Especial de San Malaquías

San Malaquías

San Malaquías

SAN MALAQUIAS, Arzobispo de Armagh

San Malaquías y sus profecías

Las profecías de San Malaquías

¿Son verdaderas las profecías de San Malaquías?

¿Viene el fin del mundo dentro de pocos papas?

DE LA GLORIA DEL OLIVO (I)

DE LA GLORIA DEL OLIVO (II)

DE LA GLORIA DEL OLIVO (III)

DE LA GLORIA DEL OLIVO (IV)

DE LA GLORIA DEL OLIVO (V)

DE LA GLORIA DEL OLIVO (VI)

PEDRO ROMANO (I)

Pedro Romano (II): El nombre de Petrus Romanus

Pedro Romano (III): El nombre de Petrus Romanus (segunda parte)

Pedro Romano (IV): el nombre de Petrus Romanus (tercera parte)

Pedro Romano (V): El nombre de Petrus Romanus (cuarta parte)

Pedro Romano (VI): El nombre de Petrus Romanus (quinta parte)

Pedro Romano (VII): El nombre de Petrus Romanus (Conclusión)

 

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DE LA GLORIA DEL OLIVO (VI)

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El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Conclusión)

Como sabe cualquier católico, las fuentes de la Revelación son solamente dos: la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica. La Iglesia no ha reconocido nunca la interpretación subjetiva individual de tales fuentes, que es lo que pretendía la herejía de Lutero al preconizar la libre y personal interpretación de la Biblia, rechazando además la Tradición. Es la Iglesia como tal, y solamente Ella a través de su legítimo Magisterio, la que goza de la asistencia del Espíritu Santo para interpretar con garantía los datos de la Revelación. La Revelación escrita (Sagrada Escritura) quedó definitivamente cerrada con la muerte del último Apóstol. La Tradición Apostólica, a su vez, procede de los Apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesucristo, además de lo que aprendieron del Espíritu Santo.

Como hemos dicho, no existe en la Iglesia la posibilidad de la interpretación individual de la Revelación. La infalibilidad de la Iglesia para interpretarla y enseñarla está garantizada por la asistencia del Espíritu Santo y realizada a través del auténtico y legítimo Magisterio. El cual ha ido profundizando en la Doctrina revelada a través de los siglos, aunque manteniendo siempre la inmutabilidad del dato revelado, puesto que no puede el hombre añadir ni quitar nada a las palabras reveladas por Dios.

De lo cual se deduce la importancia fundamental y transcendental del Magisterio Eclesiástico. El mismo que, asistido por el Espíritu, se ha mantenido incólume e inmutable a través de veinte siglos. De esta manera, es la única garantía que posee el cristiano de que lo enseñado por la Iglesia es exactamente el contenido fiel de la auténtica Revelación. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (V)

Petrus Romanus

 El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Quinta Parte)

Llegados a este punto conviene introducir un a modo de paréntesis en esta extraordinaria historia —más fantástica que una narración dantesca y más difícil de entender en todo su significado que cualquier construcción de la imaginación humana—. Se trata de una interrupción necesaria, a modo de recordatorio para los lectores, motivada por las necesidades de clarificación para el mejor entendimiento de la cuestión, lo que permitirá aportar algunos detalles que facilitarán la mejor comprensión de lo que aquí se dice.

Ya hemos dicho repetidamente, en esta explanación de la Profecía de San Malaquías que estamos llevando a cabo, que el lema correspondiente al Pontificado de Benedicto XVI es el De la Gloria del Olivo. El cual ocupa el penúltimo lugar en la lista, puesto que la Profecía señala como el último de todos, perteneciente al Pontificado que tendrá lugar en los momentos finales de la Historia, a un cierto Petrus Romanus (Pedro Romano). Personaje misterioso este último, acerca del cual los comentaristas han imaginado multitud de hipótesis a lo largo de los siglos. Aunque lo que sí queda bien claro en la Profecía es que el Papa a quien corresponde tal lema coincidirá con el final de la Historia de la Iglesia y de toda la Humanidad, a la que habrá llegado el momento de ser juzgada por el Supremo Juez en su Segunda y Definitiva Venida.

El nombre de Pedro Romano aparece rodeado del más profundo misterio, dentro del contenido de una Profecía que, en el caso de que se quiera admitir como cierta, ya es de suyo suficientemente enigmática. Es curioso anotar que, a lo largo de la Historia de la Iglesia, ningún Papa ha querido atribuirse el nombre de Pedro; sin duda alguna por respeto y devoción a San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Primer Papa de la Institución de Salvación fundada por Jesucristo. El hecho pertenece a la Historia, y escapa, por lo tanto, a cualquier otro tipo de especulación que no sea propiamente histórico. Tal nombre —el de Pedro— ha quedado reservado, prácticamente según la Profecía, al Papa que cerrará la Historia y que coincidirá con la Segunda y Definitiva Venida del Supremo Juez. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (IV)

Concilio Vaticano II 50 anniversario della solenne apertura

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Cuarta Parte)

 

Dentro del terreno de la hipótesis en el que nos estamos moviendo, si damos por cierta la profecía de San Malaquías y tenemos en cuenta el lema De la Gloria del Olivo aplicado al Pontificado de Benedicto XVI… Si, por otra parte, aceptamos la realidad de los incalificables horrores padecidos por Jesucristo en la Noche del Huerto de los Olivos… Horrores que se tradujeron en ese momento en un auténtico triunfo de Satanás, contemplados por él con pretendida Gloria a través de los árboles del Huerto —la Noche de la Gloria del Diablo ante los Olivos de Getsemaní—…, la aplicación de aquellos sucesos, como algo paralelo al momento de crisis de la Iglesia que parece haber alcanzado su cenit en el Pontificado de Benedicto XVI (aunque haría definitivamente eclosión en el siguiente), parece enteramente plausible.

Jamás, a lo largo de toda su Historia, había sufrido la Iglesia una crisis tan grave como la actual. Tanto y de tan gran calibre, que bien se puede decir, sin exageración alguna y mal que pese a los neocatólicos y mentirosos, que parece muy capaz de hacerla desaparecer. Si bien, para los muchos católicos de buena voluntad que mantienen su fe y que sufren confundidos, siempre queda el consuelo de las palabras inconmovibles del Señor referidas a la Iglesia: Y las Puertas del Infierno no prevalecerán contra ella.

Durante mucho tiempo, en la etapa que siguió inmediatamente a la terminación del Concilio Vaticano II, se estuvo proclamando a los cuatro vientos un momento triunfalista de la Iglesia a todas luces exagerado, cuando no falso: La famosa Primavera de la Iglesia, o el Nuevo Pentecostés, pregonado en todas partes por el Papa Juan Pablo II, etc., etc. Después, a lo largo de los años y cuando la debacle se hizo demasiado patente, se optó por el silencio. Pero siempre sin reconocer jamás que la crisis se había originado, sobre todo, a partir de las torcidas interpretaciones del Concilio llevadas a cabo por Grupos interesados. Tampoco se reconoció nunca que los mismos Documentos Conciliares ya habían sido previamente manipulados al efecto, con el fin de hacerlos susceptibles de variadas formas de ser entendidos. Acerca de las cuales, los Elementos de Presión —neomodernistas— se encargaron sabiamente de conducir las aguas a su propio molino. Sin que les fuera puesto coto alguno.

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DE LA GLORIA DEL OLIVO (III)

 

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El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

 (Tercera Parte)

3. De la Gloria del Olivo

Antes de comenzar el comentario al lema De la Gloria del Olivo, contenido en la Profecía de San Malaquías y referido al Papa Benedicto XVI según la enumeración allí contenida, conviene tener en cuenta que el lenguaje profético no se ha hecho para que lo entienda todo el mundo. Incluso puede suceder, cosa que parece normal dentro de lo que significa el carisma de profecía, que haya sido formulado para ser entendido por muy pocos o incluso por nadie, a pesar de que está ahí y bien patente a veces: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; pero a los demás, sólo a través de parábolas, de modo que viendo no vean y oyendo no entiendan.[1] Las profecías de Jesucristo acerca del fin del mundo son claras y enteramente inteligibles, y las señales de las que en ellas se habla tienen poco de misterioso y sí mucho de clamorosas y de patéticas: a pesar de lo cual no serán reconocidas prácticamente por nadie. Pero incluso esto último también está anunciado que sucederá así.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

A veces Jesucristo habla proféticamente con la expresa intención de que lo entienda quien pueda. Algo así como si se dijera, quien pueda cogerlo, que lo coja. De tal manera que se sobreentiende que puede haber alguien que comprenda su significado, aunque es posible también que nadie alcance a entenderlo: Cuando veáis la abominación de la desolación, que predijo el profeta Daniel, erigida en el lugar santo —quien lea, entienda—…[2] La profecía está ahí, si acaso alguien logra comprenderla, si bien se da la circunstancia de que, al menos hasta ahora, nadie ha conseguido saber a ciencia cierta acerca de lo que consiste la abominación de la desolación sentándose en el lugar santo. Y sin embargo ha sido pronunciada para que los discípulos conozcan que, cuando se produzca tal circunstancia, es que ha llegado el momento del Final de la Historia de la Humanidad.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Vistas así las cosas, parece razonable pensar que el profeta no habla por hablar. Como si lo hiciera a sabiendas de que su anuncio carecería de utilidad en cuanto que no iba a ser entendido por nadie. Pero tratándose de cosas serias, como efectivamente es el caso, no es admisible tal consideración y menos todavía cuando se refieren al mismo Jesucristo. Por eso es de suponer que está en la mente del profeta que sus palabras siempre serán entendidas por algunos, los cuales es posible que no pasen de ser una ínfima minoría —tal vez loselegidos, o una parte de los elegidos—. Quienes, a su vez, tampoco seguramente serán creídos por nadie. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (II)

 

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Segunda Parte)

1. Pensamiento de J. Ratzinger–Benedicto XVI

Por más que pese a sus entusiastas, cuyo conocimiento de la realidad de los hechos suele ser más bien escaso, el Pontificado de Benedicto XVI agravó la crisis que sufría la Iglesia, que ya había comenzado desde el Concilio y que luego alcanzó su culminación con el del Papa Francisco.[1] El común de los fieles suele leer muy poco y no anda muy avezado en la búsqueda de la verdad, por lo que desconoce el pensamiento de los que realmente hicieron el Concilio (y de todo el conjunto de sus padres en la fe, los filósofos idealistas alemanes). Tampoco es muy profundo su conocimiento acerca de la influencia que el pensamiento filosófico ejerce en la vida de la sociedad (en realidad es lo que la determina), por lo que no tiene constancia del papel decisivo que el pensamiento idealista–inmanentista de J. Ratzinger ha desempeñado como concausante de los presentes problemas que sufre la Iglesia. Nadie es más atrevido que quien ignora, y el Sistema lo sabe bien, como buen experto que es en el arte de manejar la mentira y de conducir a las masas.

Lo que no impide que existan bastantes puntos que anotar en favor de Benedicto XVI. Fue él quien liberó la Misa Tradicional, después de cuarenta años de haber permanecido ilícitamente prohibida (Pablo VI declaró falsamente que había sido abrogada). Levantó las dudosas excomuniones que habían sido lanzadas contra los cuatro Obispos de la Sociedad de San Pío X. Y ordenó hacer las pertinentes correcciones de los errores contenidos en las traducciones vernáculas de la Misa del Novus Ordo.[2] Después de su renuncia hizo algunas declaraciones en contra del intento de administrar la Sagrada Comunión a los divorciados y vueltos a casar (adúlteros). Son muchos los que ponderan sus esfuerzos por poner a tono el Concilio y presentarlo como en continuidad con la Tradición, tarea para la cual elaboró su teoría de la hermenéutica de la continuidadque luego rectificó y completó con la de la continuidad en la reforma.

