Stabat Mater dolorósa

Era menester que el Cristo padeciese y así entrase en la gloria. (San Lucas, 24, 26).

Latin:

Stabat Mater dolorósa
Juxta Crucem lacrimósa,
Dum pendébat Filius.

Cujus ánimam geméntem,
Contristátam et doléntem,
Pertransívit gládius.

O quam tristis et afflícta
Fuit illa benedícta
Mater Unigéniti!

Quae maerébat, et dolébat,
Pia Mater, dum vidébat
Nati poenas ínclyti.

Quis est homo, qui non fleret,
Matrem Christi si vidéret
In tanto supplício?

Quis non posset contristári,
Christi Matrem contemplári
Doléntem cum Fílio?

Pro peccátissuae gentis
Vidit Jesum in torméntis,
Et flagéllis súbditum.

Vidit suum dulcem natum
Moriéndo desolátum,
Dum emísit spíritum.

Eja mater, fons amóris,
Me sentíre vim dolóris
Fac, ut tecum lúgeam.

Fac, ut árdeat cor meum
In amándo Christum Deum,
Ut sibi compláceam.

Sancta Mater, istud agas
Crucifíxi fige plagas
Cordi meo válide.

Tui nati vulneráti,
Tam dignáti pro me pati,
Poenas mecum dívide.

Fac me tecum pie flere,
Crucifíxo condolére,
Donec ego víxero.

Juxta Crucem tecum stare,
Et me tibi sociáre
In planctu desídero.

Virgo vírginum praeclára,
Mihi jam non sis amára:
Fac me tecum plángere.

Fac ut portem Christi mortem,
Passiónis fac consórtem,
Et plagas recólere.

Fac me plagis vulnerári,
Fac me Cruce inebriári,
Et cruóre Fílii.

Flammis ne urar succénsus,
Per te, Virgo, sim defénsus
In die judícii.

Christe, cum sit hinc exíre
Da per Matrem me veníre
Ad palmam victóriae.

Quando corpus moriétur,
Fac, ut ánimae donétur
Paradísi glória.

Amen. 


 †

 

Español:

Estaba la Madre de dolores junto a la cruz llorando,

mientras su Hijo pendía.

 

Su alma llorosa, triste y dolorida,

fué traspasada por una espada.

 

¡Oh cuán triste y afligida estuvo

aquella bendita Madre del Unigénito!.

 

Estaba triste y dolorosa, como madre piadosa

al ver las penas de su divino Hijo.

 

¿Qué hombre no lloraría, si viese a la Madre

de Cristo en tan atroz suplicio?

 

¿Quién no se contristaría, al contemplar a la Madre

de Cristo dolerse con su Hijo?

 

Por los pecados de su pueblo,

vió a Jesús en los tormentos,

y sometido a los azotes.

 

Vió a su dulce Hijo morir abandonado

cuando entregó su espíritu.

 

¡Ea, Madre, fuente de amor!  

Haz que sienta yo la fuerza de tu dolor,

para que contigo llore.

 

Haz que arda mi corazón

en amor de Cristo mi Dios,

para que así le agrade.

 

¡Oh santa Madre! haz esto:

graba las llagas del crucificado en mi corazón hondamente.

 

De tu Hijo,

lleno de heridas,

que se dignó padecer tanto por mi,

reparte conmigo las penas.

 

Haz que yo contigo piadosamente llore

y que me conduela del Crucificado,

mientras yo viva.

 

 

Haz que esté contigo junto a la cruz;

pues deseo asociarme a ti en el llanto.

 

¡Oh virgen la más ilustre de todas las vírgenes!

no seas ya dura para mi, haz que contigo llore.

 

Haz que lleve la muerte de Cristo;

hazme socio de su Pasión y que venere sus llagas.

 

Haz que, herido con sus heridas,

sea yo embriagado con la Cruz y con la Sangre de tu Hijo.

 

Para que no me queme y arda en llamas,

por ti, oh Virgen, sea defendido en el día del juicio.

 

¡Oh Cristo! cuando hubiere de salir de aquí,

dame por tu Madre, que llegue a la palma de la victoria.

 

Cuando el cuerpo feneciere,

haz que al alma se le dé la gloria del Paraíso.

 Amén.

Fuente:
MISAL DIARIO Y VISPERAL
DÉCIMATERCIA EDICIÓN
Por Dom Gaspar Lefebvre O.S.B.
De la Abadía de S. Andrés (Brujas Bélgica)
Traducción Castellana y Adaptación
Del Rdo. P. Germán Prado
Monje Benedictino de los Silos (España)
1946
English:
At the cross her station keeping,
Mary stood in sorrow weeping
When her Son was crucified.

While she waited in her anguish,
Seeing Christ in torment languish,
Bitter sorrow pierced her heart.

With what pain and desolation,
With what noble resignation,
Mary watched her dying Son.

Ever-patient in her yearning
Though her tear-filled eyes were burning,
Mary gazed upon her Son.

Who, that sorrow contemplating,
On that passion meditating,
Would not share the Virgin’s grief?

Christ she saw, for our salvation,
Scourged with cruel acclamation,
Bruised and beaten by the rod.

Christ she saw with life-blood failing,
All her anguish unavailing,
Saw him breathe his very last.

Mary, fount of love’s devotion,
Let me share with true emotion
All the sorrow you endured.

Virgin, ever interceding,
Hear me in my fervent pleading:
Fire me with your love of Christ.

Mother, may this prayer be granted:
That Christ’s love may be implanted
In the depths of my poor soul.

At the cross, your sorrow sharing,
All your grief and torment bearing,
Let me stand and mourn with you.

Fairest maid of all creation,
Queen of hope and consolation,
Let me feel your grief sublime.

Virgin, in your love befriend me,
At the Judgment Day defend me.
Help me by your constant prayer.

Savior, when my life shall leave me,
Through your mother’s prayers
receive me
With the fruits of victory.

Virgin of all virgins blest!
Listen to my fond request:
Let me share your grief divine

Let me, to my latest breath,
In my body bear the death
Of your dying Son divine.

Wounded with His every wound,
Steep my soul till it has swooned
In His very Blood away.

Be to me, O Virgin, nigh,
Lest in flames I burn and die,
In His awe-full judgment day.

Savior, when my life shall leave me,
Through your mother’s prayers
receive me
With the fruits of victory.

While my body here decays
May my soul your goodness praise,
Safe in heaven eternally.

Amen

 †

The Collegeville Hymnal
Minnesota: Liturgical Press, 1990.

A propósito de la visita del Papa a México


INFALIBILIDAD NO ES «PAPOLATRÍA»

Por Brunero Gherardini*

A este respecto, parece muy apropiado considerar cuidadosamente las palabras del dogma: «El Romano Pontífice, cuando habla “ex cathedra”, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.»

Palabras sopesadas con extremo rigor. No sólo no divinizan a un ser humano, sino que, en el acto mismo de reconocerle un carisma que ningún otro hombre posee, ponen límites claros y condiciones estrictas en el ejercicio del mismo. El Papa, en efecto, «no por el hecho de ser papa» (simpliciter papatus ex auctoritate), es absolutamente infalible.»

Tal vez haya llegado el momento de decir con sinceridad y firmeza lo que reiteradamente se declaró en el pasado, reciente y lejano, acerca de la necesidad de liberar al papado de esa especie de «papolatría», que no contribuye a honrar al Papa y a la Iglesia. No todas las declaraciones papales son infalibles, no todas pertenecen al mismo nivel dogmático. La mayor parte de los discursos y documentos papales, aun cuando tocan el campo doctrinal, contienen enseñanzas comunes, orientaciones pastorales, exhortaciones y consejos, que en la forma y el contenido están muy lejos de la definición dogmática. Esta no existe sino cuando se presentan las condiciones establecidas por el Vaticano I.

— Es necesario que el Papa hable «ex cathedra»: la expresión toma su significado de la función ejemplar y moderadora que, desde el principio, hizo del Obispo de Roma el maestro de la Iglesia universal y de la misma Roma el «locus magisterii». En uso desde el siglo II como símbolo de la función magisterial del obispo, la cátedra devino, luego, en el símbolo de la función magisterial del Papa.

