Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe

Por Mons. Carlo Maria Viganò
17/04/2023

Homilía de monseñor Viganò para el Domingo in Albis

Hæc est victoria, quæ vincit mundum: fides nostra.

Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 1 Jn. 5, 4

¡Cristo ha resucitado!

En este día en que la Iglesia ruega por los neófitos, que hasta ayer vestían las vestiduras blancas recibidas durante la Vigilia Pascual, toda la liturgia constituye un himno a la Fe: la exhortación de la epístola de San Juan, con la profesión de fe en Jesucristo Dios; en el Evangelio, el pasaje de la incredulidad de Santo Tomás y su profesión de fe en la divinidad del Salvador: Dominus meus, et Deus meus (Jn. 20, 28).

Las palabras de la Epístola en particular merecen a mi juicio una reflexión que podríamos aplicar de forma concreta a nuestra vida diaria. Todo el que viene de Dios vence al mundo, dice San Juan. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Vencer al mundo: parecen palabras casi ilusorias en un mundo que despliega su poder arrogante sobre todo, en una sociedad que ofende públicamente a Dios, que menosprecia y rechaza la Redención, y que llega al punto de meter mano en la Creación con monstruosidades indignas de naciones que se declaran civilizadas.

Fuera de esta iglesia, y difícilmente fuera de nuestros hogares -sobre todo si guardamos las distancias con ese instrumento infernal que es el televisor- el mundo se está trastornando en medio de la indiferencia general: todo principio es trastocado, toda justicia negada y toda virtud ridiculizada en tanto que se promueve y celebra el vicio. Una sociedad de muerte, para personas muertas de alma antes que de cuerpo: aborto, vacunación forzosa, eutanasia, mutilaciones horrendas, homicidios y violencia de todo género son los rasgos que caracterizan esta sociedad apóstata y volcada al mal.

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«El verdadero reinicio consiste en regresar a Cristo», que ciertamente ha resucitado

Por Mons. Carlo Maria Viganò: 10/04/2023

IN AZYMIS SINCERITATIS

Homilía para el Domingo de Pascua

Fratres: Expurgate vetus fermentum ut sitis nova conspersio, sicut estis azymi. Etenim Pascha nostrum immolatus est Christus.Itaque epulemur: non in fermento veteri, neque in fermento malitiæ, et nequitiæ: sed in azymis sinceritatis et veritatis. 1 Cor 5, 7-8

El mundo moderno es rehén de la mentira. Todo cuanto es teorizado por la élite, afirmado por las instituciones y propagado por los medios de difusión es mentira; es falso y engañoso.

Es una mentira la emergencia psicopandémica en torno a un virus creado en laboratorio con miras a una inmunización masiva tan ineficaz como perjudicial para la salud. Es una mentira la ideología de género, que niega la diferenciación entre los sexos que es voluntad del Creador, y que tiene por objeto borrar la imagen y semejanza de Dios en el hombre. Es una mentira el supuesto cambio climático, que se basa en la falsa premisa de una crisis ambiental provocada por el hombre y en la quimera, más falsa todavía, de que reducir las emisiones de dióxido de carbono en algunos países pueda modificar mínimamente la temperatura de la Tierra. Es una mentira la crisis de Ucrania, provocada con la intención de destruir el tejido social y económico de los países europeos mediante sanciones irrazonables a la Federación Rusa. Es una mentira la Agenda 2030, impuesta por una camarilla de subversivos para esclavizar a la humanidad. Es una mentira la ideología woke, que borra nuestra identidad, nuestra historia y nuestra Fe con vistas a imponer la religión infernal del Nuevo Orden Mundial, la barbarie del Gran Reinicio.

