Hoy 30 de Julio
también celebramos a esta santa mexicana.
"Oh dulcísimo Jesús mío, crucifícame contigo en la cruz, clava en ella mi cuerpo y mi corazón con el tuyo".
Religiosa y Fundadora 1868 – 1959
Primera Santa Mexicana
María Natividad Venegas de la Torre nació el 8 de septiembre de 1868, en el rancho de «La Tapona», municipio de Zapotlanejo, Jalisco.
Décima segunda hija de un matrimonio muy cristiano constituido por don
Doroteo Venegas Nuño y María Nieves de la Torre Jiménez.
Fue bautizada el día 13 del mismo mes por el Sr. Cura de Zapotlanejo, don José María de Anda. Recibió la confirmación el 24 de noviembre de 1872.
El señor Venegas Nuño, era un hombre adornado con grandes virtudes cristianas; estudiaba Leyes en Guadalajara, pero abandonó la carrera. Fue hombre de profundos conocimientos en Historia Sagrada; tenía fama en la región por su extremada caridad, a tal grado que dado su desprendimiento a causa de donativos y firmas de crédito que nunca negó a quienes lo solicitaban, acabó con sus bienes, viéndose en la grave necesidad de dejar su tierra natal para ir a vivir a San Leonel, Las Varas, Mecatán, San Pedro Lagunillas y luego a Compostela, en el Estado de Nayarit.
Fue en San Pedro Lagunillas donde Natividad aprendió las primeras letras. Felizmente, de los conocimientos que poseía su padre participó ella, aumentando así su cultura general. Cuando tenía nueve años hizo la Primera Comunión.
Madre Nati
En ese mismo lugar, con cuarenta y dos años de edad murió su señora madre, quedando ella al cuidado de una buena sirvienta y con el cariño de su padre y de su hermano mayor Mónico.
Cuando cumplió Natividad dieciséis años, regresó la familia al Estado de Jalisco, estableciéndose en «Los Zorrillos«, municipio de Zapotlanejo; permaneciendo en Tepic, Nayarit, el señor Venegas Nuño donde tres años después falleció.
Ya desde en vida de su padre, Natividad se dedicaba a leer historietas sagradas y ejemplos escogidos; pues sus aficiones eran escribir, leer y rezar, mientras que su buena hermana, tenía más a su cargo el cuidado de aquel escogido hogar. Tanto que, Adelaida se lamentaba con su padre y le decía: «Papá, dile a Natividad que me ayude, ella nomás está rezando y escribiendo, mientras que a mí me deja todo el cuidado de la casa», a lo que el padre respondía con tono profético: «Déjala hija, ella lleva el oficio de María y tú el de Marta».
Natividad y Adelaida su hermana, quedaron con su tío don Donaciano Venegas y su esposa. Vinieron para la joven días de dolor y martirio después de haber quedado huérfana, mas en los planes de la Divina Providencia, éste era el camino para acercarla más y más al Señor, que llenaría totalmente su corazón.
En los aledaños de Zapotlanejo se desarrolla la vida de Natividad, cuando aquí vivía, se reunieron los padres de familia y fueron a suplicarle diera clases escolares a sus hijitos; Natividad amaba grandemente a los niños y pensó desde luego en aceptar el compromiso, pero Adelaida su hermana la advertía argumentando que los niños eran traviesos, mas ella llegó a convencerla diciendo:
«Pobrecitos, no saben leer, déjalos que vengan, mira, yo los enseño y tú los regañas».
Cambió el escenario yéndose a vivir a Zapotlanejo al lado de su tía paterna doña Crispina Venegas. En esta fervorosa población alteña, tendría su cita definitiva con el esposo celestial, aquí desarrolló durante su juventud un estilo de vida que la acercó a la plena consagración al Señor; así lo advirtió su director espiritual. Aquí se iba a plasmar en su alma el sello inconfundible de su personalidad. Aquí la esperaba el <ven y sígueme> del Divino Maestro.
†
En Zapotlanejo, Natividad pudo entonces dedicarse de lleno a sus devociones, pues siempre fue atraída por las cosas celestiales.
