Nunca podrá ser una opción matar a un ser inocente e indefenso. Mucho menos usar nuestra libertad para hacer el mal. No veo como pueda argumentarse que se mató a un niño(a) inocente e indefenso(a) en defensa propia.
El aborto no es opinable, en efecto, condenar a muerte a un criminal profesional, que es un peligro para la sociedad, será una cosa discutible. Unos opinan que basta con la cadena perpetua. Otros opinan que de la cárcel se puede escapar y por lo tanto, la pena de muerte es el único modo de evitar que haya nuevas víctimas inocentes a quienes la autoridad civil tiene la obligación de proteger.
Hay razones en pro y en contra. Por eso es una cosa opinable. Pero condenar a muerte a un inocente, es una monstruosidad tal, que nadie puede considerarlo moral. Ni católico, ni no católico. Pues eso es el aborto, una monstruosidad.
Decir que la mujer puede hacer de su cuerpo lo que quiera, es otra falacia. El nuevo ser que una mujer lleva en sus entrañas no es como una verruga que ella puede extirpar sin problema moral. Lo que esa mujer lleva en sus entrañas es un ser humano inocente a quien no se puede eliminar impunemente. Si se permite asesinar impunemente a un ser inocente e indefenso, ¿Qué otra cosa más grave se puede castigar? Estarían de sobra todas las cárceles.
Y si se quiere dar permiso a una madre para que mate a su hijo no deseado, ¿por qué no dar también permiso a un hijo para que mate a su madre cuando ésta le estorbe?
Es una hipocresía que los mismos que niegan la pena de muerte para asesinos evidentes, que son un auténtico peligro para la sociedad, condenen a muerte a un inocente.
Está muy bien defender los pajaritos y las flores, como hacen los ecologistas; pero mucho más importante es defender la vida de un ser humano inocente.
Los medios de comunicación social bombardean al pueblo insistentemente, con viejos y manidos sofismas, para convencerle de que la despenalización del aborto es un signo de progreso. ¿Progreso condenar a muerte a un niño inocente por comodidad de los mayores? ¡Qué hipocresía!
Y si quien desea la muerte de ese niño inocente es la propia madre, eso no lo hacen ni las fieras. Todas las fieras defienden a sus crías. Las madres que asesinan a sus propios hijos son peores que las fieras. Es horrible el cuadro de Goya donde pinta a Saturno devorando a sus hijos.
Quizás esas madres asesinas no sean castigadas por las leyes de los hombres, pero lo serán por Dios. Porque las cosas malas no se convierten en buenas por leyes humanas. La calumnia seguirá siendo una injusticia aunque hubiera leyes humanas que la admitieran. Las cosas tienen un valor objetivo independientemente de lo que digan los hombres. Por mucho que repitieran algunos que los ríos corren del mar a la montaña, la verdad será siempre lo contrario. Por mucho que algunos quieran justificar el aborto, siempre seguirá siendo verdad que condenar a muerte a un inocente es una monstruosidad. Las leyes humanas podrán despenalizar el aborto, pero lo que jamás podrán hacer las leyes humanas es quitar el remordimiento a las mujeres que abortan y a los hombres que las inducen, apoyan u obligan a hacerlo.
De momento es fácil deshacerse del niño que estorba. Pero cuando después ven a un niño bonito, un niño gracioso, un niño acariciando a su madre, es inevitable que piensen: «Así podría ser el mío, si yo no lo hubiera asesinado». Esto lleva a perturbaciones mentales.
Eso de que no hay derecho que las mujeres ricas puedan ir a Londres a abortar y las pobres no tengan ese privilegio, es una barbaridad. El que una madre pueda asesinar a sus hijos no es ningún privilegio, sino una desgracia. La justicia no está en dar facilidades a todas las mujeres para que maten a sus hijos, sino que en todo el mundo se castigue a las madres que asesinan a sus hijos.
Y que no se nos diga que la despenalización del aborto no obliga a nadie a abortar. ¡Faltaría más, que la ley obligara a las madres a que maten a sus hijos! Es ya una monstruosidad permitir a algunas madres que asesinen a sus hijos.
No se trata de imponer a todos los principios religiosos católicos, sino de defender el derecho a la vida de seres humanos inocentes. Derecho a la vida que deben proteger las leyes, atendiendo al bien común. Se trata de prestar nuestra voz a quienes carecen aún de ella, y no pueden hacer valer el primero y más elemental de sus derechos
Tampoco podemos decir que si de hecho hay abortos haya por eso que despenalizarlos. Eso es un error. Las cosas no se convierten en buenas por ser frecuentes. En ese caso habría que permitir también los asesinatos de los terroristas y los atracos a los Bancos y comerciantes.
No optemos por el asesinato de seres inocentes, el aborto es una monstruosidad. Un ser humano que, además del derecho que él tiene a la vida, lleva en sí el derecho a vivir de toda una cadena de otros posibles seres humanos en el futuro; entre ellos puede haber genios, artistas, sabios y santos. Esa muerte injusta de un niño inocente puede privar de grandes hombres a la humanidad.
Fuente:
El aborto: asesinato de inocentes
«Jamás se puede legitimar el quitar la vida a un inocente»
Autor: P. Jorge Loring, S.J.
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