Terrorismo sinodal

sinodo22

21 octubre, 2015

“Ya en los tiempos apostólicos hubo hombres perversos que, por interés y ambición, turbaban y corrompían en el pueblo la pureza de la fe con abominables errores. Se opusieron a ellos los apóstoles con la predicación, con los escritos y con las infalibles sentencias del primer concilio que celebraron en Jerusalén.

Desde entonces acá, no ha cesado el espíritu de las tinieblas en sus ponzoñosos ataques contra la Iglesia y las divinas verdades de que es depositaria indefectible; y suscitando constantemente nuevas herejías, ha ido atentando uno tras otro contra todos los dogmas de la religión cristiana.”(Catecismo de san Pío X).

Se termina el sínodo, apenas queda una semana, ¿saben cuál será el resultado final de todo esto? la Iglesia de Cristo pulverizada. El costado del Señor vuelve a ser traspasado por la lanza. ¿Qué haremos nosotros? “Domine, ad quem ibimus? Verba vital aeternae habes” “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.

El magisterio de la Iglesia reventado por los cuatro costados, no queda nada por inventar, por escuchar y por ver. Desde estúpidas historias en las que, supuestamente y de manera sacrílega, utilizando la imagen de un niño, la hostia es tratada como algo simbólico, una herejía para coronar el sínodo, una burla a nuestro Dios aplaudida por toda una asamblea… ¿De qué? ¿de insensatos? No se me ocurre otro calificativo para esta gente si es que es cierto que eso ocurrió, como así parece ser. Y yo me pregunto ¿es que allí a nadie se le ocurre levantarse y marcharse? Se les supone una formación, aunque sea mínima. Hasta una humilde laica como yo, recuerdo que en una conferencia ‘pagolística?, llegado este mismo punto, en el que se cachondearon y se mofaron de la consagración, me levanté y me marché y me importó muy poco que me mirara mi párroco, el diácono, o el vecino del quinto, ¡Por favor! ¿es que tenemos el corazón de piedra y el alma helada? La verdad es que los católicos hoy en día, ni sentimos ni padecemos, maltratan a Jesús delante de nosotros y nos parece bien, no decimos absolutamente nada ¡Despertemos, seremos juzgados también por nuestra indiferencia!

Lo que está sucediendo en el Sínodo, es un atentado terrorista contra la Iglesia de Jesucristo, una célula vaticanista encabezada por nuestra jerarquía. Estamos en manos de obispos herejes, trastornados y que nos llevan a la condenación directa y absoluta, quizás no todos, pero sí en un alto porcentaje. ¿Están leyendo las noticias que a diario les colgamos en nuestra página? ¡Háganlo, infórmense! En estos momentos es más importante leer todo lo que está sucediendo, que preparar la cazuela para comer. Podríamos sobrevivir unos días a pan y agua, pero, sin embargo, el alma perecerá con todo lo que allí se está tramando. Piensen Uds. que todo esto de lo que se habla, ya ha sido trasladado al escenario público, escuchen las homilías o pregúntele a su párroco qué opina del Sínodo y tendrán una radiografía de su parroquia y sabrán si les conviene seguir allí o mantenerse fieles a la Iglesia de Jesucristo.

Nos están tomando el pelo, no lo duden, nos dicen que los padres de Teresita de Liseaux “encarnan lo que busca el sínodo” y, ¡agárrense” por otro lado leemos que “el Sínodo admite que la educación sexual es desastrosa”, sólo falta que nos digan que a partir de ahora al finalizar las misas nos van a dar cursos de sexología …si Louis Martín y Zélie Guerin  estuvieran allí presentes, sin duda, caerían muertos del espanto al escuchar semejante asquerosidad. ¿De qué nos están hablando?, ¿es una película porno, el sínodo? Seamos serios, hablemos de castidad, de la pureza de intención, de la santa familia de Nazaret, de los matrimonios verdaderamente católicos, como lo era el matrimonio Martín, de eso es de lo que queremos que nos hablen nuestros obispos y esto es lo que queremos que confirme el Santo Padre, la unión de los matrimonios en Cristo Jesús, no nos hablen de bajos instintos humanos, háblennos del alma y de su unión con Dios por medio de la pureza. Como parte de toda esta comedia surrealista, en la que nada pasa por casualidad, sale un sacerdote diciendo que está enamorado de un hombre, ¡Ven, Señor Jesús!

