en la Iglesia u oratorio público

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Para gozar de las inmensas ventajas y copiosísimas indulgencias de tan pía devoción, hay que observar las cosas siguientes:
1ª Que el Vía-Crucis esté erigido con las debidas facultades y requisitos. No basta la licencia general de bendecir cruces e imágenes; es preciso estar especialmente autorizado para aplicar las indulgencias del Vía-Crucis, y todavía esta autorización no se otorga de ordinario para aposentos privados; pues aun para ponerlo en oratorios privados y fuera de la Iglesia, se necesita un rescripto especial de la Santa Sede.
2º No son necesarios cuadros; pero sí cruces, y cruces verdaderas de madera, y no pintadas en la pared(14 junio 1815). Los cuadros, no obstante, siendo devotos, son los que más hablan al corazón.
3º El instrumento o escritura de la erección, es decir, instrumentum o documentum, como lo llama la Sagrada Congregación, que acredite haberse erigido el Vía-Crucis con la facultades y las formalidades prescritas, parece no sólo conveniente, sino aun necesario.
4º Como toda indulgencia plenaria quiere la gracia y amistad divina, si tienes en la conciencia alguna falta grave, comienza haciendo un fervoroso acto de contrición.
5º Únete en espíritu a nuestro divino Redentor cuando iba con la Cruz a cuestas, y haz intención de ganar las indulgencias concedidas a tan piadoso ejercicio.
6º Muda de lugar a cada estación, a no ser que no puedas hacerlo, por estar llena de gente la Iglesia.
7º Sobre todo, medita el paso correspondiente de la Pasión, y si no lo sabes, piensa por lo menos en los padecimientos de nuestro dulcísimo Redentor.
8º Di a cada estación un Padre nuestro, Ave María y Gloria, y cinco en honor de las cinco Llagas de Jesuscristo al fin de las catorce estaciones; sin olvidarte de pedir también por la intención del Sumo Pontífice.
El besar la tierra, rezar las estaciones que se hayan en los devocionarios, y los mismos Padre nuestros, si bien son prácticas saludables y santas, no son requisitos esenciales para ganar las indulgencias. Así lo declaró la Sagrada Congregación,de Indulgencias en 3 de abril de 1751…
Aunque muchos aseguraban que podía interrumpirse el Vía-Crucis, sin perder por esto las indulgencias, con tal que se hiciese todo entero en un día, sin embargo, la santa Sede decidió lo contrario (Sagrada Congregación en 14 dic. 1857 y Pío IX en 1858).
REQUISITOS para ganar en casa las indulgencias del Vía-Crucis.
Sucederá muchas veces estar uno física o moralmente imposibilitado de visitar los templos o calvarios, donde se halla canónicamente erigido el Vía-Crucis; pero tanta es la liberalidad de la santa Iglesia, que hasta entonces franquea sus tesoros, y nos permite ganar las indulgencias por medio de un Crucifijo, con tal que concurran las circunstancias siguientes:
1ª Que el Crucifijo esté bendecido por un sacerdote autorizado (además de los franciscanos, explican en otros devocionarios) por el Sumo Pontífice para aplicarle las indulgencias del Vía-Crucis.
2ª Que por enfermedad, u otro impedimento legítimo, no se pueda ir a la Iglesia o al oratorio público, donde está el Vía-Crucis canónicamente erigido.
3ª Que con el corazón contrito, y teniendo dicho santo Crucifijo en la mano, se recen veinte Padre nuestros, Ave Marías y Gloria Patris, a saber, uno por cada estación, cinco en honor de las cinco llagas de Jesús crucificado, y otro a la intención del Sumo Pontífice.- Así lo dijimos en otras ediciones; mas no sabíamos que Pío IX hubiese concedido en 18 de diciembre de 1877 que, si no podía el enfermo rezar fácilmente los Padre nuestros, Ave Marías y Gloria Patris, pudiese suplir con un acto de contrición, o con el verso del Tedeum: Suplicamoste, pues, Señor, que socorras a tus siervos, que redimiste con tu Sangre preciosa.
VÍA.CRUCIS
Por la señal de la Santa Cruz, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Oración preparatoria
Oh amabilísimo Jesús mío; heme aquí postrado ante tu acatamiento divino, implorando tu misericordia a favor de tantos pecadores infelices, de las benditas Ánimas del Purgatorio y de la Iglesia universal. Aplícame, te ruego, los merecimientos infinitos de tu sagrada Pasión, y concédeme los tesoros de indulgencias, con que tus Vicarios en la tierra enriquecieron la devoción del Vía-Crucis. Acéptalos en satisfacción de mis pecados y en sufragio de los difuntos a quienes tengo más obligación.
Y tú, afligidísima Madre m-ia; por aquella amargura que inundó tu Corazón cuando acompañaste a tu santísimo Hijo al Calvario, haz que se penetre mi alma de los sentimientos de que estabas entonces animada. Alcánzame del Señor vivo dolor y detestación del pecado, y valor para que, abrazando la Cruz, siga las huellas de tu amable Jesús. No me niegues esta gracia, oh Madre mía; haz que, tomando ahor parte en tu dolor, logre un día acompañar a tu Hijo en el triunfo de la gloria. Amén.
Primera estación
JESÚS CONDENADO A MUERTE

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per Crucem tuam redimiste mundum.
¿Lo ves alma cristiana? Está el inicuo juez sentado en el tribunal, y a sus pies el Hijo de Dios, juez de vivos y muertos, llenos de confusión, las manos atadas como facineroso, oyendo la más injusta e ignominiosa sentencia. ¡Oh Jesús mío amantísimo! ¡Vos, autor de la vida, condenado a muerte! Vos, la inocencia y santidad infinita, condenado a morir en un infame patíbulo , como el más insigne malhechor! ¡Ay!, ¡qué amor tan grande el vuestro, y que ingratitud monstruosa la la mía, pues os condeno a muerte cada día! ¿Y por qué? ¡Por un sucio deleite… por un mezquino interés… por un puntillo de honra… por un qué diran!
Perdonadme, dulcísimo Jesús mío; y por esta inicua sentencia, no permitáis que sea yo un día condenado a la muerte eterna, que merecían mis pecados. Padrenuestro, Ave María y Gloria Patri.
+V. Miserere nostri, Domine.
+R. Miserere nostri,
+V. Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace.
+ R. Amen.
Por mí, Señor, inclinas
El cuello a la sentencia;
Que a tanto la clemencia
Pudo llegar de Dios.
Oye el pregón, oh Madre,
Llevado por el viento;
Y al doloroso acento
Ven del Amado en pos.
Llevemos animosos
Las cruces abrazadas,
Sigamos sus pisadas
Con llanto y compasión.
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