Ad orientem – Segunda Parte.

Aquí pueden dar seguimiento a la entrada anterior llamada Ad Orientem.

A continuación publico la respuesta hecha por el Profesor Mario, a la respuesta que le dí, al primer mensaje que envió al Blog:

Mario Enrique Bruzzone // Diciembre 31, 2009 a 12:29 pm |

Estimado hermano en el Señor y María
Arturo Medina Muñoz

Ante todo le agradezco su amabilidad al haberme respondido, y en primer lugar pasaré a responderle las dos preguntas que me efectúa antes de finalizar.
a) Sí, soy católico apostólico y romano (no sé bien el motivo por el cual Ud. utiliza las mayúsculas en esas palabras ya que yo sólo lo hago cuando me refiero a la Iglesia). Y es más, al menos hasta donde yo sé, sostengo absolutamente todos y cada uno de los puntos que forman el Dogma de la Iglesia, y jamás he encontrado a nadie, absolutamente a nadie, que me diga que mis ideas “chocan” con tales o cuales principios del mismo.
b) Le diré que ha “acertado” en cuanto a su apreciación del motivo por el cual llegué a su blog, dado que estoy preparando un escrito sobre la posibilidad de volver al uso del latín, ya que considero que sería un error el hacerlo. De todas formas le aclaro que ese “título”, que según usted yo utilizaría, es incorrecto puesto que jamás, ni siquiera he soñado en poner algo por el estilo. De ser posible le agradecería que me mencionara de dónde pudo sacarlo ya que estoy absolutamente seguro de que nunca en mi vida he redactado esa frase. Aunque quien sabe, a veces los años hacen que olvidemos algo.
De cualquier forma, en cuanto concluya de redactar estas líneas, y antes de publicar los textos que estoy elaborando, procuraré obtener y leer el artículo al cual usted hace referencia.
Y dicho eso mencionaré algo más.
Usted señala que cuando el Concilio Vaticano II, debidamente aprobado y promulgado por el Papa, y por ende Doctrina Oficial de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, introdujo las modificaciones en el ritual de la Misa, colocando al Ara como eje central de la Celebración Litúrgica de la Misa, con el Celebrante de cara al pueblo y éste viéndolo, tanto a él como al desarrollo de dicha Celebración, se lo habría efectuado como una “ayuda al pueblo” y como una “adaptación a la cultura contemporánea”.
Pues bien, yo recuerdo perfectamente que en esa época se mencionaba por todos lados que dicha modificación se la hacía por cuanto constituía un “volver a las fuentes del cristianismo”. Es decir que antiguamente era la forma “normal” de Celebrar la Fracción del Pan que tenían los cristianos.
Finalmente le aclaro algo que digo siempre.
Yo no creo ser ningún “experto”, sino un simple laico, preocupado porque “me duele” que un mensaje de Amor tan claro como el que surge del Evangelio, no sólo no sea aceptado, sino que es rechazado por tantos miles de millones de personas en todo el mundo, situación que me llevó a leer muchas veces (siempre digo más de 7 veces) la Biblia, investigar algunas cosas, y redactar otras.
Reiterándole mi gratitud por su respuesta, y haciéndole llegar mis mejores deseos de un buen año 2010, le saludo cordialmente
MARANA-THA

Mi respuesta:

¡Pax et bonum!

Apreciable profesor Mario:

Respondiendo a su segundo mensaje, le concedo toda la razón en cuanto a lo que expresa en relación con mi forma de escribir católico apostólico y romano, lo hice con la única finalidad de resaltar el término (debí utilizar negritas), pero es correcto lo que usted dice, y sólo debe utilizarse como lo hace usted cuando escribe Iglesia, yo también lo hago así, como debe ser.

Me da mucho gusto saber que aún es católico apostólico y romano, y que sostiene absolutamente todos y cada uno de los puntos que forman el Dogma de la Iglesia, al igual; me da gusto saber que jamás ha encontrado a nadie, absolutamente a nadie, que le diga que sus ideas “chocan” con tales o cuales principios del mismo.  Mi inquietud al respecto era, porque es frecuente encontrarse con estudiosos de la religión, que de tanto estudiar se han quedado sin llegar a creer nada, o se han casado con alguna ideología contraria a lo que enseña el Magisterio de la Iglesia, por ejemplo algunos se casan con la teología de la liberación, otros con el ateísmo, etc.

También me da gusto saber que acerté en cuanto a mi apreciación del motivo por el cual llegó a mi blog; no entiendo el porqué, tanta gente así como usted también lo expresa, consideran un error el que en la Iglesia se rehabilite el uso del latín en las Misas, me parece que le tienen pavor al latín, ¿Qué es lo que les disgusta de esta lengua? Si echamos un vistazo a otras religiones, veremos que ella mantienen una lengua sagrada, y siendo el Cristianismo la religión verdadera revelada por el mismo Dios, no veo porque no habría de tener su propia Lengua Sagrada, que si bien, el latín es una lengua muerta, lo mismo lo son las otras lenguas sagradas de las otras religiones, esto evoca una fuente grande de misterio, ya que es un lenguaje que por ser una lengua muerta, se desconoce totalmente. Creo que muchos tienen un concepto mal formado al respecto. Le recomiendo que en cuanto le sea posible visite este sitio: http://ecumenicasdegudaluper.org un día Domingo o Fiesta de Guardar, en cualquiera de los siguientes horarios en que Monseñor Puente oficia el Santo Sacrificio de la Misa: 9:00 y 10:30 a.m. – 12:00 y 4:00 p.m. (hora del pacífico) para que observe y escuche (espero que ya funcione de nuevo el audio) como al menos en este humilde Templo, se vive la Misa Gregoriana, con la participación de adultos y niños, todos participando en los cantos de la misa en latín. La esencia de la Misa Gregoriana es de una gran solemnidad y una majestuosidad enorme, aquí contemplamos lo Sagrado del Misterio de Dios, el Misterio de la Encarnación y la Redención, es por esto que otros muchos prefieran este rito, no es por que se tenga una nostalgia por la belleza del mismo, por el pasado litúrgico de la Iglesia, por que de ser así, sería preferible que este rito pasara a ocupar un lugar en algún museo.

En relación a lo que me comenta sobre lo que según yo, usted utilizaría como título para su escrito, creo que no me expliqué bien, ya que yo no quise decir eso, tal vez si relee mi respuesta anterior, se dará cuenta de lo que digo, trataré de explicárselo de nuevo:

La pregunta fue que como había llegado usted a mi Blog, si sería porque estaba preparando su escrito sobre la Misa en latín, como ya lo había expresado en un comentario que usted hizo en un blog, el cual publicaba un post con este título: Ser flexibles en la eucaristía y no regocijarse con el rito tridentino. También usted ha acertado al estar absolutamente seguro de que nunca en su vida ha redactado esta frase.   Aquí le dejo el enlace del post con dicho título, ahí es en donde se encuentra su comentario, en el cual usted dice, que tendrá que escribir al respecto:

http://teodoro-gallo.lacoctelera.net/post/2009/11/06/ser-flexibles-la-eucaristia-y-regocijarse-con-rito

Gracias por tomar en cuenta mi recomendación en relación al artículo que le recomendé, pienso que tal vez también le sirvan los otros artículos que se encuentran el misma sección de Reflexiones, al igual que algunas entrevistas que le han hecho a Monseñor Puente, en las que, toca un poco estos temas, y que he publicado en la sección Monseñor en los Massmedia.

En cuanto a lo que señalo en mi respuesta anterior en relación al Concilio Vaticano II, no lo digo yo, lo dice el Obispo Edward Slattery de Tulsa, Oklahoma, tal vez lo que usted recuerda perfectamente de esa época, en cuanto a esa modificación, era un «volver a las fuentes del cristianismo», pero ¿Realmente se estaba volviendo a los orígenes del Cristianiso?, me temo que NO, más bien lo que se estaba haciendo y lo que se hizo fue alejarse MÁS. Pero que estoy diciendo, ¿Puede ser posible esto? Claro que es posible, si no lo cree, lea lo que sigue:

En los Richtlinien für die Gestaltung des Gotteshauses aus dem Geist der rómischen Liturgie (Instrucciones para la disposición de las Iglesias en el espíritu de la liturgia romana) de 1949, Theodor Klauser adelanta que: «Ciertas señales hacen entrever que, en las Iglesias del futuro, el sacerdote se colocará como antaño tras el altar y celebrará cara al pueblo, como aún se hace hoy en ciertas basílicas romanas; el deseo, que se percibe por doquier, de ver más claramente expresada la comunidad de la mesa eucarística, parece exigir esta solución» (n° 8). Lo que Klauser presentaba entonces como deseable, ha llegado a ser, como sabemos, la norma en casi todas partes. Se piensa que se ha recuperado una costumbre de la primitiva cristiandad; pero como demostrarán claramente las explicaciones siguientes, se puede probar con certeza que jamás ha habido ni en la Iglesia de Oriente ni en la de Occidente celebraciones versus populum (cara al pueblo) sino que siempre todos se volvían hacia el oriente para rezar, ad dominum (hacia el Señor). La idea de un cara a cara entre el sacerdote y la asamblea en la misa se remonta a Martin Lutero que hacia notar en su opúsculo Deutsche Messe und Ordnung des Gottesdienstes (La misa alemana y el orden del culto divino) de 1526, al comienzo del capítulo de «El Domingo para los laicos «: «Conservaremos los ornamentos sacerdotales, el altar y las velas hasta el agotamiento, o hasta que nos convenga cambiarlos. Sin embargo dejaremos hacer a los que quieran hacer otras cosas. Pero en la verdadera misa, entre verdaderos cristianos, será necesario que el altar no quede como está y que el sacerdote se vuelva siempre hacia el pueblo, como sin duda lo hizo Cristo durante la cena. Pero esto puede esperar». Y he aquí que el momento esperado ha llegado ……

Para justificar el cambio de posición del celebrante en relación con el altar, el Reformador se refería a la situación de Cristo durante la última Cena. En efecto, tenía ante sus ojos las habituales representaciones de la época: Jesús está de pie o sentado en medio de una gran mesa y los Apóstoles lo rodean, a su derecha y a su izquierda.

¿Pero, efectivamente, ocupaba Jesús esta posición? Ciertamente no, pues hubiera contravenido las costumbres domésticas de la época. En tiempo de Jesús, y aún siglos más tarde, se empleaba o una mesa redonda o una mesa en forma de sigma (en semicírculo). La parte delantera quedaba libre para permitir servir los distintos platos. Los convidados estaban sentados o acostados detrás de la mesa semicircular. A este efecto utilizaban divanes o un banco, en forma de sigma. El sitio de honor no estaba, como pudiera pensarse, en el centro, sino a la derecha (in cornu dextro). El segundo sitio de honor estaba enfrente. Esta disposición de los asientos se encuentra constantemente en las más antiguas representaciones de la Cena de Jesús y permanece hasta el corazón de la edad media. El señor está siempre, sentado o recostado, en el lado derecho de la mesa (cf. fig. 4). Hacia el siglo XIII comenzó a imponerse otro tipo de representación: colocan a Jesús detrás de la mesa y en medio de los Apóstoles, que le rodean. Esta es la imagen que tenía Lutero ante sus ojos. Esta representación tiene en efecto toda la apariencia de una celebración versus populum. Pero en realidad no tiene nada de parecido, puesto que el «pueblo», hacia el que el Señor hubiera debido volverse estaba ausente, como se sabe, de la sala de la cena. Lo que quita todo valor a la argumentación de Lutero. Por otra parte, en cuanto sabemos, éste jamás exigió que se celebrase vueltos hacia la asamblea; entre las comunidades protestantes, solamente los Reformados adoptaron la costumbre de hacerlo. 1 Como podrá constatar, no es como nos han hecho creer que antiguamente esa era la forma “normal” de Celebrar la Fracción del Pan que tenían los cristianos.  Si desea seguir leyendo más al respecto, puede encontrar el artículo completo en la sección Reflexiones de este Blog.

Yo tampoco creo, ni pretendo ser un “experto” en estos temas, yo sólo soy un minúsculo laico que pretende vivir el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Entiendo su preocupación  y su dolor, como lo expresa usted, al ver que el Mensaje de Amor, tan claro como el que podemos encontrar en el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, no sólo no sea aceptado, si no que sea rechazado por tantos miles de millones de personas en todo el mundo, es por esto que  la misión de este Blog sea la de contribuir a que los corazones y las mentes de muchas personas,  al leer la información seleccionada que aquí se publica, les mueva y disponga a un acercamiento profundo a Dios y los que se fueron de la Iglesia, por ser testigos de tanto desorden en lo más Sagrado que tenemos los Cristianos Católicos, el Santo Sacrificio de la Misa, regresen, para que así podamos ser un sólo rebaño bajo un solo Pastor, haciendo así realidad la petición que nuestro Señor Jesucristo hiciera a su Padre amado, <<Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado>> San Juan. 17,21, todo esto para la Gloria de Dios y la Salvación de las Almas.

Me sorprende, saber que esta situación lo llevó a leer muchas veces la Sagrada Escritura, más de 7 veces.

Agradeciendo sus mejores deseos hacia a mí, para este año 2010 que está por iniciar, me despido, deseándole que en este año que está a la puerta, el Buen Dios, llene de Gracia su vida y la de todos sus seres queridos, hoy y siempre.

¡Paz y bien!

Fraternalmente:

Arturo Medina Muñoz.

Editor del Blog.

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Notas:

1.- «EL ALTAR CATÓLICO» ¡VUELTOS HACIA EL SEÑOR!  por MONSEÑOR KLAUS GAMBER Fundador del Instituto Litúrgico de Ratisbona  http://www.mercaba.org/LITURGIA/altar_catolico_02.htm

Un artículo más, en Reflexiones

En la sección de Reflexiones, encontrarás un artículo titulado: «EL ALTAR CATÓLICO», publicado en francés por los Monjes de Barroux,  obra del gran liturgista alemán Klaus Gamber, «Zum Herrn hin», sobre la orientación de la Iglesia y del Altar.

Conservar el Ritus Romanus no es una cuestión de estética: es, para nuestra Santa Fe, cuestión de vida o muerte. Mons. KLAUS GAMBER Director del Instituto Litúrgico de Ratisbona.

Klaus Gamber nació el 23 de abril de 1919 en Ludwigshafen (Alemania), siendo ordenado sacerdote el 29 de junio de 1948 en Ratisbona. En 1957, con unos colaboradores, fundó el Instituto Litúrgico de Ratisbona para el estudio de las fuentes de la liturgia occidental, obra a la que dedicó todos los desvelos de su existencia, permaneciendo como director del mismo hasta su fallecimiento el 2 de junio de 1989, a la edad de setenta años.

Era uno de los mejores historiadores y conocedores de la liturgia, renombrado especialista en la liturgia romana, así como en los ritos orientales, los cuales admiraba mucho. Sus sabios trabajos le valieron ser nombrado en 1958 miembro de honor de la Academia Pontificia de Liturgia, capellán y Camarero secreto de su Santidad en 1966.

El catálogo de sus escritos cuenta con más de 360 títulos; libros, artículos, estudios y ediciones de textos patrísticos y litúrgicos, poco conocidos por el público en nuestros días.

El padre Klaus Gamber escribió acerca de las reformas litúrgicas que siguieron al Concilio Vaticano II. Sus obras, traducidas a numerosos idiomas, han provocando no pocos comentarios entre la prensa europea. Una de las reformas posteriores al concilio comentadas por Gamber en su libro es la novedosa práctica de que el sacerdote mire a la congregación. Mucha de la propaganda que justificó el cambio de posición del ungido alegó que era un retorno a la tradición primitiva de la Iglesia. La historia y la arqueología eran con frecuencia citadas (sin bien con escaso fundamento, tal y como demuestra Gamber en ¡Vueltos hacia el Señor!) y la mayoría de los sacerdotes y parroquianos a lo largo de mundo aceptaron dicha versión de los hechos, reemplazando los viejos altares por mesas de madera o bloques de piedra que permitían al oficiante celebrar de cara al pueblo los sagrados misterios. El presbítero pasó a establecer contacto ocular con sus parroquianos, a ser el presidente de la asamblea; el de dinamizador que incita a la participación activa de la congregación. El altar devino en mesa eucarística y la noción de la Santa Misa como Sacrificio quedó relegada por la idea de una cena en común.

Entre aquellos que glosaron el libro de Gambrer se encuentra el Cardenal Ratzinger. Entrevistado por el periódico italiano Il Sabato, explicó que no hay evidencia histórica, ni escrita ni arqueológica, que establezca que el altar en los primeros siglos de la Iglesia estaba de cara al pueblo. En aquellos tiempos, la cuestión no era mirar a la gente sino a Oriente, de donde vendrá Jesucristo en la Parousia. Asimismo, el por entonces cardenal y hoy Papa explicó que el casi universal cambio de los altares no es un decreto del Vaticano II.

El debate que abrieron los libros de Gamber permite que las aserciones invocadas en nombre de “el Espíritu del Concilio” muestren su ausencia de base histórica, arqueológica, teológica y litúrgica. Ahora, con Ratzinger en la silla de Pedro, la obra de Gamber (que por primera vez en España y de forma exclusiva distribuye Criteria Club de Lectores) recobra su capital importancia.

Un libro sobre la liturgia que inspiró a Joseph Ratzinger

”Gamber, con la vigilancia de un auténtico clarividente y con la intrepidez de un verdadero testigo, se opuso a la falsificación de la liturgia y nos ha transmitido incansablemente la plenitud viviente de una liturgia verdadera”.

Joseph, Cardenal Ratzinger

La traducción de ¡Vueltos hacia El Señor! ha corrido a cargo del Dr. Gonzalo de Porras, de la Real Academia de Córdoba.

Información tomada de:

http://www.criteriaclub.com/vueltos-hacia-el-senor-klaus-gamber.cr.html

Ad orientem

A continuación publico una respuesta a un comentario que amablemente hizo un visitante de este Blog, en la sección de Reflexiones, en el artículo 10 Objeciones a la Misa Tradicional; como la respuesta es algo extensa, decidí publicarla aquí, esperando que ilumine un poco y sirva de ayuda a quienes puedan tener la misma inquietud que nuestro amable lector.

Este es el comentario que hizo el lector:

Mario Enrique Bruzzone // Diciembre 30, 2009 a 1:43 pm |

Yo diría que de una manera “general” no coincido con las respuestas dadas.
Pero hay una que me llama especialmente la atención, y es el punto 7) cuando se menciona el -al menos aparente- “desprecio” del sacerdote al oficiar la misa dando la espalda a los fieles.
La respuesta que se suministra no se responde en absolutlo a eso y, en su lugar, se afirma que el sacerdote se “orienta”, es decir, que miraría hacia el Oriente, hacia el monte Calvario.
Pues bien; me parece ridículo por varios motivos, pero los más “simples” al respecto son: el primero que si fuese así, igual podrían poner la “mesa del altar” en el sentido de que el sacerdote quedara mirando al Oriente y listo.
Pero eso no es lo más importante sino que yo conozco muchos templos o “iglesias” católicas, y en ellos el altar está orientado hacia distintos puntos cardinales razón por la cual me parece que la explicación que se pretende dar aquí (además de, insisto en eso, no responde a la objeción que se hace con respecto a estar de espaldas al pueblo) es absolutamente incorrecta.
Cordiales saludos
MARANA-THA

A continuación la respuesta:

¡Pax et bonum!

Apreciable Profesor Mario:

El artículo 10 Objeciones a la Misa Tradicional, inicia diciendo que existe una confusión grande al igual que un desconocimiento sobre la Misa Tradicional, es por esto el autor ha querido resumir en 10 puntos las objeciones que más se escucha repetir a la gente, todo esto con la esperanza de contribuir a la aclaración de sólo algunos puntos.  Así mismo se encuentra a disposición, de recibir las solicitudes de otros puntos, al igual que abierto a las correcciones de los especialistas en el tema.  Quizás sea por esto que usted no coincide de una manera «general» con las respuestas dadas, porque son muy sencillas y no son dadas por una persona docta en el tema.

Y en cuanto a la respuesta que especialmente le llamó la atención, la del punto 7, creo que el autor trató de explicar el porqué de la posición del sacerdote, el cual, en una Misa Tradicional, se encuentra «dando la espalda a los fieles», lo cual muchas personas han llegado a interpretar, que con esta actitud, pareciera que desprecia a los fieles, ya que les está dando la espalda.  Es por esto que la respuesta dada no corresponde al supuesto desprecio que se pudiera llegar a percibir con esta posición que presenta el sacerdote durante la Misa.  El autor explica lo de la orientación del sacerdote, con la finalidad  creo yo, de que la gente comprenda el porque de esta posición.  Y aunque le parezca ridículo esta posición del sacerdote hacia el oriente, tiene su sentido teológico y fundamento litúrgico, aunque tal vez tanto lo uno como lo otro, no los alcance a comprender.

Entre los motivos más «simples» que usted expone, específicamente el primero, el de poner la «mesa del altar» en el sentido de que el sacerdote quedara mirando al Oriente, parece ser tan sencillo, logrando con esto solucionar el problema, pero no es así, ya que esta acción no solucionaría nada, más adelante le indicaré porqué.

También dice usted que conoce muchos templos o «iglesias» católicas en las cuales el Altar está orientado hacia distintos puntos cardinales, y es por esta razón que le parece que la explicación que pretendió dar el autor en este artículo, es absolutamente incorrecta, al mismo tiempo de insistir en que no responde a la objeción que se hace con respecto a estar de espaldas.

Pues bien, comenzaré con aclarar algunas cosas.

Un error muy común, el cual se comete al referirse a la Misa anterior a la reforma litúrgica de 1969, es llamarla, Misa de San Pío V o Misa Tridentina; sumergiéndonos un poco en la historia podemos encontrar que <<San Gregorio Magno, Papa entre los años 590-604, fue el primero en codificar tanto los cantos como la liturgia que ya se celebraba en Roma para aquel entonces, herencia de los apóstoles Pedro y Pablo, de aquí que se le da el nombre de Rito Gregoriano a la forma en que se celebraba la Misa comúnmente en toda la Iglesia Católica hasta antes de la reforma implementada entre 1965 y 1970.>>1 <<Los Padres del Concilio, nunca celebraron una misa además de la Gregoriana. Ello [el Novus Ordo] vino después del Concilio … el Santo Padre Benedicto XVI, que es un teólogo y quién estuvo en la preparación del Concilio, actúa exactamente en el camino del Concilio, ofreciendo con libertad los diferentes tipos de celebración. Esta celebración, la Gregoriana, fue la celebración de la Iglesia durante más de mil años… Otros dicen que uno (el sacerdote) no puede celebrar con la espalda hacia la gente.  Esto es ridículo. El Hijo de Dios se ha sacrificado al Padre, con su cara al Padre. No está contra la gente. Es para la gente…>>2

Es preciso también mencionar que en la Iglesia Católica existen dos grandes divisiones en cuanto a ritos se refiere:

<<Ritos occidentales y ritos orientales (cinco familias litúrgicas que incluyen 21 ritos).  De los ritos occidentales el más extendido y conocido es el rito latino o romano, es decir, propio de la Iglesia de Roma. En la Edad Media la sede romana trató de unificar todos los ritos de Occidente conforme al que se utilizaba en Roma. Lo logró, pero aún así han llegado hasta hoy dos, que están localizados en espacios y grupos muy reducidos: el rito mozárabe, en España; y el rito ambrosiano, en Milán.

Los ritos orientales católicos se agrupan en cinco grandes familias:

1.-Rito alejandrino, observado por los coptos de Egipto, Etiopía y Eritrea.

2.-Rito antioqueno, observado por los siro-jacobitas, siro-malancares y maronitas (estos dos últimos, católicos en su totalidad).

3.-Rito caldeo, observado por los antiguos nestorianos, llamados también asirios, y por los siro-malabares católicos de la India.

4.-Rito armenio, observado por los armenios.

5.-Rito bizantino o constantinopolitano. Observado con algunas variantes por los bizantinos de lengua griega (en Grecia), los bizantinos o greco-católicos de lengua árabe (melquitas) y los bizantinos o greco-católicos de lenguas eslavas y otras: iglesia greco-católica ucraniana, rusa, bielorrusa, búlgara, rutena, rumana, croata, eslovaca, húngara, yugoslava (macedonia), albanesa e ítalo-albanesa.

Las estadísticas globales de la Iglesia católica incluyen a los católicos de todos estos ritos. >>3

Ahora paso a la explicación de la posición del sacerdote en el Rito Gregoriano.

A menudo escuchamos decir que cuando se oficia la Misa bajo el Rito Gregoriano, el sacerdote está de espaldas al pueblo, veamos que opinan los doctos en el tema: <<El liturgista de Innsbruck Josef Andreas Jungmann, que fue uno de los arquitectos de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Vaticano II, se opuso firmemente desde el principio al polémico tópico según el cual el sacerdote, hasta ahora, había celebrado “dando la espalda al pueblo”. Jungmann subrayaba, en cambio, que no se trataba de dar la espalda al pueblo, sino de asumir la misma orientación que el pueblo. La liturgia de la Palabra tiene carácter de proclamación y de diálogo: es dirigir la palabra y responder, y, por consiguiente, quien proclama se dirige a quien escucha y viceversa, la relación es recíproca. La oración eucarística, en cambio, es la oración en la que el sacerdote hace de guía, pero está orientado, con el pueblo y como el pueblo, hacia el Señor. Por esto, según Jungmann, la misma dirección del sacerdote y del pueblo pertenece a la esencia de la acción litúrgica. Más tarde Louis Bouyer –otro de los principales liturgistas del Concilio– y Klaus Gamber, cada uno a su manera, retomaron la cuestión. Pese a su gran autoridad, tuvieron desde el principio algunos problemas para hacerse oír, pues era muy fuerte la tendencia a poner en evidencia el elemento comunitario de la celebración litúrgica y a considerar por eso que el sacerdote y el pueblo debían estar frente a frente para dirigirse recíprocamente el uno al otroEl libro Volverse hacia el Señor (publicado en español por la editorial Cristiandad), de Uwe Michael Lang, oratoriano residente en Inglaterra, analiza la cuestión de la orientación de la oración litúrgica desde el punto de vista histórico, teológico y pastoral. Y haciendo esto, vuelve a plantear en un momento oportuno –creo yo– un debate que, a pesar de las apariencias, no ha cesado nunca realmente, ni siquiera después del Concilio>> 4

Por otro lado podemos ver que el sacerdote no está de espaldas al pueblo, más bien está de cara a Dios, ad orientem, en la misma dirección de los fieles, para que todo el espacio quede centrado y encerrado en el sentido de sacrificio que tiene la Misa.

Cabe resaltar que <<una común orientación del pueblo y el sacerdote en tanto en cuanto significa mejor el caminar juntos hacia el Señor y la pertenencia del sacerdote al Pueblo de Dios, que no debe convertirse en el protagonista como muchas veces ocurre.>> 5

Pero, ¿Por qué, Ad orientem?

<<Desde los primeros tiempos, la posición del sacerdote y del pueblo reflejaron esta comprensión de la Misa, dado que la gente oraba, de pie o de rodillas, en el lugar que visiblemente correspondía al Cuerpo de Nuestro Señor, mientras que el sacerdote, en el altar, encabezaba [la oración] como Cabeza. Formamos el Cristo total – Cabeza y miembros – tanto sacramentalmente por el Bautismo como visiblemente por nuestra posición y postura. Igual de importante es que todos – el celebrante y la congregación – miraban hacia la misma dirección, dado que estaban unidos con Cristo en la ofrenda del Sacrificio único, irrepetible, y aceptable al Padre.

Cuando estudiamos las prácticas litúrgicas más antiguas de la Iglesia, encontramos que el sacerdote y el pueblo miraban en la misma dirección, usualmente hacia el oriente, previendo que cuando Cristo regresara, lo haría “desde el este”. En la Misa, la Iglesia se mantiene en vigilia, esperando este regreso. Esta simple posición es llamada “ad orientem”, que significa “hacia el este”.

Por casi 18 siglos, la norma litúrgica fue que el sacerdote y el pueblo celebraran la Misa “ad orientem”. Deben existir razones sólidas para que la Iglesia haya sostenido esta postura por tanto tiempo. ¡Y existen!

En primer lugar, la liturgia católica siempre ha mantenido una adhesión maravillosa a la Tradición Apostólica. Vemos la Misa, y de hecho toda expresión litúrgica de la vida de la Iglesia, como algo que hemos recibido de los Apóstoles, y que nosotros, por nuestra parte, estamos llamados a transmitir intacto (1Co 11,23).

En segundo lugar, la Iglesia mantuvo esta sencilla postura hacia el este porque ésta revela en un modo sublime la naturaleza de la Misa. Incluso si alguien que no estuviera familiarizado con la Misa reflexionara sobre el hecho de que el celebrante y los fieles están orientados en la misma dirección, reconocería que el sacerdote ocupa el lugar de cabeza del pueblo, teniendo parte en una única y misma acción que – notaría después de un momento de mayor reflexión – se trata de un acto de culto.

En los últimos cuarenta años, sin embargo, esta orientación compartida se perdió; ahora el sacerdote y el pueblo se han acostumbrado a mirar en direcciones opuestas. El sacerdote mira al pueblo mientras que el pueblo mira al sacerdote, aunque la plegaria eucarística está dirigida al Padre y no al pueblo. Esta innovación fue introducida después del Concilio Vaticano, en parte para ayudar al pueblo a comprender la acción litúrgica de la Misa permitiéndole ver lo que está sucediendo, y en parte como una adaptación a la cultura contemporánea, en la que se espera que el que tiene autoridad mire directamente a las personas que sirve, como un maestro que se sienta detrás de un escritorio.

Desafortunadamente, este cambio tuvo una cantidad de efectos no previsibles y, en gran parte, negativos. Primero, que fue una seria ruptura con la tradición de la Iglesia. Segundo, que puede dar la apariencia de que el sacerdote y el pueblo están ocupados en una conversación acerca de Dios, en lugar de estarlo en el culto a Dios. Y tercero, que esto le da una importancia excesiva a la personalidad del celebrante, poniéndolo en una especie de escenario litúrgico.>> 6

Ahora hablemos a cerca del tabernáculo, el cual antes del Concilio Ecuménico Vaticano  II, se encontraba siempre en el centro de cada Iglesia junto con el Altar, ahora  encontramos el tabernáculo en un lugar apartado, en cualquier otra parte, menos en el centro, son pocas las Iglesias que en la actualidad lo siguen manteniendo ahí, recordemos lo que contiene dicho tabernáculo, nada más y nada menos que las Especies Eucarísticas Consagradas,  el Santísimo Sacramento,  la Presencia Real de Cristo, es por esto que el sacerdote al oficiar la Misa no puede darle la espalda y si damos vuelta a la “mesa del altar” como usted sugirió, que de hecho esto fue lo que hicieron después del Concilio, primero, cambiaron el Altar por una simple y llana mesa, y después le dieron vuelta,  pero como no podían darle la espalda a Jesús Sacramentado, lo solucionaron ¡fácil!, lo quitaron del lugar que le corresponde, el centro,  ya que al estar en el centro atrae inmediatamente la atención, los ojos y la fe de los fieles que ingresan al templo.

Bueno apreciable licenciado Mario Enrique Bruzzone, ya me despido haciéndole por último una recomendación, y es la siguiente, si ésta pequeña investigación no logra satisfacer sus inquietudes en cuanto a todo lo relacionado con la celebración de la Misa bajo el rito Gregoriano, lo invito a leer un artículo de uno de los filósofos cristianos más eminentes del mundo, profesor de la Universidad Fordham, DIETRICH VON HILDEBRAND, que acabo de publicar en este Blog, en la sección de Reflexiones, el cual lleva por título: El caso por la misa en latín. Más aún si le inquietan muchas cosas de la única Iglesia, que si retrocedemos en la historia, nos conduce por los siglos hasta llegar a Jesucristo, humildemente le recomiendo que vaya a los orígenes, que se remonte a las fuentes de la Cristiandad, los Padres de la Iglesia.  Por lo que pude saber de usted en sus dos sitios en Internet, es que es un hombre muy preparado, abogado, docente, investigador y escritor, por cierto pude ver que mayormente, sus libros son del área de la religión, también estuve leyendo algo de sus publicaciones en su blog, referente al tema la esencia del Evangelio está en el sistema de vida comunitario que practicaba Jesús, compartiendo vivencias y bienes. En cuanto me sea posible le dejaré mis puntos de vista al respecto en su blog.  Aparte estuve leyendo un poco sus participaciones en otros blogs y foros.

Veo que su educación la tuvo con los Salesianos, aunque después de tantos años de investigaciones que ha hecho y por la ideología que se deja ver en sus libros, los cuales no he tenido oportunidad de leer, ya que desconocía su existencia, mi percepción, que puede estar equivocada y por lo cual me disculpo de antemano si así lo fuera, se basa sólo y exclusivamente en la breve descripción de cada uno de ellos, la cual aparece en su sitio de Internet; y por último se asoman dos preguntas en mi mente la primera ¿Aún seguirá siendo Católico Apostólico y Romano?. Y la segunda, ¿Cómo llegó a mi Blog, será porque está preparando su escrito sobre la Misa en latín como lo expresó en un blog que publicaba un post con este título: Ser flexibles en la eucaristía y no regocijarse con el rito tridentino?

Y como bien firma usted, digamos ¡Ven Señor!

¡Paz y bien!

Fraternalmente:

Arturo Medina Muñoz.

Editor del Blog.