¿Qué debemos de hacer los católicos fieles a Jesucristo?, ¿tenemos que comulgar de manos de laicos que viven en pecado mortal público?, ¿debemos  consentir que un homosexual, que consiente esa vida como buena, salga a leer las lecturas?, ¿tenemos que decir que todo eso nos parece bien y que la misericordia de Dios es infinita?, ¿hay que aguantar que nuestras misas sean tratadas como fiestas infantiles, amenizadas por curas “ocurrentes”?, ¿tenemos que bajar la cabeza mientras predica un diácono permanente y los sacerdotes permanecen sentados, pensando en el crucigrama que acaban de terminar?, ¿podemos confesarnos directamente con Dios porque no hay sacerdotes en los confesonarios?, ¿debemos permitir que a nuestros hijos les hablen de sexo en el catecismo? El Concilio Vaticano II abrió la brecha mortal en la Iglesia y el Sínodo, al que Vds. pueden denominar sin miedo a equivocarse, ‘Concilio Vaticano III’, ha asestado la puñalada final; ¿saben cuál es el resultado? cada diócesis tendrá autonomía propia… miren a sus obispos, lean lo que sigue, un fragmento del discurso del Santo Padre donde habla de una conversión del papado y cada uno saque sus propias conclusiones.

”Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado petrino recibirá mayor luz. El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como bautizado entre los bautizados y dentro del colegio episcopal como obispo entre los obispos, llamado a la vez, como sucesor del apóstol Pedro a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor a todas las iglesias… Mientras reitero la necesidad y la urgencia de pensar en ”una conversión del papado”… estoy convencido de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre todo, al constatar la aspiración ecuménica de la mayor parte de las comunidades cristianas y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva”. (Papa Francisco-El Sínodo es caminar juntos 19-10-15).

¿Qué consecuencias va a traer todo esto? Es muy simple. Voy a hacer un vaticinio de cómo será la situación dentro de un tiempo, algo que se podrá corroborar en breve, como muy tarde, a dos años vista. Nos encontraremos dos Iglesias claramente diferenciadas. Los que permanezcamos fieles al Señor y los que ya no creen en nada y obedecen órdenes de lo alto, pero no del Altísimo, obviamente. Nosotros dispondremos de nuestras propias capillas u oratorios en los que nuestros santos sacerdotes oficiarán la santa misa, utilizaremos el latín para rezar, tendremos los sacramentos como Dios manda, los moribundos recibirán la extremaunción en su casa y no en ceremonias rocambolescas en sus parroquias, dispondremos de directores espirituales que nos formen y nos conduzcan por la senda correcta, podremos confesar nuestros pecados de manera individual y habitual, porque los presbíteros estarán disponibles para las almas y recibiremos al Señor como lo hacen los que lo aman de verdad y creen en Él, de rodillas y en la boca. En las predicaciones nos hablarán del amor de Dios, de los mandamientos, de la pureza y la castidad en todos los estados de la vida cristiana, de la condenación, del cielo, del purgatorio y del infierno y veremos en nuestros sacerdotes al Buen Pastor. Esa será nuestra Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, no tendremos los templos, porque estos, ya habrán sido copados por el grupo uno, los herejes y fariseos, pero tendremos lo más importante, nuestra fe, la misma que nos transmitieron nuestros padres en la infancia y si sabemos crecer en santidad y perseverar como hicieron los apóstoles, llegaremos a tener nuestros propios seminarios, donde se puedan formar verdaderos sacerdotes en el magisterio y en la tradición. ¿Les cuesta creer esto? “Deus vult”, como se gritó en las cruzadas.  Tiempo al tiempo. Aquí y ahora, tenemos una importante herramienta, nuestra parroquia virtual, adelantelafe.com, que como comentaba nuestro director esta semana, ya ha cumplido un año, ¡fíjense! un año trabajando por el reino de Dios, porque Uds. quieren escuchar la verdad, desean fervientemente mantenerse firmes en la fe y aquí han encontrado el reposo para su alma. Todos sabemos que nada ha cambiado, sólo queremos que nos lo recuerden, los mandamientos son invariables y la ley de Dios es la misma, ayer, hoy y siempre.