Si bien, desgraciadamente, este último punto está en flagrante contradicción con todos sus escritos anteriores (nunca rectificados) y con la continuidad de sus actuaciones. Una cuestión muy discutida acerca de la cual hablaremos después. Algo parecido habría que decir acerca de algunos intentos suyos en los que parecía rectificar ciertos puntos fundamentales de su doctrina referentes a la Redención y la Pasión de Jesucristo. Tampoco parece nada claro que su pensamiento haya cambiado acerca de esta cuestión a la que ahora mismo vamos a dedicar alguna consideración. Sigue leyendo

DE LA GLORIA DEL OLIVO (I)

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.

El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar

(Primera Parte)

 

1. Introducción

De la Gloria del Olivo, traducido del latín De Gloria Olivæ, es el lema que la lista de Papas de la llamada Profecía de San Malaquías atribuye a Benedicto XVI.[1]

San Malaquías

San Malaquías

Advierto de antemano que no voy a insistir en lo ya dicho en mi ensayo sobre Pedro Romano. Es bien sabido que es ésta una profecía de carácter privado (aunque reconocida como seria), y de ahí que no goce de sanción oficial alguna. Por otra parte, tampoco ha sido nunca aprobada ni rechazada por la Iglesia. Por lo que existen razones para que cualquiera se sienta libre de aceptarla o rechazarla. Tampoco pienso repetirme en lo ya dicho de que nos encontramos dentro del ámbito de las hipótesis, por lo que resulta innecesario insistir en que no pretendo establecer demostración alguna. Con lo que queda abierto el campo a las variadas y diversas opiniones u objeciones que los lectores puedan ofrecer, dentro del acostumbrado y mutuo respeto que siempre suele guardarse entre personas serias.

Bien entendido que lo dicho en cuanto a que nos encontramos en el terreno de las hipótesis se refiere solamente a la interpretación del lema De la Gloria del Olivo con respecto a la persona de Benedicto XVI, así como al entorno de su Pontificado.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.

 Pero de ningún modo en cuanto al juicio sobre el pensamiento del Cardenal J. Ratzinger y las consecuencias de su Pontificado una vez convertido en Papa Benedicto XVI.[2] Las reflexiones aquí expuestas son fruto de un estudio serio y prolongado del tema, en la medida en que ha sido posible a alguien que actúa movido por la buena fe y el amor a la verdad. Con todo, sólo pretenden mover a reflexión a las personas de buena voluntad y carentes de prejuicios, a fin de que las consideren si lo juzgan oportuno con el fin de establecer sus propias conclusiones. Y contando siempre, por supuesto, con la falibilidad de los juicios humanos y el amor a la verdad por parte de unos y de otros.

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Pedro Romano (VII): El nombre de Petrus Romanus (Conclusión)

San Pedro Apóstol

Y Yo, te digo que tú eres Pedro , y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. San Mateo XVI, 18

El nombre de Petrus Romanus

(Conclusión)

Durante muchos siglos, los incesantes embates del Enemigo contra la Iglesia acabaron estrellándose contra la Roca sobre la cual está edificada. Las herejías fueron fácilmente extirpadas, y en cuanto a los cismas terminaron siempre por quedar claramente delimitados, calificados y contenidos de tal forma que todo el mundo sabía a lo que atenerse.

Al menos así sucedió hasta mediados del siglo XX, coincidiendo aproximadamente con la muerte de Pío XII.

