Debemos terminar hoy con el hábito del pecado mortal

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Nota del Editor: La siguiente carta fue escrita por un capitán de la armada de los Estados Unidos que desea permanecer anónimo, pero que me ha revelado su identidad en privado. Creo que su carta humilde y movilizadora es muy importante, especialmente acercándose el tiempo de cuaresma. MJM

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He estado oyendo recientemente una maravillosa colección de sermones de un sacerdote. Éste perteneció a una orden que no nombraré, porque no dudo que muchos no lo escucharían, pero es probable que muchos lo descifren. No puedo dejar de sentir que de alguna manera esto fue una inspiración, el escuchar estos sermones al acercarse el sagrado tiempo de la cuaresma.

Los sermones fueron parte de un programa más grande llamado Misión, del cual jamás había escuchado antes. Esta Misión se realizó en los últimos 5 años. El sacerdote dio un mensaje sencillo pero poderoso, fácil de comprender y cubriendo temas básicos sobre nuestra fe como el cielo, el infierno y el juicio venidero. En los siguientes párrafos intento resumir el impacto que estos sermones tuvieron en mi vida, recordando algunos de los sentimientos que tuve mientras lloraba y escuchaba, dándome cuenta de golpe qué mal católico me había vuelto.

Me había considerado un buen católico, ahora creo que no lo soy. Fui criado por mi madre como católico, dado que mi padre es protestante (por favor oren por su conversión). No tenía amigos tradicionalistas y no había escuelas tradicionalistas. Había algunas escuelas Novus Ordo, pero no quiero pensar cuánto habría caído de haber asistido a alguna de esas escuelas.

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143. El pecado venial ofende a Dios.

Hazte ejemplo y modelo de los fieles, en el hablar, en la manera de obrar con el prójimo, en la caridad, en la fe, en la castidad. (1 Timoteo, 4, 12).

Hazte ejemplo y modelo de los fieles, en el hablar, en la manera de obrar con el prójimo, en la caridad, en la fe, en la castidad. (1 Timoteo, 4, 12).

Cuéntase que San Felipe Neri estaba siempre discurriendo cómo dar ocupación a los niños. Solía hacerles barrer su aposento, quitar el polvo del mobiliario o hacer su cama, y a veces aunque la hubiera hecho él antes.

A algunos les hacía sentarse para leer; a otros, que gustaban mas de usar sus dedos que utilizar su cerebro les empleaba en ensartar cuentas de rosario a en tejer guirnaldas para adornar la estatua de Nuestra Señora.

Sabia que hay muchachos que necesitan un trabajo mas duro para que permanezcan tranquilos y quietos. A éstos les hacía trasladar muebles de un lugar a otro.
Pero todos estaban igualmente contentos y felices, porque para ellos era un verdadero placer hacer cuanto les ordenaba 0 pedía San Felipe Neri. 

Solía llevárselos a dar largos y alegres paseos y excursiones por el monte; organizaba juegos de pelota a de tejos. Jugaba can ellos a toda clase de juegos y jamás, par ningún motivo, permitía que ninguno riñera con los compañeros y dejara, disgustado, el juego. 

A veces ocurría que los muchachos empleaban los ratos de ocio en jugar a pelota en los corredores de la casa del oratorio y contra las puertas de los cuartos con lo cual llegaban no solo a molestar a los infortunados padres; sino incluso a exasperarlos, especialmente al padre Baronio que trabajaba en sus Anales, Y cuando los padres, indignados, salían de sus aposentos para decir a los muchachos que aquello era «intolerable», y los chicos, por miedo, guardaban silencio, San Felipe salía de su cuarto y les decía:

 -Dejadlos que os regañen cuanto les plazca. No hagáis caso. Continuad jugando tan alegremente como queráis. Lo que importa. es que no cometáis pecado. 

Evidentemente esto era muy duro para los padres pero, sin duda alguna, esto enseñaba a los muchachos a compartir, con San Felipe, la convicción de que el pecado, aun el pecado venial, desagrada a Dios, más que otra cosa cualquiera.

¿Basta, para comulgar, no estar en pecado mortal?

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9 noviembre, 2015

Discípulo. —Ahora, dígame, Padre: ¿basta, para comulgar, no estar en pecado mortal?

