SANTA MONTAÑA, Virgen

1 de octubre

La oración no es otra cosa que la unión con Dios.
Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios
experimenta en sí mismo una suavidad y dulzura que
lo embriaga, se siente rodeado de una luz admirable.
(San Juan María Vianney).

Santa Montaña, (siglo VIII), fue Abadesa de Nuestra Señora de Belén  en Ferrieres en Gâtinais, en la diócesis de Orleans. Algunos historiadores piensan que sería la misma que Santa Gertrudis de Nivelles, pero la distancia entre las dos abadías es muy grande. Otros historiadores la consideran otra santa completamente distinta. 

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BEATA RAFAELA MARÍA DEL SAGRADO CORAZÓN, Virgen

18 de Mayo

La Beata Rafaela María del Sagrado Corazón aparece en la Iglesia durante el siglo XIX. Porque es el siglo del liberalismo triunfante, ella y sus hijas se ceñirán las cadenas de una esclavitud de amor; y por que se intensifica la sagrada pasión del Cuerpo místico de Cristo, -su Vicario Pío IX bajaría a la tumba coronado de espinas- ungirán ellas ese Corazón llagado con la suave unción de su amor reparador y eucarístico. Espíritu éste de perenne actualidad, ya que hasta el fin de los tiempos, Cristo viviente en su Iglesia, ofrecerá al Padre holocausto de reparación, intercesión y amor.

   Mas, ¿cómo iban a sospechar estos misteriosos y futuros destinos los cristianos y ricos terratenientes de Pedro Abad don Ildefonso Porras y doña Rafaela Ayllón, cuando amorosamente se inclinaban sobre la cuna de aquella niña -la décima de sus trece hijos-, que había venido al mundo precisamente el primer viernes de marzo -día – de 1850? Una fecha después llega para ella el que alguna vez llamará «el día más grande de nuestra vida», el de su bautismo.

   Para santa quería Dios a aquella niña y en tierra de santos la había hecho nacer. Más que de los califas, es Córdoba la ciudad de Eulogio y Speraindeo, de álvaro y las vírgenes Flora y María, de los innumerables mártires. Con razón exclamará Rafaela: «Somos hijos de santos, ¡no degeneremos!»

BEATA JULIANA DE NORWICH, Virgen

13 de Mayo

Santa Juliana de Norwich, es célebre por sus revelaciones y escritos místicos. Fue una mástica inglesa del siglo catorce, autora o destinataria de la visión contenida en el libro: «Dieciséis Revelaciones del Amor Divino». Su nombre original parece haber sido «Julian». Probablemente fue una monja Benedictina, viviendo recluida en un fondeadero del cual aún quedan rastros en la parte este del cementerio de «St. Julian» en Noruega, que perteneció a Carrow Priory. De acuerdo a su libro, esta revelación le fue «mostrada» el 8 o 14 de Mayo (los escritos difieren) de 1373, cuando ella tenía treinta años y medio de edad. Esto nos refiere su nacimiento al final del año 1342. Su declaración que «por treinta años después de la aparición, me había estado instruyendo interiormente», prueba que el libro no fue escrito antes de 1393. Un manuscrito del siglo quince, recientemente reclamado por el Museo Británico de la librería de Amherst, señala que «ella aún vive, en el Año del Señor 1413». Es probable que éste sea el manuscrito citado por Francis Blomefield, el historiador de Norfolk del siglo dieciocho, y que un malentendido de la fecha condujo a la afirmación de que aún vivía para 1442. Se han hecho intentos por identificarla con Lady Julian Lampet, el ancla de Carrow, pero esto resulta imposible. El manuscrito recientemente descubierto se diferencia considerablemente de la versión completa hasta ahora, de la cual sería una especie de condensación, carente de un inicio y un final. Sólo se sabe de la existencia de tres manuscritos realizados más adelante y que contienen el texto completo. El más reciente, ubicado en la Biblioteca Nacional de París (en base al cual el libro fue editado por vez primera por Serenus de Cressy en 1670), data del siglo dieciséis; los otros dos, ambos en el Museo Británico y no independientes uno del otro, pertenecen al diecisiete. La mejor versión de las últimas es evidentemente una copia del primer original.

