LO QUE EL VATICANO II SE LLEVÓ… ¡Y LO QUE NOS TRAJO!

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Francisco: “La pena de muerte es contraria al Evangelio”

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Avvenire, 11 de octubre de 2017: El papa Francisco en el encuentro promovido por el Consejo para la Nueva Evangelización“La pena de muerte es contraria al Evangelio”. 

El discurso de Francisco

Interviniendo en el Aula nueva del Sínodo, en el Vaticano, en el encuentro promovido por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización con ocasión del 25º aniversario de la firma de la constitución apostólica Fidei Depositum por parte de Juan Pablo II, texto que acompañaba a la aparición del Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], el papa Bergoglio hizo referencia en su discurso “a un tema que debería encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica [CIC] un espacio más adecuado y coherente. Pienso, en efecto, en la pena de muerte”, dijo, una problemática que “no puede ser reducida a un mero recuerdo de enseñanza histórico sin hacer emerger no sólo el progreso en la doctrina actuado por los últimos Pontífices, sino también a la cambiada conciencia del pueblo cristiano, que rechaza una actitud consentida respecto a una pena que lesiona gravemente la dignidad humana. Se debe afirmar con fuerza que la condena a la pena de muerte es una medida inhumana que humilla, sea cual sea la manera en que sea aplicada, la dignidad personal – continuó –. Es en sí misma contraria al Evangelio porque se decide voluntariamente eliminar una vida humana, que es siempre sagrada a los ojos del Creador y de la cual Dios solo, en última instancia, es verdadero juez y garante”.

Según Francisco, “ningún hombre, ni siquiera el homicida, pierde jamás su dignidad personal”(Carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la pena de muerte, 20 de marzo de 2015) […]. A nadie, por tanto, puede privársele no sólo de la vida, sino de la misma posibilidad de un rescate moral y existencial que redunde de nuevo en favor de la comunidad”. […]. Para el Papa, “no nos hallamos en presencia de ninguna contradicción con la enseñanza del pasado, porque la defensa de la dignidad de la vida humana desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural encontró siempre en la enseñanza de la Iglesia su voz coherente y autorizada”.

El desarrollo armónico de la doctrina, sin embargo, “exige abandonar tomas de postura en defensa de argumentos que aparecen ya decididamente contrarios a la nueva comprensión de la verdad cristiana. Es necesario reafirmar, por tanto, que, por muy grave que pueda ser el delito cometido, la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona […]”. Después, ha añadido para dejar la idea más clara que “la Tradición es una realidad viva” y que “sólo una visión parcial del depósito de la fe” la puede considerar como “algo estático”“¡La Palabra de Dios no puede conservarse en naftalina como si se tratase de una vieja manta que debe protegerse contra los parásitos!” [este último pasaje no ha sido ofrecido por Avvenire, sino sólo por Famiglia Cristiana, el 10 de octubre de 2017]. A la exclamación, el Papa ha hecho seguir un sonoro “¡No!”. En efecto, la “Palabra de Dios es una realidad dinámica, siempre viva, que progresa y crece porque tiende a un cumplimiento que los hombres no pueden detener”, concluyó.

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Adulterio

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Sus ojos están llenos de adulterio. 2 Pe. 2, 14.

El adulterio es un pecado de lujuria.

Queridos hermanos, Dios quiere nuestra santificación, y quiere que nos abstengamos de las inmundicias  de la carne, así lo dice San Pablo en la primera Carta a los de Tesalónica, capítulo cuarto. El vicio se ha generalizado, hasta el extremo de la consternación, a quien medite con gravedad y fe sus consecuencias. La voz del apóstol se ha silenciado, cuando debería resonar estruendosamente, primero en la propia Iglesia y de aquí en el mundo: Que cada uno sepa tener a su mujer en santidad y honor, no con afecto libidinoso, como los gentiles que no conocen a Dios; que nadie se atreva a ofender en esta materia a su hermano, porque vengador de todo esto es el Señor…; que no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad (2 Te. 4, 4-7).

El adulterio es un pecado mortal de lujuria, cometido entre dos personas casadas, pero pertenecientes a dos distintos matrimonios; o entre dos personas, una de las cuales está unida a otra por el sacramento del matrimonio. Este es de los  pecados más graves, en primer lugar, porque profana la santidad del sacramento; santidad que San Pablo llama grande en Cristo y en la Iglesia (Ef. 5, 32); es santo, porque por su virtud pueden los esposos conservarse puros al lado de la impureza; es santo, porque tiene en la Iglesia por objeto el dar santos o hijos de Dios; y es santo, por su significación, pues representa la inmaculada unión de Cristo y de su esposa la Iglesia.

Este sacramento tan santo lo profanan terriblemente los casados que comenten pecado de impureza con personas unidas en distinto matrimonio; lo profana terriblemente las personas casadas, que pecan con otras que no lo están; y lo profanan terriblemente, por último, las personas libres que pecan con otras, que ya están unidas en matrimonio.

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Mons. Schneider invita a los prelados de todo el mundo a firmar la Profesión de verdades inmutables

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ROMA, 30 de enero de 2018 (LifeSiteNews) – En una exclusiva entrevista concedida dos semanas después de una publicación de la Profesión de las verdades inmutables a respecto del matrimonio sacramental, monseñor Athanasius Schneider invita a sus hermanos obispos de los cinco continentes a participar con su firma para alzar una voz unánime en defensa de la santidad e indisolubilidad del matrimonio, en medio de una sociedad neopagana en la que el aborto se ha convertido en una plaga.

En una conversación sostenida con LifeSiteNews el pasado 15 de enero 2018, el obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), declaró: «Dios decide cuándo es el momento, y llegará el momento en que el Papa y el episcopado vuelvan a proclamar, con toda claridad y esplendor y sin ambigüedades, la santidad del matrimonio, de la Familia y de la Eucaristía.»

Schneider ha hecho estos comentarios apenas dos semanas después de que junto con sus dos compañeros en el episcopado kazajo proclamara una Profesión de las verdades Inmutables a respecto del matrimonio sacramental. En dicho documento, los tres prelados profesan solemnemente las enseñanzas y la disciplina recibidas de la Iglesia y en relación con el matrimonio sacramental y las condiciones limitadas (ver Familiaris Consortio, nº 84) para que los católicos divorciados vueltos a casar puedan tener acceso a la absolución sacramental y la Sagrada Comunión.

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