Lo más desconcertante es que este fraude contra los pueblos, perpetrado por quienes al estar constituidos en autoridad deberían por el contrario protegerlos y defenderlos, ha llegado a contagiar el propio Cuerpo de la Iglesia, en el que otras falsedades no menos graves corrompen la pureza de la Fe, ofenden a la Divina Majestad y acarrean la condenación de numerosas almas. Almas que el Señor compró a un precio muy elevado rescatándolas con su preciosísima Sangre. Es una mentira el ecumenismo, que rebaja al Dios vivo y verdadero dejándolo al mismo nivel que los ídolos de los gentiles. Es una mentira el camino sinodal, que altera la constitución divina que Cristo quiso dar a la Iglesia, tras el falso pretexto de escuchar al pueblo de Dios. Es una mentira la reforma litúrgica, introducida con la excusa de hacer la Misa comprensible para los fieles, pero con la única intención de despojar a Dios del honor que le corresponde y complacer a los herejes. Es una mentira el diaconado femenino, que so pretexto de asignar un papel a la mujer atenta contra la Misa y los Sacramentos trastoca las Órdenes Sagradas que instituyó Nuestro Señor. Es una mentira que los divorciados que viven en concubinato puedan comulgar. Es una mentira la bendición de parejas homosexuales. Es una mentira que los transexuales puedan estudiar en los seminarios; diga lo que diga Bergoglio, la moral no se adapta a las modas. Es una mentira la aceptación de la sodomía, que con harta frecuencia pareciera tener por objeto legitimar la conducta de muchos prelados y sacerdotes en vez de salvar las almas de los pobres pecadores.

Estas mentiras tienen la desfachatez de manifestarse abiertamente como lo que son, como evidentes falsedades faltas de argumentos razonables y creíbles en que apoyarse. No son embustes que traten torpemente de ocultar algo; son la arrogante afirmación del engaño, de la subversión de la lógica, de la negación de la verdad.

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Sobre las declaraciones de Francisco y las “uniones homosexuales”

Roma, 21 de octubre de 2020 – El portal Vatican News1 informa que hoy se proyectará en el Festival de Cine de Roma un documental titulado Francesco, dirigido por Evgeny Afineevsky.

La agencia Catholic News2 y el portal America, the Jesuit review3han dado a conocer algunas declaraciones de Jorge Mario Bergoglio sobre el tema de la homosexualidad. Entre otras cosas, causan desconcierto las siguientes frases:

«Los homosexuales tienen derecho a formar parte de una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debe ser excluido ni sufrir a causa de ello.4

»Lo que tenemos que hacer es una ley para las uniones civiles. De ese modo estarán tutelados por la ley. Estoy a favor de ello».5

No hace falta ser teólogo ni moralista para saber que tales afirmaciones son totalmente heterodoxas y constituyen un gravísimo motivo de escándalo para los fieles.

Pero ojo, esas palabras son también la enésima provocación con la que el sector ultraprogresista de la Jerarquía trata de crear un cisma, como ya intentó con la exhortación postsinodal Amoris laetitia, la modificación de la doctrina sobre la pena de muerte, el Sínodo Panamazónico con la inmunda Pachamama y la Declaración de Abu Dabi, posteriormente reiterada en la encíclica Fratelli tutti.

Pareciera que Bergoglio procura descaradamente llegar cada vez más lejos en un crescendo de afirmaciones heréticas a fin de obligar al sector sano de la Iglesia –episcopado, clero y fieles– a acusarlo de herejía y después declararlo cismático y enemigo del Papa.

Jorge Mario Bergoglio intenta obligar a algunos cardenales y obispos a separarse de la comunión con él, y el resultado sería no que lo depusieran por hereje, sino la excomunión de los católicos que deseen ser fieles al Magisterio perenne de la Iglesia. En las presumibles intenciones de Bergoglio y su círculo mágico, esa trampa tendría por objeto consolidar su poder al interior de una iglesia que sólo sería nominalmente católica pero en realidad sería herética y cismática.

Tal engaño se vale del apoyo de la élite mundialista, los medios mayoritarios de difusión y el lobby LGTB, al que no son ajenos muchos sacerdotes, obispos y cardenales. No olvidemos que en muchos países están en vigor leyes que castigan como delitos a quienes apoyados en el Credo consideran reprobable y pecaminosa la sodomía o no aprueban la legalización del matrimonio homosexual. Un pronunciamiento de los obispos contra Bergoglio en una cuestión como la de la homosexualidad podría permitir que las autoridades civiles los persiguiesen por vía penal con la aprobación de la Santa Sede.

En ese caso, Bergoglio no sólo tendría de su parte a la iglesia profunda, representada por rebeldes como el P. James Martin SJ y los portavoces del itinerario sinodal alemán, sino también al estado profundo. No es casual que el documental manifieste su apoyo al candidato demócrata de las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., y haga además una inaudita condena de la política del gobierno Trump, acusado de separar a familias que tratan de entrar ilegalmente en EE.UU., cuando en realidad el Presidente está haciendo frente a la trata de seres humanos y el tráfico de menores.