Encontró en la devoción el refugio de su soledad; comulgaba todos los días, se le veía frecuentemente de rodillas ante el Sagrario, asistía a todos los actos piadosos de la parroquia, y lo que marcaría su vida, el 8 de diciembre de 1898, fue el ingreso en la floreciente asociación de las «Hijas de María»; fecha felicísima para Natividad.
Impresiones imborrables quedaron en ella del día en que se consagró perpetuamente como lirio purísimo, bajo la mirada maternal de su Madre la Virgen María. Natividad había quedado huérfana de padre a la edad de 19 años, y había perdido a su madre en la tierra a edad muy temprana, ahora encontraba a su Madre del Cielo, de la que sintió sus caricias especiales en tan significativo acontecimiento.
Natividad se integró al trabajo de catequesis y a la Pastoral que en aquel tiempo se realizaba en su parroquia, seguía su camino de alma escogida, por la invitación del Señor y la aprobación de su director espiritual don Antonino González, quien fue probándola poco a poco en lo que se refería a la virtud. Como sabio director de almas, se dio cuenta a tiempo, que esa alma debía ser trasplantada a los jardines del Señor, antes de que el oropel engañoso del mundo la encandilara y desviara, porque nunca le faltaron insistentes invitaciones para fiestas y matrimonio a las que ella rechazaba de inmediato.
Anhelaba vivamente Natividad, consagrar su vida entera al servicio «del amado y más hermoso hijo de los hombres», y aunque se veía atraída por la vida religiosa, no acababa de ver claro cuál era para ella esa voluntad divina. Esta idea la había comunicado solamente a su director espiritual, quien llevando paso a paso y con gran prudencia a esta alma escogida del Señor y siguiendo las mociones del Espíritu Santo, se había propuesto conocer en este caso la Divina Voluntad.
Pasado el tiempo y compartiendo la opinión de otros sacerdotes, conociendo más y más el alma de Natividad, llegó a decirle estas proféticas palabras que serán el indicio claro de Dios:
«Es indudable, Natividad, tienes que terminar tu vida en el claustro».
Por ese tiempo estaba en auge, en la ciudad de Guadalajara, la Casa de Ejercicios Espirituales de San Sebastián de Analco. Se organizaban continuamente tandas de ejercicios de San Ignacio para todas las clases sociales; no solo para la ciudad episcopal sino para las parroquias foráneas y así en noviembre de 1905, se verificó una exclusiva para Hijas de María predicada por el Padre Sotero Mireles.
†
Por sugerencia del Padre don Antonino González, vinieron a tomar parte en esa tanda, cuatro señoritas del lo mejor en el terreno espiritual de la parroquia de Zapotlanejo, almas escogidas y auxiliares importantísimas en el apostolado. Entre ellas estaba Natividad. Era la hora de Dios.
Precisamente al terminar estos ejercicios espirituales, Natividad decidió entrar de religiosa.
Recibió varias invitaciones para ingresar a comunidades ya aprobadas canónicamente, como las «Carmelitas Descalzas de Santa Teresa», las «Salesas» o con las «Siervas de los Pobres» fundadas recientemente en el Hospital de la Santísima Trinidad, pero Dios tenía determinado que habría de tomar parte muy principal en la fundación de un nuevo instituto: el de las «Hijas del Sagrado Corazón de Jesús».
†
La Providencia Divina llevó a Natividad hasta las puertas del Hospital del Sagrado Corazón, de Guadalajara.
La idea de fundar este hospital había sido iniciativa de una bondadosa señora, María Guadalupe Villaseñor de Pérez Verdía, quien había decidido invertir sus cuantiosos bienes a favor de los enfermos.
†
El Sr. Canónigo don Atenógenes Silva y Álvarez Tostadoacogió con beneplácito la idea y se manifestó desde luego decidido colaborador, proponiendo él mismo la construcción del edificio. Mientras esto se realizaba, se alquiló una modesta casa en donde provisionalmente se abrió el hospitalito el día 2 de febrero de 1886, con diez enfermos.
Quedaron al cuidado de los enfermos cinco piadosas señoritas invitadas por el Muy Ilustre Sr. Silva, de entre las muchas almas que dirigía espiritualmente, quienes aceptaron gustosas.
