerra, que será hecha por los diez reyes del anticristo, que tendrán todos un mismo designio, y serán los únicos que gober­narán el mundo. Antes que esto acontezca habrá una especie de falsa paz en el mundo; sólo se pensará en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados, pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. Dichosas las almas humildes conducidas por el Espíritu Santo. Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud del tiempo. 

    24. La naturaleza reclama venganza para los hombres, y, esperando lo que debe ocurrir a la tierra manchada de crímenes, se estremece de pavor. 

    25. Tiembla, tierra, temblad vosotros, los que hacéis profesión de servir a jesucristo y que por dentro os adoráis a vosotros mismos; pues Dios va a entregaros a su enemigo, puesto que los lugares santos se hallan en la corrupción; muchos conventos no son más las casas de Dios sino el pasto de Asmodeo y los suyos. 

    26. Será durante este tiempo que nacerá el anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen que tendrá comunicación con la antigua serpiente, el señor de la impureza; su padre será Ev.; al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes; será, en una palabra, el diablo encarnado; lanzará gritos terribles, hará prodigios, sólo se alimentará de impurezas. Tendrá hermanos que, aunque no sean demonios encarnados como él, serán hijos del mal; a los doce años se señalarán por sus valientes victorias, pronto estará cada uno a la cabeza de ejércitos asistidos por legiones del infierno. 

    27. Las estaciones se alterarán, la tierra sólo producirá malos frutos, los astros per­derán sus movimientos regulares, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza; el agua y el fuego darán al orbe de la tierra movimientos convulsivos y horribles terremotos que engullirán montañas, ciudades, etc. 

    28. Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo. 

    29. Los demonios del aire con el anticristo harán grandes prodigios sobre la tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán cada vez más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad; el Evangelio será predicado en todas partes, ¡Todos los pueblos y todas las naciones tendrán conocimiento de la verdad! 

    30. Yo dirijo un apremiante llamado a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios viviente y reinante en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, mis verdaderos devotos, aquellos que se han entregado a mí para que los conduzca a mi Hijo divino, aquellos que, por así decir, llevo en mis brazos; aquellos que han vivido de mi espíritu; llamo en fin a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Es tiempo de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros con tal vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de infortunio. Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y del honor de Jesucristo. Combatid, hijos de la luz, vosotros, los pocos que veis, pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. 

    31. La Iglesia será eclipsada, el mundo se hallará en la consternación. Pero he aquí a Enoch y Elías llenos del Espíritu de Dios; ellos predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes progresos por virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo.

    32. ¡Desdichados los habitantes de la tierra! habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un espantoso granizo de animales, truenos que sacudirán las ciudades, terremotos que engullirán países; se oirán voces en los aires, los hombres se darán de golpes con su cabeza en los muros; llamarán a la muerte y, por otro lado, la muerte hará su suplicio, la sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá vencer si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y las oraciones de los justos Dios se dejará doblegar; Enoch y Elías serán matados; Roma pagana desaparecerá; el fuego del cielo caerá y consumirá tres ciudades; todo el universo será sa­cudido de terror, y muchos se dejarán seducir porque no han adorado al verdadero Cristo viviente entre ellos. Es el momento; el sol se oscurece; sólo la fe vivirá.

    33. He aquí el tiempo; el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He aquí a la bestia con sus súbditos, diciéndose salvador del mundo. Se elevará con orgullo en los aires para ir hasta el cielo; será ahogado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá, y la tierra, que desde hace tres días estará en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego, él será sumergido para siempre con todos los suyos en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán la tierra y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado. 

    IV 

    Enseguida la Santa Virgen me dio, también en francés, la Regla de una nueva Orden religiosa.

    Después de darme la Regla de esta nueva Orden religiosa, la Santa Virgen continuó así su Discurso:

    «Si ellos se convierten, las piedras y las rocas se transformarán en trigo, las papas se encontrarán sembradas en los campos. ¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?». Respondimos los dos:

    «¡Oh! no, Señora, no muy bien».

    «¡Ah! hijos míos, hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer mejor, decid un Pater y un Ave María; y, cuando tengáis tiempo y podáis hacerla mejor, diréis más.

    Sólo van algunas mujeres un poco ancianas a Misa; los demás trabajan en domingo todo el verano. Y en el invierno, cuando no saben qué hacer sólo van a Misa para burlarse de la religión. En Cuaresma van a la carnicería como perros.

    «¿No habéis visto el trigo hachado a perder, hijos míos?».

    Los dos contestamos: —» ¡Oh! no, Señora».

    La Santa Virgen dijo dirigiéndose a Maximin: «Pero tú, hijo mío, tú ‘ debes haberlo visto con tu padre una vez cerca de Con. El hombre del terreno dijo a tu, padre: «Venid a ver como mi trigo se arruina». Vosotros fuisteis. Tu padre tomó dos o tres espigas en su mano, las frotó, y cayeron hechas polvo. Luego, al volver, cuando no estábais a más de media hora de Corps, tu padre te dio un pedazo de pan diciéndote: Toma, hijo mío, come este año pues no sé quién comerá el año próximo si el trigo se hecha a perder».

    Maximin respondió: —»Es verdad, Señora, no lo recordaba».

    La Santísima Virgen ha terminado su discurso en francés: «Y bien, hijos míos, voso­tros lo transmitiréis a todo mi pueblo».

    La Bellísima Señora atravesó el arroyo y, a dos pasos del arroyo, sin volverse hacia nosotros que la seguíamos (pues ella atraía con su esplendor y más aún por su bondad que me embriagaba, que parecía fundirme el corazón) nos dijo todavía:

    «Y bien, hijos míos, vosotros lo transmitiréis a todo mi pueblo».

    Luego ella continuó marchando hasta el lugar adonde yo había subido para mirar donde estaban mis vacas. Sus pies sólo tocaban la punta de la hierba sin doblarla. Al llegar a la pequeña altura, la Bella Señora se detuvo y yo me ubiqué rápidamente frente a ella para contemplarla bien, muy bien, y para tratar de saber qué camino se inclinaba a seguir; pues yo estaba decidida, había olvidado mis vacas y los patrones con quienes estaba de servicio; yo me había entregado para siempre y sin condición a Mi Señora; sí, no quería jamás dejarla, jamás; la seguía sin pensarlo más, y en la disposición de servirla mientras viviera.

    Con Mi Señora, yo creía haber olvidado el paraíso; sólo tenía el pensamiento de ser­virla bien en todo y creía que hubiese podido hacer todo lo que ella me hubiese dicho, pues me parecía que Ella tenía mucho poder. Me contemplaba con una tierna bondad que me atraía hacia ella; hubiese querido arrojarme a sus brazos con los ojos cerrados. Ella no me ha dado el tiempo para hacerlo. Se elevó insensiblemente de la tierra hasta una altura de cerca de un metro y algo más, y quedándose así suspendida en el aire un brevísimo ins­tante, Mi Bella Señora miró el cielo, luego la tierra a su derecha y a su izquierda, luego me miró con ojos tan dulces, tan amables y tan buenos, que yo creía que me atraía a su interior y me parecía que mi corazón se abría al suyo.

