La Iglesia de Cristo -Parte 13 de 17

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A continuación el nombre, el lugar de origen, el fundador y la fecha de las principales Iglesias Protestantes:

NOMBRE ORIGEN FUNDADOR AÑO
Luteranos Alemania Martín Lutero 1517
Anglicanos Inglaterra Enrique VIII 1534
Presbiterianos Escocia Juan Knox 1560
Bautistas Amsterdam Juan Smyth 1605
Episcopalianos EE.UU. Samuel Seabury 1785
Metodistas Oxford Juan Wesley 1739
Mormones EE.UU. José Smith 1830
Adventistas EE.UU. William Mill 1860
Teosofismo EE.UU. Blavatski-Steel 1875
Testigos de Jehová EE.UU. Carlos Russell 1879

Patriarca Focio (con la mano alzada durante su juicio)

El Cisma de Oriente se consumó en 1054 por obra de Celulario que murió en 1058. La había iniciado Focio, Patriarca de Constantinopla, en el año 863. Focio murió el año 897. Quisieron establecer en Constantinopla el Primado de la Iglesia al trasladar allí su corte Constantino.

 37,10. Si la Iglesia Católico-Romana es la única que tiene estas señales distintivas de unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad, ella será la única realmente fundada por Cristo.

Ahora bien, Cristo fundó su Iglesia sobre Pedro, como piedra fundamental.

Si Pedro es el fundamento, él debe vivir en sus sucesores.

Se llama ROMANA porque el Papa está en Roma. Pero además del rito romano hay otros ritos católicos como el bizantino, el copto, el armenio, el caldeo, etc.

El fundamento no puede desaparecer sin que se derrumbe el edificio que soportaba.

El tiempo que dure la Iglesia será igual al tiempo que ella permanezca sobre su fundamento1.

Por eso dijo San Ambrosio: «Donde esté Pedro, ahí está la Iglesia de Cristo»2.

«Lo que Cristo instituyó en el Apóstol Pedro, es menester que dure perpetuamente en la Iglesia»3.

Ese fundamento es la autoridad.

Una sociedad sin autoridad se desintegra.

«Sin autoridad se frustra la sociedad»4.

«La autoridad es un elemento esencial en toda sociedad; la cual, sin ella, se desmorona y acaba por desaparecer en la anarquía»5.

Todo grupo, para subsistir, necesita organizarse.

Y toda organización necesita una autoridad al servicio del bien común6. La autoridad da unidad, cohesión y eficacia a todo grupo humano.

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1 CHARLES BOYER, S.I.: Razones de ser católico, V, 3s. Ed. Mensajero. Bilbao

2 MIGNE: Patrología Latina, XIV, 1082

3 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 1821. Ed. Herder. Barcelona.

4 BALTASAR PÉREZ ARGOS, S.I. Política básica, 1ª, II, 1. Ed. Fe Católica. Madrid.

5 JOSÉ Mª CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, VI, E. Ed. Bosch. Barcelona. Breve pero excelente libro que responde acertadamente a su título.

6 Con vosotros está, 3ª, XLVI. Madrid, 1976

Sermón Dominical

Del

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA 

DOMINGO DEL BUEN PASTOR

Por el Reverendo padre Alfonso Gálvez Morillas

¡IMPERDIBLE!

Sermón del 10 de abril de 2016

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Homilía: Cuidado con los falsos pastores

II Domingo de Pascua
(Misa Tridentina o Misa de San Pío V)
Jn 10: 11-16

De nuevo aparece en el evangelio de hoy la figura del Buen Pastor; aunque ante tanta confusión como hay en la actualidad, no puede ser más oportuno hablar de nuevo de esta figura.

Hay hoy día muchos falsos pastores y profetas que enseñan doctrinas ajenas a la fe y a la doctrina de Jesucristo. Es por ello que es necesario recordar cuáles han de ser las virtudes que deberán estar presentes en aquél que se presente como pastor para saber si realmente es el Buen Pastor.

Se nos dice que el Buen Pastor ha de ir delante de sus ovejas, darles ejemplo, morir por ellas; pero vemos que también muchos pastores de sectas han tenido estas “cualidades” y en cambio no han sido buenos pastores. Luego el ser Buen Pastor ha de tener una virtud que sea realmente peculiar y esencial, esa virtud es la de ser “puerta”. San Juan nos los dice claramente en el capítulo 10 de su evangelio: “Yo soy la puerta. El Buen Pastor entra por la puerta; y todo aquél que no entra por la puerta es ladrón y salteador”. Cristo es la “puerta”. El que asimila su vida, enseñanzas… es el que entra por la puerta; ese es el Buen Pastor. Aquellos que son fieles a Cristo, a su Persona, a sus enseñanzas, son los Buenos Pastores.

La virtud principal del Buen Pastor pues, es ser “puerta”. El Buen Pastor se conforma a Cristo, es fiel a sus enseñanzas, a su espíritu; de lo contrario es ladrón y salteador.

Una vez que el Buen Pastor es puerta, entonces debemos buscar en él las demás virtudes: ir delante de las ovejas, darles ejemplo e incluso su propia vida.

El Buen Pastor no tiene voluntad propia, sino que ha de ser fiel a lo recibido; del mismo modo que hizo Cristo: “Mi doctrina no es mía sino la de Aquél que me envió”. Nadie que pretenda ser Buen Pastor puede difundir una doctrina propia; si el mismo Cristo no lo hizo, cuánto menos, nosotros.

El Buen Pastor ha de ser obediente, como lo fue Cristo. Una obediencia hasta la muerte incluso. Porque ha perdido su propia vida, tampoco puede predicar su propia doctrina.

Hoy día está de moda la primacía de lo subjetivo frente a lo objetivo. Se dice: “las leyes pueden decir lo que quieran. Primero está mi conciencia”. Es el imperio de la propia voluntad, frente a las leyes de Dios. Es el mismo pecado de los ángeles y de Adán y Eva. Esta doctrina del imperio de la propia conciencia se difunde y es aceptada por los cristianos más ingenuos.

Hemos de seguir las enseñanzas de Cristo y no la de los malos pastores. Recordemos lo que nos decía San Pablo: “Si alguien.. os evangelizara con doctrinas distintas… sea anatema”. En realidad, sólo se dejan engañar los que desean ser engañados.

Como nos dice el mismo Señor: “¡Cuidaos de los malos pastores, van disfrazados de ovejas, pero en realidad son lobos feroces”.

Hoy día hay muchos malos pastores, y en cambio nadie levanta su voz; salvo unos pocos seglares. Si algún sacerdote osa levantar su voz, rápidamente es acusado y perseguido…

¿Cómo conoceremos al Buen Pastor? El Buen Pastor será aquél que se conforme y predique la doctrina de Cristo. En medio de tanta confusión saldríamos indemnes si amáramos rendidamente a Cristo. El hombre no encuentra su propia vida si no ama; y todo amor, para ser auténtico, ha de partir de Dios, pues Dios es la fuente de todo amor.