“Cuando salía victoriosa de la guerra exterior del paganismo y vencía la prueba de feroces persecuciones, la Iglesia de Jesucristo, salteada por enemigos interiores, entraba en la guerra intestina, mucho más terrible. Guerra prolija y dolorosa, que empeñada y atizada por malos cristianos, hijos suyos degenerados, no ha llegado aún a su término, pero de la cual saldrá la Iglesia triunfadora, conforme a la palabra infalible de su divino Fundador a su primer vicario en la tierra, el apóstol San Pedro”.(Catecismo de san Pío X).

Sonia Vázquez

Tomado de:

http://www.adelantelafe.com

No me asusta el Sínodo, me asusta Francisco

sinodo

15 octubre, 2015

Dos son los Sínodos que están actualmente en curso: el real, al que asiste extasiada una multitud en su mayoría dormida en la ingenuidad, y el de Francisco, que dará comienzo el 25 de octubre.

El real, el de este 2015, empezó a cara descubierta el año 2014, cuando el punto de partida quedó definido el año anterior, con esa relatio final en la que se plasmó cuanto ahora se habrá de concretar, y no como un mero documento de estudio, sino como una misión que Su Santidad encomendó a la Iglesia universal, recibiendo por ello no sólo su bendición sino la más solemne, la de la garantía de su Suprema Cátedra. Pero no era suficiente porque el Sínodo del 2014 sólo tuvo por objetivo la definición de las propuestas, faltando poner la estructura, la solución jurídico canónica a tales desafíos. Y no me refiero al desafío rimbombante que da título a tal Sínodo del 2015 (familia y desafíos modernos) sino a los verdaderos desafíos a la tradición de la Iglesia -la homosexualidad y la comunión de los divorciados vueltos a casar- que se han querido poner sobre la mesa sinodal con una enfermiza naturalidad.

Si bien todo esto es conocido, merece la pena hacer un breve alto, porque siendo cierto que desde el primer momento el Papa Francisco había indicado que el “tema” de la comunión de los divorciados vueltos a casar era algo fundamental para él y para su pontificado, no podíamos intuir (al menos yo) que el Sínodo del 2014 no sólo finalizará planteando formalmente este asunto sino que se despacharon con algo más grave: una cierta bendición a la homosexualidad. Esto muestra que los ritmos de la demolición están siendo más rápidos de lo que parecía, y ello quizá porque las estructuras que están trabajando en la demolición de la fe son más eficaces y atrevidas al saberse protegidas por el actual Papa reinante.  Por ello no es descabellado intuir que la “solución pastoral” que permita la comunión de los divorciados no será más que uno de los “logros” con los que nos podría despachar el Sínodo en curso. No será de extrañar que la agresividad de las propuestas vaya in crescendo a medida que avancen las sesiones del Sínodo.