De ese modo, mientras prohíbe a los prelados conservadores estadounidenses intervenir en el debate político a favor del presidente Trump, el Vaticano puede permitirse descaradas injerencias en elecciones para favorecer a su adversario demócrata, uniéndose a la censura de las redes sociales y los medios informativos en lo relativo a las gravísimas acusaciones contra la familia Biden.

Los católicos estamos llamados a alinearnos con quien defienda la vida, la familia natural y la soberanía nacional. Creíamos tener de nuestra parte al Vicario de Cristo, pero constatamos dolorosamente que en este enfrentamiento épico, aquel que debería gobernar la Barca de San Pedro ha optado por pasarse al bando del Enemigo para hacerla naufragar. Evocando el valor con que los pontífices santos defendieron la integridad de la Fe y promovieron la salvación de las almas, cabe señalar: ¡Quantum mutatus ab illis!*

+Carlo Maria Viganò, arzobispo

https://www.vaticannews.va/it/papa/news/2020-10/papa-francesco-film-documentario-festival-cinema-roma.html

https://www.catholicnewsagency.com/news/pope-francis-calls-for-civil-union-law-for-same-sex-couples-in-shift-from-vatican-stance-12462

https://www.americamagazine.org/faith/2020/10/21/pope-francis-gay-civil-union-documentary

4 «Homosexuals have a right to be a part of the family. They’re children of God and have a right to afamily. Nobody should be thrown out, or be made miserable because of it».

5 «What we have to create is a civil union law. That way they are legally covered. I stood up for that».

(* “Cuán diferente de ellos”. Paráfrasis de unas palabras de la Eneida de Virgilio. N. del T.)

Monseñor Viganò habla del Covid-19 y la mano de Dios

Por Michael Matt  – 31/03/2020

Introducción del director de The REMNANT: Durante estos tiempos de cariz apocalíptico debemos tener presente que a pesar de la profunda apostasía que se ha ido extendiendo por el mundo en las últimas décadas, Dios no nos ha abandonado.

Buenos sacerdotes de todo el mundo están respondiendo a la llamada de los despojados fieles para mantener la lumen Christi en medio de las tinieblas que actualmente envuelven el mundo entero. En estos momentos de desolación, muchos de ellos empiezan a entender los entresijos de la revolución modernista que ha diezmado la Iglesia Católica, ha acabado prácticamente con el venerable Rito Romano y ha terminado por dejarnos abandonados cerrándonos la puerta de los templos.

En vista de este castigo, cuando tantos obispos han huido llevándose con ellos los Sacramentos que nos deben dar, nos alegramos de que haya al menos unos pocos buenos pastores que hayan roto las cadenas de la colegialidad para traernos el consuelo de la verdad de Cristo y llamar a las ovejas dispersas de vuelta a la protección del redil.

Está claro que no estamos solos. Dios está volviendo a suscitar profetas.

Millones de católicos se las ven y se las desean para comprender lo que ha pasado en las últimas semanas. En este Domingo de Pasión, el arzobispo Viganò nos ha hecho el honor de concedernos una entrevista en la que nos brinda una orientación franca y cristocéntrica.

Nos recuerda en primer lugar que «la enfermedad -y por lo tanto las epidemias, los sufrimientos y la pérdida de seres queridos- es algo que debemos aceptar con actitud de fe y humildad, e incluso como expiación por nuestros pecados personales». Debemos permitir que este azote nos ablande el corazón y nos conduzca al arrepentimiento y a volver a Dios.

A continuación, exhorta a todos los católicos bautizados a tener presente que la desesperación es impensable y que debemos «soportar estas pruebas en expiación por los pecados ajenos, por la conversión de los que no creen, y para abreviar el tiempo que deben pasar en el Purgatorio las ánimas benditas».

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Acto de acusación al papa Francisco y de amor a la Iglesia de S.E. monseñor Carlo Maria Viganò

S.E. monseñor Viganò, ex nuncio apostólico en los EE.UU., publica hoy un documento que constituye una enérgica acusación al papa Francisco, y al mismo tiempo, un acto de ferviente amor a la Iglesia. Publicamos el texto íntegro:

Así dice Yahvé, el Dios
que creó los cielos y los desplegó;
el que extendió la tierra con sus frutos,
dio hálito a los hombres que la habitan,
y espíritu a los que por ella caminan:
Yo soy Yahvé; éste es mi nombre; 
no doy mi gloria a ningún otro
ni mi honor a las imágenes fundidas.