2009-12-31

Notas:

  1. Rito Gregoriano  http://creerenmexico.org/misal/
  2. Entrevista al Cardenal Darío Castrillón En ocasión de la Misa Solemne celebrada en la Catedral de Westminster en Londres el pasado Junio, organizada por la Latin Mass Society of England and Wales. http://creerenmexico.org/2008/06/entrevista-al-cardenal-dario-castrillon/ Original en Holy Smoke
  3. LOS RITOS EN LA IGLESIA CATÓLICA http://www2.uacj.mx/UEHS/Mapa/Ritos.htm
  4. Versus Deum per Iesum Christum Introducción del decano del Sagrado Colegio al libro de Uwe Michael Lang.  Por el Cardenal Joseph Ratzinger http://www.unavocesevilla.info/versusratzinger.htm
  5. P. Luis Joaquin Gómez Jaubert sobre el Motu Proprio, párroco de la Iglesia del Salvador y Defensor del Vínculo en la diócesis de Tenerife, además de asesor del Oasis de Jesús Sacerdote en Barcelona y de la Fraternidad de Cristo Sacerdote en Galicia, concedió una entrevista a unos de los diarios de mayor circulación en aquella localidad española, la cual se publicó como reportaje hace algunos días.  http://creerenmexico.org/2007/10/ljgj/
  6. Obispo Edward Slattery de Tulsa, Oklahoma http://la-buhardilla-de-jeronimo.blogspot.com/2009/08/obispo-restaura-la-posicion-orientem.html Fuente: What Does The Prayer Really Say? Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

Una nueva Reflexión en el Blog

En la sección Reflexiones encontrarán una nuevo artículo, el cual les ayudará reflexionar sobre la Nueva Liturgia y la Antigüa.  El autor de este artículo titulado: El caso por la Misa en Latín, es un intelectual Católico, de nombre DIETRICH VON HILDEBRAND, el cual fue un filósofo y teólogo católico alemán.

DIETRICH VON HILDEBRAND

A lo largo de su vida, von Hildebrand escribió muchas obras sobre la fe y la moral del catolicismo.

Entre ellas se encuentran las clásicas tales como:

Pureza y virginidad

El matrimonio

Liturgia y personalidad

La transformación en Cristo

Sus muchos escritos, particularmente de temas religiosos, han ayudado a muchos a abrazar la fe católica.

Muchos de las más importantes y originales obras filosóficas de von Hildebrand —entre ellas La ética, ¿Qué es filosofía?, La naturaleza del Amor, y Estética— fueron escritas después de su llegada a América.

A través de sus numerosos escritos, von Hildebrand ha contribuido al desarrollo de un rico personalismo cristiano, sobre todo por su énfasis en la trascendencia de los seres humanos.

A pesar de su preocupación por los abusos que surgieron a la estela del Concilio Vaticano II, el pensamiento de von Hildebrand tuvo una marcada influencia sobre algunos de los mejores trabajos del Concilio, en particular, su profunda visión del misterio del matrimonio y la sexualidad. Muchos de los padres conciliares, incluyendo al entonces cardenal Karol Wojtyla, habían leído los escritos sobre el matrimonio y la sexualidad de von Hildebrand y estaban muy influidos por ellos.

Fuente consultada:

http://es.wikipedia.org/wiki/Dietrich_von_Hildebrand

SAN SILVESTRE,(*) Papa

31 de diciembre

He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada. (2 Timoteo, 4, 7-8).

San Silvestre I se había distinguido por su celo y su caridad durante la primera persecución. Subió a la cátedra de San Pedro en el año 314, menos de un año después del edicto de Milán, que concedía la paz a la Iglesia. Recibió de Constantino el palacio de Letrán y en él estableció su morada, así como la basílica principal de Roma. El mismo año envió delegados al Concilio de Arlés, donde fueron condenados los donatistas, y después, en el año 325, al Concilio general de Nicea, que anatematizó a Arrio. Murió San Silvestre en el año 335.

MEDITACIÓN
TRES REFLEXIONES
SOBRE EL AÑO TRANSCURRIDO

I. ¿Podría decir con verdad como San Pablo: He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe? Hete aquí al término del año; repasa en tu espíritu todo el bien y todo el mal que has hecho durante este año, y mira si tus buenas acciones son más numerosas que las malas. ¿Cuántos días transcurrieron sin que hicieras nada para Dios? Sin  embargo, este año te fue dado únicamente para servirlo, para hacer penitencia de tus pecados y merecer el cielo mediante la práctica de las buenas obras.

II. ¿Dónde están ahora los placeres y los honores de que gozaste durante este año? ¡Todo ha pasado, y no te queda sino el triste recuerdo de haber ofendido a Dios por bienes pasajeros y falaces! ¿No es verdad que, al contrario, experimentas una gran alegría por el bien que hiciste tratando de agradar a Dios? Ya no experimentas el esfuerzo que tus buenas obras te costaron, y tienes la esperanza de ser recompensado por ellas. Tu vida pasará como este año, tus placeres pasarán tanto como tus trabajos, y el único consuelo que te quedará será haber servido al Señor. ¿Quién me devolverá este día, este año que perdí en la vanidad? (San Euquerio).

III. Acaso pasaste parte de este año en pecado mortal. Si durante esa época hubieras muerto, ¿dónde estarías ahora? Dios te ha dado tiempo para hacer penitencia; aprovéchalo mejor en lo porvenir ¡acaso no tengas más que este año de vida! Prepárate, pues, a morir, haz una buena confesión, y si quieres pasar santamente todos los días del año que va a comenzar piensa todos los días en la muerte y en la eternidad. Dios te ha ocultado tu último día, para que te prepares a él todos los días de tu vida. (San Agustín).

El pensamiento de la muerte Orad
por vuestros bienhechores.

ORACIÓN

Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice Silvestre, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. CN. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/


SAN SABINO,(*) Obispo y Confesor

30 de diciembre

En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros. (San Juan, 13, 35).

San Sabino, obispo de Asís, invitado a adorar una estatua de Júpiter, la tomó en sus manos y la arrojó al suelo, donde se hizo pedazos. el gobernador le hizo cortar las manos y lo condenó a morir en prisión perpetua. El juez a cuya guarda fuera confiado se convirtió al ver sus milagros y, a su vez, padeció el martirio poco después de la muerte de San Sabino.

MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO

I. Se debe hacer al prójimo todo el bien que se pueda, asistirlo en sus necesidades materiales y espirituales. ¿Has cumplido durante este año este primer deber de la caridad cristiana? ¿Cómo has trabajado en la conversión de las almas, en la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales? ¿Cuántas ocasiones has perdido de acudir en ayuda de Jesucristo en la persona de tu prójimo? No te gloríes de amar a Dios si no amas a tu prójimo. Si alguien dice que ama a Dios y, al mismo tiempo, aborrece a su hermano, es un mentiroso. (San Juan).

II. Ten cuidado de no herir a tu prójimo con tus palabras o tus actos; el que ofende a su prójimo ofende a Jesucristo, porque lo que hicieres al menor de los hombres a Jesucristo mismo se lo haces. Ten buena opinión de los demás y juzga favorablemente sus acciones. ¿Has observado estos preceptos en el curso de este año? ¿Cuántas veces has desobedecido a tus superiores y dado motivo de descontento a tus iguales y a tus inferiores? ¿No tienes enemigos? Si los tienes, reconcíliate con ellos lo antes posible.

III. En una palabra, ¿has tratado a los otros como quisieras ser tratado tú mismo? Quieres ser estimado, alabado, honrado, quieres que se te perdonen tus faltas y que se hable bien de ti: ¿tienes para con los demás la caridad que exiges de ellos? Sé familiar con tus amigos, afable y equitativo para con todos. Dios permitirá que se te trate como tú hayas tratado a los demás, y Él mismo usará contigo la medida que tú hayas usado con tu prójimo. No hagas a otro la que no quisieras que se te haga a ti.

El amor al prójimo 
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN

Dios omnipotente, mirad nuestra flaqueza, ved cómo el peso de nuestras obras nos abruma, y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Sabino, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

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SANTO TOMÁS BECKET,(*) Obispo y Mártir

29 de diciembre

El que guarda los mandamientos mora en Dios, y Dios en él. (1 Juan, 3, 24).

Nacido en Londres en 1118, Santo Tomás Becket estudió en Oxford y en París. Llegó a ser canciller de Inglaterra bajo el reinado de Enrique II y después arzobispo de Cantorbery en 1162. Fue perseguido por el rey por haber defendido las inmunidades de la Iglesia y se retiró a Francia por espacio de siete años, alimentándose de legumbres, acostándose en el duro suelo y llevando siempre un cilicio. Intervino una reconciliación y Santo Tomás fue finalmente restablecido en su cargo; pero, cuatro semanas después de su vuelta a Inglaterra, fue asesinado al pie del altar, en 1170. Enrique II protestó no haber ordenado este crimen y fue descalzo a su tumba al año siguiente.

MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE DIOS

I. Meditemos en estos tres últimos días del año, acerca de nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos. Has sido creado para amar a Dios sobre todas las cosas; éste es tu único quehacer, todo lo demás nada es. Dime, por favor, ¿qué has hecho durante este año? Examina tus acciones, tus pensamientos y tus palabras. De días pasados, de tantas horas transcurridas, s has consagrado al servicio de Dios? ¡Oh gran Dios! ¡Vos queréis hacerme dichoso eternamente, y yo rehúso serviros durante los pocos momentos que me quedan de vida!

II. ¿Qué has hecho contra Dios? ¿Cuántas veces has desobedecido a sus mandamientos y rechazado sus inspiraciones? ¿Cuántas veces has abusado gracias y profanado sus sacramentos? Interroga a tu conciencia, y di con David: «Contra Vos solo, Dios mío, he pecado». He guardado las apariencias, he querido contentar a los hombres con una devoción de puro alarde, pero no he podido con ello contentar a Dios que ve hasta el fondo de mi alma. He pecado contra Vos solo y he hecho el mal en vuestra presencia. (El Salmista).

¡Cuántas cosas pudiste hacer por Dios y no hiciste! Y sin embargo ¿Pudo acaso Dios hacer por ti más de lo que hizo? Pongamos, pues, manos a la obra, demos al Señor el resto de nuestra vida. Bastante hemos trabajado para nuestro cuerpo y para la tierra, hagamos algo para nuestra alma y para el cielo. Hemos dado un año a nuestro cuerpo, demos algunos días a nuestra alma; vivamos un poco para Dios, después haber vivido tanto para el siglo. (San Pedro Crisólogo).

El amor de Dios
Orad por el Papa.

ORACIÓN

Dios, que habéis visto caer al glorioso pontífice Tomás bajo la espada de los impíos por la causa de vuestra Iglesia, haced, os lo conjuramos, que todos imploran su auxilio obtengan el efecto saludable de sus ruegos. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

BIOGRAFÍA DE LA BEATA ANNE CATHERINA EMMERICH

ANNA KATHARINA EMMERICK (1774-1824)

Beata Anne Catherina Emmerich (1774-1824)


Mística, Estigmatizada, Visionaria, y Profeta.

Religiosa de la Orden de San Agustín, en el  Convento de Agnetenberg, Dulmen, Westphalia.

Beatificada el  3 de Octubre de 2004, por el Papa Juan Pablo II.

Biografía tomada del libro:

LA DOLOROSA PASION DE CRISTO
DE LAS MEDITACIONES DE ANNE CATHERINA EMMERICH

Traducción de la Publicación en Inglés de 1928, con Revisión de la versión en Francés de 1854

(Longitud: Páginas 15 a 59)

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ANNE CATHERINA EMMERICH nació en Flamske, un pueblo situado a milla y media de Coesfeld, en el episcopado de Munster, el 8 de Septiembre de 1774, y fue bautizada en la iglesia de San Santiago en Coesfeld. Sus padres, Bernard Emmerich y Anne Hiller, eran pobres campesinos, pero reconocidos por su piedad y virtud.

La niñez de Anne Catherine tuvo una sorprendente semejanza a aquella de la Venerable Anne Garzias de San Bartolomé, a la de Dominica del Paradiso, y a la de varias otras santas personas nacidas en la misma calidad de vida de ella. Su ángel guardián solía aparecérsele desde niña; y cuando ella estaba cuidando de las ovejas en los campos, el Buen Pastor mismo, bajo la forma de un joven pastor, frecuentemente vendría en su ayuda. Desde la infancia, ella estaba acostumbrada a tener divinos conocimientos impartidos en visiones de todo tipo, era incluso favorecida por las visitas de la Madre de Dios y Reina del Cielo, quien, bajo la forma de una dulce, afectuosa, y majestuosa dama, le traería a su Divino Niño para que fuera, por así decirlo, su acompañante, y le aseguraría que la amaría y siempre la protegería. Muchos de los santos se le aparecerían, y recibirían de manos de ella guirnaldas de flores las que había preparado en honor de sus festividades. Todos estos favores y visiones sorprendían a la niña menos que si una princesa terrenal y los señores y damas de su corte la hubiesen visitado. Tampoco estuvo ella, luego durante su vida, más sorprendida ante estas visitas celestiales, ya que su inocencia la hacían sentirse mucho más a gusto con su Divino Señor, su Bendita Madre y los Santos, a como jamás podría sentirse aún con los más bondadosos y amables de sus compañeros terrenales.  Los nombres de Padre, Madre, Hermano, y Esposo, le parecían a ella elocuentes de las reales conexiones subsistentes entre Dios y el hombre, desde que la Palabra Eterna se había complacido en nacer de una mujer, y así convertirse en nuestro Hermano, y estos sagrados títulos no eran meran palabras en su boca.

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Mientras aún era una niña, solía hablar con inocente candor y simplicidad de lo que había visto, y sus oyentes se llenarían de admiración ante las historias que relatara de las Sagradas Escrituras; pero como sus preguntas y observaciones hubieran perturbado a veces la tranquilidad de su conciencia, se determinó a mantener silencio sobre tales asuntos en el futuro. En su inocencia de corazón, creyó que no era correcto el hablar de cosas de este tipo, que otras personas nunca lo hicieron, y que su discurso debería consistir sólo en “Sí, sí” y “No, no” o “Alabado sea Jesucristo”. Las visiones con las que fue favorecida eran semejantes a realidades, y le parecían tan dulces y encantadoras, que suponía que todos los niños Cristianos estaban favorecidos con las mismas; y concluyó que aquellos que nunca hablaron de tales temas eran solamente más discretos y modestos que ella, por lo que resolvió mantener silencio también, para ser como ellos.

Casi desde la cuna poseyó el don de discernir entre lo que era bueno o malo, santo o profano, bendito o maldito, en las cosas materiales o espirituales, asemejándose así a Santa Sibilina de Pavia, Ida de Louvain, Úrsula Benincasa, y a algunas otras santas almas. En su más temprana infancia solía extraer de los campos útiles hierbas, que nadie había descubierto antes que fueran buenas para algo, y las plantaba cerca de la cabaña de su padre, o en algunos sitios en donde acostumbraba trabajar y jugar; mientras que por otro lado desarraigaba todas las plantas ponzoñosas, y particularmente aquellas usadas alguna vez para prácticas supersticiosas o en tratos con el diablo. Si por casualidad se encontraba en un lugar donde algún gran crimen hubiera sido cometido, saldría corriendo apresuradamente, o empezaría a rezar y a hacer penitencia.  Solía también percibir por intuición cuando estaba en un lugar consagrado, daba gracias a Dios, y se llenaba de una dulce sensación de paz. Cuando un sacerdote pasaba con el Sagrado Sacramento, inclusive a gran distancia de su hogar o del lugar donde estaba cuidando del rebaño, sentiría una fuerte atracción en dirección hacia donde aquel venía, corría para encontrarlo, y se arrodillaba en el camino, adorando el Sagrado Sacramento, mucho antes de que el sacerdote llegara al lugar.

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Sabía cuando un objeto estaba consagrado, y experimentaba un sentimiento de aversión y repulsión cuando estaba en las cercanías de antiguos cementerios paganos, mientras que se sentía atraída a los sagrados restos de los santos como el acero al imán. Cuando se le mostraban reliquias, sabía a qué santos habían pertenecido, y podía dar no sólo relatos de los más mínimos, y por ende, desconocidos, pormenores de sus vidas, sino también historias de las reliquias mismas, y de los lugares en las que habían sido preservadas. Durante toda su vida tuvo permanente trato con las almas en el Purgatorio; y todas sus acciones y oraciones eran ofrecidas para el alivio de sus sufrimientos. Frecuentemente era llamada para asistirlas, e incluso le hacían recordar si por casualidad se olvidaba. Muchas veces, mientras todavía muy joven, solía ser despertada de su sueño por grupos de almas sufrientes, y las seguía en las frías noches de invierno con los pies descalzos, por todo el Camino de la Cruz a Coesfeld, a pesar de que el suelo estaba cubierto de nieve.

Desde su infancia hasta el día de su muerte fue infatigable en aliviar al enfermo, y en cubrir y curar heridas y llagas, y acostumbraba a dar a los pobres cada centavo que tenía. Tan tierna era su conciencia, que ante el más leve pecado en que caía le causaba tal dolor que se enfermaba, y la absolución entonces restauraba inmediatamente su salud.

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La extraordinaria naturaleza de los favores conferidos por Dios a ella, no fue obstáculo en la forma en la que se dedicaba al arduo trabajo, como cualquier otra campesina; y también podemos permitirnos observar que cierto grado del espíritu de profecía no se encuentra usualmente  entre sus compatriotas. Se le enseñó en la escuela acerca del sufrimiento y la mortificación, y allí aprendió lecciones de perfección. No se permitía a sí misma más sueño o comida de lo que era absolutamente necesario; pasaba horas enteras orando cada noche; y en invierno a menudo se arrodillaba por fuera de las puertas, en la nieve. Dormía en el suelo sobre planchas dispuestas en forma de cruz. Su comida y bebida consistían en lo que otros rechazaban; ella conservaba siempre las mejores partes para los pobres y enfermos, y cuando no sabía de nadie a quien dárselos, los ofrecía a Dios con espíritu de fe como el de un niño, rogándole que se los dé a alguna persona que estuviera más en necesidad que ella. Cuando había algo para ver u oír que no tuviera referencia a Dios o a la religión, encontraba una excusa para evitar el lugar hacia el cual otros se amontonaban, o, si estaba allí, cerraba sus ojos y oídos. Acostumbraba decir que las acciones inútiles eran pecaminosas, y que cuando negamos cualquier gratificación de este tipo a nuestros sentidos corporales, somos ampliamente recompensados por el progreso que logramos en la vida interior, de la misma manera que la poda vuelve más productivas a las vides y a otros árboles frutales. Desde su temprana juventud, y donde sea que ella fuere, tenía frecuentes visiones simbólicas, que le mostraban en parábolas, por así decirlo, el objeto de la existencia de ella, los medios para obtenerlo, y sus futuros sufrimientos, junto con los peligros y conflictos por los que habría de atravesar.

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Estaba en sus dieciséis años, cuando un día, mientras estaba trabajando en los campos con sus padres y hermanas, escuchó la campana sonar en el Convento de las Hermanas de la Anunciación, en Coesfeld. Este sonido encendió tanto su secreto deseo de convertirse en monja, y tuvo un efecto tan grande sobre ella, que se desmayó, y permaneció enferma y débil por un largo tiempo. Cuando estuvo en sus dieciocho años fue aprendiz de modista en Coesfeld, con la que pasó dos años, y luego regresó con sus padres. Solicitó ser recibida en el Convento de los Agustinianos en Borken, en el de los Cistercienses en Darfeld, y en el de las Pobres Claretianas en Munster; pero su pobreza, y aquella de estos conventos, siempre presentaba un obstáculo insuperable para que la recibieran. A la edad de veinte, habiendo ahorrado veinte “thalers” (unas tres libras en Inglaterra), que había ganado con su labor de costurera, fue con esta pequeña suma – una completa fortuna para una pobre campesina – hasta una piadosa organista de Coesfeld, cuya hija ella conoció cuando vivió al comienzo en la ciudad. Su esperanza consistía en que, al aprender a tocar el órgano, podría tener éxito en obtener su admisión al convento. Pero su irresistible deseo de servir a los pobres y darles todo lo que ella poseía no le dejó tiempo de aprender música, y poco después se había tan despojado tan absolutamente de todo, que su buena madre estuvo obligada a darle pan, leche y huevos, para sus propias necesidades y para aquellas de los pobres, con quienes compartía todo. Entonces su madre dijo: “Tu deseo de dejarme a mí y a tu padre, y de entrar en un convento, nos causa mucho dolor; pero aún eres mi adorada niña, y cuando miro tu silla vacía en casa, y reflexiono acerca de que has donado todos tus ahorros, como para estar pasando ahora necesidad, mi corazón se llena de aflicción, y te he traído suficiente ahora para que te mantengas por algún tiempo”. Anne Catherina replicó: “Sí, querida madre, es cierto que no me queda más nada, ya que fue la santa voluntad de Dios el que otros tuvieran que ser asistidos por mí; y como le ha dado todo, cuidará ahora de mí, y nos otorgará asistencia a todos nosotros”. Ella permaneció algunos años en Coesfeld, empleada en labores, buenas obras, y oración, siendo siempre guiada por las mismas inspiraciones internas. Era dócil y sumisa como un niño en manos de su ángel de la guarda.

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Aunque en este pequeño bosquejo de su vida estamos obligados a omitir muchas e interesentes circunstancias, hay una que no debemos pasar por alto en silencio. Cuando tenía cerca de veinticuatro años, recibió una gracia de nuestro Señor, la que ha sido otorgada a muchas personas devotas como una manera especial de meditación en su dolorosa Pasión; más exactamente, el de experimentar los reales y visibles sufrimientos de su sagrada Cabeza, cuando fuera coronada por espinas. El siguiente es un relato que ella misma ha dado de las circunstancias en las cuales tan misteriosa gracia le fuera conferida: “Cerca de cuatro años antes de mi admisión al convento, consecuentemente en 1798, sucedió que estaba en la Iglesia de los Jesuitas en Coesfeld, cerca de las doce en punto del mediodía, arrodillada ante un crucifijo y absorta en la meditación, cuando de repente sentí un fuerte pero placentero calor en mi cabeza, y vi a mi Divino Esposo, bajo la forma de un hombre joven vestido de luz, acercándoseme desde el altar, donde el Bendito Sacramento estaba preservado en el tabernáculo. En su mano izquierda sostenía una corona de flores, en su mano derecha una corona de espinas, y me instó a elegir cuál tendría. Elegí la corona de espinas; la colocó en mi cabeza, y la presionó hacia abajo con ambas manos. Entonces desapareció, y regresé en mí, sintiendo, sin embargo, un violento dolor alrededor de mi cabeza. Estuve obligada a dejar la iglesia, la cual estaba por cerrar. Una de mis compañeras estaba arrodillada a mi lado, y como creí que podría haber visto lo que me sucedió, le pregunté cuando llegamos a casa si no había una herida en mi frente, y le hablé en términos generales de mi visión, y del violento dolor que le había seguido. Ella no pudo ver nada exteriormente, pero no estaba asombrada por lo que le dije, ya que sabía que yo en ocasiones estaba en un estado extraordinario, sin que ella fuera capaz de comprender la causa. Al día siguiente mi frente y mis sienes estaban muy inflamadas, y sufría terriblemente. Este dolor y esta inflamación frecuentemente regresaban, y a veces duraban día y noches enteras. No me percaté de que había sangre en mi cabeza hasta que mis compañeras me dijeron que sería mejor que me pusiera una gorra limpia, ya que la mía estaba cubierta de manchas rojas. Les dejé pensar cualquier cosa que quisieran acerca de ello, teniendo cuidado solamente en arreglar mi tocado como para esconder la sangre que fluía desde mi cabeza, y continué observando la misma precaución incluso después de que entré en el convento, donde sólo una persona percibió la sangre, y ella nunca traicionó mi secreto”.

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Varias otras personas contemplativas, especialmente devotas de la Pasión de nuestro Señor, han sido admitidas al privilegio de sufrir la tortura infligida por la corona de espinas, después de haber observado una visión en la que dos coronas les eran ofrecidas para elegir, por ejemplo, entre otras, Santa Catalina de Siena y Pasithea de Crogis, una Pobre Claretiana de la misma ciudad, que falleció en 1617.

Al escritor de estas páginas puede permitírsele remarcar que él mismo ha visto varias veces, a plena luz del día, la sangre fluir de la frente y el rostro, e incluso más allá del lino envuelto alrededor del cuello de Anne Catherina. Su deseo de abrazar una vida religiosa fue al final concedido. Los padres de una joven persona a quienes las monjas agustinas de Dulmen deseaban recibir en su Orden, declararon que no darían su consentimiento excepto que Anne Catherina fuera llevada al mismo tiempo. Las monjas dieron su asentimiento, aunque algo renuentemente, debido a su extrema pobreza; y el 13 de Noviembre de 1802, una semana antes de la Fiesta de la Presentación de la Virgen Bendita, Anne Catherina entró en su noviciado. Hoy en día las vocaciones no son tan severamente examinadas como antes; pero en su caso, la Providencia impuso pruebas especiales por las que, rigurosas como eran, ella sintiera que nunca podría estar tan agradecida. Sufrimientos o privaciones, las que un alma ya sea sola o en unión con otras, se impone a sí misma, para mayor gloria de Dios, son fáciles de soportar; pero hay una cruz que se asemeja más a la cruz de Cristo que ninguna otra, y aquella es la de, afectuosa y pacientemente, someterse a castigos injustos, desaires o acusaciones. Fue la voluntad de Dios que durante su año de noviciado ella fuera probada, independientemente de la voluntad de cualquier criatura, tan severamente como la más estricta superiora de novicias lo hubiera hecho antes que alguna mitigación hubiera sido permitida en las reglas. Ella aprendió a ver a sus compañeras como instrumentos en las manos de Dios para su santificación; y en un período posterior de su vida muchas otras cosas las consideró bajo la misma luz. Pero como era necesario que su ferviente alma debiera estar constantemente probada en la escuela de la Cruz, Dios se complació de que permaneciera en esa cruz durante toda su vida.

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En muchas manera su posición en el convento era excesivamente dolorosa. Ninguna de sus compañeras, ni siquiera un sacerdote o doctor, podía entender su caso. Ella había aprendido, cuando vivía entre pobres campesinos, a esconder los maravillosos dones que Dios le había conferido; pero el caso estaba modificado ahora ya que estaba en trato familiar con un gran número de monjas, quienes, aunque ciertamente buenas y piadosas, estaban llenas  de crecientes sentimientos de curiosidad, e incluso de celos espirituales. Entonces, las contraídas ideas de la comunidad y la completa ignorancia de las monjas en lo concerniente a todos los fenómenos exteriores por los que su vida interior se manifestaba, le daba mucho para soportar, más aún, cuando éstos fenómenos se desplegaban de la manera más inusual y sorprendente. Ella oía todo lo que se hablaba en contra de ella, incluso cuando los interlocutores estuvieran en un extremo del convento y ella en el otro, y su corazón estaba profundamente herido como por flechas venenosas. Aún así soportaba todo paciente y afectuosamente, sin demostrar que sabía lo que se decía de ella. Más de una vez la caridad la movió a tirarse a los pies de alguna monja que estaba particularmente prejuzgándola, y a pedirle perdón con lágrimas. Entonces, fue sospechada de oír en las puertas, ya que los sentimientos reservados de antipatía que se dispersaban contra ella se hacían conocidos, nadie sabía cómo, y las monjas se sentían incómodas e intranquilas, a pesar de ellas mismas, cuando estaban en compañía de ella.

Siempre que la regla (cuyos más ínfimos detalles eran sagrados a sus ojos) era descuidada en lo más mínimo, ella contemplaba en espíritu cada infracción, y a veces era animada a volar hacia el lugar en donde la regla estaba siendo quebrada por alguna infracción al voto de pobreza, o por desatender las horas de silencio, y entonces repetía los pasajes apropiados de la regla sin haberlos nunca aprendido. Se convirtió así en un objeto de aversión para todas aquellas religiosas que quebraran las reglas; y sus repentinos actos de presencia entre ellas tenían siempre el efecto de apariciones. Dios le había otorgado el don de las lágrimas hasta tal punto, que solía pasar horas enteras en la iglesia llorando por los pecados y la ingratitud de los hombres, los sufrimientos de la Iglesia, las imperfecciones de la comunidad, y sus propias faltas. Pero estas lágrimas de sublime pesar no podían ser entendidas por nadie más que Dios, ante quien ella las derramaba, y los hombres las atribuyeron al mero capricho, al espíritu de descontento, o a alguna causa similar. Su confesor había prescripto que ella debería recibir la santa comunión más frecuentemente que las otras monjas, porque, tan ardientemente tenía necesidad del pan de los ángeles, que había estado más de una vez cerca de morir. Estos celestiales sentimientos despertaron sensaciones de celosía en sus hermanas, quienes a veces incluso la acusaron de hipocresía.

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La gracia que se le había mostrado en su admisión al convento, a pesar de su pobreza, fue hecha también un objeto de reproche. La creencia de ser así una ocasión de pecado para otros era de lo más doloroso para ella, y continuamente suplicaba a Dios que le permitiera cargar sobre sí el castigo por esta falta de caridad para con ella. Para la Navidad del año 1802, tuvo una enfermedad muy severa, que comenzó con un violento dolor sobre su corazón.

Este dolor no la abandonó aún cuando estuvo curada, y lo llevó en silencio hasta el año 1812; cuando la marca de una cruz se imprimió exteriormente en el mismo lugar, como referiremos más adelante. Su debilidad y delicada salud hicieron que fuera considerada más como una carga que como de utilidad para la comunidad; y esto, por supuesto, estaba contra ella en muchas maneras, empero nunca se cansó de trabajar y servir para los otros, ni estuvo nunca tan feliz como en este período de su vida – consumida en privaciones y sufrimientos de todo tipo.

El 13 de Noviembre de 1803, a la edad de veintinueve, pronunció sus solemnes votos, y pasó a ser esposa de Jesucristo, en el Convento de Agnetenberg, en Dulmen. “Cuando pronuncié mis votos”, decía ella, “mis parientes fueron de nuevo en extremo amables conmigo. Mi padre y mi hermano mayor me trajeron dos piezas de tela. Mi padre, un buen pero austero hombre, y que se había opuesto mucho a mi entrada al convento, me había dicho, cuando partimos, que de buen grado pagaría mi funeral, pero que no daría nada al convento; y mantuvo su palabra, ya que esta pieza de tela fue la sábana enrollante usada para mi sepultura espiritual en el convento”.

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“No estaba pensando en mí misma”, dice ella de nuevo, “no pensaba en nada más que en nuestro Señor y en mis santos votos. Mis compañeras no podían comprenderme; ni tampoco podía explicarles mi estado. Dios ocultó de ellas muchas de las gracias que me confirió, de otro modo hubieran tenido ideas muy falsas respecto a mí.  A pesar de todas mis pruebas y sufrimientos, nunca fui más rica interiormente, y mi alma estaba completamente inundada de felicidad. Mi celda sólo contenía una silla sin asiento, y otra sin respaldo; aún así para mis ojos, estaba magníficamente amoblada, y cuando estaba allí solía creer que estaba en el Cielo. Frecuentemente durante la noche, impulsada por el amor y por la misericordia de Dios, vertía los sentimientos de mi alma al conversar con él en un lenguaje cariñoso y familiar; como siempre había hecho desde mi infancia, y entonces aquellos que estaban viéndome me acusarían de irreverencia y de falta de respeto hacia Dios. Una vez, pasó que dije que me parecía que debería ser más culpable de falta de respeto si recibiera el Cuerpo de nuestro Señor sin haber conversado familiarmente con él, y fui severamente reprendida. En medio de todas estas pruebas, aún vivo en paz con Dios y con todas sus criaturas. Cuando estaba trabajando en el jardín, las aves vendrían y se posarían sobre mi cabeza y hombros, y juntos cantaríamos las alabanzas a Dios. Siempre contemplé a mi ángel de la guarda a mi lado, y aunque el demonio frecuentemente me asaltaba y me amedrentaba en varias maneras, nunca le fue permitido hacerme demasiado daño. Mi deseo por el Bendito Sacramento era tan irresistible, que usualmente de noche dejaba mi celda e iba a la iglesia si estaba abierta; pero si no, permanecía en la puerta o al lado de los muros, incluso en invierno, de rodillas o prosternada, con mis brazos extendidos en éxtasis. El capellán del convento, que eran tan caritativo como para venir temprano para darme la Santa Comunión, solía encontrarme en este estado, pero tan pronto llegaba y abría la iglesia, siempre me recuperaba, y me apresuraba hacia la santa mesa, para recibir allí a mi Señor y mi Dios. Cuando fui sacristán, solía sentirme de pronto arrebatada en espíritu, y ascender hasta las partes más altas de la iglesia, en las cornisas, las partes sobresalientes del edificio, y las molduras, donde parecía imposible para cualquier ser llegar por medios humanos. Entonces limpiaba y arreglaba todo, y me parecía que estaba rodeada de espíritus sagrados, que me transportaban y me sostenían con sus manos. Su presencia no me causaba la menor intranquilidad, ya que me había acostumbrado a ello desde mi infancia, y solía tener el más dulce y familiar trato con ellos. Era sólo cuando estaba en compañía de ciertos hombres que estaba realmente sola; y tan grande era entonces mi sensación de soledad que no podía evitar llorar como una niña que se extravió del hogar”.

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Procedemos ahora a sus enfermedades, omitiendo cualquier descripción de algún otro fenómeno destacable de su vida extática, recomendando solamente al lector que compare los relatos que ya hemos dado con los relativos a Santa María Magdalena de Pazzi.

