11 noviembre, 2015
Es conocida la parábola, que se atribuye al parecer por error a Albert Einstein, que ilustra magníficamente a mi juicio cuál es el origen de los males personales que laceran a la humanidad. La misma, al contrario de lo que hoy se expresa desde los púlpitos científicos y los medios de comunicación de masas, revela precisamente que la raíz más profunda del mal personal es espiritual.
La parábola a la que hago referencia tiene por protagonistas a un profesor eminente y su grupo de alumnos, y discurre con la sutileza que exigen las cuestiones filosóficas que tratan del ser en cuanto tal, de sus propiedades, y de sus principios y causas primeras. Léase por tanto con la atención que merecen los misterios del hombre y cuanto le rodea:
Un profesor eminente desafía a sus alumnos con una pregunta:
—¿Creó Dios todo lo que existe?
La respuesta, inmediata, llega de parte de uno de los estudiantes más decididos:
—Sí señor. Dios creó todo lo que existe. Sigue leyendo
