Sentido de la muerte cristiana II

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La hija de Jairo

La narración de la resurrección de la hija de Jairo, relatada por los tres sinópticos, contiene dos detalles peculiares que no aparecen en las restantes crónicas de los milagros de la misma índole realizados por Jesucristo. Aparentemente circunstanciales y sin importancia, son sin embargo pormenores dignos de atención cuando se los examina mas detenidamente, como suele ocurrir con frecuencia con otros episodios evangélicos.

El primero lo narra solamente San Marcos, que es el que hace notar la reconvención dirigida por Jesucristo al gentío que se había reunido en la casa del duelo:

—¿Por qué alborotáis y estáis llorando?

En cuanto al segundo, son los tres sinópticos los que cuentan las extrañas e insólitas palabras de Jesús que provocaron las risas y las burlas de la gente:

—La niña no está muerta, sino que está dormida.


(a) Una algarabía desatinada

Es evidente que la reprensión de Jesús a la gente, a causa del alboroto —¿Por qué alborotáis y estáis llorando?— contiene la advertencia implícita de que lo que se estaba haciendo carecía de sentido.

Y efectivamente así era, aunque haya que tener en cuenta que los hombres realizan a menudo cosas sin sentido cuando creen que no pueden actuar de otra manera, o bien cuando piensan que así les conviene; aunque luego nunca sepan explicar sus modos de comportamiento. En esta ocasión la algarabía estaba producida por un conjunto de llantos (sinceros, o pagados en el caso de las plañideras), de gritos y de pésames (en mayor o menor grado de sinceridad), y el acompañamiento de músicos junto al concurso de gente formado por amigos y vecinos. Es imposible saber cuál fue el momento, a lo largo de la Historia del hombre sobre la Tierra, en que al dolor profundo por la muerte de un ser querido se fue añadiendo paulatinamente el acompañamiento de bullicios y hasta de celebraciones.

Todo lo cual viene a ser, en definitiva, la expresión más clara del asombro y la consternación experimentados por el hombre ante el hecho, inexplicable e incomprensible, de la muerte y de las causas que la producen. ¿Por qué necesariamente ha de acabarse la vida de un ser humano? Y lo que es más pavoroso todavía: ¿Qué es lo que hay más allá de la muerte? Pues es de notar, acerca de este último punto, que los hombres, lo confiesen o no e incluso aunque muy a menudo lo nieguen insistentemente, nunca han podido desterrar el pensamiento de queefectivamente existe algo al otro lado de este misterio. Sigue leyendo

Sermón en el 60 Aniversario de Ordenación Sacerdotal

60º Aniversario de Ordenación Sacerdotal del P. Alfonso
“En el 60 Aniversario”

Sermón del 10 de junio de 2016

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Esta mañana acababa mi último libro: “Sermones de un mundo en ocaso”. En el último capítulo del mismo se trata del “Misterio del Sacerdocio”; y a modo de epílogo del capítulo y también del libro: “Excursión programada al campo de la mística” o “Última etapa de la mística del sacerdocio”.

Para hablar de ello, tendremos que retrotraernos a la época cuando el sacerdocio era considerado como un hombre entresacado de los hombres y destinado para las cosas que miran a Dios. Hoy día, esta dimensión se ha perdido.

Por ser el sacerdote un hombre entresacado de entre los hombres, hace que sea diferente a ellos y además que viva la soledad de un modo especial; pero al mismo tiempo hemos de considerar que el hombre es un ser social. Por lo que la situación del sacerdote es en cierto modo paradójica: por un lado ha de vivir en soledad y por otro unido a los suyos a quienes ha sido destinado. Si el sacerdote se dedica a ser “mundano” y pierde su dimensión “sobrenatural” en cuanto que es entresacado de los hombres, entonces su misión no dará fruto.
Al sacerdote sólo le es lícito mantener con los hombres una amistad “sobrenatural”; lo cual no anula la amistad, sino que le da una especial accesibilidad al alma y a los problemas de sus hermanos.

El sacerdote nunca dejará de ser el “hombre de Dios” al que se le mirará con amor u odio, según el caso, pero siempre como un hombre diferente.

El sacerdote es el hombre enamorado por excelencia, y el objeto de su amor es Cristo. ¿Dónde pues está la soledad del sacerdote? Es imposible sentirse solo si uno está enamorado de Cristo. Otra cosa diferente es vivir en la “ausencia mística de Cristo”, la cual no produce en él sentimientos de soledad, sino de nostalgia….

El Misterio del Sacerdocio III

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2. “Pero lo que se busca en los administradores es que sean fieles”.

Importancia del concepto “fidelidad” en el ejercicio del sacerdocio.

El concepto de fidelidad puede entenderse como el consentimiento o acuerdo con las exigencias derivadas de una idea; o con los mandatos o instrucciones recibidos de otra persona para ser ejecutados en consonancia exacta con lo que en ellos se contiene.

Pero la fidelidad de la que aquí se habla no puede referirse sino con respecto a la Persona de Jesucristo. Cosa lógica si se considera que el sacerdote es otro Cristo, destinado a ser fiel reflejo de la Vida de su Maestro y puesto para difundir sus Enseñanzas.

La consecuencia es obvia también. Si el sacerdote ya no se considera a sí mismo comootro Cristo, ni tampoco se muestra como tal ante los demás, los posibles frutos de su ministerio se desvanecen. Como la sal de la que hablaba Jesucristo, que ya para nada sirve como no sea para ser pisoteada por los hombres (Lc 14:34).

El gran problema de la Iglesia actual tiene su origen en el Modernismo, que ha convencido al sacerdote de que su ministerio carece de alcance sobrenatural. Además ha eliminado el vínculo que unía el sacerdocio con Jesucristo, al que además ha tratado de desmitologizar negando su divinidad. He ahí el drama de miles de sacerdotes ordenados en la era postconciliar y formados según una Teología inficionada de Modernismo, para la cual la Iglesia comienza en el Concilio Vaticano II.

Y con todo, no deja de ser otra prueba de la perennidad de la Iglesia el hecho de que bastantes de ellos, pertenecientes sobre todo a las más modernas generaciones, aún sigan creyendo en el carácter sobrenatural de su sacerdocio.

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