Anne Catherina siempre había estado débil y delicada, y aún así ha estado, desde su más temprana infancia, en el hábito de practicar muchas mortificaciones, de ayunar y de pasar la noche en vigilia y oración a la intemperie. Se había acostumbrado a las arduas tareas de los campos, en todas las estaciones del año, y su fortaleza fue también necesariamente muy puesta a prueba por los agotadores y sobrenaturales estados por los que frecuentemente pasaba. En el convento continuaba trabajando en el jardín y en la casa, mientras que sus trabajos y sufrimientos espirituales estaban siempre incrementándose, por lo que no es para nada sorprendente que estuviera usualmente enferma; pero sus enfermedades surgían empero por otra causa. Hemos aprendido, de las cuidadosas observaciones hechas cada día por espacio de cuatro años, y también por lo que ella misma fue forzada involuntariamente a admitir, que cuando disfrutaba de las gracias espirituales más altas, una gran porción de sus enfermedades y sufrimientos provenían de cargar sobre sí los sufrimientos de otros. Algunas veces, pedía por la enfermedad de una persona que no la soportaba pacientemente, y la aliviaba de todos o de una parte de sus sufrimientos, cargándolos sobre sí; a veces, deseando expiar un pecado o poner fin a algún sufrimiento, ella se entregaba a manos de Dios, y Él, aceptando su sacrificio, permitía así que ella, en unión con los méritos de Su pasión, expiara el pecado sufriendo alguna enfermedad correspondiente a aquél. Ella hubo de soportar consecuentemente, no sólo sus propias dolencias, sino también aquellas de otros – para sufrir en expiación de los pecados de sus hermanos, y de las faltas y negligencias de ciertas partes de la comunidad Cristiana – y, finalmente, para sobrellevar muchos y variados sufrimientos en satisfacción por las almas del purgatorio. Todos estos sufrimientos aparecían como verdaderas enfermedades, las cuales tomaban las más contrastantes y variables formas, y ella estaba completamente bajo el cuidado de un médico, quien se esforzó mediante remedios terrenales en curar enfermedades que en realidad eran las mismas fuentes de su vida. Ella dijo al respecto: “Reposar en el sufrimiento siempre me ha parecido la condición más deseable posible. Los mismos ángeles nos envidiarían, si la envidia no fuera una imperfección. Pero para que los sufrimientos sean realmente meritorios debemos paciente y agradecidamente aceptar inadecuados remedios y comodidades, y todas las otras pruebas adicionales. No comprendo totalmente mi condición, ni conozco a dónde conducirá. En mi alma acepté mis diferentes sufrimientos, pero en mi cuerpo era mi deber pugnar contra ellos. Me había entregado total y absolutamente a mi Celestial Esposo, y su santa voluntad estaba siendo realizada en mí; pero yo estaba viviendo en la tierra, donde no debía rebelarme en contra de la sabiduría y las prescripciones terrenales. Aún si hubiera comprendido completamente mi estado, y tuviera tiempo y capacidad de explicarlo, no había nadie cerca que hubiera sido capaz de entenderme. Un doctor hubiera simplemente concluido que estaba completamente demente, y habría incrementado sus costosos y dolorosos remedios diez veces más. He sufrido mucho de esta manera durante toda mi vida, y particularmente cuando estuve en el convento, por haberme administrado remedios inadecuados. Usualmente, cuando mis doctores y enfermeras me había reducido a la última agonía, y que estaba cerca de la muerte, Dios se compadecía de mí y me enviaba alguna asistencia sobrenatural, que causaba una completa curación”.

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Cuatro años antes de la supresión de su convento ella fue a Flamske por dos días para visitar a sus padres. Mientras estuvo allí, fue de nuevo a arrodillarse y a rezar por algunas horas ante la milagrosa Cruz de la Iglesia de San Lamberto, en Coesfeld. Suplicó al Todopoderoso que otorgara los dones de la paz y la unidad a su convento, le ofreció la Pasión de Jesús por aquella intención y le imploró que le permitiera sentir una porción de los sufrimientos que fueron sobrellevados por su Divino Esposo en la Cruz. Desde el momento en que hizo esta oración sus manos y pies se pusieron ardientes y dolorosos, y sufría constantemente de fiebre, a la cual creía como la causa del dolor en sus manos y pies, ya que no se atrevía a pensar que su plegaria había sido concedida. Frecuentemente era incapaz de caminar, y el dolor en sus manos le impedían trabajar como era usual en el jardín. El 3 de Diciembre de 1811, el convento fue suprimido[1], y la iglesia cerrada. Las monjas se dispersaron en todas direcciones, pero Anne Catherina permaneció, pobre y enferma. Un compasivo sirviente perteneciente al monasterio la asistía por caridad, y un anciano sacerdote emigrante, que decía la Misa en el convento, también permaneció con ella. Estos tres individuos, siendo los más pobres de la Comunidad, no dejaron el convento hasta la primavera de 1812. Ella todavía estaba muy enferma, y no podía ser trasladada sin gran dificultad. El sacerdote se alojó con una pobre viuda que vivía en el barrio, y Anne Catherina tenía en la misma casa una pequeña habitación miserable en la planta baja, que miraba a la calle. Allí vivió ella, en pobreza y enfermedad, hasta el otoño de 1813. Sus éxtasis en oración, y su trato espiritual con el mundo invisible, se hicieron más y más frecuentes. Ella estaba por ser llamada a un estado con el que estaba familiarizada imperfectamente, y para ingresar en él, no hizo nada más que abandonarse sumisamente a la voluntad de Dios. Nuestro Señor se complació en estos momentos en imprimir sobre su cuerpo virginal los estigmas de su cruz y su crucifixión, que eran para los Judíos piedra de tropiezo, y locura para los Gentiles, y para muchas personas que se autoproclaman Cristianos, tanto una cosa como la otra. Desde su más temprana infancia ella había suplicado a nuestro Señor que imprimiera las marcas de su cruz profundamente en su corazón, para que así ella no pudiera olvidar jamás su infinito amor por los hombres; pero nunca había pensado en recibir ninguna marca exterior. Rechazada por el mundo, oró más fervientemente que nunca con este fin. El 28 de Agosto, fiesta de San Agustín, patrono de su orden, mientras estaba haciendo esta oración en su cama, arrebatada en éxtasis y con sus brazos estirados hacia delante, contempló un joven hombre que se le acercaba rodeado de luz. Fue bajo esta forma que su Divino Esposo usualmente se le aparecía, e hizo ahora sobre el cuerpo de ella, con su mano derecha, la marca de una cruz común.  Desde este momento había una marca como una cruz sobre su seno, consistente en dos franjas cruzadas, de unas tres pulgadas de largo y una de ancho. Posteriormente la piel se alzaba en ampollas en este lugar, como si fuera una quemadura, y cuando estas ampollas se rompían, un ardiente líquido incoloro emanaba de ellas, a veces en tal cantidad como para empapar varias sábanas. Ella estuvo mucho tiempo sin percibir cuál era realmente el caso, y sólo pensaba que tenía una gran transpiración. El significado particular de esta marca nunca ha sido conocido.

Ana Catalina Emmerich

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Algunas semanas más tarde, cuando hacía alguna oración, cayó en éxtasis, y contempló la misma aparición, que se le presentó con una pequeña cruz de la forma descripta en sus relatos de la Pasión. Ansiosa y fervientemente ella la recibió y la presionó sobre su seno, y luego la regresó. Ella dijo que esta cruz era tan suave y blanca como la cera, pero que al principio no se dio cuenta que había creado una marca externa sobre su seno. Poco tiempo después, habiendo ido con la pequeña hija de la casera a visitar una vieja ermita cerca de Dulmen, de improviso cayó en éxtasis, se desmayó, y en su recuperación fue llevada a casa por una pobre campesina. El agudo dolor que sintió en su pecho continuó incrementándose, y vio lo que parecía una cruz, de unas tres pulgadas de largo, presionada estrechamente contra su esternón, y pareciendo roja a través de la piel. Como había contado acerca de su visión a una monja con la que era íntima, su extraordinario estado comenzó a ser comentado en buena medida. El Día de Todos los Muertos de 1812, ella salió por última vez, y con mucha dificultad logró alcanzar la iglesia. Desde ese momento hasta fin de año parecía estar muriendo, y recibió los últimos Sacramentos. En Navidad una cruz más pequeña apareció encima de aquella sobre su pecho. Tenía la misma forma que la más grande, de manera que las dos juntas formaban una doble cruz[2]. Sangre brotaba de esta cruz todos los Miércoles, como si dejara la impresión de su forma sobre un papel colocado sobre ella. Después de un tiempo, esto sucedía en cambio los Viernes. En 1814 este flujo de sangre tenía lugar menos frecuentemente, pero la cruz se ponía tan roja como el fuego cada Viernes. En un período posterior de su vida más sangre fluyó desde esta cruz, especialmente cada Viernes Santo; pero no se le prestó ninguna atención. El 30 de Marzo de 1821, el escritor de estas páginas vio esta cruz de un profundo color rojo, y sangrando por doquier. En su estado usual era incolora, y su posición sólo estaba marcada por leves hendiduras en la piel. Otras Extáticas han recibido similares marcas de la Cruz; entre otras, Catherina de Raconis, Marina de l’Escobar, Emilia Bichieri, S. Juliani Falconieri, etc.

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Ella recibió los estigmas en los últimos días del año 1812. El 29 de Diciembre, sobre las tres en punto de la tarde, estaba ella acostada en su cama en la pequeña habitación, extremadamente enferma, pero en estado de éxtasis y con sus brazos extendidos, meditando en los sufrimientos de su Señor, y suplicándole que le permitiera sufrir con él. Dijo cinco Padrenuestros en honor de las Cinco Heridas, y sintió todo su corazón encendido de amor. Vio entonces una luz descendiendo hacia ella, y distinguió en medio de esta la resplandeciente forma de su Salvador crucificado, cuyas heridas brillaban como muchas hogueras de luz. El corazón de ella esta desbordante de alegría y pesar, y ante la vista de las sagradas heridas, su deseo de sufrir con su Señor se volvió intensamente violento. Entonces rayos triples, con punta como de flechas, del color de la sangre, se precipitaron desde las manos, pies, y el costado de la sagrada aparición, y dieron en sus manos, pies, y costado derecho. Los rayos triples del costado formaban una punta como la cabeza de una lanza. En el momento en que estos rayos la tocaron, gotas de sangre fluyeron desde las heridas que habían creado. Largo rato permaneció ella en un estado de insensibilidad, y cuando recuperó sus sentidos no supo quién había bajado sus brazos extendidos. Fue con asombro que contempló la sangre fluyendo desde las palmas de sus manos, y sintió un violento dolor en sus pies y su costado. Sucedió que la pequeña hija de la casera entró a su habitación, vio sus manos sangrando, y corrió a contarle a su madre, quien con gran ansiedad le preguntó a Anne Catherina que había pasado, pero le rogó que no hablara de ello. Ella sintió, después de haber recibido los estigmas, que un cambio completo había tenido lugar en su cuerpo; ya que el curso de su sangre parecía haber cambiado, y fluir rápidamente hacia los estigmas. Ella misma solía decir: “No hay palabras para describir en qué manera fluye”.

Estamos en deuda con un curioso incidente de nuestro conocimiento acerca de las circunstancias que hemos aquí relatado. El 15 de Diciembre de 1819, ella tuvo una detallada visión de todo lo que le había pasado, pero de una manera que pensó que se refería a alguna otra monja a quien imaginó que debía vivir no muy lejos, y a quien suponía había experimentado las mismas cosas que ella. Relataba todos estos detalles con un fuerte sentimiento de compasión, humillándose, sin saberlo, ante su propia paciencia y sufrimientos. Era de lo más conmovedor escucharla decir: “No debería nunca más quejarme, ahora que he visto los sufrimientos de aquella pobre monja; su corazón está rodeado con una corona de espinas, pero la lleva plácidamente y con un semblante sonriente. Es vergonzoso en verdad para mí el quejarme, ya que ella tiene una carga que soportar más pesada que la que yo tengo”.

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Estas visiones, las que ella reconoció después como su propia historia, se repitieron varias veces, y es a través de ellas que las circunstancias bajo las cuales recibió los estigmas son conocidas. De otro modo no habría relatado tantos pormenores acerca de los cuales su humildad nunca le hubiese permitido hablar, y respecto de los cuales, cuando sus superiores espirituales le preguntaban de dónde procedían sus heridas, lo más que decía era: “Espero que provengan de la mano de Dios”.

Los límites de esta obra nos impiden entrar sobre la materia de los estigmas en general, pero podemos observar que la Iglesia Católica ha producido un cierto número de personas, San Francisco de Asís siendo el primero, que han alcanzado tal grado de amor contemplativo hacia Jesús, el cual es el más sublime efecto de unión con sus sufrimientos, y es designado por los teólogos “Vulnus Divinum, Plago amoris viva”. Es sabido que han sido al menos cincuenta. Verónica Guiliani, una Capuchina, que falleció en Cittá di Castello en 1727, es la última persona de la clase que ha sido canonizada el 26 de Mayo de 1831. Su biografía, publicada en Colonia en 1810, da una descripción del estado de las personas con estigmas, que en muchas maneras es aplicable a Anne Catherina. Colomba Schanolt, que falleció en Bamberg en 1787, Magdalen Lorger, que falleció en Hadamar en 1806, ambas Dominicas, y Rose Serra, una Capuchina en Ozieri en Sardinia, quien recibió los estigmas en 1801, son aquellas de nuestro tiempo de las que sabemos más. Josephine Kumi, del Convento de Wesen, cerca del Lago Wallenstadt en Suiza, que aún vivía en 1815, también pertenecía a esta clase de personas, pero no estamos completamente seguros acerca de si tenía estigmas.

Anne Catherina, como dijimos antes, no siendo más capaz de caminar o de levantarse de su cama, pronto fue incapaz también de comer. No pasó mucho para que no pudiera tomar más nada que un poco de vino y agua, y finalmente sólo agua pura; a veces, pero muy raramente, conseguía ingerir el jugo de una cereza o de una ciruela, pero inmediatamente devolvía cualquier alimento sólido tomado aún en pequeña cantidad. Esta incapacidad de tomar alimento, o más bien, esta facultad de vivir un buen tiempo sin más nada que agua, nos aseguran doctores eruditos, no carece en absoluto de ejemplos en la historia de los dolientes.

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Los teólogos estarán perfectamente conscientes de que hay muchas instancias de ascéticos contemplativos, y particularmente de personas frecuentemente en un estado de éxtasis y que han recibido los estigmas, permaneciendo largo tiempo sin tomar ningún alimento más que el Sagrado Sacramento; por ejemplo, B. Nicholas de Flue, Santa Liduvma de Schiedam, Santa Catalina de Siena, Santa Ángela de Foligno, y San Luis de l’Ascension. Todos los fenómenos exhibidos en la persona de Anne Catherina permanecieron ocultos incluso para quienes tuvieron un mayor trato con ella, hasta el 25 de Febrero de 1813, cuando fueron descubiertos accidentalmente por una de sus antiguas compañeras de convento. Hacia fin de Marzo, toda la ciudad hablaba de ellos. El 23 de Marzo, el médico del barrio la obligó a un examen. Contrariamente a sus expectativas, se convenció de la verdad, elevó un informe oficial de lo que había visto, se hizo su doctor y amigo, y permaneció hasta su muerte. El 28 de Marzo, las autoridades espirituales de Munster designaron comisionados para que examinaran su caso. La consecuencia de esto fue que Anne Catherina fue de ahí en más benignamente considerada por sus superiores, y adquirió la amistad del ex Deán Overberg, quien desde aquel momento venía cada año para visitarla durante varios días, y fue su confortador y director espiritual. El consejero médico de Druffel, quien estaba presente en este examen en calidad de doctor, nunca dejó de venerarla. En 1814, publicó en el Diario Médico de Salzburgo un detallado relato de los fenómenos que él había advertido en la persona de Anne Catherina, y a este remitimos a aquellos de nuestros lectores que desean más pormenores sobre el tema. El 4 de Abril, M. Gamier, el Comisionado General de la Policía Francesa, vino desde Munster para verla; indagó minuciosamente sobre su caso, y habiéndose cerciorado de que ella no profetizaba ni hablaba de política, declaró que no era injerencia de la policía el ocuparse de ella. En 1826 aún hablaba de ella en París con respeto y emoción.

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El 22 de Julio de 1813, Overberg vino a verla con el Conde de Stolberg y su familia. Permanecieron dos días con ella, y Stolberg, en una carta que ha sido varias veces impresa, da testimonio de la realidad de los fenómenos observados en Anne Catherina, y expresó su intensa veneración por ella. Permaneció como amigo de ella tanto como vivió, y los miembros de su familia nunca dejaron de encomendarse a sus plegarias. El 29 de Septiembre de 1813, Overberg llevó a la hija de la Princesa Galitzin (que falleció en 1806) para visitarla, y vieron con sus propios ojos a la sangre fluir copiosamente de sus estigmas. Esta distinguida dama repitió su visita y, después de convertirse en Princesa de Salm, nunca cambió en sus sentimientos, sino que, junto con su familia, permanecieron en constante comunión de oración con Anne Catherina. Muchas otras personas en todos los órdenes de la vida fueron, de la misma manera, consolados y edificados al visitar su cama de sufrimiento. El 23 de Octubre de 1813, fue llevada a otro alojamiento, cuya ventana miraba a un jardín. La condición de la bendita monja se hacía día a día más dolorosa. Sus estigmas eran una fuente de indescriptible dolor para ella, hasta el momento de su muerte. En vez de permitir a sus pensamientos descansar sobre aquellas gracias cuya presencia interior daban tales milagrosos testimonios externos, ella aprendió de ellas lecciones de humildad, al considerarlas una pesada cruz puesta sobre ella por sus pecados. Su mismo cuerpo doliente era para predicar a Jesús crucificado. Era difícil en efecto ser un enigma para todas las personas, un objeto de sospecha para la gran mayoría, y de respeto mezclado con temor para algunos pocos, sin producir sentimientos de impaciencia, irritabilidad u orgullo. Voluntariamente ella habría vivido en completa reclusión del mundo, pero la obediencia pronto la compelía a permitir ser examinada y a que fuera juzgada por una vasta cantidad de personas curiosas. Sufriendo, como ella estaba, los dolores más tormentosos, no se le permitió siquiera ser su propia dueña, sino que fue considerada como algo que cualquiera se creía con el derecho de observarla y juzgarla – usualmente sin buenos resultados para nadie, pero en gran medida para la predisposición del alma y cuerpo de ella, ya que así era privada de tanto descanso y recogimiento de espíritu. Parecía no haber límites a lo que se esperaba de ella, y a un hombre obeso, que tuvo cierta dificultad en ascender por la angosta escalera en caracol, se le oyó quejarse de que una persona como Anne Catherina, que debería ser expuesta en un camino público donde todos pudieran verla, tuviera que permanecer en un alojamiento tan difícil de alcanzar. En épocas anteriores, las personas en su estado sobrellevaban en privado los exámenes de las autoridades espirituales, y efectuaban sus dolorosas vocaciones bajo la sombra protectora de santos muros; pero nuestra sufriente heroína había sido lanzada desde el claustro al mundo en un tiempo en que el orgullo, la frialdad de corazón, y la incredulidad estaban todas de moda; marcada con los estigmas de la Pasión de Cristo, fue forzada a llevar su ensangrentado ropaje en público, bajo la mirada de hombres que apenas creían en las Heridas de Cristo, mucho menos en las heridas que sólo eran imágenes de Aquellas.

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Así esta santa mujer, que en su juventud había tenido la costumbre de orar durante muchas horas ante imágenes de todas las estaciones de la dolorosa Pasión de Cristo, o ante cruces en los costados de los caminos, se hizo a sí misma como una cruz en la vía pública, insultada por un transeúnte, bañada en lágrimas de arrepentimiento por un segundo, tomada como una mera curiosidad física por un tercero, y venerada por un cuarto cuyas inocentes manos traerían flores para colocarlas a sus pies.

En 1817 su anciana madre vino desde el campo para morir a su lado. Anne Catherina le mostró todo el amor que pudo confortándola y orando por ella, y cerrando sus ojos con sus propias manos – aquellas manos marcadas con los estigmas el 13 de Marzo del mismo año. La herencia dejada a Anne Catherina por su madre fue más que suficiente para alguien tan imbuida del espíritu de mortificación y sufrimiento; y por su parte, ella la dejó intacta para sus amigos. Consistía en estos tres dichos: “Señor, vuestra voluntad, no la mía, sea hecha”; “Señor, dame paciencia, y entonces golpea duro”; “Aquellas cosas que no son buenas para ponerlas en la olla, al menos son buenas para ponerlas debajo”. El significado de este último proverbio era: si las cosas no eran sanas como para comerlas, al menos podían ser quemadas, para que la comida pueda ser cocinada; este sufrimiento no alimenta mi corazón, pero al soportarlo pacientemente, puede al menos incrementar el fuego del amor divino, único por el cual la vida puede proveernos todo. Frecuentemente repetía estos proverbios, y entonces pensaba en su madre con gratitud. Su padre había fallecido algún tiempo antes.

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El escritor de estas páginas tomó conocimiento de su estado primero a través de leer una copia de aquella carta de Stolberg, a la que ya hemos aludido, y después a través de una conversación con un amigo quien había pasado varias semanas con ella. En Septiembre de 1818 fue invitado por el Obispo Sailer para encontrarse con él en lo del Conde de Stolberg, en Westphalia; y él fue en primer lugar a Sondermuhlen para ver al conde, quien lo presentó a Overberg, de quien recibió una carta dirigida al doctor de Anne Catherina. Hizo su primer visita a ella el 17 de Septiembre de 1818; y le permitió quedarse varias horas con ella a su lado cada día, hasta la llegada de Sailer. Desde el mismo principio, le dio su confianza hasta una admirable magnitud, y de la manera más conmovedora e ingenua. Sin duda ella era consciente que al relatar sin reservas la historia de todas sus pruebas, alegrías, y tristezas de su vida entera, estaba confiriendo las dádivas espirituales más preciosas sobre él. Ella lo trató con la más generosa hospitalidad, y no tuvo ninguna duda en hacerlo, debido a que él no la oprimía ni alarmaba su humildad por excesiva admiración. Ella le descubrió su interior con el mismo espíritu caritativo a como un devoto solitario ofrecería en la mañana las flores y frutos que hubieran crecido en su jardín durante la noche a algún viajante cansado de caminar, quien, habiendo perdido su camino en el desierto del mundo, lo encuentra sentado cerca de su ermita. Completamente consagrada a Dios, hablaba de esta manera abierta como un niño lo hubiera hecho, confiadamente, sin sentimientos de dudas, y sin un fin egoísta en vista. ¡Que Dios la recompense!

Su amigo diariamente ponía por escrito todas las observaciones que él hacía respecto a ella, y todo lo que ella le contaba acerca de su vida, ya sea interior o exterior. Las palabras de ella estaban caracterizadas alternativamente por la simplicidad más infantil y la más asombrosa profundidad de pensamiento, y presagiaban, de alguna forma, el vasto y sublime espectáculo que posteriormente se desarrollaría, cuando se hizo evidente que el pasado, el presente y el futuro, junto con todo lo que concernía a la santificación, profanación y juzgamiento de las almas, formaban ante y dentro de ella un drama alegórico e histórico, por el cual los diferentes eventos del año eclesiástico proveían temas, y lo dividían en escenas, tan estrechamente relacionadas entre sí eran todas sus oraciones y sufrimientos los cuales ella ofrecía en sacrificio por la Iglesia militante.

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El 22 de Octubre de 1818 Sailer vino a verla, y habiendo advertido que ella se alojaba en la parte trasera de un pub, y que los hombres estaban jugando a los bolos bajo su ventana, dijo de manera jocosa y pensativa como era peculiar en él: “Ves, ves; todas las cosas son como debieran ser – la monja enferma, la esposa de nuestro Señor, se aloja en un pub sobre el piso donde los hombres están jugando a los bolos, como el alma del hombre en su propio cuerpo”. Su entrevista con Anne Catherina fue de lo más afectuosa; era en efecto hermoso el contemplar a estas dos almas, que estaban ambas encendidas por el amor a Jesús, y conducidas por la gracia a través de caminos tan diferentes, encontrándose así a los pies de la Cruz, la estampa visible de la cual era llevada por una de ellas. El Viernes, 23 de Octubre, Sailer permaneció a solas con ella durante casi todo el día; vio sangre fluir de su cabeza, de sus manos y de sus pies, y fue capaz de conferirle gran consuelo a sus pruebas interiores. Él le recomendó encarecidamente que contara todo sin reservas al escritor de estas páginas, y llegó a un entendimiento sobre la materia con su usual director. Él escuchó su confesión, le dio la Sagrada Comunión el Sábado 24, y luego continuó su viaje hasta lo del Conde de Stolberg. A su regreso, a principios de Noviembre, pasó de nuevo un día con ella. Continuó siendo su amigo hasta su muerte, oró constantemente por ella, y le pedía a ella sus oraciones cuando se encontraba en situaciones de prueba o dificultad. El escritor de estas páginas permaneció hasta Enero. Él regresó de nuevo en Mayo de 1819, y continuó velando por Anne Catherina casi ininterrumpidamente hasta la muerte de ella.

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La santa doncella continuamente suplicaba al Todopoderoso que removiera los estigmas exteriores, con relación a los problemas y fatigas que ocasionaban, y su oración fue concedida al final de siete años. Hacia el final del año 1819, la sangre primero fluía menos frecuentemente de sus heridas, y luego cesó por completo. El 25 de Diciembre, cayeron costras de sus pies y manos, y quedaron allí solamente cicatrices blancas, que se ponían rojas en ciertos días, pero el dolor que ella sufría no mermó en lo más mínimo. La marca de la cruz y la herida en su costado derecho solían verse como antes, pero no a determinadas épocas. En ciertos días tenía siempre sensaciones de lo más dolorosas alrededor de su cabeza, como si una corona de espinas fuera presionada sobre ella. En estas ocasiones ella no podía reclinar su cabeza contra nada, ni siquiera hacerla descansar en su mano, sino que tenía que permanecer por largas horas, a veces incluso durante noches enteras, sentada en su cama, sostenida por almohadones, mientras su pálido rostro, y los irreprimibles quejidos de dolor que escapaban de ella, hacían de ella como una enorme y viva representación del sufrimiento. Después de haber estado en esta condición, la sangre invariablemente fluía más o menos copiosamente alrededor de su cabeza. El Viernes Santo, Abril 19 de 1819, todas sus heridas se reabrieron y sangraron, y se cerraron de nuevo en los días siguientes. Una indagación de lo más rigurosa de su estado fue hecha por algunos doctores y naturalistas. Con ese fin fue ubicada sola en una casa ajena, donde permaneció desde el 7 al 29 de Agosto; pero este examen parecía no haber producido ningún efecto particular en modo alguno. Fue llevada de regreso a su propia vivienda el 29 de Agosto, y desde ese momento hasta que falleció fue dejada en paz, salvo que fuera ocasionalmente molestada por disputas privadas e insultos públicos. En esta materia Overberg le escribió las siguientes palabras: “¿Qué es lo que has tenido que sufrir personalmente de lo que puedas quejarte? Me estoy dirigiendo a un alma deseosa de nada más que de parecerse más y más a su divino Esposo. ¿No has sido tratada mucho más amablemente de como lo fue tu adorable Esposo?¿No debería ser un motivo de regocijo para ti, de acuerdo al espíritu, haber sido asistida para asemejarte a él más estrechamente, y así ser más agradable a sus ojos? Has sufrido mucho con Jesús, pero hasta aquí los insultos te habían sido evitados en su mayor parte. Con la corona de espinas no habías llevado el manto púrpura y la túnica de desprecio, mucho menos habías escuchado aún el grito, “¡Fuera con él!¡Crucifíquenlo!”  No puedo dudar empero que estos sentimientos son tuyos. Alabado sea Jesucristo.”

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El Viernes Santo, 30 de Marzo de 1820, sangre fluyó de su cabeza, pies, manos, pecho y costado. Sucedió que cuando se desmayó, una de las personas que estaban con ella, sabiendo que la aplicación de reliquias la aliviaban, colocaron cerca de sus pies una pieza de lino en las que algunas fueron envueltas, y la sangre que provenía de sus heridas alcanzaron esta pieza de lino después de un tiempo. Por la tarde, cuando esta misma pieza de lino con las reliquias fue ubicada sobre su pecho y hombros, en los que ella estaba sufriendo mucho, de repente exclamó, mientras estaba en estado de éxtasis: “Es de lo más hermoso, pero veo a mi Celestial Esposo yaciendo en la tumba en la Jerusalén terrenal; y también lo veo viviendo en la Jerusalén celestial rodeado de santos adoradores, y en medio de estos santos veo una persona que no es un santo – es una monja. Sangre fluye de su cabeza, su costado, sus manos y sus pies, y los santos están sobre las partes sangrantes.”

El 9 de Febrero de 1821 cayó en éxtasis en el momento del funeral de una sacerdote muy santo. Sangre fluyó de su frente, y la cruz sobre su seno sangró también. Alguien le preguntó, “¿Qué es lo que te pasa?”. Ella sonrió, y habló como alguien que se despierta de un sueño: “Estábamos al lado del cuerpo. Me he acostumbrado últimamente a escuchar música sacra, y el De Profundis me causó una gran impresión”. Ella falleció el mismo día tres años después. En 1821, unas pocas semanas antes de la Pascua, ella nos contó que se le había dicho durante su oración: “Entérate, sufrirás en el verdadero aniversario de la Pasión, y no en el día marcado este año en el Calendario Eclesiástico”. El Viernes 30 de Marzo, a las diez en punto de la mañana, se desplomó inconsciente. Su rostro y su seno estaban bañados en sangre, y su cuerpo aparecía cubierto de contusiones como los que hubieran infligido los golpes de látigo. A las doce en punto del día, se tendió en forma de cruz, y sus brazos estaban tan extendidos como para estar perfectamente dislocados. Unos pocos minutos antes de las dos en punto, gotas de sangre fluyeron de sus pies y manos. El Viernes Santo, 20 de abril, ella estaba simplemente en estado de calma contemplación. Esta notable excepción a la regla general parecía ser un efecto de la providencia de Dios, ya que, a la hora en que sus heridas usualmente sangran, un número de individuos curiosos y desalmados vino a verla con la intención de causarle nuevos sinsabores, para publicar lo que verían; pero se les hizo contribuir así a su paz, al decir que sus heridas habían dejado de sangrar.

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El 19 de Febrero de 1822 fue avisada de nuevo que sufriría el último Viernes de Marzo, y no en Viernes Santo.

El Viernes 15, y de nuevo el Viernes 29, la cruz en su seno y la herida de su costado sangraron. Antes del 29, sintió más de una vez como si una corriente de fuego fluyera rápidamente desde su corazón hacia su costado, y bajando hacia sus brazos y piernas hasta los estigmas, los cuales parecían rojos e inflamados. En la tarde del Martes 28, cayó en un estado de contemplación sobre la Pasión, y permaneció en él hasta el Viernes a la tarde. Su pecho, cabeza y costado sangraron; todas las venas de sus manos estaban hinchadas, y había una zona dolorosa en el centro de ellas, la cual se sentía húmeda, aunque no fluía sangre de ella. Nada de sangre fluyó de los estigmas excepto el 3 de Marzo, el día del hallazgo de la Santa Cruz. Tuvo también una visión del descubrimiento de la verdadera cruz por parte de Santa Elena, y se imaginó a sí misma tendida en la excavación cerca de la cruz.  Mucha sangre salió en la mañana de su cabeza y costado, y por la tarde desde sus manos y pies, y le pareció a ella como si fuera usada como prueba de si la cruz era verdaderamente la Cruz de Jesucristo, y que su sangre estaba testificando su identidad.

En el año 1823, el Jueves y Viernes Santo, que cayeron el 27 y 28 de Marzo, tuvo visiones de la Pasión, durante la cual sangre fluyó desde todas sus heridas, causándole intenso dolor. Entre estos inmensos dolores, aunque arrebatada en espíritu, fue obligada a hablar y dar respuestas concernientes a todos sus pequeños asuntos caseros, como si hubiera estado perfectamente fuerte y bien, y ella nunca dejó caer una queja, aunque estuviera cerca de morir. Esta fue la última vez que su sangre dio testimonio de la realidad de su unión con los sufrimientos de Aquel que se había entregado total y absolutamente por nuestra salvación. La mayoría de los fenómenos de la vida extática que se nos muestran en las vidas y escritos de Santa Brígida, Gertrudis, Matilde, Hildegarda, Catalina de Siena, Catalina de Genoa, Catalina de Bologna, Colomba da Rieti, Lidwina de Schiedam, Catalina Vanini, Teresa de Jesús, Anna de San Bartolomé, Magdalena de Pazzi, María Villana, María Buonomi, Marina d’Escobar, Crescentia de Kaufbeuern, y muchas otras monjas de órdenes contemplativas, son encontrados también en la historia de la vida interior de Anne Catherina Emmerich. El mismo camino fue trazado para ella por Dios. ¿Logrará ella, como estas santas mujeres, la consumación? Sólo Dios sabe. Nuestra parte consiste solamente en orar que tal haya sido el caso, y nos es permitido esperar tal cosa. Aquellos entre nuestros lectores que no están al tanto de la vida extática de los escritos de aquellos que la han vivido, encontrarán información sobre esta materia en la Introducción de Goërres a los escritos de Henry Suso, publicado en Ratisbone en 1829.

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Desde que muchos devotos Cristianos, para convertir su vida en un acto perpetuo de adoración, se esfuerzan para ver en sus ocupaciones diarias una representación simbólica de cierta manera de honrar a Dios, y ofrecerla a Él en unión con los méritos de Cristo, no puede parecer extraordinario que aquellas santas almas que pasan de una vida activa a una de sufrimiento y contemplación, vieran a veces sus labores espirituales bajo la forma de aquellas ocupaciones terrenales que anteriormente llenaban sus días. Entonces sus actos eran oraciones; ahora sus oraciones son actos; pero la forma permanece igual. Así fue que Anne Catherina, en su vida extática, contempló la serie de sus oraciones por la Iglesia bajo las formas de parábolas portando referencia a la agricultura, la jardinería, la tejeduría, la siembra, o el cuidado de ovejas. Todas estas diferentes ocupaciones estaban distribuidas, de acuerdo a su significado, en los diferentes períodos del año común como del eclesiástico, y eran seguidas bajo el patronato y con la asistencia de los santos de cada día, siendo aplicadas a ellas también las gracias especiales de las correspondientes fiestas de la Iglesia. La significación de este círculo de símbolos tenía referencia con toda la parte activa de la vida interior de Anne. Un ejemplo ayudará a explicar lo que queremos decir. Cuando Anne Catherina, siendo aún una niña, estaba empleada en la escarda, rogaba a Dios que desarraigara la cizaña del campo de la Iglesia. Si sus manos eran pinchadas por las ortigas, o si era obligada a rehacer el trabajo de los haraganes, ella ofrecía a Dios su dolor y su fatiga, y le suplicaba, en el nombre de Jesucristo, que el pastor de las almas no pudiera cansarse, y que ninguno de ellos cesara de trabajar celosa y diligentemente. Así su actividad manual se hizo una oración.

