La Sagrada Escritura empieza y termina con la batalla entre la Mujer y la antigua serpiente. Esta batalla, del Dragón contra la Verdadera Religión, «es también guerra de sus respectivas iglesias: la sinagoga de satanás contra la Iglesia de Cristo, es decir, es el establecimiento de la enemistad interpuesta por Dios entre la serpiente y la Mujer y entre los linajes o descendencias de ambos».
«Dios no ha hecho ni formado nunca más que una sola enemistad, mas ésta irreconciliable, que durará y aumentará incluso hasta el fin, y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de suerte que el más terrible de los enemigos que Dios ha creado contra el demonio es María».[1]
I. «Dios te salve Reina y Madre»
En el reino de Israel, la madre del rey (del hebreo Gebirah=«la gran señora» tenía el oficio exaltado de reina madre, que con ese noble oficio, asistía al rey en el gobierno del reino.[2]