    Y mientras mi corazón se fundía en una dulce dilatación, la bella figura de Mi Buena Señora desaparecía poco a poco; me parecía que la luz en movimiento se multiplicaba, o bien se condensaba en torno a la Santísima Virgen para impedirme verla más tiempo. Así la luz tomaba el lugar de las partes del cuerpo que desaparecían a mis ojos; o bien parecía que el cuerpo de Mi Señora se cambiaba en luz, fundiéndose. Así la luz en forma de globo se elevaba dulcemente en dirección recta.

    No puedo decir si el volumen de luz disminuía a medida que ella se elevaba o si era el alejamiento lo que hacía que yo viese disminuir la luz a medida que ella se elevaba; lo que sé es que me quedé con la cabeza levantada y los ojos fijos en la luz, aún después que esta luz, que iba siempre alejándose y disminuyendo de volumen, terminó por desaparecer. Mis ojos se apartan del firmamento, miro en torno mío, veo a Maximin que me miraba y le digo: «Memin, debe ser el buen Dios de mi padre o la Santa Virgen, o alguna gran santa» y Maximin, haciendo un gesto con su mano en el aire dijo: » ¡Ah! si lo hubiese sabido!».

    V

    Al anochecer del 19 de setiembre, nos retiramos un poco más temprano que de cos­tumbre. Al llegar a casa de mis patrones me ocupé en atar mis vacas y en poner todo en orden en el establo. No había terminado aún, cuando mi patrona vino llorando y me dijo: ¿Por qué, hija mía, no vienes a decirme lo que os ha ocurrido en la montaña? (Maximin, no habiendo encontrado a sus amos, que no habían vuelto aún de su trabajo, había venido a casa de los míos, y les había contado todo lo que había visto y oído). Le contesté: «Sí, yo quería decírselo, pero antes deseaba terminar mi trabajo». Un momento después entré en la casa, y mi patrona me dijo: «Cuéntame lo que has visto; el pastor de Bruite (era el sobrenombre de Pierre Selme, patrón de Maximin) me ha contado todo».

    Comienzo, y hacia la mitad del relato, mi patrón llega de sus campos. Mi patrona, que lloraba al oír las quejas y las amenazas de nuestra tierna Madre dijo: «¡Ah!, vosotros queríais ir a juntar el trigo mañana; dejadlo, venid a oír lo que ha ocurrido hoy a esta niña y al pastor de Selme». Y dirigiéndose a mí, dice: «Comienza de nuevo todo’ lo que me has dicho». Yo empiezo de nuevo, y cuando hube terminado, mi patrón dice:- «Es la Santa Virgen, o si no una gran santa que ha venido de parte de Dios; pero es como si Dios hubiese venido él mismo. Hay que hacer todo lo que esta Santa ha dicho. ¿Cómo haréis para decir aquello a todo su pueblo? Le respondí: «Vosotros me diréis como debo hacerlo, y yo lo haré». Enseguida, mirando a su madre, a su esposa y a su hermano, agregó: «Hay que pensar en ello». Luego, cada uno se retiró a sus asuntos.

    Era después de la cena. Maximin y sus patrones vinieron a casa de los míos a contar lo que Maximin les había dicho, y para saber qué había que hacer. «Pues» —dijeron— «nos parece que es la Santa Virgen, que ha sido enviada por Dios; las palabras que ha dicho lo hacen creer. Y ella les ha dicho que los transmitieran a todo su pueblo; quizá estos ni­ños tendrán que recorrer el mundo entero para hacer saber que es necesario que todo el mundo observe los mandamientos de Dios, si no nos van a ocurrir grandes desgracias «Después de un momento de silencio, mi patrón, dirigiéndose a Maximin y a mí, dijo: «¿Sa­béis vosotros lo que debéis hacer, hijos míos? Mañana, levantaos temprano, id los dos a ver al señor Cura, y contadle todo lo que habéis visto y oído; decidle bien como ha sido la cosa; él os dirá lo que tenéis que hacer».

    El 20 de setiembre, al día siguiente de la aparición, partí temprano con Maximin. Al llegar a la parroquia, llamo a la puerta. La sirvienta del señor Cura vino a abrir, y preguntó qué queríamos. Yo le dije (en francés, yo, que jamás lo había hablado) : «Quisiéramos hablar al señor Cura». «¿Y qué queréis decirle?» nos preguntó. «Quisiéramos decirle, se­ñorita, que ayer fuimos a cuidar nuestras vacas en la montaña de Baisses, y, que después de haber comido, etc. etc. Le contamos una buena parte del discurso de la Santísima Virgen. Entonces sonó la campana de la Iglesia, era el último toque que llamaba a Misa. El señor Perrin, cura de la Salette, que nos había oído, abrió ruidosamente la puerta; lloraba, se golpeaba el pecho. Nos dijo: «Hijos míos, estamos perdidos, Dios nos va a cas­tigar. ¡Ah! ¡Dios mío, es la Santa Virgen quien se os ha aparecido!». Y entonces se fue a decir la Santa Misa. Nos miramos con Maximin y la sirvienta; luego Maximin me dijo: «Yo me voy a casa de mi padre, a Corps». Y nos separamos.

    Como no había recibido de mis patrones la orden de marcharme enseguida, después de haber hablado al señor Cura, creí no hacer mal en asistir a Misa. Fui entonces a la iglesia. La misa comienza, y después del primer Evangelio, el señor Cura se vuelve hacia el pueblo y procura relatar a sus feligreses la aparición que acababa de ocurrir, el día de la víspera, en una de sus montañas; y los exhorta a no trabajar más el Domingo. Su voz se entrecortaba con sollozos, y todo el pueblo estaba conmovido. Después de la santa Misa me marché a casa de mis señores. El señor Peytard, que es hoy todavía alcalde de la Salette, fue allá a preguntarme acerca de la aparición; y, después de haberse asegurado de la ver-dad de lo que le decía, se marchó convencido.

    Yo permanecí al servicio de mis señores hasta la fiesta de Todos los Santos. Luego fui colocada como pensionista en casa de las religiosas de la Providencia, en mi provincia, en Corps.

    VI

    La Santísima Virgen era muy alta y bien proporcionada; parecía ser tan ingrávida que se la hubiese movido con un soplo; sin embargo, permanecía in-móvil y bien plantada. Su fisonomía era majestuosa, imponente, pero no impo­nente como son los señores de aquí abajo. Ella imponía un temor respetuoso. Al mismo tiempo que Su Majestad imponía respeto imbuido de amor, atraía hacia sí. Su mirada era dulce y penetrante; sus ojos parecían hablar con los míos, pero la conversación venía de un sentimiento vivo y profundo de amor hacia esa belleza encantadora que me fundía. La dulzura de su mirada, su aire de bondad incomprehensible hacía comprender y sentir que ella atraía a Sí, y que deseaba entregarse; era una expresión de amor que no puede expresarse con la lengua de la carne ni con las letras del alfabeto.

