
Tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor. San Juan 12,13
Tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor. San Juan 12,13
1º Dolor
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Ave Maria.
2º Dolor
La huida a Egipto con Jesús y José.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Ave Maria.
3º Dolor
La pérdida de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Ave Maria. Sigue leyendo
Apenas se hallará práctica más agradable a Dios, más útil y meritoria que la del Via Crucis.
Esta, dice el Papa Benedicto XIV, es una de las principales devociones del cristiano, y medio eficacísimo, no sólo de honrar la pasión y muerte del Hijo de Dios, sino también de convertir a los pecadores, enfervorizar a los tibios y adelantar a los justos en la virtud.
En ella meditamos el doloroso camino que anduvo Jesús desde el pretorio de Pilatos hasta el monte Calvario, donde murió por nuestra Redención.
Dio principio a esta devoción la Virgen Santísima; pues, según fue revelado a Santa Brígida, no tenía mayor consuelo que el recorrer los pasos de aquel sagrado camino regado con la sangre de su preciosísimo Hijo.
Pronto innumerables cristianos siguieron su ejemplo, según atestigua San Jerónimo: y así ¡cuántos peregrinos surcaban mares y exponían la vida para ganar las muchas indulgencias con que la Iglesia había enriquecido los santos lugares de Jerusalén!
Mas viendo esta solícita Madre, por una parte el copioso fruto que de tan pía devoción sacaban los fieles, y por otra la imposibilidad en que muchos se hallaban de emprender viaje tan largo y peligroso, varios Sumos Pontífices, en particular Clemente XII, Benedicto XIII y XIV, y León XII, franqueando largamente los tesoros de la Iglesia, concedieron que, visitando las Cruces bendecidas con especial facultad del Sumo Pontífice y autorización del Prelado diocesano, ganasen los fieles las mismas indulgencias que habían concedido a los lugares santos de Jerusalén.
Los que hicieren devotamente el Vía Crucis pueden conseguir:
1) Indulgencia Plenaria cuantas veces lo hicieren.
2) Otra Plenaria si en el mismo día, en que lo hicieron o bien dentro del mes, realizado 10 veces el Via Crucis, se acercaren a la Sagrada Comunión.
3) Indulgencia de 10 años por cada una de las Estaciones si comenzando el ejercicio, se hubiere de interrumpir por cualquier causa razonable.
Para ganar estas indulgencias se requiere como condición indispensable la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y el trasladarse de una estación a otra, salvo el caso de que se haga en común por todos los fieles que están en la iglesia, pues entonces basta ponerse en pie y arrodillarse en cada estación
Conviene advertir que el rezar en cada una de las Estaciones el Adoramus te Christe, etc. los Padrenuestros y Avemarías con el Miserere nostri, Domine, etc., es tan sólo piadosa y laudable costumbre, pero no es necesario para ganar las Indulgencias, para lo cual basta meditar en la Pasión de Jesús.
Los que, por enfermedad u otra causa, se hallaren impedidos de recorrer las estaciones del Via Crucis, pueden ganar las indulgencias rezando 14 Padrenuestros, Avemarías y Gloria, junto con la meditación de la Pasión; además, otros 5 Padrenuestros, Avemarías y Gloria, a las LLagas de Jesús; y uno según la intención del Sumo Pontífice, teniendo entre las manos un Crucifijo bendecido por un sacerdote que tenga la facultad de aplicar dichas Indulgencias.
Si no pudieren rezar todos los Pater-Ave y Gloria prescriptos para la Ind. plenaria ganarán una parcial de 10 años por cada Pater-Ave y Gloria. Los enfermos que no puedan hacer el Via Crucis en la forma ordinaria ni en la arriba indicada lucran las mismas indulgencias con tal que con afecto y ánimo contrito besen o contemplen el Crucifijo bendecido para este fin, que les fuera mostrado por el sacerdote u otra persona y recen si pueden alguna breve oración o jaculatoria en memoria de la Pasión y Muerte de J. C. Nuestro Señor. (Clemente XIV, Audiencia 26 Enero 1773; S.C: Indulg. 16 Sept. 1859; S. Penit. Apost. 25 Marzo 1931; 20 Oct. 1931 y 18 Marzo 1932) Sigue leyendo
Les ofrecemos este magnífico vídeo promocional de la Misa Tradicional, producido, traducido y subtitulado por Two Sense Films. Rogamos su máxima difusión.
