SAN FRANCISCO DE JERÓNIMO, Jesuita

11 de Mayo

  San Francisco de Jerónimo nació en Grottaglie, cerca de Taranto, en 1642. Este elocuente misionero jesuita, al que llamaban «el apóstol de Nápoles», se distinguió por su ilimitado celo en favor de la conversión de los pecadores y por su amor a los pobres, los enfermos y los oprimidos.

   En 1666,antes de cumplir los 24 años de edad, San Francisco recibió la ordenación sacerdotal. Durante los cinco años siguientes, enseñó en el «Collegio dei Nobili», que los jesuítas tenían en Nápoles. A los 28 años ingresó en la Compañía de Jesús. De1671 a 1674, ayudó en el trabajo misional al célebre predicador Agnello Bruno. Al concluir sus estudios de teología, los superiores le nombraron predicador de la Iglesia del Gesú Nuovo, de Nápoles. Se dice que convertía por lo menos a unos 400 pecadores al año. El Santo visitaba las prisiones, los hospitales y no vacilaba en seguir a los pecadores hasta los antros del vicio, donde algunas veces fue brutalmente maltratado. Además de sus misiones y Ejercicios, predicaba sin cesar en las iglesias y plazas, porque las multitudes que le seguían arrebatadas por su elocuencia, no cabían en el sagrado recinto. Fue el predicador más popular de su época: al bendecir a San Alfonso de Ligorio, le predijo que llegaría a los noventa años y que haría gran bien a la Iglesia. 

   San Francisco murió a los 74 años de edad y fue sepultado en la Iglesia de los jesuitas de Nápoles. El Papa Gregorio XVI lo canonizó en 1839.

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La ofensiva jesuita

Bebe

3 noviembre, 2015

Comienzo agradeciendo a los muchos jesuitas ejemplares que he conocido, varios de los cuales fueron mis profesores durante la enseñanza primaria y secundaria, y asimismo a tantos abnegados y fieles sacerdotes y hermanos de la Compañía de Jesús, con los que he tenido la gracia de trabajar apostólicamente a lo largo de los años.

Empero, no sería justo que por mi admiración a la Compañía, y en particular por mi aprecio y gratitud a varios de sus miembros y sus obras, incluyera a todos los jesuitas en esa admirada reputación, ya que bastantes de sus miembros, en las últimas décadas, han promovido bajo la apariencia de una «nueva teología» el modernismo, la teología de la liberación incluida la de corte marxista, y últimamente la abyecta ideología de género, dejando en claro que aún hoy en día, también muchos miembros de dicha Orden se mantienen fieles a la ortodoxia.

Verificado el Concilio Vaticano II, una descomposición litúrgica, doctrinal y pastoral devino en la Iglesia católica -una oscura rebelión– alentada principalmente por los teólogos de la liberación, y desarrollada pastoralmente desde las Comunidades Eclesiales de Base, coadyuvados por los «Cristianos por el Socialismo»: «proceso en el que la Compañía tiene mayor responsabilidad histórica en esta oscura rebelión de la Iglesia Católica contemporánea, por su especial preparación, por su gloriosa ejecutoria y por su voto específico de obediencia al Papa» (Ricardo de la Cierva, Oscura rebelión en la Iglesia). Sigue leyendo