Lutero, el monje maldito -Capítulo 13 de 16

43186_n_12-06-11-3-54-09

Presentamos a continuación el ciclo de 16 programas sobre la Reforma Protestante y la figura histórica de Martín Lutero, para de esta manera poder conocer donde se encuentra el error, que como veneno se esparció desde aquella época hasta hoy, cegando tantas almas…

Un documento excepcional sobre la verdadera figura de Lutero, a la que se pretende rendir homenaje en breve por parte de la propia Iglesia católica.

Narrado por Fabián Vázquez-Radio Cristiandad.

 

altavoz-simbolo-de-audio-interfaz_318-53655

Lutero, el Monje Maldito- Capítulo 13 Bloque 1

Lutero, el Monje Maldito- Capítulo 13 Bloque 2

Lutero, el Monje Maldito- Capítulo 13 Bloque 3

 

Original de:

radio-cristiandad-logotipo

Radio Cristiandad

www.radiocristiandad.wordpress.com

Lutero y Nuestra Señora de Fátima

fatima-2-1920x500

Entre mayo y octubre del año del Señor de 1917, Nuestra Señora se apareció en Fátima por seis veces. El 13 de julio, un milagro había sido anunciado por la Virgen:

«Continúen viniendo todos los meses. En octubre diré quién soy y lo que quiero, y haré un milagro para que todos vean y crean».

El 13 de octubre de 1917, se operó ante la multitud el milagro anunciado. Antes y durante la aparición había llovido torrencialmente. Finalizado el coloquio de Lucía con la Santísima Virgen, la niña había gritado a la multitud: «¡Miren el sol!».

Se entreabrió el cielo nublado, dando lugar al sol que aparecía como un disco de plata. Todos podían verlo a pesar de la intensidad de su brillo, sin que la vista se viera afectada. La gente contemplaba absorta «cuando súbitamente el astro se puso a bailar», girando raudamente como una gigantesca rueda de fuego.

Un enorme gesto de sobresalto ascendió de la multitud: «¡Milagro, milagro! ¡Milagro, milagro!», gritaron miles de personas. La excitación y el entusiasmo de la muchedumbre era indescriptible. Un anciano, incrédulo hasta entonces, extendió sus manos y brazos hacia arriba y dijo en voz alta: «¡Virgen santa, Virgen bendita!» Las lágrimas le corrieron en abundancia sobre las majillas. Estaba ensimismado con las manos levantadas como un profeta y gritó con toda su fuerza: «¡Reina del rosario, salva a Portugal!» Semejantes escenas se sucedieron por doquier.

El prodigio solar duró unos 10 minutos. Todos los presentes lo contemplaron: creyentes e incrédulos, gentes del campo, de la ciudad, hombres de ciencia, periodistas y librepensadores.[1]

«El fenómeno solar del 13 de octubre de 1917, recogido en todos los periódicos de entonces, fue algo maravilloso y ha producido una impresión muy profunda en quienes tuvieron la suerte de contemplarlo. Los niños anunciaron de antemano la hora en que iba a suceder. El aviso corrió veloz a todos los rincones de Portugal. Y, a pesar del rigor del tiempo frío y de la lluvia continua, llegaron muchos miles que fueron los testigos presenciales de todos estos fenómenos solares en honor de la Reina del cielo y de la tierra».[2]

Sigue leyendo

El ecumenismo sigue sumando confusión y desconcierto

francisco-1920x500

La conmemoración “ecuménica”, con el Papa Francisco a la cabeza, del Quinto Centenario de la herejía luterana está llevando las cosas a un punto límite: ya no es posible, en recta conciencia católica, no oponer siquiera alguna resistencia a esta enorme marea de confusión y desconcierto, ni pasar por alto las palabras y los gestos del Santo Padre respecto de esta conmemoración. No queda, por tanto, sino repetir con todo dolor pero con firmeza: non possumus! No podemos seguir con este ecumenismo que nos está llevando a la negación misma de la Fe y del mandato del Señor de evangelizar a las naciones.

Es cierto que desde hace tiempo el ecumenismo viene enervando la vida de la Iglesia. No es menos cierto que los dos Papas anteriores a Francisco tuvieron gestos y palabras de proximidad al protestantismo; se insinuó, incluso, la posibilidad de una conmemoración conjunta de este quinto centenario, la que ahora se consuma. Pero lo que hemos visto y oído en estos días supera sustancialmente todo lo anterior. En efecto, una cosa es el dialogo entendido como salutis colloquium, al decir de Paulo VI, aún con todas las desviaciones que ha exhibido en los últimos cincuenta años, y otra muy distinta es la asunción lisa y llana por parte de un Papa de las premisas fundamentales de la herejía protestante, premisas que ya no sólo no se condenan sino que ahora se las asume como bienes y dones de Dios para la Iglesia.

