Clara significa: «vida transparente»

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"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre" -Santa Clara.

"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre" -Santa Clara.

Mortificación de su cuerpo

Si hay algo que sobresale en la vida de Santa Clara es su gran mortificación. Utilizaba debajo de su túnica, como prenda íntima, un áspero trozo de cuero de cerdo o de caballo. Su lecho era una cama compuesta de sarmientos cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por obediencia a Francisco, debido a su enfermedad.

Los ayunos. Siempre vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía hasta a sus propias hermanas. No se explicaban como podía sostener su cuerpo. Durante el tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar bocado y los demás días los pasaba a pan y agua. Era exigente con ella misma y todo lo hacía llena de amor, regocijo y de una entrega total al amor que la consumía interiormente y su gran anhelo de vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.

Por su gran severidad en los ayunos, sus hermanas, preocupadas por su salud, informaron a San Francisco quien intervino con el Obispo ordenándole a comer, cuando menos diariamente, un pedazo de pan que no fuese menos de una onza y media.

 

La vida de Oración

Para Santa Clara la oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. La oración es el fin en la vida Religiosa y su profesión.

Ella acostumbraba pasar varias horas de la noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las palabras de amor del Señor. Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por las ingratitudes propias y de los hombres.

Se postraba rostro en tierra ante el Señor y, al meditar la pasión las lágrimas brotaban de lo mas íntimo de su corazón. Muchas veces el silencio y soledad de su oración se vieron invadidos de grandes perturbaciones del demonio. Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando Clara salía del oratorio, su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido amor por el Señor.

 

Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son necesarios para la redención, «Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en la Cruz no habría Salvación». Ella añadía: «Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada por el maligno». Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.

Milagros de Santa Clara

La Eucaristía ante los sarracenos

En 1241 los sarracenos atacaron la ciudad de Asís. Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la loma, en el exterior de las murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy asustadas y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se les enfrentó a los atacantes. Ellos experimentaron en ese momento tan terrible oleada de terror que huyeron despavoridos.

En otra ocasión los enemigos atacaban a la ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué.

El milagro de la multiplicación de los panes

Cuando solo tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas. Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. Santa Clara dijo: «Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?»

En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las doce del día, Santa Clara invita a comer al Santo Padre pero el Papa no accedió. Entonces ella le pide que por favor bendiga los panes para que queden de recuerdo, pero el Papa respondió: «quiero que seas tu la que bendigas estos panes». Santa Clara le dice que sería como un irespeto muy grande de su parte hacer eso delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el voto de obediencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes haciéndole la señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre todos los panes.

Larga agonía

Santa Clara estuvo enferma 27 años en el convento de San Damiano, soportando todos los sufrimientos de su enfermedad con paciencia heroica. En su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó «Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita».

Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos.

San Francisco ya había muerto pero tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: «Desde que me dediqué a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan».

El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, y dos días después de que su regla sea aprobada por el Papa, se fue al cielo a recibir su premio. En sus manos, estaba la regla bendita, por la que ella dio su vida.

Cuando el Señor ve que el mundo está tomando rumbos equivocados o completamente opuestos al Evangelio, levanta mujeres y hombres para que contrarresten y aplaquen los grandes males con grandes bienes.

Podemos ver claramente en la Orden Franciscana, en su carisma, que cuando el mundo estaba siendo arrastrado por la opulencia, por la riqueza, las injusticias sociales etc., suscita en dos jóvenes de las mejores familias el amor valiente para abrazar el espíritu de pobreza, como para demostrar de una manera radical el verdadero camino a seguir que al mismo tiempo deja al descubierto la obra de Satanás, aplastándole la cabeza.  Ellos se convirtieron en signo de contradicción para el mundo y a la vez, fuente donde el Señor derrama su gracia para que otros reciban de ella.

 

El Señor en su gran sabiduría y siendo el buen Pastor que siempre cuida de su pueblo y de su salvación, nunca nos abandona y manda profetas que con sus palabras y sus vidas nos recuerdan la verdad y nos muestran el camino de regreso a El. Los santos nos revelan nuestros caminos torcidos y nos enseñan como rectificarlos.

Tras los pasos de Santa Clara en Asís

En la Basílica de Sta. Clara encontramos su cuerpo incorrupto y muchas de sus reliquias.

 

En el convento de San Damiano, se recorren los pasillos que ella recorrió. Se entra al cuarto donde ella pasó muchos años de su vida acostada, se observa la ventana por donde veía a sus hijas. También se conservan el oratorio, la capilla, y la ventana por donde expulsó a los sarracenos con el poder de la Eucaristía.

Hoy las religiosas Clarisas son aproximadamente 18.000 en 1.248 conventos en el mundo.

 

  

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Real Convento de Santa Clara. Aguilar de Campoo. (Palencia).
Siglo XV.
Declarado de Interés Cultural Histórico Artístico

 

 

 

Santa Clara de Asís

12 de Agosto

Sta. Clara, Virgen

 
Escucha, hija y mira, y presta oídos, porque el Rey(Cristo) está prendado de tu hermosura.  Todos los ricos del pueblo te ofrecerán sus humildes súplicas; hijas de reyes son tus damas de honor.  En pos de ella serán traídas vírgenes al Rey; sus amigas le serán presentadas.  Serán presentadascon alegría y exultación; serán conducidas al templo del Rey.  Salmo 44,11-12

Escucha, hija y mira, y presta oídos, porque el Rey(Cristo) está prendado de tu hermosura. Todos los ricos del pueblo te ofrecerán sus humildes súplicas; hijas de reyes son tus damas de honor. En pos de ella serán traídas vírgenes al Rey; sus amigas le serán presentadas. Serán presentadas con alegría y exultación; serán conducidas al templo del Rey. Salmo 44,11-12

 

Santa Clara nació en Asís(Itlia), a fines del siglo XII.  Un día fué en busca del Patriarca S. Francisco, y descubrióle sus deseos de ser esposa de Cristo(Ep.)  No habiendo instituído aún religiosas de su orden1, el Santo confió la joven virgen a las benedictinas que moraban en las cercanías de Asís. 

Habiendo venido a unirse con ella su hermana Inés, el Santo colocó a entrambas en una casita contigua a la iglesia de S. Damián.  Pronto se les fueron arrimando muchas personas, entre ellas su misma madre, aun cunado la regla prescribía austeridades hasta entonces desconocidas en monasterios de mujeres.  Andaban descalzas, se acostaban en el duro suelo, guardaban perpetua abstinencia, y cimentaban su vida en la práctica de la pobreza. 

Desasidas de todo lo terreno, pudieron darse a Dios más por entero.  La extraordinaria devoción que Sta. Clara tenía al Santísimo Sacramento fué recompensada con un milagro, pues cierto día en que los Sarracenos estaban saqueando a Asís la Santa los ahuyentó de su monasterio con sólo mostrarles la Hostia Santa. 

Sta. Clara se presentó a recibir el ósculo de su divino Esposo el 11 de Agosto de 1253, siendo antes visitada por un coro de vírgenes vestidas de blanco, entre las cuales distinguíase una por su singular hermosura(Ofer.) Era la Virgen María, Madre de Dios.

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1. S. Francisco fundó tres Órdenes: la de los Franciscanos, o primera Orden; las de las Clarisas, o segunda Órden; y por fin la Orden Tercera, en que se alistan los seglares.

 

Fuente: MISAL DIARIO Y VISPERAL

Por Dom. Gaspar Lefebvre O.S.B.  De la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica) Traducción Castellana y Adaptación del Rdo. P. Germán Prado Monje Benedictino de Silos (España)  Páginas 1628 y 1629.

Fuente Primaria e Indispensable del Verdadero Espíritu Cristiano(Pío X).

12 de agosto

SANTA CLARA,
Virgen

Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz. (San Juan, 12, 36).

Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz. (San Juan, 12, 36).

 

Santa Clara, a ejemplo de San Francisco de Asís, su conciudadano, distribuyó todos sus bienes a los pobres, y formó, bajo la dirección de este gran santo, una sociedad de vírgenes decididas como ella a vivir en el recogimiento y en la penitencia. Habiendo los moros atacado su monasterio, los puso en fuga presentándose ante ellos precedida por el Santísimo Sacramento. Ayunaba a pan y agua todo el Adviento y la Cuaresma; durante mucho tiempo, pasó, sin tomar alimento alguno, los lunes, miércoles y viernes de cada semana. Siempre llevaba un cilicio, andaba descalza, y acostábase sobre sarmientos tirados en el suelo. Murió en 1253.

  MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE
SANTA CLARA

   I. Se representa a Santa Clara con el Santísimo Sacramento en la mano, y se puede decir que contempló a Jesucristo, en este adorable misterio, para re producir en su vida las virtudes de que nos da ejemplo. ¿Qué más pobre que Jesucristo oculto en la Eucaristía? Está despojado de todos sus tesoros, y todos los atributos de su divinidad están allí como anonadados. Santa Clara ha imitado esta pobreza; fundó una Orden de religiosas que viven sólo de limosnas. ¿Qué amor tenemos nosotros por la pobreza? Para desposarse con ella, Jesús descendió del cielo a la tierra, y tú, por evitarla te precipitas en el infierno. ¡Cuán dichosos son los cristianos de poder adquirir el reino de los cielos mediante la pobreza! (San Agustín).

   II. Nada hay más puro, más casto que Jesucristo en la Eucaristía: tiene cuerpo, pero este cuerpo está glorificado y está privado de todas las satisfacciones de los sentidos. Santa Clara ha imitado esta mortíficaci6n; tal era su celo por el ayuno y las austeridades, que San Francisco se vio obligado a moderarlo. ¿Qué dices a esto, cristiano afeminado? El solo pensamiento de las mortificaciones que ha practicado esta santa, ¿no basta ya para asustar tu pusilanimidad?

   III. La obediencia de Jesucristo en la Eucaristía es admirable: obedece a la voz del sacerdote, sin tener en cuenta el mérito de la persona que lo manda; está a su disposición tanto de día como de noche. Así es como Santa Clara obedecía a San Francisco; y es así como debes obedecer tú a tus superiores. Mira a Jesús en el Santísimo Sacramento, míralo en la Cruz, y ya no te costará obedecer las órdenes que Él te da por boca de tus superiores.  

 

 

La pobreza
Orad por los religiosos.

ORACIÓN   

   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Clara, vuestra virgen, regocijando nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado de:http://misa_tridentina.t35.com/index

Nuestros Hermanos MAYORES en la FE,

los Santos

12 de Agosto

  • Santa Clara de Asís, Virgen
  • San Euplio, Mártir
  • San Porcario y Compañeros, Mártires
  • Beato Inocencio XI, Papa