Discípulo. — Haga el favor, Padre, de explicarme la parábola de los invitados a las bodas, y de lo que sucedió con el que no llevaba el vestido nupcial.
Maestro. — Con mucho gusto. Escucha pues, con atención.
Narra el Santo Evangelio que un rey quiso celebrar con la mayor solemnidad la boda de su hijo, y preparó una gran cena, invitando a ella a sus parientes y amigos.
Muchos presentaron sus excusas y evadieron la invitación, en vista de lo cual el rey ordenó a sus criados fueran por las plazas y por las calles de la ciudad e invitaran a cuantos encontrasen.
Llena ya la sala y ocupados todos los puestos, revistó a todos los convidados, y, al ver a uno que no llevaba el vestido de boda, le dijo:“Amigo, ¿cómo has venido sin el vestido o traje de boda?” Y acto seguido, dirigiéndose a los criados, les dijo: “Llevadlo, atadlo y metedle en el calabozo”.