Tomado de:
El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar
(Quinta Parte)
Llegados a este punto conviene introducir un a modo de paréntesis en esta extraordinaria historia —más fantástica que una narración dantesca y más difícil de entender en todo su significado que cualquier construcción de la imaginación humana—. Se trata de una interrupción necesaria, a modo de recordatorio para los lectores, motivada por las necesidades de clarificación para el mejor entendimiento de la cuestión, lo que permitirá aportar algunos detalles que facilitarán la mejor comprensión de lo que aquí se dice.
Ya hemos dicho repetidamente, en esta explanación de la Profecía de San Malaquías que estamos llevando a cabo, que el lema correspondiente al Pontificado de Benedicto XVI es el De la Gloria del Olivo. El cual ocupa el penúltimo lugar en la lista, puesto que la Profecía señala como el último de todos, perteneciente al Pontificado que tendrá lugar en los momentos finales de la Historia, a un cierto Petrus Romanus (Pedro Romano). Personaje misterioso este último, acerca del cual los comentaristas han imaginado multitud de hipótesis a lo largo de los siglos. Aunque lo que sí queda bien claro en la Profecía es que el Papa a quien corresponde tal lema coincidirá con el final de la Historia de la Iglesia y de toda la Humanidad, a la que habrá llegado el momento de ser juzgada por el Supremo Juez en su Segunda y Definitiva Venida.
El nombre de Pedro Romano aparece rodeado del más profundo misterio, dentro del contenido de una Profecía que, en el caso de que se quiera admitir como cierta, ya es de suyo suficientemente enigmática. Es curioso anotar que, a lo largo de la Historia de la Iglesia, ningún Papa ha querido atribuirse el nombre de Pedro; sin duda alguna por respeto y devoción a San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Primer Papa de la Institución de Salvación fundada por Jesucristo. El hecho pertenece a la Historia, y escapa, por lo tanto, a cualquier otro tipo de especulación que no sea propiamente histórico. Tal nombre —el de Pedro— ha quedado reservado, prácticamente según la Profecía, al Papa que cerrará la Historia y que coincidirá con la Segunda y Definitiva Venida del Supremo Juez. Sigue leyendo
El Mayor y Mejor guardado Secreto de la Iglesia Postconciliar
(Cuarta Parte)
Dentro del terreno de la hipótesis en el que nos estamos moviendo, si damos por cierta la profecía de San Malaquías y tenemos en cuenta el lema De la Gloria del Olivo aplicado al Pontificado de Benedicto XVI… Si, por otra parte, aceptamos la realidad de los incalificables horrores padecidos por Jesucristo en la Noche del Huerto de los Olivos… Horrores que se tradujeron en ese momento en un auténtico triunfo de Satanás, contemplados por él con pretendida Gloria a través de los árboles del Huerto —la Noche de la Gloria del Diablo ante los Olivos de Getsemaní—…, la aplicación de aquellos sucesos, como algo paralelo al momento de crisis de la Iglesia que parece haber alcanzado su cenit en el Pontificado de Benedicto XVI (aunque haría definitivamente eclosión en el siguiente), parece enteramente plausible.
Jamás, a lo largo de toda su Historia, había sufrido la Iglesia una crisis tan grave como la actual. Tanto y de tan gran calibre, que bien se puede decir, sin exageración alguna y mal que pese a los neocatólicos y mentirosos, que parece muy capaz de hacerla desaparecer. Si bien, para los muchos católicos de buena voluntad que mantienen su fe y que sufren confundidos, siempre queda el consuelo de las palabras inconmovibles del Señor referidas a la Iglesia: Y las Puertas del Infierno no prevalecerán contra ella.