Al principio, las jóvenes sólo atendían los enfermos; posteriormente iniciaron la vida comunitaria, recibiendo formación y un reglamento elaborado por el mismo prelado para iniciar desde luego una congregación religiosa, llamándolas desde entonces «Hijas del Sagrado Corazón de Jesús».
Aprobado después el proyecto de la construcción del hospital en junio de 1889, colocada la primera piedra el 27 de diciembre del mismo año, el 2 de mayo de 1893 celebró la primera Misa en la capilla del hospital, aún no concluida, el ya entonces Obispo de Colima y Padre Fundador don Atenógenes Silva.
†
El 8 de diciembre de 1905, Natividad llegó a formar parte de las
«Hijas del Sagrado Corazón de Jesús», grupo que al llegar ella aumentó a seis.
Al ingresar se perdió con la humildad de una santa en aquella casa llena de paz y concordia donde se oraba y se sacrificaba por los demás, atendiendo a los enfermos abandonados y a los menesterosos en el hospital; todos la llamaban por cariño«Madre Nati».
En 1908, dada su capacidad y como se mostrara tan activa y recta, paulatinamente se le asignaron responsabilidades más grandes; fue encargada además de su propio oficio, de organizar los libros de contabilidad en el hospital; ella abrió el primero. En junio de 1910, en la festividad de Corpus Christi, hizo votos privados. En 1912, fue nombrada Vicaria de la pequeña obra, a la que hizo crecer. El 28 de junio de 1915 hizo votos temporales de castidad, pobreza y obediencia, por cuatro años.
¡Madre Nati, ora pro nobis!
De estas fechas, son sus apuntes privados los que nos aseguran su espíritu de oración, sus fervorosos actos de amor y peticiones que hace al Señor:
«Oh dulcísimo Jesús mío, crucifícame contigo en la cruz,
clava en ella mi cuerpo y mi corazón con el tuyo».
El instituto naciente sigue tomando cuerpo, la inteligencia y liderazgo de la Madre María de Jesús Sacramentado dieron forma a esta pequeña obra, iniciada por Monseñor Atenógenes Silva y así, el 25 de enero de 1921, se realizaron las primeras elecciones canónigas de la Congregación, siendo electa Superiora General la Madre Nati. El nombramiento aumentó su fidelidad al deber.
Enterándose el Sr. Obispo de San Luis Potosí, el Siervo de Dios, Miguel de la Mora y Mora, de la incipiente congregación, sugirió a la Madre Nati la idea de escribir las Constituciones y pedir la aprobación diocesana para dicho Instituto.
De 1926 a 1929, durante la cruel persecución religiosa, su firmeza y calidad humana y espiritual, fue lo que mantuvo la disciplina del instituto a ella confiado.
¡Santa María de Jesús Sacramentado ora pro nobis!
Redactó las constituciones de su congregación, aprobadas por el Arzobispo de Guadalajara, el Siervo de Dios, Francisco Orozco y Jiménez, el 24 de julio de 1930. El 8 de septiembre de 1930, fiesta de la Natividad de María, ella y las hermanas elegidas, formularon sus votos perpetuos; su nombre, Natividad, lo cambió por el de Sor María de Jesús Sacramentado.
Los inicios fueron difíciles en el aspecto económico y también por la persecución que padecía la iglesia. Sor María de Jesús trató maternalmente a todas las Hermanas, llamándolas «mis muchachitas», pero a pesar de su carácter dulce, era decidida y enérgica. No permitía que el desaliento en la atención a los enfermos se infiltrara en su Congregación.
Durante los 33 años que duró en su cargo de Superiora General, teniendo la responsabilidad de la dirección del instituto, favoreció la fundación de dieciséis Casas para atender enfermos ancianos y desvalidos.
De la primera fundación en 1934, el «Sanatorio Mazatlán», ubicado en el bello puerto del Estado de Sinaloa, hay una anécdota:
«Terminados los trámites necesarios en ambas Mitras y médicos con quienes se formuló contrato, reunió la Reverendísima Madre María de Jesús Sacramentado a toda la comunidad y así preguntó:
-¿Quién quiere ir a fundar la primera Casa en Mazatlán?
