Breve síntesis de la Obra de Santo Tomás de Aquino, Suma contra los Gentiles
Del Libro I
Capítulo XV
Dios es eterno
Todo cuanto comienza a existir, o deja de ser, sufre dicho cambio por movimiento o mutación. Pero ya se mostró que Dios es absolutamente inmutable; por consiguiente es eterno, carente de principio y de fin. Únicamente lo movible puede medirse por el tiempo, ya que el tiempo es “la medida del movimiento”, como consta por la Física, libro 4, cap. 11. No se da en Él principio ni fin, sino que posee todo su ser simultáneamente. Y en esto consiste precisamente la eternidad.
Si Dios no existió en algún tiempo, y luego comenzó a existir debió tener una causa que lo hiciera pasar del no ser al ser. No pudo ser causa de sí mismo, porque lo que no existe no puede obrar. Pero si otro ser fue su causa, entonces éste es anterior a Dios. Pero ya se probó que Dios es la causa primera. Por lo tanto no comenzó a existir. Y por lo mismo no dejará de existir, porque lo que existió siempre tiene el poder de siempre existir. Y así, Dios es eterno.
Dios es eterno, porque siendo un ser necesario, debe existir eternamente.
La autoridad divina nos ofrece también un testimonio en este punto, cuando dice el salmista:
“Tú, Señor, permaneces eternamente” (Ps. 101, 13),
Y más adelante:
“Tú eres siempre el mismo, y tus años no tendrán fin” (v. 28).
Síntesis hecha por: Arturo Medina Muñoz.
Fecha de inicio: 2017-02-01
Fecha de terminación: 2017-02-02
Para más detalles, leer el capítulo completo.