Durante mucho tiempo, en la etapa que siguió inmediatamente a la terminación del Concilio Vaticano II, se estuvo proclamando a los cuatro vientos un momento triunfalista de la Iglesia a todas luces exagerado, cuando no falso: La famosa Primavera de la Iglesia, o el Nuevo Pentecostés, pregonado en todas partes por el Papa Juan Pablo II, etc., etc. Después, a lo largo de los años y cuando la debacle se hizo demasiado patente, se optó por el silencio. Pero siempre sin reconocer jamás que la crisis se había originado, sobre todo, a partir de las torcidas interpretaciones del Concilio llevadas a cabo por Grupos interesados. Tampoco se reconoció nunca que los mismos Documentos Conciliares ya habían sido previamente manipulados al efecto, con el fin de hacerlos susceptibles de variadas formas de ser entendidos. Acerca de las cuales, los Elementos de Presión —neomodernistas— se encargaron sabiamente de conducir las aguas a su propio molino. Sin que les fuera puesto coto alguno.
Les presentamos un impresionante vídeo realizado por nuestro amigo Michael Sestak, traducido por nuestra web, y que todo católico debería de ver y difundir. Estamos antes una de las mejores catequesis visuales acerca del Santo Sacrificio de la Misa. Con una extraordinaria belleza visual y musical, el autor nos va mostrando la equiparación de los diferentes momentos de la misa con la Pasión siguiendo la película de Mel Gibson. Una formidable meditación en imágenes para esta cuaresma.
¡Esto es la Santa Misa!
P.S Si no vieran los subtítulos pulsar el botón de subtítulos en el reproductor.
Tomado de:
(Tercera Parte)
3. De la Gloria del Olivo
Antes de comenzar el comentario al lema De la Gloria del Olivo, contenido en la Profecía de San Malaquías y referido al Papa Benedicto XVI según la enumeración allí contenida, conviene tener en cuenta que el lenguaje profético no se ha hecho para que lo entienda todo el mundo. Incluso puede suceder, cosa que parece normal dentro de lo que significa el carisma de profecía, que haya sido formulado para ser entendido por muy pocos o incluso por nadie, a pesar de que está ahí y bien patente a veces: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; pero a los demás, sólo a través de parábolas, de modo que viendo no vean y oyendo no entiendan.[1] Las profecías de Jesucristo acerca del fin del mundo son claras y enteramente inteligibles, y las señales de las que en ellas se habla tienen poco de misterioso y sí mucho de clamorosas y de patéticas: a pesar de lo cual no serán reconocidas prácticamente por nadie. Pero incluso esto último también está anunciado que sucederá así.
Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.
A veces Jesucristo habla proféticamente con la expresa intención de que lo entienda quien pueda. Algo así como si se dijera, quien pueda cogerlo, que lo coja. De tal manera que se sobreentiende que puede haber alguien que comprenda su significado, aunque es posible también que nadie alcance a entenderlo: Cuando veáis la abominación de la desolación, que predijo el profeta Daniel, erigida en el lugar santo —quien lea, entienda—…[2] La profecía está ahí, si acaso alguien logra comprenderla, si bien se da la circunstancia de que, al menos hasta ahora, nadie ha conseguido saber a ciencia cierta acerca de lo que consiste la abominación de la desolación sentándose en el lugar santo. Y sin embargo ha sido pronunciada para que los discípulos conozcan que, cuando se produzca tal circunstancia, es que ha llegado el momento del Final de la Historia de la Humanidad.
Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.
Vistas así las cosas, parece razonable pensar que el profeta no habla por hablar. Como si lo hiciera a sabiendas de que su anuncio carecería de utilidad en cuanto que no iba a ser entendido por nadie. Pero tratándose de cosas serias, como efectivamente es el caso, no es admisible tal consideración y menos todavía cuando se refieren al mismo Jesucristo. Por eso es de suponer que está en la mente del profeta que sus palabras siempre serán entendidas por algunos, los cuales es posible que no pasen de ser una ínfima minoría —tal vez loselegidos, o una parte de los elegidos—. Quienes, a su vez, tampoco seguramente serán creídos por nadie. Sigue leyendo
(PARA ADULTOS)
Por el Reverendo padre Alfonso Gálvez Morillas
Tercer Domingo de Cuaresma (Misa Tridentina o Misa de San Pío V)
(Lc 11: 14-28) – “La curación del endemoniado mudo”
¿Qué hacer ante una Iglesia debilitada en su fe y en su amor a Cristo?