    El vestido de la Santísima Virgen era blanco plateado, muy brillante, no tenía nada de material: estaba compuesto de luz y de gloria, cambiante y cen­telleante. No hay expresión ni comparación que pueda darse sobre la tierra.

    La Santa Virgen era toda bella y toda formada de amor; contemplándola, yo languidecía por fundirme en ella. En su ropaje, como en su persona, todo respiraba la majestad, el esplendor, la magnificencia de una Reina incomparable. Parecía blanca, inmaculada, cristalina, resplandeciente, celeste, fresca, nueva como una Virgen; parecía que la palabra Amor se escapaba de sus labios argentados y todo puros. Me parecía una buena Madre, llena de bondad, de amabilidad, de amor por nosotros, de compasión, de misericordia.

    La corona de rosas que tenía sobre la cabeza era tan bella, tan brillante, que no puede uno darse una idea de ella; las rosas de distintos colores no eran de la tierra; era un conjunto de flores lo que ceñía la cabeza de la Santísima Virgen en forma de corona; pero las rosas se intercambiaban o se reemplazaban; además, del corazón de cada rosa salía una luz tan bella que arrebataba, y hacía a las rosas de una belleza esplendente. De la corona de rosas se elevaban como ramas de oro y una cantidad de otras florecillas entremezcladas con brillantes.

    Todo formaba una bellísima diadema, que brillaba ella sola más que nuestro sol de la tierra.

    La Santa Virgen tenía una hermosísima Cruz suspendida de su cuello. Esta Cruz parecía ser dorada —digo dorada por no decir una placa de oro; pues he visto algunas veces objetos dorados con diversos tonos de oro, lo que a mis ojos hacía un efecto más bello que una simple placa de oro—. Sobre esta Cruz toda brillante de luz, estaba un Cristo, estaba Nuestro Señor, los brazos extendidos sobre la Cruz. Casi en las extremidades de la Cruz, había de un lado un martillo, del otro una tenaza. El Cristo era de color carne natural, pero brillaba con gran esplendor; y la luz que salía de todo su cuerpo parecía como dardos muy brillantes que hendían mi corazón con el deseo de fundirme en él. A veces el Cristo parecía estar muerto: tenía la cabeza inclinada y el cuerpo estaba como

    abatido, como por caerse, si no hubiese sido retenido por los clavos que lo re-tenían a la Cruz.

    Yo tenía por ello una viva compasión y hubiese querido repetir al mundo entero su amor desconocido, y filtrar en las almas de los mortales el amor más extremado, y el reco­nocimiento más vivo a un Dios que no tenía necesidad alguna de nosotros para ser lo que es, lo que era y lo que será siempre y que, sin embargo, ¡oh amor incomprehensible al hombre! —se ha hecho carne y ha querido morir, sí, morir, para escribir mejor en nuestras almas y en nuestra memoria el amor enloquecido que tiene por nosotros. ¡Oh! ¡Qué des­dichada soy al hallarme tan pobre expresiones para decir el amor, sí, el amor de nuestro buen Salvador por nosotros pero, por otro lado, ¡Qué dichosos somos de poder sentir mejor lo que no podemos expresar!

    Otras veces el Cristo parecía vivo, tenía la cabeza erguida, los ojos abiertos, y parecía estar sobre la Cruz por su propia voluntad. A veces también parecía hablar, parecía querer mostrarnos que estaba en la Cruz por nosotros, por amor a nosotros, para atraernos a su amor; mostrarnos que él tiene siempre un amor nuevo por nosotros, que su amor del prin­cipio y del año 33 es siempre el de hoy, y que permanecerá siempre.

    La Santa Virgen lloraba casi todo el tiempo que me habló. Sus lágrimas corrían una a una, lentamente, hasta sus rodillas; luego, desaparecían como cen­tellas de luz. Eran brillantes y llenas de amor. Hubiese querido consolarla, y que Ella no llorase más. Pero me parecía que tuviese necesidad de mostrar sus lágrimas para mostrar mejor su amor olvidado por los hombres. Hubiese querido arrojarme en sus brazos y decirle: » ¡Mi buena Madre, no lloréis más! quiero amaros por todos los hombres de la tierra». Pero me parecía que- Ella me decía: «¡Hay tantos de ellos que no me conocen!».

    Yo estaba entre la muerte y la vida, viendo por un lado tanto amor, tanto deseo de ser amada, y por otro tanta frialdad, tanta indiferencia. . . ¡Oh! Madre mía, toda Madre, toda bella y toda amable, amor mío, corazón de mi corazón!

    Las lágrimas de nuestra tierna Madre, lejos de amenguar su aire de Ma­jestad, de Reina y de Señora, parecían, por el contrario, embellecerla, hacerla más amable, más bella, más poderosa, más llena de amor, más maternal, más en-cantadora; y yo hubiese comido sus lágrimas, que hacían saltar mi corazón de

    compasión y de amor. Ver llorar a una Madre, y a una tal Madre, sin tomar todos los medios imaginables para consolarla, para cambiar sus dolores en gozo ¿puede eso comprenderse? ¡Oh Madre más que buena! Vos habéis sido formada de todas las prerrogativas de que Dios es capaz; vos habéis como agotado el poder de Dios; vos sóis buena, y buena aún como la bondad de Dios mismo. Dios se ha engrandecido al formaros como su obra maestra terrestre y celestial.

    La Santísima Virgen tenía un delantal amarillo. ¡Qué digo amarillo! Tenía un delan­tal más brillante que muchos soles juntos. No era una tela material; era un compuesto de gloria, y esta gloria era centelleante y de una belleza arrebatadora. Todo en la Santísima Virgen me llevaba fuertemente, y como deslizándome, a adorar y a amar a mi Jesús en todos los estados de su vida mortal.

    La Santísima Virgen tenía dos cadenas, una un poco más ancha que la otra. De la más angosta estaba suspendida la Cruz que mencioné anteriormente. Estas cadenas (pues hay que darle el nombre de cadenas), eran como rayos de gloria de un gran esplendor cambiante y centelleante.

    Los zapatos (pues zapatos hay que decir), eran blancos, pero de un blanco plateado, brillante, había rosas a su alrededor. Estas rosas eran de un belleza esplendorosa, y del corazón de cada rosa salía una llama de luz muy bella y muy agradable de ver. Sobre los zapatos había una hebilla de oro, no del oro de la tierra, sino, por cierto, del oro del paraíso.

    La visión de la Santísima Virgen era ella misma un paraíso perfecto. Ella tenía en sí todo lo que podía satisfacer, pues la tierra había sido olvidada.

    La Santa Virgen estaba rodeada de dos luces. La primera luz, más cerca de la Santísima Virgen, llegaba hasta nosotros; brillaba con un esplendor muy bello y centelleante. La segunda luz se extendía un poco más entorno de la Bella Señora, y nosotros nos encontrábamos en ella; era inmóvil (es decir que no centelleaba) pero sí mucho más brillante que nuestro sol de la tierra. Todas estas luces no hacían mal a los ojos, y de ningún modo fatigaban a la vista.