   Cualquiera sea su fecha exacta, éstas «Revelaciones» o «Epifanías», son el fruto más perfecto del misticismo tardío medieval de Inglaterra. Juliana se describía a sí misma como «una simple criatura iletrada» cuando las recibió; pero en los años consistentes entre la visión y la composición del libro, ella evidentemente adquirió importantes conocimientos en la terminología teológica. Su obra parece mostrar la influencia de Walter Hilton, como también el manejo de analogías neo-platónicas y la última probablemente derivada del autor anónimo de «La Divina Nube de lo Desconocido». Hay un pasaje concerniente al lugar del costado de Cristo por el que toda la humanidad deba ser salvada, que arguye un conocimiento con las cartas de Santa Catalina de Siena. La penetración psicológica con la que describe su condición, distinguiendo la forma de su visión y reconocimiento cuando tiene que lidiar con una mera desilusión, es digna de Santa Catalina de Siena. Cuando aparentemente estaba agonizando, en la enfermedad corporal por la que había rezado para renovar su vida espiritual, pasa a un trance mientras contempla un crucifico, y tiene la visión del sufrimiento de Cristo «en el que todas las revelaciones que siguen se apoyan y unen».

   El libro es el registro de la meditación de veinte años en esa única experiencia. Más de quince años después, recibió «en entendimiento espiritual» la explicación, la clave para toda experiencia religiosa. Con esta iluminación, el misterio entero de la Redención y el propósito de la vida humana se le clarifican, e incluso la posibilidad del pecado y la existencia del mal no la preocupan, pero estaba «hechizada por el amor». Ésta es la gran proeza, que trasciende nuestra razón, que la Santísima Trinidad hará el día final. Como Santa Catalina, Juliana tiene poco del dualismo del cuerpo y alma que es común en los místicos. Dios está en nuestra «sensualidad», así como en nuestra «sustancia», y el cuerpo y el alma prestan mutua ayuda. El conocimiento de Dios y el conocimiento de uno mismo son inseparables: «Dios está más cerca de nosotros que nuestra propia alma», y «cayendo y levantándonos nos mantenemos preciosamente para siempre en un amor». Juliana le pone especial acento a la «sencillez» y a la «cortesía» del trato de Dios hacia nosotros. Con esto debemos corresponder con una feliz confianza; «fallar de comodidad» es el «mayor descuido» en el que el alma puede caer. En la Santísima Virgen el Señor hará que la humanidad vea cuánto la ama. A lo largo de su revelación Juliana se somete a la autoridad de la Iglesia.

   Santa Juliana de Norwich, es uno de los más asombrosos ejemplares que el cristianismo ofrece como apasionados del sufrimiento. Todos los días pedía tres gracias: sentir hondamente la pasión de Cristo, padecer graves enfermedades por su gloria y vivir unida con Dios. A los treinta años cayó enferma y el resto de su existencia fue una agonía terrible.

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SANTA MARÍA EUFRASIA PELLETIER, Virgen

24 de abril

Santa Rosa Virginia Pelletier nació en 1796, en la isla de Noirmoutier, frente a la costa de Bretaña, donde sus padres se habían refugiado cuando el levantamiento de La Vendée. En la escuela de Tours, Rosa oyó hablar del convento del Refugio, perteneciente a una congregación que San Juan Eudes habían fundado en 1641, para rescatar a las mujeres caídas y defender a las que se hallaban en peligro. La congregación se llamaba «Instituto de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio» y tenía una casa en Tours. Rosa entró en el noviciado en 1814 y, unos once años más tarde, cuando tenía sólo veintinueve años, fue elegida superiora.

De Angers le pidieron una nueva fundación, y la santa fue a esa ciudad a tomar posesión de una casa de refugio que existía desde hacía varios años y se llamaba «El Buen Pastor». El éxito que consiguió ahí fue tan maravilloso, que las gentes se opusieron a dejarla volver a su comunidad de Tours. Finalmente, al cabo de largas negociaciones, la madre Pelletier fue nombrada superiora de la nueva fundación.

Comprendiendo que inevitablemente surgirían dificultades si cada casa dependía de un obispo diferente y tenía su propio noviciado, como sucedía en el Instituto de Nuestra Señora de la Caridad, la madre Santa Eufrasia (como la llamaban las gentes) decidió centralizar la organización, fundar un noviciado único y hacer que se nombrara a una superiora general con poder de trasladar a las religiosas de una casa a otra, según las necesidades. A pesar de la oposición y del temor natural que le producía el ejecutar un cambio tan radical, la madre Pelletier defendió con firmeza ese medio de promover la causa por la que todas las religiosas trabajaban.

   Sin perder un ápice de su humildad y de su respeto por la autoridad, la joven superiora (de la que una de sus admiradoras dijo que «tenía madera para gobernar un reino»), consiguió, con la ayuda de la providencia, fundar en Angers el nuevo Instituto del Buen Pastor. En 1835, llegó la aprobación pontificia. Los progresos de la congregación fueron muy rápidos y, las nuevas fundaciones hacían un bien inmenso en dondequiera. Cuando Santa Eufrasia murió, en 1868, la congregación contaba con 2760 religiosas y era ya conocida en todo el mundo. En sus múltiples pruebas y dificultades, que incluyeron acusaciones de espíritu de innovación, ambición personal y deseo de autoridad, Santa Eufrasia dio pruebas de fortaleza heroica y absoluta confianza en Dios.

«Como he dado a luz a mis hijas en la cruz dijo  en cierta ocasión, las quiero más que a mí misma. Mi amor tiene sus raíces en Dios y en el conocimiento de mi propia miseria, pues comprendo que a la edad en que hacen la profesión, yo no hubiese sido capaz de soportar tantas privaciones y un trabajo tan duro». Santa Eufrasia fue canonizada en 1940.

Robert Quardt. Los Santos del Año. Editorial Herder. Barcelona, España. 1958.

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SANTA INÉS DE MONTE PULCIANO, Virgen

20 de abril

 La bienaventurada virgen y esposa de Jesucristo, santa Inés de Monte-Pulciano, nació en la ciudad de este nombre, que está en la Toscana, de padres muy señalados por su nobleza y riqueza. Desde la cuna comenzó a mostrar su devoción a Jesucristo y a la santísima Virgen; por que cuando le ponían a los ojos alguna imagen del Señor o de su benditísima Madre, la miraba y remiraba con visibles demostraciones de gran alegría.

Educáronla en el monasterio de las saquinas, llamadas así porque traían un escapulario de sayal grosero; y como una abadesa de rara prudencia y virtud visitase aquel monasterio, en viendo a la niña Inés, dijo: «No ilustrará menos esta Inés a la religión con sus virtudes, que la otra Inés romana con su martirio». A los catorce años mostraba tanto seso y prudencia, que no dudaron en encomendarle la administración de las cosas temporales del convento, y a la edad de diez y ocho años, con la bendición del sumo pontífice Nicolás IV, fue nombrada superiora del convento que se acababa de fundar en Proceno, en el condado de Orvieto.

Ayunaba todos los días a pan y agua, dormía sobre la desnuda tierra, reclinan do la cabeza sobre una piedra: pero, ¿quién podrá explicar los favores extraordinarios que recibía del cielo, las apariciones de los ángeles, de santo Domingo, de san Francisco, y de su dulcísimo Esposo Jesús. con quien familiarmente conversaba con celestial suavidad y regalo? ¿Quién podrá decir los milagros que obró el Señor por esta santa virgen y e] fruto que causó en muchos pecadores con su santa vida y conversación?

Sintieron mucho los vecinos de Monte Pulciano la ausencia de sor Inés, que estaba en Proceno, y acordándose del deseo que tenía la santa siendo niña, de ver convertido en convento de penitencia una casa de mujeres públicas que había en la entrada de la ciudad, determinaron ponerlo por obra a todo trance a trueque de que viniese la santa. Entonces cedió el amor del retiro, al celo de las almas, fundó aquel nuevo monasterio, y entabló en él la primitiva regla de san Agustín, según el, instituto y espíritu de santo Domingo, y en breve tiempo floreció la pureza de muchas santísimas vírgenes, donde tenían su asiento los vicios más abominables. Allí hizo la santa brotar un manantial de agua viva, de virtud muy prodigiosa para curar todo género de enfermedades, que hasta hoy se llama el agua de santa Inés. Finalmente, a los cuarenta y tres años de su vida pasó a gozar de la eterna gloria de su Divino Esposo, haciendo el Señor glorioso su sepulcro con muchos milagros.

REFLEXIÓN 

   En el ardiente celo que manifestó esta santa virgen, convirtiendo aquel lodazal de vicios en jardín de flores celestiales, echarás de ver la inmaculada pureza que inspira nuestra santísima Religión a todos los que de veras la profesan.

Por el contrario, la impiedad infernal de los modernos sectarios y apóstatas, multiplica cada día las tentaciones sensua1es y lazos de Lucifer para acabar con la honestidad y fe de los católicos. «Está resuelto en nuestras logias, dice un documento muy conocido de la suprema Venta de los masones, que es menester popularizar al vicio para matar la fe: que lo respiren los hombres por todos sus, cinco sentidos, que se saturen de él, y ya no habrá más católicos».