Maestro.Sí, además de estar en ayunas en la forma como lo prescribe la Iglesia y de saber lo que se va a recibir, basta no estar en pecado mortal para comulgar. Sin embargo, es necesario también ir con rectitud de intención, como, por ejemplo, para amar a Jesucristo, por espíritu de devoción, para obtener gracias espirituales y materiales, pues cuanto con mejores disposiciones se vaya a comulgar, más bendiciones y gracias se recibirán.

Jesucristo, al tomar nuestra naturaleza humana, se ha acomodado, por decirlo así a nuestro modo de ser. ¿No hacemos así nosotros con nuestros amigos y conocidos y, en general, con nuestros prójimos? Cuando uno nos ama, nos honra y nos aprecia con predilección, nosotros correspondemos a ese amor y atenciones; al que más nos aprecia y nos estima, más le amamos y estimamos también nosotros.

Lo mismo sucede con la Comunión; cuanto con más fe, piedad y devoción nos acercamos a comulgar, mejor nos conquistamos la simpatía, la bondad y la delicadeza del corazón de Jesucristo. Sigue leyendo

Muchos jóvenes son tragados por el ambiente que nos rodea

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3 noviembre, 2015

El año pasado comencé la catequesis de confirmación en una de mis parroquias con un grupo muy majo de jóvenes entre los doce y los quince años. Unos años antes los había tenido a todos en la catequesis de la primera comunión, por lo que yo les conocía y ellos me conocían a mí. A pesar de haberse alejado la gran mayoría de ellos de la práctica religiosa y no haber aparecido por la iglesia desde que hicieron la primera comunión, no fue muy difícil hacerles arrancar de nuevo. Ese mismo día les propuse confesar para que así pudieran acercarse a la comunión y de ese modo aprovechar mejor la catequesis. La respuesta fue unánime. Cuarenta minutos antes de la misa me senté en el confesonario y de uno en uno fueron desfilando todos pidiendo a Dios perdón por sus pecados; algunos con ciertas reticencias, pues por la edad comenzaban a tener ya algunos problemas propios; pero todos, unos y otros recibieron con alegría la absolución y después, en la misa se acercaron a comulgar. Yo me sentía feliz.

Pasó una tarde y pasó una mañana, como nos dice el Génesis, y vino el segundo año de catequesis de confirmación. El primer día les repetí la misma historia, pues durante el verano prácticamente ninguno había perseverado asistiendo dominicalmente a misa, pero cuál fue mi sorpresa cuando después de hacer el mismo llamado a la confesión que el año anterior y sentarme en el confesonario, ninguno se acercó a ponerse en paz con Dios. Yo me armé de paciencia y pensé, a lo mejor había algún partido de futbol…, intentando buscar alguna excusa ante Dios que los justificara de su desgana. Es por ello que la siguiente semana hice un nuevo llamado y así sucesivamente las semanas siguientes, pero cuál ha sido mi sorpresa que ninguno se ha acercado a la confesión. Están ya totalmente cerrados a la gracia de Dios, cumplen con la catequesis y la asistencia a misa pero no quieren saber nada más. Para ellos es un puro trámite. Dios ya se marchó del horizonte de su mente y de su corazón.

Yo me preocupé bastante pues intenté mil modos y maneras diferentes para abrirles el corazón: les hable de la necesidad de alimentar el alma, de ponerse en paz con Dios, de la felicidad de ser amigos de Cristo, incluso les hablé del peligro del infierno… De mil modos y maneras intenté conmover su corazón ya duro y protegido por una dura capa llamada “indiferencia”, pero la respuesta fue el “no” más absoluto. Sigue leyendo

El amable obispo Blase: peque todo lo que quiera, yo le daré la comunión

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17 octubre, 2015

El arzobispo Blase Cupich, siempre tan amable, tiene un mensaje alentador para los adúlteros y homosexuales activos: sin audacia, siempre y cuando su conciencia lo permita, te voy a dar el Cuerpo de Cristo. Según esta lógica, suponemos que los asesinos deben seguir asesinando, siempre y cuando lo hagan con una buena conciencia, y Blase, personalmente, pondrá a Cristo en sus bocas (lo siento, manos).

