BEATO LUIS RABATA, Sacerdote

11 de Mayo

 La iconografía suele pintar o esculpir a nuestro beato de pie y con una palma en la mano y en la frente clavada una flecha que le causó la muerte.Nació en Erice (Trápani-Italia) en el año 1443. No sabemos muchas cosas de su nacimiento, niñez y juventud. 

   Dicen los Procesos de su Beatificación de los años 1533 y 1573 que sus padres eran muy buenos cristianos y de humilde posición. Educaron a Luis y a todos sus demás hijos en el santo temor de Dios. Sobre todo su santa madre influyó en su alma inspirándole una tierna devoción a Jesús Eucaristía y a la Virgen María. Fueron siempre estas dos devociones las que mayormente vivió y desplegó en su celo sacerdotal.

   De muy tierna edad, ingresó en la Orden del Carmen en el convento de la Anunciación de Trápani.

   Hizo su noviciado con grandes anhelos de perfección, entregándose más tarde por su profesión, al servicio de dios con admirable generosidad. Allí permanecían vivos los ejemplos maravillosos de San Alberto que, como él, había abrazado, siendo aún muy niño, la vida religiosa y que había gozado de tiernas apariciones de Jesús Niño. El joven Luis procuró imitar las virtudes de este gran Santo y, a decir de sus superiores y compañeros, parecía un doble del Santo tal como había llegado hasta ellos la historia de su vida. Su humildad sufrió dura prueba cuando los superiores le mandaron se ordenara de sacerdote, pues, en su anonadamiento, nunca se juzgó digno de tan excelsa dignidad.

   Una vez ya sacerdote, fue encargado por los superiores de la misión de predicar la palabra de Dios. Fuego eliano ardía en su corazón y no se daba descanso. Recorrió la mayor parte de los pueblos de Sicilia dejando en todos destellos de santidad. Ruidosas conversiones se realizaron por medio de su ardorosa palabra. Los milagros le acompañaban por todas partes. Muchos pecadores abandonaron sus caminos de perversión y no pocos incluso llegaron a abrazar la vida religiosa.

   Su prudencia y santidad de vida eran tan notorias que los superiores sometieron de nuevo su humildad a prueba nombrándole prior del convento de Randazzo,  que era uno de los conventos llamados «reformados», en los que se vivía con rigurosidad en la observancia regular: mortificación, silencio, oración… Luis era modelo para todos sus hermanos a pesar de que todos allí emulaban la más elevada virtud y luchaban por cumplir con la máxima fidelidad la Regla carmelita. Los Procesos de canonización (1533 y 1573) documentan la santa vida de nuestro Beato como ferviente religioso, que supo conciliar los deberes de una observancia impecable con los de su amor al prójimo, al que le obligaba su deber sacerdotal siempre iluminado por la caridad.

Al ver tanta santidad en un humilde religioso lleno de celo apostólico contra el vicio, un hombre perverso, Antonio Cataluccio, aprovechando la ocasión de que el Beato volvía de su postulación le arrojó una saeta a la cabeza, que lo dejó gravemente herido. Malamente pudo llegar a su convento y aunque pidieron al Beato que denunciara al agresor, nunca quiso decirlo sino que de todo corazón lo perdonó e hizo por él especial oración.Sufrió durante algunos meses fuertes dolores, que no le impidieron dedicarse a la más subida contemplación. El Señor le reveló su cercano fin y el término de sus trabajos. Recibidos los últimos sacramentos sin perder la paz y su total conformidad con la voluntad de Dios, exhaló su último suspiro el 8 de mayo de 1490. El papa Gregorio XVI, el 1842, aprobó su culto.

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SAN PEREGRINO LAZIOSI, Sacerdote

1 de Mayo

San Peregrino nació en Forli (Italia) alrededor de 1265. En sus años de juventud ingresó en un movimiento que se oponía al Papa Martín IV. Durante los enfrentamientos conoció a San Felipe Benizi, cabeza de la orden de los Servitas que tenía la función de unir a la comunidad dividida.

Se cuenta que el mismo Peregrino abofeteó a Felipe Benizi cuando éste estaba predicando. San Felipe, tal como recomendó Jesús, le mostró la otra mejilla. Este incidente impresionó a nuestro santo y cambió de actitud. Entró a los 30 años en la misma orden que San Felipe: la Orden de los Servitas, en la ciudad Siena. Después del noviciado volvió a su pueblo natal, donde fundó una nueva casa de esta congregación y llegó a ser bien conocido por lo que predicaba y por su santidad. Se consagró a los enfermos y a aquellos viviendo en la pobreza.

   Según la tradición, una de las penitencias especiales que eligió fue el estar de pie en tanto no fuere necesario estar sentado. No se si será por este motivo, pero lo cierto es que al cabo de unos años, desarrolló venas varicosas y después cáncer en un pie. Las llagas llegaron a ser muy dolorosas y los doctores no pudieron hacer nada para aliviarle. Un cirujano local dijo que lo único que podían hacer era amputarle la pierna.

   La noche antes de la cirugía para amputarle la pierna, pasó mucho tiempo en oración ante Jesús Crucificado, pidiéndole a Dios que lo curara si esa era su voluntad. Se durmió y tuvo una visión en la que Jesús Crucificado bajaba de la cruz y le tocaba la pierna cancerosa. Cuando se despertó las llagas estaban curadas al igual que su pie y su pierna. No fue necesario amputarle ni el pie ni la pierna. Peregrino vivió veinte años más. Tenía fama de ser un gran predicador y confesor.  Falleció en 1345 a la edad de 80 años y fue canonizado por San Benedicto XIII en 1726.

   Gracias a los múltiples milagros que por su intercesión se obtuvieron, es también llamado como «El hacedor de maravillas» y «El poderoso».

   San Peregrino, al padecer cáncer, ha sido declarado popularmente como protector de aquellas personas que sufren esta enfermedad. Como discípulo de la fe en Jesucristo, es un buen compañero para aquellas personas enfermas, para que lo tengan a su lado, les dé aliento, fortaleza y que no pierdan la esperanza.

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