Todas las Hermanas se quedaron calladas. Insistió la Madre María de Jesús:
-Levante el dedo la que quiera ir…
Pero ninguna lo levantó. Luego ella añadió:
-¿Quién quiere obedecer?
Entonces, como movidas por un resorte, unánimemente se pusieron de pie. Conmovida la Madre y con las palabras que siempre habían en sus labios para levantar el ánimo y dar valor en la abnegada labor de enfermeras, y hacer dulce el cumplimiento de un reglamento diario, nombró a las Hermanas que irían a la primera fundación».
Le siguieron las siguientes fundaciones: En 1937, «Sanatorio San Vicente», en la Barca, Jalisco. En 1939,»Asilo de Nuestra Señora de Santa Anita», en Santa Anita, Jalisco. En 1940, «Sanatorio Rodarte», en Durango, Durango. En 1943, «Puesto de Socorro Cruz Roja Mexicana», en Guadalajara, Jalisco. En 1944,»Sanatorio Tepic», en Tepic, Nayarit. En 1947, «Asilo del Corazón de María», en Guadalajara, Jalisco. En 1948, «Sanatorio San Vicente», para tuberculosos, en Guaymas, Sonora. En 1949, «Hospital Civil», en Cananea, Sonora, y «Puesto de Socorro Cruz Roja Mexicana», en Mazatlán, Sinaloa. En 1950, «Sanatorio Licona», en Hermosillo, Sonora, y «Clínica Obrera», en Cananea, Sonora. En 1953, «Hospital Regional», en Salvatierra, Guanajuato. En 1954, «Sanatorio Sagrado Corazón», en los Mochis, Sinaloa.
Con esto aparece aquí de nuevo realizada la parábola del «Grano de mostaza»… durante el tiempo que se desarrolló como Superiora General, Sor María de Jesús logró que la Congregación creciera rápidamente.
Según testimonios, Sor María de Jesús se distinguió por su servicio generoso. Siempre tuvo un gran amor hacia los sacerdotes. Labró en silencio su santidad, sin buscar la gratitud humana. Aceptaba a una novicia sin importar si podía dar dote o no.
Quería inmensamente a los enfermos, llevándoles a diario consuelo y ánimo en sus penas. Era humilde y sencilla. Mucha gente acudía a ella en busca de consejo y de consuelo. Una frase que con frecuencia repetía a sus compañeras:
«Toda devoción que impide la obligación, es ociosa ocupación».
Por ello Sor María de Jesús oraba mientras atendía a los enfermos, mientras estaba en sus labores, a toda hora. Luchó por mantener siempre unida a su comunidad, ejemplificó el orden y la limpieza que debe tener una religiosa; su fortaleza la atribuía a la recepción cotidiana de la Sagrada Eucaristía.
Fruto de este espíritu de oración es la manifestación clara y palpable de un Cristo que se le quiso manifestar. Describimos, lo que ella misma firmó, asegurando decir verdad:
«El año de 1947, el 7 de diciembre a las 7:00 de la mañana. Un crucifijo grande chorreando sangre abundante desde la cabeza coronada de espinas y chorreando desde el rostro a todito su venerable cuerpo.
Me vi a mí misma frente a Él, viéndolo, y de repente bajó sus dos manos que estaban asidas de los clavos y tan inclinado, que le vi su espalda encorvada en actitud de alcanzarme, me sentí tan pequeña y Él tan inclinado, que cuando acordé me llevaba con sus dos manos a besar la llaga de su hombro derecho, y al besarla, oí mi voz que dijo: <Ahora sí alcancé a besar esta llaga>, pero me vi tan pequeña como un niño de un año, y no sé como sería esto, yo me veía besando la llaga por la espalda y era la misma que la llaga besaba, y cuando volví estaba hincada en el mismo reclinatorio rodeada de mis Hermanas, y nadie me dijo que hubiera dejado de estar en el reclinatorio, esto fue acabando de comulgar como digo, a las 7:00 de la mañana, víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, cuando me di cuenta, estaba en la misma actitud de antes, de rodillas en el reclinatorio, nadie se dio cuenta, no dijeron las Hermanas haber notado nada».
En su interior, Sor María de Jesús era mística. Ella escribió:
«Jesús mío, grabad en mi corazón los tormentos de vuestra pasión».
