Digamos al Señor: “Lo que Tú quieras, cuando Tú quieras, donde Tú quieras”
Ave María
“Si quieres amar al Sagrado Corazón de Jesús y pertenecerle deja todo lo que a Él no le pertenece”
Santa Genoveva Torres
Muy queridos lectores en los Sagrados Corazones de Jesús y María Santísima:
Dejando atrás los traicioneros vítores del Domingo de Ramos nos adentramos en la semana de Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, pasión que padece hoy en día igualmente su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Son tiempos recios, de mucha confusión, donde muchas almas, más que nunca hoy en día, van como ovejas sin pastor, sin saber a que atenerse ante todo aquello que les desconcierta.
Recemos mucho y esforcémonos en tener una buena formación fiel al Magisterio infalible, lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todo lugar. Pidamos luz del cielo y acompañemos a Cristo en el camino del Calvario en oración y penitencia, que es lo que pide la Santísima Virgen en Fátima.
No hay mucho más. En el mundo moderno nos cuesta sacar tiempo para rezar y no tenemos ánimo muchas veces. Pero tenemos que pedirle al Señor y su gracia y ayuda a María Santísima y a San José y vencernos y hacer cada vez más oración y de más calidad. Nos cuesta hacer sacrificios, pues estamos muy apegados a nuestros gustos y comodidades, pero pidámosle al Espíritu Santo su gracia para mortificar poco a poco al hermano burro (que era como llamaban los santos al cuerpo) y hagamos pequeñas renuncias diarias por amor a los Sagrados Corazones de Jesús y María que están muy ofendidos por los pecados de la humanidad y nuestros propios pecados.
Les deseo que esta Semana Santa que empieza sea precisamente eso SANTA.
- Primero: No seamos de los crucifiquemos de nuevo al Señor con nuestros pecados. Huyamos como de la peste del pecado mortal, combatamos también arduamente el pecado venial, muy especialmente el venial deliberado y luchemos sin bajar la guardia contra nuestras faltas e imperfecciones. Digamos a Dios con el Padre Rubio: “Lo que tú quieras, cuando quieras, donde tú quieras”.
- Segundo: No seamos de los que huyen en el momento del peligro y lo nieguen con sus actos. Pidamos al Espíritu Santo el don de la fortaleza para vencer el temor y huir de la temeridad. Aguantemos las acometidas del mundo, del demonio y la carne y venzamos el respeto humano y prudencia sobrenatural para discernir lo que está bien y lo que está mal y obrar en consecuencia.
San José nos alcance la bendición
San Miguel Arcángel auxílianos
Omnis Terra Gloria Dei
Nota del director de Adelante la Fe
Javier Navascués
Tomado de: