BEATO BERNARDINO DE FOSSA, Fraile franciscano


(1503)

Historiador y escritor ascético, de la Orden de Frailes Menores. Nacido en Fossa, de la diócesis de Aquila, Italia, en 1420; muerto en Aquila, el 27 de noviembre de 1503.


El beato Bernardino perteneció a la antigua y noble familia de los Amici, y a veces lleva el nombre de Aquilano, a causa de su larga residencia y fallecimiento en la mencionada ciudad. Hizo sus primeros estudios en la ciudad citada y luego se trasladó a Peruggia para continuar sus estudios en Derecho Canónico y Civil. El 12 de marzo de 1445 recibió el hábito Seráfico de Santiago de las Marchas quien entonces predicaba un ciclo de sermones Lenten en Peruggia.


Desde el momento en que entró en la Orden, Bernardino nunca cesó de avanzar en perfección religiosa; y el éxito con que coronó sus labores misioneras a través de toda Italia, así como en Dalmacia y Serigona, lleva testimonio de su eminente santidad de vida.
Bernardino desempeñó el cargo de Provincial de las Provincias de San Bernardino y de las de Dalmacia y Bosnia, y habría sido electo Obispo de Aquila, pero su humildad le inhibiría de aceptar tal dignidad. Su culto fue aprobado por León XII el 26 de marzo de 1828. Su fiesta se celebra en la orden Franciscana el 7 de noviembre. Los escritos del beato Bernardino incluyen varias homilías y diversos opúsculos ascéticos e históricos, entre los que el último, «Chronica Fratrum Minorum Observantiae», merece una mención especial. Esta interesante crónica fue primeramente editada del manuscrito autógrafo por Leonard Lemmens O. F. M., con un prefacio sobre la interesante vida del beato Bernardino y unas estimación crítica de sus escritos. También se puede mencionar que el beato Bernardino fue el autor de la primera Vida de su patrono, San Bernardino de Siena.

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SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO, Mártires

27 de noviembre

Los santos Facundo y Primitivo, hijos de san Marcelo, centurión romano, fueron martirizados, gobernando en Galicia Ático el cual mandó pregonar un sacrificio público a una estatua del sol, que estaba en la ribera del río Cea, y era tenida en mucha veneración por toda aquella comarca. Al llegar el día señalado para el sacrificio, se juntó mucha gente, el mismo Ático, para dar ejemplo a los demás, hizo su adoración, y como era el gobernador, todos los demás le siguieron, menos Facundo y Primitivo, que no se quisieron hallar presentes en el sacrificio. Mucho sintió esto Ático; los mandó prender e interrogar, y después de varias preguntas y respuestas, entendiendo que perdía el tiempo en quererles persuadir que adorasen a sus falsos dioses, determinó darles atroces tormentos. Les quebraron los dedos de las manos, les lastimaron cruelmente las piernas, apretándoselas con una manera de cepo que como prensa se iba cerrando poco a poco; y así fatigados por una parte de los tormentos, y por otra consolados y alegres por ver que padecían por Cristo, les mandó Ático llevar a la cárcel.

Para tentarlos y probar si con blandura y regalo les podría atraer a su voluntad más fácilmente que con tormentos, les envió ricos manjares, que los dos santos hermanos no quisieron recibir; y Ático, teniendo esto por desacato é injuria, encendido de cólera y furor, los mandó echar en un horno encendido, donde estuvieron tres días con mucho alivio y refrigerio.

Pretendió matarlos dándoles ponzoña en la comida, y los santos, cuando se la trajeron, entendiendo lo que venia en ella, dijeron: « Nosotros no habíamos de gustar esta vianda, porque bien sabemos lo que hay en ella; pero para que Ático se desengañe y se manifieste más la virtud de Cristo, a quien servimos y adoramos, la comeremos toda.» Hicieron la señal de la cruz sobre ella y la comieron, y el veneno perdió su fuerza por virtud de la santa cruz y de aquel Señor a quien todas las cosas obedecen. Cuando vio esto el que había aparejado la Ponzoña, quemó sus libros y se hizo cristiano.

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SAN MÁXIMO, Obispo de Riez

27 de noviembre

 El humildísimo siervo de Dios san Máximo, obispo de Riez, nació en un lugar llamado Decomer, hoy Chateau-Redon, en la Provenza. Criáronle sus padres en santo temor de Dios y en la práctica de todas las virtudes. Pasó muchos años en el retiro de su casa. olvidado del mundo, y ocupado en el estudio y meditación de las letras sagradas, y en su propia mortificación, como
 si viviese en la soledad. Llamado del Señor a vida más perfecta, tomó el hábito en el monasterio de Lerins, que es una pequeña isla junto a las costas de la Provenza. Allí encontró una numerosa comunidad de santos religiosos, cuyas heroicas virtudes daban gran celebridad al monasterio. Con tales ejemplos, hizo el santo tan grandes progresos en la virtud, que aventajándose sobre todos en santidad, parecía resplandecer como el sol entre las estrellas, y habiendo sido escogida para la cátedra de Arles el abad san Honorato, todos los monjes pusieron los ojos en Máximo, y a una voz lo aclamaron por sucesor. Quiso nuestro Señor manifestar la heroica virtud de su siervo, obrando por él gran des milagros, y curando toda suerte de enfermedades. Concurrían, pues, al monasterio, tropas de gente, considerando al Santo como depositante del divino poder.  Por huir de los aplausos del mundo, fue a esconderse en un bosque de la misma isla. Pasáronse tres días y tres noches sin poder le descubrir, hasta que, al, fin, le encontraron, y le volvieron al monasterio. Poco después, habiendo perdido su obispo la iglesia de Riez, en la Pro venza, mandó sus comisarios al monasterio de Lerins, para ofrecer al santo la silla de aquella diócesis. Pero huyendo él de aquella dignidad, navegó hasta las costas de Italia, donde los comisarios le alcanzaron y a pesar de su resistencia, le condujeron a Riez. Allí fue recibido con extraordinarias demostraciones de júbilo. Todo el tiempo de su gobierno fue amado como padre, y reverenciado como santo, por las maravillas que obraba, entre las cuales se refieren dos muertos resucitados. Asistió a varios concilios que se celebraron en su provincia y en las comarcanas. Fue uno de los prelados que aprobaron la célebre epístola del Papa san León a Flaviano de Constantinopla contra los herejes Eutiquianos. Firmó asimismo la epístola sinodal que los obispos escribieron en respuesta a la del Papa. Finalmente, después de haber gobernado santísimamente su iglesia, des cansó en la paz del Señor. Fue sepultado con gran solemnidad, en la iglesia de San Pedro, que él mismo había edificado.REFLEXIÓN   ¿De dónde proviene nuestra negligencia en practicar la humildad, y con ella las demás virtudes cristianas, siendo así que los santos tanto se desvelaron en el ejercicio heroico de los actos virtuosos? Muy fácil es descubrir la causa. Para apreciar debidamente las virtudes, debemos hacer de ellas la ocupación principal de nuestro espíritu y para ponerlas en práctica, debemos desearlas con todo nuestro corazón. Mas, ¿qué hacemos? Con el pretexto de obligaciones fingidas, nos vamos olvidando de nuestro fin y empleando todo el tiempo en buscar y cuidar los bienes perecederos, no nos queda espacio para los eternos. ¡Deplorable error, que si no lo enmendamos en tiempo oportuno, lo lloraremos perpetuamente!ORACIÓNConcédenos, oh Dios omnipotente, que la venerable solemnidad de tu venerable confesor y pontífice Máximo acreciente en nosotros la devoción y el deseo de nuestra eterna salud. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado de «FLOS SANTORUM de la Familia Cristiana, del P. Francisco De Paula Morell, S. J., Editorial Difusión, S. A., 1943. 

