Del
DÉCIMO PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Por el Reverendo padre Alfonso Gálvez Morillas
¡IMPERDIBLE!
Curación de un sordomudo
(Mc 7: 31-37)
Por el Reverendo padre Alfonso Gálvez Morillas
Con la luz de tus rayos se alumbró la tierra; tembló la tierra toda estremecida. ¡Qué amables son tus tiendas, oh Dios de los ejércitos! Mi alma suspira con ardiente anhelo por los atrios del Señor. Gloria al Padre…
Dios, que en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los padres y por modo maravilloso proclamas la adopción perfecta de hijos, con la voz que salió de la esplendorosa nube; haz que seamos coherederos del Rey de la gloria y copartícipes suyos en ella. Por el mismo Señor nuestro…
Conmemoración del noveno Domingo de Pentecostés
Abre, Señor, los oídos de tu misericordia a las preces de los que te suplican; y, para que les concedas lo que desean, haz que sólo pidan lo que a Ti te es grato. Por N.S.J.C.
(IIª del Apóstol San Pedro, I: 16-19):
Carísimos: No fue siguiendo artificiosas fábulas, como os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo; sino como quienes han sido testigos oculares de su majestad. El recibió de Dios Padre el honor y la gloria, cuando de la magnífica gloria se hizo oír aquella voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”. Y esa voz bajada del cielo, la oímos los que con Él estábamos en el monte santo. Y tenemos aún algo más firme, a saber, la palabra profética, a la cual muy bien hacéis en atender, como a lámpara que luce en lugar tenebroso, hasta que luzca el día y el lucero se levante en vuestros corazones.
Eres entre los hijos de los hombres el más hermoso. Fluye de tus labios la gracia. Hierve mi corazón de un bello canto, que en honor de mi Rey voy a cantar.
Aleluya, aleluya. Es candor de luz, que no tuvo principio, espejo sin mácula, e imagen acabada de la eterna bondad. Aleluya.
(San Mateo, XVII, 1-9):
En aquel tiempo: tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la nieve. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle. Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: Levantaos, no tengáis miedo. Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.
Abundará su casa de riqueza y su beneficencia durará para siempre. Aleluya.
Señor, por la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito, santifica estas ofrendas y límpianos de las manchas de los pecados, con los divinos resplandores de su claridad. Por el mismo Señor…
Conmemoración del noveno Domingo de Pentecostés
Te rogamos, Señor, nos concedas que frecuentemos dignamente estos Misterios; porque, cada vez que se celebra la conmemoración de esta hostia, se renueva la obra de nuestra redención. Por N.S.J.C.
Prefacio de Navidad
Vere dignum et justum est, æquum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, æterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostræ oculis lux tuæ claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem rapiamur. Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia cælestis exercitus, hymnum gloriæ tuæ canimus, sine fine dicentes:
Sanctus, Sanctus, Sanctus
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable el darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor santo, Padre todopoderoso, Dios eterno. Por cuanto, por el misterio de la Encarnación del Verbo, se ha manifestado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria; a fin de que, llegando a conocer a Dios bajo una forma visible, seamos atraídos por Él al amor de las cosas invisibles. Y, por tanto, nos unimos con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, cantando el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:
A nadie digáis, lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.
Omnipotente Dios, te rogamos que los Sacrosantos Misterios de la Transfiguración de tu Hijo, que con este solemne oficio celebramos, podamos verlos con la claridad con que los ven los corazones puros. Por el mismo Señor nuestro…
Conmemoración del noveno Domingo de Pentecostés
Te rogamos, Señor, hagas que la recepción de tu Sacramento nos limpie de nuestros pecados y nos una a Ti. Por N.S.J.C.
Último Evangelio (del noveno Domingo de Pentecostés)
(San Lucas, XIX, 41-47) Y cuando estuvo cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella. Y dijo: “¡Ah si en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, y tus enemigos te circunvalarán con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de todas partes; derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que has sido visitada.” Entró en el Templo y se puso a echar a los vendedores, y les dijo: “Está escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones.” Y día tras día enseñaba en el Templo.
Tomado de:
radiocristiandad.wordpress.com