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Daré ahora un ejemplo correspondiente a su vida de contemplación y éxtasis. Había estado enferma varias veces, y en un estado casi continuo de éxtasis, durante el cual solía dolerse, y movía sus manos como una persona ocupada en escardar. Se quejó una mañana de que sus manos y brazos le picaban y hormigueaban, y al examinarla se encontró que estaban cubiertos de ampollas, como las que hubieran producido por los pinchazos de ortigas. Ella entonces rogó a varias personas de su conocimiento que unieran sus oraciones a las de ella para determinada intención. Al día siguiente sus manos estaban inflamadas y dolorosas, como habrían estado luego de un arduo trabajo; y cuando se le preguntó la causa, ella contestó: “¡Ah! He tenido que desarraigar tantas ortigas del viñedo, ya que quienes tenían ese deber sólo sacaban los tallos, y estaba obligada a extraer las raíces con mucha dificultad del suelo rocoso.” La persona que le había preguntado comenzó a culpar a estos trabajadores negligentes, pero se sintió muy confundido cuando ella replicó: “Usted era uno de ellos – aquellos que sólo sacan los tallos de las ortigas, y dejan las raíces en la tierra, son personas que rezan negligentemente”. Se descubrió después que ella había estado orando por varias diócesis que le fueron mostradas bajo la figura de viñedos despoblados, y en los que se necesitaba labor. La real inflamación de sus manos daba testimonio de este simbólico desarraigo de las ortigas; y tenemos quizás razón de esperar que las iglesias mostradas a ella bajo la apariencia de viñedos experimentaron los buenos efectos de su oración y su trabajo espiritual; ya que si la puerta es abierta para aquellos que golpean, deben ser abiertas por sobre todo a aquellos que golpean con tal energía como para dejar sus dedos heridos.

Reacciones similares del espíritu sobre el cuerpo se suelen encontrar en las vidas de personas sujetas a éxtasis, y no son de ninguna manera contrarias a la fe. Santa Paula, si podemos creer a San Jerónimo, visitó los santos lugares en espíritu tal como si los hubiera visitado corporalmente; y algo parecido sucedió a Santa Colomba de Rieti y a Santa Lidwina de Schiedam. El cuerpo de la última portaba huellas de este viaje espiritual, como si realmente hubiese viajado; experimentó toda la fatiga que un doloroso viaje causaría: sus pies estaban lesionados y cubiertos de marcas que parecían como si hubieran sido hechas por rocas o espinas, y finalmente tenía una torcedura por la cual sufrió largo tiempo.

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Ella fue conducida en este viaje por su ángel guardián, que le contó que estas heridas corporales significaban que había sido arrebatada en cuerpo y espíritu.

Heridas semejantes eran vistas sobre el cuerpo de Anne Catherina inmediatamente después de algunas de sus visiones. Lidwina comenzó su viaje extático al seguir a su buen ángel hasta la capilla de la Virgen Bendita en Schiedam; Anne Catherina comenzó el suyo siguiendo a su ángel de la guarda ya sea hasta la capilla que estaba cerca de su vivienda, o hasta el Camino de la Cruz de Coesfeld.

Sus viajes a Tierra Santa eran hechos, de acuerdo a los relatos que ella dio, por los caminos más diversos; a veces incluso iba todo alrededor de la Tierra, cuando la tarea espiritual impuesta sobre ella lo requería. En el curso de estos viajes desde su casa hasta los países más distantes, ella llevaba asistencia a muchas personas, ejerciendo a favor de éstas obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, y esto era hecho frecuentemente en parábolas. Al cabo de un año, ella iría de nuevo por las mismas tierras, vería las mismas personas, y tomaría cuenta de su progreso espiritual o de su recaída en el pecado. Cada parte de esta labor siempre portaba alguna referencia a la Iglesia, y al reino de Dios sobre la tierra.

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El final de estos peregrinajes diarios que ella hacía en espíritu era invariablemente la Tierra Prometida, cada parte de la cual ella examinaba en detalle, y a la cual vio a veces en su estado presente, y a veces como era en diferentes períodos de su sagrada historia; ya que su distintiva característica y especial privilegio eran un conocimiento intuitivo de la historia del Viejo y del Nuevo Testamento, y la de los miembros de la Sagrada Familia, y la de todos los santos a quienes ella contemplaba en espíritu. Vio el significado de todos los días festivos del año eclesiástico tanto bajo un punto de vista devocional como histórico. Vio y describió, día por día, con los mínimos detalles y por nombre, lugares, personas, festividades, costumbres y milagros, todo lo que sucedió durante la vida pública de Jesús hasta la Ascensión, y la historia de los Apóstoles por varias semanas después del Descenso del Espíritu Santo. Ella consideraba todas sus visiones no como meros disfrutes espirituales, sino como, por así decirlo, fértiles campos, abundantemente repletos de los méritos de Cristo, y que no habían sido aún cultivados; ella estaba frecuentemente empeñada en espíritu en orar para que el fruto de tales y tales sufrimientos de nuestro Señor pudieran ser dados a la Iglesia, y suplicaría a Dios aplicar a su Iglesia los méritos de nuestro Salvador los cuales eran su herencia, y de los cuales ella, por decirlo así, tomaría posesión, en su nombre, con la más conmovedora simplicidad e ingenuidad.

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Ella nunca consideró que sus visiones tuvieran alguna relación con su vida Cristiana exterior, ni tampoco las consideró como de algún valor histórico. Exteriormente sabía y creía en nada más que en el catecismo, la común historia de la Biblia, los evangelios para los Domingos y festividades, y el almanaque Cristiano, el cual para su visión previsora era una mina inagotable de ocultas riquezas, desde que le dio en pocas páginas un hilo conductor que la llevaba a través de todo el tiempo, y por medio del cual ella pasaba de misterio en misterio, y solemnizaba cada uno con todos los santos, para cosechar los frutos de la eternidad a tiempo, y para preservar y distribuirlos en su peregrinaje alrededor del año eclesiástico, para que así la voluntad de Dios pudiera ser realizada en la Tierra como en el Cielo. Ella nunca había leído el Viejo o el Nuevo Testamento, y cuando estaba cansada de relatar sus visiones, diría a veces: “Léelo en la Biblia”, y entonces se asombraba al saber que no estaba allí; “ya que la gente”, añadiría, “está constantemente diciendo en estos días que no necesitas leer nada excepto la Biblia, que contiene todo, etc., etc.”.

La verdadera tarea de su vida era sufrir por la Iglesia y por algunos de sus miembros, cuyo desconsuelo le era mostrado a ella en espíritu, o que pedían sus oraciones sin saber que esta pobre monja enferma tenía algo más que hacer por ellos que decir Pater Noster, sino que todos los sufrimientos espirituales y corporales de ellos pasaban a ser de ella, y que tenía que soportar pacientemente los dolores más terribles, sin ser asistida, como los contemplativos de épocas anteriores, por las oraciones simpatizantes de una comunidad entera. En la era en la que ella vivía, no tenía otra asistencia que aquella de la medicina. Mientras estaba así sobrellevando sufrimientos que ella había tomado sobre sí por otros, frecuentemente volvía sus pensamientos a los respectivos sufrimientos de la Iglesia, y cuando estaba así sufriendo por una sola persona, ofrecería del mismo modo todo lo que soportaba por la Iglesia entera.

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El siguiente es un notable caso de este tipo: durante varias semanas tuvo todos los síntomas de la tuberculosis; violenta irritación de los pulmones, excesiva transpiración, la cual empapaba toda su cama, una tos pertinaz, expectoración continua, y una fuerte fiebre continua. Tan terribles eran sus sufrimientos que su muerte se esperaba, e incluso se deseaba, a cada hora. Se notó que tenía que luchar extrañamente contra una fuerte tentación a la irritabilidad. Si se rendía por un instante, estallaba en lágrimas, sus sufrimientos se multiplicaban por diez, y ella parecía incapaz de existir a menos que inmediatamente obtuviera el perdón en el sacramento de la penitencia. Tuvo también que combatir un sentimiento de aversión a cierta persona a quien no había visto por años. Ella estaba en desesperación debido a que esta persona, con la cual ella declaró empero que no tenía nada en común, siempre estaba delante de sus ojos con las más malignas predisposiciones, y ella lloraba amargamente, y con mucha ansiedad, diciendo que no cometería pecado, que su pesar debía ser evidente para todos, y otras cosas que eran demasiado ininteligibles para las personas que la escuchaban. Su enfermedad siguió aumentando, y se la creyó a punto de morir. En este momento uno de sus amigos la vio, para su gran sorpresa, levantarse de repente de la cama y decir:

“Repíteme las oraciones para aquellos en su última agonía”. Él hizo lo que le pidió, y ella contestó la Letanía con firme voz. Después de algún tiempo, la campana por los agonizantes se escuchó, y una persona vino para pedir las oraciones de Anne Catherina para su hermana, que ya había fallecido. Anne Catherina preguntó por los detalles concernientes a su enfermedad y muerte, como si estuviera profundamente interesada en la materia, y el amigo antes mencionado escuchó el relato dado por el recién llegado acerca de una tuberculosis semejante hasta en los más mínimos detalles a la enfermedad de la misma Anne Catherina. La mujer fallecida había estado al principio con mucho dolor y tan perturbada en su mente que parecía demasiado incapaz de prepararse para su propia muerte; pero durante los últimos quince días había estado mejor, había hecho las paces con Dios, habiéndose reconciliado en primer lugar con una persona con la que estaba en enemistad, y había fallecido en paz, fortificada por los últimos sacramentos, y atendida por su anterior enemigo. Anne Catherina dio una pequeña suma de dinero para la sepultura y el servicio funerario de esta persona. Sus transpiraciones, tos, y fiebre ahora la dejaron y parecía una persona exhausta por la fatiga, cuya sábana ha sido cambiada y que ha sido ubicada en una cama nueva. Su amigo le dijo, “Cuando te vino esta terrible enfermedad, esta mujer se puso mejor, y su odio por otra era el único obstáculo para que hiciera las paces con Dios. Tomaste sobre ti misma, por un tiempo, sus sentimientos de odio, murió en buena predisposición, y ahora pareces aceptablemente bien de nuevo. ¿Están aún sufriendo por ella?” “¡No, por supuesto!”, ella replicó, “eso sería de lo más irracional, pero, ¿cómo una persona puede evitar sufrir cuando incluso la punta de su dedo meñique está con dolor? Somos todos un cuerpo en Cristo.” “Por la bondad de Dios”, dijo su amigo, “ahora de nuevo estás algo relajada”. “No por mucho tiempo, sin embargo”, replicó ella con una sonrisa,  “hay otras personas que necesitan mi asistencia”. Entonces se volteó sobre su cama y descansó un rato.

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Unos pocos días después, empezó a sentir un intenso dolor en sus miembros, y se manifestaron síntomas de agua en su pecho. Descubrimos la persona enferma por la cual Anne Catherina estaba sufriendo, y vimos que sus sufrimientos de repente disminuían o se incrementaban enormemente en exacta proporción inversa a aquellos de Anne Catherina.

Así la caridad la compelía a tomar sobre sí las enfermedades e incluso las tentaciones de otros, para que ellos pudieran en paz prepararse para la muerte. Fue compelida a sufrir en silencio, tanto para ocultar las debilidades de su vecino, y para no ser considerada ella misma como demente; fue obligada a recibir toda la ayuda que la medicina le podía procurar por una enfermedad tomada voluntariamente para el alivio de otros, y a ser reprobada por las tentaciones que no eran las suyas propias; finalmente, fue necesario que apareciera pervertida a los ojos de los hombres, para que aquellos por quienes sufría pudieran ser convertidos ante Dios.

Un día un amigo en profunda aflicción estaba sentado al costado de su cama, cuando de repente ella cayó en un estado de éxtasis, y comenzó a orar en voz alta: “¡Oh, mi dulce Jesús, permíteme llevar aquella pesada piedra!” Su amigo le preguntó que sucedía. “Estoy en mi camino a Jerusalén”, replicó ella, “y veo un pobre hombre que va caminando con la mayor dificultad, ya que hay una gran piedra sobre su pecho, el peso del cual casi lo aplasta”. Entonces, de nuevo, después de unos pocos instantes, ella exclamó: “Dame aquella pesada piedra, no puedes llevarla por más tiempo; dámela a mí”. Completamente de improviso se hundió desmayándose, como si fuera aplastada bajo una pesada carga, y en el mismo momento su amigo se sintió aliviado del peso de la aflicción que lo oprimía, y su corazón desbordante de extraordinaria felicidad. Viéndola en tal estado de sufrimiento, le preguntó que pasaba, y ella mirándolo replicó: “No puedo permanecer aquí más tiempo. Pobre hombre, tienes que tomar de vuelta tu carga”. Inmediatamente su amigo sintió todo el peso de su aflicción de regreso, mientras ella, poniéndose bien de nuevo como antes, continuó su viaje en espíritu hacia Jerusalén.

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Daremos un ejemplo más de sus esfuerzos espirituales. Una mañana le dio a su amigo una pequeña bolsa conteniendo algo de harina de centeno y huevos, y le señaló una pequeña casa en donde una pobre mujer, que tenía tuberculosis, estaba viviendo con su marido y dos pequeños hijos. Él tenía que contarle que los hirviera y los comiera, ya que cuando los hirviera serían buenos para su pecho. El amigo, al entrar en la casita, tomó la bolsa desde debajo de su capa, cuando la pobre madre, quien, enrojecida por la fiebre, estaba tendida sobre un colchón entre sus dos hijos medio desnudos, fijó sus brillantes ojos en él, y extendiendo sus delgadas manos, exclamó: “¡Oh, señor, debe ser Dios o la Hermana Emmerich que me lo envió! Me estás trayendo algo de harina de centeno y huevos”. Aquí la pobre mujer, abrumada por sus sentimientos, rompió en llanto, y entonces comenzó a toser tan violentamente que tuvo que hacer una señal a su esposo para hablar por ella. Él dijo que la noche anterior Gertrude había estado muy perturbada, y había hablado en gran medida durante su sueño, y que al despertar ella le había contado su sueño con estas palabras: “Creí que estaba en la puerta parada contigo, cuando la santa monja salió de la puerta de la casa contigua, y te dije que la veas. Ella se detuvo frente a nosotros, y me dijo, ‘Ah, Gertrude, te ves muy enferma, te enviaré algo de harina de centeno y huevos, que aliviarán tu pecho’. Entonces me desperté”. Tal era el relato simple de un pobre hombre; él y su esposa expresaron ambos encarecidamente su gratitud, y el portador de las limosnas de Anne Catherina dejó la casa muy abrumado. No le contó nada de esto cuando la vio, pero unos pocos días después, lo envió de nuevo al mismo lugar con un presente similar, y entonces él le preguntó cómo era que conocía a esa pobre mujer. “Tu sabes”, replicó, “que oro cada noche por todos aquellos que sufren; gustaría de ir y aliviarlos, y generalmente sueño que voy de un doliente domicilio a otro, y que los asisto hasta el límite de mis fuerzas. De esta manera fui en mi sueño hasta la casa de aquella pobre mujer; estaba parada en la puerta junto a su esposo, y le dije: ‘Ah, Gertrude, te ves muy enferma, te enviaré algo de harina de centeno y huevos, que aliviarán tu pecho’. Y esto hice a través de ti la mañana siguiente.” Ambas personas habían permanecido en sus camas, y soñaron la misma cosa, y el sueño se hizo realidad. San Agustín, en su Ciudad de Dios, libro XVIII, c.18, relata un caso similar de dos filósofos, que se visitaron uno al otro en un sueño, y explicaron algunos pasajes de Platón, permaneciendo ambos dormidos en sus propias casas.

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Estos sufrimientos, y esta peculiar especie de activa labor, eran como un único rayo de luz que iluminaba su vida entera. Infinito era el número de labores espirituales y compasivos sufrimientos que provenían de todas partes e ingresaban en su corazón – aquel corazón tan encendido de amor a Jesucristo. Como Santa Catalina de Siena y algunas otras extáticas, solía sentir el más profundo sentimiento de convicción de que nuestro Salvador había sacado el corazón de ella de su pecho, y colocado el suyo propio por un tiempo.

El siguiente fragmento dará una idea del misterioso simbolismo por el cual ella era interiormente dirigida. Durante una parte del año 1820, realizó varios trabajos en espíritu, para varias diferentes parroquias; sus oraciones siendo representadas bajo la figura del severo trabajo en una viña. Lo que hemos relatado antes acerca de las ortigas es del mismo carácter.

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El 6 de Septiembre su guía celestial le dijo: “Has escardado, excavado, atado y podado la vid; has abatido la cizaña como para que nunca más pudiera brotar; y luego te alejaste gozosamente y descansaste de tus oraciones. Prepárate ahora para trabajar duro desde la fiesta de la Natividad de la Virgen Bendita hasta aquella de San Miguel; las uvas están madurando y deben ser bien vigiladas”. “Entonces me condujo”, prosiguió ella, “hasta la viña de St. Liboire, y me mostró las viñas en las que yo había trabajado. Mi labor había sido exitosa, ya que las uvas estaban adquiriendo su color y poniéndose grandes, y en algunas partes el jugo rojo estaba cayendo de ellas al suelo. Mi guía me dijo: “Cuando las virtudes de los buenos comienzan a brillar en público, tienen que combatir con bravura, tienen que ser oprimidos, tentados, y sufrir persecución. Una cerca debe ser plantada alrededor de la viña para que las uvas maduras no puedan ser destruidas por los ladrones y las bestias salvajes, o sea, por la tentación y la persecución”. Entonces él me mostró cómo construir un muro amontonando piedras, y cómo levantar una gruesa cerca de espinas todo alrededor. Como mis manos sangraban con labor tan severa, Dios, para darme fortaleza, me permitió ver el significado misterioso de la vid, y el de varios otros árboles frutales. Jesucristo es la Verdadera Vid, que está para hacer raíces y crecer en nosotros; toda madera ociosa debe ser cortada, para no desperdiciar la savia, la cual está para convertirse en vino, y en el más que Sagrado Sacramento de la Sangre de Cristo. La poda de la vid tiene que ser hecha de acuerdo a ciertas reglas, las cuales se me hicieron conocer. La poda es, en sentido espiritual, el corte de todo aquello que es ocioso, es penitencia y mortificación, para que la verdadera Vid pueda crecer en nosotros, y dar fruto, en lugar de la naturaleza corrupta que sólo rinde madera y follaje. La poda se hace de acuerdo a reglas fijas, ya que sólo se necesita que ciertas raíces ociosas sean cortadas en el hombre, y tronchar más sería mutilar de manera culposa. Ninguna poda deber ser hecha nunca sobre la cepa que ha sido plantada en la humanidad a través de la Virgen Bendita, y está para permanecer en ella por siempre. La verdadera Vid une el Cielo a la Tierra, la Divinidad a la Humanidad; y es la parte humana que está para ser podada, para que así sólo la divina pueda crecer. Vi muchas otras cosas relativas a la vid que un libro tan grande como la Biblia no las podría contener. Un día, cuando estaba sufriendo un agudo dolor en el pecho, supliqué a nuestro Señor con quejidos que no me diera una carga superior a mi fortaleza para soportarla; y entonces mi Celestial Esposo apareció, y me dijo…”Os he puesto en mi diván nupcial, el cual es un diván de sufrimiento; os he dado sufrimiento y expiación como vuestro vestido y joya nupcial. Debéis sufrir, pero no os abandonaré; estáis sujeta a la Vid, y no estaréis perdida.”  Entonces fui consolada de todos mis sufrimientos. Se me explicó del mismo modo por qué en mis visiones relativas a las festividades de la familia de Jesús, como por ejemplo, aquellas de Santa Ana, San Joaquín, San José, etc., siempre veía a la Iglesia de la festividad bajo la figura de un vástago de la vid. Era el mismo caso en las festividades de San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, y la de todos los santos que habían tenido los estigmas.

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“El significado de mis sufrimientos en todos mis miembros me fue explicado en la siguiente visión: vi una gigantesca figura humana en un horrible estado de mutilación, y que se erguía hacia el cielo. No había dedos en manos y pies, el cuerpo estaba cubierto de espeluznantes heridas, algunas de las cuales eran recientes y sangraban, otras estaban cubiertas de carne muerta o se volvieron excrecencias. De un lado era todo negro, gangrenado y, por así decirlo, medio carcomido.

Yo sufría como si hubiese sido mi propio cuerpo que estaba en ese estado, y entonces mi guía me dijo, “Este es el cuerpo de la Iglesia, el cuerpo de todos los hombres y el tuyo también        “. Entonces, señalando a cada herida, me mostró al mismo tiempo alguna parte del mundo; vi un número infinito de hombres y naciones separados de la Iglesia, todos en su propia y peculiar manera, y sentí un dolor tan excelso por esta separación como si se hubieran desgarrado de mi cuerpo. Entonces mi guía me dijo: “Deja que vuestros sufrimientos os enseñen una lección, y ofrécelos a Dios en unión con aquellos de Jesús por todos los que están separados. ¿No debería un miembro llamar al otro, y sufrir para curarlo y unirlo una vez más al cuerpo? Cuando aquellas partes que están más estrechamente unidas al cuerpo se desprenden, es como si la carne fuera desgarrada alrededor del corazón”. En mi ignorancia, creí que estaba hablando de aquellos hermanos que no están en comunión con nosotros, pero mi guía añadió: “¿Quiénes son nuestros hermanos? No son nuestros parientes de sangre los que están más cerca de nuestros corazones, sino aquellos que son nuestros hermanos en la sangre de Cristo – los hijos de la Iglesia que se desprenden”. Me mostró que el lado negro y gangrenado del cuerpo sería pronto curado; que la carne putrefacta que se había reunido alrededor de las heridas representaba a los heréticos que se dividen unos de otros en proporción a que crecen en número; que la carne muerta era la figura de todo lo que está espiritualmente muerto, y que está vacío de todo sentimiento; y que las partes osificadas representaban a los heréticos obstinados y empedernidos. Vi y sentí de esta manera cada herida y su significado. El cuerpo se estiraba hacia el cielo. Era el cuerpo de la Novia de Cristo, y que dolorosamente era contemplada. Lloré amargamente, pero sintiéndome enseguida profundamente apesadumbrada y, fortalecida por el pesar y la compasión, comencé de nuevo a trabajar con todas mis fuerzas”.

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Hundiéndose bajo el peso de la vida y de la tarea impuesta sobre ella, frecuentemente suplicaba a Dios que la liberara, y parecía estar entonces al borde de la tumba. Pero cada vez diría: “¡Señor, no mi voluntad sino la vuestra sea hecha! Si mis oraciones y sufrimientos son útiles déjame vivir mil años, pero concédeme que muera antes que ofenderte alguna vez”. Luego, ella recibiría órdenes para vivir, y surgir, levantando su cruz, una vez más para soportarla con paciencia y sufriendo tras su Señor. De tanto en tanto el camino de la vida que ella estaba siguiendo, solía mostrársele, como llevando hasta la cima de una montaña en la que había una brillante y resplandeciente ciudad – la Jerusalén celestial. Usualmente ella pensaría que había llegado a aquella dichosa morada, que parecía estar bastante cerca de ella, y su alegría sería grande. Pero de repente descubriría que estaba aún separada de ella por un valle, y entonces tendría que descender precipicios, y seguir caminos indirectos, trabajando, sufriendo, y realizando actos de caridad en todos lados. Tenía que dirigir a los descarrilados hacia el camino correcto, levantar a los caídos, llevar a veces incluso a los paralíticos, y arrastrar a los renuentes por la fuerza, y todos estos actos de caridad eran como muchos nuevos pesos sujetados a su cruz. Entonces ella caminaba con mayor dificultad, encorvada bajo el peso de su carga y a veces cayendo incluso al suelo.

En 1823 ella repetía más frecuentemente de lo usual que no podría realizar su tarea en su actual situación, que no tenía la fortaleza para ello, y que era en un pacífico convento donde ella necesitaba haber vivido y fallecido. Añadió que Dios pronto se la llevaría con Él, y que le había rogado que le permitiera obtener por sus oraciones en el mundo venidero lo que su debilidad no le permitiría cumplir en este. Santa Catalina de Siena, poco tiempo antes de su muerte, hizo una oración similar.

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Anne Catherina había tenido previamente una visión concerniente a lo que sus oraciones obtendrían después de la muerte, respecto a cosas que no estaban en existencia durante su vida. El año 1823, al final del cual ella completó todo el círculo, le trajo inmensos trabajos. Parecía deseosa de cumplir con su tarea completa, y así mantuvo la promesa  que había hecho previamente de relatar la historia de la Pasión entera. Formó el asunto de sus meditaciones cuaresmales durante ese año, y de ellas se compone el presente volumen. Pero respecto a esto ella no tuvo menor parte en el misterio fundamental de su temporada de penitencia, o en los diferentes misterios de cada día festivo de la Iglesia, si en efecto las palabras “tomar parte” fueran suficientes para expresar la maravillosa manera en la que rendía visible testimonio del misterio celebrado en cada festividad mediante un repentino cambio en su vida corporal y espiritual. Vea respecto a este asunto el capítulo titulado “Interrupción de las Imágenes de la Pasión”.

Cada una de las ceremonias y festividades de la Iglesia eran para ella mucho más que la consagración de un recordatorio. Ella veía en la fundación histórica de cada solemnidad un acto del Todopoderoso, hecho a tiempo para la reparación de la humanidad caída. Aunque estos actos divinos se aparecían a ella estampados con el carácter de la eternidad, aun así ella estaba bien al tanto de que para que el hombre sacara provecho de ellos en la limitada y estrecha esfera del tiempo, éste debía, por así decirlo, tomar posesión de ellos en una serie de momentos sucesivos, y que con este propósito debían ser repetidos y renovados en la Iglesia, en el orden establecido por Jesucristo y el Espíritu Santo. Todas las festividades y solemnidades eran a sus ojos gracias eternas que retornaban en épocas fijas en cada año eclesiástico, de la misma manera a como los frutos y cosechas de la tierra vienen en sus estaciones en el año natural.

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Su celo y gratitud al recibir y atesorar estas gracias eran incansables, y tampoco estaba menos deseosa y entusiasta en ofrecerlas a aquellos que desdeñaban su valor. De la misma manera a como su compasión por su Salvador crucificado había agradado a Dios y obtenido para ella el privilegio de estar marcada por los estigmas de su Pasión y por el celo del más perfecto amor, para que todos los sufrimientos de la Iglesia y los de aquellos que estaban en aflicción fueran repetidos en los diferentes estados de su cuerpo y alma. Todas estas maravillas tuvieron lugar dentro de ella, desconocidas para aquellos que estaban a su alrededor; ni aún ella misma estuvo más consciente de ellas de lo que una abeja lo estaría de los efectos de su trabajo, mientras aún estaba guardando y cultivando, con todo el cuidado de un industrioso y fiel jardinero, el fértil jardín del año eclesiástico. Ella vivía de sus frutos, y los distribuía a otros; se fortalecía a ella misma y a sus amigos con las flores y hierbas que ella cultivaba; o, más bien, ella misma era en este jardín como una planta sensitiva, un girasol, o alguna maravillosa planta en la que, independiente de su propia voluntad, se reproducían todas las estaciones del año, todas las horas del día, y todos los cambios de la atmósfera.

Al término del año eclesiástico de 1823, tuvo por última vez una visión acerca de compensar las deudas de aquel año. Las negligencias de la Iglesia militante y de sus siervos eran mostradas a Anne Catherina bajo varios símbolos; vio cómo muchas gracias no se habían aunado, o habían sido rechazadas en mayor o menor extensión, y cómo muchas habían sido completamente desechadas. Se le hizo saber a ella cómo nuestro Bendito Redentor había depositado para cada año en el jardín de la Iglesia un tesoro completo de sus méritos, suficiente para cada requerimiento, y para la expiación de cada pecado.  La deuda más estricta estaba dada por todas las gracias que habían sido desdeñadas, desperdiciadas, o completamente rechazadas, y la Iglesia militante fue castigada por su negligencia o infidelidad de sus siervos mediante la opresión de sus enemigos o humillaciones temporales. Revelaciones de esta descripción encumbraban sobremanera su amor por la Iglesia, su Madre. Pasó días y noches en oración por ella, al ofrecer a Dios los méritos de Cristo, con continuos quejidos, e implorando misericordia. Finalmente, en estas ocasiones, reunía todo su coraje, y ofrecía recoger sobre sí la falta y el castigo, como un niño presentándose ante el trono del rey, para sufrir el castigo en el que había incurrido. Se le dijo entonces a ella, “Ve cuan desgraciada y miserable sois Vos misma; Vos que estáis deseosa de satisfacer los pecados de otros”. Y para su gran terror se contempló a sí misma como una lastimosa masa de infinita imperfección. Pero todavía su amor permanecía impávido, y prorrumpió con estas palabras, “¡Sí, estoy llena de miseria y pecado; pero soy vuestra esposa, Oh mi Señor, y mi Salvador! Mi fe en Vos y en la redención que nos habéis traído cubre todos mis pecados como con vuestro manto real. No os abandonaré hasta que hayas aceptado mi sacrificio, ya que el superabundante tesoro de vuestros méritos no está cerca de ninguno de vuestros fieles siervos”. A la larga su oración se hizo maravillosamente energética, y para los oídos humanos había como una disputa y un combate con Dios, en el cual ella estaba arrebatada y apremiada por la violencia del amor. Si su sacrificio era aceptado, su energía parecía abandonarla, y era abandonada a la repugnancia a sufrir de la naturaleza humana.  Cuando había pasado por esta prueba, al mantener sus ojos fijos en su Redentor en el Jardín de los Olivos, tuvo luego que sobrellevar indescriptibles sufrimientos de toda clase, soportándolos todos con maravillosa paciencia y dulzura. Solíamos verla permanecer varios días seguidos, inmóvil e insensible, luciendo como un cordero moribundo. Si le preguntábamos cómo estaba, abriría a medias sus ojos, y replicaría con una dulce sonrisa, “Mis sufrimientos son de lo más saludables”.

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Al comienzo del Adviento, sus sufrimientos fueron un poco aliviados por dulces visiones de los preparativos hechos por la Virgen Bendita para dejar su hogar, y luego de su entero viaje con San José hasta Belén. Ella los acompañaba cada día hasta las humildes posadas en donde descansaban por la noche, o iba antes que ellos para preparar sus alojamientos. Durante este tiempo solía llevar viejas piezas de lino, y por la noche, mientras dormía, las convertía en ropa de bebés y gorras para los niños de mujeres pobres, cuyos tiempos de reclusión estaban por terminar. Al día siguiente se sorprendería de ver todas estas cosas prolijamente arregladas en sus cajones. Esto le sucedió cada año alrededor de la misma época, pero este año tenía una mayor fatiga y menos consolación. Así, en la hora del nacimiento de nuestro Salvador, cuando estaba absolutamente sobrepasada de alegría, podía solamente gatear con la mayor dificultad hasta el pesebre en donde el Niño Jesús estaba tendido, y traerle ningún presente salvo mirra, ninguna ofrenda salvo su cruz, bajo cuyo peso se hundía medio moribunda a los pies de Él. Parecía como si estuviera por última vez compensando sus deudas terrenales con Dios, y también por última vez ofreciéndose en lugar de innumerables hombres que estaban espiritual y corporalmente afligidos. Incluso lo más mínimo que se conoce de la manera en la que tomó sobre ella los sufrimientos de otros es casi incomprensible. Ella dijo muy verdaderamente: “Este año el Niño Jesús me ha traído solamente una cruz e instrumentos de sufrimiento”.

Cada día se volvía más y más absorta en sus sufrimientos, y aunque continuaba viendo a Jesús viajando de ciudad en ciudad durante su vida pública, lo más que ella decía sobre el tema era, en pocas palabras, en qué dirección él estaba yendo. Una vez, preguntó de repente con una voz apenas audible, “¿Qué día es?”. Cuando se le contó que era el 14 de Enero, añadió: “Si hubiera tenido aunque sea unos pocos días más, habría relatado la vida entera de nuestro Salvador, pero ahora ya no es posible para mí hacerlo.” Estas palabras eran de lo más incomprensibles ya que no parecía ni siquiera saber en qué año de la vida pública de Jesús estaba entonces ella contemplando en espíritu. En 1820 había relatado la historia de nuestro Salvador hasta la Ascensión, empezando el 28 de Julio del tercer año de la vida pública de Jesús, después de lo cual regresó al primer año de la vida de Jesús, y había continuado hasta el 10 de Enero del tercer año de su vida pública. El 27 de Abril de 1823, a consecuencia de un viaje hecho por el escritor, una interrupción en su narrativa tuvo lugar, y duró hasta el 21 de Octubre. Ella entonces retomó el hilo de su narración desde donde la había dejado, y la continuó hasta las últimas semanas de su vida. Cuando hablaba de los pocos días que serían necesarios, su amigo mismo no sabía cuan lejos su narración llegaría, no habiendo tenido tiempo libre para ordenar lo que él había escrito. Después de la muerte de ella, él se convenció de que si ella hubiera sido capaz de hablar durante los últimos catorce días de su vida, habría llevado la narración hasta el 28 de Julio del tercer año de la vida pública de nuestro Señor, consecuentemente desde donde la había continuado en 1820.

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Diariamente su condición se hacía más terrible. Ella, que usualmente sufría en silencio, emitió ahogados quejidos, tan tremenda era la angustia que sobrellevaba. El 15 de Enero dijo: “El Niño Jesús me trajo grandes sufrimientos en Navidad. Estaba una vez más al lado de su pesebre en Belén. Él estaba ardiendo de fiebre, y me mostraba sus sufrimientos y aquellos de su madre. Eran tan pobres que no tenían por comida más que un miserable pedazo de pan. Confirió aún mayores sufrimientos sobre mí, y me dijo: ‘Sois mía, sois mi esposa; sufrid como he sufrido yo, sin preguntar el por qué’. No sé cuáles serán mis sufrimientos, ni cuánto durarán. Me someto ciegamente a mi martirio, ya sea por la vida o por la muerte. Sólo deseo que los ocultos designios de Dios puedan ser cumplidos en mí. Por otro lado, estoy tranquila, y tengo consuelo en mis sufrimientos. Incluso esta mañana estuve muy feliz. ¡Bendito sea el santo Nombre de Dios!”