Pero Juan XXIII, nada más ser nombrado Papa, ordenó abrir las ventanas del Vaticano. Con lo cual, además de dejar a sus Predecesores (hasta ahora habían sido de feliz memoria) en una situación no demasiado brillante, obtuvo un resultado parecido a lo que se cuenta sobre la historia de la caja de Pandora. Si fue aire fresco, o fue tal vez otra cosa lo que entró a través de las ventanas, nadie sabría decirlo con exactitud. Aunque pocos años después fue precisamente otro Papa —Pablo VI, de quien es de suponer que tendría razones para saber de lo que hablaba— quien dijo que lo penetrado a través de ellas no fue otra cosa que el humo de Satanás. Lo que no tiene nada de extraño si se piensa que, después de todo, es lo que suele suceder cuando se hacen funcionar los sistemas de ventilación en medio de una atmósfera y de un ambiente sobrecargados de miasmas; o cuando se abren las ventanas sin cerciorarse primero de la clase de vientos que soplan en el exterior, que hasta podrían ser huracanados.

Desgraciadamente, el ambiente que se respiraba en Europa hacia la mitad del siglo XX estaba demasiado saturado de sustancias en descomposición.

En los momentos actuales —segunda decena del siglo XXI— la Iglesia está siendo atacada con mayor ferocidad que nunca. Con la novedad de que ahora está sucediendo desde dentro de la propia Roca sobre la que fue erigida. La Piedra inamovible, base y fundamento que habría de asegurarla para siempre contra cualquier intento de destrucción, está sufriendo en este momento gravísimas acometidas por parte de Alguien o de Algo que ansía derribar todo el Edificio que se sustenta sobre ella. Y la operación posee todas las trazas de lograr el éxito que pretende. Sigue leyendo

Pedro Romano (VI): El nombre de Petrus Romanus (quinta parte)

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El nombre de Petrus Romanus

(Quinta Parte)

La Iglesia Modernista sigue hablando con descaro de Primavera Eclesial y de la vuelta a la pureza de los orígenes, una vez desmanteladas y anuladas todas las estructuras que, a lo largo de los siglos y siempre según ella, han ido ahogando y apagando el Espíritu. A lo que añade también la necesidad de adecuarse al Mundo moderno, de adaptarse a las modernas filosofías y de ubicar los dogmas a la altura de la racionalidad humana a fin de hacerlos accesibles al hombre de hoy. En este último sentido, ni siquiera ha vacilado en cambiar la Moral cristiana, tal como fue promulgada y salida de la boca del mismo Jesucristo, por un extraño sentido de adaptación al pensamiento moderno. Sentido de adaptación que tampoco ha dudado en utilizar conceptos eminentemente cristianos —como el de misericordia— para intentar burlar la Ley divina.

La triste verdad, sin embargo, es que los hechos están ahí, duros como el sepulcro (Ca 8:6), sin que nadie pueda negarlos. Y la realidad de lo que ahora puede verse, como decía el poeta Rodrigo Caro, no es otra cosa que los campos de soledad, mustio collado que un día fueron Itálica famosa y ahora, con inmenso dolor, son el único objeto de la contemplación de Fabio. Y es que, en efecto, la Iglesia será siempre la misma, puesto que no puede perecer, pero sin duda que es diferente de la que existió hasta el Concilio Vaticano II. Por más que las nuevas generaciones no puedan imaginarla porque jamás llegaron a verla.

Pero, ¿cómo es posible que alguien pueda pretender que la Iglesia de la Gran Apostasía sea más auténtica que la que durante veinte siglos luchó contra las herejías? ¿A tanto han llegado el poder de la seducción y la claudicación humana, como para que se pretenda imponer al conjunto de los fieles que piensen que es blanco lo que a la vista está que es negro, o que admitan que es negro lo que están contemplando como que es blanco? Sigue leyendo

Pedro Romano (V): El nombre de Petrus Romanus (cuarta parte)

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El nombre de Petrus Romanus

(Cuarta Parte)

