Hace tiempo, la Iglesia recibió con recelo la teoría evolucionista. No por culpa de Darwin, padre de la teoría, que era creyente 1, y aceptaba a Dios como Autor de las leyes que rigen la evolución 2, como hoy admitimos. Fue por culpa de Huxley que era materialista y excluía a Dios del proceso evolutivo, haciendo de la evolución una nueva religión.
Charles Robert Darwin empezó la carrera eclesiástica, aunque después la dejó para dedicarse a su pasión: la Historia Natural. Él quiso siempre tratar el argumento sólo desde el punto de vista científico sin ponerlo nunca en conflicto con sus convicciones religiosas.
Darwin pensaba que la evolución se ha debido a leyes generales impuestas por el Creador. Dice Darwin al final de su libro «Origen de las Especies» aparecido en 1859: «Es grandioso el espectáculo de las fuerzas variadas de la vida que Dios infundió en los seres creados haciéndoles desarrollarse en formas cada vez más bellas y admirables»3.
Darwin escribe a Marx en 1880 rechazando la dedicatoria de la edición inglesa de «El capital» por su materialismo 4.
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1- JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso. Introducción. Unión Editorial. Madrid, 1984.
2- IAN G. BARBOUR: Problemas de Religión y Ciencia, 1ºf;, IV, 2, 1. Ed. Sal Terrae. Santander.
3- CHARLES DARWIN: Orígenes de las especies. Recapitulación. Imprenta José de Rojas. Madrid.
Traducción de la sexta edición inglesa por Enrique Godínez.
4- E.M. UREÑA: Marx and Darwin. History of Political Economy. IX(1977)555.