    Además de todas estas luces, de todo este esplendor, salían todavía grupos o haces de luces, o rayos de luz, del Cuerpo de la Santa Virgen, de sus vestidos, de todas partes.

    La voz de la Bella Señora era dulce; encantada, arrebataba, hacía bien al corazón; saciaba, allanaba todo obstáculo, calmaba, apaciguaba con dulzura. Me parecía que siempre hubiese querido comer de su bella voz, y mi corazón pa­recía danzar o querer ir a su encuentro para fundirse en ella.

    Los ojos de la Santísima Virgen, nuestra tierna Madre, no pueden descri­birse con una lengua humana. Para hablar de ellos haría falta un serafín, haría falta más; haría falta el lenguje de Dios mismo, del Dios que ha formado la Virgen Inmaculada, obra maestra de su omnipotencia.

    Los ojos de la Augusta María parecían mil y mil veces más bellos que los brillantes, los diamantes y las piedras preciosas más exquisitas; brillaban como dos soles; eran dulces como la dulzura misma, claros como un espejo. En sus ojos se veía el paraíso, atraían a Ella, parecía que Ella quería entregarse y atraer., Cuanto más la contemplaba yo, más quería verla; cuanto más la veía, más la amaba, y la amaba con todas mis fuerzas.

    Los ojos de la Bella Inmaculada eran como la puerta de Dios, de donde se veía todo lo que puede embriagar al alma. Cuando mis ojos se encontraban con los de la Madre de Dios y mía, experimentaba en mi interior una feliz revolución de amor y de protestas de amarla y de fundirme de amor.

    Mirándome, nuestros ojos se hablaban a su manera, y yo la amaba tanto, que hubiese querido abrazarla en el medio de sus ojos, que enternecían mi alma y parecían atraerla, y hacerla fundir con la suya. Sus ojos implantaron un dulce temblor en todo mi ser; y yo temía hacer el menor movimiento que pudiese serle desagradable en lo más mínimo.

    Esta sola visión de los ojos de la más pura de las Vírgenes hubiese bastado para ser el Cielo de un bienaventurado, hubiese bastado para hacer entrar un alma en la plenitud de las voluntades del Altísimo, entre todos los aconteci­mientos que ocurren en el curso de la vida mortal; hubiese bastado para hacer-la realizar continuos actos de alabanza, de agradecimiento, de reparación y de expiación. Esta sola visión concentra el alma en Dios y la convierte como en una muerta-viva, que considera sólo como diversiones de niños todas las cosas de la tierra, aun las cosas que parecen más serias; sólo querría oír hablar de Dios y de lo que concierne a su Gloria.

    El pecado es el único mal que Ella ve sobre la tierra. Moriría de dolor por ello, si Dios no la sostuviera. Amén.

     

    MARÍA de la Cruz, Víctima de Jesús, nacida Mélanie Calvat, Pastora de la Salette.
    Castellamare, 21 de noviembre de 1878.
    Extraído de revista: “Fidelidad a la Santa Iglesia”

     

     Tomado de: http://www.statveritas.com.ar/Marianos/Salette-02.htm

    EL SECRETO DE LA SALETTE

    (Aparición reconocida y aprobada oficialmente por la Iglesia.)

    Cuando en la audiencia privada del 20 de Enero de 1982 le presentaron a Juan Pablo II una documentación sobre el mensaje de La Salette, Su Santidad comentó: «Estamos en el corazón de las profecías.» (L´IMPARTIAL, N. 2, 1982.)

    Y en su discurso a los Misioneros de La Salette, nos dice: «A la luz del mensaje de Nuestra Señora de La Salette, atribuís un lugar importante al ministerio de la reconciliación.» Y: «La Salette es un mensaje de esperanza, puesto que nuestra esperanza se apoya en la intercesión de la Madre de los hombres.» (Lean Discurso del Santo Padre Juan Pablo II.) Su Santidad Juan Pablo II reconoce y acepta la validez del mensaje de La Salette.

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    APARICION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LA SALETTE

    El 19 de septiembre de 1846 se apareció la Santísima Virgen en La Salette (Francia), a dos pastorcitos naturales de Corps: Melanie Calvat de quince años, y Maximin Giraud de once. La Santísima Virgen les confió un secreto, unas advertencias para los tiempos venideros: «el secreto de La Salette.»

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    MELANIE CALVAT provó en varios conventos, no fué admitida a los votos perpetuos. Melanie, estigmatizada y bajo constante dirección espiritual del obispo de Lecce, un virtuoso varón, murió en Italia, el 14 de diciembre de 1904, a los 73 años de edad. MAXIMIN GIRAUD quiso estudiar teología, después medicina. Fué siervo papal; murió en su patria a los 38 años de edad.

    La Aparición de La Salette fué aprobada oficialmente por el obispo de la Diócesis, y reconocida por S. S. Pío IX. El 19 de septiembre de 1851, (quinto aniversario de la aparición), Monseñor Filiberto de Bruillard, Obispo ordinario de la diócesis de Grenoble (Francia), a la que pertenece la aldea de La Salette, publicó un decreto en el que entre otras cosas, dice: «Juzgamos que la aparición de la Sma. Virgen a dos pastores el 19 de septiembre de 1846, en la parroquia de La Salette, arciprestazgo de Corps, (Grenoble, Francia), presenta todas las características de verdadera y los fieles tienen fundamento para creerla como indudable y cierta. Aumenta la certeza el concurso inmenso y espontáneo (de gentes) al lugar de la aparición, así como multitud de prodigios, de los cuales es imposible dudar sin ir contra las reglas del testimonio humano. (…) Por tanto prohi-bimos a los fieles y sacerdotes de nuestra Diócesis hablar públicamente o escribir en contra del hecho que hoy proclamamos.»

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    Su Santidad Papa Pio IX

    El 24 de agosto de 1852, Su Santidad Pío IX, concedió que fuera privilegiado el Altar Mayor del templo de La Salette; el 7 de septiembre fundó la Asociación de Nuestra Señora Reconciliadora de La Salette. La Hermadad Misionera de La Salette, los SALETINOS, cuyos frutos fueron y son muy provechosos para la Iglesia y para las Misiones. León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de «Nuestra Señora de La Salette», efectuada por el Cardenal de París, el día 21 de Agosto de 1879. Nuestra Señora reveló en La Salette dos secretos, uno a Melanie y otro a Maximin. El secreto dado a Melanie constituye lo que comúnmente se conoce como el «el Secreto de la Salette.» Un extracto del mismo fué publicado en 1879 por Melanie, con imprimatur del Obispo de Lecce, – Italia.- En 1922 se dió a conocer el texto completo, con Licencia del Rvdo. Padre Lepidi O.P., Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio, (la Congregación de la Fé.)

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    Su Santidad Papa León XIII

    EL SECRETO

    «Melanie, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes…, por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del mundo.

    Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la Tierra…! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos.