El Padre Ramiro Valdés Sánchez, nos relata en su libro «Tuyo es el Reino» que:
«La Madre Nati no quería revelar las visiones tenidas por considerarlas algo especial y personal; no obstante, en el año 1947, para fines de tramitar la Aprobación Pontificia del Instituto, se le preguntó si había tenido visiones especiales de Nuestro Señor y no tuvo más remedio que darlas a conocer. Sin embargo ella nunca pretendió que alguien lo creyera, ni mucho menos que por ellas se le diera un trato especial».
Sor María del Socorro Mariscal, nos habla de lo siguiente descubierto en los apuntes de la Madre María de Jesús:
<El año de 1952, el 15 del mes de abril a las 12:00 de la noche, nueve noches seguidas sin dormir seguido a esta fecha>.
«So pretexto de que la Sagrada Mitra, para tramitar la aprobación pontificia del Instituto, pregunta acerca de la historia de los fundadores si ha habido visiones o cosas extraordinarias, en hora oportuna me atreví a preguntarle por qué había escrito esas notas».
«Consintió en explicarme pidiendo no lo dijera yo, sino al Padre Romo, que lo necesitaba entre los documentos de nuestra aprobación».
«Tiene escrito ahí mismo: <Un sacudimiento en el cuerpo, me despertó>, y asegura que comenzando en la fecha, hora y por el tiempo arriba indicado, sintió que la despertaban moviéndola fuertemente, pero que no sentía ningún temor, sino al contrario, en medio de <una fuerza>, <una lucha>, dentro de sí, que causándole un fuerte sudor físico, la hacía experimentar tal gozo y tanto bienestar que no advertía que pasaban las horas. Esto terminaba cuando a la señal del despertador, 5:00 de la mañana, tenía que levantarse para asistir a la primera distribución en la capilla».
«Como fueron nueve noches seguidas y su complexión es débil, asegura que con el desvelo y aquel desgaste orgánico producido con el mucho sudar, sufrió agotamiento desde el día consecutivo a la primera noche de esto».
«Me dice y lo tiene escrito, que lo comunicó al entonces confesor ordinario de la comunidad. Que él la animó a soportar en silencio aquello aún cuando le costara la vida y que entre otras cosas, le dijo:
<Tú viniste a buscar a Dios, ya lo tienes, no lo dejes ir>».
El confesor de la comunidad, afirma Sor María del Socorro, era entonces el Muy Ilustre señor Canónigo don Macario Velázquez, de cuya preparación teológica, ascética y mística, no podemos dudar.
Su cargo de Superiora General habría de durar treinta y tres años consecutivos, proporcionándole una verdadera crucifixión dado los múltiples sacrificios a los que se enfrentaría, pues son constantes en estos casos. El 12 de septiembre de 1954 quedó relevada de su cargo al quedar electa Superiora General, en el Capítulo General de Elecciones, la Reverenda Madre María del Sagrado Corazón Ortiz Santana.
El cambio naturalmente debió haberse sentido en todas y cada una de sus religiosas, pero Dios, que en su Providencia dirige los destinos de todos y de cada uno en particular y de las instituciones, permitió estos cambios, pues sin que la comunidad sospechara el por qué de ellos, el 11 de febrero de 1956 sufrió la Madre María de Jesús una embolia cerebral, es decir, diecisiete meses después de haber entregado el cargo de Superiora.
De esta gravedad, se recuperó casi del todo, con lo que se deduce que el Señor todo misericordioso quería que bajo la mirada de la misma Fundadora se fuera fraguando según el modo y el espíritu de ella misma, la nueva Superiora General.
Serían incontables las circunstancias en las que dejó ver su espíritu religioso a toda prueba. Cuando de la embolia recuperó el habla, se le pudo oír decir:
«Descansa tú mi Jesús, aunque yo sufra».
Siempre asistió al Santo Sacrificio de la Misa y con gran fervor seguía las partes de ella. Una de las Hermanas describe:
«El 14 de agosto, celebrando el Tránsito de María, estaba en la capilla la imagen de la Santísima Virgen tendida y llena de flores, como se acostumbra; en la meditación de la tarde lloró con sollozos muy fuertes cuando todas estábamos en silencio. Una Hermana se acercó inmediatamente preguntándole:
-Nuestra Madre, ¿qué tiene?