Después de curar al endemoniado mudo, Jesús tiene que enfrentarse con quienes le acusan de hacerlo con el poder de Satanás, y les dice que “todo reino dividido consigo mismo quedará desolado”.
Este texto se podría también interpretar así: la Iglesia católica muestra signo de debilidad, ha perdido su confianza en su Señor, ha abandonado la enseñanza de las virtudes evangélicas, entonces llega un enemigo con más fuerza y se apodera de ella.
“Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, recorre los lugares áridos buscando reposo, y, no hallándolo, se dice: “Volveré a la casa de donde salí”; y viniendo la encuentra barrida y aderezada. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, y vienen a ser las postrimerías de aquel hombre peores que los principios.”
La Iglesia se ha vuelto tibia y ha dado de lado a las enseñanzas de Cristo. Entonces, el demonio, que había abandonado la Iglesia, vuelve a ella, y la pone en una situación que es peor que la primitiva.
¡Hay tantos que no quieren ver la verdad! La Iglesia está invadida de modernismo. Los vemos por ejemplo en que la Sagrada Escritura y la Tradición son cuestionadas e incluso invalidadas. Esta nueva iglesia dice que ya no hay dogmas, pues no hay verdades fijas. Una verdad sólo es válida para el momento histórico en la que fue formulada. Es por ello, pues, que no hay nada seguro. Como consecuencia hemos caído en el escepticismo. Ya no se habla de una Tradición fija y cerrada con el último de los Apóstoles; ahora se habla de una “tradición viviente”. Destruyen lo que dijo S. Vicente de Lerins. También se cambia la ética y la moral. Conductas que antes eran buenas o malas, ahora se cuestionan. Y no hablemos de la apostasía de parte de la jerarquía que ahora enseña verdades contrarias a la fe.
Algunos me acusarán de extremista; pero examinemos la realidad con sinceridad. Acudamos a la Pascendi de S. Pio X. Sus enseñanzas son claras y sus acusaciones también. Tendremos que acusarle también a él de extremista.
Esta situación similar a le que ocurrió en el S. IV con la herejía arriana.
Alguno podría preguntar, ¿y por qué Dios permite toda esta confusión? Si Dios permite el mal es porque de ahí puede sacar el bien. Dios permitió cosas peores, como por ejemplo la muerte de su propio Hijo.
Ante esta Iglesia débil en su fe y en su amor a Jesús, donde Cristo ya no es el centro ¿qué cabe hacer? Jesús nos lo dice: “quien no recoge conmigo, desparrama”, “el que no está conmigo, está contra mí”. Dios no permite actitudes neutrales: o con Él o contra Él. Es por ello que tenemos que tomarnos a Cristo seriamente.
Y digo todo esto a pesar de que sé que no seré escuchado, pero también Cristo predicaba sabiendo que no era escuchado (“Si no hubiera hablado no tendrían pecado; pero he venido, he hablado pero me han rechazado”).
Y ahora llegamos al punto más delicado de esta charla. Yo soy sacerdote pecador, pero renuevo mi fidelidad a la Iglesia y a la Jerarquía. Seré fiel siempre que la Jerarquía no me imponga actitudes y creencias contrarias a la fe de la Iglesia. Sí he oído cosas contrarias, pero nunca me han sido impuestas.
A los sacerdotes jóvenes de buena voluntad y laicos que se han formado con Juan Pablo II y Benedicto XVI y no han conocido otra teología; yo les diría: he visto los dos mundos, el anterior y el actual; puesto que el Vaticano II dice que no quiere ser dogmático e imponer doctrinas distintas, entonces deberíamos estudiar la teología anteriores al Vaticano II. Quien sólo conoce las nuevas teologías, por muy buena voluntad que tenga, no conoce el auténtico Magisterio de la Iglesia.
Ante esta situación, yo insisto en que seamos fieles a las palabras de Jesucristo: “El que no está conmigo está contra mí”. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Si queremos saber la verdad, acudamos a sus enseñanzas y a sus palabras.
