La Penitencia IV

Ejemplos de Penitencia

En primer lugar tenemos el ejemplo de Jesucristo, quien no se limitó a recordar que hagamos penitencia, pues fue con el ejemplo delante.   Nació pobre, vivió pobre y murió pobre… y por el Evangelio vemos que desde su encarnación y nacimiento en un establo hasta su muerte en la Cruz, padece para expiar los pecados del mundo…
San Juan Bautista predica la penitencia, y él mismo, desde la edad de dos años hasta su martirio no cesa de practicarla… Los apóstoles predican la penitencia y no dejan de castigar su cuerpo y de implorar el perdón del universo sumergido en todos los vicios.   San Pablo dice:
«Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea,
que predicando a los demás, resulte yo
descalificado» (1 Cor. 9, 27).

Ved a Santa María Magdalena, Santa María Egipciaca, los mártires, los confesores, las vírgenes, los anacoretas, las Ordenes monásticas, y sobre todo las de los penitentes, etc…   Todos los santos de todos los siglos, hasta los que se distinguieron por la pureza de su vida, se dedicaron a una vida penitente.
Ved también un ejemplo en los ninivitas:
Jonás, por orden del Señor, fue a la gran ciudad de Nínive:
penetró allí, y, después de un día de marcha gritó, diciendo:
Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.
Las gentes de Nínive creyeron a Dios,
y pregonaron ayuno,
y se cubrieron de cilicios,
desde el mayor al más pequeño.
La palabra del Señor llegó a oídos del rey,
y, levantándose de su trono,
se despojó de sus vestidos se vistió de saco y se sentó sobre el polvo.
Luego pregonaron y publicaron por todas partes por orden del rey y de sus principes.
Se manda que los hombres no tomen alimento alguno,
y que los bueyes y las ovejas no entren a los pastes ni beban agua;
que los hombres se cubran de ceniza, que sus oraciones se eleven al Señor,
y que todo habitante se convierta y huya de la iniquidad que le mancha.
Vio Dios lo que hicieron, convirtiéndose de su mal camino,
y arrepintiéndose del mal que les dijo había de hacerles,
no lo hizo
(Jonás 3, 3-10).

David y otros muchos fueron también modelos de penitencia… ¿Qué debemos hacer nosotros ante tantos ejemplos? Todos, sin duda, debemos hacer penitencia; primero, porque Jesucristo la hizo y nos manda que la hagamos, y porque si no la hacemos para vencer las pasiones, éstas nos vencerán y seremos esclavos del mal, y se cumplirá el dicho del mismo Jesucristo:

«El que comete el pecado, es esclavo del pecado» (Jn. 8, 34)


, y si queremos ser libres de toda atadura del mal, debemos detestarlo.

La penitencia es un sacrificio para el pecado; con ella se ofrece a Dios la maceración de la carne en expiación de las faltas cometidas…

«Las lagrimas de la penitencia, -dice San Ambrosio-, lavan los pecados.

Las lagrimas no imploran el perdon; lo merecen»…


«Haced penitencia, hijos míos, dice el Señor por boca de Jeremías,

volved a Mi y curare vuestras iniquidades (3, 22).

«La penitencia, -dice San Jeronimo-, tiene tal poder,

que devuelven al pecador todas sus antiguas virtudes,

y todos los méritos que había adquirido antes de caer».

¿Quién pecó en el mundo más gravemente que Pablo? –dice San Pedro Crisólogo- ¿Quién cometió en la religión una falta más enorme que Pedro?

Sin embargo, ambos merecieron por su penitencia,

no sólo llegar a santos,

sino maestros en santidad.

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