¿Cómo es posible que pase esto? Porque se ha diseñado, con la aquiescencia del Papa, un procedimiento sinodal mordaza que no busca la declaración individual de posturas sino la búsqueda anónima de consensos. Lo que ha sido fácil de conseguir simplemente al limitarse a 3 minutos cada una de las intervenciones personales de los padres sinodales y dando un mayor peso a las reuniones grupales por lenguas (esos círculos menores) a las que se les obligará a plasmar en un documento común acuerdos consensuados. ¿Qué significa esto? Que ya no se votarán propuestas por cada uno de los padres sinodales, sino que independientemente de las posturas personales que éstos tengan (por muy ortodoxas que pudieran ser) el único documento relevante será el documento final de cada círculo redactado por el consenso de sus integrantes. Consenso que ni siquiera exigirá encontrar un centro ideológico de la totalidad de sus miembros, sino que bastará con la mera opinión de la mayoría, suficiente para silenciar las opiniones encontradas simplemente no recogiendo sus propuestas. Es decir, sin necesidad de “cocinar” el documento por las presidencias de cada círculo, bastará con que haya una mayoría progresista en cada círculo para que los documentos resultantes hagan temblar los cimientos de lo ortodoxo.  Y si la mayoría no es claramente afín al cambio doctrinal aún queda por saberse la capacidad de maniobra de las presidencias para modificar esos consensos alejándolos de una teórica ortodoxia.

Pero si esto no fuera suficiente, aún queda una revuelta más. Los documentos de los círculos menores no son más que documentos de trabajo. Al final del Sínodo los relatores nombrados por el Papa serán quienes redacten un documento definitivo que será el elevado al Santo Padre previa votación de los padres sinodales. Pero no está claro qué supondrá este acto de votación, si exigirá mayoría, si ésta debe ser cualificada, y ni siquiera qué pasa en caso de que no se alcanzara la misma. ¿Se elevará lo que sea al Santo Padre simplemente indicando el número de votos que ha obtenido, o ni tan siquiera? Cada día nos llegan noticias de cambios de procedimiento que no hacen sino confirmar cómo la trama procedimental quiere cerrar todo subterfugio a la sensatez doctrinal, como por ejemplo, la de exigir mayorías cualificadas para rechazar propuestas heterodoxas que se admitieron con simples mayorías.

Si he vuelto a relatar brevemente el funcionamiento del Sínodo no es más que para hacer hincapié en la preponderancia dada al encuentro de consensos con independencia de su contenido. Y no es un detalle menor. Dado que sabemos exactamente cuáles fueron los votos del Sínodo 2014 ante cada una de las propuestas debatidas sabemos hacía donde se escoraron los padres sinodales en el 2014 y, por ello, conociendo la identidad de aquellos padres del 2014 en comparación con los actuales padres sinodales, podemos predecir, por tanto, hacía donde es de prever que se escore el resultado del Sínodo del 2015.

El panorama, en resumen, no parece nada halagüeño, porque si el Sínodo del 2014 estuvo abierto, con la bendición del Papa, a que se tratara la bondad de la homosexualidad y de la comunión a los divorciados, el conjunto de padres sinodales actuales, más escorados a la izquierda que sus predecesores del 2014, no quedarán conformes sólo con las insinuaciones del año anterior. Es razonable esperar que el tal consenso dé un paso más en la heterodoxia y que por ello el documento final aporte material suficiente a favor de cambios pastorales opuestos al magisterio de la Iglesia.

Todo parece medido, pesado, planificado con suficiente antelación para no dejar fleco alguno. Se han diseñado unas reglas de juego tales que permiten el mismo cambio de las reglas con el objetivo de que la pelota quede en el punto de penalti a puerta vacía, para que remate el Santo Padre sin oposición alguna. Ni siquiera el de la opinión pública, porque no habrá ningún documento oficial publicado, ni habrá posibilidad de publicar un documento sinodal final, es más, cada día parece más posible que no haya una exhortación papal final.

Por eso, el verdadero drama comenzará el 25 de octubre, porque entonces la totalidad de la decisión a tomar, la totalidad de las medidas a adoptar, estarán en manos exclusivamente del Santo Padre. El mismo Santo Padre que pide no tener “prejuicios”, “dejarse de rigorismos”, “abrirse al Dios de las sorpresas”, poniendo en discusión lo que siempre ha amado la Iglesia y siempre ha defendido a costa, tantas veces, de la sangre de sus mártires (no olvidéis, cristianos, a San Juan Bautista y a santo Tomás Moro).

Ciertamente me asusta el Sínodo, pero más me asusta el Santo Padre porque cuanto está pasando, cuanto se está debatiendo, le deba a él su patrocinio, su aquiescencia, su magnánimo apoyo, no sólo permitiendo que lo peor de la Iglesia -aquellos que llevan años tratando de demoler la doctrina y la moral de la Iglesia-, ocupen puestos de responsabilidad sinodal (lo que ya es grave), sino bendiciendo como querido por Dios, como impulsado por su Santo Espíritu, que lo que ayer era santo hoy pueda ser adaptado a los tiempos.

Y si todo antes de este Sínodo parecía una aparente catequesis inocua de los signos -dado que la cultura de la imagen nos predispone a aceptar todo cambio- detrás del torbellino a veces arrabalero de Bergoglio, no hay un simple cambio de imagen, no hay una simple y simpática instantánea, no hay un simple retrato de una personalidad papal desbordante, exagerada, aparentemente desinhibida, sino todo un cambio de paradigmas. Los abrazos a los homosexuales, las llamadas telefónicas a divorciadas invitándolas a comulgar, el cariñoso acercamiento a los protestantes… todo eso va en consonancia con un diseño mordaza de un Sínodo crucial en su pontificado. Porque ha sido Francisco quien ha puesto a discutir, liberados de todo “prejuicio”, la doctrina de la Iglesia; porque ha sido Francisco quien ha hecho girar todos sus actos y pensamientos, a lo largo de su pontificado, en este evento diseñado a mayor gloria de la pastoralidad contraria a la doctrina…

No es Francisco, por ello, quien necesitó a la mafia de Saint Gall para llegar al papado, más bien parece que es la mafia de Saint Gall quien está necesitando del Papa. Y uno y otros se dejan querer mutuamente. Negar que hay unidad de criterios, de proyectos, entre ambos parece pueril. Si Bergoglio en su día fue alumno de Martini hoy es maestro aventajado. Por eso el Sínodo posterior al 24 de octubre es el que me preocupa. Es el Sínodo postsinodal, el Sínodo de las mafias, de los silencios públicos, del trabajo en las sombras. Porque cuantas mafias similares a la de Saint Gall haya, podrán trabajar ten con ten con el Santo Padre. Sin focos, sin luces, sino más bien con un “valiosísimo” documento sinodal que probablemente sirva de soporte “consensuado” de la locura. Y si no fuera el caso, para eso se ha elevado el silencio oficial, para que no haya nada de lo que dar cuentas. Para que se pueda trabajar en la libertad del que tiene la sartén por el mango.

César Uribarri

Sínodo Semana 2 – Día 2: La Fe católica y la diabólica comunión

sinodo2015-10

14 octubre, 2015

La Fe Católica:

En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros. (San Vicente de Lérins, Communitorium, D.C. 434)

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La Comunión Diabólica:

El Abad Jeremias Schröder, OSB, Presidente Archiabad de la Congregación Santa Otilia, fue uno de los Tres Padres Sinodales, seleccionado hoy cuidadosamente por la administración del Sínodo, para la Conferencia de Prensa de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. ¿Cuál fue su pronunciamiento más destacable? Francis Rocca del Wall Street Journal informa:

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“El Abad alemán Jeremias Schöeder dice que las cuestiones sobre la Comunión para los vueltos a casar y el ministerio para la gente homosexual podrían ser delegados a las Conferencias Episcopales” – Tweet de Francis X. Rocca

[Traducido por Cecilia Gonzalez. Artículo original]