Pues Yahvé avanza como un héroe,
como un guerrero despierta su furor,
vocea y lanza gritos,
y muestra su fuerza contra sus enemigos.
 Mucho tiempo estuve callado,
guardé silencio, me contuve,
mas ahora doy voces como una mujer que da a luz,
lanzo ayes y suspiro jadeando.
Devastaré los montes y los collados,
y agostaré todo su verdor;
convertiré los ríos en desierto, y secaré los lagos.
Entonces volverán atrás, llenos de vergüenza,
los que confían en las estatuas;
los que dicen a las imágenes fundidas:
«Vosotros sois nuestros dioses».
¿Quién entregó a Jacob al pillaje, y a Israel a los saqueadores?
¿No es Yahvé, contra quien han pecado,
Aquel cuyos caminos no quisieron seguir, ni escuchar su Ley?
Por eso derramó sobre Israel el fuego de su ira,
y el furor de la guerra. Pegó fuego alrededor de él, pero no comprendió; 
le consumía, mas no hizo caso.
(Is.42,5-23)

MARÍA INMACULADA, VIRGEN Y MADRE, ACIES ORDINATA, ORA PRO NOBIS

«¿Podría haber otra cosa en el corazón de la Virgen María que el nombre de Nuestro Señor Jesucristo? También nosotros deseamos tener en nuestros corazones un solo nombre: el de Jesús, al igual que la Santísima Virgen.»

La trágica parábola del presente pontificado avanza en una continua sucesión de golpes de efecto. No pasa un día sin que desde su supremo  trono el Sumo Pontífice contribuya a desmantelar la Sede Petrina usando y abusando de su suprema autoridad, no para confesar sino para negar; no para  confirmar sino para extraviar; no para unir sino para dividir; no para edificar sino para derribar.

Herejías materiales, herejías formales, idolatría y superficialidades de todo género: el Sumo Pontífice Bergoglio no cesa de humillar obstinadamente la autoridad suprema de la Iglesia, desmitificando el Papado, como tal vez diría su ilustre colega Karl Rahner. Su modo de actuar tiene por objeto violar el Sagrado Depósito de la Fe y desfigurar el rostro católico de la Esposa de Cristo con sus palabras y sus actos, con disimulaciones y con mentiras, con sus gestos evidentes que alardean de espontaneidad pero están meticulosamente ideados y planificados , y con los cuales se exalta a sí mismo en un incesante autobombo narcisista, mientras humilla la figura del Romano Pontífice y eclipsa la del Dulce Cristo en la Tierra.

Sus acciones se sirven de improvisaciones magisteriales, de un magisterio improvisado, líquido, insidioso como arenas movedizas; no sólo en las alturas, a merced de periodistas de todo el mundo, en esos espacios etéreos que pueden evidenciar un delirio patológico de ilusoria omnipotencia,  sino también en el ámbito de las funciones más solemnes que deberían infundir un sagrado temor y reverente respeto.

Con ocasión de la festividad de la Virgen de Guadalupe, el papa Bergoglio ha vuelto a dar rienda suelta a su evidente fobia antimariana que evoca a la de la Serpiente en el relato de la Caída, en el Protoevangelio que profetiza la radical enemistad que puso Dios entre la Mujer y la Serpiente, y la hostilidad declarada de esta última, que hasta la consumación de los tiempos acechará el calcañar de la Mujer intentando triunfar sobre Ella y sobre su posteridad. La del Romano Pontífice es una agresión manifiesta contra las prerrogativas y sublimes atributos que hacen de la Inmaculada siempre Virgen Madre de Dios el complemento femenino del Verbo Encarnado, asociándola íntimamente a Él en la economía de la Redención.

Tras degradarla comparándola con la vecina, con una refugiada inmigrante, o con una laica como otra cualquiera con sus defectos y con la crisis de una mujer cualquiera manchada con el pecado, o incluso con una discípula, que lógicamente no tendría nada que enseñarnos; tras banalizarla y despojarla de su carácter sagrado, a la manera de las feministas que están ganando terreno en Alemania con su movimiento María 2.0, empeñado en modernizar a la Virgen para convertirla en una imitación, a imagen y semejanza de ellas, Bergoglio ha tenido la crueldad de decir de la Augusta Reina y Madre Inmaculada de Dios que «se mestizó con la humanidad» y que mestizó a Dios. Con un par de ocurrencias, ha asestado un golpe al corazón del dogma mariano y del dogma cristológico que le está vinculado.

Los dogmas marianos constituyen el sello de aprobación de las verdades católicas que conforman nuestra Fe, definidas en los concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia; son un baluarte inquebrantable contra las herejías cristológicas y contra los furibundos ataques asestados por las puertas del Infierno. Quien la mestiza y profana demuestra estar de parte del Enemigo. Atacar a María es arremeter contra el propio Cristo. Atacar a la Madre y alzarse contra el Hijo es rebelarse contra el propio misterio de la Santísima Trinidad. La Inmaculada Theotokos, «terrible como ejército con banderas desplegadas» —acies ordinata–, dará batalla para salvar a la Iglesia y aniquilará el ejército del Enemigo que se ha soltado de sus cadenas y le ha declarado la guerra, junto con todas las demoniacas pachamamas que regresarán definitivamente al Infierno.

Por lo que se ve, el papa Bergoglio no puede disimular más que no soporta a la Inmaculada, y ni siquiera consigue ocultarlo tras su ostentada devoción, siempre bajo los reflectores y las cámaras de televisión, mientras va abandonando la celebración solemne de la Virgen Asunta al Cielo y el rezo del Rosario con los fieles que con Juan Pablo II y Benedicto XVI atestaban el patio de San Dámaso y la Plaza de San Pedro de Roma.

El papa Bergoglio se vale de la pachamama para intentar derrotar a la Guadalupana. La entronización del ídolo amazónico en el Altar de la Confesión en San Pedro no fue otra cosa que una declaración de guerra a la Señora y Patrona de las Américas, que al aparecer se a San Juan Diego derrotó los ídolos demoniacos y conquistó a los indios llevándolos a la adoración del verdadero y único Dios gracias a su mediación materna. ¡No es ninguna leyenda!

A pocas semanas de la clausura del acto sinodal que supuso la investidura de la pachamama en el corazón de la catolicidad, hemos tenido noticia de que el desastre conciliar del Novus Ordo Missae será objeto de más modernizaciones, entre otras la introducción del rocío en el Canon Eucarístico en sustitución de la mención al Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Se trata de un paso más en la regresión hacia la naturalización e inmanentación del culto católico, rumbo a un Novissimus Ordo panteísta e idólatra. El rocío –entidad presente en el lugar teológico de la Amazonia tropical, como supimos por los padres sinodales–, aparece como el nuevo principio inmanente de la fecundación de la Tierra, que la transustancia en un todo interconectado en un sentido panteísta al que se asimilan y someten los hombres para la gloria de pachamama. Henos aquí hundidos en las tinieblas de un nuevo paganismo mundialista y ecotribal, con sus demonios y perversiones. Con esta enésima distorsión litúrgica, la divina Revelación se degenera en la plenitud del arcaísmo; de la identidad hipostática del Espíritu Santo, nos deslizamos hacia la evanescencia simbólica y metafórica del rocío, que la gnosis masónica había hecho suya desde hace tiempo.

Volvamos por un instante a las estatuillas idolátricas, con su singular fealdad, y a la declaración del papa Bergoglio al día siguiente de que las sacaran de Iglesia de Traspontina y las arrojasen al Tíber. Las palabras pronunciadas por el Sumo Pontífice tienen una vez más el hedor de una tremenda mentira: nos ha hecho creer que las estatuillas fueron prontamente rescatadas de las turbias aguas gracias a la intervención de los carabineros. Se queda uno pasmado al ver que un equipo de Noticias del Vaticano, coordinado por Tornielli y Spadaro, de Civiltà Cattolica, con reporteros y cámaras de la prensa oficial, no tuvieran tiempo de filmar e inmortalizar el rescate de las pachamamas. Resulta hasta inverosímil que una operación de semejante espectacularidad no llamase la atención de los viandantes, que con sus teléfonos celulares habrían podido filmarlo y difundirlo por las redes sociales. Nos sentimos tentados a preguntárselo a quien hizo tal declaración. Sin ninguna duda, esta vez también nos responderían con un elocuente silencio.

