Debo confesar que en todo este “affaire” de la Santa Sede con el gobierno comunista chino sobre la permanencia o no de dos obispos católicos fieles a Roma en sus diócesis o por el contrario la negociación de su sustitución por obispos de la iglesia patriotica comunista china, es decir, cuya consagración no es válida, por lo que están excomulgados, me produce una gran tristeza. Al lado de esto todo el tema de la situación de la comunidad San Pio X, aparece como extraña, incluyendo las ordenaciones irregulares de obispos, tòpico que con los chinos parece no importar nada a la Secretaría de Estado!
“La estrategia de “encamarse con el Diablo” e impregnarse de “olor a azufre”, concluye George Weigel, “lejos de ser realismo… es una especie de cinismo que encaja a duras penas en una diplomacia supuestamente basada en la premisa de que ‘la verdad os hará libres’ (Jn 8,32)”. Esta frase reciente publicada del escritor Weigel, biógrafo de San Juan Pablo II, creo que resume magistralmente lo que sentimos la inmensa mayoría de católicos del mundo.
O como también magistralmente ha escrito el prestigioso vaticanista Sandro Magister: “Para despejar el campo de esta anomalía al filo del cisma – obstáculo grande para un acuerdo – las autoridades vaticanas han decidido, para ambas diócesis, “pedir un sacrificio” a los dos obispos legítimos, es decir, pedirles que se aparten y que reconozcan como único obispo titular de la diócesis al que ha sido nombrado por el gobierno, legitimándolo y absolviéndolo en caso de estar excomulgado.