Frente a las palabras de tantos “profetas” que hay en la Iglesia de hoy, yo me quedo con las de Cristo, pues son más seguras.
En el fondo lo que tenemos que hacer es amar más a Cristo. Como nos dice San Pablo en 1 Cor 16: “El que no ama al Señor, sea anatema”. Se trata de auténtico amor y no de una mera devoción. Hemos de adaptar nuestra vida a la de Cristo. Lo que tenemos que hacer es “recapitular” todas las cosas en Cristo, las del cielo y las de la tierra. Hasta el Vaticano II el Estado no se podía considerar ajeno a la Iglesia. Ahora se han separado totalmente la Iglesia y el Estado.
(PARA JÓVENES)
¡Bienaventurado el vientre que te llevó!
GRAN PROMESA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
«Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que durante cinco meses en el primer sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación.» ( Revelada por la Santísima Virgen María a la Hermana Lucía, vidente de Fátima, el 10 de diciembre de 1925 en Pontevedra -España-)
La práctica de esta devoción consiste en lo siguiente:
1. Confesión, que puede hacerse durante la semana.
2. La Comunión el mismo sábado.
3. Rezar una parte del santo Rosario.
4. Hacer compañía a la Virgen durante un cuarto de hora meditando o pensando en los misterios del Rosario.
5. Hacer esto durante cinco primeros sábados de mes sin interrupción.
Todo ello con la intención de consolar, honrar y desagraviar a la Santísima Virgen por las blasfemias y ofensas que se cometen contra su Corazón Inmaculado Corazón:
1. Las blasfemias y ofensas contra su Concepción Inmaculada.
2. Las blasfemias y ofensas contra su virginidad perpetua.
3. Los que niegan su maternidad divina y la rechazan como Madre de todos los hombres.
4. Los que infunden en los niños el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5. Los que profanan sus sagradas imágenes.
Tomado de:
¡Dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! vednos postrados ante vuestro altar, para reparar con especiales homenajes de honor la frialdad indigna de los hombres y las injurias que en todas partes hieren vuestro amantísimo Corazón.
El divino Salvador escogió el primer viernes de cada mes, como día especialmente consagrado a honrar su Smo. Corazón, diciendo a Santa Margarita María Alacoque: “Comulgarás todos los primeros viernes de cada mes”.
Y, para obligarnos en cierto modo a práctica tan santa y tan de su agrado, hizo a la misma Santa Margarita aquel favor regaladísimo que se conoce con el nombre de LA GRAN PROMESA. en estos términos:
“Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá a todos los que comulgaren los nueve primeros viernes de mes consecutivos la gracia de la penitencia final: no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, haciéndose mi divino Corazón su asilo seguro en aquélla última hora”.
En esta tan consoladora promesa, el Sacratísimo Corazón de Jesús, nos promete:
1º La gracia de la perseverancia final, don verdaderamente inefable, como dice el Concilio Tridentino,
2º La dicha de tener por asilo y refugio en aquella última hora el Corazón del que nos va a juzgar…
Que todo es lo mismo que asegurar nuestra eterna salvación.
¡Bien puedes ahora gloriarte de tener la salvación en tu mano: no tendrá excusa ninguna si te pierdes!
¿Con qué condiciones? Se necesita para ganar esta gracia:
1º Comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos y sin interrupción;
2º Comulgar con intención de honrar al Sagrado Corazón y de alcanzar la gracia de la perseverancia final;
3º Comulgar con deseos y propósito de servir siempre al Señor.
De modo que no valen ocho primeros viernes de mes, ni valen nueve primeros domingos de mes, aunque la fiesta del primer viernes se traslade al domingo, ni valen ocho primeros viernes con un primer domingo… Además, han de ser seguidas las comuniones, de tal suerte que una interrupción inutilizaría toda la práctica, y habría que volver a comenzarla.
Tomado de:
Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.