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Roma, 16 de octubre de 2015 (LifeSiteNews) — El arzobispo Blase Cupich de Chicago -que está participando en el Sínodo de la Familia con invitación personal de Francisco- dijo esta tarde, rodeado por medios informativos en las oficinas de prensa del Vaticano, que la conciencia es “inviolable” y según su opinión, a los divorciados y vueltos a casar se les puede permitir recibir los sacramentos, si han “llegado a una decisión” de realizar este segundo matrimonio “en buena conciencia” -razonamiento teológico que indicó como respuesta a una pregunta de seguimiento sobre si se aplicaría también esta lógica a las parejas homosexuales.

Durante la larga rueda de prensa, el arzobispo comentó -con tono de aprobación- la denominada “propuesta Kasper,” que permitiría a los católicos divorciados y vueltos a casar el recibir la comunión en algunos casos. Cupich explicó que él mismo había distribuido a todos los sacerdotes de su diócesis el libro del cardenal Walter Kasper, El Evangelio de la familia, en dicha obra el cardenal alemán habría presentado ya esta propuesta.

“En Chicago visito regularmente a personas que se sienten marginadas: los ancianos, los divorciados y vueltos a casar, personas gays y lesbianas, y también parejas. Creo que realmente necesitamos llegar a saber cómo es su vida si vamos a acompañarlos”, dijo.

Cuando se le preguntó si podía dar un ejemplo concreto de cómo iba a acompañar a los divorciados, que se han vuelto a casar, en su deseo de recibir los sacramentos, Cupich respondió: “si la gente llega a tomar una decisión en buena conciencia, entonces nuestro trabajo es ayudarlos a avanzar y respetarlos. La conciencia es inviolable y tenemos que respetar cuando se toman decisiones, y yo siempre he hecho eso”.

Cuando LifeSiteNews le preguntó, si la idea de acompañar a la gente que tuvieran una clara indicación de buena conciencia para recibir el “sacramento”, también se aplicaría a parejas homosexuales en la Iglesia, Cupich dio una respuesta afirmativa.

“Creo que las personas homosexuales son también seres humanos y tienen una conciencia. Y mi papel como pastor es ayudarles a discernir cuál es la voluntad de Dios al mirar la enseñanza moral objetiva de la Iglesia, y al mismo tiempo, ayudarles a través de un período de discernimiento para que puedan entender a qué los está llamando Dios en ese momento”, explicó. “Es para todo el mundo. Creo que tenemos que asegurarnos de no encasillar a un grupo como si no fueran parte de la familia humana, como si hubiera un conjunto diferente de reglas para ellos. Eso sería un gran error”.

La Iglesia católica enseña que mientras una persona “debe obedecer siempre al juicio cierto de su conciencia”, ésta al mismo tiempo debe estar formada invariablemente por la “Palabra de Dios” y “la autoridad de la Iglesia y sus enseñanzas”, para poder hacer juicios que sean “de conformidad con el verdadero bien querido por la sabiduría del Creador.”

“La conciencia puede permanecer en la ignorancia o hacer juicios erróneos. Tal ignorancia y los errores no siempre están libres de culpa”,  explica el catecismo de la Iglesia católica.

Sobre la propuesta del cardenal Kasper, Cupich manifestó específicamente: “creo que ha razonado bien esta propuesta, teniendo en cuenta la teología que él ofrece. Yo creo que debemos contemplar un modo en el que las personas no sólo estén acompañadas, sino también integradas y reconciliadas.”

El arzobispo había respondido previamente a una pregunta, en diciembre de 2014, acerca de dar la comunión a los políticos católicos pro-aborto, diciendo que él “no utilizaría la Eucaristía, o como lo llaman el comulgatorio, como el lugar donde tener esas discusiones o evaluar qué personas deberían quedar excluidas de la vida de la Iglesia”.

Desde su nombramiento como obispo de Spokane en 2010, Cupich ha desarrollado una reputación como uno de los obispos más “progresistas” en el episcopado de Estados Unidos. El año pasado, Francisco designó a Cupich para dirigir la archidiócesis de Chicago, una de las diócesis más importantes del país, anteriormente liderada por el cardenal conservador Francis George.

En 2011 Cupich, entonces obispo de Spokane, prohibió a los sacerdotes de su diócesis participar en las campañas semi-anuales de 40 días por la vida, que son vigilias de oración a favor de la vida. Su respuesta a la reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre redefinir el matrimonio, se centró principalmente en denunciar la discriminación contra los homosexuales en lugar de criticar la imposición del “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

El catecismo de la Iglesia católica enseña que los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados” y que “en ningún caso pueden recibir aprobación”, ya que son contrarios al plan de Dios sobre la sexualidad.

“Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida”, afirma el catecismo.

La Iglesia católica enseña que los que se presentan para recibir la sagrada comunión, que es el verdadero Cuerpo y Sangre de Jesucristo, deben estar en estado de gracia y estar libres de pecado mortal, el cual separa el alma de la vida de gracia de Dios.

“Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente, no debe recibir la comunión sin obtener la absolución recibida en el sacramento de la penitencia”, señala el catecismo. San Pablo, en su carta a los Corintios dice que quien recibe la comunión “indignamente” es “reo del Cuerpo y la Sangre del Señor” con lo que de esta manera “se condena a sí mismo.”

El Cardenal Burke, cuando LifeSiteNews le preguntó ayer en una entrevista exclusiva, sobre qué deben hacer los fieles cuando ven a Padres sinodales sugiriendo posiciones heterodoxas respecto a la homosexualidad y el divorcio, respondió que ‘el fiel debe estar cerca de Jesús’.

“Seguimos a Nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestro Maestro. Y todos estamos llamados a ser obedientes a Él y a su palabra, comenzando por el Santo Padre y con los Obispos. Si un obispo o un sacerdote, o cualquier persona, anunciara algo o declarara algo que es contrario a la verdad de Nuestro Señor Jesucristo, como se nos comunica en la enseñanza de la Iglesia, nosotros debemos seguir a Cristo”.

“Yo le digo a la gente que está muy ansiosa, porque parece que en este momento no hay más que un montón de confusión y declaraciones que son realmente muy impresionantes acerca de la fe, que debemos permanecer serenos. Porque, en la Iglesia católica, tenemos autoridad docente, que se expresa, por ejemplo, en el catecismo de la Iglesia católica, y simplemente tenemos que estudiar las cosas más profundamente, adherirnos a ellas con más ardor, y no ser desviados por falsa enseñanzas de cualquier fuente”, aseveró Burke.

Blase Cupich

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Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

La Gracia y el Pecado (III)

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7 octubre, 2015

Acabando con nuestro tema sobre la gracia y el pecado, toca hoy ocuparnos de los efectos del pecado mortal, de cómo recuperar la gracia perdida y de lo que podemos hacer para crecer en la gracia santificante.

Efectos del pecado mortal

Si estamos en estado de gracia, sólo un pecado mortal es capaz de:

  • Quitarnos: la gracia santificante y con ello nuestra unión con Cristo, los méritos obtenidos durante nuestra vida, la inhabitación del Espíritu Santo en nuestras almas, la filiación divina, los dones del Espíritu Santo, las virtudes infusas. La oración pierde su fuerza, pues el motor que la impulsaba (el Espíritu Santo) ya no está en nosotros.
  • Hacernos: Esclavos de Satanás y al mismo tiempo debilitar nuestra alma en su lucha contra las tentaciones.
  • Morir en pecado mortal nos conduciría directamente al infierno.

Así pues, un solo pecado mortal es capaz de derrumbar instantáneamente en nosotros la vida sobrenatural[1]. ¡Y es tan fácil cometer un pecado mortal!

Hoy día, los “nuevos moralistas de la misericordia” nos quieren hacer creer que es prácticamente imposible cometer un pecado mortal. Llegan a esas conclusiones pues afirman que para cometer un pecado mortal hay que tener total libertad, total conciencia, ser plenamente conciente de la malicia del pecado, consentir al cien por cien en esa acción… Si eso fuera cierto, entonces el hombre nunca haría nada malo ni bueno; pues del mismo modo que se “precisaría” el cien por cien de las facultades para el mal, también lo sería para el bien. Dicho de otro modo: El hombre no sería libre y por lo tanto Dios no le podría dar ni premio ni castigo por sus acciones. Y eso va directamente en contra de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras (Mc 9:43-47)[2]. Sigue leyendo

Faltar a Misa un domingo es pecado mortal (y casi nadie lo recuerda)

La frase que intitula este artículo puede sonar a “sorpresa” para muchos bautizados ya que, en realidad, en muy pocos púlpitos y catequesis se recuerda. Pero es verdad que se comete un pecado mortal (no venial) si se falta a Misa un domingo o día de precepto siempre que no haya enfermedad, imposibilidad física real o cuidado de un enfermo, tal como enseña en catecismo en su punto 2181. Pero ha de recordarse también, en estos tiempos de confusión y relativismo, que este punto de nuestro catecismo está avalado en la ley de la Iglesia Católica cuyo mandato primero dice “Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” que a su vez se avala por la misma ley Divina ya que el tercer madato de dicha ley es “Santificarás las fiestas”. Y, aún más, este precepto eclesial se justifica sobre todo en el primer mandamiento de la ley de Dios “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, ya que quien sea capaz de faltar a Misa por no restar un poco de tiempo a su ocio o, sencillamente, por no contrariar a otras personas, demuestra con creces que está a años luz de amar a Dios sobre todas las cosas.

