San Agustín, Obispo, Confesor y Doctor

Tú eres mi pastor y darás cumplimiento a todos mis deseos... (Is. 44:28)

Tú eres mi pastor y darás cumplimiento a todos mis deseos... (Is. 44:28)

28 DE AGOSTO 

Agustín nació en Tagaste (en la Argelia actual), año de 354.  Su madre, Sta. Mónica, lo primero que le enseñó fué a orar; pero él, después de haber gustado de aquellas sabrosas y santas lecciones, dejóse deslizar por la resbaladiza pendiente del mal.  No ofreciéndole Cartago el anchuroso campo de que su genio había menester, se fué a Roma, y luego alcanzó en Milán la plaza de maestro de elocuencia. «Mis maldades, dice él mismo, iban en aumento, cual la bola de nieve que se hace más grande a medida que sigue rodando.» 

 

Su desconsolada Madre dirigía al cielo continuas plegarias, empapadas en lágrimas, y seguía los pasos todos del hijo. Ambrosio, el santo obispo de Milán, recibióle con bodad y le ilustró en las ciencias divinas. Cierto día, cediendo sin duda a una inspiración del cielo, abrió las Epistolas de S. Pablo y leyó: «No os revolquéis en el vicio y en la impureza, sino revestíos de N.S. Jesucristo.» Entonces acaba Agustín por resolverse, y recibe, a los 33 años, el santo bautismo en la Pascua de 387.

 

Siete meses después de aquel feliz día, murió Sta. Mónica, pidiendo a su hijo «que se acordara de ella en el altar del Señor»; Y Agustín ordenado sacerdote, ofrecía par su alma el Santísimo Sacrificio. «Señor, exclamaba a menudo, tened piedad de mi madre; ella era buena y perdonaba fácilmente; perdonadle también sus culpas».

 

Creado Obispo de Hipona a los 41 años, comenzó desde entonces a vivir canónicamente, o sea, vida regular en común con unos cuantos clérigos.

 

La sublimidad de su ciencia y la llama ardiente de su amor han hecho de este Santo uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia de Occidente (430).

 

¡Oh lumbrera refulgente de la Iglesia de Dios! pide para nosotros algo de esa luz esplendor que te sacó de la sima del error y del vicio, para que también nosotros veamos la antigua hermosura de Dios, siempre nueva, y viéndola,la amemos, y amándola,  gocemos de ella sin fin. Ruega sobre todo por la Orden ilustre que te llama su padre, y que es como tu prolongación en la tierra.

Fuente: MISAL DIARIO Y VISPERAL

Por Dom. Gaspar Lefebvre O.S.B.  De la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica) Traducción Castellana y Adaptación del Rdo. P. Germán Prado Monje Benedictino de Silos (España)  Páginas 1622 y 1623.

Fuente Primaria e Indispensable del Verdadero Espíritu Cristiano(Pío X).

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