Sus sufrimientos continuaron, de ser posible, incrementándose. Sentada, y con sus ojos cerrados, se caía de un lado hacia el otro, mientras ahogados quejidos escapaban de sus labios. Si se tendía, estaba en peligro de quedar asfixiada; su respiración era apresurada y oprimida, y todos sus nervios y músculos se sacudían y temblaban de angustia. Después de violentas náuseas, sufrió un terrible dolor en sus intestinos, tan fuerte que se temió que allí se estuviera formando gangrena. Su garganta estaba reseca y ardiente, su boca hinchada, sus mejillas enrojecidas de fiebre, sus manos blancas como el marfil. Las cicatrices de sus estigmas brillaban como la plata debajo de su piel dilatada. Su pulso daba de 160 a 180 pulsaciones por minuto. Aunque incapaz de hablar por su excesivo sufrimiento, mantuvo cada obligación perfectamente en mente. En la noche del 26 ella le dijo a su amigo, “Hoy es el noveno día, debes pagar por el cirio de cera y la novena en la capilla de Santa Ana”. Ella estaba aludiendo a la novena que había pedido que se hiciera por su intención, y tenía temor, no fuera que sus amigos se olvidaran de ello. El 27, a las dos en punto de la tarde, recibió la Extremaunción, en gran medida para el alivio tanto de su alma como de su cuerpo. A la noche su amigo, el excelente párroco de H…..[3], oró al lado de su cama, lo cual fue una inmensa confortación para ella. Ella le dijo: “¡Cuán bueno y hermoso es todo esto!” Y nuevamente: “¡Que Dios sea alabado y que les sean dadas las gracias mil veces!”

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La cercanía de la muerte no interrumpió enteramente la maravillosa unión de su vida con aquella de la Iglesia. Un amigo habiéndola visitado el 1° de Febrero por la noche, se había colocado detrás de su cama donde ella no podía verlo, y estaba escuchando con extrema compasión sus bajos quejidos y su respiración entrecortada, cuando de repente todo se hizo silencioso, y él pensó que estaba muerta. En este momento, la campana nocturna sonando por las plegarias matinales de la Purificación se escuchó. Era la apertura de la festividad que había causado que su alma se arrebatara en éxtasis. Aún en un estado muy alarmante, dejó escapar de sus labios algunas palabras dulces y afectuosas referentes a la Virgen Bendita, durante la noche y el día de la festividad. Hacia las doce en punto del mediodía, dijo con una voz ya cambiada por la cercanía de la muerte, “Hacía tiempo que no me sentía tan bien. He estado enferma casi una semana, ¿no? ¡Me siento como si no supiera nada acerca de este mundo de oscuridad!¡Oh, qué luz me mostró la Virgen Bendita! Me llevó con ella, y ¡cuán de buen grado hubiera permanecido con ella!” Aquí se ensimismó por un momento, y luego dijo, colocando su dedo sobre su labio: “Pero no debo hablar de estas cosas”. Desde aquel momento dijo que la más mínima palabra en su alabanza le incrementaba grandemente sus sufrimientos.

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Los siguientes días estuvo peor. El 7, por la noche, estando algo más calmada, dijo: “Ah, mi dulce Señor Jesús, gracias sean dadas a Vos una y otra vez desde cada parte de mi vida. Señor, vuestra voluntad y no la mía, sea hecha”. El 8 de Febrero, por la noche, un sacerdote estaba rezando cerca de su cama, cuando agradecidamente besó la mano de él, rogándole que asistiera a su muerte, y dijo, “Oh Jesús, vivo por Vos, muero por Vos. ¡Oh Señor, alabado sea tu santo nombre, no puedo ver o escuchar más!” Sus amigos deseaban cambiar la posición de ella, y así aliviar su dolor un poco; pero ella dijo, “Estoy en la Cruz, pronto todo se terminará, déjenme en paz”. Había recibido todos los últimos Sacramentos, pero deseaba culparse una vez más en confesión de una ligera falta que ella ya había confesado muchas veces; era probablemente de la misma naturaleza de la que había cometido en su infancia, de la cual ella siempre se culpaba, y que consistía en haber traspasado una cerca para entrar en el jardín del vecino, y codiciado unas manzanas que habían caído al suelo. Ella sólo las había mirado; ya que, gracias a Dios, dijo ella, no las tocó, pero pensó que era un pecado en contra del décimo mandamiento. El sacerdote le dio la absolución general, después de lo cual ella se estiró, y aquellos alrededor pensaron que estaba muriendo. Una persona que frecuentemente le había dado sufrimiento, ahora se acercó y le pidió perdón. Lo miró con sorpresa, y dijo con el más expresivo énfasis de la verdad, “No tengo nada que perdonar a ninguna criatura viviente”.

Durante los últimos días de su vida, cuando su muerte era momentáneamente esperada, varios de sus amigos permanecieron constantemente en la habitación contigua a la de ella. Estaban hablando en voz baja, y como para que ella no los escuchara, acerca de su paciencia, su fe, y otras virtudes, cuando de improviso escucharon su voz moribunda decir: “Ah, por el amor de Dios, no me alaben – eso me mantiene aquí, porque entonces tengo que sufrir el doble. ¡Oh mi Dios! ¡Cuántas flores nuevas están cayendo sobre mí!” Ella siempre veía flores como precursoras y figuras de sufrimientos. Entonces rechazaba todas las alabanzas, con la convicción más profunda de su propia indignidad, diciendo: “Sólo Dios es bueno: todo debe ser pagado hasta el último centavo. Soy pobre y estoy cargada de pecados, y sólo puedo compensar el haber sido alabada mediante sufrimientos, unidos a aquellos de Jesucristo. No me alaben, sino que déjenme morir en la ignominia con Jesús en la cruz”.

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Boudon, en su vida acerca del Padre Surin, relata un trato similar hacia un hombre moribundo, de quien se había pensado que había perdido el sentido del oído, pero que enérgicamente rechazó una palabra de alabanza pronunciada por aquellos que rodeaban su cama.

Unas pocas horas antes de la muerte, la cual ella anhelaba, al decir, “¡Oh Señor asísteme; ven, oh, Señor Jesús!”, una palabra de alabanza pareció detenerla, y ella la rechazó de lo más enérgicamente haciendo el siguiente acto de humildad: “No puedo morir si tantas buenas personas piensan bien de mí debido a un error; ¡te ruego que les digas a todos que soy una desdichada pecadora! Desearía poder proclamarlo como para ser escuchada por todos los hombres, ¡cuán gran pecadora soy! Estoy muy por debajo del buen ladrón que fue crucificado al lado de Jesús, ya que él y sus contemporáneos no tenían una deuda tan terrible como la que tendremos que rendir de todas las gracias que han sido conferidas a la Iglesia”. Después de esta declaración, pareció tranquilizarse, y le dijo al sacerdote que la estaba confortando: “Me siento tan apacible y tan llena de esperanza y confianza como si nunca hubiese cometido un pecado”. Sus ojos voltearon afectuosamente hacia la cruz que estaba ubicada a los pies de su cama, su respiración se aceleró, con frecuencia bebía algo de líquido; y cuando el pequeño crucifijo le fue acercado, ella por humildad sólo besó los pies. Un amigo que estaba arrodillado a un costado de su cama llorando, tenía el consuelo de frecuentemente alcanzarle el agua con la que humedecer sus labios. Como ella había dejado su mano, en la que la cicatriz blanca de la herida era más claramente visible, sobre el cubrecama, él tomó aquella mano, que ya estaba fría, y mientras interiormente deseaba de ella una señal de despedida, ella por su parte apenas presionó la de él. Su rostro estaba calmo y sereno, portando una expresión de celestial gravedad, la cual sólo puede compararse a aquella de un valiente luchador, quien después de hacer esfuerzos sin precedentes por ganar la victoria,  sucumbe y muere en el mismo momento de aferrarse al galardón. El sacerdote de nuevo leyó las oraciones para las personas en su última agonía, y sintió entonces ella una inspiración interna para rezar por un piadoso amigo joven cuya festividad era ese día.[4] Sonaron las ocho en punto; ella respiró más libremente por espacio de unos pocos minutos, y entonces clamó tres veces con un profundo quejido: “¡Oh Señor, asísteme; Señor, Señor, ven!” El sacerdote hizo sonar su campana y dijo, “Está muriendo”. Varios parientes y amigos que estaban en la habitación contigua entraron y se arrodillaron para rezar. Sostenía entonces ella un cirio encendido en su mano, que el sacerdote estaba sustentando. Exhaló varios pequeños suspiros, y entonces su alma pura escapó de sus labios castos, y se apresuró, vestida con el vestido nupcial, a aparecerse con celestial esperanza ante el Divino Prometido,  y a estar unida por siempre a aquella bendita compañía de vírgenes que siguen al Cordero dondequiera que vaya. Su cuerpo sin vida se hundió delicadamente sobre las almohadas a la ocho y treinta de la tarde, el 9 de Febrero de 1824.

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Una persona que tenía gran interés en ella durante su vida escribió lo siguiente: “Después de su muerte, me acerqué a su cama. Estaba sostenida por almohadas, y recostada sobre su lado izquierdo. Una muletas, que habían sido preparadas para ella por sus amigos en una ocasión en que había sido capaz de dar unas pocas vueltas a la habitación, estaban colgando sobre su cabeza, cruzadas, en una esquina. Cerca de ellas colgaba una pequeña pintura al óleo representando la muerte de la Virgen Bendita, que le había sido dada por la Princesa de Salm. La expresión de su rostro era completamente sublime, y llevaba las huellas del espíritu de auto-sacrificio, la paciencia y la resignación de su vida entera; lucía como si hubiera muerto por el amor a Jesús, en el mismo momento de realizar alguna obra caritativa para otros. Su mano derecha estaba descansando sobre el cubrecama – aquella mano a la que Dios había conferido el privilegio incomparable de ser capaz de reconocer enseguida mediante el tacto si algo era santo o que había sido consagrado por la Iglesia – un privilegio con el cual quizás nadie contó hasta tal grado – un privilegio por el cual los intereses de la religión podían ser promovidos inconcebiblemente, teniendo en cuenta que fue usado con discreción, y que seguramente no habían sido otorgados a una pobre campesina iletrada meramente para su propia gratificación. Por última vez tomé en la mía la mano marcada con un signo tan digno de nuestra más extrema veneración, la mano que era como un instrumento espiritual en el reconocimiento inmediato de todo lo que era santo, que pudiera ser honrado incluso en un grano de arena, – la caritativa e industriosa mano, que tantas veces alimentó al hambriento, y vistió al desnudo – esta mano estaba ahora fría y sin vida. Un gran privilegio ha sido retirado de la tierra, Dios se ha llevado de nosotros la mano de su esposa, quien ha dado testimonio, orado y sufrido, por la verdad. Pareciera como si no hubiera sido sin intención, que ella hubiera apoyado resignadamente sobre su cama la mano que era la expresión exterior de un privilegio particular concedido por la Divina Gracia. Temeroso de recibir una fuerte impresión al ver su semblante atenuado por las necesarias pero perturbadoras preparaciones que estaban siendo hechas alrededor de su cama, me retiré pensativo de su habitación. Si, me dije a mí mismo –si, como tantos santos solitarios, ella hubiera fallecido en una tumba preparada por sus propias manos, sus amigas, las aves – la habrían cubierto con flores y hojas; si, como en otras religiones, hubiera fallecido entre vírgenes consagradas a Dios, y que su tierno cuidado y respetuosa veneración la hubieran seguido a su tumba, como fue el caso, por ejemplo, de Santa Colomba de Rieti, habría sido edificante y agradable para aquellos que la amaban; pero sin duda aquellos honores rendidos hacia sus restos sin vida, no habrían sido conforme a su amor por Jesús, a quien ella tanto deseaba parecerse tanto en la muerte como en la vida.”

El mismo amigo escribió posteriormente como sigue: “Desgraciadamente no hubo ningún examen post-mortem oficial de su cuerpo, y ninguna de aquellas pesquisas que la habían atormentado tanto durante su vida fueron establecidas después de su muerte. Los amigos que la rodeaban se negaron a que se examinara el cuerpo, probablemente por temor a encontrarse con algún fenómeno impactante, cuyo descubrimiento habría causado mucha contrariedad de varias maneras. El Miércoles 11 de Febrero su cuerpo fue preparado para el sepelio. Una mujer piadosa, quien no delegaría en nadie la labor de prestarle a ella esta última señal de afecto, me describió como sigue la condición en la cual la encontró: ‘Sus pies estaban cruzados como los pies de un crucifijo. Los sitios de los estigmas estaban más rojos de lo usual. Cuando levantamos su cabeza fluyó sangre de su nariz y boca. Todos sus miembros permanecían flexibles sin nada de la rigidez de la muerte, incluso hasta que el ataúd fue cerrado.’ El viernes 13 de Febrero fue llevada a la sepultura, seguida por toda la población del lugar. Ella reposa en el cementerio, hacia la izquierda de la cruz, del lado más próximo a la cerca. En la sepultura frente a la de ella descansan allí los restos de una anciana y buena campesina de Welde, y en la de atrás una pobre pero virtuosa mujer de Dernekamp.”

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“En la tarde del día en que fue inhumada, un hombre rico fue, no a Pilatos, sino al párroco del lugar. Pidió por el cuerpo de Anne Catherina, no para ubicarlo en un nuevo sepulcro, sino para comprarlo por una alta suma para un doctor holandés. La propuesta fue rechazada como lo merecía, pero parece que el rumor se esparció en el pequeño pueblo de que el cuerpo había sido llevado, y se dice que la gente fue en gran cantidad al cementerio para asegurarse acerca de si la tumba había sido robada.”

Para estos detalles añadiremos el siguiente extracto de un relato impreso en Diciembre de 1824, en el Diario de Literatura Católica de Kerz. Este relato fue escrito por una persona con la cual estamos poco familiarizados, pero que parece haber sido bien informada: “Unas seis o siete semanas  después del deceso de Anne Catherina Emmerich, habiéndose esparcido el rumor de que su cuerpo había sido robado, la tumba y el ataúd fueron abiertos en secreto, por orden de las autoridades, en presencia de siete testigos. Encontraron con sorpresa, no sin mezcla de alegría, que la corrupción no había aún comenzado su trabajo en el cuerpo de la piadosa doncella. Sus facciones y semblante estaban sonriendo como los de aquellos de una persona que está durmiendo dulcemente. Lucía como si hubiera sido recién puesta en el ataúd, y ni siquiera su cuerpo exhalaba ningún aroma de tipo cadavérico. ‘Es bueno mantener el secreto del rey’, decía Jesús el hijo de Sirach; pero también es bueno revelar al mundo la grandeza de la misericordia de Dios.

Se nos ha contado que una piedra ha sido colocada sobre su sepultura. Ponemos sobre aquella estas páginas; ojalá contribuyan a inmortalizar la memoria de una persona que ha aliviado tantos dolores de alma y cuerpo, y la memoria del sitio donde yacen sus restos mortales esperando el Día de la Resurrección.”

Traducido por Marcelo

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[1] Bajo el Gobierno de Jerome Bonaparte, Rey de Westphalia.

[2]Como la Cruz Patriarcal que posee dos franjas horizontales en vez de una como la Cruz Latina. Nota del Traductor.

[3]En el original el nombre de la localidad se encuentra suprimido. N.d. T.

[4]Esta festividad de su amigo debería interpretarse en el sentido de que aquel era el día de su santo. N.d.T.

Tomado de: ar.geocities.com/emmerich_lapasiondecristo/FILES1/Biografia.htm

LA MATANZA DE LOS INOCENTES

Según Ana Catalina Emmerich

    … Cuando Jesús tenía alrededor de un año y medio de edad, se le apareció un ángel a la Santísima Virgen, en Heliópolis y le hizo saber de la matanza de los niños por Herodes. José y Ella se afligieron mucho, y el Niño Jesús lloró durante todo el día. He aquí lo que yo vi en aquella ocasión.

    No habiendo vuelto a Jerusalén los tres Reyes, los temores de Herodes, que en aquel momento estaba resolviendo varios asuntos de familia, se calmaron un poco; pero recrudecieron nuevamente cuando, después del retorno de la Sagrada Familia a Nazaret, llegaron hasta él mil rumores relacionados con las predicciones hechas por Simeón y por Ana durante la presentación de Jesús en el Templo. Con diversos pretextos, mandó soldados a diferentes lugares de los alrededores de Jerusalén, a Gilgal, a Belén, y hasta a Hebrón, e hizo hacer un censo de los niños. Los soldados ocuparon aquellos sitios durante nueve meses. Herodes, mientras tanto, se hallaba en Roma, y sólo después de su vuelta, fueron degollados los niños. Juan tenía en aquella época dos años, y había estado escondido en casa de sus padres desde algún tiempo antes de que Herodes hubiera dado a las madres la orden de presentar ante las autoridades a sus hijos de edad de dos años o menos. Santa Isabel, advertida por un ángel, huyó nuevamente al desierto con el pequeño San Juan. Jesús tenía en aquel momento cerca de un año y medio y ya podía correr.

    Los niños fueron degollados en siete lugares diferentes. Se había prometido a las madres buenas recompensas a su fecundidad, y ellas llevaron sus hijitos a las casas donde estaban las autoridades, vestidos con sus más lindos trajes. Los hombres fueron despedidos, y las madres separadas de los niños, que fueron degollados por los soldados en patios cerrados, amontonados y enterrados en fosos.

    Hoy al mediodía, vi a las madres con sus niños de dos años, y de menos, venir a Jerusalén, de Hebrón, de Belén, y de otro lugar donde Herodes había enviado a sus soldados y dado órdenes a sus funcionarios.

    Se dirigían a la ciudad en diferentes grupos, y varias llevaban a dos niños, e iban montando asnos. Todas fueron conducidas a un gran edificio, y los hombres que las acompañaban fueron despedidos. Ellas entraron alegremente, pues creían que. iban a recibir gratificaciones por su fecundidad.

    El edificio estaba un poco aislado y bastante cerca del que fué más tarde la casa de Pilatos. Se hallaba rodeado de muros, de manera que desde afuera no se podía saber fácilmente lo que sucedía en el interior. Aquello debía de ser como un tribunal, pues en el patio vi unos pilares y unos bloques de piedra con cadenas colgando; había allí también unos árboles, que se encorvaban y ligaban juntos, mientras se ataba en ellos a los hombres. Al soltarlos luego, se enderezaban rápidamente, deshaciendo a aquellos desgraciados. Era un edificio macizo y sombrío. El patio era casi tan grande como el cementerio que hay a un lado de la iglesia principal de Dulmen. Una puerta que se abría entre dos muros, llevaba a ese patio, rodeado de construcciones por tres lados. Los edificios de la derecha y de la izquierda tenían un piso solamente; el del centro parecía una antigua sinagoga abandonada. Esas construcciones tenían puertas que daban sobre el patio.

    Las madres fueron llevadas, a través del patio, a los dos edificios laterales, y allí se las encerró. Me hicieron el efecto de hallarse en una especie de hospital, o de posada. Cuando se vieron privadas de libertad, tuvieron miedo y empezaron a llorar y a lamentarse. Pasaron así toda la noche.

    Hoy después de mediodía vi un cuadro horroroso. En la casa de justicia asistí a la matanza de los inocentes. El gran edificio posterior que cerraba el patio tenía dos pisos. El inferior estaba formado por una sala grande y desnuda, parecida a una prisión o a un gran cuerpo de guardia; encima, había una pieza cuyas ventanas daban sobre el patio. Vi allí a varios personajes reunidos como en un tribunal; delante de ellos tenían unos rollos colocados sobre una mesa. Creo que Herodes estaba presente, pues vi a un hombre con manto rojo, adornado de piel blanca ; esta piel tenía unas pequeñas colas negras. Lo vi, rodeado por los demás, mirando por la ventana de la sala.

    Las madres, con sus niños, eran llamadas una a una, para ser conducidas de los edificios laterales a la sala inferior grande del cuerpo de edificio que estaba detrás. A la entrada, los soldados les quitaban sus niños y los llevaban al patio, donde una veintena de ellos los mataban, atravesándoles la garganta y el corazón con espadas y picas. Había allí niños fajados, a quienes sus madres aun amamantaban, y otros un poco mayores ya con vestiditos. No los desnudaban; los degollaban, y tomándolos de un bracito o por el pie, los arrojaban al montón. Era un espectáculo horrible.

    Las madres fueron amontonadas en la sala grande; y cuando vieron lo que hacían con sus niños, lanzaron gritos desgarradores, arrancándose los cabellos y echándose unas en brazos de otras. Al final estaban tan apretadas, que apenas podían moverse. Creo que la matanza duró hasta la noche.

    Los niños fueron echados más tarde, todos juntos, en una fosa abierta en el patio. Me fué mostrado el número, pero ya no me acuerdo bien. Creo que había setecientos, más una cifra en la que se hallaba un siete o diez y siete.

    Ante esta visión quedé aterrorizada; no sabía donde tenía lugar esto; creía que era aquí. Sólo cuando desperté me repuse poco a poco. A la noche siguiente vi a las madres sujetadas con ligaduras y llevadas a sus casas por los soldados. El lugar de la matanza de los niños en Jerusalén fué en el antiguo patio de las ejecuciones, situado a poca distancia del tribunal de Pilatos ; pero en la época de éste sufrió varios cambios. En momentos de la muerte de Jesús vi abrirse la fosa donde habían sido echados los niños degollados; sus almas aparecieron, y salieron de allí.

    Tomado de: http://hjg.com.ar/blog/2002_12_22_hjg_archive.html

A propósito de los Santos Inocentes

China: Consecuencias de La Política del “Hijo Único”

Abigail Haworth relata una escena impresionante por su dramatismo y su dureza:

“en la provincia china de Hunan, vi una escena inimaginable de horror y crueldad: el cuerpo de una niña recién nacida arrojado en la calle. Como si fuera un bulto de basura, ante la indiferencia de los que pasaban”.

La imagen es extremadamente dura, pero tenemos que mostrarla.

Ella es sólo una víctima más de la política cruel del gobierno chino: el límite de un niño por familia (en las ciudades), con aborto obligatorio.

Las fotos e informaciones son de el artículo de Abigail Haworth, publicado en la revista Marie Claire de Junio del 2001 – Edición norteamericana.

Durante horas la gente pasa ignorando a la bebé…

En la provincia china de Hunam, una escena inimaginable de horror y crueldad: el cuerpo de una niña tirado en la calle.

Omnibus y bicicletas pasan desparramando barro sobre el cadáver. De los que pasan pocos prestan atención.

Ella es una más de las miles de niñas recién nacidas que son abandonadas cada año, a consecuencia de la política del gobierno chino: el aborto y el límite de dos niños por familia (en zonas rurales).

La única persona que trató de ayudar a esta niña declaró: “Creo que ella acaba de morir. La toqué y estaba todavía caliente. Salía sangre de su nariz”.

Esa señora llamó a Emergencias pero nadie apareció. “El bebé estaba cerca de la oficina fiscal del gobierno, y muchas personas pasaban y nadie hacía nada… Saqué fotos porque es algo terrible…”

Los policías, cuando llegaron, quedaron más preocupados por mis fotos que por el bebé.

En la China, muchos opinan que las “niñas son una basura”…

¿¿¿Qué mundo es éste???

Por fin, un señor recogió el cuerpo de la niña, lo colocó en una caja y lo tiró en el tarro de la basura…
¿¿¿Qué mundo es éste???

• El Gobierno de China, el país más poblado del mundo, con 1,3 billones de personas, impuso su política de restricción de la natalidad en 1979.

• Los métodos usados causan horror y pena: los ciudadanos, aterrorizados de ser descubiertos por el gobierno, abandonan y matan a sus propios hijos.

• Oficialmente, el gobierno condena el uso de la fuerza o crueldad para controlar la natalidad. Pero en la práctica, los encargados del control sufren tanta presión para limitar la natalidad que forman “escuadrones de aborto”. Esos escuadrones arrastran a las madres “clandestinamente” embarazadas, y las mantienen en la cárcel hasta que se someten al aborto.

• Ya hubieron madres que fueron ejecutadas por rehusarse a abortar. Otras familias recibieron penas de 10 mil yenes (siete veces el salario anual de un campesino), esterilización compulsiva y confiscación de propiedades.
Los niños que nacen en esta situación no reciben instrucción escolar, ni cuidados médicos, ni ningún otro beneficio social.

• Muchos padres venden a sus hijos a otros matrimonios, para escapar del castigo del gobierno chino

• Las niñas son las mayores víctimas de la presión intolerable para limitar la familia. En la China rural, donde vive el 80% de la población, muchos campesinos opinan que sólo los varones pueden llevar adelante la familia, y consideran que sería una gran deshonra para sus ancestros no tener un heredero masculino.
Normalmente, las niñas continúan viviendo con la familia después del casamiento, y son consideradas una “inversión perdida”.

• En las regiones rurales se permite un segundo hijo o hija, pero cuando el segundo hijo es otra mujer, representa un desastre.

• Un hombre quedó tan trastornado al tener una segunda hija, que las estranguló a las dos. Otro tiró a su hija en un pozo abandonado, para que nadie se enterase de su existencia.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, el 97,5% de los bebés abortados son niñas. Se cree que muchas son vendidas a parejas infértiles para que las autoridades no tomen conocimiento.

• El resultado es un desequilibrio entre la población masculina y femenina. Millones de hombres no consiguen encontrar una esposa. Ya existe el tráfico de mujeres. En algunos lugares hay 6 hombres para cada mujer.

• Se estima que 17 millones de niñas están “faltando” en la población de China.

• El infanticidio y el abandono son los principales factores.

• El aborto seleccionado por sexo está prohibido, pero el examen por ultrasonido, que determina fácilmente el sexo, es cotidianamente conseguido mediante soborno.

• Las niñas que sobreviven acaban en orfanatos precarios.

El gobierno chino insiste en la política de limitar la familia, e ignora el problema de la discriminación contra las hijas mujeres.

• La asistente social Wu Hongli explica que “los programas educacionales han tenido bastante éxito en algunas áreas rurales, pero todavía hay un gran trabajo por delante.

¿Qué podemos hacer?

– Enviar una protesta por email a la Embajada de China, en cada país donde esta nota sea leída.

– Enviar una protesta por carta a la Embajada de China, en tu país.

– Enviar una protesta para el Presidente de China:
Excellency President Jiang Zemin of de People’s Republic of China 9 Xihuang – Chenggen Beigie
Beijing 100032
PCR – China

– Por último, lo que nos toca a tí, a mí, a todos, es divulgar estas fotos. Y repensar cada día, a cada minuto, que todos, absolutamente todos, somos responsables de lo que pasa en cada centímetro de este bendito mundo. Por omisión, por complicidad, por desidia, por indiferencia, muchas cosas comienzan a suceder, o siguen sucediendo, bajo la mirada impasible de todos nosotros. Como decía un escritor de mi país:

“HAY QUE HACER POR LOS HOMBRES ALGO MAS QUE AMARLOS”.

Recibido por e-mail
Más datos aquí

Me gustaría saber cual es la situación actual, ya que este tremendo artículo data del 2001 (esperemos que algo haya mejorado la situación…) pero no he encontrado datos más optimistas. Y para más alarma, leo en un articulo de reciente publicación en malaprensa que “La ONU ha elogiado la política demográfica china”Maravillas Chinas.

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Tomado de: http://www.entretodas.net/2005/05/16/china-la-politica-del-hijo-unico-el-reportaje-de-abigail-haworth/


LOS SANTOS INOCENTES,(*) Mártires

28 de diciembre

Herodes mandó matar a todos los niños que había en Belén y en toda su comarca, de dos años abajo. (San Mateo,2, 16).

Había Jesús nacido en Belén, y los magos vinieron de Oriente a la corte de Herodes para averiguar dónde acababa de nacer «el rey de los judíos». Turbóse Herodes, y, habiendo convocado a los príncipes de los sacerdotes, les preguntó donde debía nacer el Cristo. Llamó después a los magos en secreto y les dijo: «Id, informaos con cuidado acerca de este niño, y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo». Pero los magos, advertidos por el Cielo, no volvieron. Se enfureció Herodes e hizo degollar a todos los niños de Belén y sus alrededores, hasta la edad de dos años. Este bautismo de sangre envió muchos ángeles al cielo.

MEDITACIÓN
SOBRE LA FIESTA
DE LOS SANTOS INOCENTES

I. Estos niños vertieron su sangre por Jesucristo antes de conocerlo. Hace ya tantos años que tú conoces a Dios y los beneficios con que te ha colmado, y ¿cómo lo has servido? Dale la flor de tu vida, conságrale a su servicio tus mejores años, como los santos inocentes.¡Dichosos niños, no pueden aún pronunciar el nombre de Cristo, y ya merecen morir por Él! (San Eusebio).

II. No es hablando, sino sufriendo y muriendo, como estas primicias de los mártires, estas flores de la naciente Iglesia confesaron la fe de Jesucristo. A menudo Dios pide que tú lo confieses callándote y sufriendo. Te calumnian, te persiguen: sufre, cállate. ¡Ah! ¡cuán elocuente testimonio de tu fidelidad es esta paciencia muda! En vano dices que eres totalmente de Dios: corresponde que lo digan tus acciones; trabaja por Dios, sufre por amor suyo.

III. Debes ser inocente como estos niños si quieres entrar en el cielo: Si perdiste la inocencia bautismal, es preciso que laves tu alma en las amargas aguas de la penitencia. Ojos míos, derramad vuestras lágrimas para extinguir el fuego del infierno y aun del purgatorio, y para lavar mis pecados; porque nada que esté sucio entrará en el reino de los cielos. ¡Dichoso si a semejanza de estas santas almas, podemos obtener la corona del martirio! Esta edad, todavía no apta para la lucha, está ya madura para la victoria.

La pureza
Orad por los niños de China.

ORACIÓN

Oh Dios, cuyos Inocentes mártires publican hoy la gloria no con sus palabras sino con su sangre, haced morir en nosotros los vicios todos, a fin de que la santidad de nuestra vida venidera proclame la fe que confiesan nuestros labios. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

Santa Misa Dominical

DOMINGO
INFRAOCTAVA
DE NAVIDAD

NATIVIDAD, IGLESIA DE SAN VICENTE DE LIGNON, FRANCIA.

NATIVIDAD, IGLESIA DE SAN VICENTE DE LIGNON, FRANCIA.

Semidoble  – Ornamentos blancos

Pasada la primera impresión de Navidad, la Iglesia nos invita hoy a ver en el recién Nacido a nuestro «hermano mayor», por quien y en quien Dios Padre nos ha adoptado misericordiosamente por hijos suyos. Este Niño Divino que yace en el pesebre, un día salvará al mundo y reconquistará para nosotros la herencia del Cielo, que Adán nos había perdido. Pero hasta llegar a esa victoria definitiva, Jesús será perseguido y crucificado, en Sí mismo y en su Cuerpo Místico, su Iglesia; y en el mundo se formarán bandos, unos para defenderlo y otros para combatirlo. No nos extrañemos, por lo tanto, de la confusión religiosa reinante.

Introito. Sap. XVIII

INTROITUS Sap. XVIII Cum medium silentium tenerent omnia, et nox in suo cursu medium iter haberet, omnipotens sermo tuus, Domine, de coelis a regalibus sedibus venit. – Ps 92. Dominus regnavit, decorem indutus est: indutus es Dominus fortitudinem, et praecinxit se. V. Gloria Patri Introito – Cuando todo dormía en un profundo silencio, y la noche, siguiendo su curso, se hallaba en la mitad de su camino, tu Verbo omnipotente, oh Señor, vino del cielo, desde tu real trono. – Ps. El señor ha inaugurado su reino, se ha revestido de gloria: se ha vestido y armado de fortaleza. V. gloria

Oración-Colecta

ORATIOOmnipotens sempiterne  Deus, dirige actus nostros in beneplacito tuo: ut in nomine dilecti Filii tui mereamur bonis operibus abundare. Qui tecum vivit.. R. Amen Omnipotente y sempiterno Dios, dirige nuestras acciones según tu beneplácito: para que, con la ayuda de tu amado Hijo, merezcamos abundar en buenas obras. Por El que contigo vive y reina.. R. Amen.

Conmemoración de la Octava de Navidad

ORATIOConcéde, quæsumus, omnípotens Deus: ut nos Unigéniti tui nova per carnem Natívitas líberet; quos sub peccáti jugo vetústa sérvitus tenet. Per eúmdem Dóminum R. Amen Concédenos oh Dios omnipotente, que seamos liberados por la nueva natividad corporal de tu Unigénito Hijo, nosotros a quienes la antigua servidumbre nos mantiene bajo el yugo del pecado. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor R. Amen.

Epístola

Jesús es verdadero Hijo de Dios y nos asocia misericordiosamente a su filiasión divina concediéndonos el derecho de llamar «Padre» a Dios y de heredar sus riquezas. ¡Sublime dignidad la del cristiano!

 

EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli apostoli ad Galatas (IV, 1-7) Fratres: Quanto tempore heres parvulus est, nihil differt a servo, cum sit dominus omnium: sed sub tutoribus et actoribus est usque ad praefinitum tempus a patre: ita et nos cum essemus parvuli, sub elemtentis mundi eramus servientes. At ubi venit plenitudo temporis, misit Deus Filius suum factum ex muliere, factum sub lege, ut eos, qui sub lege erant redimeret, ut adoptionem filiorum reciperemus. Quoniam autem estis filii, misit Deus Spiritum Filii sui in corda vesta clamantem: Abba, pater, Itaque jam non est servus; sed Filius: quod si filius, et heres per Deus. Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Gálatas: Hermanos: Mientras el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque sea señor de todo; mas está debajo la potestad de tutores y curadores, hasta el tiempo determinado por su  padre: así también nosotros cuando éramos niños, estábamos sujetos a los primeros rudimentos del mundo(1). Mas cuando vino el cumplimiento del tiempo, envió Dios a su Hijo, hecho de una mujer, y sujeto a la Ley, para que redimiese a los que estaban debajo de la ley; a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto vosotros sois hijos, ha enviado Dios a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abba, esto es, Padre. Y así ya ninguno de vosotros es siervo, sino hijo: y si hijo, también heredero por la gracia de Dios.