(Segunda Parte)
1. Pensamiento de J. Ratzinger–Benedicto XVI
Por más que pese a sus entusiastas, cuyo conocimiento de la realidad de los hechos suele ser más bien escaso, el Pontificado de Benedicto XVI agravó la crisis que sufría la Iglesia, que ya había comenzado desde el Concilio y que luego alcanzó su culminación con el del Papa Francisco.[1] El común de los fieles suele leer muy poco y no anda muy avezado en la búsqueda de la verdad, por lo que desconoce el pensamiento de los que realmente hicieron el Concilio (y de todo el conjunto de sus padres en la fe, los filósofos idealistas alemanes). Tampoco es muy profundo su conocimiento acerca de la influencia que el pensamiento filosófico ejerce en la vida de la sociedad (en realidad es lo que la determina), por lo que no tiene constancia del papel decisivo que el pensamiento idealista–inmanentista de J. Ratzinger ha desempeñado como concausante de los presentes problemas que sufre la Iglesia. Nadie es más atrevido que quien ignora, y el Sistema lo sabe bien, como buen experto que es en el arte de manejar la mentira y de conducir a las masas.
Lo que no impide que existan bastantes puntos que anotar en favor de Benedicto XVI. Fue él quien liberó la Misa Tradicional, después de cuarenta años de haber permanecido ilícitamente prohibida (Pablo VI declaró falsamente que había sido abrogada). Levantó las dudosas excomuniones que habían sido lanzadas contra los cuatro Obispos de la Sociedad de San Pío X. Y ordenó hacer las pertinentes correcciones de los errores contenidos en las traducciones vernáculas de la Misa del Novus Ordo.[2] Después de su renuncia hizo algunas declaraciones en contra del intento de administrar la Sagrada Comunión a los divorciados y vueltos a casar (adúlteros). Son muchos los que ponderan sus esfuerzos por poner a tono el Concilio y presentarlo como en continuidad con la Tradición, tarea para la cual elaboró su teoría de la hermenéutica de la continuidadque luego rectificó y completó con la de la continuidad en la reforma.
Si bien, desgraciadamente, este último punto está en flagrante contradicción con todos sus escritos anteriores (nunca rectificados) y con la continuidad de sus actuaciones. Una cuestión muy discutida acerca de la cual hablaremos después. Algo parecido habría que decir acerca de algunos intentos suyos en los que parecía rectificar ciertos puntos fundamentales de su doctrina referentes a la Redención y la Pasión de Jesucristo. Tampoco parece nada claro que su pensamiento haya cambiado acerca de esta cuestión a la que ahora mismo vamos a dedicar alguna consideración. Sigue leyendo
La clonación es un procedimiento biológico que hoy se ha puesto de moda en el ámbito social. Por citar un ejemplo muy conocido, ahí tenemos a un moribundo político como Pedro Sánchez tratando desesperadamente de imitar a Pablo Iglesias: en disparates, en tacos, en gestos y en abundancia de tonterías. Es un intento a la última de quien intenta afianzarse copiando a un personaje que, por fas o por nefas, se ha hecho grandemente famoso (lo que no quiere decir que lo haya logrado justificadamente ni, mucho menos, razonablemente). La práctica de la clonación social es en realidad otra variedad de la adulación descarada; que algunos llaman también trepacionismo, que no es sino la política de los llamados vulgarmente trepas, por su empeño en escalar puestos.
En una sociedad en descomposición como la nuestra, pronto empiezan a pulular los mitos, como los mosquitos en verano. Nada tiene de particular, por lo tanto, que en un Catolicismo como el de hoy, cuya verdadera identidad ya nadie conoce, se haya puesto de moda el mito (de procedencia indudablemente marxista) de que Jesucristo vino a buscar exclusivamente a los pobres (igualmente entendido el concepto pobre en sentido marxista). Incluso se da a entender, aunque nadie lo diga expresamente, poco menos como que odiaba a los ricos. Así las cosas, nada tiene de extraño que muchos Pastores de la Iglesia se hayan apresurado a marchar a las periferias, en una imitación por partida doble de Jesucristo (imitación harto discutible) y de las Jerarquías más elevadas (imitación muy explicable).