Recordará el lector que habíamos dejado nuestro relato en el punto de elaboración de una lista resumen de los graves acontecimientos que hoy están afectando al mundo, y concretamente a la Iglesia. Encaminábamos nuestras reflexiones en torno a la idea de si tales acontecimientos podrían coincidir con los que la «Profecía de San Malaquías» asigna al tiempo del Pontificado de Pedro Romano, a fin de deducir de ahí otro argumento en favor de la identificación de este último Papa con el Papa Francisco. Continuamos ahora con nuestro estudio, aunque advirtiendo nuevamente que nos hallamos en un terreno de hipótesis y de meras especulaciones.

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El padre Pío celebrando la Misa Tradicional

Más transcendencia tiene, dentro de este abanico de acontecimientos, la sustitución de la Misa Tradicional por la promulgada por el Papa Pablo VI y conocida con el nombre de Novus Ordo. Un hecho que se torna especialmente grave cuando se considera el empeño de la mayor parte de la Jerarquía por abolir la Misa Tradicional, a pesar de que su actual vigencia legal para la Iglesia universal no ofrece ninguna duda (las Leyes que amparan su actual vigencia y facilidades para celebrarla, sin necesidad de permisos o autorizaciones de cualesquiera Jerarquías, están siendo absolutamente ignoradas).

Pablo VI destruyendo la Misa de siempre NCSJB

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Pedro Romano (IV): el nombre de Petrus Romanus (tercera parte)

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El nombre de Petrus Romanus

(Tercera Parte)

Durante la persecución final que sufrirá la Santa Iglesia Romana, reinará Pedro Romano, que apacentará sus ovejas entre multitud de tribulaciones, transcurridas las cuales, la Ciudad de las Siete Colinas [Roma] será destruida. Y el Juez terrible juzgará a su pueblo. Fin.

 

Una primera curiosidad que llamaría la atención, de no ser porque suele pasar desapercibida, tiene que ver con el hecho de que el oráculo se refiere exclusivamente a la Iglesia Católica Romana como la única a la cual conoce. Si se tiene en cuenta que su fecha de origen es el siglo XII (suele fijarse hacia el año 1140), el Cisma de Oriente o Gran Cisma —primero de los más importantes—, ya se había consumado definitivamente en un tiempo anterior (año 1054). Luego hay que considerar también la terrible catástrofe de la Reforma, con la aparición de las innumerables sectas protestantes que también se separaron de la verdadera Iglesia. Sin embargo, y frente a todo eso, el texto de San Malaquías no considera a la Católica como una más en la que subsiste la Iglesia de Cristo, tal como efectivamente lo hace el Concilio Vaticano II (Concilio Vaticano II, Constitución Lumen Gentium, n. 8).

Es sabido que las doctrinas postconciliares han dado de lado al tradicional concepto de la Iglesia como Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana, a fin de legitimar las nuevas doctrinas que incluyen a las sectas y Movimientos cismáticos y separados como verdaderas Iglesias y, por lo tanto, como instrumentos válidos de salvación (apartándose claramente en este punto de un secular y tradicional Magisterio). Que el vaticinio de San Malaquías exclusivamente conoce a la Iglesia Católica como única y verdadera Iglesia (ni siquiera se plantea el problema de las otras Iglesias), lo demuestra el hecho de su clara alusión a la Romanidad de la Iglesia y su explícita referencia a la Ciudad de las Siete Colinas. Es cierto, sin embargo, que ya desde la Antigüedad —empezando por el Libro del Apocalipsis— se llamó Iglesias a las Comunidades locales; aunque el concepto quedaba limitado exclusivamente, como hemos dicho, al ámbito de las Comunidades de cristianos esparcidas aquí y allá, sin que jamás les fuera atribuido el significado de Iglesia en sentido comprehensivo.