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    ¡Los jefes, los conductores del Pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la serpiente antigua poner divisiones entre los soberanos, en las sociedades y en las familias. (…) La sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el soberano Pontífice Pio IX, no salga ya de Roma después del año de 1859; pero que sea firme y generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él. (…) Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo del Señor de los Señores. (…) La sangre correrá por todas partes. Las Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán perseguidos.(…) Muchos abandonarán la Fé, y el número de Sacerdotes y religiosos que se separarán de la verdadera religión será grande. Entre estas personas se encontrarán incluso Obispos. Que el Papa se ponga en guardia contra los obradores de milagros, pues llega el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires. (…) Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno; abolirán la fe, aún entre las personas consagradas a Dios. (…)

    Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y perderán a muchísimas almas.

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    Noticia reciente: Estas «monjas» defienden el aborto, el preservativo y reclaman el sacerdocio femenino.  Leer la nota completa aquí


    Los malos libros abundarán en la Tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios.

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    Habrá Iglesias para servir a esos espíritus. (…) ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y dominar con orgullo!

    El Vicario de Mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. (…) El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor verán el triunfo de la Iglesia de Dios. Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, (…) a toda clase de vicios. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra. Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano… habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio de Cristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su malicia. Al primer golpe de su espada fulminante las montañas y la naturaleza temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los Cielos. París será quemado, y Marsella engullida; varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho, sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el Cielo, y todo el Pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorarán su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles que destruyan a todos sus enemigos. Los perseguidores de la Iglesia de Cristo y los hombres dados al pecado perecerán de golpe, y la Tierra quedará como un desierto.

    Entonces será la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado. La caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios.» (…)

    (Las profecías de La Salette no parecen haber sido dictadas en orden sucesivo, no son correlativas. Continúa:)

    «La Tierra será castigada con todo género de plagas. Habrá guerras, hasta la última que la harán los diez reyes del anticristo, los cuales tendrán todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán al mundo. Antes que eso suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados; pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, creerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo, Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad. La naturaleza clama venganza contra los hombres, y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra encharcada de crímenes. Temblad Tierra, y vosotros que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismos, ¡temblad!, pues Dios va a entregaros a sus enemigos, porque los lugares santos están en la corrupción. Muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo. Durante este tiempo nacerá el anticristo… Hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. … Se cambiarán las estaciones… Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos.

    ROMA perderá la Fé y se convertirá en la sede del anticristo. Los demonios del aire, con el anticristo, harán grandes prodigios en la Tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes. Todos los pueblos y todas las naciones conocerán la verdad.

    Hago una apremiante llamada a la Tierra, llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los Cielos, llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero salvador de los hombres. Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi Divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu. Finalmente… Llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos. Los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios. En el sufrimiento, y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la Tierra: Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros, con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. … Luchad hijos de la luz, vosotros pequeño número… pues ya está aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia se oscurecerá, el mundo quedará consternado. Pero he ahí ENOC y ELÍAS, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo. ¡Ay de los habitantes de la Tierra…! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso… … Tempestades que destruirán ciudades, terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los muros, llamarán a la muerte. … La sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos, Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. ROMA pagana desaparecerá, caerá fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero estará preso del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al verdadero Cristo, que vivía entre ellos. Ha llegado el tiempo. El sol se oscurece, solo la fé vivirá. Aquí está el tiempo. El abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus súbditos, llamándose el salvador del mundo. Se elevará con orgullo por los aires para subir hasta el Cielo. Será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá. Y la Tierra, que llevará TRES DÍAS en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego. Será hundido para siempre, (el anticristo), con todos los suyos, en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado. Dios será servido y glorificado.»

    Los hechos referidos en el secreto de La Salette no parece ser dictados en orden sucesivo, no podemos entenderlos en forma cronológica. A veces se repite lo que se dijo anteriormente. ( «Estilo cíclico», característica Apocalipsis de San Juan.) Se habla del triunfo definitivo de la Iglesia, después del Juicio de las Naciones o purificación de la humanidad, en el que todo será renovado y habrá entonces un solo rebaño y un solo pastor. También se habla del nacimiento y de la actuación del anticristo. Referirse al anticristo es llegar al máximo grado de apostasía universal. También hace referencia a los dos testigos, que condenarán los errores del anticristo y exhortarán al mundo a hacer penitencia. Testigos que al final serán vencidos y muertos. ( Apoc. cap. XI.) Algunas profecías ya se han cumplido:

    A.-Que el Papa no saliera de Roma después de 1859, año a partir del cual, vencida Austria, querían que el Papa abandonase Roma para conseguir la unidad italiana.

    B.-La profecía de Napoleón también se cumplió al pie de la letra: cayó «sobre la propia espada de la cual quería servirse para obligar a los pueblos a ensalzarlo»; esa fué Prusia, de ella se sirvió para debilitar a Austria, la potencia católica. etc.

    El punto central del mensaje de La Salette es que: 1.- «Vendrán una serie de castigos y catástrofes…», Por causa (o producto), de los pecados de los hombres. 2.- «Muchos sacerdotes se apartarán de la sana doctrina.» Una triste realidad hoy en día, de la que nosotros tenemos mucha culpa por no haber rezado suficientemente por ellos. Y ahora satanás ha cegado las inteligencias de muchas almas consagradas.) 3.- «Muchas casas religiosas se apartarán de la verdadera fe.» Vivimos en un desconcierto doctrinal sin precedentes. Nuestra Señora hace referencia al anticristo, y que Roma perderá la fe y se convertirá en su sede. (Afirmaciones que no chocan con lo revelado en la Sagrada Escritura.) Dios permitirá a Satanás tentar a los hombres y al mundo y éste llegará al caos, al desorden y la desesperación. Y por un acto de su justicia y su misericordia mandará purificar y renovar al mundo, y a su Iglesia, y la vida en la Tierra continuará con aquellos hombres justos y orantes que supieron estar vigilantes a los mensajes marianos y al espíritu cristiano, y vendrá entonces, -como está profetizado-, el reinado de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

    La Santísima Virgen clarifica en La Salette los Últimos Tiempos, y hace una llamada a los verdaderos imitadores de su Hijo, a los «Apóstoles de los Últimos Tiempos», que ayudarán al triunfo definitivo de Jesucristo, con Paz y reconciliación de Dios con los hombres, cuando la Santa Iglesia será piadosa, fuerte, humilde e imitadora de las virtudes de Jesucristo. Según la tesis de que estamos en los ULTIMOS TIEMPOS, el «Final de los Tiempos», (no el fin del mundo), y que una purificación dará lugar a la conversión de los judíos y del mundo, lo fundamental del Secreto de La Salette, referido a la época actual, es «LA GRAN APOSTASIA» denunciada ya por Pablo VI: «el humo del infierno se ha infiltrado en la Iglesia».

