
Hazte ejemplo y modelo de los fieles, en el hablar, en la manera de obrar con el prójimo, en la caridad, en la fe, en la castidad. (1 Timoteo, 4, 12).
Cuéntase que San Felipe Neri estaba siempre discurriendo cómo dar ocupación a los niños. Solía hacerles barrer su aposento, quitar el polvo del mobiliario o hacer su cama, y a veces aunque la hubiera hecho él antes.
A algunos les hacía sentarse para leer; a otros, que gustaban mas de usar sus dedos que utilizar su cerebro les empleaba en ensartar cuentas de rosario a en tejer guirnaldas para adornar la estatua de Nuestra Señora.
Sabia que hay muchachos que necesitan un trabajo mas duro para que permanezcan tranquilos y quietos. A éstos les hacía trasladar muebles de un lugar a otro.
Pero todos estaban igualmente contentos y felices, porque para ellos era un verdadero placer hacer cuanto les ordenaba 0 pedía San Felipe Neri.
Solía llevárselos a dar largos y alegres paseos y excursiones por el monte; organizaba juegos de pelota a de tejos. Jugaba can ellos a toda clase de juegos y jamás, par ningún motivo, permitía que ninguno riñera con los compañeros y dejara, disgustado, el juego.
A veces ocurría que los muchachos empleaban los ratos de ocio en jugar a pelota en los corredores de la casa del oratorio y contra las puertas de los cuartos con lo cual llegaban no solo a molestar a los infortunados padres; sino incluso a exasperarlos, especialmente al padre Baronio que trabajaba en sus Anales, Y cuando los padres, indignados, salían de sus aposentos para decir a los muchachos que aquello era «intolerable», y los chicos, por miedo, guardaban silencio, San Felipe salía de su cuarto y les decía:
-Dejadlos que os regañen cuanto les plazca. No hagáis caso. Continuad jugando tan alegremente como queráis. Lo que importa. es que no cometáis pecado.
Evidentemente esto era muy duro para los padres pero, sin duda alguna, esto enseñaba a los muchachos a compartir, con San Felipe, la convicción de que el pecado, aun el pecado venial, desagrada a Dios, más que otra cosa cualquiera.