No es nueva en el mundo esta astucia de Satanás. La impiedad hace de los hombres bestias: la Religión hace de las bestias hombres, y de los hombres ángeles.   

ORACIÓN

   Oh Dios, que eres nuestra salud, oye nuestras súplicas, para que así como celebramos con gozo la festividad de la bienaventurada virgen Inés, así alcancemos el fervor de una piadosa devoción.   Por J. C. N. S.

Sacado de: «FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA», Las vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las Oraciones litúrgicas de la Iglesia) del P. Francisco de Paula Morell, S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943.

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SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS,(*) Virgen

Santa Teresita del niño Jesús

Si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecar .
sácalo y arrójalo fuera de ti.
(Mateo, 5, 29).

   La rápida difusión del culto a Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es uno de los acontecimientos más notables de la historia religiosa de nuestra época. Entró al Carmelo de Lisieux, a la edad de 15 años, en 1888, y murió en él el 30 de septiembre de 1897. En pocos años era conocida del mundo entero, y su caminito de sencillez y de perfección en las cosas cotidianas se hizo célebre en la espiritualidad cristiana. Numerosas gracias y milagros fueron atribuidos a su intercesión. Fue canonizada en 1925.

  MEDITACIÓN – EL CRISTIANO
DEBE SER CIEGO, MUDO y SORDO

  I. Para ser dichoso en este mundo, para vivir en él santamente, hay que ser ciego para muchas cosas. Cierra los ojos a todo lo que pueda hacerte concebir malos pensamientos, causarte tristeza o inspirarte orgullo; no mires los defectos de tu prójimo, o los tuyos. Dios mío, hazme ver la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud. Aparta mis ojos para que no vean la vanidad. (E1 Salmista).

   II. .Hay que saber ser mudo para vivir como cristiano. Cuando se presenta una ocasión de hablar bien de ti mismo, de hablar mal del prójimo, de faltar la caridad, guarda silencio; porque generalmente sucede que quien habla mucho comete muchos pecados y profiere palabras que lamenta después amargamente. No hay nada más provechoso que vivir en el recogimiento, hablar poco con los demás y mucho consigo mismo. (Séneca).

   III. ¿Para qué querer oír todo y saber todo? ¡Muchas palabras criminales, muchas maledicencias, muchos discursos impíos o atrevidos turbarán la paz de tu alma y despertarán en ella pensamientos vanos o peligrosos! El retiro te facilitará la observancia
los tres consejos que hemos dado. Retírate a la soledad, no con el cuerpo sino con el espíritu; la soledad del espíritu es la que se te recomienda, no la del cuerpo. (San Bernardo).

El amor a la soledad
Rogad por la Orden del Carmelo.

ORACIÓN

     Señor, que habéis dicho: «Si no os hacéis semejantes a niños, no entraréis en el reino de los cielos», concedednos que imitemos de tal modo la humildad y sencillez de corazón de la virgen Santa Teresa, que logremos alcanzar las recompensas eternas. Por J. C. .S. Amén.

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FIESTA DEL PATROCINIO DE SANTA FILOMENA

(Domingo siguiente al 10 de enero)

En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol. (San Juan María Vianney)

En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol. (San Juan María Vianney)

Santa Filomena, la mártir de la castidad y de su fe en Cristo, puede detener el avance del materialismo y del racionalismo frío de hoy, por medio de un espíritu de fe ardiente.

Domingo 11 de enero

SANTA COLETA, Virgen

6 de marzo

Hasta ahora nada habéis pedido (a mi Padre) en mi nombre: Pedidle y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo (San Juan, 16, 24)

Movida Santa Coleta por la aflicción que su pequeña estatura causaba a su padre, le pidió a la Santísima Virgen que la hiciera crecer. La Madre de Dios escuchó su inocente oración. Muy pronto excedió la estatura media de las personas de su sexo. Después de la muerte de sus padres, entró en la orden de Santa Clara, a la que reformó. Sus austeridades eran extraordinarias, su devoción al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, admirable. Tuvo la dicha de recibir la comunión de manos de Jesucristo mismo. Particularmente era devota de su Pasión; sufría crudelísimos dolores cuando pensaba en los tormentos que padeció Jesús. Murió en Gante, en 1447.