Otra importante cuestión abierta a la especulación, según se desprende del texto final de la Profecía de San Malaquías, tiene que ver con el papel desempeñado en los acontecimientos de los Últimos Días por el titular del lema que cierra la serie. Allí se dice que este misterioso Pedro Romano apacentará a las ovejas —pascet oves— entre muchas tribulaciones durante la persecución final. El texto in multis tribulationibus, aunque es suficientemente claro, no excluye cierta ambigüedad capaz de considerar diversos matices interpretativos: ¿Se trata de difíciles y peligrosos obstáculos que el último Papa habrá de esforzarse en sortear mediante graves sufrimientos y duras penalidades? ¿O, por el contrario, habrá contribuido él mismo a provocar tales pruebas que, por otra parte, se verán obligados a sufrir los elegidos? La realidad es que no es posible descartar, ni tampoco admitir, cualquier hipótesis a la ligera, desde el momento en que las profecías sobre los novísimos hablan de falsos profetas que engañarán a muchos y hasta de anticristos que pretenderán ocupar el lugar de Dios. Sigue leyendo

Pedro Romano (III): El nombre de Petrus Romanus (segunda parte)

 

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El nombre de Petrus Romanus

(Segunda Parte)

Anteriormente aludimos a las palabras del Papa Francisco afirmando que la autoridad en la Iglesia debe ejercerse de modo sinodal, con una mayor participación de los Obispos y de las Conferencias Episcopales en el Gobierno Supremo que supone el ministerio petrino, dando así expresión a una preocupación que va desde Juan XXIII hasta el momento actual, pasando por Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. En realidad, todo parece estar relacionado con el revolucionario concepto del problema ecuménico, tal como fue elaborado en su nueva formulación por el Concilio Vaticano II y que la Iglesia conciliar no ha vacilado en adoptar. Según la cual, son muchos los que piensan en el papel desempeñado hasta ahora por el Papa como el principal obstáculo para la unión de todos los cristianos.

Una prueba de la nueva forma como se pretende ejercer la función petrina, que parece haber sido aceptada por el Papa Francisco, es el nombramiento de un grupo de Cardenales cuya misión es la de asesorar y de ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia. Con lo que se hace difícil no ver aquí otro intento de avanzar hacia una forma de ejercicio colegial del Papado, o tal vez sinodal si se prefiere decirlo con palabras del Papa Francisco. Pero puesto que asesores y ayudantes siempre han estado a disposición de los Papas, cabe preguntar acerca de las verdaderas motivaciones que han impulsado a organizarlos en grupo y otorgarles un carácter colegial.

Algunos están convencidos de que se trata, una vez más, de utilizar un procedimiento peculiar del Modernismo y que ya se puso en marcha en el Concilio Vaticano II, a saber: palabras y gestos ambivalentes, capaces de ser interpretados en un doble sentido y decisiones de gobierno de la misma índole. Todo lo cual, por el hecho mismo de apoyarse en evidentes ambigüedades, resulta casi imposible de rebatir.

Sería absurdo acusar a los Papas conciliares o postconciliares de pretender anular la Constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I, cuyo carácter dogmático está fuera de toda discusión y es la piedra de toque contra la que se estrella cualquier intento conciliarista. Pero es evidente que la Teología progresista intenta vadear el obstáculo, a pesar de que la tarea se presenta como ardua y prácticamente imposible. Y no faltan testimonios que avalan los esfuerzos de los innovadores. El Papa Juan Pablo II, por ejemplo, hablando sobre el ecumenismo, se refería a la necesidad de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva (Juan Pablo II, Encíclica Ut Unum Sint, 1995, n. 95). Pero sin duda que el problema pertenece a la especie de los que resultan más fáciles de enunciar que de resolver. Pues, por ejemplo, ¿Cómo es posible mantener lo esencial y abrirse, sin embargo, a una situación nueva? Demasiado ingenio sería necesario aquí para no caer en otro intento de encontrar la cuadratura del círculo. Sigue leyendo

Pedro Romano (II): El nombre de Petrus Romanus

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El nombre de Petrus Romanus

(Primera Parte)

Puesto que el nombre del Papa Francisco, en la actualidad reinante, nada tiene que ver con el de Pedro Romano, el cual a su vez sería el último de la serie según la Profecía de San Malaquías…, queda descartada, según algunos, cualquier relación entre uno y otro. Por lo que el famoso vaticinio quedaría desvalorizado por completo.

Sin embargo, aun dando de lado de momento a la teoría según la cual debe admitirse un lapso de tiempo indeterminado entre los dos últimos lemas (en el que habría que contar con un número desconocido de sucesivos Papas), descartar sin más la atribución del emblema Pedro Romano al Papa Francisco supone una precipitada ligereza de juicio, además de un olvido de las normas elementales que siempre se han tenido en cuenta con respecto a la interpretación de la Profecía de Malaquías.

La primera de las cuales se refiere a que el lema no siempre tiene que ver con el nombre personal del Papa a quien se le atribuye, sino que a menudo lo hace con su entorno o con los acontecimientos que se desarrollaron en su tiempo y que, de alguna manera, definen su Pontificado. Acerca de lo cual ya hemos señalado anteriormente algún ejemplo entre los muchos existentes a lo largo de la Historia del Papado. Sigue leyendo

PEDRO ROMANO (I)

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“No temas por lo que vas a padecerSé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2:10)

Introducción al tema

Las tribulaciones que habrán de padecer los seguidores de Jesucristo constituyen el tema de fondo de la exhortación del Espíritu al Ángel de la Iglesia de Esmirna (Ap 2: 8–11). Tribulaciones y sufrimientos que alcanzarán su punto culminante en intensidad, frecuencia y universalidad una vez llegados los Últimos Tiempos, o el momento de su aproximación. Según palabras de Jesucristo, con las que hacía suyo un oráculo del profeta Daniel, habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mt 24:21).

San Malaquías

Las tribulaciones son una constante en la vida del cristiano. Aparte de las numerosas y repetidas advertencias que hace Jesucristo al respecto (Jn 15: 18.20; 16:2; etc.) existe una muy expresiva que pertenece al Apóstol San Pablo: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos (2 Tim 3:12). Adviértase, sin embargo, que las tribulaciones que tendrán lugar en los Últimos Tiempos revestirán suma gravedad y especiales peculiaridades. El Pontificado del Papa al que la Profecía de San Malaquías asigna la leyenda de Pedro Romano, último de la serie, transcurrirá al mismo tiempo que los tremendos acontecimientos que, según la Revelación, sucederán en los Tiempos Últimos y que darán fin a la Historia del Mundo y de la Iglesia militante (acerca de la conocida como Profecía de San Malaquías, puede encontrarse suficiente información en nuestro libro El Invierno Eclesial, Shoreless Lake Press, NJ (USA), 2011, pags. 227–263).

Es bien sabido que la Profecía de San Malaquías —en el caso de que se quiera admitir su autenticidad—, además de ser de carácter meramente privado, no ha sido nunca reconocida oficialmente ni tampoco rechazada por la Iglesia. Lo que significa que cualquiera es libre de creer o no creer en su contenido, siendo ambas posiciones igualmente correctas y abiertas las dos a toda clase de posibles especulaciones. Su verdad o falsedad serán determinadas por consideraciones e investigaciones de tipo histórico y teológico, y principalmente por el cumplimiento o por el fallo de lo anunciado; como ocurre con toda profecía que no posea el carácter de Revelación oficial. Téngase en cuenta que existen en el Catolicismo profecías y revelaciones privadas —como las atribuidas a la Virgen de Fátima— que, aun careciendo del carácter de Revelación oficial, han sido bien acogidas y bendecidas por la Iglesia; por lo que gozan de una especial consideración aunque no obliguen a asentimiento de fe por parte de los fieles. Sigue leyendo