En mayo, como otras veces -continúa la Hermana con su relato- la sorprendí sentada tras su mesita-escritorio con los ojos puestos en la imagen de Jesús Doliente, y como la interrumpí con el asunto que yo llevaba, al terminar me dijo:
-Ven, siéntate para que escribas lo que te voy a dictar:
<Corazón de Jesús, por vuestro amor, quiero ser víctima en tu honor>.
Además me recomendó aprendiera de memoria esto que siguió dictándome:
<Corazón de Jesús, siempre lleno, de dolor… -hizo una pausa y luego prosiguió- …de gratitud por tantas gracias y favores que he recibido. De amor: porque Él ha sido el objeto de mis amores. De desagravio: por todas mis faltas, las de los pobrecitos pecadores y de todos mis hermanos>…».
Los últimos años de su vida, marcados por la decrepitud y la enfermedad, Sor María de Jesús mantuvo su testimonio de abnegación y entereza, dando ejemplo de sumisión religiosa a la Madre Superiora General, fortaleciendo y consolando a quienes le presentaban sus penas, hasta que sus males reincidieron y así llegó el 25 de junio de 1959 en que nuevamente se agravó.
El día 29 sufrió un síncope a las 4:00 de la tarde, del que se recuperó un poco y con fervor pudo recibir los últimos Sacramentos. Sor María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre murió llena de paz el día 30 de junio de 1959, a las 6:45 de la mañana.
Cuando Sor María de Jesús descansó en el Señor, contaba con 91 años de edad. Muchas personas pudieron testificar como Dios le concedió, inmediatamente después de su muerte, esta gracia divina: su rostro rejuveneció de forma admirable.
Aún estaban sus restos mortales en la cama donde expiró cuando llegó Su Eminencia el Sr. Cardenal don José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara; rezó el primer responso y demás oraciones. Al despedirse exhortó a las Hermanas de la comunidad a que siguieran el ejemplo de ella, asegurándoles:
«Desde este momento tienen una Madre y una intercesora en el cielo».
El día 31, fiesta de San Ignacio de Loyola, de quien era gran devota, tuvo verificativo el solemne funeral. Incontables personas de todas clases sociales acompañaron el cadáver al «Panteón de Mezquitán»; sacerdotes, religiosas, médicos, Directiva y Personal de la Cruz Roja con sus ambulancias.
La Madre Nati dejó a su paso una estela de bondad y auténtica caridad, sobre todo hacia los enfermos. El amor a la figura sacerdotal convirtió su vida en una generosa ofrenda por aquellos que en la Tierra son los dispensadores de las gracias de Dios.
Como don de Dios, Monseñor Enrique Mejía Razura, recibió la inspiración de trabajar para llevar a los altares a la Reverendísima Madre María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre. Siendo Monseñor Mejía, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias, debía presentarse en Roma semestralmente y así con esta oportunidad y su grande empeño se iniciaron los trámites. En noviembre de 1977 pidió orientaciones en la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos.
El 8 de septiembre de 1980 es promulgado el Decreto de Introducción de la Causa en la Arquidiócesis de Guadalajara. El 7 de abril de 1983, se termina de revisar el «Trasunto» y se verifica la «Clausura» del proceso, presidiendo el Sr. Cardenal José Salazar López, Arzobispo de Guadalajara. La documentación resultante, empaquetada y sellada con lacre como es requisito, la recibe Monseñor Mejía bajo juramento de entregarla a la Sagrada Congregación en Roma.
El día 13 de mayo de 1989, en el Vaticano, en la presencia y con la autoridad de Su Santidad Juan Pablo II, a las 11:00 de la mañana, fue promulgado, entre otros, el Decreto de Virtudes Heroicas de la Sierva de Dios Sor María de Jesús Sacramentado Venegas, quien, desde ese momento quedó declarada oficialmente Venerable.
La Venerable Sierva de Dios Sor María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, el 22 de noviembre de 1992, junto con 25 Mártires Mexicanos, para gloria de Dios y de México, siendo motivo de esperanza para los católicos y un ejemplo de fe para el mundo entero.
