Mientras el papa Francisco continúa su diatriba de cinco años contra los imaginarios fariseos católicos que defienden las enseñanzas de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio y la integralmente relacionada disciplina eucarística -él ha seguido en ello hasta el día de ayer (9 de enero) – él y sus colaboradores están ocupados construyendo escotillas de escape neo-farisaicas de los preceptos negativos de la ley divina y natural que emanan del sexto mandamiento.
Decidido a sofocar cualquier oposición católica a su subversión moral, Francisco ha sacado la etiqueta Magisterio auténtico® en su escandalosa opinión de que en “circunstancias complejas” en las que no es “factible” vivir como hermano y hermana, dos personas que no están casadas pueden ser admitidas a la Sagrada Comunión sin dejar de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio siempre que participen en un “proceso de discernimiento” mal definido. Como el Padre Brian Harrison ha observado tan agudamente, esto significa que las personas envueltas en adulterio pueden recibir la Sagrada Comunión mientras “disciernen” que no deberían recibir la Sagrada Comunión porque están envueltos en adulterio.
¿Creen que somos tontos?
Luego está el interminable lenguaje ambigüo del cardenal Müller. En una entrevista reciente sobre las contorsiones verbales de Rocco Buttiglione destinadas a demostrar que la administración de la Sagrada Comunión a los adúlteros públicos es consistente con la prohibición bimilenaria de la Iglesia de precisamente eso, Müller propuso esta absurda “solución” a un “problema” que no existe: