
TRADICIÓN proviene del término latino [traditio, -ōnis], pero, además, mantiene también su concepto originario.
En la general confusión y caos de concepciones y nociones fundamentales; de desorden de sentimientos, percepciones y sensaciones —antagónicos en esencia—, mezcolanza enmarañada de relativismo, subjetivismo y sincretismo en que nos movemos, opiniones juicios, significaciones y conjeturas forman un laberinto que perturban, trastornan, ofuscan y desorientan, desdibujando los primeros principios del pensamiento, que se extravían y descarrían en este revoltijo de impresiones.
Santo Tomás sanciona que «la finalidad de la contemplación es la verdad» y Marco Aurelio, en sus Meditaciones, apunta la búsqueda de los primeros principios mediante “la simplicidad” como principio fundamental: “de cada cosa pregúntese qué es en sí misma; cuál es su naturaleza; qué es lo esencial, segregando lo circunstancial, porque la complejidad aparta del propósito”.