
Pero tengo algo contra ti: que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balaán. El que enseña a Balac a poner tropiezos delante de los hijos de Israel, a comer de los sacrificios de los ídolos y a fornicar (Ap. 2, 14).
El espíritu de Balaán en la Iglesia.
Queridos hermanos, asistimos al triste y desgraciado espectáculo de ver a eclesiásticos, de diversa responsabilidad y cargo en la Iglesia, manifestar que hay que reinterpretar las Sagradas Escrituras en cuanto a lo que dice del grandísimo pecado de sodomía, sobre la homosexualidad, y cuántas cosas más. Vemos, igualmente, como la Palabra de Dios, que habla claramente del pecado de adulterio, se tergiversa maliciosamente; de igual forma la misma Ley de Dios no se obedece, y se cuestiona. En definitiva, las mismas Sagradas Escrituras dejan de Sagradas para estos eclesiásticos, para ser meras escrituras reinterpretables a gusto del interesado. Sin pudor así se manifiestan.
¿Cómo nos acercamos a la Sagrada Biblia?, como amantes de la Palabra de Dios, y como creyentes y fieles hijos de la Iglesia, con el recto ánimo de buscar la verdad y de admitirla sea cual fuere, aunque nos resulte una gran sorpresa e interiormente nos incomode –Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado. Quien quisiere hacer la voluntad de Él conocerá si mi doctrina es de Dios o si es mía. Jn. 7, 6-7-, o bien, como hacen algunos, y cada vez más, que van a la Biblia con el llamado espíritu de Balaán, a encontrar en ella lo que les convenga, para sustentar sus propias opiniones. Con esta intención se puede hacer decir a las Sagradas Escrituras lo que uno quiera, se puede uno basar en versiones erróneas, o simple y llanamente decir que lo correcto es lo que “digo yo”, y que lo que hasta ahora se decía es anticuado y desfasado. En definitiva, se trata de acudir a la Palabra de Dios para interpretarla con el más absoluto descaro, sirviendo, no a la verdad que nos hace libres, sino a la mentira que esclaviza.
¿Quién es Balaán?
Números capítulo 22 nos habla de Balaán, hijo de Beor, a quien Balac, rey de Moab, mandó llamar para que maldijera al pueblo de Israel. Se levantó Balaán por la mañana, aparejó su asna y partió con los príncipes de Moab. Más encendiéndose Dios en cólera porque hubiera partido, y el ángel del Señor se plantó en el camino para detenerle (Núm. 22. 21-22). “Partió Balaán con internos afanes de lucro”, nos dice la Biblia de Bover- Cantera. “Balaán ha quedado como ejemplo de hombre perverso y codicioso por inducir a los israelitas a la idolatría y a la fornicación (Num. 32, 16; Ap. 2, 14), cuando antes había bendecido al pueblo de Israel” (Núm. 22,1-24, 25), dice la Sagrada Biblia de la Universidad de Navarra. “Balaán a pesar de haber sido prevenido dos veces (Núm. 22, 12 y 20) por el mismo Señor, no se sometió interiormente a la voluntad de Dios, sino que bendijo a Israel de mala gana porque temía la espada del ángel que le había amenazado en el camino. San Pedro se refiere a este profeta al hablar de la codicia de los falsos maestros y predicadores que con halagos atraen las almas superficiales y su corazón está versado en codicias; son hijos de la maldición que, dejando el camino derecho, se han extraviado para seguir el camino de Balaán, hijo de Beor, que amó el salario de iniquidad (2 Pe. 2, 14,ss.)”, leemos en la Santa Biblia de Straubinger.
Doctrina de Balaán: amistad con el mundo.
El error de Balaán procede del espíritu mundano que no tiene el sentido de las cosas de Dios. Y así, Balaán, deseoso de congraciarse con el rey Balac, no comprendió que Dios no quisiese maldecir a Israel, pueblo ingrato. La doctrina de Balaán, pues, como recoge el libro del Apocalipsis (2,14) – Pero tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina de Balaán, el que enseñaba en Balac a dar escándalo a los hijos de Israel, para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación-, es la que enseñó a los hijos de Israel a fornicar con los extranjeros, y está aplicada en este pasaje en sentido religioso a la fornicación espiritual, que ya no es con los ídolos como en el antiguo Israel, sino con los poderosos de la tierra; es decir, la doctrina de Balaán se entiende de aquellos que viven un infiel maridaje con el mundo, olvidando su destino celestial y la fugacidad de la vida. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios Por tanto, el que desee ser amigo de este mundo se hace enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: “Celosamente nos ama el Espíritu que habita en nosotros”? (Sant. 4, 4).
¡Cuántas veces el Señor recuerda la oposición de su Palabra y el mundo!: El cual [Jesucristo] se entregó por nuestros pecados, para sacarnos de este presente siglo malo, según a voluntad de Dios Padre nuestro (Gal. 1, 4).
La doctrina de Balaán consiste en seguir las pautas del mundo, en echarse en sus brazos, en conformarse con los poderosos, los influyentes. La doctrina de Balaán es el triunfo del espíritu del mundo y de la carne, y por tanto del maligno; es la búsqueda de la vida perdurable y confortable en la tierra; es lo opuesto a la vida espiritual, es más, es su negación. Es algo así como buscar la “eternidad” en lo terrenal y mundano.
He aquí el verdadero espíritu que anima e impulsa a estos eclesiásticos, que alejados de la verdad de la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura, imbuidos del espíritu de Balaán, buscan complacer al mundo a costa de la verdad eterna, llevando la desgracia a quienes les oigan y sigan.
Ave María Purísima.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa
Tomado de:
https://adelantelafe.com
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