Nos explicamos. En toda esta llevada y traída conmemoración de la Reforma el problema central no es ni la figura de Lutero (al que se lo quiere poco menos que canonizar), ni los propósitos que lo movieron (a los que, sin ningún fundamento, se los presume nobles y loables), ni las circunstancias históricas que acompañaron el surgimiento del protestantismo (que se tergiversan y exageran de manera escandalosa con desprecio absoluto por la verdad histórica). No, el problema central es lo que significó y significa el protestantismo, en sus múltiples formas y expresiones, como radical subversión de la Fe, como herida impía inferida al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia y como fuente del inmenso caudal de males que provocó no sólo en el orden estrictamente religioso sino, además, filosófico, cultural y político. Es esta esencia del protestantismo la que ha sido plenamente asumida y ratificada por el Papa.

Sigue leyendo

Severa confusión: “son los comunistas los que piensan como los cristianos” (Francisco)

comunismo-1920x500

En una entrevista reciente realizada por el diario italiano “La Reppúbblica” al papa Francisco, por Eugenio Scalfari, el vicario de Cristo afirma “que son los comunistas los que piensan como los cristianos”, refiriéndose a la preocupación y trabajo por la situación de los más pobres y marginados de nuestro mundo.

Es una afirmación, leída totalmente en el contexto de la entrevista, que toca también otros temas como la reciente elección de Trump, que no deja de preocupar por varias razones.

En primer lugar porque no es verdad que los comunistas piensen igual que los cristianos. Ellos son materialistas y ateos y no creen, consecuencialmente, en ninguna revelación inspirada por Dios. En segundo lugar, son partidarios de que el fin justifica los medios, a diferencia de los cristianos. Por lo que en la supuesta lucha a favor de los desposeídos de la tierra no dudan en usar medios violentos. Por lo demás, la historia lo demuestra. No han dudado en usar la violencia y matar a los opositores tanto en la revolución bolchevique de 1917, como en la Cuba castrista, como antes en China durante la dictadura de Mao Tsetung.

En tercer término, si alguien tuviera dudas, puede consultar toda la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que se encuentra resumida en el Compendio correspondiente, aprobado bajo el pontificado de San Juan Pablo II. De allí puede apreciarse cuál es la doctrina de la Iglesia sobre los temas sociales y los medios lícitos para luchar por la promoción humana.

Creo además que se trata de una afirmación insultante para los cristianos víctimas de las dictaduras comunistas ya citadas y otras, muchos de ellos luchadores sociales pero por los caminos que la moral cristiana indica. Por citar solo un caso, viene a mi mente la muerte que el régimen castrista le dio al dirigente opositor católico cubano Oswaldo Payá hace pocos años. Y naturalmente también resulta ofensiva para los que nos consideramos socialcristianos, que se nos iguale o compare con los comunistas, por las razones que acabo de exponer.

Y como ya ha sucedido con declaraciones anteriores, quizás nuevamente la Oficina de Prensa Vaticana, ahora con nuevos oficiales, tenga que salir a aclarar lo que terminará oscureciendo o mejor, confirmando, la terrible y desgraciada comparación formulada por el papa.

Es con dolor que tenemos que escribir esto como católicos apostólicos y romanos pero como la verdad no está encadenada, ella siempre termina luciendo con el resplandor que le es propio.

Carlos Alvarez Cozzi

[Imagen: ciudadanos coreanos masacrados por el comunismo]

Tomado de:

adelantelafe.com

Gran impacto provida de la derrota de Hillary Clinton

clintonplannedp-1920x500

Contra todos los pronósticos, contra el deseo de los supuestos “progresistas” y personas “políticamente correctas”, contra el deseo del feminismo radical de género, el mundo se despertó este martes 9 de noviembre más que con el triunfo electoral del magnate estadounidense Donald Trump, en realidad para los provida, con la derrota de la esposa de Clinton.

Una victoria resonante que le corresponderá a los politólogos y sociólogos explicar pero que no es el fin de esta nota.

Me quiero referir, aún con el calor del resultado, desde la óptica provida, a lo que significa la derrota del Partido Demócrata y de su candidata.

Y significa nada menos que si Trump cumple con su promesa electoral, deberá eliminar los infames abortorios de Estados Unidos. Deberá revisar la legislación que atenta contra los derechos del estatuto jurídico del embrión humano. Deberá prohibir a la multinacional de la muerte con sede en su país, Planned Parenthood, traficante de tejidos de bebés desaparecidos forzadamente-abortados, cómplice en la violación de mujeres, sí mujeres, las mismas que Clinton decía representar.