    Con una especial responsabilidad del clero. Una crisis espantosa de la Iglesia, una persecución religiosa, y castigos apocalípticos; castigos también anunciados en Fátima, y en otras apariciones: «Varias naciones serán aniquiladas…»

    ______________________________________________________

    «En cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que no creer en ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz de que creiste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser falsas, tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas, porque creiste que eran verdad.» (Papa Urbano VIII, 1636 )

    Tomado de: http://www.statveritas.com.ar/Marianos/Salette-01.htm

    19 de septiembre

    NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE

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    El 19 de septiembre de 1846, en La Salette, en los Alpes franceses, la Sma. Virgen se le apareció a dos pastorcitos, Maximin Giraud, que contaba a la sazón 9 años, y Melania Calvat, de 14 años de edad. Los dos niños eran ignorantes y provenientes de familias muy pobres. A ellos fue que la Reina de los Cielos escogió para desbordar Su Corazón doloroso y «anunciar una gran noticia.» Ese sábado, temprano, los dos niños cruzan las pendientes del monte sus-les-Baisses, cada uno llevando sus cuatro vacas. Maximino, además, su cabra y su perro Loulou. El sol resplandece sobre los pastos. A mitad de la jornada, el Angelus suena allá abajo en el campanario de la iglesia de la aldea. Entonces los pastores conducen sus vacas a «la fuente de las bestias», una pequeña represa que forma el arroyuelo que baja por la quebrada del Seiza. Después las llevan hacia una pradera llamada «le chômoir», en las laderas del monte Gargas. Hace calor, las bestias se ponen a rumiar.

       Maximino y Melania suben un pequeño valle hasta la «fuente de los hombres». Junto a la fuente toman su frugal comida: pan con un trozo de queso de la región. Otros pequeños pastores que «guardan» más abajo se les unen y charlan entre ellos. Después de su partida, Maximino y Melania cruzan el arroyo y descienden unos pasos hasta dos bancos de piedras apiladas, cerca de la hondonada seca de una fuente agotada: «la pequeña fuente». Melania pone su pequeño talego en el suelo, y Maximino su blusa y merienda sobre una piedra.

       Contrariamente a su costumbre, los dos niños se tumban sobre la hierba… y se duermen. Se está bien bajo el sol de este fin de verano, no hay una nube en el cielo. Al rumor del arroyo se añade además la calma y el silencio de la montaña. pasa el tiempo…

       ¡Bruscamente, Melania se despierta y sacude a Maximino! «¡Mémin, Mémin, rápido, vamos a ver nuestras vacas… No sé dónde están!» Rápidamente suben la pendiente opuesta al Gargas. Al volverse, perciben todo el pastizal: sus vacas están allá, rumiando plácidamente. Los dos pastores se tranquilizan. Melania comienza a descender. A media pendiente, se queda inmóvil y asustada, deja caer su garrote: «¡Mémin, ven a ver, allá, una claridad!».

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    Cerca de la pequeña fuente, sobre uno de los bancos de piedra… un globo de fuego: «Es como si el sol se hubiera caído allí». Pero el sol continúa brillando en un cielo sin nubes. Maximino acude gritando: «¿Dónde está? ¿Dónde está?» Melania señala con el dedo hacia el fondo del barranco donde ellos habían estado durmiendo. Maximino se acerca a ella, paralizada de miedo, y le dice: «¡Vamos, coge tu garrote! Yo tengo el mío y le daré un buen golpe si nos hace algo». La claridad se mueve, gira sobre sí misma. Les faltan palabras a los dos niños para indicar la impresión de vida que irradia este globo de fuego. En él una mujer aparece, sentada, la cara oculta entre sus manos, los codos apoyados sobre las rodillas, en una actitud de profunda tristeza.

    La Bella Señora se levanta. Ellos no han dicho una sola palabra. Ella les habla en francés: «¡Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia!» Entonces, descienden hacia ella. La miran, ella no cesa de llorar: «Parecía una madre a quien sus hijos habían pegado y se había refugiado en la montaña para llorar». la Bella Señora es de gran estatura y toda de luz. Está vestida como las mujeres de la región: vestido largo, un gran delantal a la cintura, pañuelo cruzado y anudado en la espalda, gorra de campesina. Rosas coronan su cabeza, bordean su pañuelo y adornan sus zapatos. En su frente una luz brilla como una diadema. Sobre sus hombros pesa una gran cadena. Una cadena más fina sostiene sobre su pecho un crucifijo deslumbrante, con un martillo a un lado y al otro unas tenazas.

       «Ha llorado durante todo el tiempo que nos ha hablado». Juntos, o separados, los dos niños repiten las mismas palabras con ligeras variantes que no afectan al sentido. Y esto, cualesquiera que sean sus interlocutores: peregrinos o simples curiosos, personalidades civiles o eclesiásticas, investigadores o periodistas. Que sean favorables, lleven buenas intenciones o no, he aquí lo que ellos nos han trasmitido:

       » Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia».

       «La escuchamos, no pensamos en nada». 

       «Si mi pueblo no quiere someterse, me veo obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más». ¡Hace tanto tiempo que sufro por vosotros! Si quiero que mi Hijo no os abandone, estoy encargada de rogarte sin cesar por vosotros, y vosotros no hacéis caso. Por más que recéis, por más que hagáis, jamás podréis recompensar el dolor que he asumido por vosotros. Os he dado seis días para trabajar; me he reservado el séptimo, ¡y no se quiere conceder! Esto es lo que hace tan pesado el brazo de mi Hijo. Y también los que conducen los carros no saben jurar sin poner en medio el nombre de mi Hijo. Son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo. Si la cosecha se pierde, sólo es por vuestra culpa. Os lo hice ver el año pasado con las patatas, !y no hicisteis caso! Al contrario, cuando las encontrabais estropeadas, jurabais, metiendo en medio el nombre de mi Hijo. Van a seguir pudriéndose, y este año, por Navidad, no habrá más». La palabra «pommes de terre» (patatas) intriga a Melania. En el dialecto de la región se dice de otra forma («là truffà»). La palabra «pommes» evoca para ella el fruto del manzano. Ella se vuelve a Maximino para pedirle una explicación. Pero la Señora se adelanta: «¿No comprendéis, hijos míos? Os lo voy a decir de otra manera». La Bella Señora repite en el dialecto de Corps desde «si la cosecha se pierde…», y ya prosigue todo su mensaje en este dialecto: «Si tenéis trigo, no debéis sembrarlo. Todo lo que sembréis, lo comerán los bichos, y lo que salga se quedará en polvo cuando se trille. Vendrá una gran hambre. Antes de que llegue el hambre, a los niños menores de siete años les dará un temblor y morirán en los brazos de las personas que los tengan. Los demás harán penitencia por el hambre. Las nueces saldrán vanas, las uvas se pudrirán».

       De repente, aunque la Bella Señora continúa hablando, sólo Maximino la oye, Melania la ve mover los labios, pero no oye nada. Unos instantes más tarde sucede lo contrario: Melania puede escucharla, mientras que Maximino no oye nada, y se entretiene haciendo girar su sombrero en una punta de su cayado mientras que con el otro extremo lanzaba pequeñas piedras. «¡Ninguna tocó los pies de la Bella Señora!», dirá algunos días más tarde. «Ella me contó algo diciéndome: No dirás esto ni esto. Después no entendí nada, y durante este tiempo, yo me entretenía».

       Así la Bella Señora habló en secreto a Maximino y luego a Melania. y de nuevo los dos juntos escuchan sus palabras: «Si se convierten, las piedras y las rocas se cambiarán en montones de trigo y las patatas se encontrarán sembradas por las tierras. ¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?» 