Hablar «ex cathedra» significa, por tanto, hablar con la autoridad y la responsabilidad de la persona que goza de la jurisdicción suprema, ordinaria, inmediata y plena sobre toda la Iglesia, y cada uno de sus fieles, pastores incluidos, en materia de fe y costumbres, pero no sin reflejos e incluso efectos disciplinarios.

— «Omnium Christianorum pastoris et doctoris munere fungens»: la frase hace explícito el contenido de «ex cathedra». Fuentes bíblicas neo-testamentarias y documentos de la Tradición confluyen en la definición del Vaticano I para afirmar que la infalibilidad del magisterio papal sólo surge cuando el Papa enseña la Revelación divina y hace obligatorias sus enseñanzas para todos.

— «Pro suprema sua Apostolica auctoritate »: es la razón formal de su magisterio infalible y universal. Tal razón es debida a la sucesión apostólica del Papa a Pedro, que entonces fue el primero, pero no el único, obispo de Roma, y Papa, en cuanto obispo de Roma. A todo sucesor suyo en la «cátedra romana» compete, así que, todo cuanto Cristo había dado a Pedro, «ratione office, non personae». Es por ello menos correcto decir «infalibilidad personal del Papa» en vez de «infalibilidad papal». Empero, si se quiere insistir, como hace alguno, en la «infalibilidad personal», se debe distinguir siempre, en el Papa, la «persona pública» de la «privada», recordando que la «persona pública» viene determinada por su oficio.

— «Doctrinam de fide vel moribus»: debe tratarse de una verdad que se ha de creer y cualificadas de la existencia cristiana, directamente contenidas, o no, en la Revelación divina. Un objeto diverso de la enseñanza papal no puede pretender estar cubierto por el carisma de la infalibilidad, el cual se extiende tanto como la Revelación misma.

— «Per assistentiam, divinam»: no cualquier intervención del Papa, no una simple advertencia, no una enseñanza cualquiera, poseen están asegurados por la asistencia del «Espíritu de la verdad» (Jn.14, 17; 15, 26), sino solamente aquel que, en armonía con las verdades reveladas, manifiesta el cristiano debe, en cuanto tal, creer y poner en práctica. Sólo con el pleno y absoluto respeto de las mencionadas condiciones, el Papa recibe la garantía de la infalibilidad; puede, por tanto, recurrirse a ella cuando se intenta obligar al cristiano en el ámbito de la fe y de la moral. Y también cabe agregar, de toda la intervención papal y las palabras que lo expresan, debe resultar junto al respeto de las condiciones indicadas, la voluntad de definir una verdad como directa o indirectamente revelada, o bien de definir una cuestión «de fide vel moribus», con la que toda la Iglesia deberá luego uniformar su propia enseñanza.

* Tomado de: Chiesa Viva, Octubre (2003), p. 6 y ss. Traducción de un amigo que prefiere permanecer anónimo.

Tomado de:

Desde la Roca del Grifo

http://cnelkurtz.blogspot.mx

Devoción a San José

Treintena en Honor a San José

SE DEBE REZAR 30 DIAS SEGUIDOS SIN INTERRUPCIÓN.

¡San José, ora pro nobis!

¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.

Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.

Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María, y os lo pediré, urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido, y deseo.

(Aquí, levantado el corazón a lo alto, se le pedirá al Santo con amorosa insistencia la gracia que se desea.)

1.- Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del Hombre, Dios con el Hombre.

2.- Os lo suplico por vuestra ansiedad de sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.

3.- Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de. Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.

4.- Os lo imploro por la dolorosísima y humillante circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.

5.- Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedentísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro, y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.

6.- Os lo pido por vuestra aflicción dolorosa de tres días al perder a vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el templo; por vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.

7 .- Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.

8.- Os lo demando por la dolorosa previsión, que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas un día en la Cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz; aquel último momento en que le veíais expirar y morir por mí, por mi alma, por mis pecados.

9.- Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María. y vuestra entrada en el Limbo de los Justos en el cielo, donde tenéis vuestro trono de poder.

10.- Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos.

11.- Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima Esposa, resucitada, y ser subida a. los cielos por ángeles, y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro como Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.

12.- Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y gloria feliz bienaventuranza en el Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.

¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis ,de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante este tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.

Rezar un Paternoster, tres avemarias y un Gloriapatri.-

Tomado de:

http://radiocristiandad.wordpress.com