
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, el darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor santo, Padre omnipotente, Dios eterno.
Que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un solo Señor; no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola substancia.
Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. Confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la Majestad. La que alaban Ángeles y Arcángeles, Querubines y Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz:
¡Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos! Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Imprescindible
Me gustaMe gusta
¡Pax et bonum!
Apreciable Lydia:
Así es, imprescindible.
Gracias por su comentario.
¡Paz y bien!
Arturo Medina Muñoz.
Editor del blog.
Me gustaMe gusta
La Iglesia debe difundir valores con insistencia. La amenaza del «consumismo» el «lujo» , «el
hedonismo» y todo «urgente,ya» degradan al ser humano al status mas miserable.
Me gustaMe gusta