Hace ya más de seis años que nos envenenan con un falso magisterio, una especie de síntesis extrema de todas las equívocas afirmaciones del Concilio y de los errores postconciliares que se han propagado inconteniblemente sin que la mayoría repare en ello. Sí, porque el Concilio Vaticano II abrió algo peor que la Caja de Pandora: la Ventana de Overton, de un modo tan gradual que nadie se ha dado cuenta de la alteración que se ha llevado a cabo, de la auténtica naturaleza de las reformas, de sus dramáticas consecuencias, y ni siquiera se ha llegado a sospechar quién manejaba realmente los hilos de esta gigantesca operación subversiva, que el cardenal modernista Suenens calificó de «el 1789 de la Iglesia Católica».

Y así, a lo largo de las últimas décadas, el Cuerpo Místico se ha ido desangrando lentamente de su linfa vital en una incontenible hemorragia: el Sagrado Depósito de la Fe se ha ido dilapidando de a poco, los dogmas han sido desnaturalizados, el culto se ha ido secularizando y profanando, la moral ha sido saboteada, el sacerdocio vilipendiado y el Sacrificio Eucarístico protestantizado y transformado en un banquete amistoso.

Actualmente la Iglesia está exangüe , invadida por la metástasis, devastada. El pueblo de Dios avanza a ciegas, analfabeto y despojado de su Fe, sumido en las tinieblas del caos y la división. En las últimas décadas, los enemigos de Dios han utilizado una táctica de tierra quemada arrasando dos mil años de Tradición. En una aceleración inaudita, gracias a la carga subversiva de este pontificado apoyado por el potentísimo aparato jesuita, le están asestando a la Iglesia un mortífero golpe de gracia.

Al papa Bergoglio –como a todos los modernistas– es imposible pedirle claridad, ya que el sello distintivo de la herejía modernista es precisamente el disimulo. Maestros del error y expertos en el arte del engaño ,«se ocupan en conseguir que se acepte universalmente lo ambiguo, presentando su lado inocuo, que les servirá de salvoconducto para introducir el lado tóxico que al principio ocultaban» (P.  Matteo Liberatore S.J.). De ese modo, la mentira, terca y obsesivamente repetida, termina por hacerse cierta y ser aceptada por la mayoría.

Es también típicamente modernista la táctica de afirmar aquello que se quiere destruir, valiéndose de términos vagos e imprecisos, promoviendo el error sin formularlo con claridad en ningún momento. Que es ni más ni menos lo que hace el papa Bergoglio con su amorfismo que disuelve los misterios de la Fe, con su característica aproximación doctrinal con la que mestiza y derriba los más sagrados dogmas, como ha hecho con los relativos a la siempre Virgen Madre de Dios.

El resultado de este abuso de autoridad es que nos encontramos ante una Iglesia Católica que ha dejado de ser católica, un recipiente vaciado de su auténtico contenido para reemplazarlo con productos de pacotilla.

Es inevitable la llegada del Anticristo. Forma parte del epílogo de la historia de la salvación. Pero sabemos que es requisito imprescindible para el triunfo universal de Cristo y de su gloriosa Esposa. Aquellos de nosotros que no nos hayamos dejado engañar por estos enemigos de la Iglesia, enfeudados en el Cuerpo eclesial, tenemos que unirnos en un frente común contra el Maligno, ya hace tiempo derrotado, pero todavía en condiciones de hacer daño y provocar la perdición eterna de multitudes, pero a quien la Virgen Santísima, nuestra Corredentora, aplastará definitivamente la cabeza.

Ha llegado la hora de que actuemos. De manera inequívoca, sin dejarnos expulsar de esta Iglesia de la cual somos hijos legítimos y en la que tenemos el sacrosanto derecho de sentirnos en casa, sin que la odiosa horda de enemigos de Cristo nos haga sentir como marginados, cismáticos y excomulgados.

