CUARTO DOMINGO
DESPUÉS DE EPIFANÍA
Semidoble – Ornamentos verdes
La barquilla, zarandeada por los vientos, del Evangelio de hoy, nos hace pensar en la Iglesia. Ha crecido, ha prosperado, se ha extendido por toda la tierra, pero luchando siempre con las contradicciones, con los odios, con las persecuciones. En su viaje a través de los siglos, desde el más borrascoso de este mundo hasta las playas risueñas de la Patria, cien veces ha estado y estará a punto de zozobrar. Al principio, la Sinagoga; después el Imperio Romano; luego, las herejías y las invasiones de los bárbaros; más tarde, los emperadores germánicos, las iras de Lutero, los sarcasmos de Voltaire, los furores de la Revolución, los análisis de la ciencia moderna, el socialismo, el marxismo, el racionalismo, el comunismo, el laicismo, el modernismo…; pero todo en vano. La barquilla de Pedro prosigue sin naufragar su peligrosa y emocionante travesía, viendo sucumbir a todos sus enemigos. Es que Jesús la sostiene, aunque a veces parezca que está dormido. Hagamos hoy profesión de fe y de adhesión al Magisterio de la Iglesia.
Introito. Ps. 96, 7-8
.INTROITUS Ps. 96, 7-8 – Adoráte Deum, omnes Angeli ejus: audivit, et lætáta est Sion: et exsultavérunt fíliæ Judæ. Ps. ibid., 1. Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. V. Glória Patri.. | Adorad a Dios, todos sus Ángeles: oyólo y alborozóse Sión, y regocijáronse las hijas de Judá. – Ps. El señor reina ya: llénense de júbilo todas las islas. v. Gloria al Padre. |