Y esto no es poca cosa, porque el derecho a la vida es el primero de los derechos, en cualquier democracia y Estado de Derecho. Porque el derecho interno no puede primar sobre el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que protege el estatuto jurídico del embrión humano y le reconoce el derecho a nacer.

Así que, con indisimulable satisfacción saludamos a la democracia de Estados Unidos y sobre todo a los esforzados provida, la mayoría de ellos de la minoría de Estados Unidos: mujeres, negros y latinos. No hay progresismo más grande que defender la vida naciente!!!
Salud América y el deseo que Trump cumpla con sus promesas, ya que de lo contrario sería no igual, sino peor que los políticos que con razón, critica. La causa de la vida no admite más demoras!

Carlos Alvarez Cozzi

Tomado de:

adelantelafe.com

La impureza: Destino a la condenación eterna

infierno-1920x500

No es baladí refrescar la memoria del alma cristiana dormida. No está demás volver a recordar que los pecados de impureza son los que más almas arrastran al infierno, según dijo la Virgen en Fátima. En esta sociedad hedonista son legión los esclavos de este vicio nefando, que viven y mueren en pecado mortal. La servidumbre de la carne les priva de Dios eternamente, la mayor de las desgracias. Ya en esta vida nos anticipa una profunda amargura. El paraíso deviene en infierno. El vicioso es radicalmente infeliz tras el placer efímero y se juega una eterna condena de amargo sabor. La sonrisa de sus labios no es miel, en sus entrañas anida ajenjo, de reflujo nauseabundo.

El Doctor Eudaldo Forment es catedrático de Metafísica en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona y académico ordinario de la Pontificia Accademia Romana di S. Tommaso d’Aquino. En esta ocasión, siguiendo las perennes enseñanzas de la Tradición de la Iglesia, analiza la maldad intrínseca de éste pecado, las secuelas que deja en el alma en esta tierra y la gravedad eterna de sus consecuencias.

¿Qué dice el sexto mandamiento y qué pecados atentan contra el mismo?

El sexto mandamiento de la Ley de Dios, tal como enseñan los catecismos, expresa  la siguiente prohibición: «No cometerás actos impuros». Como se explica en el Catecismo Mayor de San Pío X: «nos prohíbe toda acción, toda mirada, toda conversación contraria a la castidad, y la infidelidad en el matrimonio» (n. 425).

El mandamiento, como todos, es muy claro y siempre se ha entendido así. En el Catecismo del Concilio de Trento, se indica que el mandamiento, que con los nueve restantes se dio a Moisés,  tiene dos partes principales: «una, en la que se prohíbe con palabras terminantes el adulterio; y la otra que encierra el mandato de guardar castidad de alma y cuerpo» (III, 7, 2).

Sobre los actos pecaminosos que quedan vedados, sólo le diré que el mandamiento prohíbe todos los actos deshonestos e impuros. La razón de mi parquedad es porque estoy convencido de que es verdad lo que indicaba el Catecismo de Trento al comentarlo: «es de temer que al querer explicar con demasiada extensión y abundancia de detalles los modos con que los hombres se apartan de las disposiciones de este Precepto llegue acaso a tratar de cosas de donde suele provenir materia para excitar la concupiscencia más bien que medios para calmarla» (III, 7, 1)

Sigue leyendo

¿Quiénes son los que traicionan a Jesucristo?

(sobre los que comulgan indebidamente)

judas-810x347

Discípulo. – Dígame, Padre, ¿quiénes son los que tan cruelmente traicionan a Jesucristo?

Maestro. – Son, en general los que con facilidad tratan con malos compañeros, los que leen malos libros, los que contraen malas costumbres, los que se confiesan mal.

D- Luego, lo mismo que en la confesión, ¿lo del demonio mudo, o sea el demonio de la impureza?

M- Esto mismo, precisamente. Volvemos al mismo tema. Siempre ha sido la impureza el demonio que arrastra a las peores consecuencias.

Los deshonestos se ven cegados por sus bajas pasiones. Ya no ven más la presencia de Dios, no oyen a Dios, que les amonesta; no escuchan su voz que les llama y dulcemente les invita al perdón; jamás se avergüenzan de su triste y desgraciada situación; únicamente buscan la manera de ocultarse, de burlar la presencia de Dios como burlan los niños la vigilancia de la madre y los ladrones la de la justicia. Peor aún, porque los sacrílegos se sirven de la comunión para engañarse a sí mismos y a los demás.

D- Miserables, ¡qué remordimiento tendrán!

M-Remordimiento horroroso, a los que poco a poco se habitúan, viviendo con la esperanza frustrada, porque ellos mismos se consideran sin fuerzas para levantarse y cortar por lo sano.

D- Y entonces, ¿qué sucede?

Sigue leyendo