¡Ha llegado la hora de que actuemos! El triunfo del Corazón Inmaculado de María –Corredentora y Mediadora de todas las gracias– pasa por sus hijitos, sin duda frágiles y pecadores pero de carácter totalmente contrario a quienes militan en las filas enemigas. Pequeños, consagrados sin limitaciones a la Inmaculada por ser su talón, la parte más humilde y despreciada, la más odiada por el Infierno, pero que junto a Ella aplastarán la cabeza del monstruo infernal.

San Luis María Griñón de Monfort se preguntaba: «¿Cuándo tendrá lugar ese triunfo? Sólo Dios lo sabe. Nuestro deber consiste en velar y orar como recomendaba encarecidamente Santa Catalina de Siena: «¡Ay de mí, que muero y no puedo morir! No sigáis durmiendo en la negligencia; aprovechad al máximo el tiempo presente. Confortaos en Cristo Jesús, dulce amor. Sumergíos en la Sangre de Cristo crucificado, crucificaos con Él, escondeos en sus llagas, bañaos en su Sangre» (Carta nº 16).

La Iglesia está sumida en las tinieblas del modernismo, pero la victoria será de Nuestro Señor y de su Esposa. Queremos seguir profesando la Fe perenne de la Iglesia en medio del fragor que la asedia. Queremos velar con Ella y con Jesús en este nuevo Getsemaní del fin de los tiempos y hacer penitencia en reparación por las muchas ofensas que se les infligen.

+Carlo Maria Viganò

Arzobispo titular de Ulpiana

Nuncio Apostólico

19 de diciembre de 2019

(Traducido por Bruno de la Inmaculada /Adelante la Fe)

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Viganò: «No podemos permanecer indiferentes ante los actos idolátricos que hemos presenciado»

El arzobispo Carlo Maria Viganò urge a la re-consagración de la Basílica de San Pedro, a la luz de lo que él denomina como “la clamorosa profanación” que tuvo lugar entre sus muros, con los ritos de veneración de la estatua de la Pachamama.

En una nueva intervención sobre el Sínodo de la Amazonía, ofrecida a LifeSite News, el arzobispo Viganò ha declarado: “La abominación de la idolatría ha penetrado en el santuario de Dios y ha dado vida a una nueva forma de apostasía, cuyas semillas – que ya germinaron hace tiempo – están creciendo ahora con renovado vigor y eficiencia”.

Continúa: “El proceso interno de mutación de la fe, que ha tenido lugar en la Iglesia Católica durante décadas, ha tenido en este Sínodo su punto álgido, acelerando hacia la fundación de un nuevo credo, resumido en una nueva clase de culto [cultus]. En nombre de la aculturación, los elementos paganos están infestando el culto divino con el fin de convertirlo en un culto idolátrico”.

Los laicos y clérigos “no podemos permanecer indiferentes ante los actos idolátricos que hemos presenciados y que nos han dejado estupefactos”, insiste el arzobispo. “Es urgente que redescubramos el sentido de la oración, la reparación, la penitencia, el ayuno, los sacrificios, las florecillas y, sobre todo, del silencio y de la adoración ante el Santísimo Sacramento”.

En esta profunda entrevista (que adjuntamos íntegra), hablamos con el arzobispo Viganò sobre qué revela acerca del estado actual de la Iglesia el asunto de la Pachamama, que no es más que la conclusión lógica de otras “aberrantes” declaraciones acaecidas en el pontificado actual. También hablamos del documento final del Sínodo, que considera “es un ataque frontal contra el edificio divino que es la Iglesia”, de lo que el Sínodo nos descubre sobre la “sinodalidad”, y de lo que sus organizadores han conseguido.

Según Viganò, el “paradigma amazónico” tiende a “transformar” la Iglesia Católica, alineándola con la agenda “globalista” y haciendo de “pasarela para caminar hacia la Religión Universal”.

“Para nosotros, católicos, el horizonte de la Iglesia se oscurece por momentos”, dice. “Si este satánico plan tiene éxito, los católicos que se adhieran a él cambiarán, de facto, de religión, y el gran rebaño de Nuestro Señor Jesucristo se verá reducido a una minoría”.

“Esta minoría sufrirá mucho…”, pero triunfará. Concluye sus apreciaciones con unas provocativas y proféticas palabras de una mística y santa del siglo XIV, santa Brígida de Suecia.

Reproducimos aquí, íntegramente, nuestra entrevista al arzobispo Carlo Maria Viganò sobre el Sínodo de la Amazonia.

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