HORA SANTA DE ENERO

Compuesta por el

Padre Mateo Crawley-Boevey

(1875-1960)

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He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres… Contempladlo, hijos míos, saciado de oprobios, en esta Hostia en que Él palpita, entre incendios de caridad, por vosotros… ¡sólo por vosotros! Y no pudiendo soportar por más tiempo los ardores que lo consumen, ha querido entregarlo al mismo mundo que lo tiene atravesado con el dardo de la ingratitud del dolor… Éste es el supremo y último recurso de mi redención…

Aquí tenéis mi Corazón: os lo doy, os lo entrego sin reservas, en cambio del vuestro pecador e ingrato… ¡Oh, tengo sed, inmensa sed de ser amado, en este Sacramento del Altar… En él he sido hasta ahora el Rey del silencio, el Monarca del olvido… Pero ha llegado la hora de mis triunfos… Vengo a reconquistar la tierra… Sí, he de subyugarla, mal que pese al infierno, y la salvaré por la omnipotencia de mi Corazón. Aceptádmelo, os lo ruego… tendedme las manos y el alma para recibir este supremo don de mi misericordia redentora… Fuego vengo a traer a la tierra, fuego de vida, de amor sin límites, fuego de santidad, fuego de sacrificio, y ¿qué he de querer sino que arda?…

Poned los ojos en mi pecho herido… ahí tenéis el Corazón que os ha amado hasta los abatimientos de Belén… y más; hasta las humillaciones y oscuridades de Nazaret… mucho más aún; hasta las agonías afrentosas del Calvario… Es éste el mismo Corazón que dejó de latir en el Gólgota, sí, el mismo, que sigue amando en la hoguera inextinguible del altar… de la santa Eucaristía.

¡Y vosotros no me amáis!

Por esto estoy triste hasta la muerte…

Por esto, me apena hasta la agonía que la viña de mis amores haya producido las espinas que circundan mi divino Corazón… Arrancádmelas en esta Hora Santa y amorosa, en esta hora feliz para vosotros, y también para este Dios-Cautivo, que brinda amor, que espera amor, que pide amor en el Sagrario.

Desfallezco de caridad… acercaos y sostenedme en esta agonía sacramental de veinte siglos… ¡Sed mis ángeles consoladores!…

¡Oh amo tanto, tanto…, y no me amáis bastante vosotros mis amigos, vosotros mis favorecidos!… ¡Ay! Y el mundo desconoce todas mis finezas… rechaza mis ternuras… malgasta y profana mis misericordias…

¡Estoy triste hasta la muerte…, venid, éste es el Corazón que jamás dejó de amaros… venid, aceptadlo en prenda de resurrección! Hijos míos, venid y dadme en cambio del mío vuestros corazones, vuestras almas, vuestras vidas, vuestras penas y alegrías… ¡Oh, sed todo míos!… ¡Y todos!… Os perdono… ¡pero amadme!… ¡Decídmelo de una vez… decidme que soy vuestro Rey y que aceptáis reconocidos el don incomparable de mi Sagrado Corazón!… Sigue leyendo

Señor en este año que comienza os digo :

La Santísima Trinidad apoyada sobre los Tronos.

La Santísima Trinidad apoyada sobre los Tronos.

Creo, Señor : fortaleced mi fe;
espero, Señor : asegurad mi esperanza;
os amo, Señor : inflamad mi amor;
pésame, Señor : aumentad mi arrepentimiento.

Os adoro como a primer principio,
os deseo como a último fin,
os alabo como a bienhechor perpetuo,
os invoco como a defensor propicio.

Dirigidme con vuestra sabiduría,
contenedme con vuestra justicia,
consoladme con vuestra clemencia,
protegedme con vuestro poder.

Os ofrezco, Dios mío, mis pensamientos para pensar en Vos,
mis palabras para hablar de Vos,
mis obras para obrar según Vos,
mis trabajos para padecerlos por Vos.

Quiero lo que Vos queréis,
lo quiero porque lo queréis,
lo quiero como lo queréis,
lo quiero en cuanto lo queréis.

Os ruego, Señor,
que alumbréis mi entendimiento,
abraséis mi voluntad,
purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.

No me inficione la soberbia,
no me altere la adulación,
no me engañe el mundo,
no me prenda en sus redes el demonio.

Concededme la gracia de depurar la memoria,
de refrenar la lengua,
de recoger la vista y mortificar los sentidos.

Llore las iniquidades pasadas,
rechace las tentaciones futuras,
corrija las inclinaciones viciosas,
cultive las virtudes que me son necesarias.

Concededme, Dios mío,
amor a Vos,
odio a mi,
celo del prójimo,
desprecio del mundo.

Haced que procure obedecer a los superiores,
atender a los inferiores,
favorecer a los amigos,
perdonar a los enemigos.

Venza el deleite con la mortificación,
la avaricia con la largueza,
la ira con la mansedumbre,
la tibieza con el fervor.

Hacedme prudente en las determinaciones,
constante en los peligros,
paciente en las adversidades,
humilde en las prosperidades.

Haced, Señor, que sea en la oración fervoroso,
en la comida sobrio,
en el cumplimiento de mis deberes diligente,
en los propósitos constante.

Concededme que trabaje por alcanzar la santidad interior,
la modestia exterior,
una conducta edificante,
un proceder arreglado.

Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza,
a corresponder a la gracia,
a guardar vuestra ley y merecer mi salvación.

Que consiga la santidad con la confesión sincera de mis pecados,
con la participación devota del cuerpo de Cristo,
con el continuo recogimiento del espíritu,
con la pura intención del corazón.

Dadme a conocer, Dios mío, cuán frágil es lo terreno,
cuán grande lo celestial y divino,
cuán breve lo temporal,
cuán duradero lo eterno.

Haz que me prepare para la muerte,
que tema el juicio,
evite el infierno,
y alcance la gloria del Paraíso.

Por nuestro Señor Jesucristo. – Amén.

¿Podré yo, como lo aconseja S. Benito Abad en su Regla incomparable,
« Amar a Cristo sobre todas las cosas.
Nihil amori Cbristi praepónere»?

ORACIÓN UNIVERSAL
Para todo lo concerniente a la salvación (Clem. XI).

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les desea un Feliz y Próspero Año Nuevo 2015

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