La piedra que desecharon los arquitectos se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropieza y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no quieren creer en la Palabra (1Pedro 2,7)
No es ésta la primera prueba ostentosa de la persecución de los cristianos en España. La cosa viene de lejos, de muy lejos. ¿Recuerdan los tiempos en que el monopolio de la bondad era atributo indiscutible de la Iglesia? ¿Qué ha pasado para que esté a punto de ser condenada por las fuerzas de la cristianofobia como la pura encarnación del mal? La más grave acusación que esgrimen hoy contra la Iglesia las fuerzas de progreso que ostentan el poder, es la homofobia. Tal como están las leyes, con sola esta acusación tienen todas las cartas en su mano para declarar a la Iglesia fuera de la ley. Ya llevan una serie de ensayos; pero el más espectacular es el de la demolición y retirada de la cruz de Callosa del Segura.
¿Qué nos ha pasado? Para que al final desaparezca la cruz de la entrada de la iglesia, para que eso sea posible han tenido que pasar muchas cosas. La más determinante de todas, la rendición de muchísimos eclesiásticos que han abdicado de su misión de mensajeros de la Verdad del Evangelio: una Verdad universal, que salva no sólo a los cristianos, sino a toda la humanidad. En efecto, la Iglesia ha tenido en sus manos durante muchísimos siglos la salvación del hombre por méritos de la Cruz de Cristo y por el seguimiento de su doctrina salvadora. Elemento clave de la vocación consagrada, era la convicción de que sacerdotes, frailes, monjas, obispos y demás gente de Iglesia, eran los instrumentos de que se servía Dios para salvar a cada persona y a la sociedad en su conjunto.