Pero en este artículo yo deseo tocar una cuestión muy concreta: el masivo abandono de la Misa dominical se debe, sobre todo, a que desde un principio (catequesis de primera comunión), la inmensa mayoría de los niños/as NO saben que faltar a Misa en domingo es pecado mortal. De hecho la terrible realidad es más amplia: la mayoría de los niños no saben ni siquiera que es pecado. Luego cuando son adolescentes, y van a recibir la confirmación, la inmensa mayoría tras recibirla no vienen a Misa el domingo siguiente porque siguen sin saber que faltar a Misa es pecado mortal. Y hay efectos todavía peores: ya es muy extendida la costumbre sacrílega de faltar a Misa los domingos y luego, cuando hay ocasión extraordinaria de ir a Misa (en funeral, boda, primera comunión…) se asiste y se comulga sin haberse confesado, y sin propósito alguno de volver a la práctica dominical regular. Esto es así: un hecho indiscutible y a la vez tremendo.

Y la causa, vuelvo a repetirlo, es que no se predica de forma concreta este aspecto. Si: la doctrina está ahí, escrita, en el catecismo (punto 2181), pero, ¿de que sirve que la doctrina no se toque si casi nadie la conoce porque casi nadie en la Iglesia la predica o enseña?; y, lo que es aún peor: en realidad en muchas comunidades SI se predica sobre esto pero para decir lo contrario: que faltar a Misa en domingo NO es pecado mortal. Esta barbaridad se enseña en no pocos colegios “religiosos”, parroquias, facultades de teología y lugares similares de “formación”. Y, mientras tanto, generaciones y más generaciones de bautizados crecen en la ignorancia y la indiferencia. Si algún lector cree que exagero, ¿porqué no preguntan?…..si, pregunten a niños de su barrio, de su colegio,de su parroquia…..niños que ya han hecho la primera comunión y que, una vez celebrada la fiesta, sus padres ya no los traen más a Misa los domingos. Es una terrible realidad que abarca a las conciencias de una arrolladora mayoría.

Y, ante esto, los sacerdotes y catequistas que tocamos las conciencias de los fieles para recordarles que es pecado mortal faltar a Misa, ciertamente, nos sentimos muy poco apoyados por nuestros superiores. Pienso que ¡cuanto bien harían cartas pastorales CLARAS en este punto por parte de los Obispos, y hasta por parte del Papa!…….nos servirían para no parecer “guerreros del antifaz” que luchamos contra todos los elementos contrarios (tanto externos como internos de la Iglesia). Desde estas líneas, si algún Obispo me leyera, hago un ruego muy especial en esta dirección: una carta, sólo una carta firmada por un Prelado donde se recuerde a los fieles que es pecado mortal faltar a Misa un domingo o día de precepto. Dicho con claridad, concreción y sin ambigüedades. Todos estamos acostumbrados, si, a mensajes del tipo:

– El domingo es el día del Señor

– La familia unida en oración en domingos

– La necesidad de orar en tiempo de descanso

– El bien grande que recibimos al ir a Misa………..etc

Pues se hace URGENTE leer, firmado por un Obispo: “Faltar a Misa es Pecado Mortal”. Y punto.

Padre Santiago González

 

 

PADRE SANTIAGO GONZALEZ

Nacido en Sevilla, en 1968. Ordenado Sacerdote Diocesano en 2011. Vicario Parroquial de la de Santa María del Alcor (El Viso del Alcor) entre 2011 y 2014. Capellán del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla) en 2014. Desde 2014 es Párroco de la del Dulce Nombre de María (Sevilla) y Cuasi-Párroco de la de Santa María (Dos Hermanas). Capellán voluntario de la Unidad de Madres de la Prisión de Sevilla. Fundador de «Adelante la Fe».
Tomado de:
adelantelafe.com