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SANTOS BARLAAM y JOSAFAT, Confesores

27 de noviembre

Granjeaos amigos con las riquezas de iniquidad,
para que, cuando falleciereis, seáis recibidos
en las moradas eternas.
(Lucas, 16, 9).
San Barlaam dejó su desierto y se disfrazó de joyero para ir a buscar a Josafat, hijo de Abener, rey de las Indias. El joven príncipe abrazó la fe cristiana y, ni las súplicas de su padre ni las seducciones de las voluptuosidades ni los artificios de los magos pudieron hacer vacilar su constancia. Tuvo la dicha de convertir a la fe a su padre y a casi todo su reino. Después de esto se retiró a la soledad con su maestro.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE LOS SANTOS BARLAAM y JOSAFAT


San Barlaam deja la soledad y entra disfrazado a la corte de Josafat para instruirlo en los misterios de nuestra santa fe. ¡Cuán ingenioso es el amor divino! ¡qué no hace por la gloria de Dios y la salvación del prójimo! ¡Ah! cuán activo eres tú cuando se trata de tu honor o de tu interés; nada hay que no emprendas entonces, nada que no lleves a cabo. Si tuvieses un poco de amor de Dios, ¿qué no harías por Él? El amor nada encuentra difícil ni penoso. (San Jerónimo).   II. Josafat escucha de inmediato la voz del Señor que le habla por boca de San Barlaam. Se convierte, viste cilicio, ayuna, ora a Dios incesantemente y, provisto de estas armas, resiste a los halagos, a las amenazas, a las violencias y a todos los ardides del demonio. Tú estás expuesto a las mismas tentaciones; no resistirás a ellas a no ser que emplees las mismas armas. Ayuna, vela, ora, mortifícate, el paraíso bien vale la pena de esto y mucho más.   III. San Josafat, después de haber convertido a su reino para Dios, se retira a la soledad para pasar el resto de sus días con su querido padre, San Barlaam, y para disponerse a la muerte. Cristianos, habéis trabajado para el mundo, para la gloria y el placer, para las riquezas y la ciencia: emplead el resto de vuestros días en la salvación de vuestra alma. Habéis vivido entre las tempestades, es menester morir
 en el puerto. 
(Séneca).El desprecio del mundo Orad por los Prelados.

ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que esta solemnidad sea una protección para nosotros, y que la intercesión de vuestros bienaventurados confesores nos haga agradables a vuestros ojos. Por J. C. N. S. Amén.

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

27 de noviembre

¡Oh María concebida sin pecado!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos

En 1830 la Santísima Virgen se apareció a una humilde novicia de la Caridad, Sor Catalina Labouré, ordenándole que se hiciese acuñar una medalla cuyas efigies le mostró. Una de las caras de la medalla lleva la imagen de la Inmaculada despidiendo rayos de sus manos, con esta plegaria: «Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a vos«.

   Las curaciones y milagros de todo orden obrados por esta medalla aceleraron la definición dogmática de la Inmaculada Concepción, razón por la cual es la Medalla Milagrosa la más usada por las Hijas de María de todo el mundo y propiamente la insignia oficial de las mismas.

   He aquí cómo relata la propia sor Catalina su primera aparición:

   «Vino después de la fiesta de San Vicente, en la que nuestra buena madre Marta hizo, por la víspera, una instrucción referente a la devoción de los santos, en particular de la Santísima Virgen, lo que me produjo un deseo tal de ver a esta Señora, que me acosté con el pensamiento de que aquella misma noche vería a tan buena Madre. ¡Hacía tiempo que deseaba verla! Al fin me quedé dormida. Como se nos había distribuido un pedazo de lienzo de un roquete de San Vicente, yo había cortado el mío por la mitad y tragado una parte, quedándome así dormida con la idea de que San Vicente me obtendría la gracia de ver a la Santísima Virgen.

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