 

 

Salmodia

 

GRADUALE Ps. 44, 3 et 2 Speciósus forma præ fíliis hóminum: diffúsa est grátia in lábiis tuis. V. Eructávit cor meum verbum bonum, dico ego ópera mea Regi: lingua mea cálamus scribæ, velóciter scribéntis.ALLELUIA, allelúja. V. Ps. 92, 1. Dóminus regnávit, decórem índuit: índuit Dóminus fortitúdinem, et præcínxit se virtúte. Allelúja. Gradual – Hermosísimo eres más que todos los hijos de los hombres, la gracia está derramada en tus labios. V. Brotó se mi corazón una palabra excelente: dedico yo mis obras al Rey; mi lengua es cual rápida pluma de amanuense. Aleluya, aleluya. V. Reinó el Señor, se revistió de hermosura, vistiose el Señor de fortaleza y se ciñó de poder. Aleluya

Evangelio

 

U Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam. Luc. 2, 33-40 In illo témpore: Erat Joseph et María mater Jesu, mirántes super his quæ dicebántur de illo. Et benedíxit illis Símeon, et dixit ad Maríam matrem ejus: Ecce pósitus est hic in ruínam, et in resurrectiónem multórum in Israël: et in signum cui contradicétur: et tuam ipsíus ánimam pertransíbit gládius, ut reveléntur ex multis córdibus cogitatiónes. Et erat Anna prophetíssa, fília Phánuel, de tribu Aser: hæc procésserat in diébus multis, et víxerat cum viro suo annis septem a virginitáte sua. Et hæc vídua usque ad annos octogínta quátuor: quæ non discedébat de templo, jejúniis et obsecratiónibus sérviens nocte ac die. Et hæc, ipsa hora supervéniens, confitebátur Dómino, et loquebátur de illo ómnibus, qui exspectábant redemptiónem Israël. Et ut perfecérunt ómnia secúndum legem Dómini, revérsi sunt in Galilæam in civitátem suam Názareth. Puer autem crescébat, et confortabátur, plenus sapiéntia: et grátia Dei erat in illo.

Credo.

U Continuación del Santo Evangelio según San Lucas (II, 33-40)En aquel tiempo: José y María, madre de Jesús, estaba maravillados de aquellas cosas que de Él se decían. Y los bendijo Simeón y dijo a Mará su madre: He aquí que Este ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y como una señal de contradicción(2); y a ti, una espada traspasará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Había allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, la cual era ya muy anciana, y había vivido siete años con su marido desde su virginidad. Y esta viuda, que tenía ochenta y cuatro años, no se  apartaba del templo, sirviendo dia y noche con ayunos y oraciones.. Y como llegase ella en la misma hora, alababa al Señor y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Israel. Y cuando hubieron cumplido todas las cosas conforme a la ley del Señor, se volvieron a galilea y a su ciudad de Nazaret. Y el Niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría: y la gracia de Dios era con Él. – Credo.
OFFERTORIUM Ps. 92, 1-2
Deus firmávit orbem terræ, qui non commovébitur: paráta sedes tua, Deus, ex tunc a sæculo tu es.
OfertorioDios afirmó el orbe de la tierra, que no se bamboleará; tu silla, oh Dios, está preparada desde entonces; desde todos los siglos existes Tú.

Oración-Secreta

 

Concéde, quæsumus, omnípotens Deus: ut óculis tuæ majestátis munus oblátum, et grátiam nobis piæ devotiónis obtíneat, et efféctum beátæ perennitátis acquírat. Per Dóminum. Te rogamos, oh Dios omnipotente, nos concedas que el don ofrecido ante el acatamiento de tu Majestad, no sólo nos alcance la gracia de una piadosa devoción, sino que nos dé también la posesión de una bienaventurada eternidad. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Conmemoración de la Octava de Navidad

 

Obláta, Dómine, múnera, nova Unigéniti tui Nativitáte sanctífica: nosque a peccatórum nostrórum máculis emúnda. Per eúmdem Dóminum. Santifica, Señor, los dones que te ofrecemos en la nueva Natividad de tu Hijo Unigénito, y líbranos de las manchas de nuestros pecados. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

Prefacio propio de Navidad

 

Vere dignum et justum est, aequum et salutare nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostrae oculis lux tuae claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem raplamur, et ideo cum Angelis et Archagelis, cum Thronis et Dominationbus, cumque omne militia coelistis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes: Sanctus, Sanctus, Sanctus, etc. Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Por cuanto, por el misterio de la Encarnación del Verbo, ha brillado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria: para que, al conocer a Dios visiblemente, seamos por Él arrebatados al amor de las cosas invisibles. Y por eso, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, entonamos a tu gloria un himno, diciendo si cesar: Santo, Santo, Santo, etc.
COMMUNIO Matth. 2, 20 Tolle púerum, et matrem ejus, et vade in terram Israël: defúncti sunt enim, qui quærébant ánimam púeri. Comunión.Toma al Niño y a su madre, y vete a tierra de Israel; porque han muerto los que atentaban contra la vida del Niño.

Oración-Postcomunión

 

POSTCOMMUNIO – Per hujus, Dómine, operatiónem mystérii, et vítia nostra purgéntur, et justa desidéria compleántur. Per Dóminum. Haz, Señor, que, por la virtud de este misterio, no sólo sean purificados nuestros vicios, sino también cumplidos nuestros justos deseos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Conmemoración de la Octava de Navidad

 

Præsta, quæsumus, omnípotens Deus: ut natus hódie Salvátor mundi, sicut divínæ nobis generatiónis est auctor; ita et immortalitátis sit ipse largítor: Qui tecum. Rogámoste, oh Dios omnipotente, que el Salvador del mundo, nacido hoy, así como es el autor de nuestro nacimiento a la vida divina, sea también para nosotros el dador de la inmortalidad. Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
  • (1) Por medio de esta comparación del heredero menor de edad y del siervo, S. Pablo quiere hacer comprender  os judíos que su religión, como rudimentaria y ceremoniosa que es, representa la minoría de edad respecto del cristianismo, y que debió cesar al aparecer éste. (volver)
  • (2) en efecto, la fe y la moral de Cristo, son tan categóricas y exigen una adhesión tan incondicional en quienes la profesan, que a menudo separan hasta a los hermanos entre sí y a padres y a hijos cuando los unos quieren ser fieles a su religión y los otros no.

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/



SAN JUAN EVANGELISTA DE MANCHA REAL

IGLESIA PARROQUIAL

Parroquia San Juan Evangelista

Párroco: D. José Antonio García Romero

Este bellísimo templo, que se encuadra en la arquitectura del Renacimiento Andaluz, es monumento artístico nacional desde el acuerdo del Consejo de Ministros y el Real Decreto con fecha 4 de mayo de 1983 (B.O.E. 6 de junio de 1983).

En el libro de Acuerdos del Ayuntamiento, se nos dice que se debió a Felipe II su construcción “a su celo de la religión que hizo delinear y sacar cimientos…”, y algunos con la intervención de dicho monarca o por la sobriedad de líneas del templo, típica del estilo herreriano han creido que la traza y el inicio de las obras se debe a Juan Herrera, pero no se conoce que éste hiciera por esta región ningún trabajo y sí se habla de Andrés de Vandelvira o de sus discípulos y colaboradores con más sentido, porque lo más problable es que ellos hiciesen el comienzo de las obras de este templo que en principio tuvo otra torre octogonal originaria pero por su palpable deterioro y el peligro de que ello representaba tal torre fue sustituida en 1969 por la actual.

Mucho se podía escribir sobre la construcción de este templo parroquial y su construcción se puede dividir en cinco etapas. Basándonos en investigadores como Mariano Saez, Chueca Goitia, Ortega Sagrista, Galera Andreu, Martín Jiménez Cobo, Salvador Guerrero, José Luis Quero y otras fuentes consultadas, como diferentes archivos, haremos ese resumen de la construcción comenzando por precisar que la planta de la iglesia es de “salón” con tres naves: la central cubierta con cúpula de media naranja y las dos laterales que se sostienen por bóvedas baídas que a su vez se sostienen por la fortaleza de las columnas de entablamento y pilar exento.

Interior del Templo

PRIMERA ETAPA: Entre 1557 y 1575, de Vandelvira o su escuela. En 1737 se habían venido artífices y también ingenieros para hacer el trazado de las calles de la población y debió quedar señalado el lugar que había de ocupar la iglesia. Se construyeron en esta etapa los cimientos, arranques de columnas y de muros (muro sur hasta la columna exterior con la portada de claro estilo de Andrés de Vandelvira). La portada sur es de orden jónico y en el total del conjunto había una imagen de la Inmaculada mutilada en 1936, un par de jarrones, el escudo del Obispo D. Francisco Delgado, un reloj de sol, el águila –como símbolo de San Juan Evangelista-, y otros detalles. Las obras fueron interrumpidas, terminando así la primera etapa con la muerte de Vandelvira en 1575-76.

SEGUNDA ETAPA: Comenzó en 1614 y concluyó en 1628, según consta en la inscripción de la bóveda principal, a la que ya hemos hecho mención. Aprovechamos también este instante para indicar que, en esta bóveda semiesférica del crucero, están las pinturas de los cuatro evangelistas, alternando con los cuatro doctores de la Iglesia (S. Gregorio Magno, S. Jerónimo, S. Agustín y S. Ambrosio). Las paredes de tierra con las que se cerró el recinto acabado en 1628 se derrumbaron en 1761, haciéndose notar que hay obras que no están hechas de sillería, sino de mampostería, como es el caso, por ejemplo, de algunas columnas. La portada principal se construyó en 1640, el coro en el año 1670, y en 1765, la fachada de la plaza. En esta época, además de cerrarse las bóvedas, ocurrió la construcción de la Capilla y del Altar Mayor a expensas del Obispado, de Jaén, Torres. El Mercadillo, Arroyo Frío y otros lugares cercanos, se trayeron los diferentes materiales para las construcciones aludidas, siendo prior por aquel tiempo (1624) M. Yáñez de Ávila.

Interior del Templo

TERCERA ETAPA: Fue arquitecto Juan de Aranda y duró ese período, entre los años 1639 a 1646. Probablemente, para cerrar la iglesia se construyó un muro de carácter provisional desde el ángulo de la capilla donde está la Virgen de los Dolores hasta el de la torres, usándose solamente la puerta que da a la calle Maestra y hay señales de la evidente existencia de otra puerta que daría a lo que es la capilla de la Virgen del Rosario. Como notas destacadas de este período, señalemos que consta en tiempos del Obispo D. Baltasar Moscoso, la licencia para la obra de la iglesia y las circunstancias de que la parroquia de Cabra de Santo Cristo concedió 300 ducados para proseguir las obras en la portada y testero de la iglesia de Mancha Real. En esta época y con la dirección de Juan de Aranda y Salazar, se hizo la mayor parte de la fachada principal, que da a la calle Maestra y se comenzó la torre. La portada que realizó Juan de Aranda es de orden dórico, con dobles columnas sobre pedestales labrados, enmarcando el arco de entrada con iguales detalles decorativos que la de la catedral de Jaén. Entre otros detalles también están en esta portada, un altorrelieve representando a San Juan Evangelista y el escudo de armas del obispo D. Baltasar Moscoso y fue en este tiempo, maestro de obras, Alonso Galán, cantero de la población.

CUARTA ETAPA: Estuvo a cargo del arquitecto Eufrasio López de Rojas, que por estos años era arquitecto principal de la catedral de Jaén, entre otras obras importantes y que dio autorización para que se hiciera cargo de las obras de la parroquia de Mancha Real a Blas Antonio Delgado. Comprendió esta cuarta etapa de la construcción, entre los años 1670 y 1681. Se llevó a cabo la construcción de los dos primeros cuerpos de la torre y se utilizó, según consta con fecha de 1682, piedra traída de Torremocha. Se procedió también a la construcción del arco del coro entre los muros de la torre y de la capilla de la Virgen de los Dolores. La entrada a la torre y al coro tienen mucho parecido con la subida al Archivo Diocesano de la catedral de Jaén y dan acceso a la torre, desde la misma iglesia, que no es la primera sino otra construida muy posteriormente, en 1969. Hay ahora tres campanas.

Interior del Templo

Y ya aprovechamos al hablar de la torre para indicar que la antigua era de forma octogonal y que aunque su arranque era a base de piedra de sillería, luego se finalizó con ladrillo, construyéndose un tejado muy achatado, que contrastaba con el resto de la edificación. Después, en el año indicado, y en vista, se dice de lo deteriorado que estaba tal campanario, se construyó pero dándole otra fisonomía, que lógicamente incluso, contrasta con el resto de la fachada. La reconstrucción se hizo con piedra de sillería y se colocó por encima un chapitel metálico agudo.

QUITA ETAPA: Correspondía entre los años 1761-1775 con Ventura Rodríguez como arquitecto. El esfuerzo final para la conclusión de las obras debió al entonces párroco D. Esteban Lorenzo Tristán y se hizo frente a esta etapa con diezmos, limosnas y rentas de la iglesia más un préstamo de doce mil ducados, levantándose distintos detalles de la construcción y evitando la posible ruina de la Capilla Mayor. La Junta de Pósitos del Consejo Real concedió 6000 reales para seguir las obras, ofreciendo los agricultores locales 1500 fanegas de trigo, incluso, como también escribe Martín Jiménez Cobo, el párroco pidió autorización para celebrar una novillada y los beneficios que fueran destinados a proseguir las obras. Igualmente, el Pósito concedió 7235 reales con el mismo fin y se hicieron gestiones por las autoridades del municipio para cobrar una importante cantidad prometida por el Obispo, Benito Marín, que había fallecido, cantidad con las que se contribuiría al seguimiento de estas obras. Así se terminó la parte alta de la fachada principal y la torre.

Fachada

Tomado de: http://www.iglesiaenmanchareal.com/

San Juan Evangelista

27 de Diciembre

San Juan Evangelista: consíguenos de Dios la gracia especial de leer con fe y cariño tu santo evangelio, y obtener de su lectura gran provecho para nuestra alma. Amén.

Año 100

Juan significa: «Dios es misericordioso».

Este apóstol tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Y se ha hecho muy famoso por haber compuesto el cuarto evangelio.

Nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor. Su oficio era el de pescador. Parece que fue uno de los dos primeros discípulos de Jesús, junto con Andrés. Los dos eran también discípulos de Juan Bautista y un día al escuchar que el Bautista señalaba a Jesús y decía: «Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo», se fueron detrás de Él. Jesús se volvió y les dijo: «¿Qué buscan?». Ellos le respondieron: «Señor: ¿dónde habitas?». Y Jesús les dijo: «Vengan y verán». Y se fueron con él y estuvieron en su compañía toda la tarde recibiendo sus enseñanzas. Durante toda su vida, jamás Juan podrá olvidar el día, la hora y el sitio en que se encontró por primera vez con Jesucristo. Fue el momento más decisivo de su existencia.

Juan estaba después un día con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés, remendando las redes a la orilla del lago, cuando pasó Jesús y les dijo: «Vengan conmigo y los haré pescadores de almas». Inmediatamente, dejando a su padre y a su empresa pequeña, se fue con Cristo a dedicarse para siempre y por completo a extender el Reino de Dios.

Juan evangelista hizo parte, junto con Pedro y Santiago, del pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos. Junto con Pedro, fue este apóstol encargado por Jesús de prepararle la Última Cena.

Al ver la mamá de Santiago y Juan que Jesús los prefería tanto, y aconsejada por ellos dos, que eran bien orgullosos, se atrevió a pedirle al Señor una gracia muy especial: que cuando él empezara a reinar, nombrara a Juan primer ministro y a Santiago ministro también. Jesús le respondió que el señalar los primeros puestos en el Reino de los cielos le correspondía al Padre Celestial, y que estos ya estaban determinados para otros. Los demás apóstoles se indignaron contra estos dos vanidosos, pero Jesús aprovechó aquella ocasión para recordarles que en el Reino de los cielos ocuparán los primeros puestos los que se hayan dedicado a prestar servicios humildes a los demás.

A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: «Hijos del trueno». Y esto se debió a que un día fueron los apóstoles a pedir hospedaje en un pueblo de samaritanos (que odiaban a los judíos) y nadie les quiso proporcionar nada. Entonces estos dos hermanos, que eran violentos, le propusieron a Jesús que les mandara a aquellos maleducados samaritanos alguno de los rayos que tenía desocupados por allá en las nubes. Jesús tuvo que regañarlos porque no habían comprendido todavía que Él no había venido a hacer daño a ninguno, sino a tratar de salvar a cuantos más pudiera. Más tarde estos dos hermanos tan vanidosos y malgeniados, cuando reciban el Espíritu Santo, se volverán humildes y sumamente amables y bondadosos.

En la Última Cena tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo.

Juan Evangelista fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario al morir Jesús. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: «He ahí a tu madre». Y diciendo a María: «He ahí a tu hijo».

El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Se fue corriendo con Pedro (al oír la noticia de que el sepulcro estaba vacío), pero como era más joven, corrió a mayor velocidad y llegó primero. Sin embargo por respeto a Pedro lo dejó entrar a él primero y luego entró él también y vio y creyó que Jesús había resucitado.

Después de la resurrección de Cristo, cuando la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en darse cuenta de que el que estaba en la orilla era Jesús. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: «¿Y éste qué será?». Jesús le respondió: «Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?». Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores.

Después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, Juan iba con Pedro un día hacia el templo y un pobre paralítico les pidió limosa. En cambio le dieron la curación instantánea de su enfermedad. Con este milagro se convirtieron cinco mil personas, pero los apóstoles fueron llevados al tribunal supremo de los judíos que les prohibió hablar de Jesucristo. Pedro y Juan les respondieron: «Tenemos que obedecer a Dios, antes que a los hombres». Los encarcelaron, pero un ángel llegó y los libertó. Otra vez los pusieron presos y les dieron 39 azotes a cada uno. Ellos salieron muy contentos de haber tenido el honor de sufrir esta afrenta por amor al Señor Jesús, y siguieron predicando por todas partes.

Juan, para cumplir el mandato de Jesús en la cruz, se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte.

El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, entonces fue desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis.

Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio según San Juan, que es el libro que lo ha hecho tan famoso. Este libro tiene un estilo elevadísimo e impresionantemente hermoso. Agrada mucho a las almas místicas, y ha convertido a muchísimos con su lectura.

A San Juan Evangelista lo pintan con un águila al lado, porque es el escritor de la Biblia que se ha elevado a más grandes alturas de espiritualidad con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como en su evangelio.

Dice San Jerónimo que cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: «hermanos, ámense los unos a otros». Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: «es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura».

San Epifanio dice que San Juan murió hacia el año cien, a los 94 años de edad. Poco antes había ido a un monte tenebroso a convertir a un discípulo suyo que se había vuelto guerrillero, y lo logró convertir volviéndolo bueno otra vez. Dicen los antiguos escritores que amaba mucho a todos pero que les tenía especial temor a los herejes porque ellos con sus errores pierden muchas almas.

Dios es amor (San Juan).

Tomado de: http://www.ewtn.com

SAN JUAN,(*) Apóstol y Evangelista

27 de diciembre

Pedro vio venir detrás pecho. al discípulo amado de Jesús, aquél que en la Cena se reclinara sobre su pecho. (San Juan, 21, 20).

San Juan era todavía joven cuando siguió a Jesús. Fue su discípulo predilecto a causa de su inocencia, asistió a su transfiguración, se recostó en su pecho en la última Cena, subió con Él al Huerto de los Olivos, y recibió a María como Madre, ayudó a sepultar al Salvador y acudió el primero con Magdalena a su tumba el día de su resurrección. Después de la Ascensión, fue a predicar el Evangelio al Asia Menor y se estableció en Éfeso con la Santísima Virgen. Conducido a Roma en el año 95, bajo Domicia no, y arrojado a una caldera de aceite hirviendo, salió de ella sano y salvo y fue desterrado a la isla de Patmos, donde compuso el Apocalipsis. De vuelta a Éfeso, escribió contra los gnósticos su Evangelio que, con sus tres Epístolas, es el inflamado código de la caridad. Sobrevivió a todos los otros Apóstoles.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN JUAN

I. He aquí al amigo íntimo de Jesús, aquél que descansó sobre su pecho en la última Cena, ya quien el divino Salvador hizo partícipe de sus más grandes secretos. La primera condición de una verdadera amistad es no tener secretos para el amigo. ¿Está abierto tu corazón para Jesús? ¿No tomas ninguna resolución sin haberlo consultado? En todo tiempo puedes penetrar en su corazón por la adorable llaga de su costado; ¡Y Él no puede hacerlo en el tuyo, lleno como está totalmente de las creaturas! Os amo, oh Dios mío, y deseo amaros siempre más. (San Agustín).

II. La segunda cualidad de la amistad es compartir con el amigo lo que se posee. Ahora bien, Jesús durante su vida dióse todo entero a San Juan y, al morir, le dio a su madre. «Hijo mío, dijo, he aquí a tu Madre». San Juan se había dado por entero a Jesús, había abandonado todo para seguirlo. Date del mismo modo todo entero a Jesús, si quieres ser su amigo. ¿A quién destinas tu corazón? el mundo es indigno de poseerlo. ¿Qué has dado a Jesús en retribución de su ternura? ¿Le has consagrado tu cuerpo, tu voluntad, tu inteligencia, en una palabra todo lo que eres y todo lo que posees?

III. En fin, la tercera cualidad de la amistad es la semejanza: el amor hace semejantes a los amigos, si ya no lo son. Fue también este amor el que hizo a San Juan semejante a Jesús, lo hizo también hijo espiritual de María. Jesús te amará, si te asemejas a Él. Para lograrlo, es menester, no que te recuestes visiblemente sobre el corazón de Jesús, sino que Jesús venga a tu corazón, y que no tengas tú otra voluntad que la suya. Tener los mismos gustos, y las mismas repugnancias, he ahí la verdadera amistad. (San Jerónimo).

El amor de Dios
Orad por el aumento de la caridad.

ORACIÓN

Dignaos, oh Dios de bondad, derramar sobre vuestra Iglesia los rayos de vuestra luz celestial, a fin de que iluminada con las enseñanzas de San Juan, vuestro Apóstol y Evangelista, alcance las recompensas eternas. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de:http://misa_tridentina.t35.com/

SAN ESTEBAN,(*) Protomártir

26 de diciembre

Esteban, lleno de gracia y de fortaleza, obraba grandes prodigios y milagros entre el pueblo. (Hechos de los Apóstoles, 6, 8).

San Esteban, primer diácono elegido por los Apóstoles para la distribución de las limosnas entre los fieles, fue también el primer mártir de Jesucristo: ¡qué gloria! Reprochó vivamente a los judíos el que hubieran echado mano a traición y dado muerte al Justo, al Mesías prometido, y lo confesó magníficamente ante Caifás y el gran Consejo. Hasta vio que los cielos se abrían y a Jesús a la diestra del Padre. Llenos de furor, los judíos lo arrastraron fuera y lo lapidaron mientras Esteban, de rodillas, pedía a Dios que los perdonase. ¡Saulo, el futuro gran San Pablo, tenía sus vestiduras!

MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
DE SAN ESTEBAN

   I. San Esteban se declara abiertamente discípulo de Jesucristo. No teme la muerte porque está lleno de gracia y de fortaleza; y esta gracia y esta fortaleza le vienen de su fe. La vista del cielo, que se abrió ante sus ojos, lo hace insensible a los tormentos. Si tuviese yo un poco de fe, si de tiempo en tiempo  considerase la corona que Dios me prepara en el cielo, ¿qué temería aquí en la tierra? ¿qué amaría fuera de Vos, oh mi dulce Jesús?

   II. Soporta valerosamente la muerte y, al morir, ruega por los que lo apedrean. Sufre tú por Jesús las persecuciones y la muerte, si es necesario. Nada podrías hacer por Él de lo cual no te haya dado ejemplo; pero sufre orando por los que te persiguen. ¿Sabes por qué San Esteban perdona tan fácilmente a sus enemigos? Porque la crueldad de ellos prepara su triunfo. ¿Cómo quieres que se irrite contra aquellos que le abren la puerta del cielo ? (San Eusebio).

   III. Los Hechos de los Apóstoles dicen, al referir la muerte de este santo, que se durmió en el Señor. Su muerte fue, pues, semejante a un dulce sueño: fue, en efecto, el término de todos sus trabajos y el comienzo de su reposo. Señor, concededme la gracia de morir con la muerte de los santos, con esta muerte tan preciosa ante vuestros ojos. Alma mía, vivamos, suframos, trabajemos, como los santos, y moriremos con la muerte de los santos. ¡Que muera yo con la muerte de los justos!

La caridad
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN

   Señor, concedednos la gracia de imitar a aquellos a quienes honramos, a fin de que aprendamos a amar a nuestros enemigos, pues celebramos el nacimiento al cielo del que oró a Jesucristo Nuestro Señor por sus mismos verdugos. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

¡Papá Noel NO EXISTE!

Esta es la verdad de la milanesa: “Papa Noel” no existe ni existió. En su difundido diseño actual es tan sólo el esperpéntico producto publicitario de la “Coca-Cola” norteamericana allá por la década del ´30 en el pasado siglo XX.

Tanto éxito alcanzó el modelo que se lo eternizó como emblema definitivo de una Navidad filantrópica, despojada de toda significación cristiana, aunque no religiosa, reducido este estadio como lo fue a un mero sentimentalismo inmanente tan propio de una civilización horizontalista, relativista y sincretista esto es, en lenguaje paladino, un mundo que ha dado las espaldas a Dios para colocar al hombre.

Y es inútil intentar “bautizar” a semejante bodrio: “Papa Noel” ha venido para desplazar el Misterio trascendente y sublime de la Natividad del Verbo Encarnado, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que se hace Verdadero Hombre para rescatar y redimir a los hombres mediante el Misterio inaudito de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Desde allí brotaban como de cristalina fuente los antiguos gozos navideños (belenes, villancicos, misachicos, etc.) y los niños, entonces, NO recibían regalos sino que los ofrecían al Niño pobre pero infinitamente rico que yacía en un austero pesebre, amamantado por una Virgen, sostenido por un viril Patriarca bíblico, adorado por Magos sabios y misérrimos pastores y glorificado por una multitud de Ángeles celestiales que entonaban las divinas alabanzas y no la pagana exaltación del hombre mundano: “¡Gloria a Dios en las Alturas y paz a los hombres en quienes Él se complace!” (Lc. 2,14).

No, no se recibían regalos, ya que todos y todo se ofrecía para ese Niño misterioso que “hoy nace y eterno es ya”: “Todos le llevan al Niño / yo no tengo qué llevarle / le llevo mi corazón / que le sirva de pañales!”.

Así cantaban nuestras preciosas coplas españolas y, por lo mismo, americanas y argentinas. Pero así, o en tono parecido, cantaban también los infinitos villancicos de la extinguida Cristiandad: “¡Noche de paz, noche de amor / todo duerme en derredor / entre los astros que esparcen su luz / bella anunciando al Niñito Jesús!”.

No había ningún “Papa Noel” disfrazado de mamarracho, con este dudoso nombre de notoria filiación galicana. Y no me vengan con que este desagradable personaje que habita ¡en el Polo norte! tiene, ni remotamente algo que ver, con el “Santa Claus” de los países nórdicos o alemanes (cuando todavía éstos eran cristianos) ya que este “Claus” no es sino el apócope de “Nicolás”, vale decir, del que la liturgia romana llama “san Nicolás de Bari”, aunque no fue de Bari (Italia) sino de Patras (Grecia), bien que en la bella ciudad suditaliana se guarden sus sagradas reliquias.

Este santo obispo del s. IV y cuya festividad litúrgica cae en los albores del Adviento (6 de diciembre) ha quedado vinculado en la tradición de algunos países a los obsequios de la Navidad en razón de un curioso episodio de su vida, en general bastante legendaria: un habitante de Patras había perdido toda su fortuna y sus hijas quedaron sin dote corriendo el riesgo de prostituirse. Enterado Nicolás tomó unas monedas de oro y en la oscuridad de la noche las arrojó por la ventana de la casa del hombre desafortunado, relato que recoge el Breviario romano en el II nocturno de su fiesta (cfte. también Buteler, Tº IV) y que ha dado origen al mito de la chimenea.

San Nicolás, al menos en la iconografía latina es representado con mitra (fue, como dije, un obispo) y cualquier otro agregado en el atavío, si se conserva su significación soteriológica, puede admitirse como un aporte de carácter folclórico, inocuo en sí mismo y simpático incluso para los pueblos así representados.

San Nicolas, Church of San Nicolas of Bari, Siggiewi, Malta

Pero, de ninguna manera es posible identificar al obispo de Mira con esa monstruosa invención de la propaganda yanki que, se lo haya querido o no, ha logrado suplantar definitivamente el sentido salvífico de la Navidad por una francachela (no de alcohol, que al fin de cuentas sería lo de menos) sino de refinada soberbia del “amor del hombre en favor del hombre sin Dios”: ateísmo idolátrico en frontal violación al primer precepto del decálogo: “Yo Yavé soy tu Dios… no habrá para ti otros dioses delante de mí” (Ex. 20,1) y “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Dt. 6,5, cit. por Lc. 10,27).

Así, pues, mis queridos lectores: Nada de sustitutos camuflados ni de dejarse engañar por la “labia” de los pseudo sapientes multimediáticos.

Que en esta nueva Natividad del Verbo según la Carne Él, y sólo Él, colme de alegría y paz nuestros corazones.

Ricardo Fraga

Tomado de: http://argentinidad.org.ar

Hoy 25 de Diciembre de 2009

La Estadística del Blog ha superado las:

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¡Deo Gratias!

“La Gloria de Dios y la Salvación de las Almas”

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Feliz Natal

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สุขสันต์ วัน คริสต์มาส

Mutlu Noeller

З Різдвом

Giáng sinh Vui vẻ

לעבעדיק ניטל

3ª MISA – MISA DEL DÍA DE NAVIDAD

Esta 3ª Misa propiamente del día de Navidad, celebra la revelación del Salvador a todas las naciones y a todos los hombres, y la realeza universal de Cristo. Los hombres y las naciones, en uso de su libre albedrío, hácense rebeldes al yugo de este suavísimo Dominador y parecen querer independizarse de su autoridad; pero eso no impide que el día de hoy, quiéranlo o no, hombres y naciones proclamen al hijo de Dios, y en su honor y por respeto a Él suspendan sus negocios, cierren sus parlamentos, sus oficinas y sus escuelas, se dirijan saludos y felicitaciones y hagan de la Navidad una de las fechas más alegres y más gloriosas del año. Alegrémonos, pues, y regocijémonos, sean cuales fueren y lo justificadas que fueren nuestras actuales pesadumbres. Demos tregua a la tristeza. ¡Paso a las inefables y cristianas alegrías de la Navidad!


INTROITUS Is. 9, 6 – Puer natus est nobis, et fílius datus est nobis: cujus impérium super húmerum ejus: et vocábitur nomen ejus, magni consílii Angelus.
Ps. 97, 1.
Cantáte Dómino cánticum novum, quia mirabília fecit.
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sæcula sæculórum. Amen.
Introito – Un niño nos ha nacido y un Hijo se nos ha dado; El cual lleva sobres sus hombros el principado; y será llamado su nombre Ángel del gran consejo. Ps. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque hizo maravillas. V. Gloria al Padre.

Oración-Colecta

ORATIO Concéde, quæsumus, omnípotens Deus: ut nos Unigéniti tui nova per carnem Natívitas líberet; quos sub peccáti jugo vetústa sérvitus tenet. Per eúmdem Dóminum. Concédenos oh Dios omnipotente, que seamos liberados por la nueva natividad corporal de tu Unigénito Hijo, nosotros a quienes la antigua servidumbre nos mantiene bajo el yugo del pecado. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor

Epístola

Interpretando magistralmente varios textos bíblicos, San Pablo demuestra la divinidad del Mesías y su superioridad sobre los Ángeles, su majestad soberana no obstante su actual estado de niño impotente, y su inmutabilidad y eternidad en tanto que todo lo demás perece.

EPISTOLA Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Hebræos. Heb. 1, 1-12

Multifáriam, multísque modis olim Deus loquens pátribus in prophétis: novíssime diébus istis locútus est nobis in Fílio, quem constítuit herédem universórum, per quem fecit et sæcula: qui, cum sit splendor glóriæ, et figúra substántiæ ejus, portánsque ómnia verbo virtútis suæ, purgatiónem peccatórum fáciens, sedet ad déxteram majestátis in excélsis: tanto mélior Angelis efféctus, quanto differéntius præ illis nomen hereditávit. Cui enim dixit aliquándo Angelórum: Fílius meus es tu, ego hódie génui te? Et rursum: Ego ero illi in patrem, et ipse erit mihi in fílium? Et cum íterum introdúcit primogénitum in orbem terræ, dicit: Et adórent eum omnes Angeli Dei. Et ad Angelos quidem dicit: Qui facit Angelos suos spíritus, et minístros suos flammam ignis. Ad Fílium autem: Thronus tuus, Deus, in sæculum sæculi: virga æquitátis, virga regni tui. Dilexisti justítiam, et odísti iniquitátem: proptérea unxit te Deus, Deus tuus, óleo exsultatiónis præ particípibus tuis. Et: Tu in princípio, Dómine, terram fundásti: et ópera mánuum tuárum sunt cæli. Ipsi períbunt, tu autem permanébis; et omnes ut vestiméntum veteráscent: et velut amíctum mutábis eos, et mutabúntur: tu autem idem ipse es, et anni tui non defícient.

Lección de la Epístola del Apóstol Pablo a los Hebreos (I, I-12) : Habiendo Dios hablado muchas veces y de muchas maneras a os padres antiguamente por los profetas, últimamente en estos días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por quien hizo también los siglos. El cual siendo el resplandor de la gloria y la figura de su sustancia, y sustentándolo todo con la palabra de su poder, habiendo hecho la purificación de los pecados, está sentado a la diestra de la Majestad de las alturas: hecho tanto más excelente que los Ángeles cuanto que heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿A quién de los Ángeles dijo jamás: Tú eres mi Hijo y yo te he engendrado? Y otra vez: Yo le seré a él Padre, y él me será a mí Hijo, Y otra vez, cuando introduce al primogénito en la redondez de la tierra dice: Y adórenle todos los Ángeles de Dios. Así mismo a los Ángeles dice: El que hace a sus Ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego; mas al Hijo: Tu trono, oh Dios, permanecerá por los siglos de los siglos; vara de equidad es la vara de tu reino. Tú has amado la justicia y has aborrecido la maldad; por eso te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría con preferencia a tus compañeros. Y: Tú, señor, en el principio fundaste la tierra: y obra de tus manos son los cielos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás, y todos se envejecerán como vestidura: y los mudarás como un manto, y serán mudados: mas Tú el mismo eres, y tus años no acabarán.

