NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA

María nacida de estirpe real resplandece hoy; y por sus plegarias pedimos con toda la devoción de nuestra alma y de nuestro corazón ser ayudados. (Vísperas del día)

María nacida de estirpe real resplandece hoy; y por sus plegarias pedimos con toda la devoción de nuestra alma y de nuestro corazón ser ayudados. (Vísperas del día)

Después de la dilatada noche y confuso caos en que vivió el mundo sentado en las tinieblas y sombras de la muerte, rayó la aurora precursora del sol; nació María elegida Madre de Cristo. ¡Qué gozo! ¡Qué júbilo! ¡Qué alegría! Se ausentó el horror, se vio la luz, se anunció la libertad.¿Quién es esta, claman todas las criaturas, que procede, que se levanta como aurora? Y el Divino Esposo: Levántate amiga mía, beldad mía, y ven. Ven a la tierra, Niña de los cielos; ven a la tierra, para hacerla cielo; ven a la tierra para sacarla del cautiverio.

¡Oh María! suene tu voz: que aun en vagidos tiernos deleita y endulza nuestros males. Dios te apetece, y el hombre también: ambos se interesan en Ti; Dios gloria, el hombre gracia.

¡Oh Infanta milagrosa, nacida de la ancianidad de Joaquín y Ana en la vejez del mundo, para renovarlo! Antes eran los siglos de hierro, y en oro los convirtió tu nacimiento.

¿Qué sería ver al mundo, melancólico y triste con su cautiverio, amenazado a morir eternamente, vestirse de gala a tus primeros albores, deponer el luto y empezar a respirar con la esperanza de la vida y de la libertad? Entonces cantó dulcemente alabando al Autor y a la Madre de la gracia, y correspondieron los coros del cielo, diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

¡Ea!, pues, gozaos justos, porque ha nacido vuestra Madre y Reyna de las virtudes. Gozaos, pecadores, porque ha nacido vuestra abogada. Gozaos Ángeles, porque ha nacido la restauradora de vuestras sedes. Gócense todos los estados de la Iglesia triunfante y militante, pues es universal el interés de este nacimiento.

Vengan los que la aman a celebrar su venida al mundo, las vírgenes, porque es de ellas la primiceria; las madres, porque se verá en Ella lo que en ninguna madre: ser Madre y Virgen; fecunda virginidad, cuya flor dio por fruto un Dios Hombre y un Hombre Dios.

¡Oh escuadras celestiales!, enseñad a la humana pequeñez a dar los parabienes a esta mujer divina.

¡Oh alma mía!, gózate eternamente de gozar esta dicha. Alégrate de ver en el mundo la alegría del mundo.

¡Oh María, Reyna y Señora mía, infanta tierna, niña de flores, flor de las niñas! ¡Ojalá, así como entraste en este mundo llenándolo de bienes y luces, entrases también en mi alma para alumbrarla y enriquecerla! ¡Ojalá vengas a mi corazón, para hacerlo fervoroso y espiritual! ¡Ojalá lo dilates con inefable gozo, para que corra ligero por el camino de los mandamientos y consejos de Jesús! ¡Ojalá yo te sirva con la solicitud y cuidado, con que te sirvieron los Ángeles los nueve meses que estuviste en las entrañas de tu madre y mi señora Santa Ana!

Ven, Señora mía, no tardes en visitar a este tu siervo. Oh infanta divina, niña eres, mas tan grande, que puedes ser retrato de la Divinidad y espejo cristalino en que el Verbo eterno se mire. Niña eres; mas de alteza tan estupenda, que has puesto en admiración y éxtasis a las más altas inteligencias. Acuérdate de este tu siervo, a quien verdaderamente amas con entrañas de misericordia.

¡Oh graciosísima!, derrama una sola gota de tu abundantísimo gozo sobre esta alma triste, desconsolada y pobre.

Acuérdate de todos los afligidos; mira las necesidades del cristianismo, y oye piadosa las oraciones y gemidos de los que invocan tu santo Nombre.

Tomado de:

https://radiocristiandad.wordpress.com