I. Mortificación en general.
– ¿Qué es?. – Materia. – Razones. – Reglas generales. – Método.
1. Mortificación es matar o amortiguar en nosotros lo que se opone a la gracia; ya inclinándonos al mal ya dificultando y aun estorbando la perfección.
2. Su materia es tan amplia y varia que no es tan hacedero reducirla a catálogo breve: porque es la lucha contra pecados y faltas para destruirlas; contra los defectos para corregirlos y aun arrancarlos ; contra las inclinaciones y tendencias desordenadas para regirlas, atemperarlas y enderezarlas; contra nuestros sentidos interiores y exteriores, para quitar o amenguar en lo posible, lo que entrando por ellos, fomenta las pasiones o dificulta el fervor.
3. Razones. Los pecados y faltas ofenden y desagradan a Dios; sobre la enmienda, claman la restauración del orden y de la gloria de Dios con el castigo voluntario y la renuncia a lo lícito: – los defectos, naturales o adquiridos, sombrean la perfección, hieren la caridad, deslucen el buen ejemplo, nos hacen menos aptos para el celo; hay, pues, que corregirlos y en lo posible destruirlos: – las inclinaciones y tendencias desordenadas son rémora para el bien, incentivo para el mal, lastre de tibieza, nieblas del entendimiento, seducción de la voluntad; hay, pues, que apagar sus fuegos, frenar sus ímpetus y encauzarlos de sus descaminos; – los sentidos son los ventanales por donde se derrama el alma al exterior y por donde escalan las potencias los atractivos mundanos y carnales; es menester custodiarlos para no hallarnos con el enemigo entrado a traición.
4. Así, pues, la mortificación evita la ocasión, defiende y más fácilmente de pecados y faltas, satisface a la justicia divina, preserva de tentaciones y amengua su violencia, ahuyenta al demonio, desarrolla y afianza las virtudes, alimenta y sostiene el fervor, acrecienta el mérito, da pábulo a la caridad, es condición para seguir a Cristo («si quis vult post me venire…»), nos asemeja a Cristo Don el «Semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes».
5. Reglas generales.
1. Cumplir las obligaciones de todo cristiano (ayunos, abstinencias…) ; las que trae la Providencia (enfermedades, privaciones…), las que envuelven las obligaciones del propio estado (trabajo, estudio, educación dedos hijos…).
2. Añadir las voluntarias que piden nuestras necesidades espirituales.
3. No ponerse a lo que daña a la salud, impide hacer bien lo que hay que hacer, exige esfuerzo o concentración que no se puede prolongar sin daño de la salud, sin perjuicio de las ocupaciones debidas, sin pérdida de la paz interior y de esa cierta holgura necesaria para perseverar.
4. De la norma anterior, que impone la prudencia y experiencia, no se debe salir sin vocación y gracia especial de Dios, bien examinada y espontáneamente aprobada por director prudente y experimentado.
6. Método.
1. Hacer penetrarse de la importancia y necesidad de la mortificación.
2. Hacerla atractiva Con el ejemplo de Jesucristo y de los Santos.
3. Unir a Cada mortificación, una intención particular: verbigracia, para expiar tal falta, para acompañar a Jesús en tal paso, para impetrar tal gracia, etc.
4. Dar a meditar sentencias escogidas de la Sagrada Escritura y Padres y Santos.
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