HIMNO A CRISTO REY

Cristo Rey 9

 

 

HIMNO A CRISTO REY

A Ti, oh Cristo, aclamamos por Príncipe de los siglos, Rey de las naciones; a Ti confesamos único dueño de las almas y de los corazones.

La multitud criminal grita: “¡No queremos que Cristo reine!”; más nosotros, entre aplausos, te aclamamos Supremo Rey de todos. ¡Oh Cristo, Príncipe de la paz! Somete a los obstinados y congrega a los desviados de tu amor en un solo redil.

Para ello pendes del árbol sangriento con los brazos abiertos y traspasado el pecho por aguda lanza, y muestras el corazón abrasado.

Para ello te ocultas en los altares bajo las especies de pan y vino, vertiendo de tu abierto costado la salud para tus hijos.

A Ti te honren con público culto los jefes de las naciones, te adoren los magistrados y los jueces; las leyes y las artes te enaltezcan.

Brillen las insignias reales a Ti consagradas; haz que vuelvan sometidos a tu suave cetro, la patria y los hogares de los ciudadanos.

Gloria a Ti, oh Jesús, que riges los reinos del mundo, en unión del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

PORQUE ANOCHECE YA

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Himno:

PORQUE ANOCHECE YA

Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo!

Amén.

Salterio IV

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE

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Himno:

YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE

Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.

¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío!

Amén.


 Salterio III

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)