Especial de Viernes Santo

Este es Jesús, el Rey de los judíos

Este es Jesús, el Rey de los judíos

Hoy Viernes Santo Obliga

Oficio de Tinieblas

Vía Crucis

Viernes Santo

El Viernes Santo

La profecía se cumplió

El juicio del Señor

La crucifixión

TODO ESTÁ CONSUMADO

ELOI ELOI LAMA SABACHTANI

La crucifixión del Señor

Modo de rezar el Vía Crucis

en la Iglesia u oratorio público

†

 

Para gozar de las inmensas ventajas y copiosísimas indulgencias de tan pía devoción, hay que observar las cosas siguientes:

1ª Que el Vía-Crucis esté erigido con las debidas facultades y requisitos. No basta la licencia general de bendecir cruces e imágenes; es preciso estar especialmente autorizado para aplicar las indulgencias del Vía-Crucis, y todavía esta autorización no se otorga de ordinario para aposentos privados; pues aun para ponerlo en oratorios privados y fuera de la Iglesia, se necesita un rescripto especial de la Santa Sede.
2º No son necesarios cuadros; pero sí cruces, y cruces verdaderas de madera, y no pintadas en la pared(14 junio 1815). Los cuadros, no obstante, siendo devotos, son los que más hablan al corazón.
3º El instrumento o escritura de la erección, es decir, instrumentum o documentum, como lo llama la Sagrada Congregación, que acredite haberse erigido el Vía-Crucis con la facultades y las formalidades prescritas, parece no sólo conveniente, sino aun necesario.
4º Como toda indulgencia plenaria quiere la gracia y amistad divina, si tienes en la conciencia alguna falta grave, comienza haciendo un fervoroso acto de contrición.
5º Únete en espíritu a nuestro divino Redentor cuando iba con la Cruz a cuestas, y haz intención de ganar las indulgencias concedidas a tan piadoso ejercicio.
 6º Muda de lugar a cada estación, a no ser que no puedas hacerlo, por estar llena de gente la Iglesia.

7º Sobre todo, medita el paso correspondiente de la Pasión, y si no lo sabes, piensa por lo menos en los padecimientos de nuestro dulcísimo Redentor.

8º Di a cada estación un Padre nuestro, Ave María y Gloria, y cinco en honor de las cinco Llagas de Jesuscristo al fin de las catorce estaciones; sin olvidarte de pedir también por la intención del Sumo Pontífice.

El besar la tierra, rezar las estaciones que se hayan en los devocionarios, y los mismos Padre nuestros, si bien son prácticas saludables y santas, no son requisitos esenciales para ganar las indulgencias. Así lo declaró la Sagrada Congregación,de Indulgencias en 3 de abril de 1751…
Aunque muchos aseguraban que podía interrumpirse el Vía-Crucis, sin perder por esto las indulgencias, con tal que se hiciese todo entero en un día, sin embargo, la santa Sede decidió lo contrario (Sagrada Congregación en 14 dic. 1857 y Pío IX en 1858).

REQUISITOS para ganar en casa las indulgencias del Vía-Crucis.

Sucederá muchas veces estar uno física o moralmente imposibilitado de visitar los templos o calvarios, donde se halla canónicamente erigido el Vía-Crucis; pero tanta es la liberalidad de la santa Iglesia, que hasta entonces franquea sus tesoros, y nos permite ganar las indulgencias por medio de un Crucifijo, con tal que concurran las circunstancias siguientes:

1ª Que el Crucifijo esté bendecido por un sacerdote autorizado (además de los franciscanos, explican en otros devocionarios) por el Sumo Pontífice para aplicarle las indulgencias del Vía-Crucis.

2ª Que por enfermedad, u otro impedimento legítimo, no se pueda ir a la Iglesia o al oratorio público, donde está el Vía-Crucis canónicamente erigido. 

3ª Que con el corazón contrito, y teniendo dicho santo Crucifijo en la mano, se recen veinte Padre nuestros, Ave Marías y Gloria Patris, a saber, uno por cada estación, cinco en honor de las cinco llagas de Jesús crucificado, y otro a la intención del Sumo Pontífice.- Así lo dijimos en otras ediciones; mas no sabíamos que Pío IX hubiese concedido en 18 de diciembre de 1877 que, si no podía el enfermo rezar fácilmente los Padre nuestros, Ave Marías y Gloria Patris, pudiese suplir con un acto de contrición, o con el verso del Tedeum: Suplicamoste, pues, Señor, que socorras a tus siervos, que redimiste con tu Sangre preciosa.


VÍA.CRUCIS

Por la señal de la Santa Cruz, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Oración preparatoria

Oh amabilísimo Jesús mío; heme aquí postrado ante tu acatamiento divino, implorando tu misericordia a favor de tantos pecadores infelices, de las benditas Ánimas del Purgatorio y de la Iglesia universal. Aplícame, te ruego, los merecimientos infinitos de tu sagrada Pasión, y concédeme los tesoros de indulgencias, con que tus Vicarios en la tierra enriquecieron la devoción del Vía-Crucis. Acéptalos en satisfacción de mis pecados y en sufragio de  los difuntos a quienes tengo más obligación.

Y tú, afligidísima Madre m-ia; por aquella amargura que inundó tu Corazón cuando acompañaste a tu santísimo Hijo al Calvario, haz que se penetre mi alma de los sentimientos de que estabas entonces animada. Alcánzame del Señor vivo dolor y detestación del pecado, y valor para que, abrazando la Cruz, siga las huellas de tu amable Jesús. No me niegues esta gracia, oh Madre mía; haz que, tomando ahor parte en tu dolor, logre un día acompañar a tu Hijo en el triunfo de la gloria. Amén.

Primera estación

JESÚS CONDENADO A MUERTE

 

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V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per Crucem tuam redimiste mundum.

¿Lo ves alma cristiana? Está el inicuo juez sentado  en el tribunal, y a sus pies el Hijo de Dios, juez de vivos y muertos, llenos de confusión, las manos atadas como facineroso, oyendo la más injusta e ignominiosa sentencia. ¡Oh Jesús mío amantísimo! ¡Vos, autor de la vida, condenado a muerte! Vos, la inocencia y santidad infinita, condenado a morir en un infame patíbulo , como el más insigne malhechor! ¡Ay!, ¡qué amor tan grande el vuestro, y que ingratitud monstruosa la la mía, pues os condeno a muerte cada día! ¿Y por qué? ¡Por un sucio deleite… por un mezquino  interés… por un puntillo de honra… por un qué diran!

Perdonadme, dulcísimo Jesús  mío; y por esta inicua sentencia, no permitáis que sea yo un día condenado a la muerte eterna, que merecían mis pecados. Padrenuestro, Ave María y Gloria Patri.

+V. Miserere nostri, Domine.

+R. Miserere nostri,

+V. Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace.

+ R. Amen. 

Por mí, Señor, inclinas

El cuello a la sentencia;

Que a tanto la clemencia

Pudo llegar de Dios.

Oye el pregón, oh Madre,

Llevado por el viento;

Y al doloroso acento

Ven del Amado en pos.

 

Llevemos animosos

Las cruces abrazadas,

Sigamos sus pisadas

Con llanto y compasión.

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