Salmodia

GRADUALE Ps. 97, 3 et 2 – Vidérunt omnes fines terræ salutáre Dei nostri: jubiláte Deo, omnis terra. V. Notum fecit Dóminus salutáre suum: ante conspéctum géntium revelávit justítiam suam.
ALLELÚJA, allelúja. V. Dies sanctificátus illúxit nobis: veníte, gentes, et adoráte Dóminum: quia hódie descéndit lux magna super terram. Allelúja.
Gradual –  Vieron todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios: alégrate en Dios, toda la tierra. V. El Señor nos dio a conocer su Salvador: a la vista de las naciones descubrió su justiciaAleluya, aleluya. V. Un día santo nos ha amanecido: venid, naciones, y adorad al Señor; porque hoy ha bajado a la tierra una gran lumbrera. aleluya

Evangelio

Generación del Verbo en su doble naturaleza divina y humana, su actuación en la creación, su encarnación y su venida al mundo para iluminarlos y hacer de los hombres hijos de Dios.

U Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. Joann. 1, 1-14 In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc erat in principio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt, et sine ipso factum est nihil quod factum est; in ipso vita erat, et vita erat lux hominum; et lux  in tenebris lucet, et tenebræ eam comprehenderunt. Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Joannes. Hic venit in testimonium, ut testimonium perhiberet de lumine, ut omnes crederent per illum. Non erat ille lux, sed ut testimonium perhiberet de lumine. Erat lux vera quæ illuminat omnem hominem venientem in hunc mundum. In mundo erat, et mundus per ipsum factus est et mundus eum non cognovit. In propria venit, et sui eum non receperunt. Quotquot autem receperunt eum, dedit eis potestatem filios Dei fieri; his qui credunt in nomine eius, qui non ex sanguinibus, neque ex voluntate carnis, neque ex voluntate viri, sed ex Deo nati sunt. (Hic genuflectitur) Et Verbum caro factum est, et habitavit in nobis: et vidimus gloriam ejus, gloriam quasi Unigeniti a Patre, plenum gratiæ et veritatis.

Credo.

U Principio del Santo Evangelio según San Juan – En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio en Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas: y sin Él no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas: en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; y esta luz resplandece en medio de las tinieblas, mas las tinieblas no la han recibido. Hubo un hombre enviado de Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por él todos creyesen. No era él luz, sino el que había de dar testimonio de la luz. Era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, mas el mundo lo le conoció. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, que son los que creen en su nombre, dioles potestad de llegar a ser hijos de Dios: los cuales nacen no de la carne, ni de la concupiscencia de la carne, sino de Dios (se hace genuflexión) Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ EN MEDIO DE NOSOTROS; y nosotros hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Credo.
OFFERTORIUM Ps. 92, 1-2 – Tui sunt cæli, et tua est terra: orbem terrárum, et plenitúdinem ejus tu fundásti: justítia et judícium præparátio sedis tuæ.
Ofertorio Tuyos son los cielos y tuya es la tierra: Tú cimentaste el orbe de la tierra y toda su redondez: la justicia y la equidad son el apoyo de tu trono .

Oración-Secreta

Obláta, Dómine, múnera, nova Unigéniti tui Nativitáte sanctifica: nosque a peccatórum nostrórum máculis emúnda. Per eúmdem Dóminum. Santifica, Señor, los dones que te ofrecemos en la nueva Natividad de tu Hijo Unigénito, y líbranos de las manchas de nuestros pecados. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor

Prefacio de propio de Navidad

Vere dignum et justum est, aequum et salutare nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostrae oculis lux tuae claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem raplamur, et ideo cum Angelis et Archagelis, cum Thronis et Dominationbus, cumque omne militia coelistis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes: Sanctus, Sanctus, Sanctus, etc. Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Por cuanto, por el misterio de la Encarnación del Verbo, ha brillado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria: para que, al conocer a Dios visiblemente, seamos por Él arrebatados al amor de las cosas invisibles. Y por eso, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, entonamos a tu gloria un himno, diciendo si cesar: Santo, Santo, Santo, etc.
COMMUNIO Ps. 97, 3 – Vidérunt omnes fines terræ salutáre Dei nostri. Comunión.Vieron todos los términos de la tierra la salvación de nuestro Dios.

Oración-Postcomunión

Præsta, quæsumus, omnipotens Deus: ut natus hódie Salvátor mundi, sicut divinæ nobis generatiónis est auctor; ita et immortalitátis sit ipse largítor: Qui tecum. Rogámoste, oh Dios omnipotente, que el Salvador del mundo, nacido hoy, así como es el autor de nuestro nacimiento a la vida divina, sea también para nosotros el dador de la inmortalidad. Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Último Evangelio

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum. Matth. 2, 1-12 Cum natus esset Jesus in Béthlehem Juda in diébus Heródis regis, ecce Magi ab Oriénte venérunt Jerosólymam, dicéntes: Ubi est qui natus est rex Judæórum? Vídimus enim stellam ejus in Oriénte, et vénimus adoráre eum. Audiens autem Heródes rex, turbátus est, et omnis Jerosólyma cum illo. Et cóngregans omnes príncipes sacerdótum, et scribas pópuli, sciscitabátur ab eis, ubi Christus nascerétur. At illi dixérunt ei: In Béthlehem Judæ: sic enim scriptum est per Prophétam: Et tu Béthlehem terra Juda, nequáquam minima es in princípibus Juda: ex te enim éxiet dux, qui regat pópulum meum Israël. Tunc Heródes, clam vocátis Magis, diligénter dídicit ab eis tempus stellæ, quæ appáruit eis: et mittens illos in Béthlehem, dixit: Ite, et interrogáte diligénter de púero: et cum invenéritis, renuntiáte mihi, ut et ego véniens adórem eum. Qui cum audíssent regem, abiérunt. Et ecce stella, quam víderant in Oriénte, antecedébat eos, usque dum véniens, staret supra, ubi erat puer. Vidéntes autem stellam, gavisi sunt gáudio magno valde. Et intrantes domum, invenérunt púerum cum Maria matre ejus, (hic genuflectitur) et procidéntes adoravérunt eum. Et apértis thesáuris suis, obtulérunt ei múnera, aurum, thus, et myrrham. Et respónso accépto in somnis, ne redírent ad Heródem, per áliam viam revérsi sunt in regiónem suam. U Continuación del Santo Evangelio según San Juan – Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, reinando Herodes, he aquí que unos Magos vinieron de Oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque nosotros hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. Oyendo esto el rey Herodes turbóse y con él toda Jerusalén. Y convocando a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntaba en donde había de nacer el Cristo: A lo cual ellos respondieron: En Belén de Judá, que así está escrito en el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ciertamente la menor entre las principales ciudades de Judá, pues de ti es de donde ha de salir el caudillo que rija mi pueblo de Israel,. Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, averiguó cuidadosamente de ellos el tiempo en que la estrella se les apareció. Y encaminándolos a Belén, les dijo: Id, e informaos puntualmente sobre el Niño; y en habiéndole hallado, dadme aviso; para que yo también vaya a adorarle. Luego que oyeron ellos esto, partieron. Y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta que, llegando sobre el sitio en que estaba el Niño, se paró. A la vista de la estrella se regocijaron en estremo: y entrando en la casa hallaron al Niño con María su Madre, y postrándose (se arrodilla) le adoraron; y abiertos sus tesoros, le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un aviso para que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

2ª MISA – MISA DE «LA AURORA»

(Estación en Santa Anastasia)

En esta Misa de la «aurora», así llamada porque se celebra al despuntar el día, la Iglesia celebra el Nacimiento de Jesús y su aparición a los primeros testigos humanos, que fueron los pastorcitos de Belén. Tan sencillos y tan creyentes como éstos, acerquémonos nosotros en esta madrugada, resplandeciente de luz celestial, al Altar del Sacrificio, donde este mismo Jesús, cuyo Nacimiento conmemoramos, se va a inmolar por nosotros y por todo el mundo, cumpliendo su misión de Redentor.

INTROITUS Is. 9, 2 et 6   Lux fulgébit hódie super nos: quia natus est nobis Dóminus: et vocábitur Admirábilis, Deus, Princeps pacis, Pater futúri sæculi: cujus regni non erit finis.
Ps. 92, 1. Dóminus regnávit, decórem indútus est: indútus est Dóminus fortitúdinem, et præcínxit se.
V. Glória Patri.
   Introito – Hoy resplandecerá la luz sobre nosotros: porque ha nacido para nosotros el Señor: y será llamado Admirable, Dios Príncipe de la paz, Padre del siglo venidero: cuyo reino no tendrá fin. –Ps. El Señor reinó, vistióse de hermosura; vistióse el Señor de fortaleza, y se ciñó de poder. V. Gloria al Padre

  Oración-Colecta

  ORATIO  Deus, qui hanc sacratíssimam noctem veri lúminis fecísti illustratióne claréscere: da, quæsumus; ut, cujus lucis mystéria in terra cognóvimus, ejus quoque gáudiis in cælo perfruámur: Qui tecum.       Concédenos oh Dios omnipotente, que, al penetrarnos la nueva luz de tu Verbo encarnado, resplandezca en nuestras obras del mismo modo que por la fe brilla en nuestra mente. Por Jesucristo Nuestro Señor.  

   Conmemoración de Santa Anastasia(1)

    Da, queésumus, omnípotens Deus: ut, qui beátæ Anastásiæ Mártyris tuæ solémnia cólimus; ejus apud te patrocínia sentiámus. Per Dóminum.      Rogámoste, oh Dios omnipotente, que los que celebramos la solemnidad de tu mártir Santa Anastasia, sintamos ante Ti los efectos de su patrocinio. Por Jesucristo Nuestro Señor.  

Epístola

   Jesucristo viene a salvarnos gratuitamente, por puro amor y bondad. Por Él seremos herederos del cielo.

 

   EPISTOLA   Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Titum. Tit. 3, 4-7

   Caríssime: Appáruit benígnitas et humánitas Salvatóris nostri Dei: non ex opéribus justítiæ, quæ fécimus nos, sed secúndum suam misericórdiam salvos nos fecit per lavácrum regeneratiónis et renovatiónis Spíritus Sancti, quem effúdit in nos abúnde per Jesum Christum Salvatórem nostrum: ut justificáti grátia ipsíus, herédes simus secúndum spem vitæ ætérnæ: in Christo Jesu Dómino nostro.

   Lección de la Epístola del Apóstol Pablo a los  Tito (III, 4-7)  : Carísimo: Ha aparecido la bondad y la humanidad de Dios nuestro Salvador: no por las acciones buenas que nosotros hicimos, sino por su misericordia nos salvó mediante el bautismo de la regeneración y de la infusión del Espíritu Santo, que ha enviado abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos de la vida eterna, según es nuestra esperanza en Jesucristo Nuestro Señor.   
 

Salmodia

      GRADUALE  Ps. 117, 26, 27 et 23 

   Allelúja, allelúja. V. Ps. 92, 1. Dóminus regnavit, decórem índuit: índuit Dóminus fortitúdinem, et præcínxit se virtúte. Allelúja.

   Benedíctus qui venit in nómine Dómini: Deus Dóminus, et illúxit nobis. V. A Dómino factum est istud: et est mirábile in óculis nostris.

   Gradual –  Bendito el que viene en nombre del Señor: Dios es el Señor y nos ha manifestado su luz. V. Por el Señor ha sido hecho esto; y es cosa maravillosa a nuestros ojos.   Aleluya, aleluya. V. El señor reinó, vistióse de hermosura; vistióse el Señor de fortaleza, y se ciñó de poder. Aleluya.

Evangelio

 OFFERTORIUM Ps. 92, 1-2 – Deus firmávit orbem terræ, qui non commovébitur: paráta sedes tua, Deus, ex tunc, a sæculo tu est.
   Ofertorio –  Dios afirmó el orbe de la tierra, que no será conmovido; desde entonces quedó erigido tu trono, oh Dios; tú existes desde la eternidad.

Oración-Secreta

    Múnera nostra, quæsumus, Dómine, Nativitátis hodiérnæ mystériis apta provéniant, et pacem nobis semper infúndant: ut, sicut homo génitus idem refúlsit et Deus, sic nobis hæc terréna substántia cónferat, quod divínum est. Per eúmdem Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte    Señor, te pedimos que nuestras ofrendas sean dignas de los misterios de la Navidad que hoy celebramos, y nos llenen siempre de paz, de suerte que, así como en el que ha nacido hoy como hombre, brilló juntamente su divinidad, así también estos tus dones temporales nos confieran algo divino. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. 

    Satiásti, Dómine, famíliam tuam munéribus sacris: ejus, quæsumus, semper interventióne nos réfove, cujus solémnia celebrámus. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte    Colmaste, señor, a tu familia de tus sagrados dones: rogámoste que siempre nos sostengas, por la intervención de aquélla cuya fiesta celebramos.  

(1) Se hace conmemoración de Sta. Anastasia por ser hoy su fiesta y su culto muy antiguo en Roma, anterior a esta Misa de la «aurora». (volver)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO(*)

María dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada. (San Lucas, 2, 7).

Augusto, señor del mundo, había ordenado un censo general y preparó así sin saberlo el cumplimiento de las profecías; María y José debieron trasladarse a Belén. Carentes de un techo hospitalario, se retiraron a una gruta que albergaba a un buey. ¡Allí fue donde nació el verdadero Señor del mundo! Envuelto en pobres pañales y acostado en un pesebre de piedra sobre un poco de paja, no fue calentado sino por el amor materno y paterno y por el aliento del buey de los pastores y el asno de los pobres viajeros. A estos homenajes se asoció toda la creación espiritual y material: los ángeles del cielo anunciaron al Salvador, primero al pueblo de. Dios ya los humildes en la persona de los pastores, que acudieron ala gruta; después, una estrella misteriosa llevó a ella a los magos, primicias de la gentilidad y de los grandes. Toda la tierra estaba entonces convidada a entrar en el divino redil. ¡Gloria a Dios y paz a los hombres!

MEDITACIÓN
SOBRE LA NATIVIDAD DE JESÚS

   I. La desnudez del Hijo de Dios hecho hombre debe inspirarnos el desprecio de las riquezas y el amor de la pobreza. Jesús es abandonado por todos; carece de fuego, tiene sólo algunos pañales para defenderse de los rigores del frío. Es la primera lección que Dios nos da viniendo a este mundo; ¿c6mo lo escuchamos nosotros? ¿Qué amor tenemos por la pobreza? Tanto la ha amado Jesús, que ha descendido del cielo para practicarla. ¿Qué remedio aplicar a la avaricia si la pobreza del Hijo de Dios no la cura? (San Agustín).

   II. La humildad brilla con admirable fulgor en el nacimiento de mi divino Maestro. Quiere nacer en un establo, de una madre pobre, esposa de un pobre artesano: todo en este misterio nos predica humildad. ¿Podríamos dejarnos todavía arrastrar a la vanidad? ¿Ambicionaremos todavía dignidades y honores? Aprendamos hoy lo que debemos amar y estimar; persuadámonos de que la verdadera grandeza de un cristiano consiste en imitar a Jesús y en humillarse.

   III. El amor de Jesús por los hombres lo redujo a estado tan pobre y tan humilde. El hombre se había perdido queriendo hacerse semejante a Dios, Dios lo redime tomando su naturaleza y sus debilidades. Quiso Jesús hacerse semejante a nosotros; respondamos a su amor haciéndonos semejantes a Él. Él quiere nacer en nuestro corazón por la gracia; no le neguemos la entrada y cuando esté en él, conservémoslo mediante la práctica de las buenas obras. Cristo nace en nuestra alma, en ella crece y se desarrolla: pidámosle que no quede mucho tiempo pobre y débil. (San Paulino).

La humildad
 Orad por la Iglesia.

ORACIÓN

   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que el nuevo nacimiento según la carne de vuestro Hijo unigénito, nos libre de la antigua servidumbre a que nos tiene sujetos el pecado. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

1ª MISA – MISA DEL «GALLO»

ESTACIÓN EN SANTA MARÍA LA MAYOR(1) 
Doble, 1ª clase  – Ornamentos blancos

Son las doce de la Noche Buena. El Dios de Majestad, hecho hombre en el seno de María Virgen por obra y gracia del Espíritu Santo, nació en una noche como esta en la cueva de Belén, sin más testigos que José y María y un coro de Ángeles del Cielo que saludaron con cánticos su aparición en la tierra. Este nacimiento temporal del Hijo de María y el del Hijo de Dios es lo que principalmente celebramos en esta primera Misa, Misa llamada del «gallo» porque se celebraba antiguamente justo al primer canto del gallo, y no a media noche como ahora. ¡Te adoro, Jesús recién nacido, pues te adoran los Ángeles! ¡Te pido que nazcas en mí y que yo nazca en Ti, y que crezcas y crezca yo hasta el día de la eternidad!

Introito

   Introitus  Ps. 2, 7  Dóminus dixit ad me: Fílius meus es tu, ego hódie génui te.
Ps. ibid. 1. Quare fremuérunt gentes: et pópuli meditáti sunt inánia?
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat. Dóminus.
   Introito – El Señor me dijo: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.Ps. ¿Por qué se han embravecido las naciones, y los pueblos maquinaron proyectos vanos? V. Gloria Patri

Oración-Colecta

   Deus, qui hanc sacratíssimam noctem veri lúminis fecísti illustratióne claréscere: da, quæsumus; ut, cujus lucis mystéria in terra cognóvimus, ejus quoque gáudiis in cælo perfruámur: Qui tecum.     Oh Dios, que hiciste resplandecer esta noche sacratísima con las claridades de Aquél que es la luz verdadera; dígnate concedernos que, después de conocer en la tierra los misterios de tu luz, disfrutemos también de sus goces en el cielo. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.  

Epístola

   Solemne anuncio de la aparición del Salvador del mundo, a quien debemos recibir esta noche con corazones limpios y demostraciones de afecto. Tanto esperarlo, por fin lo tenemos reclinado en el pesebre, iniciando la obra de nuestra Redención.

      Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Titum. Tit. 2, 11-15 

   Caríssime: Appáruit grátia Dei Salvatóris nostri ómnibus homínibus, erúdiens nos, ut abnegántes impietátem, et sæculária desidéria, sóbrie, et juste, et pie vivámus in hoc sæculo, exspectántes beátam spem, et advéntum glóriæ magni Dei et Salvatóris nostri Jesu Christi: qui dedit semetípsum pro nobis: ut nos redímeret ab omni iniquitáte, et mundáret sibi pópulum acceptábilem, sectatórem bonórum óperum. Hæc lóquere, et exhortáre: in Christo Jesu Dómino nostro.

   Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a Tito (II, 11-15) Carísimo: Se manifestó a todos los hombres la gracia de Dios, Salvador nuestro, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada, y el advenimiento glorioso del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de todo pecado, y purificarnos para sí mismo como pueblo agradable, seguidor de buenas obras. Estas cosas predica y exhorta, en Jesucristo Señor nuestro.  

Salmodia

     GRADUALE Ps. 109, 3 et 1  Tecum princípium in die virtútis tuæ: in splendóribus sanctórum, ex útero ante lucíferum génui te. V. Dixit Dóminus Dómino meo: Sede a dextris meis: donec ponam inimícos tuos, scabéllum pedum tuórum.   ALLELUJA, allelúja. V. Ps. 2, 7. Dóminus dixit ad me: Fílius meus es tu, ego hódie génui te. Allelúja.    Gradual – Contigo está el principado, en el día de tu poderío en medio de los resplandores de los Santos; de mis entrañas te engendré antes que brillase el lucero de la mañana. V. Dijo el Señor a mi Señor; Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por peana de tus pies.   Aleluya, aleluya. 

El Señor me dijo: Mi Hijo eres tú; y yo te he engendrado hoy. Aleluya

Evangelio

   Viaje de José y María a Jerusalén y nacimiento del Niño Jesús en Belén, en la pobreza extrema de un pesebre, pero con música de Ángeles. ¡Llora en un pesebre El que reina glorioso en los cielos!

 U

   I

Credo.

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam. Luc. 2, 1-14 n illo témpore: Exiit edíctum a Cæsare Augústo, ut describerétur univérsus orbis. Hæc descríptio prima facta est a præside Syriæ Cyríno: et ibant omnes ut profiteréntur sínguli in suam civitátem. Ascéndit autem et Joseph a Galilæa de civitáte Nazareth, in Judæam in civitátem David, quæ vocátur Béthlehem: eo quod esset de domo et família David, ut profiterétur cum María desponsáta sibi uxóre prægnánte. Factum est autem, cum essent ibi, impléti sunt dies ut páreret. Et péperit fílium suum primogénitum, et pannis eum invólvit, et reclinávit eum in præsépio: quia non erat eis locus in diversório. Et pastóres erant in regióne eádem vigilántes, et custodiéntes vigílias noctis super gregem suum. Et ecce Angelus Dómini stetit juxta illos, et cláritas Dei circumfúlsit illos, et timuérunt timóre magno. Et dixit illis Angelus: Nolíte timére: ecce enim evangelízo vobis gáudium magnum, quod erit omni pópulo: quia natus est vobis hódie Salvátor, qui est Christus Dóminus, in civitáte David. Et hoc vobis signum: Inveniétis infántem pannis involútum, et pósitum in præsépio. Et súbito facta est cum Angelo multitúdo milítiæ cæléstis, laudántium Deum, et dicéntium: Glória in altíssimis Deo, et in terra pax homínibus bonæ voluntátis.

 UContinuación del Santo Evangelio según San Lucas (II,1-14)En aquel tiempo: salió un edicto de César Augusto para que fuese empadronado todo el imperio. Este primer empadronamiento fue hecho por Cirino, gobernador de la Siria: e iban todos a empadronarse cada cual a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, porque era de la casa y familia de David, para empadronarse con su esposa María, que estaba en cinta. Y estando allí, aconteció que se cumplieron los días del alumbramiento. Y dio a luz a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo recostó sobre un pesebre; porque no había lugar para ellos en la posada. Había unos pastores en aquella misma comarca, que estaban vigilando durante las velas de la noche y guardando su ganado; cuando he aquí que se puso junto a ellos un Ángel del Señor, y la claridad de Dios los cercó de resplandor, y tuvieron grande temor. Díjoles el Ángel: No temáis porque vengo a anunciaros un grande gozo, que lo será también para todo el pueblo: porque hoy os ha nacido el Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Esta será para vosotros la señal: Hallaréis al Niño envuelto en pañales, y puesto en un pesebre. Y de pronto apareció con el Ángel una multitud de la milicia celestial, que alababan a Dios y decían: «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Credo.  
    OFFERTORIUM Ps. 95, 11 et 13  Laeténtur caeli, et exsúltet terra ante fáciem Dómini: quóniam venit.    Ofertorio –  Alégrense los cielos y regocíjese la tierra a la vista del Señor, porque ya vino.

Oración – Secreta

   Accépta tibi sit, Dómine, quæsumus, hodiérnæ festivitátis oblátio: ut, tua grátia largiénte, per hæc sacrosáncta commércia, in illíus inveniámur forma, in quo tecum est nostra substántia: Qui tecum vivit et regnat in unitáte.     Séate acepta oh Señor, nuestra oblación en la festividad de este tu día, para que, mediante la generosidad de tu gracia, podamos, en virtud de este intercambio sacrosanto, revestir la forma de Aquél a quien está unida nuestra sustancia. El cual contigo vive y reina por los siglos de los siglos. 

Prefacio propio de Navidad

   Vere dignum et justum est, aequum et salutare nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostrae oculis lux tuae claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem raplamur, et ideo cum Angelis et Archagelis, cum Thronis et Dominationbus, cumque omne militia coelistis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes:    Sanctus, Sanctus, Sanctus, etc.    Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Por cuanto, por el misterio de la Encarnación del Verbo, ha brillado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria: para que, al conocer a Dios visiblemente, seamos por Él arrebatados al amor de las cosas invisibles. Y por eso, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, entonamos a tu gloria un himno, diciendo si cesar: Santo, Santo, Santo, etc.

   En el Comunicantes se introduce la variante de la nota en el Ordinario

   COMMUNIO Ps. 109, 3 – In splendóribus sanctórum, ex útero ante luciferum génui te.    Comunión. – En medio de los resplandores de los Santos, de mis entrañas te engendré, antes que el lucero de la mañana.

Oración – Postcomunión

   Da nobis, quæsumus, Dómine Deus noster: ut, qui Nativitátem Dómini nostri Jesu Christi mystériis nos frequentáre gaudémus; dignis conversatiónibus ad ejus mereámur perveníre consórtium: Qui tecum.    Rogámoste, Señor Dios Nuestro, nos concedas que, gozándonos de participar en los misterios de la Ntividad de Nuestro Señor Jesucristo, merezcamos, por una santa vida, llegar a la perfecta unión con Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. 

   En las catedrales, iglesias monasteriales y conventuales con Oficiatura coral, a esta Misa sigue el Oficio de Laudes.

   MORALEJA: Asistir a esta Misa «del gallo», y quizás comulgar en ella, e irse después a disiparse en discotecas, confiterías, restaurantes o clubes, es profanar la noche más santa y más pura del año y privar al hogar de una de sus más rancias y sagradas tradiciones. ¿Y qué decir de los que dedican esta noche a bailes y diversiones mundanas?

(1) Donde se venera la reliquia del sagrado Pesebre. (volver)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

VIGILIA DE NAVIDAD(*)

(1ª clase –  Ornamentos morados)
(Estación en Santa María la Mayor) 

Ya no cabe la menor duda: El Señor está a la puerta y «mañana al amanecer veremos su gloria». Así nos lo repite hoy la Iglesia en su liturgia, en todos los tonos y de todas las maneras. Y añade: «Santifiquémonos, y estemos preparados». Y dentro de unas cuantas horas, hará este solemnísimo pregón: «Cristo ha nacido para nosotros, ¡venid adorémosle!» Que así sea, que para nosotros nazca esta noche y que para ninguno deje de ser un Nacimiento prenda de eterna ventura. 

LA «KALENDA» O ANUNCIO DE NAVIDAD 

   En los Coros de las Catedrales y de los Monasterios, se canta hoy con pompa inusitada, en el Oficio de Prima, el anuncio oficial de la Navidad del Señor, que trae el Martirologio y que textualmente dice así: 

   «En el año 5199  de la Creación del mundo, cuando al principio creó Dios el cielo y la tierra; en el 2957 del diluvio; en el 2015 del nacimiento de Abrahán; en el 1510 de Moisés y de la salida del pueblo de Israel de Egipto; en el 1031 de la unción del rey David; en la semana 65 de la profecía de Daniel; en la Olimpíada 194; en el año 752 de la fundación de Roma; en el 42 del imperio de Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz; en la sexta edad del mundo: Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar al mundo con su misericordiosísimo Advenimiento, concebido por el Espíritu Santo, y pasados nueve meses después de su concepción, nació, «hecho Hombre, de la Virgen María, en Belán de Judá«, (Se arrodillan todos los circunstantes, y prosigue el cantor en tono más agudo.: «Navidad de N. Señor Jesucristo según la carne». 

Introito 

   INTROITUS Exodo, XVI – Hodie scietis, quia veniet Dominus, et salvabit nos: et mane videbitis gloriam ejus.- Ps. 23 Domini est terra, et plenitudo ejus: orbis terrarum, et univers qui habitant in eo.                 
   V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sæcula sæculórum. Amen.
   Introito – Hoy sabréis que el Señor vendrá y nos salvará; y mañana veréis su gloria. –    Ps. Del Señor es la tierra y su plenitud: la redondez de la tierra y todos sus habitantes. V. gloria al Padre. 

Oración-Colecta 

   ORATIO  Deus, qui nos redemptonis nostrae annua exspectatione laetificas: praesta, ur Unigenitum tuum, quem Redemptorem laeti suscipimus, venitem quoque  Judicemsecuri videamus, Dominum nostrum Christum Filium tuum: Qui tecum vivit.    Oh Dios, que cada año nos alegras con la espera de nuestra redención: haz que, recibiendo ahora gozosos a tu Unigénito que viene a salvarnos, también te veamos tranquilos cuando venga como Juez Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos

Epístola 

   San Pablo se presenta a los romanos como heraldo de Jesucristo, el Hijo de David, según la carne, e Hijo verdadero de Dios, hecho hombre por los hombres. 

   EPISTOLA   Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Romanos. Rom.. 1, 1-6 

   Paulus, servus Jesu Christi, vocatus Apostolus, segregatus in Evangelium Dei, quod ante promiserat per Prophetas suos in Scripturis sanctis de Filio suo, qui factus est ei ex semine David secundum carnem: qui praedestinatus est Filius Dei in virtute secundum spiritum santificationis ex resurrectione mortuorum Jesu Christi Domini nostri: per quem accepimus gratiam, et apostolatum ad obediendum fidei in omnibus gentibus pro nomine ejus, in quibus estis et vos vocati Jesu Christi, domini nostri. 

   Lección de la Epístola del Apóstol Pablo a los (Romanos 1, 1-6) : Pablo, siervo de Jesucristo, llamado Apóstol, escogido para el Evangelio de Dios, el cual había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras acerca de su Hijo, que le fue hecho del linaje de David según la carne, el que ha sido predestinado como Hijo de Dios, con poder según el espíritu de santificación por su resurrección de entre los muertos: de Jesucristo, Señor nuestro, por el cual hemos recibido la gracia y el apostolado, para atraer a la fe a todas las gentes en su nombre, entre las que también vosotros sois llamados por Jesucristo, Señor nuestro.

   No se dice Alleluya a menos que la vigilia caiga en domingo. 

   GRADUALE. –  Hodie sciétis, quia véniet Dóminus, et salvábit nos: et mane videbitis glóriam ejus. V. Ps. 79. Qui regis Israel, inténde: que dedúcis, velut ovem, Joseph: qui sedes super Chérubim, apare coram Ephraim, Benjamin, et Manásse.    ALLELUIA,  

allelúja. V. Crastina die delebitur iniquitas terrae: et regnabit super nos Salvator mundi.. Allelúja. 

   Hoy sabréis que el Señor vendrá, y nos salvará; y mañana veréis su gloria. V. Tú que gobiernas a Israel, atiende: Tú que guías a José como a una ovejuela: que está sentado sobre los Querubines, manifiéstate delante de Efraín, Benjamín y Manasés.    Aleluya, aleluya.  

V. Mañana se borrará la iniquidad de la tierra: y reinará sobre nosotros el Salvador del mundo. Aleluya 

Evangelio 

   Viendo San José que María estaba a punto de ser madre y no entendiendo todavía el misterio que allí se encerraba, se juzga indigno de ser su esposo. Meditaba la forma de apartarse discretamente, cuando Dios le explica todo por boca de un ángel y le manda tomarla como esposa. 

 U Sequéntia sancti Evangélii secúndum San Mateo. JI, 18-21   Cum est  desposata Mater Jesu Maria Joseph, antequam convenirent, inventa est in utero habens de Spiritu Sancto. Joseph autem vir ejus, cum esset justus, et nollet eam traducere, voluit occulte dimittere, eam. Haec nutem eo cogitante, ecce Angelus Domini apparuit in somnis ei dicens: Joseph, fili David, noli timere accipere Mariam conjugem tuam: quod enim in ea natum est, de Spiritu Sancto est. Pariet autem filium, et vocabis nomen ejus Jesum: ipse enim salvum faciet populum suum a peccatis eorum. 

   No se dice Credo sino en Doming 

 U Continuación del Santo Evangelio según San Mateo –  Estando desposada María, Madre de Jesús, con José, ya antes de estar juntos, se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. Y José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, quiso dejarla secretamente. Y estando pensando en esto, he aquí que el Ángel del Señor se le apareció en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María por tu mujer, porque lo que en ella ha nacido es fruto del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo: y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.No se dice Credo sino en Domingo.   
   OFFERTORIUM Ps. 23 – Tollite portas, principes, vestras: et elevamini, portae aeternales, et introibit Rex gloriae.
   Ofertorio Alzad, oh príncipes, vuestras puertas; y levantaos, vosotras, puertas eternas: y entrará el Rey de la gloria

Oración-Secreta

   Da nobis quaesumus, omnipotens Deus; ut sicut adoranda Filii tui natalictia praevenimus sempiterna gaudentes: qui tecum vivit.    Concédenos, oh Dios Omnipotente, que, así como preparamos con gozo la adorable Natividad de tu Hijo, así también recibamos con júbilo sus dones eternos. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de los domingos ordinarios

  Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:

 COMMUNIO Isaías, 40 – Revelabitur gloria Domini: Et videbit omnis caro salutare Dei nostri.    Comunión. – Aparecerá la gloria del Señor, y verá toda la humanidad la salvación de nuestro Dios.

Oración-Postcomunión

    Da nobis, quæsumus, omnipotens Domine: unigeniti Filii tui recensita nativitate respirare; cujus coelesti mysterio pascimur, et potamur. Per eundem Dominum nostrum Jesum Christum. tecum.    Haz, oh Señor, que vivamos en el recuerdo del Nacimiento de tu Hijo Unigénito, cuyo celestial misterio nos sirve de alimento y de bebida. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.   

 

(*) Si la Vigilia de Navidad cae en domingo, se dice la Misa de la Vigilia, con conmemoración del domingo. (volver)  

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/ 

SAN DELFÍN,(*) Obispo y Mártir

24 de diciembre

Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. (San Lucas, 3, 4).

San Delfín, obispo de Burdeos, combatió el error de los priscilianistas con celo ardiente y extraordinaria ciencia, particularmente en el sínodo de Zaragoza, que condenó a estos herejes, en el año 380, y en el de Burdeos, en el año 385. Mantuvo correspondencia con San Ambrosio y sobre todo con San Paulino de Nola, a quien tuvo el honor de conducir a la fe y de bautizar. Murió en el año 404.

