1988-2018. Especial consagraciones episcopales de Mons.Lefebvre

Lefebvre

El pasado 29 de junio se cumplieron 30 años de las consagraciones episcopales efectuadas por Mons. Lefebvre, que sin duda marcaron un hito en el postconcilio y cuya noticia no dejó indiferente a nadie.

Mucho ha llovido desde entonces; ha pasado más tiempo entre las consagraciones y el presente, que entre las mismas y el Concilio Vaticano II. Este hecho, y la propia figura del fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, sigue siendo a día de hoy un tema conocido muy superficialmente, rodeado siempre de espinas, heridas, prejuicios y autojustificaciones.

Dichas consagraciones supusieron un antes y un después, no sólo por la pena canónica que acarrearon -sin entrar en su validez o no-, sino porque también  fueron el pistoletazo de salida de lo que podríamos llamar el universo “ecclesia Dei”; toda una cadena de organizaciones y grupos que al amparo de disposiciones de Roma regularizaron su situación canónica.

No es nuestra intención en absoluto juzgar aquí a unos ni a otros, como ya hemos repetido en varias ocasiones, somos contrarios a la dogmatización de la acción, y todos deberíamos sentirnos hermanos siempre que mantengamos la misma fe, por mucho que alguien pueda discrepar de cómo actúa el otro en tal o cual punto. Desde Adelante la Fe siempre hemos apoyado, y lo seguiremos haciendo, a muchos grupos de corte tradicionalista, por mucho que haya cierta enemistad entre ellos o desacuerdo sobre cuestiones pragmáticas. No es de Dios dicha animadversión, ni el “punto de corte” debiera ser quien no actúa como yo no es hermano, sino “quien no tiene la misma fe”. Demasiados enemigos tenemos, como para pelearnos entre nosotros.

Con esta ocasión, hemos querido ofrecer un número especial de Adelante la Fe para que pueda conocerse mejor tanto lo ocurrido, como las motivaciones que llevaron a Mons. Lefebvre a consagrar cuatro obispos. Dicho análisis, a 30 años vista, debe hacerse desapasionadamente y de forma histórica, dado que a día de hoy las supuestas penas canónicas que se impusieron no tendrían validez al haber sido levantadas por Benedicto XVI. Nosotros, aunque cada uno tenga su opinión personal, ni damos ni quitamos razones, pero sí pensamos tienen un valor documental incalculable los documentos que ofrecemos hoy.

Ofrecemos en primer lugar un vídeo de la ceremonia, documento histórico de primer orden, por otro lado dos artículos, uno de Rorate Caeli que nos ofrece un riguroso análisis de los hechos desde un punto de vista imparcial de acontecimientos, y otro que en su día publicó sí sí no no, que representa uno de los mejores resúmenes de la postura que tuvo Mons. Lefebvre y la justificación que dio, lo cual constituye sin duda un documento excelente para formarse una correcta opinión de los hechos y posiciones que desencadenaron las consagraciones, independientemente de la valoración positiva o negativa que pueda darle cada uno.

Tomado de:

https://adelantelafe.com

A treinta años de las consagraciones de monseñor Lefebvre: evocación de lo sucedido en 1988

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Julio 1987-Febrero 1988

La conmoción se había iniciado en los palacios vaticanos a primeros de julio de 1987, cuando llegó la noticia de la homilía pronunciada por monseñor Lefebvre en la misa de las ordenaciones sacerdotales celebradas en Ecône el 29 de julio del mismo año. La primera alusión fue al encuentro de dirigentes religiosos que había tenido lugar en Asís hacía unos meses, hecho histórico que hasta el día de hoy tiene perplejos a los católicos tradicionalistas. Lefebvre declaró:

Jamás en la historia se ha visto que el Papa se convierta en una especie de guardián del panteón de todas las religiones, como he recordado, transformándose en el pontífice del liberalismo.

Díganme si alguna vez se ha dado semejante situación en la Iglesia. ¿Qué podemos hacer ante tal realidad? Ciertamente llorar. Cómo lamentamos, cómo se nos desgarra el corazón y nos embarga el dolor. Daríamos la vida, derramaríamos nuestra sangre para cambiar esta situación. Pero la situación es tal, la obra que nos encomendado nuestro Buen Señor, que ante las tinieblas que envuelven a Roma, la obstinación de las autoridades romanas en su error, su negativa a regresar a la Verdad y a la Tradición, me parece a mí que el Señor pide que la Iglesia continúe. Por lo tanto, es probable que antes de rendir al buen Dios cuenta de mi vida tenga que consagrar algunos obispos.

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