       «No muy bien, Señora», responden los dos niños.

       ¡Ah! hijos míos, hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no podáis más, rezad al menos un padrenuestro y un avemaría, pero cuando podáis, rezad más. Durante el verano no van a misa más que unas ancianas. Los demás trabajan el domingo, todo el verano. En invierno, cuando no saben qué hacer; no van a misa más que para burlarse de la religión. En Cuaresma van a la carnicería como perros. ¿No habéis visto trigo estropeado, hijos míos?».

       «No, Señora», responden.

       Entonces ella se dirige a Maximino: «Pero tú, mi pequeño, tienes que haberlo visto una vez, en Coin, con tu padre. El dueño del campo dijo a tu padre que fuera a ver su trigo estropeado. Y fuisteis allá, tomasteis dos o tres espigas de trigo en vuestras manos las frotasteis, y todo se quedó en polvo. Después, al regresar; como a media hora de Corps, tu padre te dio un pedazo de pan, diciéndote: «¡Toma, hijo mío, come todavía pan este año que no sé quién lo comerá al año que viene si el trigo sigue así!»

       Maximino responde: «Ah sí, es verdad, Señora, ahora me acuerdo, lo había olvidado».

       Y la Bella Señora concluye, no en el dialecto, sino en francés: «Bien, hijos míos, hacedlo saber a todo mi pueblo».

    El 19 de septiembre de 1851, Mons. Filiberto de Bruillard, Obispo de Grenoble, publica finalmente su «carta pastoral». He aquí el párrafo esencial:

       «Juzgamos que la aparición de la Santísima Virgen a dos pastores, el 19 de septiembre de 1846, en una montaña de la cadena de los Alpes, situada en la parroquia de La Salette, del arciprestazgo de Corps, contiene en sí todas las características de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla indudable y cierta».

       La resonancia de esta carta pastoral es considerable. Numerosos obispos la hacen leer en las parroquias de sus diócesis. La prensa se hace eco en favor o en contra. Es traducida a numerosas lenguas y aparece notoriamente en el Osservatore Romano de 4 de junio de 1852. Cartas de felicitación afluyen al Obispo de Grenoble.

       La experiencia y el sentido pastoral de Filiberto de Bruillard no se detienen aquí. El 1 de mayo de 1852, publica una nueva carta pastoral anunciando la construcción de un santuario sobre la montaña de La Salette y la creación de un cuerpo de misioneros diocesanos que él denomina «los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette». Y añade: «La Santa Virgen se apareció en La Salette para el universo entero, ¿quién puede dudarlo?» El futuro iba a confirmar y sobrepasar estas expectativas, el relevo estaba asegurado, se puede decir que Maximino y Melania han cumplido su misión.

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    El Santuario de Nuestra Señora de La Salette está situado en plena montaña, a 1800 mts. de altitud en los 

    Alpes franceses. De la atención del Santuario y su hospedería es responsable la Asociación de Peregrinos de La Salette por encargo de la diócesis de Grenoble. Los Misioneros y las Hermanas de Nuestra Señora de La Salette aseguran la animación y el funcionamiento, ayudados por capellanes, sacerdotes religiosos o diocesanos, religiosas, laicos asociados y por empleados asalariados y voluntarios. 

       El 19 de septiembre de 1855, Mons. Ginoulhiac, nuevo Obispo de Grenoble, resumía así la situación: «La misión de los pastores ha terminado, comienza la de la Iglesia». 

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/index

    Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

    los Santos

    19 de Septiembre

    San José de Cupertino

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    Sacerdote de oración y penitencia

    Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628 y se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo, consagrado a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).

    Extasis y milagros

    Sus éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales eran tan frecuentes que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo.

     

     San_Jose_de_Cupertino

     

    Levitación. Se conoce de mas de 200 santos que experimentaron levitación. Este don extraordinario consiste en la elevación del cuerpo humano sin la participación de ninguna fuerza física. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a ciertas almas muy espirituales. San José de Copertino tuvo numerosísimas levitaciones, es decir volaba por los aires. 

    Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires.  Quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la santa Misa, o cuando  rezaba los Salmos. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella, sus compañeros de comunidad lo observaron 70 veces en éxtasis. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte. 

    Cuando estaba en éxtasis lo pinchaban con agujas, le daban golpes con palos, y hasta le acercaban a sus dedos velas encendidas y no sentía nada. Lo único que lo hacía volver en sí, era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: «Excúsenme por estos ataques de mareos que me dan». 

    Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por un campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras. 

    Como estos sucesos tan raros podían producir verdaderos movimientos de exagerado fervor entre el pueblo, los superiores le prohibieron celebrar misa en público, ir a rezar en comunidad con los demás religiosos, asistir al comedor cuando estaban los otros allí, y concurrir a las procesiones u otras reuniones públicas de devoción. 

    Un día llegó el embajador de España con la esposa y mandaron llamar a Fray José para hacerle una consulta espiritual. Este llegó corriendo. Pero cuando ya iba a empezar a hablar con ellos, vio un cuadro de la Virgen que estaba en lo más alto del edificio, y dando su típico pequeño grito, se fue elevando por el aire hasta quedar frente al rostro de la sagrada imagen. El embajador y su esposa contemplaban emocionados semejante suceso que jamás habían visto. El santo rezó unos momentos. Luego descendió suavemente al suelo, y como avergonzado, subió corriendo a su habitación, y ya no bajó más en ese día.

    En Osimo, donde el santo pasó sus últimos seis años, un día los demás religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen María que estaba a tres metros y medio de altura, y darle un beso al Niño Jesús, y allí junto a la Madre y al Niño se quedó un buen rato rezando con intensa emoción, suspendido por los aires.

    El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. Y estando celebrando quedó suspendido por los aires como si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos presenciaron este suceso.

    Muchos enemigos empezaron a decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde, reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde el Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y estando hablando con el Papa, quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire.

    El Duque de Hanover, que era protestante, al ver a José en éxtasis, se convirtió al catolicismo.

    En la vida de San José de Copertino podemos ver cantidad de dones con los que el Señor adornó su humilde y piadosa alma. Es un santo en el que Dios derramó tanta abundancia de dones sobrenaturales que son incontables.

    Fue elegido por sus Superiores a exorcizar demonios, lo cual el se consideraba indigno de hacer, y utilizaba esta frase: «Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mi, sino por la obediencia que le debo a mis superiores». Y los demonios salían.

    También tenía el don de leer los Corazones, era buen confesor y cuando un alma se acercaba a confesarse el se podía dar cuenta de lo que a esta alma le atormentaba.

    El don de Bilocación, (estar en dos lugares al mismo tiempo). Cuando su madre estaba muriendo en el pequeño pueblo de Copertino, José se encontraba en Asís y percibió la necesidad de su madre. Una gran luz entró por el cuarto de la señora, era San José de Copertino que había llegado. Su madre al verlo exclamó !oh Padre José, oh mi hijo!, y murió instantáneamente. Cuando sus superiores le preguntaron por qué estaba llorando tan amargamente, el contestó porque su madre acababa de morir. Hay muchos que atestiguan que el Padre José asistió a su madre en Copertino.

