Ayer fue el día del niño en Argentina.
Hoy en día a los niños hay que protegerlos de muchas aberraciones, sobre todo de la perversa ideología del género, del crimen del aborto (en el caso de los no nacidos), de los depredadores sexuales, y de tantos ataques a su inocencia (como la ESI). Pero quiero darle un mensaje a los papás y recordarles lo que todo padre católico debería saber, y es la misión principal de la maternidad y paternidad.
Queridos padres, su misión con sus hijos es buscar que ellos vayan al cielo. Es por eso que los tienen que amar con el corazón, pero también con la cabeza.
Muchas veces los padres buscan evitarles a sus hijos todo sufrimiento, y eso es algo bueno, pero no siempre lo es tanto. No podemos ir al cielo si no aprendemos a sufrir, porque Cristo lo dijo claramente: quien no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Es bueno que los padres den caricias, pero si por el bien del hijo hay que darle un castigo deben hacerlo sin titubear.
Hay que decirles a los hijos que si, pero también hay que saber decirles que no cuando corresponde, ya que si no lo hacen los padres, lo hará la vida, y será más doloroso aún. Hay que hacerles regalos a los hijos, pero hay veces que las cosas se las tienen que ganar (mis padres me dijeron una vez: «no te vas con tus amigos, si no apruebas el examen»). En definitiva, un padre y una madre tienen que amar siempre a sus hijos, haga lo que haga, y a veces el modo de amarlos es permitiendo en sus vidas algún sufrimiento.
No hay que hacerlos sufrir a propósito, obviamente, pero cuando es un sufrimiento que repercute en un bien, muchas veces aunque duela hay que exigírselos.
La misión de una padre y una madre no es solo que su hijo sea un hombre o mujer de bien, sino un santo. Su hijo o hija debe ir al cielo luego de esta vida terrenal. Su hijo o hija debe rezar, debe confesarse, debe participar de la Misa, debe cumplir los mandamientos divinos y debe saber que el camino al cielo es el camino de la Cruz del Señor.

Los hijos seguirán el ejemplo de los padres, es por eso que si un hijo no va al cielo o no se salva, Dios le pedirá cuenta a sus padres. ¿Qué han hecho para educarlos cristianamente? ¿Qué han hecho para que Cristo sea el centro de sus vidas?
Si no he sido un buen padre o una buena madre, siempre hay tiempo de arrepentirse. Quizás mis hijos sean grandes y yo no tenga la posibilidad de educarlos en la fe, pero puedo hacer algo por ellos y eso es rezar y hacer penitencia por su salvación eterna. Dios siempre nos da la posibilidad de arrepentirnos, aún en el último minuto de nuestra vida. Si no fuimos buenos padres hasta el momento, empecemos hoy, aunque nuestros hijos sean adultos, pues si rezamos por ellos y buscamos ser un buen ejemplo (aunque sea de ahora en más), ya la gracia de Dios (que no se deja ganar en generosidad) actuará por su cuenta.
Bendiciones a todos los niños y padres del mundo entero. Que Dios les conceda la gracia de la santidad, y que María Madre de Dios los cubra con su manto maternal. Nuestra meta es el Cielo, nunca jamás lo olvidemos, pues todo lo que importa en esta vida terrenal es salvar nuestras almas. Lo demás es secundario.
Padre Tomás Agustín Beroch
Tomado de:
La red social X (anteriormente Twitter).