PEDRO ROMANO (I)

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“No temas por lo que vas a padecerSé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2:10)

Introducción al tema

Las tribulaciones que habrán de padecer los seguidores de Jesucristo constituyen el tema de fondo de la exhortación del Espíritu al Ángel de la Iglesia de Esmirna (Ap 2: 8–11). Tribulaciones y sufrimientos que alcanzarán su punto culminante en intensidad, frecuencia y universalidad una vez llegados los Últimos Tiempos, o el momento de su aproximación. Según palabras de Jesucristo, con las que hacía suyo un oráculo del profeta Daniel, habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mt 24:21).

San Malaquías

Las tribulaciones son una constante en la vida del cristiano. Aparte de las numerosas y repetidas advertencias que hace Jesucristo al respecto (Jn 15: 18.20; 16:2; etc.) existe una muy expresiva que pertenece al Apóstol San Pablo: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos (2 Tim 3:12). Adviértase, sin embargo, que las tribulaciones que tendrán lugar en los Últimos Tiempos revestirán suma gravedad y especiales peculiaridades. El Pontificado del Papa al que la Profecía de San Malaquías asigna la leyenda de Pedro Romano, último de la serie, transcurrirá al mismo tiempo que los tremendos acontecimientos que, según la Revelación, sucederán en los Tiempos Últimos y que darán fin a la Historia del Mundo y de la Iglesia militante (acerca de la conocida como Profecía de San Malaquías, puede encontrarse suficiente información en nuestro libro El Invierno Eclesial, Shoreless Lake Press, NJ (USA), 2011, pags. 227–263).

Es bien sabido que la Profecía de San Malaquías —en el caso de que se quiera admitir su autenticidad—, además de ser de carácter meramente privado, no ha sido nunca reconocida oficialmente ni tampoco rechazada por la Iglesia. Lo que significa que cualquiera es libre de creer o no creer en su contenido, siendo ambas posiciones igualmente correctas y abiertas las dos a toda clase de posibles especulaciones. Su verdad o falsedad serán determinadas por consideraciones e investigaciones de tipo histórico y teológico, y principalmente por el cumplimiento o por el fallo de lo anunciado; como ocurre con toda profecía que no posea el carácter de Revelación oficial. Téngase en cuenta que existen en el Catolicismo profecías y revelaciones privadas —como las atribuidas a la Virgen de Fátima— que, aun careciendo del carácter de Revelación oficial, han sido bien acogidas y bendecidas por la Iglesia; por lo que gozan de una especial consideración aunque no obliguen a asentimiento de fe por parte de los fieles. Sigue leyendo