    Multiplicaba panes, miel, vino, y cualquier comida que se le ponía en frente.

    El don de Sanación. Le recobró la vista aun ciego al ponerle su capa sobre la cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar ellos el crucifijo que él ponía delante de ellos. Hubo una plaga de fiebre muy alta y los enfermos eran curados al hacerle la señal de la Cruz sobre su frente, bajándole la fiebre hasta la temperatura normal. Con la señal de la cruz, resucitaba muertos.

    Tuvo el don de profecía, predijo el día y la hora de la muerte de los Papas Urbano VIII e Inocencio X.  Predijo el ascenso al trono de Juan Casimir.

    Tuvo también el don de tocar corazones hacia la conversión. El más conocido ejemplo fue el de el Príncipe John Federick, un luterano, que a los 25 años de edad fue a Asís con dos escoltas, uno católico y otro protestante. Entraron a la iglesia donde el Padre José celebraba la santa misa y, a la hora de la consagración, cuando el padre quiso partir la hostia; esta estaba tan dura como una piedra y tuvo que devolverla a la patena. El Padre José comenzó a llorar de dolor y a levitar a unos tres pies de altura. Cuando regresó al altar trató otra vez de partir la hostia y, haciendo gran esfuerzo lo logró.

    Más tarde cuando los superiores le preguntaron por qué había demorado tanto para partirla, él respondió: «Mis queridos hermanos, la gente que asistió hoy a misa tienen el corazón demasiado duro, por eso el Cordero de Dios se endureció en mis manos y no podía yo partir la Hostia Consagrada.»

    Al día siguiente regresó el príncipe con los dos hombres a la misa y, cuando el Padre José elevó la Hostia, la cruz de la Sagrada Hostia cambió a negra. Causándole gran dolor y llorando empezó a levitar junto con la Sagrada Hostia por 15 minutos. El milagro del Padre José levitando con la Hostia en alto conmovió el corazón del príncipe a convertirse a la Fe Católica, igual que sus acompañantes.

    El Padre José nunca aceptó ningún mérito por sus milagros, siempre se los acreditaba a su Madre María, a la cual siempre tuvo una gran devoción.

    El Papa Bendicto XIV que era rigurosísimo al aceptar milagros, estudió cuidadosamente la vida de José de Copertino y declaró: «todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios».

    Extracto Tomado de: http://corazones.org/santos/jose_copertino.htm

    S. José de Cupertino, Confesor

    El ojo de Dios le miró con benignidad, y le alzó del abatimiento, e hízole levantar la cabeza. Eccli. 11,13

    El ojo de Dios le miró con benignidad, y le alzó del abatimiento, e hízole levantar la cabeza. Eccli. 11,13

    Hijo humilde de S. Francisco, cuyas llagas ayer celebramos, S. José glorifica también a la cruz de Jesús.  Como su seráfico patriarca, S. José esforzóse en permanecer unido a la cruz por medio de la más absoluta pobreza, por una heroica obediencia, paciencia y virginal pureza.

    Y Dios, que ensalza a los humildes, le pasó de la categoría de hermano lego a la de clérigo, elevándole después hasta el sacerdocio.

     

    El Santo que volaba por los aires.

    El Santo que volaba por los aires.

     Tales maravillas obraba, que suplicó al cielo le retirase los dones extraordinarios con que le había enriquecido.  Murió santamente en Orsino, en 1663.

    Fuente: MISAL DIARIO Y VISPERAL

    Por Dom. Gaspar Lefebvre O.S.B.  De la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica) Traducción Castellana y Adaptación del Rdo. P. Germán Prado Monje Benedictino de Silos (España)  Páginas 1694 y 1695.

    Fuente Primaria e Indispensable del Verdadero Espíritu Cristiano(Pío X).

    18 de septiembre

    SAN JOSÉ DE CUPERTINO,
    Confesor

    Armémonos, revistiendo por coraza la fe y la caridad, y por casco la esperanza de la salvación. (I Tesalonicences, 5, 8).

    Armémonos, revistiendo por coraza la fe y la caridad, y por casco la esperanza de la salvación. (I Tesalonicences, 5, 8).

    Temprano declaró San José la guerra a la carne y al mundo. Mucho antes de su entrada en religión, llevaba un tosco cilicio y maceraba su cuerpo con diversas austeridades. Admitido como doméstico entre los Conventuales, fue después, a causa de sus eminentes virtudes, recibido entre los religiosos de coro. Ordenado sacerdote en 1628, se retiró a una incómoda celda, se despojó de todo lo que le había sido acordado por la regla y, arrojándose al pie del crucifijo: Señor, exclamó, heme aquí despojado de todas las cosas creadas, sé tú mi único tesoro; considero todo otro bien como un peligro, como la pérdida de mi alma. Para recompensar su generosidad, el Señor lo favoreció con numerosos éxtasis, y le concedió el don de milagros y profecía. Murió el 18 de septiembre de 1663.

    MEDITACIÓN SOBRE 
    LAS ARMAS DEL CRISTIANO

       I. Hay circunstancias en las que el cristiano no triunfa sino mediante la huida. La castidad es uno de estos combates. ¿Quieres obtener en ellos una victoria. segura? Huye de las ocasiones, porque tienes a tu cuerpo contra ti; es un enemigo doméstico que está en inteligencia con el demonio, y que te traicionará. No tengas vergüenza de huir, si deseas obtener la corona de la castidad. (San Agustin)

       II. No resistas a quienes te abruman de injurias y de burlas sangrientas, a quienes te desprecian, te calumnian o te maltratan de cualquier manera que fuere: cállate, no trates de confundirlos, no les devuelvas mal por mal. ¡Oh! ¡qué difícil es contenerse en tales ocasiones; mas, cuán agradable a Jesucristo es la victoria que obtienes sobre ti mismo! El divino Maestro nada respondió a las calumnias y a las burlas de los judíos; imítalo.

       III. La fe, la esperanza y la caridad son las tres armas que San Pablo nos presenta para hacernos triunfar de nuestros enemigos. Considera con los ojos de la fe lo que ha sufrido Jesucristo, y tus sufrimientos te parecerán leves; eleva tus miradas al cielo, y la esperanza de obtener la corona sostendrá tu valor; ama a Dios, y sus mandamientos ya nada tendrán de penoso para ti. Donde hay amor, no hay pena, o si existe pena, hácese amable. (San Agustin) 

    La huida de las ocasiones – Orad
    por los que son tentados.

    ORACIÓN

        Oh Dios, que habéis querido que vuestro Unigénito Hijo, levantado de la tierra, atrajese todo hacia Él, haced, os lo suplicamos por los méritos del seráfico José, vuestro confesor, que elevados a su ejemplo por sobre todas las cosas terrenales, merezcamos llegar a ese mismo Jesucristo que vive y reina con Vos por los siglos de los siglos. Amén.

    Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/index