MEDITACIÓN
SOBRE
LAS VÍSPERAS DE NAVIDAD

   I. María busca en Belén una casa donde guarecerse; llama a todas las puertas y nadie la recibe. ¿Cuánto tiempo hace ya que Jesús está a las puertas de tu corazón? Llama con golpes insistentes, y tú te haces el sordo. Es preciso que me purifique hoy de mis pecados mediante una santa confesión. ¿Qué es, en efecto, lo que aleja a Jesús y lo indispone contra mí, sino mi orgullo, mi cobardía, mi apego a los bienes de la tierra y a las comodidades de la vida? Quiero, pues, arrojar de mi alma a estos enemigos de mi amable Salvador

   II. Hay cristianos que reciben a Jesús, pero para tratarlo tal como deseaba hacerlo Herodes. Mañana Jesucristo descenderá hasta ti, ¡ten cuidado de recibir a este Huésped benévolo de manera digna de Él! ¿No lo alojarás en un corazón manchado por el pecado? ¿No lo echarás de allí recayendo muy pronto en las mismas faltas? Reflexiona con cuidado:  Aquellos que entregan a Jesús a miembros manchados por el pecado no son menos culpables que los que lo entregaron en las manos criminales de los judíos. (San Agustín).

   III. Vete a contemplar a Jesús en la Misa de medianoche; asiste a ella con devoción, humildad y fe semejantes a las de los pastores: verás en el altar al mismo Dios que ellos vieron en el pesebre. Piensa en los sentimientos de respeto, de amor y humildad que María y José tuvieron para con este adorable Niño; adóralo, humíllate ante Él, recíbelo con amor y ofrécele el presente de tu corazón.

La devoción a Jesucristo
Orad por los conciudadanos.

ORACIÓN

   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Delfín, Vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de Piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

 

SAN SÉRVULO,(*)Confesor

23 de diciembre

Alegraos en vuestra esperanza, sed sufridos en la tribulación y perseverantes en la oración. (Romanos, 12, 12).

San Sérvulo, como el Lázaro de la parábola de Cristo, era un hombre pobre y cubierto de llagas que yacía frente a la puerta de la casa de un rico. En efecto, nuestro santo estuvo paralítico desde niño, de suerte que no podía ponerse en pie, sentarse, llevarse la mano a la boca, ni cambiar de postura. Su madre y su hermano solían llevarle en brazos al atrio de la iglesia de San Clemente de Roma. Sérvulo vivía de las limosnas que le daban las gentes. Si le sobraba algo, lo repartía entre otros menesterosos. A pesar de su miseria, consiguió ahorrar lo suficiente para comprar algunos libros de la Sagrada Escritura. Como él no sabía leer, hacía que otros se los leyesen, y escuchaba con tanta atención, que llegó a aprenderlos de memoria. Pasaba gran parte de su tiempo cantando salmos de alabanza y agradecimiento a Dios, a pesar de lo mucho que sufría. Al cabo de varios años, sintiendo que se acercaba su fin, pidió a los pobres y peregrinos, a quienes tantas veces había socorrido, que entonasen himnos y salmos junto a su lecho de muerte. El cantó con ellos. Pero, súbita mente, se interrumpió y gritó: «¿Oís la hermosa música celestial ?» Murió al acabar de pronunciar esas palabras, y su alma fue transportada por los ángeles al paraíso. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de San Clemente, ante la cual solía estar siempre. Su fiesta se celebra cada año, en esa iglesia de la Colina Coeli.
San Gregorio Magno concluye un sermón sobre San Sérvulo, diciendo que la conducta de ese pobre mendigo enfermo es una acusación contra aquellos que, gozando de salud y fortuna, no hacen ninguna obra buena ni soportan con paciencia la menor cruz. El santo habla de Sérvulo en un tono que revela que era muy conocido de él y de sus oyentes, y cuenta que uno de sus monjes, que asistió a la muerte del mendigo, solía referir que su cadáver despedía una suave fragancia. San Sérvulo fue un verdadero siervo de Dios, olvidado de sí mismo y solícito de la gloria del Señor, de suerte que consideraba como un premio el poder sufrir por Él. Con su constancia y fidelidad venció al mundo y superó las enfermedades corporales.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SAN SÉRVULO

I. San Sérvulo soportó, con heroica paciencia, una extrema pobreza y una cruel enfermedad. Jamás se le oyó una queja; en medio de sus sufrimientos, pedía sufrir más todavía. ¿Qué respondes tú a este  ilustre mendigo? Compara tus aflicciones con las suyas, tu paciencia con su paciencia, y cesa de quejarte de tu pobreza y del menosprecio de que se te hace objeto. ¡Avergüénzate! Jesucristo ha sido pobre, ha sido humilde. (San Pedro Crisólogo).

II .Este santo sobreabundaba de alegría en la tribulación: el gozo de su corazón resplandecía en su rostro y se reflejaba en sus palabras. No cesaba de rezar a Dios y de celebrar sus alabanzas. Todas las aflicciones, por grandes, por penosas que fueren, te serán agradables si pides a Dios que te dé la fuerza necesaria para soportarlas, y si piensas en las promesas que hace Jesús en el Evangelio, a los que se resignan. ¿De dónde proviene que tan a menudo te veas agobiado de violenta pena, sino de que no piensas en Dios que puede consolarte, ni en el paraíso que espera a los que sufren con amor?

III. La muerte de San Sérvulo es aun más dichosa que su vida: nada teme y espera todo; al morir sólo deja dolores y miserias, para tomar posesión del remo de los cielos. Pobres que estáis afligidos, consolaos: la muerte vendrá a trocar vuestros dolores en alegría. ¡En cuanto a vosotros, los felices de este mundo, la muerte vendrá a cambiar vuestros gozos en dolores! Ancianos, ella está a vuestra puerta; jóvenes, ella os tiende asechanzas por doquier. (Guerrico).

La paciencia
Rezad por los enfermos.

ORACIÓN

Oh Dios, que todos los años nos dais nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Sérvulo, vuestro confesor, haced, en vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.

* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

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SAN ZENÓN,(*) Mártir

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga que tienes en el tuyo? (San Lucas, 6, 41).

San Zenón, que era un simple soldado, reprendió intrépidamente al emperador Diocleciano porque sacrificaba en honor de la diosa Ceres; declaróle que había que sacrificar al Dios de los cristianos con corazón contrito y humillado y no a los ídolos que son tan insensibles y vanos como el mármol o el bronce de sus estatuas. El tirano lo hizo prender y mandó que se le rompiesen los maxilares, que se le arrancasen los dientes a pedradas y que se le diese muerte.

MEDITACIÓN
SOBRE LA CORRECCIÓN FRATERNA
 

   I. Debemos estar llenos de gozo cuando se nos advierte de nuestros defectos porque, para corregirlos, primero hay que conocerlos. Enceguecidos por el amor propio, estimamos en nosotros lo que vituperamos en los demás. Sea tu amigo o tu enemigo quien te advierte tus defectos, siempre debes aprovecharte de ello; no te excuses, no acuses a quienes censuran tu conducta. ¿Cómo recibes tú las advertencias que se te hacen? ¿Cómo corriges los defectos que se te hace notar?   

II. Cuando se te señala alguna falta, examínate; si lo que se te dice es verdad, corrígete. Si un enemigo o un hombre malo vitupera en ti algo laudable, alégrate: señal es de que comienzas a agradar al Señor. Porque desagradas a los malos. Es mejor ser vituperado sin causa que ser alabado sin motivo. Jesús, Salvador mío, no quiero agradaros sino sólo a Vos. Que los hombres hablen de mí como quieran, me importa poco: no son mis jueces.  

   III. No examines las faltas de tu prójimo con ojo curioso y espíritu maligno. No lo acuses, a no ser que tu Posición haga que ése sea tu deber; y si los demás censuran su conducta ante ti, excúsalo en la medida en que puedas. Examina tus defectos y no pensarás en criticar los de tu prójimo. Aquél que se examina no busca lo que es censurable en otro, sino lo que en él mismo es digno de lágrimas. (San Bernardo). 

La caridad
Orad Por vuestros superiores. 
 

ORACIÓN 

Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Zenón, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos. libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.   

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982) 

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SANTO TOMÁS,(*) Apóstol

21 de diciembre

Tú has creído porque me has visto, Tomás: bienaventurados aquellos que sin haber visto han creído. (San Juan, 20, 28).

Santo Tomás, oscuro galileo, siguió a Jesús desde el primer año de su ministerio público; pero huyó en el momento de su Pasión. No quiso creer que Jesús hubiese resucitado antes de verlo con sus propios ojos. Así uno de los hombres que debían anunciar al Salvador al universo defeccionó primero y, en seguida, fue difícil de convencer: fue preciso que el Salvador le hiciese meter la mano en sus adorables llagas. Se dice que después se trasladó a la India a predicar el Evangelio y recibió allí la corona del martirio en edad muy avanzada.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SANTO TOMÁS

I. Primero Santo Tomás fue incrédulo: no quiso prestar fe a la resurrección a no ser viendo con sus propios ojos al Salvador. «Bienaventurados, le dijo Jesucristo, aquellos que sin haber visto han creído». ¿Soy yo uno de éstos? ¡Ah! si creyese firmemente que Jesús ha muerto por mí, que existe un infierno y un cielo, ¿acaso no viviría más santamente? ¡Desventurados aquellos que esperan los castigos de Dios para creer! (San Eusebio).

II. La fe de este santo Apóstol se despertó una vez que Jesús le hubo hablado y que tocó sus sagradas llagas. También tú en estas fuentes del Salvador debes, alma mía, refugiarte para reanimar tu fe, fortificar tu esperanza y aumentar tu caridad. ¿Estoy yo enteramente convencido de que Jesús ha sufrido por mí en todo su cuerpo? Si lo creo, ¿cómo puedo amar los placeres, sabiendo que Jesús no amó sino los sufrimientos?

III. Santo Tomás probó su fe mediante sus buenas obras. Llevó el Evangelio a los países más lejanos, y selló con su propia sangre la verdad de su enseñanza. En vano tus palabras dan fe de que crees en Jesucristo, si tus acciones desmienten a tu lenguaje. ¿Estás pronto a morir por confirmar tu fe? Tú, que pierdes el cielo y la gracia de Dios antes que privarte de un ligero placer, ¿eres cristiano? Si ni siquiera puedo en ti reconocer a un hombre razonable, ¿cómo habría de darte el nombre de cristiano? (San Juan Crisóstomo).

La fe
Orad por la India.

ORACIÓN

Señor, concedednos la gracia de celebrar con gozo la fiesta de vuestro apóstol Santo Tomás, a fin de que su protección nos ayude e imitemos su fe con una piedad digna de ella. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

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Santa Misa Dominical

CUARTO DOMINGO 
DE ADVIENTO 
ESTACIÓN EN LOS DOCE SANTOS APÓSTOLES

Y vino éste por toda la región del Jordán predicando el bautismo de penitencia.

Y vino éste por toda la región del Jordán predicando el bautismo de penitencia.

Semidoble de 2ª clase – Ornamentos morados

En las tres primeras semanas de Adviento, diríase que la Iglesia nos ha dicho a sus hijos todo lo que tenía que decirnos sobre el Mesías esperado y sobre nuestras disposiciones para recibirlo. Por eso, en esta Misa hace una especie de recapìtulación de todas las precedentes, sin agregar nada nuevo,  y saca a escena a los tres personajes que han figurado en la Liturgia de esta temporada: a Isaías, que manda a los cielos nos envíen al Justo en suave rocío de bendición; a Juan Bautista, que nos exhorta a terminar de preparar el camino del Señor; y a María, llena Ella de gracia y llenas sus entrañas con la carga santísima de Jesús. Y puesto que nuestra Madre la Iglesia da hoy por casi terminada su misión de prepararnos para Navidad, ¡examínate, cristiano, si tú estás ya preparado para salir al encuentro del Salvador!
  INTROITUS Isai. 45, 8  Roráte, cæli, désuper, et nubes pluant justum: aperiátur terra, et gérminet Salvatórem. Ps. 18, 2. Cæli enárrant glóriam Dei: et ópera mánuum ejus annúntiat firmaméntum. V. Glória Patri.    IntroitoCielos, enviad rocío desde arriba y lluevan las nubes al Justo: ábrase la tierra, brote al Salvador. Salmo: Los cielos cantan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la grandeza de las obras de sus manos. Gloria al Padre… Cielos, enviad rocío desde arriba y lluevan las nubes al Justo. ..  

   El Gloria in excelsis no se dice en el Tiempo de Adviento, salvo en las fiestas.

Oración-Colecta

  ORATIO  Excita, quæsumus, Dómine, poténtiam tuam, et veni: et magna nobis virtúte succúrre; ut per auxílium grátiæ tuæ, quod nostra peccáta præpédinut, indulgéntia tuæ propitiatiónis accéleret: Qui vivis.      Despierta tu poder, Señor, y vén, te lo rogamos; y socórrenos con tu gran fuerza, de suerte que tu indulgencia, siempre propicia, nos conceda prontamente, por el auxilio de tu gracia, los biene que nuestros pecados alejan. Tú que vives y reinas en unidad del Espíritu Santo…

     Epístola

   La Iglesia ensalza, por boca de San Pablo, la dignidad sacerdotal, inculca a los ministros sagrados sus obligaciones y disuade a los fieles de juzgarlos con ligereza, remitiéndolo todo al juicio de Dios.

   EPISTOLA   Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Corínthios.I Cor. 4, 1-5   Fratres: Sic nos exístimet homo ut minístros Christi, et dispensatóres mysteriórum Dei. Hic jam quæritur inter dispensatóres, ut fidélis quis inveniátur. Mihi autem pro mínimo est, ut a vobis júdicer, aut ab humáno die: sed neque meípsum júdico. Nihil enim mihi cónscius sum: sed non in hoc justificátus sum: qui autem júdicat me, Dóminus est. Itaque nolíte ante tempus judicáre, quoadúsque véniat Dóminus: qui et illuminábit abscóndita tenebrárum, et manifestábit concília córdium: et tunc laus erit unicuique a Deo.    Lección de la Epístola del Apóstol Pablo a los Corintios (IV, 1-5]): Hermanos: A nosotros, pues, nos ha de considerar el hombre como unos ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. Esto supuesto, entre los dispensadores lo que se quiere es, que sean hallados fieles a su ministerio. Por lo que a mí toca, muy poco me da el ser juzgado por vosotros, o en Cualquier juicio humano; pues ni aún yo me atrevo a júzgame a mí mismo. Porque si bien no me remuerde la conciencia de cosa alguna, no por eso me tengo por justificado: pues el que me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, suspended el juicio hasta tanto venga el Señor, el cual sacará a plena luz lo que está en los escondrijos de las tinieblas y descubrirá en aquel día las intenciones , de los corazones; y entonces cada cual será de  Dios alabado según merezca.   

Salmodia

   GRADUALE Ps. 144, 18 et 21 – Prope est Dóminus ómnibus invocántibus eum: ómnibus qui ínvocant eum in veritáte. V. Laudem Dómini loquétur os meum: et benedícat omnis caro nomee sanctum ejus.   ALLELUIA, allelúja. V. Veni, Dómine, et noli tardáre: reláxa facínora plebis tuæ Israël. Allelúja.
   Gradual –  El Señor está cerca de todos los que le invocan; de todos los que le imploran de verdad. Cantará mi boca las alabanzas del Señor: :bendigan todos los mortales su santo nombre.   Aleluya, aleluya. Venid, Señor, no tardéis más, perdonad las iniquidades de Israel, vuestro pueblo. Aleluya.

   En las feria de Adviento, es decir, cuando en un día de semana se dice la misa del Domingo, se omite el Aleluya y el versillo.

Evangelio

   El Precursor nos exhorta a preparar la venida del Señor, obrando con rectitud y con humildad y quitando del corazón todo obstáculo, el mayor y más tenaz de los cuales es el pecado.

    U Anno quintodécimo impérii Tibérii Cæsaris, procuránte Póntio Piláto Judæam, tetrárcha autem Galilææ Heróde, Philíppo autem fratre ejus tetrárcha Iturææ, et Trachonítidis regiónis, et Lysánia Abilínæ tetrárcha, sub princípibus sacerdótum Anna et Cáipha: factum est verbum Dómini super Joánnem, Zacharíæ fílium, in desérto. Et venit in omnem regiónem Jordánis, prædicans baptísmum pœniténtiæ in remissiónem peccatórum, sicut scriptum est in libro sermónum Isaíæ prophétæ: Vox clamántis in desérto: Paráte viam Dómini: rectas fácite sémitas ejus: omnis vallis implébitur: et omnis mons, et collis humiliábitur: et erunt prava in dirécta, et áspera in vias planas: et vidébit omnis caro salutáre Dei.   Credo.      U Continuación del Santo Evangelio según San Lucas  (III, 1-61) –  En aquel tiempo:  El año decimoquinto(1) del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Judea y de la provincia de Traconítide, y Lisanías tetrarca de Abilina; hallándose de sumos sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto(2). El cual obedeciendo al instante vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para la remisión de los pecados: como está escrito en el libro de las palabras o vaticinios del profeta Isaías: Se oirá la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas: todo va1le será terraplenado, todo monte y cerro, allanado, los caminos torcidos serán enderezados y los escabrosos igualados. Y verán todos los hombres al Salvador enviado de Dios.Credo.
   OFFERTORIUM Luc. 1, 28  – Ave, María, grátia piena: Dóminus tecum: benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui.       Ofertorio –  Dios te salve, María, llena eres de gracia: el Señor es contigo. bendita tu eres entre todas las mujeres, y b endito es el fruto de tu vientre(3).

Oración-Secreta

    Sacrifíciis præséntibus, quæsumus, Dómine, placátus inténde: ut et devotióni nostræ profíciant, et salúti. Per Dóminum.     Os suplicamos, Señor, atendáis propicio a los presentes sacrificios, para que aprovechen a nuestra devoción y eterna salud. Por Nuestro Señor... .

   Prefacio de la Sma. Trinidad
(Durante la semana, Prefacio común)

  Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, sanctus, sanctus…   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro: Santo, …
   COMMUNIO Isai. 7, 14 – Ecce virgo concípiet, et páriet fílium: et vocábitur nomen ejus Emmánuel(4).     Comunión. – Sabed que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y su nombre será Emmanuel. 

Oración-Postcomunión

     POSTCOMMUNIO –Sumptis munéribus, quæsumus, Dómine: ut cum frequentatióne mystérii, crescat nostræ salútis efféctus. Per Dóminum.    Recibidnos estos dones, os suplicamos, Señor, que con el frecuente uso del santo Misterio, crezca en nosotros el fruto de nuestra redención. Por Nuestro Señor… 

 

  • (1) El Cristianismo está muy lejos de ser una especulación teosófica, que brota de las necesidades íntimas de la conciencia y de las cuales el alma  no puede darse cuenta cabal; es una revelación de fe y un hecho histórico que se impone a la razón humana. Como hecho histórico, el cristianismo se presenta al mundo con todas las garantías exigidas por la crítica histórica más concienzuda: documentos auténticos y verídicos, milagros cuidadosamente verificados, doctrina divinamente superior a cualquiera otra sabiduría humana. He aquí la razón por la cual San Lucas comienza la narración de este Evangelio por la cronología de los Soberanos que regían a la sazón los destinos de Palestina. (Card. Schuster).
  • (2) En el desierto, es decir, en el silencio y recogimiento, no en el bullicio y agitación de los negocios y desvaríos del mundo es donde hace Dios oír su palabra.
  • (3) En este Ofertorio es donde se encuentra por primera vez la fórmula de la primera parte del «Ave María», tal como se usó en toda la Edad Media. La segunda parte: «Santa María», etc., brotó del corazón de los cristianos.
  • (4) Emmanuel significa: «Dios con nosotros», es decir, Dios viviendo entre los hombres.

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SANTO DOMINGO DE SILOS,(*) Abad

20 de diciembre

Tribulación y angustias aguardan a todo hombre que obra mal. (Romanos, 2, 9).

Santo Domingo de Silos aprendió a servir a Dios cuidando las ovejas de su padre. Para santificarse mejor, tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Elegido prior, resistió valientemente a Garcias, rey de Navarra, que quería apoderarse de las posesiones de la Iglesia. Este acto de valor hizo que lo confinasen en Castilla, donde llegó a ser abad de Silos. Reformó este monasterio e hizo de él uno de los más famosos de España. Murió en 1073, y un grupo de niños vio que su alma volaba al cielo.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES PENAS
DEL PECADO

I. El pecado es castigo del pecador, como la virtud es recompensa del justo. El pecador lleva siempre consigo su verdugo; el remordimiento siempre tortura a su alma y le arrebata el bien supremo del hombre, que es la paz de la conciencia. Sin esta paz no hay placer, con ella, no hay tristeza. Los pecadores no pueden escapar del castigo, aun aquí en la tierra; aunque no haya llegado el día de la justicia, el castigo comienza allí donde comienza el crimen. (San Cipriano).

II. La segunda pena del pecado es que deshonra al pecador a los ojos de todos los hombres virtuosos; por escapar de la vergüenza y del deshonor, el que obra mal aborrece la luz y busca las tinieblas. El pecador, además, es despreciado, por los malos mismos y por los cómplices de sus crímenes: ¡de tal modo el amor a la virtud y el aborrecimiento al vicio están hondamente enraizados en el corazón humano!

III. El tercer castigo del pecador proviene de Dios: Él castiga al pecado en este mundo mediante las enfermedades, la pobreza, la peste, la guerra. Todo lo que sufres es castigo o del primer pecado de Adán o de algún pecado que tú has cometido. Pero, ¡cuánto más espantosos aun son los suplicios de la otra vida! Aquí ni siquiera puedes concebirlo, no sea que tal vez los experimentes algún día. ¡Verás cuán amargo es haber abandonado al Señor tu Dios! (Jeremías)

La huida del pecado
Orad por los que están en pecado.

ORACIÓN

Señor, que la intercesi6n del bienaventurado Domingo, abad, nos haga agradables a vuestros ojos, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos.  Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

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SAN NEMESIÓN,(*)

19 de diciembre

Estoy persuadido de que los sufrimientos de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera, que se ha de manifestar en nosotros. (Romanos, 8, 18).

San Nemesión o Nemesio, detenido como culpable de robo, probó su inocencia y ya estaba por ser puesto en libertad, pero fue inmediatamente acusado de nuevo como cristiano durante la persecución de Decio y confesó generosamente esta fe, de la que se le acusaba como de un crimen. Fue condenado a ser quemado con unos malhechores. Estimó una dicha terminar su vida como su divino Maestro en medio de facinerosos.

MEDITACIÓN
SOBRE LOS SUFRIMIENTOS


I. ¡Todos hemos ofendido a Dios y no queremos sufrir algo para apaciguar su cólera! Nuestros pecados nos han merecido el infierno, y cuando Dios, para evitarnos tormentos eternos, nos envía cortas y ligeras pruebas, nos derramamos en quejas y gemidos. ¿Qué condenado habría que no aceptase con placer el favor que con ello nos dispensa? Sufre, pues, con este pensamiento: Lo que yo sufro es poca cosa comparada con el infierno que he merecido.

II. Los sufrimientos de esta vida son poca cosa en comparación con los consuelos que Dios nos envía, cuando sufrimos animosamente por amor suyo. Estos consuelos son tan grandes, que embotan el aguijón del dolor; si los santos lloran en la soledad, lo hacen de gozo; si se quejan en el patíbulo, a menudo es porque la abundancia de los consuelos les impide gustar la hiel y la amargura del dolor.

III. ¡Cuán insignificantes son nuestros sufrimientos si los comparamos con la gloria que se nos promete en recompensa! Por un momento de dolor, una eternidad de dicha! Además, el dolor nunca es universal, siempre va templado con algún consuelo; el gozo, por el contrario, será universal y sin mezcla de dolor alguno. Cuán leves parecerán nuestros dolores si pensamos en estas tres verdades. Los sufrimientos de esta vida nada son comparados con las faltas que hemos cometido, nada en comparación con los consuelos que se nos prodigan y de la gloria que se nos promete. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por los afligidos.

ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Nemesión, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

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EXPECTACION DEL PARTO

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

Esperar al Señor que ha de venir es el tema principal del santo tiempo de Adviento que precede a la gran fiesta de Navidad. La liturgia de este período está llena de deseos de la venida del Salvador y recoge los sentimientos de expectación, que empezaron en el momento mismo de la caída de nuestros primeros padres. En aquella ocasión Dios anunció la venida de un Salvador. La humanidad estuvo desde entonces pendiente de esta promesa y adquiere este tema tal importancia que la concreción religiosa del pueblo de Israel se reduce en uno de sus puntos principales a esta espera del Señor. Esperaban los patriarcas, los profetas, los reyes y los justos, todas las almas buenas del Antiguo Testamento. De este ambiente de expectación toma la Iglesia las expresiones anhelantes, vivas y adecuadas para la preparación del misterio de la “nueva Natividad” del salvador Jesús.

En el punto culminante de esta expectación se halla la Santísima Virgen María. Todas aquellas esperanzas culminan en Ella, la que fue elegida entre todas las mujeres para formar en su seno el verdadero Hijo de Dios.

Sobre Ella se ciernen los vaticinios antiguos, en concreto los de Isaías; Ella es la que, como nadie, prepara los caminos del Señor.
Invócala sin cesar la Iglesia en el devotísimo tiempo de Adviento, auténtico mes de María, ya que por Ella hemos de recibir a Cristo. Con una profunda y delicada visión de estas verdades y del ambiente del susodicho período litúrgico, los padres del décimo concilio de Toledo (656) instituyeron la fiesta que se llamó muy pronto de la Expectación del Parto, y que debía celebrarse ocho días antes de la solemnidad natalicia de nuestro Redentor, o sea el 18 de diciembre. La razón de su institución la dan los padres del concilio: no todos los años se puede celebrar con el esplendor conveniente la Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma o la solemnidad pascual, en cuyos días no siempre tienen cabida las fiestas de santos ni es conveniente celebrar un misterio que dice relación con el comienzo de nuestra salvación. Por esto, “speciali constitutione sancitur, ut ante octavum diem, quo natus est Dominus, Genitricis quoque eius dies habeatur celeberrimus, et praeclarus”; “Se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su santísima Madre”.
En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en “muchas otras Iglesias lejanas” y se ordena que se retenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo. De hecho, fue en España una de las fiestas más solemnes, y consta que de Toledo pasó a muchas otras iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella. Fue llamada también “día de Santa María”, y, como hoy, de Nuestra Señora de la O, por empezar en la víspera de esta fiesta las grandes antífonas de la O en las Vísperas.

Además de los padres que estuvieron presentes en el décimo concilio de Toledo, en especial del entonces obispo de aquella sede, San Eugenio III, intervino en su expansión—y también a él se debe el título concreto de Expectación del Parto—aquel otro gran prelado de la misma sede San Ildefonso, que tanto se distinguió por su amor a la Señora. La fiesta de hoy tiene en los antiguos breviarios y misales su rezo y misa propios. Los textos del oficio, de rito doble mayor, tienen, además de su sabor mariano, el carácter peculiar del tiempo de Adviento, a base de las profecías de Isaías y de otros textos apropiados como los himnos. Nuestro Misal conserva todavía para la presente fecha una misa, toda a base de textos del Adviento. Es un resumen del ardiente suspiro de María, del pueblo de Israel, de la Iglesia y del alma por el Mesías que ha de venir. Sus textos—casi coinciden con la misa del miércoles de las témporas de Adviento, y todavía más con la misa votiva de la Virgen, propia de este período—son de Isaías (introito, epístola y comunión ) y del evangelio de la Anunciación. Las oraciones son las propias de la Virgen en el tiempo de Adviento.
Precisamente en la víspera de este día dan comienzo las antífonas mayores de la O, por empezar todas ellas con esta exclamación de esperanza. Y así continúa la Iglesia por espacio de siete días, del 17 al 23, en este ambiente de santa expectación y demanda de la venida del Salvador.

Nada, pues, más a propósito que la contemplación de María en los sentimientos que Ella tendría en los días inmediatos a la natividad de su divino Hijo. “Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe el padre Giry (Les petits Bollandistes t. 14 p.373 ) — desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenia la humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones, Aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su libertador.”

María, repetimos, está en la cumbre de esta esperanza o, con otras palabras: con María la esperanza es completa, se hace firme. Unidos a Ella, ya que nuestro adviento, el que nosotros esperamos, tuvo principio en la celestial Señora, por haber llevado en su seno virginal a Jesús durante nueve meses, nuestra expectación será más digna del gran Señor que va a venir.

María presenta para el cristiano de hoy la posición que éste debe mantener, máxime en estos días: esperar al Señor. Que Él se incorpore más y más en nosotros, donec formetur Christus in nobis, y que un día, lejano o próximo ya, venga a buscarnos para unirnos definitivamente con Él. El cristiano debe esperar al Señor, donec veniat, hasta que venga para aquel abrazo de unión indisoluble y eterna. Toda la vida del cristiano es una expectación. El modelo de ésta lo ofrece la Santísima Virgen María.
La presente fiesta mariana, como todas las de la Virgen, además de ser un ejemplo, es una intercesión. Debe servir para afianzar y hacer más intensa esta espera y ayudarnos a cantar con Ella, con la Iglesia-Virgen las antífonas mayores del Magniticat: O Sapientia, O Adonai, O Emmanuel…, veni!

De un texto de ROMUALDO Mª DÍAZ CARBONELL, O. S. B.

Tomado de: http://radiocristiandad.wordpress.com/

SAN GACIANO,(*) Obispo

18 de diciembre

Si el grano de trigo, después de echado en la tierra, no muere, queda infecundo, pero si muere, produce mucho fruto. (San Juan, 12, 24).

Según San Gregorio de Tours, San Gaciano fue enviado por el Papa Fabiano, desde Roma a Turena, para sembrar allí la palabra de Dios. Su vida angelical y sus milagros lo ayudaron a ello poderosamente; a la sola señal de la cruz, los demonios y las enfermedades le obedecían. No dejó Satanás de suscitar persecuciones contra él; entonces, congregaba el santo a su pequeño rebaño en subterráneos y celebraba en ellos los divinos misterios. Murió en el curso del siglo III después de un largo apostolado.

MEDITACIÓN
NUESTRA ALMA
ES SEMEJANTE A UN CAMPO

I. Hay que abrir las entrañas de la tierra para hacer entrar en ella el buen grano que la debe hacer fecunda. ¿Quieres tú producir frutos dignos del paraíso? Es preciso sufrir. El camino del cielo está totalmente erizado de espinas, las rosas se encontrarán en el paraíso. Valor, alma mía, no retrocedas ante ningún sacrificio. Los herederos del Crucificado no deben temer ni a los tormentos ni a la muerte. (San Cipriano).

II. La tierra oculta en su seno la semilla que se le ha confiado; en ella muere, pero para resucitar muy pronto. Almas santas, ocultad los talentos y las gracias que Dios os ha concedido, de otro modo el demonio, esta ave de rapiña, pronto los habrá arrebatado. La vanidad os privará del fruto de vuestras buenas obras. Dios mío, estoy contento de ser desconocido de los hombres, siempre que Vos me guardéis un lugar en la gloria.

III. Las espinas y la cizaña crecen a menudo entre el buen grano, en medio de las flores. Así, los buenos están mezclados con los malos en este mundo, hasta el día del juicio en el que Dios separará a éstos de entre aquellos. Sufre sus defectos, puesto que Dios los soporta, pero no los imites. ¿Serás tú reservado en el granero del Padre celestial, o bien serás arrojado al fuego con la cizaña ? En tus manos está elegir ahora. Haz buenas obras, ellas serán la semilla de una gloria eterna. Nuestras obras no se desvanecen como pudiera creerse, sino que las obras temporales son como semilla de eternidad. (San Bernardo).

La paciencia 
Orad por los que os persiguen.

ORACIÓN

Dios omnipotente, que esta augusta solemnidad de San Gaciano, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/

SAN LÁZARO,(*) Obispo

17 de diciembre

Las hermanas de Lázaro enviaron a decir a Jesús: Señor, aquél a quien amas está enfermo. (San Juan, II, 3).

San Lázaro, de Betania, hermano de Marta y de María, tuvo la dicha de ser resucitado por Jesucristo, que mucho lo amaba. Lleno de gratitud para con su benefactor, predicó su divinidad con tanto celo, que los judíos -dice la leyenda- lo desterraron junto con sus dos hermanas. Puesto en una embarcaci6n sin remos ni timón, habría abordado en Marsella y llegado a ser el primer obispo de esta ciudad.

MEDITACIÓN
MEDITACIÓN SOBRE
LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

I. El ruego de las hermanas de Lázaro es admirable. Se dirigen a Jesucristo y le dicen: Señor, aquél a quien amas está enfermo.¿Quieres tú ser ayudado en tus necesidades? Preséntalas ante Jesucristo, él te ama y quiere ayudarte. No te desanimes, persevera en la oración; cuando todo parezca desesperado, hay que esperar todo de Dios. ¿No es verdad, acaso, que tú ordinariamente no te diriges a Dios sino después de haber reconocido la inutilidad de todo socorro humano? Es preciso invocar, en primer lugar, el Nombre de Dios Y, después de esto, buscar los medios convenientes para llevar a cabo tus propósitos.

II. Jesús fue finalmente; derramó lágrimas en la tumba de Lázaro, agradeció a su Padre celestial y, después, llamó a su amigo en alta voz. Aprende de Jesús a agradecer a Dios las gracias que te concede, si quieres obtener otras nuevas. Alégrate, alma mía: tanto te ama Jesús cuanto amó a Lázaro. Señor, aquél a quien amáis está enfermo: basta que Vos conozcáis su mal, porque Vos no abandonáis a los que os aman. (San Agustín).

III. Lázaro obedeció de inmediato a la voz de Jesús y salió de su tumba. Ya hace mucho tiempo, Señor, que me invitáis a salir del pecado en que estoy amortajado; pero estoy sordo a vuestras santas inspiraciones: ¡ya es tiempo de obedeceros! ¡Oh Vida que me dais la vida, Vos por quien vivo yo y sin el cual me muero!, ¿dónde os encontraré, a fin de morir a mí mismo y de vivir de Vos? (San Agustín).

La confianza en Dios
Orad por los enfermos.

ORACIÓN

Dios, que por vuestro Hijo unigénito, sacasteis de la tumba a Lázaro muerto desde hacía cuatro días, hacednos surgir de la tumba de nuestros pecados, a fin de que merezcamos ser admitidos en la sociedad de vuestros elegidos. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

Tomado de: http://misa_tridentina.t35.com/