Durante la homilía de la Misa de Beatificación, el Papa Juan Pablo II se refirió a la Madre María de Jesús Sacramentado:
6. «Especial mención merece también hoy la primera mujer mexicana declarada beata, la Madre María de Jesús Sacramentado Venegas. Ella fomentó en su instituto, las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, una espiritualidad fuerte e intrépida, basada en la unión con Dios, en el amor y obediencia a la Iglesia. Con su ejemplo enseñó a sus hermanas religiosas -muchas de las cuales están aquí presentes para honrarla- que debían ver en los pobres, los enfermos y los ancianos, la imagen viva de Cristo».
«Cuando asistía a uno de ellos solía decirle: <Ten fe y todo irá bien>. De hecho, su vida es un modelo de consagración absoluta a Dios y a la humanidad doliente, que ella empezó a conocer en el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, en Guadalajara».
«La Madre Venegas tenía también una veneración particular por los sacerdotes y seminaristas; al rezar por ellos decía: <Oh Jesús, sacerdote eterno, ten a tus siervos en tu corazón y conserva inmaculadas sus manos consagradas, bendice su trabajo>. La nueva beata nos enseña una continua relación con Dios y una entrega abnegada hacia los hermanos a través de nuestro trabajo cotidiano en el propio ambiente».
(L´Osservatore Romano, 27 de noviembre de 1992)
En orden a la Canonización, la Postulación sometió al juicio de la Congregación de los Santos una presunta curación admirable, atribuida a la intercesión de la Beata Sor María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre. El caso pertenece a Anastasio Ledesma Mora, que fue llevado al Hospital del Sagrado Corazón, en Guadalajara, para someterlo a una operación quirúrgica.
Después de la anestesia, se manifestó una lentitud cardiaca, que aumentó gradualmente hasta finalizar en un paro total del corazón y de las arterias. Al punto se intentaron terapias de reanimación, pero en vano; por lo que el enfermo cayó en coma profundo sin convulsión nerviosa.
Notando la gravedad de la situación, los mismos médicos, los enfermeros, que estaban en el quirófano, así como la esposa del enfermo y las Hermanas, Hijas del Sagrado Corazón, invocaron la intercesión de la Beata María de Jesús Sacramentado. Después de 10 ó 12 minutos las palpitaciones se restablecieron y, más allá de lo que los médicos esperaban, el enfermo no sufrió ningún daño en el cerebro, y a los pocos días fue sometido a una Hemicolectomía con Colostomía definitiva, sin complicación alguna.
Se tuvo como admirable la reanudación de los latidos del corazón gravemente interrumpidos, por lo cual el Arzobispo de Guadalajara realizó la investigación Diocesana, y la Congregación para las Causas de los Santos aprobó su autoridad y fuerza por el Decreto del 9 de junio de 1995.
El Colegio de los Médicos de este Dicasterio, en la Sesión del 5 de febrero de 1998, reconoció que la curación fue muy rápida, completa y estable, y la rehabilitación completa sin secuelas, inexplicable. Se tuvo el Congreso especial de los Teólogos Consultores el 29 de mayo de 1998 y el 16 de marzo de 1999 se realizó la Sesión Ordinaria de los Padres Cardenales y de los Obispos, siendo Ponente de la Causa el Eminentísimo Cardenal Pío Laghi.
Y en ambas reuniones, la de los Consultores y la de los Cardenales y Obispos, a la duda propuesta de si constaba del milagro divino, se respondió afirmativamente.
Se informó finalmente al Sumo Pontífice Juan Pablo II, con máxima exactitud de parte del suscrito Perfecto y Su Santidad acogió benignamente el Voto de la Congregación de las Causas de los Santos y la tuvo como cierta, por lo cual mandó que se emitiera el Decreto de la mencionada curación admirable.
Una vez elaborado este decreto, mandó además Su Santidad, el día 26 de marzo de 1999, que se publicara este decreto y se asentara en las actas de la Congregación de las Causas de los Santos.
El decreto lo publicó L´Osservatore Romano el 2 de abril de 1999. El 10 de marzo del 2000, en Roma, se anunció su canonización para el 21 de mayo, durante el día dedicado a México en el Gran Jubileo.
La Beata Sor María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre fue canonizada el 21 de mayo del Año Santo 2000, Jubileo de la Encarnación de Jesucristo, por el Papa Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro, junto con el grupo de veinticinco Beatos Mártires Mexicanos, encabezados en la lista por el BeatoCristóbal Magallanes y del sacerdote confesor, el Beato José María de Yermo y Parres.
Durante la homilía de la Misa de Canonización, el Papa Juan Pablo II se refirió a la Madre María de Jesús Sacramentado:
«Santa María de Jesús Sacramentado Venegas, primera mexicana canonizada, supo permanecer unida a Cristo en su larga existencia terrena y por eso dio frutos abundantes de vida eterna. Su espiritualidad se caracterizó por una singular piedad eucarística, pues es claro que un camino excelente para la unión con el Señor es buscarlo, adorarlo, amarlo en el santísimo misterio de su presencia real en el Sacramento del Altar».
«Quiso prolongar su obra con la fundación de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, que siguen hoy en la Iglesia su carisma de la caridad con los pobres y enfermos. En efecto, el amor de Dios es universal, quiere llegar a todos los hombres y por eso la nueva Santa comprendió que su deber era difundirlo, prodigándose en atenciones con todos hasta el fin de sus días, incluso cuando la energía física declinaba y las duras pruebas que pasó a lo largo de su existencia habían mermado sus fuerzas. Fidelísima en la observancia de las constituciones, respetuosa con los obispos y sacerdotes, solícita con los seminaristas, Santa María de Jesús Sacramentado es un elocuente testimonio de consagración absoluta al servicio de Dios y de la humanidad doliente».
El legado de la Madre Nati para la Iglesia de México, es su obra: las»Hijas del Sagrado Corazón de Jesús». Su espiritualidad parte precisamente del amor que cada una de las religiosas debe tener al Sagrado Corazón de Jesús; su carisma, es «servir con caridad a quienes se asemejan más a Jesús sufriente», y su misión específica, atender a los enfermos y necesitados.
Su apostolado se enmarca en el ámbito de la Pastoral de la Salud; concretamente, prestan sus servicios en el Hospital del Sagrado Corazón, en instituciones como la Cruz Roja Mexicana, y en algunos asilos. Su labor se extiende poco a poco, y las casi 200 religiosas que conforman la obra, trabajan también en la animación parroquial y la formación de agentes de Pastoral. En Chiapas cuentan también con la«Casa del Buen Samaritano», donde brindan atención a quienes egresan de los hospitales y necesitan atención delicada.
La congregación se ha esparcido por México, Guatemala, Chile, Honduras y Guinea Conakry, en África Occidental, con un total de 26 comunidades.
La formación de las «Hijas del Sagrado Corazón» comienza con un año de acompañamiento vocacional, en el seno de sus familias. Posteriormente, al hacer su solicitud de ingreso tienen dos meses de convivencia fraterna y acercamiento con la comunidad, para después ser aceptadas en el Postulantado, etapa en la que van descubriendo el ser y quehacer de la obra. Es después de ello que pasan al Noviciado.
El noviciado es la etapa de formación por excelencia. Durante dos años se preparan para hacer sus primeros votos, y a los cinco, hacen votos perpetuos.
Lo más importante es formarse en el amor al Sagrado Corazón de Jesús y manifestarlo en la caridad a los hermanos.
Las «Hijas del Sagrado Corazón de Jesús» invitan a jóvenes que tengan inquietud por la vida religiosa, a formar parte del nuevo instituto masculino, que llevará el nombre de » Hijos del Sagrado Corazón de Jesús y de Santa María de Jesús Sacramentado».
Dios infinitamente bondadoso
que te dignaste enriquecer a
Santa María de Jesús Sacramentado Venegas
con una fe inquebrantable
y un amor singular a tu Hijo
bajo la advocación del
Corazón Sacratísimo de Jesús,
que encendió en Ella el amor
a los enfermos y a los pobres,
te suplicamos nos concedas
si es para tu Gloria y bien nuestro, la Gracia de…
(se hace la petición)
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Tomado de:
http://www.oremosjuntos.com/