Es cierto que Jesucristo vino , según sus propias palabras, para evangelizar a los pobres (Lc 4:18). Para añadir a continuación que también para anunciar la redención a los cautivos, devolver la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y promulgar el año de gracia del Señor. Y es de notar que en todas partes (también en los grandes barrios no periféricos de las grandes ciudades) existen cautivos (las formas de cautiverio hoy en día son muy variadas), ciegos (son múltiples las formas de ceguera, ninguna de ellas excluida por el Señor) y oprimidos (¿la opresión se aplica hoy sólo a la periferia?). Y en cuanto a lo de promulgar el año de gracia del Señor, nadie se atreverá a decir que no se refiera también a los barrios chic de las grandes ciudades. Sigue leyendo
1ᵒ. El buen propósito debe ser firme. Fijémonos en estas comparaciones:
1) Vosotros pisáis u oprimís con el pie un guijarro, cambia de sitio, lo que denota que no está firme;
2) os herís contra un poste y vosotros caéis; el poste está firme… ,
3) una pequeña planta, la puede fácilmente arrancar un niño … , no está firme; un árbol, al contrario, con sus profundas raíces, a pesar de todos los esfuerzos que se hacen para arrancarselo, no se mueve, éste árbol está firme … Así el deseo y la voluntad nuestra … El propósito que no es firme es un simple deseo; el propósito firme es una voluntad decidida, intrépida.
Hay muchas diferencias entre el yo quiero … y yo querría … El «yo quiero» es propio de hombres decididos, que ponen los medios necesarios para e logro que se proponen, y el «yo querría» indica una voluntad débil, dispuesta a hacer tal o cual cosa, con tal que no cueste mucho …
¿Puedo yo saber si ya no pecaré más? Esto no es lo que se pregunta, sino si vosotros tenéis la voluntad sincera de no pecar más …
Si nos remontamos a 2009, en su visita a Tierra Santa, el Papa y Simón Peres, plantaron en la residencia del presidente israelí un olivo como símbolo de la paz.
(Primera Parte)
1. Introducción
De la Gloria del Olivo, traducido del latín De Gloria Olivæ, es el lema que la lista de Papas de la llamada Profecía de San Malaquías atribuye a Benedicto XVI.[1]
Advierto de antemano que no voy a insistir en lo ya dicho en mi ensayo sobre Pedro Romano. Es bien sabido que es ésta una profecía de carácter privado (aunque reconocida como seria), y de ahí que no goce de sanción oficial alguna. Por otra parte, tampoco ha sido nunca aprobada ni rechazada por la Iglesia. Por lo que existen razones para que cualquiera se sienta libre de aceptarla o rechazarla. Tampoco pienso repetirme en lo ya dicho de que nos encontramos dentro del ámbito de las hipótesis, por lo que resulta innecesario insistir en que no pretendo establecer demostración alguna. Con lo que queda abierto el campo a las variadas y diversas opiniones u objeciones que los lectores puedan ofrecer, dentro del acostumbrado y mutuo respeto que siempre suele guardarse entre personas serias.
Bien entendido que lo dicho en cuanto a que nos encontramos en el terreno de las hipótesis se refiere solamente a la interpretación del lema De la Gloria del Olivo con respecto a la persona de Benedicto XVI, así como al entorno de su Pontificado.
Rodeado de jóvenes procedentes de todos los rincones de la Tierra, Benedicto XVI plantó un olivo después de atravesar la Puerta de Alcalá en el marco de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.
El olivo representativo, una vez más, de esperanza, de paz y reconciliación.
Pero de ningún modo en cuanto al juicio sobre el pensamiento del Cardenal J. Ratzinger y las consecuencias de su Pontificado una vez convertido en Papa Benedicto XVI.[2] Las reflexiones aquí expuestas son fruto de un estudio serio y prolongado del tema, en la medida en que ha sido posible a alguien que actúa movido por la buena fe y el amor a la verdad. Con todo, sólo pretenden mover a reflexión a las personas de buena voluntad y carentes de prejuicios, a fin de que las consideren si lo juzgan oportuno con el fin de establecer sus propias conclusiones. Y contando siempre, por supuesto, con la falibilidad de los juicios humanos y el amor a la verdad por parte de unos y de otros.