Las enfermeras me dijeron que no perdiera mi tiempo con ese hombre…

Cuando estuve en Italia, por un corto tiempo me tocó visitar el hospital y atender a los enfermos. Recuerdo un caso de un señor de 90 años que era comunista y que no creía en Dios. Las enfermeras me dijeron que no perdiera mi tiempo con ese hombre, que no era católico y que no quería saber nada con los sacerdotes. Yo me dije a mi mismo: “no pierdo nada con visitarlo. Veremos como reacciona”.

Cuando lo visité me presenté diciéndole: “soy el padre Tomas. Me dijeron que usted no quiere mi visita, pero yo igualmente estoy aquí para ofrecerle la confesión y la unción de los enfermos”. El señor me respondió: “padre, lo estaba esperando. Por supuesto que me quiero confesar”. Para mi fue una sorpresa, pero así actúa la gracia de Dios (y cuando uno menos lo imagina).

Luego de escuchar su confesión y darle los sacramentos, me quedo conversando un poco más con este hombre, quien me dice: “yo no tuve una buena mamá y un buen papá. Sin embargo, de niño fui al catecismo y conocí a una monjita que siempre me hablaba de la necesidad de confesarme y arrepentirme de mis pecados. Después que recibí la comunión y la confirmación  jamás volví a pisar la iglesia. Como usted bien sabe, fui comunista toda mi vida y para nada creyente. Pero la semana pasada tuve un sueño. Soñé con esta monjita que era una mamá espiritual para mi. En mi sueño ella me decía sonriendo ‘todavía tienes tiempo de confesarte. No rechaces la misericordia que Dios te ofrece’. Así que padre, estaba esperando su visita…”.

Esta monjita estaba ya muerta (hablamos de un hombre que tenía 90 años y que de niño había tenido a esa “mamá espiritual”), por lo que no pudo ver los grandes frutos de su predicacción y su catequésis.

    Los religiosos, con sus votos de pobreza, castidad y obediencia son luces en medio de un mundo lleno de las tinieblas del pecado. Que esas luces que nos marcan el camino hacia la vida eterna nunca se apaguen. Señor danos santos sacerdotes y religiosos que busquen tu gloria y la salvación de las almas.

Bendiciones para todos.

Padre Tomás Agustín Beroch

Tomado de:
La red social X (anteriormente Twitter).