MEDITACIÓN
SOBRE LA DEVOCIÓN
A JESÚS SACRAMENTADO

I. Santa Coleta deshacíase en lágrimas en el momento de la elevación de la Santa Hostia, porque estaba animada de fe viva. Si tuvieses un poco de fe, tendrías las mismas ternuras para Jesucristo; llorarías al ver los ultrajes con que tantos malos cristianos agobian a un Dios digno de amor y respeto infinitos; llorarías al pensar que tus pecados fueron la causa de su dolorosa Pasión cuya memoria renueva todos los días el sacrificio de la Misa.

II. Debes esperar del Padre eterno todo lo que pidas por los méritos de Jesús, oculto en este Sacramento. Si tuvieras la confianza de Santa Coleta, verías, como ella, que son escuchados tus deseos: no se quedó Jesús en la tierra sino para proveer a tus necesidades. Mas, para que obtengas todo de Jesucristo, dale lo que te pide desde hace tanto tiempo; ¿es como para asombrarse, acaso, que rechace tus ruegos cuando tú mismo desprecias sus inspiraciones? No lo hemos escuchado, Él no nos escucha; no lo hemos mirado, Él no nos mira. (Salviano).
III. Si tuvieras un poco de amor por Jesucristo, tendrías, como Santa Coleta, una grandísima devoción al Santísimo Sacramento del altar. Si quieres que Jesús sea tu amigo, visítalo con frecuencia en su casa, acompáñalo, ya en las procesiones solemnes, ya cuando se lo lleva a los enfermos. En una palabra, trata a Jesús como a tu amigo. Señor, en adelante quiero amare con todo mi corazón, porque tú me amaste primero. (San Agustín).

La devoción a la Eucaristía
por la conversión
de los herejes.

ORACIÓN

Dios, Salvador nuestro, escuchadnos, a fin de que la fiesta de Santa Coleta, al tiempo que regocija nuestra alma, desarrolle en ella los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.

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SANTA CASILDA,(*) Virgen

9 de abril

Os doy un nuevo mandamiento, y es: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. (San Juan, 13, 34).

Santa Casilda llevaba comida a los cristianos que el rey, su padre, tenía prisioneros. Un día la encontró camino de la prisión, y le preguntó qué llevaba. Rosas, respondió Casilda y, extendiendo su delantal, aparecieron en él, en vez de alimento, hermosísimas rosas. Consiguió de su padre que la llevaran a tomar baños en el lago San Vicente, para curarse de una enfermedad que padecía, e hizo edificar, a orillas de este lago, una ermita en la que pasó el resto de sus días. Murió hacia el año 1050.

MEDITACIÓN
HEMOS DE AMAR AL PRÓJIMO
COMO JESUCRISTO
NOS AMÓ A NOSOTROS

I. Jesús nos ama más que a todas las otras creaturas, porque para salvarnos hizo lo que no hubiera hecho para impedir la ruina del cielo y de la tierra. Del mismo modo, ama a tu prójimo más que a tus riquezas, más que a tus placeres, más que a tus intereses; sacrifica todo lo que poseas para aliviar sus penas y proveer a sus necesidades. ¿Es esto lo que  has hecho hasta ahora?

II. Jesucristo nos ha amado aun cuando más cruelmente lo ultrajábamos: sigamos su ejemplo y amemos a los que nos aborrecen y nos hacen mal. Fácil es amar a los que nos hacen bien; nos inclina a ello la naturaleza, nos invita el interés, en fin, los mismos paganos nos dan ejemplo. Pero es patrimonio sólo del cristiano amar a los enemigos, amarlos porque Jesucristo lo manda. Examina el fondo de tu corazón: ¿amas sinceramente a los que te han disgustado?

III. Jesucristo nos amó a fin de salvar nuestras almas; nos testimonió su amor enseñándonos el camino de la salvación y andando por él antes que nosotros. Haz lo mismo con tu prójimo según tus fuerzas. Es el mayor servicio que puedes prestarle, y el mayor gusto que puedes dar a Jesucristo. Saca a ese pecador de las ocasiones peligrosas, instrúyelo, aconséjalo, ruega a Dios por él. ¡Qué feliz serías si, a costa de todos tus bienes y de tu vida misma, pudieses ganar para Jesucristo un alma redimida por el precio de su sangre! Se obró esta redención a precio tan elevado, que parece que el hombre vale tanto como Dios. (San Hilario de Arlés).

El celo por la salvación de las almas
Orad por la conversión de los pecadores.

ORACIÓN

Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que la fiesta de Santa Casilda, al tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca de sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

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